Martes 27

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por BlackRose, 10 Febrero 2012.

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    BlackRose

    BlackRose Iniciado

    Géminis
    Miembro desde:
    10 Enero 2012
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    Título:
    Martes 27
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    1562
    Bueno, este es mi primer trabajo en un género que no sea horror, espero que sea de su agrado :), desde ya acepto todo tipo de criticas.

    Cap. 1

    Es aquí— dijo a su único acompañante. Se trataba de dos hombres de edad avanzada, ambos llevaban puesto una túnica de lino verde y la cabeza descubierta. Estaban en un gran bosque cargado de árboles otoñales, la luz del sol tenía dificultades para entrar en él debido a la espesa niebla que impedía ver con claridad el entorno. Frente a sus ojos se encontraba una pequeña choza de madera maltratada por el paso del tiempo, los ancianos la observaron detenidamente por unos segundo para luego animarse a entrar. La vieja puerta de entrada rechinaba de una manera espantosa, adentro el espacio era muy reducido, había un sillón de tres cuerpos junto a ellos, frente a él se encontraba una pequeña mesa de pino llena de polvo y detrás de esta, dos seres. El primero tenia aspecto humano con una larga cola de mono que bailaba en el aire, vestía un buzo de algodón negro, un jean y botas del mismo color, su pelo era lacio con un flequillo que recorría su mandíbula, a simple vista se podría tratar de un joven que no pasaba los veinte años, junto a él estaba ella, un silueta femenina un poco más chica que el masculino, vestida con la misma ropa, su cabeza estaba recubierta en su totalidad con gasas, brillantes mechones de pelo blanco salían de entre las mismas.

    — Por favor, tomen asiento— dijo la dulce voz femenina. Los caminantes se ubicaron cómodamente y comenzó la charla.

    — Necesitamos de sus servicios, debo admitir que todo esto me tenía muy intrigado, es decir, ¿Son reales las historias que se cuentan sobre ustedes? — dijo uno de ellos rascándose el mentón.

    — En verdad no tengo idea de que le han contado anciano, pero que quede bien en claro, no hay trabajo que no podamos hacer. — contesto el masculino cruzado de brazos.

    — Excelente, su reputación como asesinos es muy bien conocida por los tres imperios, aunque encontrarlos no es nada sencillo…— acoto agobiado por el largo viaje.

    — De seguro entenderá que es por precaución— refuto la mujer.

    — Bien, voy a ir al punto, necesito que encuentren a una unicornia, es la última de su especie, la queremos con vida…

    — No se confunda con nosotros, no secuestramos, solo matamos. — interrumpió la mujer al fatigado anciano.

    — No pretendo ofender, pero si encuentran a la unicornia y la escoltan hasta nosotros, estoy dispuesto a pagarles una gran cantidad de oro, estoy hablando de unas 20.000 mil monedas. — dijo poniéndose de pie. Los dos sicarios se miraron entre ellos, se trataba de una gran cantidad de dinero, una paga así solo se daría por matar al mismísimo emperador. — Solo tienen que encontrarla y llevarla hasta la torre arcana del imperio sur, una vez ahí recibirán su paga de forma inmediata— acoto.

    — Normalmente no aceptamos esta clase de tratos, pero veo verdad en sus ojos, así que será una excepción… y ahora a lo útil, que saben sobre esta mujer. — afirmo el joven.

    — Sobre ella, es una mujer de unos dieciséis años, de mediana estatura, ojos color miel, una envidiable figura femenina, cabello castaño hasta los hombros y en su frente un gran cuerno, es la única en su especie, les será fácil detectar. Su rastro nos llevó hasta rainwood, una aldea infestada de vampiros, por esa razón no pudimos seguirle… es muy importante que la encuentren y la lleven con vida, creo que eso es todo lo que tienen que saber, los estaremos esperando en la torre.

    Los dos viajeros se retiraron de la pequeña choza, ahora solo estaban ellos y un nervioso silencio que los ponía a pensar.

    — ¿Qué opinas Spike? — dijo la mujer rascándose la nuca con ambas manos.

    — Creo que es una gran oportunidad… no es a lo que estamos acostumbrados, pero es solo por esta vez. — contesto mientras se recostaba boca arriba en el sillón.

    — Si vamos a ir a rainwood tenemos que estar preparados, partiremos al alba.

    “Mientras tanto en el rio ashne al sur de rainwood, un par de pescadores prueban su suerte en la búsqueda de un famoso pez conocido como Anzo”

    — Ya pasaron dos horas y aun no pica ni un pez normal, ¿Crees que ese raro espécimen este aquí? ¿O que exista siquiera? — pregunto el frustrado pescador de aspecto cansado, tenía los pies descalzos un pantalón de lino ajustado con una soga y traía puesto un chaleco de piel. Estaba junto a un aventurero dedicado al comercio quien por esas cosas de la vida compartía su mismo interés por encontrar a esta rara criatura de leyenda, él era un pequeño hombre rata, su figura era la de un niño cubierta por un pelaje gris y su cabeza la de un ratón, solo vestía un sombrero con una pluma roja, un pantalón corto y un moño.

    — Este pez es tan real como tú, desde hace años viajo con mi mercancía parando en todos los ríos de cada imperio, estoy seguro que lo voy a encontrar— contesto convencido con un brillo en sus grandes ojos café.

    — ¿Continuaras tu viaje por el norte? Tendrás que ir por el camino del puente, es más largo, pero nadie pasa por rainwood, esta infestado de vampiros. — comento temeroso.

    — ¿Vampiros? Que cosas más tontas dices, los vampiros no son reales, solo son historias que inventan para que nadie pase por ahí. — refuto la rata con seguridad.

    — Pero todo el mundo sabe y habla de eso, yo mismo vi unos vampiros en el camino que va hacia allí— comento mirando al pequeño.

    — Que mentiras dices, de seguro estabas borracho de tanto aguamiel y por eso viste cosas, los vampiros no son reales, no creas en historias de niños. — dijo manteniendo los ojos cerrados.

    — ¿Qué? No digas tonterías, todo el mundo sabe que los vampiros viven en ese pueblo, que clase de via…

    — ¿disculpen? — dijo una voz femenina interrumpiendo la conversación de los aventureros.

    — ¿Qué? ¿Quién dijo eso? — pregunto la rata dando un salto y sacudiendo la cabeza a los lados.

    — Disculpen, no pretendía asustarlos, escuche que van camino a rainwood, me gustaría ir con ustedes si es posible— la voz se trataba de una joven mujer de unos quince años, de estatura pequeña, el cabello castaño le llegaba a la cintura, esta tenía un vestido negro con corsé y los pies descalzos, su piel era blanca como la nieve, sus mejillas tenían un ligero tinte rosa, y sus ojos rojos podían brillar en el más oscuro de los abismos.

    — ¡Claro que si señorita! Es todo un honor poder ayudar— dijo la rata con entusiasmo.

    — ¡Mira! ¡No te das cuenta Eduardo! ¡Es una vampira! — grito el pescador apuntando a la joven.

    — Deja de comportarte como un niño, te dije que los vampiros no son reales— contesto la rata despreocupada.

    — ¡Pero si tiene sangre alrededor de la boca! — acoto a lo que la chica se limpió con el puño de su vestido.

    — ¿Sangre? ¿Sangre? ¿Qué sangre? Estas quedando como un tonto.

    — ¡Tu podrás ir a rainwood con esa vampira, pero yo me voy lejos! — grito nuevamente el pescador, para luego correr despavoridamente por el sendero hacia la ciudad vecina.

    — Disculpa a mi amigo, aun es un niño que cree en historias tontas. — acoto el pequeño.
     
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    BlackRose

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    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Martes 27
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    1989
    Cap. 2

    “Fue así como la joven vampira y el ratón aventurero se dirigieron a rainwood, el comerciante llevaba la marcha de su carreta mientras la chica descansaba en la parte de atrás”

    — Aún no nos presentamos, disculpa mí descortesía, soy Eduardo, así me llaman todos, ¿y tú? — pregunto mientras sostenía firmemente las riendas del burro.

    — Es un gusto para mí, yo soy Sophia blackrose— contesto con un poco de timidez mientras se acomodaba entre el heno que transportaba la rata.

    — ¿Vas cómoda? Te dejaría ir aquí conmigo, pero Melasa se pone agresivo cuando ve a extraños— comento el pequeño mirando dulcemente al burro que arrastraba la carreta sin dificultad.

    — No te preocupes por mí, estoy bien— contesto dulcemente elevando la cabeza para poder verlo.

    — ¿Qué te lleva para el pequeño rainwood?

    — Estoy… estoy buscando a mis padres, y tengo algunos indicios que me llevan a creer que están allí.

    — Ya veo, que interesante, espero que los puedas encontrar… recuerdo que mis padres se solían perder todo el tiempo, yo pasaba horas buscándolos entre las arenas de aquel viejo desierto, un día, luego de encontrar a papá, un gran pez salió con toda su furia de la arena y se lo trago entero…

    — ¡Por dios! Eso es horrible…

    — Es por eso que busco a aquel pez, cuando lo encuentre, sacare a mi padre de ahí, nuevamente.

    — Espero… que lo encuentres.

    “Luego de un par de horas, el atardecer se llevó al sol y la luz del día con él, los viajeros por fin llegaron a rainwood, pequeño poblado que contaba con unas cuantas casas, una posada y la famosa taberna “Sombra Carmesí”.”

    — ¡Quieto Melasa!, por fin llegamos, supongo que dejare por aquí al burro con algo de agua y comida— comento el ratón.

    — ¡Muchas gracias por todo Eduardo!, nunca lo olvidare— dijo la joven emocionada bajando de la carreta.


    “Los dos sicarios ya se encontraban en rainwood, precisamente en frente de la taberna, sabían bien que ese pueblo escondía grandes secretos y que su gente no le permitía el paso a cualquier alma”

    — Te lo digo con seguridad, si esa unicornia estuvo aquí, de seguro paso por la taberna— le comento a la femenina mientras la tomaba de la mano.

    — ¿Estás seguro de que este sea un buen plan?… sabes que no soy buena para hablar…

    — No te preocupes por nada, yo hablare, pero… ¿podrías quitarte esas gasas algún día? — Ambos se quedaron mirando durante unos segundos en silencio — Perdón… mejor entramos. — acoto Spike. El joven sacudió la puerta de entrada con una patada y alzando una de sus manos grito.

    — ¡Gran taberna Sombra carmesí, una ronda de tragos del mejor aguamiel para todos! ¡Felicidad para los recién casados!

    — ¡¿Qué haces?! — le susurra sonrojada con desesperación, aunque las gasas de su cabeza impedían ver tal estado de emoción. Dentro se podía apreciar una larga barra con butacas de madera en frente, unas cuantas mesas en el centro con una vela en cada una y solo una persona atendiendo el lugar, esta tenía una túnica negra y solo se podía observar sus ojos rojos que brillaban en las sombras aunque con algo de dificultad también su rostro.

    — No hay… ¿nadie? — se preguntó a si mismo mientras avanzaba a la barra.

    — Disculpe, estamos buscando a nuestra amiga… ella tiene un cuerno en la frente, quizá la vio por aquí. — pregunto el joven haciendo fuerza con la mirada para poder distinguir el rostro que tenía frente a sus ojos.

    — Tú y tu esposa hacen mal en venir aquí, lo mejor es que se vallan ahora…— susurro, para luego comenzar a limpiar las mesas del lugar.

    — Espera, no queremos problemas, solo a nuestra amiga. — insistió caminando detrás de este ser.

    — ¡Spike! — grito su compañera apuntando con el dedo a un grupo de seres del mismo aspecto que el posadero, estos entraron por una puerta que había detrás, y rodearon al muchacho rápidamente.

    — ¿Qué es esto? ¡Les dije que no ocultaran a esa criatura! ¡Miren ahora! ¡Nuestro pueblo se llena de aventureros, y quien sabe que cosas mas vengan! — grito uno de ellos. — ¡Pónganlos con los demás! — acoto, un extraño sueño invadió a los sicarios hasta quedar profundamente dormidos.

    “Paso el tiempo y finalmente el joven asesino fue despertado por unos gritos.”

    — Tenia un pato… uno que me decía “cuak” — dijo una voz tenue con algo de frustración, poco a poco la vista se esclarecía más. El sicario quedo asombrado al ver el panorama, se encontraba en una mazmorra de espacios reducidos, apenas tenían lugar para moverse un poco, estaba atado con unos grilletes, y una cadena que pasaba por el mismo lo unía a todos los demás “prisioneros”, se trataba de su amiga, el ratón y la joven Sophia. Solo había una puerta para entrar y salir, esta estaba cerrada por fuera, la luz de la luna iluminaba sus rostros al entrar por una ventana que se encontraba a lo alto protegida con barrotes de metal.

    — ¿Qué es todo esto? — pregunto preocupado mirando a su compañera.

    — Esos vampiros nos durmieron, nos dejaron aquí tirados… somos sus prisioneros. — contesto recostada sobre una de las paredes mirando el techo.

    — ¿Vampiros? Eso es mentira, ya no digan más mentiras, los vampiros no existen. — interrumpió la rata.

    — ¿Y quién demonios es usted? — pregunto intentando ponerse de pie.

    — Mi nombre es Eduardo, y viajo por los tres imperios en busca del legendario pez anzo, que traerá la gloria y el honor a mí y a mi familia— contesto mirando hacia el cielo con los ojos cerrados.

    — Así que somos prisioneros. — se dijo Spike a sí mismo.

    — ¿Prisioneros? No digas cosas tontas, eso es una locura— comento Eduardo.

    — ¿Y tú que niña? ¿Por qué te encerraron aquí, si eres una de ellos? — pregunto la asesina de forma distante. La tímida vampiresa no contesto, solo se refugió en una de las heladas esquinas.

    — ¿Algún plan para salir de esto? — pregunto el sicario a su colega.

    — Podríamos pudrirnos escuchando las historias de un ratón y su pato, o esperar un milagro que nos saque de este asqueroso lugar— contesto ella con la cabeza gacha. Unos ruidos que provenían de afuera alertaron a los aventureros, se podía escuchar una feroz batalla, espadas que chocaban entre si y el sonido espeluznante de hechizos en acción, parecía que de la nada había comenzado una guerra.

    — ¿Qué esta pasando? — pregunto la vampiresa con un notable miedo.

    — No tengo idea pero…— La puerta se abrió de pronto golpeando al asesino dejándolo tendido en el suelo, por ella entro una joven mujer, tenía el cabello negro largo hasta los hombros, unas vistosas orejas y cola de gato, vestía una camisa blanca de manga corta, unos shorts negros y unas botas de cuero típicas de los piratas.

    — ¿Estas bien chico? — pregunto la rata pateándolo en la cabeza levemente con el pie. — Creo que no se mueve— acoto mientras continuaba con la acción.

    — ¡Es nuestra oportunidad! ¡Rápido, sácanos estas cosas! — dijo la mujer de las gasas extendiendo los brazos hacia la chica gato.

    — momento…— contesto ella mientras se les acercaba uno por uno.

    — ¿Qué haces niña? — pregunto Eduardo algo confundido.

    — Es que… ¡nos esta robando! — grito Sophia abrazando las cadenas.

    — ¿Robando? Ya deja de mentir, nadie nos está robando nada, porque todos mienten tanto…— comento la rata rascándose la cabeza mientras le hurgaban los bolsillos de su pantalón.

    — No se muevan tanto, esto es algo rápido— susurro la joven chica gato mientras hurtaba collares, anillos y cualquier objeto de valor de los prisioneros.

    — ¿Cómo puedes robarle a personas que están encadenadas? ¿No tienes un poco de honor? — comento enfadada la asesina, sacudiendo sus manos en vano para zafarse.

    — Que interesante… tu cabeza está cubierta con gasas… ¿Qué habrá detrás de ellas? — pregunto curiosa mientras extendía su mano para intentar sacarlas.

    — ¡No por favor! ¡No me las quites!

    — Extraño al pato que decía Cuak— susurro la rata entre lágrimas.

    — Que pasó…— se preguntó Spike así mismo aun medio sedado, intentando sostenerse de algo para ponerse en pie, finalmente con una de sus manos logra afirmarse en lo que cree que es una pared.

    — ¡Dios mío! ¡Quítate de encima! ¡Ya deja de tocarme! — grita la ladrona sonrojada sacudiendo por el suelo al aún dormido. Otro ser posaba junto a la puerta nuevamente, esta vez se trataba de un hombre de unos veinticinco años, alto, de cabello rojo, lleva puesto una musculosa negra con un jean y botas del mismo color, su pálida piel hacia resaltar sus ojos color miel.

    — ¿Qué son estas cosas Lala? Da igual, de seguro nos sirven de algo, nos los llevamos, encárgate. — dijo el extraño sujeto de pelos rojos.

    — Gerard. — suspiro la chica gato sonrojada.
     
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