— ¡No!— Desesperación, eso salía en forma de grito de su garganta. Tristes lágrimas salieron de sus ojos al darse cuenta de que por tercera vez en esa noche la horrible pesadilla la había despertado. ¿Por qué? ¡¿Por qué?! Ella no había pedido que la salvara. *Aquella noche 8 de Febrero… Ambas caminaban de la mano, no se llevaban muy bien, pero aun así se querían. Era una relación de hermanas muy rara. — Hay que lindo gatito—dijo al ver al pequeño animal de pelaje negro que se encontraba a unos dos o tres metros de ellas, justo en la mitad de la solitaria vía. — Déjalo ya, es tarde—insistió su hermana pero ella no le hizo caso. Camino despacio y se acerco al felino inclinándose un poco para poder acariciarlo. — *Piii Piii*— Escucharon, un gran camión venia a toda velocidad, aparentemente sin frenos. Se escucho un grito ronco proveniente del conductor y dos más agudos mezclados con un maullido. ¿Qué había pasado? Tenía en sus pequeñas y temblorosas manos blancas al gatito. Pero… ¿Cómo seguía viva? La nube de humo se fue disolviendo con el aire frio de la noche. Miro hacia la acera donde su hermana antes le estaba gritando que no tenían tiempo; pero ella ya no estaba allí. Con sus ojos abiertos la busco con desesperación. La vio, tirada en la carretera, llena de sangre roja y caliente que emanaba de su torso quebrado y de su cabeza herida. — ¡No! ¡No!— grito lanzándose así la chiquilla tirada en el piso. ¡Por Dios no! ¡¿Por qué?! Todo… Todo lo malo siempre le pasaba a ella. ¡No! No respiraba… ¡No lo hacía! No se veía movimiento alguno en su mal herido cuerpo. Murió… Había muerto para salvarla. Dios, ella también se quería morir. Dolor, eso sentía. Las sirenas de las ambulancias sonaban a lo lejos, pero ella no se movió del lado de su hermana, con los ojos desorbitados y de ellos saliendo sin control frías y gruesas lagrimas. — Lo siento… —Dijo a su hermanita mientras los paramédicos se la llevaban a rastras.* — Lo siento— repitió en vos alta la frase que rodaba en su cabeza. ¡Lo sentía! Con cada poro, con cada latido, con cada suspiro. Lo sentía con y en el fondo de su corazón. Pero nada podía hacer. Ese fue su destino, su cruel y trágico destino.
Wow...Muy bello. La verdad, no sé si me hizo llorar el escrito, o el destino. Muy bello, sin errores ortográficos, blá, bla... Besos~ ~~ Muñeca Ha Neko
¡Excelente!, aunque no creo en el destino :D Tienes talento para escribir, sólo te sugiero que... No, olvídalo, cada persona tiene su manera de narrar xD iba a decirte lo de no redundar el adjetivo en las palabras pero ya que... ;) jeje ¡Te cuidas!