Nota: Si bien esta obra no se centra en temáticas sexuales o en escenas de ensañamiento, si contiene temáticas que podrían herir sensibilidades ajenas. Al fin y al cabo son sólo las disertaciones de un loco o los delirios de un sabio. LOCO: (Léase de forma apresurada, con pausas muy cortas en los puntos y más aún en las comas, crescendo y acelerando en cada párrafo) Estaba yo solo. Solo en la habitación. Estaba la habitación sola, ¡ah, pero también estaba yo! Estábamos la habitación y yo solos. También había una silla. Estábamos la habitación, yo y la silla solos. Estábamos solos, pero la puerta se abrió. Y entonces él entró, me miró, yo le vi. Tenía los ojos rojos como el fuego. Él entró, me miró, yo le vi, sus ojos eran rojos. Me miró, sus ojos quemaban. Se acercó y su aliento ardía. Extendió sus alas negras, infinitas. Eran como la noche. Sus ojos eran fuego, sus alas noche. Vino a mí. Vino a mí, extendiendo sus manos. Sus pezuñas retumbaban. Sus manos eran fuertes. Me cogió y me hizo esclavo. Sus pezuñas grises, sus manos negras. Me tomó en sus manos. Fui suyo, y no mío. Suyo y mío. Hizo de mí lo que quiso, pues era suyo. Me hizo suyo, no hice nada, sus manos. Sus manos fueron las mías. Sus manos negras eran fuertes. Yo fui su títere. Me acusaron. Pero no fui yo, fue él, el demonio de ojos rojos. Quemaba dentro de mí, me hizo suyo. Yo no fui. Quise gritar, pero él.... Él me ahogaba, era suyo, no pude... Yo no fui yo. SABIO: (Léase en un tono pedante, engolando mucho la voz, lento, desafiando al tiempo más allá de los límites de lo absurdo) Si bien sí te entiendo, no puedo compartir lo que estás transmitiendo de tu forma de vivir No me parece correcto de tal forma, exagerada, mostrar como virtud el defecto. No puedo así sino rebatir, siempre desde la admiración esas ideas en asociación que no puedo permitir. Para comenzar, las ideas, que definiré ahora, para que me creas. ¿No es demasiado abstracto, acaso, hablar del bien y el mal, si está o no vacío el vaso? Innecesario entrar en tal zarzal. Primera: soledad ilusoria ese era el concepto, si no me falla la memoria. ¿Acaso no nos convivimos?, desde el día en que nacemos hasta el que morimos no nos autodesprendemos. Así pues, no estás solo. No lo está nadie que ya está consigo. Segundo: inicio de hostilidades si bien no entraré tampoco en peculiaridades. Es obvia tu relación, que contigo discutas y no te entiendas lleva a la desesperación. Tercero: autoesclavitud o quizá autosumisión, no lo sé con exactitud. Sucumbes a ti mismo, por miedo quizá a caer en el cinísmo de evadir la realidad. Cuarto: la verdadera posesión por miedo de nuevo, me da la impresión. Lo tuyo es tuyo, me atrevo a aseverar: "Lo del César, al César", lo del demonio es suyo. Quinto: posesión y acusación que pueden ir ligadas, o no según la ocasión. La acusación se posee, y no veo motivo por qué alguien desee la culpa de otro ser vivo. Conclusión final para ir abreviando, y no se me entienda mal. No existe así sentido en acusar, como he sostenido, a otro, sea cual sea el motivo, de lo que fue tu objetivo. Si te sientes afligido, dolido, compungido y malherido, te encuentras atribulado, desesperado y extrañado. La solución es sencilla, retoma esa silla, medita tus errores, y ya me contarás tus conclusiones. Así afirmó Sabio mientras Loco se rascaba la cabeza. La luna entraba suavemente cortada por la ventana queriendo robar protagonismo a la conversación. Sabio se reclinó en la silla cruzando brazos y piernas, sonriendo con gesto de triunfo, mientras Loco miraba la luna. Tras reflexionar un rato sobre lo que había dicho Sabio, Loco se levantó y dijo: LOCO: (En un tono más calmado, pero igualmente rápido) No puede ser. Lo sentí, aunque no lo supe. El demonio era mío. Yo no era yo. Se apoderó de mí, y no pude hacer nada. Mis fuerzas... No pude negarme a nada, pues yo ya no era mío. Me perdí. Él me robó, y me hizo su esclavo. Sus ojos rojos. La posesión no existe. Tener es poder. Él me tuvo. ¿El poder no existe...? Sus manos. Su poder no existe. Mi poder no existe tampoco. ¿cómo me muevo?¿cómo hablo? ¿cómo pienso....? Loco se volvió a sentar lentamente. Pienso... Pienso en pensar. ¿Pienso acaso...? No sé qué pensar. ¿Tú qué piensas? Sabio se reclinó sonriendo aún más. SABIO: No veo el problema, ciertamente. Te engaña tu mente, he ahí tu dilema. ¿No existe el poder, ni la conciencia? ¿Qué opinión queda a deber de este modo la ciencia? ¿Qué hay de todo lo tangible? Que todo sea mentira resulta increíble. Si no tienes mente ni poder, ¿Aún preguntas puedes hacer para que yo te las conteste? Sin pensamiento no hay pregunta, sin pregunta no hay respuesta, y no hay respuesta sin poder. ¿Cómo te contradigo sin poder sobre lo que digo? Finalizo esta disyunta, con la pregunta opuesta: ¿sin poder qué se puede hacer? Loco se bajó de la silla y se sentó en el suelo mientras Sabio se reclinaba. LOCO: (Casi en susurros, muy calmado) La ventana se abre. Entra por ella, oh , bella dama. Me ha sido concedido su secreto. ¿Quieres saberlo? SABIO: Cuéntame LOCO: La verdadera esencia... es no imponer al demonio, no pedir al ángel, sino comprender. Comprender la verdad intrínseca de las cosas. Comprender el poder de la decisión, no tomarlo a la ligera. La dama me lo ha dicho, entró por la ventana. No se toman decisiones, sino que se actua sobre ellas. Se vive en ellas, y se aprende a convivir con el demonio y el ángel que te acompañan,gritándoles: "¡Este es mi hogar, lo he construido yo, y lo he hecho mío! ¡AQUÍ NO TENÉIS PODER SOBRE MÍ!" Ambos quedaron conformes, y la luna brillaba a través de la ventana.