Long-fic Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)

Tema en 'Fanfics Abandonados de Inuyasha Ranma y Rinne' iniciado por The Lady, 29 Abril 2010.

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  1.  
    luna sahara

    luna sahara Entusiasta

    Piscis
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    Re: Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)

    haaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!!!!!
    pero qe emocion Inu al recate :),
    me encanta la conti qe emocion, qe emocion, qe emocion,
    para mi buena suerte yo no me rebolvi con la historia,
    no esperava qe Inu y Kag siguieran con vida,
    ¿Sentaro lograra rescatar a Rei,
    ay mantenme inforamada pliss.

    nos veremos en la proxima ;)
    bay, bya
     
  2.  
    sangura

    sangura Entusiasta

    Acuario
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    Re: Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)

    Hoooooooooooooooooooolaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
    No te preocupes no te voy a odiar ni lo voy a dejar de leer, ya que esta muy interesante.
    Sankontessou???? y eso que es?? quien lo hizo????
    Pero Inu y Kagome que hace ahi?????
    Te voy a odiar menos si a Rinako le pones a alguien leeendo como pareja, y ya tengo a quien, solo que sepas ler la mente mj.

    Te leo luego Sayounara.
     
  3.  
    The Lady

    The Lady Iniciado

    Tauro
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    Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)
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    Re: Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)

    Aviso:los personajes del manga/anime de Inuyasha no me pertenecen, sino que a la grandiosa Rumiko Takahashi. Sentaro, Rinako, Rei, Fluffy, Junichi, Hiroshi y Jun sí.


    Las Tierras del Oeste​

    Por The Lady​

    VIII
    El rescate

    En el aire había sangre y pedazos de tela negra, ambas pertenecientes al torayoukai estrellado contra la pared con un rostro sumamente anonadado. Cuando su cuerpo comenzó a deslizarse por ésta, el youkai rápidamente saltó para caer sobre sus dos piernas flexionadas y una mano entremedio de éstas. Su rostro no era completamente visible pues parte de su cabello anaranjado y lacio lo ocultaban.

    —Ese imbécil de Hiroshi no pudo contigo —comentó Arakami aún agachado sin dejar ver su rostro.
    —Keh… tú jamás apareces de una, siempre tienes a alguien cuidándote la espalda. Sin duda él tenía razón, eres un cobarde —habló Inuyasha mientras se quitaba la bandana de su cabeza para revelar sus orejas de perro—. Parece que tu compañerito estaba esperando a otra persona, por eso se sorprendió al verme.
    —Ya veo… —murmuró Arakami poniéndose de pie abruptamente para dirigirse directamente al hanyou y clavarle sus garras.

    Sin embargo, Inuyasha pudo esquivar el ataque y contraatacó dirigiendo un puñetazo al perfecto rostro de Arakami, pero fue en ese momento que éste abrió la boca y clavó sus colmillos en la mano de Inuyasha.

    —¡Hijo de puta! —exclamó el mitad humano listo para otra dosis de su sankotessou, pero el youkai desapareció rápidamente de su vista— ¡Maldito cobarde!

    Inuyasha estaba listo para salir en busca de Arakami, pero encontró a su pareja en la escena ayudando a una muchacha de cabello lacio, rebajado y que le llegaba hasta la mitad de la espalda. Ella estaba vestida en una remera roja de mangas largas con un cuello triangular, en la parte inferior llevaba una pollera de jean azul que no alcanzaban sus rodillas y sus piernas estaban envueltas por medias rojas y negras que combinaban con sus zapatillas. Inuyasha la observó desde el momento en que Kagome la ayudó a sentarse hasta cuando la joven alzó el rostro y ojos chocolates se encontraron con otros similares. El hanyou no podía quitar la vista de la muchacha puesto el olor que emitía era muy similar al de Rin.

    Cuando Rei incorporó el rostro, se encontró con una fuerte mirada chocolate que la contemplaba con preocupación. La muchacha se quedó perdida por unos segundos en esos ojos llenos de fuerza y bondad, luego pasó a observar su rostro que parecía el de una mujer en sus veintitantos y cuyo color de cabello era de un negro azulino resplandeciente. Rei abrió sus ojos con asombro al percatarse que era idéntica a la joven estudiante que acompañaba al medio hermano de Sesshoumaru.

    —¡Kagome! —lanzó en un grito apagado.
    —¡¿Eh?! ¿Cómo sabes mi nombre? —preguntó Kagome azorada aún con sus manos alrededor de los hombros de la jovencita.
    —Tú eres la de mis sueños. Tú estabas con… ¡Inuyasha! —señaló al mitad humano parado en el medio de la habitación.
    —¡¿Qué has dicho?! —Inuyasha apareció agachado ante ella, tomando el rostro de Rei entre sus manos.
    —Me haces mal —balbuceó con el ceño fruncido y quitándose de encima al hanyou—. No hagas eso.
    —Eres ella, tú eres Rin… —habló Inuyasha con la voz entrecortada.
    —¡¿Tú también?! ¡Yo soy Rei! ¡Que sea la reencarnación de esa niña no hace que todo esto que ves aquí sea ella! ¡Sólo una ínfima parte de mi alma es ella! ¡Entiéndanlo!—gritó la muchacha exasperada.
    —¡Cómo no me percaté antes! ¡Eres muy parecida! —exclamó Kagome llevándose una mano a la boca por lo conmovida que estaba en esos momentos.
    —Tú vendrás con nosotros —habló Inuyasha incorporándose y luego se dio media vuelta para salir de aquella habitación—. Kagome, llama a Chuusei. Váyanse con él que yo me encargaré de este mal parido.
    —¡No! ¡Llévenme a mi casa! —exigió Rei mirando a Kagome con ojos suplicantes.
    —Te llevaremos a tu casa, pero antes tenemos que hablar contigo... este… ¿cómo era tu nombre?
    —Rei. Mi nombre es Rei —dijo ella mientras la mujer la ayudaba a ponerse de pie—. Muchas gracias por salvarme…

    Cuando Rei sonrió, a Kagome se lo formó un nudo en la garganta. Esa sonrisa tan dulce y radiante era como la de Rin.



    Pedazos de pared y ladrillos estaban amontonados en una pila y Arakami sabía que debajo de toda esa chatarra estaba su ayudante, Hiroshi.

    Seguro su parte humana volvió a apoderarse de su mente, por esa razón sigue inconsciente —pensaba Arakami mientras su largo cabello anaranjado se iba acortando, sus ojos dorados se volvían pardos y toda parte de él que pudiera poner en sospecha su humanidad desaparecía—. Luego me encargaré de él… ahora tengo cosas mejores que hacer.

    Una sonrisa engreída se formó en sus labios mientras veía como un auto frenaba con gran rapidez del otro lado de la Avenida Tokugawa. Era él, por fin había llegado. Su olor se sentía desde hacía dos o tres cuadras atrás. Arakami bajó la mirada para ver con gran fastidio las marcas de las garras del hanyou en su pecho. Era una lástima, él quería recibir impecable a aquel joven humano que era la reencarnación de su mayor enemigo. Era el período Sengoku cuando conoció a Sesshoumaru y a su honorable madre en persona. Los dos colaboraron en su desgracia, pero el toque final lo había dado ese estúpido inuyoukai. ¡Cuánto lo odió! Pero ahora le podía servir de algo. No él exactamente, sino que su reencarnación.

    —Junichi—dijo Sentaro su nombre respirando agitadamente tras cruzar la ancha avenida y llegar a la mitad del baldío donde se encontraba su antiguo compañero de clases—… ¡¿Dónde está ella?!
    —Calma, calma —habló Junichi con una voz tranquila y casi solemne—. Si bien sus personalidades son diferentes, tanto tú como ese Sesshoumaru vienen sin vacilar a rescatar a su protegida. —El hombre sonrió irónicamente.
    —Dime quién eras tú en el pasado. ¿Acaso eras Naraku? Eso explicaría todo. El día que nos encontramos y mencionaste a Kagura y ahora esto… el secuestro de Rei, Naraku también secuestró a Rin —dijo Sentaro apretando sus puños para reprimir las ganas de tirarse encima de ese maldito hombre.
    —Como siempre tratas de hacer conexiones lógicas. Debo decir que no está mal la interpretación, de hecho es muy aceptable —admitió Junichi haciendo una graciosa flexión de mano mientras hablaba con suma tranquilidad—. Sin embargo, te equivocas. Veo que todavía yo no aparecí en tu vida.
    —¿Qué has dicho?
    —Sentaro… ¿Hasta qué punto de la vida de Sesshoumaru soñaste? Ni me lo digas, probablemente no sepa de qué me estás hablando. Seguramente, Rin sigue siendo una niña.

    Los ojos miel de Sentaro se abrieron extrañados ante el simple comentario de Junichi. Por alguna razón, aquello último que dijo “Seguramente, Rin sigue siendo una niña” retumbó en su mente como si en ese comentario tan inocente el exitoso empresario le quisiese decir algo más. Tantas dudas acechaban la mente del profesor que no sabía qué preguntarle primero.

    —¿Entonces, cómo sabes lo de Kagura?
    —Por aquellos años llegaban rumores a las tierras del suroeste acerca de un tal Naraku que quería juntar todas las partes de la Shikon No tama y para ello había hecho extensiones de su cuerpo, como Kagura. Ese nombre fue el que primero conocí pues decían que tenía una relación especial con Sesshoumaru, aunque nunca pasó a mayores —explicó Junichi mientras se veía las uñas perfectamente acicaladas— ¿Respondí tu pregunta?
    —¿Y por qué relacionaste a Kaoru con Kagura?
    —Ah… eso —Junichi sonrió engreídamente—. Luego de que tú rechazaras a Kaoru, el novio de ella fui yo y de algunas cosas pude enterarme cuando iba a su casa. La madre estaba al tanto de los sueños que ella tenía. No te preocupes, Sentaro, ella siempre estuvo enamorada de ti. Por esa razón, ni bien se enteró de los rumores de que tú por fin te habías enamorado de ella, la muchachita me dejó…
    —Junichi, no cambies de tema que aún no entiendo quién eras tú…. —habló lanzándole una mirada furibunda.
    —Quien sigo siendo, querrás decir —corrigió Junichi acercándose a su antiguo compañero de clases a un paso lento—. Nunca te preguntaste por qué esos ineptos que tenía como “amigos” peleaban por mí cuando yo provocaba una pelea dentro de la escuela…
    —Sí, claro. Eras un cobarde —contestó el otro sin interés, como si se le estuviera preguntando cuanto era dos más dos.

    Arakami cerró sus humanas manos con rencor y trató de respirar profundo. Lo había dicho de la misma forma que ese maldito inuyoukai. Pero él debía calmarse, debía calmarse.

    —No, no era por eso. Recuerdas que yo le hacía muy mala fama al colegio cuando estaba fuera de él. Hombres hospitalizados, amputados…
    —Exageraciones… a los chicos les encanta exagerar.
    —No lo eran…

    Sentaro podía sentir la respiración de Junichi sobre él por lo cerca que se encontraban uno del otro. La mirada miel del profesor se quedó observando la color pardo que tenía frente a él y ahí fue que cayó. Había algo en Junichi que no era humano.

    —No puede ser… Tú no eres una reencarnación —balbuceó Sentaro mientras un escalofrío le recorría la espalda.
    —Si yo, Arakami, me hubiese enfrentado con alguno de tus compañeritos, los hubiera destrozado, me hubieran expulsado y ya no podría vigilarte o atormentarte. Fuera de la escuela me daba ese lujo sin saber que los estúpidos directores se dejarían llevar por esos rumores a la hora de expulsarme —hablaba casi en un susurro sin dejar desaparecer la sonrisa irónica de sus labios.
    —Arakami… ¿Youkai?
    —¡Adivinaste, imbécil! —exclamó el torayoukai mientras sus uñas se iban convirtiendo en garras que irían directamente a la garganta del joven.
    —¡Espera, tú estabas peleando conmigo! —gritó el hanyou saltando desde una ventana del edificio abandonado.

    Sentaro estaba completamente pasmado ante la revelación de Junichi y cuando vio aparecer a un hombre con melena blanca que resplandecía bajo el sol y dejaba ver sus orejitas de perro, se desmayó.

    Maldición, ya no podré sacarle sangre tan fácilmente a Sentaro. Creo que debo retirarme por ahora —pensó Arakami volteándose para sonreírle engreídamente a Inuyasha y cuando el hanyou iba corriendo hacia a él para clavarle sus garras, éste desapareció.
    —¡Hijo de puta! —gritó Inuyasha colérico mientras sus garras se clavaban en la tierra.

    El hanyou, agachado, no paraba de escupir insultos hacia el torayoukai que había huido. Sin embargo, cuando un olor llegó a sus fosas nasales, alzó el rostro y vio delante de él a un joven humano. Éste estaba vestido en un pantalón de jean azul oscuro, en la parte superior llevaba una campera de cuero ecológico marrón y debajo de ésta un suéter color mostaza. El hombre estaba completamente inconsciente. Cuando Inuyasha lo tomó entre sus brazos y pudo observar las facciones del hombre, por unos segundos el asombro le robó la respiración.

    —No sólo se parece a él, sino que huele igual a él… —murmuró como nostálgico.

    Repentinamente, una camioneta bordo frenó precipitadamente a pocos metros del hanyou.

    —¡Inuyasha, súbete! —gritó un hombre de corta cabellera castaña asomándose por la ventanilla del auto.

    Inuyasha, alzando a Sentaro, corrió a la camioneta y allí le abrió la puerta trasera Rei, quien pegó un gritó al ver a su profesor inconsciente. Sin embargo, inmediatamente el mitad demonio la calló y le ordenó que lo ayudara. La joven tomó por debajo de los hombros a Sentaro y después colocó su cabeza delicadamente sobre sus piernas una vez que el cuerpo entró en el asiento trasero. Seguido de aquello, Inuyasha subió al baúl del auto y cerró la puerta con cierta brutalidad.

    —¡Chuusei, arranca antes de que aparezca Arakami! —exclamó Kagome quien estaba en el asiento del copiloto.

    El aludido rápidamente movió la palanca de cambio y salió como un rayo de aquel lugar.

    Dentro de la camioneta se podía sentir una gran conmoción por todo lo que había ocurrido y, si bien Rei estaba impactada por ser la reencarnación de Rin y haberse encontrado con el mismísimo Inuyasha, en esos momentos se estaba preguntando qué hacía su querido profesor en aquel lugar. La joven suspiró y miró por la ventanilla. Un sol resplandeciente bañaba la ciudad.

    Gracias al sol que iluminaba aquel baldío, Sesshoumaru podía contemplar su nuevo brazo que había aparecido junto a su nueva espada, su propia espada: Bakusaiga.

    —Sesshoumaru, debo hacerle una vaina a tu nueva adquisición —informó Totosai sentado sobre su vaca de tres ojos.

    El inuyoukai, bajando su brazo, asintió ante lo dicho por el forjador de espadas y pasó a entregarle el arma blanca, pero en ese instante, se acercó el monje vestido en la túnica azulada.

    —Perdóneme, Sesshoumaru-sama, pero creo que es mejor que hagamos esto en otro lugar. No sabemos cuando pueda volver a aparecer Naraku —sugirió Miroku seriamente señalando con su báculo un camino de piedra y tierra formado entre los bosques—. A no mucha distancia de aquí se encuentra la aldea de Kaede-sama.
    —Además, Kohaku está débil. Su fragmento de Shikon sigue corrompido. Necesitamos volver —habló Sango con preocupación cargando a su hermano inconsciente en Kirara.
    —¡Cómo se atreven a pedirle a Sesshoumaru-sama que vaya a una aldea de insignificantes humanos! —exclamó Jaken exageradamente, pero enseguida fue callado por una piedra que cayó en su cabeza.
    —Rin, sube a Ahun —fue lo único que salió de la boca del inuyoukai mientras se dirigía hacia el camino indicado por el monje. La pequeña rápidamente obedeció.

    Sesshoumaru pasó junto a Inuyasha y sus ojos rasgados se posaron sobre el hanyou tan sólo unos segundos para luego volver a dirigirlos hacia el frente. El inuyoukai recordó aquella vez que se habían reencontrado luego de que Inuyasha fuese desellado. En ese entonces, lo consideraba un ser inferior, un ser que le había traído deshonra a su familia. Sin embargo, en la parte más profunda de su alma, después de haber pasado por tantas situaciones desde su decisión por destruir a Naraku, sabía que se había equivocado, sabía que lo había subestimado. Inuyasha había demostrado ser el sucesor legítimo de Tetsusaiga al haber absorbido el Meidou Zangetsuha.

    Tetsusaiga… esa herencia que en un principio le había causado tanto dolor por la decisión de su padre de entregársela a su medio hermano. No obstante, la espada que colgaba desnuda en su cintura junto a la inservible Tensaiga, era prueba de que había sobrepasado su apego a Tetsusaiga. Y no sólo eso, sino que él, Sesshoumaru, era más poderoso que su padre.

    —Vamos, Inuyasha —habló una voz cansada haciendo que el mitad demonio dejara de observar la espalda de Sesshoumaru.
    —Kagome, ¿no quieres ir en Kirara?
    —No. Está bien. Espero que la caminata me despeje un poco…
    —Nosotros nos adelantaremos —anunció Sango ascendiendo en el aire junto a un desmayado Kohaku.

    Ya había pasado bastante tiempo desde que el grupo se había adentrado en el camino de piedras y tierra. Rodeándolos había altos troncos adornados de copos verdes y por la zona se podía escuchar el murmullo de aves revoloteando.

    Repentinamente, Sesshoumaru escuchó unas pisaditas acercarse a él, pero no le dio importancia y siguió mirando al frente. Sin embargo, cuando sintió que una mano envolvía a la suya, ahí sí tornó su atención hacia Rin.

    —Es suave, como su otra mano, Sesshoumaru-sama— dijo la pequeña contemplando la parte del cuerpo que se le había regenerado al inuyoukai. La infante, a la vez que caminaba, iba acariciando con su dedo pulgar la mano de Sesshoumaru mientras sonreía.

    Sesshoumaru estaba algo sorprendido por el acto de confianza que estaba desplegando la niña hacia él. Ellos jamás entraban en contacto físico a menos que fuese estrictamente necesario. Él no funcionaba como el reemplazo de un hermano o de un padre que le haría mimos a la pequeña huérfana. Él era simplemente su protector. Sin embargo, debía admitir que aquella vez, en el castillo de su madre, el acariciar a la humana había hecho que una sensación que él nunca antes había tenido floreciera en su interior: ternura. Quizás Rin estaba más confiada con él luego del incidente en el infierno y, a decir verdad, no le molestaba para nada esa confianza que se había construido.

    —Rin se asustó mucho cuando peleó contra Magatsushi. Sin embargo, fui una tonta al no creer que Sesshoumaru-sama lo vencería —comentó la niña todavía sosteniendo la mano del inuyoukai. Sin embargo, la de Sesshoumaru estaba floja, sin envolver a la de Rin. Pero eso parecía no importarle a la pequeña —. ¿Le molesta que Rin caminé junto a usted?
    —Haz lo que quieras —contestó éste devolviendo su atención al camino que hacían.
    —No se preocupe, no voy a sostener su mano todo el tiempo—dijo Rin sonriendo abiertamente.

    En el momento en que Rin estaba por soltarlo, la mano de Sesshoumaru envolvió la de ella y los ojos marrones de Rin mostraron un destello de júbilo a la vez que abría la boca para mostrarle una blanca y radiante sonrisa a su Sesshoumaru-sama. Tan sólo fueron unos diez segundos los que sus manos estuvieron unidas, pero fue lo suficiente para que la dura mirada de Sesshoumaru se ablandara y un pequeño centello de alegría apareciera en sus pupilas doradas. En situaciones como aquellas recordaba porque aún cargaba una espada que no podía cortar con él. Tensaiga, espada inservible para la lucha, un desecho de Tetsusaiga, era la espada que había devuelto a la vida a su irremplazable Rin.

    En cierto momento Sesshoumaru creyó escuchar una voz, pero la escuchaba lejana. Al detenerse para averiguar de dónde provenía, sintió un mareo que hizo que todo su alrededor se volviera completamente borroso provocando que cerrara los ojos. Cuando volvió a abrirlos, unos chocolates lo observaban con detenimiento.

    —Sen-chan —murmuró Rei mirando con cierta inquietud a su profesor.
    —Noto-san, estás a salvo…

    La joven se quedó impactada ante el comentario del hombre que yacía en una cama con sábanas que largaban olor a jabón. ¿Él sabía que ella había sido secuestrada? ¿Acaso era verdad lo que le había dicho Inuyasha? ¿Sentaro era la reencarnación de Sesshoumaru? Aunque tenían un gran parecido físico, jamás se le hubiera pasado por la cabeza aquello. Ni siquiera había pensado que sus sueños le estaban relatando su vida anterior.

    —¿Dónde estamos? —preguntó Sentaro sentándose en la cama
    —En la casa de Chuusei-san —explicó la joven dirigiéndose a abrir la puerta de la habitación que estaba adornada por muchos juguetes—. Chuusei-san nos trajo junto a Kagome, Inuyasha y el hermano de Kagome.
    —Entonces, no fue una ilusión… de verdad era él —murmuró Sentaro con su mirada clavada en las sábanas rosadas—. Todo esto es una locura…
    —Sí, yo también pensé lo mismo. No puedo creer que yo sea la reencarnación de Rin, la niña que iba con Sesshoumaru.
    —¿Ya lo sabes?
    —Me enteré durante mi corto secuestro e Inuyasha me dijo que tú eras…
    —Sesshoumaru.
    —Su reencarnación —agregó Rei.
    —¿Desde cuándo tuviste los sueños, Noto-san? —preguntó Sentaro poniéndose de pie mientras masajeaba sus tensionados omoplatos.
    —El primero lo tuve hace casi nueve años atrás. De ese día no recuerdo casi nada porque fue cuando tuvimos el accidente donde murió mi mamá. El sueño de esa niña es lo único que quedó en mi memoria tras la excursión a Las Tierras del Oeste. —Cuando Rei terminó su relato, sus ojos se abrieron grandes ante el asombro de tener a Sentaro tomándola de los brazos.
    —¡Eras tú la pequeña niña que quería ayudarme!
    —¿Qué?
    —¡La razón por la que tuviste aquel sueño fue porque te encontraste conmigo ese día! Yo estaba muy herido tras una pelea con unos compañeros del colegio y tú me encontraste después de haberte escapado de tus padres. —El hombre tenía una gran sonrisa en su rostro debido a que ahora estaba cien por ciento seguro que la jovencita frente a él era la reencarnación de Rin—. Cada vez que tú y yo nos encontrábamos, los recuerdos de nuestra vida anterior se activaban. ¿Entiendes?
    —¡Es cierto! ¡Jamás lo relacioné! —exclamó Rei emocionada a la vez que apoyaba su manos en el pecho de Sentaro.
    —¡Claro que no lo relacionaste porque no tenías ningún recuerdo del día de tu primer sueño! —explicó el profesor contemplando el rostro radiante y juvenil de la chica de cabellos castaños oscurísimos.

    Cuando la pareja se percató de la poca distancia que los separaba y el contacto que estaban teniendo, enseguida se alejaron y desviaron sus miradas cada uno para un costado diferente.

    Me siento un estúpido. Ya no soy un adolescente… ¡Por qué me sonrojo así! —se preguntaba Sentaro en su interior, pero enseguida pareció recordar algo y sus ojos se posaron nuevamente en Rei y preguntó: —. ¿Dijiste que el hermano de Kagome estaba aquí?
    —Sí. Yo no sabía que tenía un hermano. Estábamos todavía en la avenida Tokugawa cuando un chico se paró frente a la camioneta ordenando que se parara. Yo no entendía nada, pero cuando ese chico miró a Kagome, sus ojos se llenaron de lágrimas y se desmayó —contó Rei—. Kagome e Inuyasha lo pusieron en el baúl y se despertó cuando llegamos aquí.
    —Souta no debe poder creer que su hermana esté viva —sonrió Sentaro cerrando sus ojos.
    —¿Lo conoces?
    —Sí. Él estuvo en el primer curso que tuve a cargo. Tenía veintiún años en ese entonces. Me lo reencontré en año nuevo.

    Rei y sentaro se quedaron hablando algunos minutos más, a poca distancia de la puerta de aquella habitación, repitiendo una y otra vez como su vida había tomado un giro de trescientos sesenta grados desde su casual reencuentro y con la consiguiente reaparición de los sueños que le relataban la vida de Sesshoumaru y Rin.



    En el patio de la casa de dos pisos, los hermanos Higurashi estaban sentados alrededor de una mesa redonda de plástico y era iluminados por el fuerte sol del mediodía.

    —¿Quinientos veinticuatro años? —sonrió Souta arqueando las cejas y cuando su hermana mayor asintió dijo: —. Qué increíble. Pareces de mi edad…
    —Inuyasha me marcó como su pareja a los veintiún años —explicó Kagome mientras observaba a Souta sentado junto a ella.
    —Espera un momento, esperaron hasta tus veintiún años para…
    —¡Souta! —se sonrojó la mujer.
    —Es que tú estabas enamoradísima de él. Después de tres años de estar separada de él me hubiese parecido lógico que en su reencuentro hayan tenido una noche de…
    —¡Basta Souta! —lo interrumpió Kagome con sus cabellos erizados—. Hay un montón de youkais y hanyous que no siguen las tradiciones. Nosotros hacíamos esas cosas, pero Inuyasha recién me marcó cuando finalmente me decidí por vivir toda esa cantidad de años que le quedaban por delante a él —le hizo saber a su hermano menor aún algo sonrojada.

    Souta río al ver cómo su hermana se sonrojaba, se cruzaba de brazos y dirigía su mirada hacia la hoja que recién había caído sobre la mesa. Kagome, al recuperar la compostura, se volteó y sus ojos se encontraron con los del joven. El pequeño Souta ya no era un niño entrando en la pubertad. Sentados uno al lado del otro, él ya mostraba ser más alto que ella y, por otra parte, su rostro se veía más estirado, sin los granitos que le habían aparecido cuando ella lo vio por última vez. Sin embargo, seguía teniendo el mismo corte de cabello, el mismo flequillo cubriendo su frente y esos ojos chocolates idénticos a los de ella seguían portando algo de inocencia.

    —Pensé que jamás volvería a verte —confesó el joven mientras lágrimas se acumulaban en la comisura de sus ojos.
    —¿Ya te pondrás a llorar?
    —¡Oye! No seas así —se quejó Souta.
    —Tranquilo —habló Kagome con suavidad volteándose un poco sobre la silla para acariciar la mejilla del muchacho—. Yo sabía que volvería a verte. Yo sabía que llegaría un día en que nos reencontraríamos. Tenemos tantas cosas para contarnos.

    Souta dejó escapar una lágrima y se acercó a su hermana para darle el abrazo que durante mucho tiempo sólo se lo daba en sus sueños.

    —¡Quema! —gritó Inuyasha desde la cocina llamando la atención de aquellos que estaban sentados en el patio y de los que estaban bajando las escaleras de madera.
    —Inuyasha, te dije que soplaras y esperaras un poco antes de probar los fideos —habló el mismo hombre de cabellos castaños que manejó la camioneta, Chuusei.

    Kagome observaba a través de la ventana como su pareja sacaba la lengua y movía con desesperación la mano para tirarle algo de viento a ésta.

    —Como extrañaba a Inu nii-chan—echó Souta una carcajada.
    —Hay cosas que no cambian… sigue siendo un atolondrado —fue lo único que dijo Kagome acomodando su saco lila mientras suspiraba con frustración.



    En el momento en que la niña bajó de Ahun, Jaken aprovechó para recostarse sobre el youkai de dos cabezas y admirar el cielo azul que tenía sobre él.

    —Ahh… ahora puedo relajarme un poco sin tener que entablar conversaciones con Rin —murmuró el youkai verdoso tras soltar un largo suspiro.

    Por cada paso que daba Ahun, Jaken sentía un ligero vaivén que hacia que sus ojos cada vez pesaran más y más. Quizás podría descansar un rato antes de llegar a la aldea. Sin duda lo necesitaba después de todo el estrés que pasó al pensar que su estimado Sesshoumaru-sama hubiera podido morir bajo las manos de esa maldita extensión de Naraku, Magatsushi. Pero finalmente esa batalla tuvo un final feliz. Su amo no sólo sobrevivo, sino que obtuvo su propia espada y superó su apego hacia Tetsusaiga. Jaken esperaba que la misma suerte se repitiera en la batalla final.

    —Jaken-sama, necesito que le deje un lugar a Kagome-sama —dijo una dulce y suave voz haciendo que el pequeño youkai abriera sus ojos con cierto enojo.

    Jaken se sentó sobre Ahun para ver que frente a él estaba Rin tomada de la mano de la sacerdotisa vestida en ese extraño atuendo verde y blanco.

    —¿Y qué le pasa a esta chica? —preguntó él mientras seguía mirándolas con su pico fruncido.
    —Se siente mal, Jaken-sama. ¿No lo ve? —le cuestionó Rin mientras acercaba a la sacerdotisa al youkai de dos cabezas.
    —Muchas gracias, Rin-chan —dijo Kagome con los ojos cansados sentándose en Ahun lentamente.

    Inmediatamente, Jaken se bajó de ahí.

    —Los dos entran, Jaken-sama —le señaló Rin.
    —No quiero viajar con una humana.
    —Entonces, ¿por qué a veces viaja conmigo? —preguntó la niña señalándose con el dedo índice a ella misma—. Yo también soy humana.
    —Bueno… este… me iré con Sesshoumaru-sama —dijo Jaken volteándose sin responder la pregunta—. Esa niña y sus comentarios.
    —Tú también puedes ir, Rin-chan —habló Kagome mientras se refregaba los ojos.
    —Pero…
    —Nosotros la acompañaremos —dijo Inuyasha acercándose con Shippo al hombro para ver a Rin sonreír y salir corriendo hasta alcanzar a sus dos compañeros de viaje.

    —En cualquier momento estaremos entrando en el área Musashi, Sesshoumaru-sama —comentó Miroku quien caminaba junto al inuyoukai.
    —Todavía no puedo creer que nos estén llevando allí —protestaba Jaken apareciendo en la escena.
    —Tranquilo, Jaken. Trataré que no se crucen a muchos humanos. Me imagino que con nosotros ya tienen suficiente —río Miroku mientras bajaba su mirada azul y ladeaba su cabeza para observar al pequeño youkai que era tapado cada vez que Sesshoumaru daba un paso.

    Jaken se giró al escuchar unas pisadas apresuradas acercarse a ellos. Era Rin la dueña de aquéllas y estaba corriendo con una gran sonrisa dibujada en su rostro infantil mientras sus ojos chocolate reflejaban la blanca cabellera de su señor. No cabían dudas que esa niña admiraba a Sesshoumaru, pero ¿quién no? Todo de él era perfecto: su forma elegante de caminar, su voz grave y autoritaria, su indiscutible poder que seguramente lo hacía uno de los youkais más poderoso que podía haber en todas las regiones de la isla en la que vivían. Y también estaba su belleza la cual era muy difícil describir puesto las palabras no alcanzaban para decir lo bello que era. Jaken suspiró soñadoramente mientras seguía pensando en todas las maravillosas cualidades de su amo.

    —Hola, Rin-chan —saludó Miroku a la niña que caminaba entremedio de él y Sesshoumaru.
    —Houshi-sama —inclinó levemente su cabeza para luego dirigir su vista hacia delante.
    —Estoy seguro que no pasaras desapercibida cuando lleguemos a la aldea —comentó el monje mirando a la pequeña que estaba a su lado, la cual alzó el rostro mostrando una expresión confusa ante lo dicho por Miroku.
    —Perdóneme, pero no comprendí lo que quiso decir…
    —Lo que quise decir es que eres una muy linda niña y probablemente los niños también te vean así.
    —Gracias, Houshi-sama —río Rin comenzando a dar saltitos en el lugar.
    —Por las estupideces que te pones feliz, niña —soltó Jaken.
    —Jaken-sama, ¿por qué siempre hace comentarios tan amargados? —señaló Rin haciendo puchero.
    —No le hagas caso, Rin-chan —dijo Miroku—. Eres una linda niña y cuando crezcas lo serás más. Yo sé de esas cosas. Y tendrás muchos pretendientes para casarte.

    El monje, tras ese comentario, alzó su rostro al cielo y se quedó por unos segundos pensativo para luego callar su carcajada con una mano.

    —Sería muy romántico —dijo para sí.
    —¡No pienses tonterías, humano! —exclamó Jaken tras leer los pensamientos de Miroku.
    —Vaya, Jaken. Si adivinaste lo que pensé eso significa que a ti también se te pasó esa fantasía.
    —¡No digas tonterías!
    —No entiendo de qué hablan —comentó Rin mirando de un lado a otro de la conversación. Luego, agarró la hakama blanca de Sesshoumaru y tiró delicadamente de ella para llamar su atención. Cuando éste dirigió su mirada fría y dorada a ella, preguntó: —. ¿De qué están hablando?
    —Tonterías —fue su respuesta—. Y quiero que paren de hablar tonterías.

    Tanto Miroku como Jaken cerraron sus bocas inmediatamente y en ese momento, el pequeño youkai tropezó y golpeó su cabeza contra la tierra.

    —Auch —se quejó mientras abría sus ojos verdes y se alejaba del asiento contra el que recién se había chocado.
    —Nagashima-san, acabamos de llegar al Aeropuerto de Narita —le informó una mujer vestida en un traje violeta con una pollera recta que llegaba hasta sus rodillas.

    El joven hombre de larga cabellera negra miró por la pequeña ventanilla del avión y sonrió. Había vuelto a su hogar luego de estar tres semanas en China.

    —Nagashima-san, como lo predijo Chang-san, ya ha recibido tres propuestas de diferentes marcas de ropa para ser su nuevo modelo —le informó la mujer mientras revisaba los correos electrónicos por medio de su Blackberry —. ¿Para cuándo quiere que acomode las entrevistas?
    —Quiero que sean para la próxima semana. Esta semana necesito verme con alguien muy importante —dijo Jun mientras sacaba del jean negro que llevaba puesto el pequeño papel que le había entregado Narita, Sentaro.

    Continuará…

    Gracias por sus post Zhiinygami, luna sahara (bienvenida, jaja) y sangura!!

    Sankotessu es el ataque que hace nuestro querido Inuyasha y que en castellano era "garras de acero".

    Por otra parte, Inuyasha y Kagome aparecieron porque ya han vivido más de quinientos años cada uno y bueno, en algún momento iban a volver al tiempo original de Kagome.

    Espero que les haya gustado la conti. En este capítulo los recuerdos que tienen sentaro y jun (reencarnación de jaken) son luego de la pelea de Magatsushi.

    Bueno, nos leemos la próxima.
    Besos!!

    The Lady
     
  4.  
    Zhiiny

    Zhiiny Usuario común

    Piscis
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    Re: Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)

    Hola!!!!
    Gomenasai ToT perdon por no haberme pasado cuando la contii esta buenisima ToT
    increible contiii, me reí mucho cuando Jaken y Miroku estaban hablando de "tonterias" y la pobre Rin no sabia de que hablaban, y Sesshomaru tuvo que callarlos xD me encanto la contii, salieron Inuyasha y Kagome, tambien Souta con sus comentarios xD Rei y Sentaro ya se enteraron de quienes fueron cada uno, omg!!!, me encanto la contii, lamento no haberme pasado antes, se me había olvidado ToT
    Espero el proximo capitulo
     
  5.  
    sangura

    sangura Entusiasta

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    Re: Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)

    Hoooooooooooooolaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
    Me dio risa esta parte del recuerdo de Jaken

    —No le hagas caso, Rin-chan —dijo Miroku—. Eres una linda niña y cuando crezcas lo serás más. Yo sé de esas cosas. Y tendrás muchos pretendientes para casarte.

    El monje, tras ese comentario, alzó su rostro al cielo y se quedó por unos segundos pensativo para luego callar su carcajada con una mano.

    —Sería muy romántico —dijo para sí.
    —¡No pienses tonterías, humano! —exclamó Jaken tras leer los pensamientos de Miroku.
    —Vaya, Jaken. Si adivinaste lo que pensé eso significa que a ti también se te pasó esa fantasía.

    Miroku y tambien Jaken como los dos tienen conectadas sus mentes, y no se por que sospecho que Sesshy sabia de que hablaban, jijijijijiijiijiji

    Nos leemos luego, Sayounara.
     
  6.  
    The Lady

    The Lady Iniciado

    Tauro
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    Re: Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)

    Aviso:los personajes del manga/anime de Inuyasha no me pertenecen, sino que a la grandiosa Rumiko Takahashi. Sentaro, Rinako, Rei, Fluffy, Junichi, Hiroshi y Jun sí.

    Las Tierras del Oeste
    Por The Lady​

    IX
    Reuniones

    Alrededor de una mesa redonda de madera había seis personas sentadas disfrutando de la exquisita comida preparada por Matsumoto, Chuusei, un hombre de rostro relajado, pero cuyos ojos avellana eran algo taciturnos.

    —Estos fideos con salsa de camarones están deliciosos —comentó Rei antes de llevarse un bocado a la boca—. Eres un excelente cocinero, Chuusei-san.
    —Muchas gracias, Noto-san —dijo el hombre mostrando una sonrisa gentil.
    —Oigan, la entrevista hecha a Junichi por la que me preguntaron fue filmada en mi casa —explicó Souta blandiendo los palillos en el aire—.Me enteré en vivo y en directo lo que él anunció. Al parecer, en base a lo escrito por Jaken en las primeras diez páginas de su diario, los historiadores le informaron a Junichi que Inuyasha sobrevivió al hechizo que le puso Kikyo, por lo que dedujeron que las vasijas encontradas en casa fueron construidas durante el siglo dieciséis. Luego, dijeron que Rin, otro de los nombres que aparecía en las vasijas, fue la única niña humana que Sesshoumaru revivió con “Tensaiga”. Era gracioso, Junichi no parecía saber que Tensaiga era una espada…
    —Pero estaba fingiendo, sí lo sabía en realidad —comentó Inuyasha mientras veía la portada de una revista donde estaba el famoso empresario que financiaba la polémica investigación en Las Tierras del Oeste—. Es igual a Arakami, pero con apariencia humana. Sin duda tiene que ser él.
    —Inuyasha, deja de leer eso. Estamos comiendo —le señaló Kagome, quien estaba sentada al lado de su pareja.
    —Yo ya terminé hace rato. —Indicó el hanyou su plato vacío.
    —Sigues igual de glotón —dijo Souta riéndose.
    —¡Oye, niño!
    —Ya no soy un niño. Tengo veintiún años.
    —Keh, eso no es nada. Yo tengo seiscientos veinticuatro años y si no fuera por la flecha que me clavó Kikyo, tendría seiscientos noventa y cuatro años.
    —Pareces más joven que yo —señaló Sentaro, quien estaba sentado del otro lado del mestizo.
    —No es que se mantenga mejor, es que es esa actitud de niño lo ayuda a parecer un adolescente empedernido —comentó Kagome inclinándose para adelante para así guiñarle un ojo al joven en complicidad.
    —¡Oigan! —exclamó Inuyasha con un rostro irritado mirando para sus dos costados a su pareja y a Sentaro riendo a carcajadas, carcajadas que terminaron contagiando a los demás miembros de la mesa.

    Una vez que las risas pararon tras notar la expresión de pocos amigos que tenía Inuyasha, Rei agarró su vaso de jugo de mandarinas y al llevárselo a los labios, sus ojos chocolate se desviaron al hombre que tenía junto a ella. Sentaro estaba disfrutando, al igual que los demás, de los blandos y pegajosos fideos y por esa razón la joven podía admirar el hermoso perfil de su profesor.

    —Rei… se te está cayendo el jugo —le señaló Inuyasha.
    —¡No! —gritó retrocediendo con la silla y alejando el vaso de ella.
    —Rin no era tan descuidada.
    —Pero se te olvida que yo no soy Rin…
    —Hueles como ella… pero vayamos a lo importante. —El hanyou golpeó la mesa con determinación—. Me dijiste que soñabas ser ella, ¿verdad? —Rei asintió —. Tú, Sentaro, ¿sueñas ser Sesshoumaru?
    —Sí. Nuestros sueños aparecen cada vez que nos vemos. Por lo que hoy, probablemente, soñaremos con ellos.
    —¿Y hasta qué punto de la vida de Sesshoumaru y Rin soñaron? —preguntó Kagome.
    —Pues… nuestro último sueño fue la pelea contra Magatsushi y la aparición de la espada de Sesshoumaru, Bakusaiga —explicó Rei mirando a su profesor quien asentía ante lo que ella decía.
    —Magatsushi —pronunció Inuyasha su nombre con odio—. Esa maldita extensión de Naraku nos causó demasiados problemas… y encima casi mata a Sesshoumaru. Recuerdo que esa vez me di cuenta lo mucho que me importaba —contó Inuyasha nostálgico, con sus ojos cerrados.
    —Sí, pero Sesshoumaru es sumamente fuerte —habló Rei con entusiasmo —. Es invencible, de eso estoy segura.

    Tanto Kagome como Inuyasha escucharon muy atentamente la palabra que había escogido Rei para describir al inuyoukai y, en ese mismo instante, Kagome apoyó su mano sobre la de su pareja y le dio un pequeño apretón lleno de calidez. El mestizo, por su parte, apartó la vista de la reencarnación de Rin y en su rostro apareció una expresión llena de impotencia y tristeza.

    —¿Qué les pasa? —preguntó Rei preocupada.
    —No pasa absolutamente nada. —Se levantó de la mesa Chuusei para juntar los platos de porcelana—. ¿Quién quiere postre?
    —¡Yo! —Levantó Souta la mano. El joven se dio cuenta de que algo había ocurrido en el pasado y ciertamente le daba temor preguntar qué. Sin embargo, sabía que a la larga se enteraría.

    Chuusei, en contrapartida, sabía todo lo sucedido hacía más de quinientos años atrás y cuando recogió el plato de Inuyasha, se acercó a las orejas de perro de éste y le murmuró:

    —Tengo un ramen instantáneo esperándote en la lacena.
    —Gracias, Chuusei… —Inuyasha aún seguía algo melancólico.

    Cuando la tres de la tarde sonaron en el reloj digital que colgaba de una de las paredes del comedor, todos concluyeron que era hora de regresar a Rei y a Sentaro a sus respectivas casas. Chuusei le entregó las llaves de su camioneta a Inuyasha, y éste, tras atarse la bandana a su cabeza, les hizo una señal a ambos para que lo siguieran.

    —Nos vemos, Sentaro-san —lo saludó Souta desde la puerta de la casa de Chuusei.

    El profesor le devolvió el saludo mientras la camioneta se iba encendiendo y cuando ésta se puso en marcha, bajó su brazo y se giró hacia atrás para encontrarse con su alumna totalmente pérdida en pensamientos.

    —Fue extraño este lunes, ¿verdad? —preguntó Sentaro sonriéndole.
    —Sí… demasiado.
    —Les costará acostumbrarse al hecho de que un personaje histórico como yo los llame por el celular —río Inuyasha mientras manejaba por tranquilas calles.
    —¿Seguiremos en contacto? —preguntó Sentaro abrochándose el cinturón.
    —Arakami quiere algo de ustedes dos, no sé qué es, pero con Kagome estamos seguros de ello. Por eso nosotros los vamos a proteger —explicó el hanyou seriamente—. Por cierto, el sábado que viene se vendrán con nosotros a las afueras de Tokyo.
    —¿Qué hay ahí?
    —Una mujer que quiere conocerte —sonrió Inuyasha volteándose para mirar al joven profesor que lo observaba con cierta confusión en su rostro —Ya verás quien es…

    Al llegar a los barrios más transitados de la ciudad, el trío estuvo varado en la camioneta por bastante tiempo debido al tráfico que bloqueaba los autos.

    Cuando Rei bostezó del aburrimiento, se movió hacia el medio del asiento afelpado y prestó atención a la larga fila de autos que tenían por delante. Volvió a bostezar y decidió acomodarse para dormir una pequeña siesta, así lo que parecía ser un interminable viaje a casa, llegaría más pronto a su fin.

    Cuando volvió a abrir los ojos, un incandescente sol estaba pegando sobre su rostro, por lo que la niña tuvo que alzar un brazo por delante de la frente para poder admirar el bello cielo azul de aquel día. Rin no podía creer que una hora antes sobre la aldea de Kaede-sama había estado el horroroso cuerpo de Naraku. Pero esa batalla, luego de tantos sufrimientos y esfuerzos, había llegado a su fin.

    La niña bajó su mirada y se encontró a Inuyasha recostado sobre el tronco de un árbol caído. Sobre su hombro derecho estaba Shippo, observándolo con cierta preocupación, pero sin decir una palabra mientras movía su cola de zorro incesantemente.

    Pobre Inuyasha-sama… se debe sentir muy solo después de que Kagome-sama tuviera que volver a su mundo —pensaba Rin mientras observaba con cierta condolencia al hanyou en cuyos ojos dorados había desaparecido ese brillo de energía y rebeldía que tanto caracterizaba su mirada.
    —Rin.
    —¿Si, Sesshoumaru-sama? —reaccionó la pequeña inmediatamente.
    —Despídete de Kohaku —ordenó el inuyoukai acercándose a la pequeña.
    —¡Voy! —exclamó corriendo hacia el centro de la aldea donde Miroku, Sango y Kohaku estaban ayudando a los aldeanos a reconstruir lo que el malvado hanyou había destruido.

    Al llegar allí, vio que su compañero de viajes estaba agachado en el suelo martillando junto a otros aldeanos unas tablas de madera. Debido al fuerte sol que pegaba ese día, el joven de pecas se pasó la mano por su sudorosa frente y largó un suspiro.

    —Kohaku —lo llamó Rin.
    —¿Todavía están aquí? —preguntó poniéndose de pie mientras se limpiaba las manos sobre su yukata gris.
    —Sí, pero ya nos vamos. Vengo a decirte adiós —sonrió la pequeña alzando su rostro—. Igual le pediré a Sesshoumaru-sama si nos puede traer aquí para visitarlos de vez en cuando.
    —Sería grandioso —opinó Kohaku poniendo una mano sobre el hombro de la infante—. Cuídate…
    —Sí. —Asintió Rin y se volteó para empezar a correr hacia donde estaba Sesshoumaru.
    —Pequeña Rin…
    —Kaede-sama. —La niña se detuvo e hizo una pequeña reverencia.
    —¿No te quedarás aquí?
    —No. Tengo que ir con mi señor.
    —Él es un youkai —señaló la sacerdotisa acercándose a la pequeña que la observaba con desconcierto.
    —Ya lo sé, pero él ha cuidado a Rin desde que tuvo que abandonar su antigua aldea. Usted ya debe saber que él es muy bueno —explicó la niña con su dulce voz.
    —Yo no estoy diciendo que Sesshoumaru no sea gentil contigo, sólo estoy diciendo que tú eres una humana y encima una humana en crecimiento.
    —Sesshoumaru-sama me cuidará y yo creceré muy sana —habló Rin sinceramente apoyando una mano en su pecho.
    —Yo no dudo de que eso suceda. Pero creo que es conveniente que crezcas en una aldea humana y aprendas prácticas que de seguro no tuviste tiempo de aprender. Rin, me han comentado que has tenido una experiencia horrible viviendo en una aldea desde que tu familia murió… por eso quiero que veas que no es tan horrible vivir aquí. Cuando seas más grande podrás decidir a dónde quieres ir.
    —Este… —Rin bajó su mirada haciendo un puchero.

    ¿Separarse de Sesshoumaru-sama? Ella ya se había encariñado demasiado como para separase de él. El no volver a ver su majestuosa figura cuando se fuera a dormir, cuando se despertara, cuando volviera de recoger su comida sería algo muy extraño y triste para la niña.

    Rin, mientras hundía los dedos de sus pies en la tierra húmeda, se mordía los labios de la inquietud que sentía por la sugerencia que le había hecho Kaede, sugerencia que lamentablemente era muy razonable. Además, ella no era muy fuerte y constantemente solía meter en apuros a su pobre Sesshoumaru-sama quien siempre la terminaba protegiendo y rescatando.

    —¿Qué has decidido? —preguntó una voz grave y firme.

    Kaede y Rin se voltearon sorprendidas al ver a Sesshoumaru caminando hacia ellas con solemnidad. En ese momento, la anciana se percató que alrededor de ellos estaban los aldeanos, pegados los unos a los otros, mirando con cierto temor al imponente y bello youkai vestido en un hitoe blanco de hombros violetas, un obi amarillo, una hakama blanca y una armadura de samurai.

    —Sesshoumaru-sama… —pronunció Rin su nombre con debilidad.
    —¿Qué harás, Rin? —volvió a preguntar el youkai observándola con aquel rostro indiferente.
    —Rin no sabe… —dijo la pequeña girando su cara para ver el arrugado y amable rostro de la anciana Kaede sonreírle.

    Rin había olvidado lo que era vivir en una aldea y ciertamente tenía miedo tras su última experiencia. Sin embargo, allí estaría con Kohaku, Kaede-sama, Inuyasha-sama y los demás. Ellos eran muy buenas personas que seguramente cuidarían de Rin hasta que ella fuese lo suficientemente grande para decidir su propio destino.

    —Rin… Rin se quedará aquí —decidió la niña alzando su rostro para mirar directamente en las hermosas pupilas doradas del youkai.
    —Muy bien —dijo Sesshoumaru girándose para retirarse de la aldea.
    —Sesshoumaru-sama…

    Rin siguió al inuyoukai hasta que ambos llegaron a las afueras de la aldea donde seguía el árbol caído, pero sin Inuyasha ya que en su lugar estaba Jaken durmiendo hasta que sintió una piedra caer en su cabeza redonda y verde.

    —¡Sesshoumaru-sama, Rin! —Se levantó el youkai de inmediato.
    —Jaken-sama, Rin se quedará aquí —dijo la niña sonriéndole tristemente.
    —¿Eh? ¿Qué? ¿Cómo? —El pequeño youkai estaba desconcertado —. Sesshoumaru-sama, ¿usted está de acuerdo?
    —Es una decisión de Rin, a mí no me compete.

    Rin tomó sorpresivamente al verdoso youkai entre sus brazos y lo alzó pegándolo a su cuerpo fuertemente, como si no quisiera separarse de él.

    —Jaken-sama, nunca lo olvidaré —murmuró la niña abrazando a su pequeño amigo.
    —Ya, ya bájame —ordenaba Jaken moviendo sus pequeñas patas mientras unas lágrimas se formaban en sus redondos ojos.

    La pequeña lo bajó y en su rostro seguía esa sonrisa triste, pero parecía que no se pondría a llorar. No había dudas de que era una niña muy fuerte.

    —Sesshoumaru-sama —se volteó la pequeña para mostrarle la más hermosa de las sonrisas que ella podía mostrar—, le agradezco todo lo que hizo por mí. ¡Nunca lo olvidaré!

    La niña exclamó lo último apoyando ambas manos en su pecho mirando fijamente a Sesshoumaru. Ella lo quería abrazar, pero estaba tratando de contenerse ya que sabía que su señor no era de demostrar demasiado afecto.

    —Esto no es una despedida, Rin —habló Sesshoumaru contemplando los ojos brillosos de la niña quien intentaba contener las lágrimas que se estaban acumulando en ellos.
    —¿Qué? —preguntaron Rin y Jaken al unísono.
    —Lo que escucharon.
    —¿Eso significa que visitará a Rin? —preguntó la pequeña tirando de la hakama de su señor tiernamente.
    —Así es —asintió el youkai.

    La boca de Rin se abrió bien grande ante la revelación hecha por su señor. ¡No lo perdería! ¡Ella seguiría viendo a Sesshoumaru-sama! Los labios de Rin se fueron estirando para los costados y sus ojos chispeantes de vida se fueron frunciendo para mostrarle a Sesshoumaru una sonrisa preciosa que quedaría grabada en la mente del youkai por siempre.

    Sesshoumaru fue acercando lentamente su mano hacia la cabeza de la niña y pasó sus largos y cálidos dedos por el cabello negro de Rin haciendo que ella se regocijara con aquel simple, pero tan profundo contacto que hizo que cerrara sus ojos de lo relajante que se sentía.

    —Rin… Rin… ¡Rei! —gritó una voz que hizo que la joven se sentara abruptamente.
    —¿Qué sucede? —preguntó mirando para todos los lados.
    —Estamos cerca de tu casa, ¿verdad? —cuestionó Inuyasha mientras giraba con la camioneta hacia la derecha.
    —Sí… así es ¡¿Eh?!

    Rei se pegó contra el vidrio de la camioneta con una sonrisa bien grande en su rostro al ver a su padre y hermana caminando con dos bolsas cada uno hacia su hogar.

    —¡Déjenme bajar! ¡Papá, Rinako! —exclamaba la joven con lágrimas en los ojos.

    Inmediatamente, la camioneta se detuvo, Rei abrió la puerta de ésta y se bajó torpemente mientras llamaba a su padre y a su hermana, quienes enseguida se giraron para ver a una joven de largos y oscuros cabellos correr hacia ellos.

    —¡Rei! —gritaron los dos conjuntamente.

    Tanto Rinako como el padre dejaron a un lado sus bolsas y recibieron en sus brazos a Rei.

    —¡Hija, estás bien! ¡Qué alegría! —decía el padre mientras besaba su cabeza.
    —No sabes cuanto te extrañamos, cuanto temimos por ti, hermana —murmuraba Rinako mientras una catarata de lágrimas caían por sus mejillas y abrazaba bien fuerte a su melliza.
    —Estoy en casa, estoy en casa —repetía Rei continuamente.
    —¿Cómo llegaste aquí? —preguntó el padre separándose de su amada hija.
    —¡Ellos me salvaron, papi! —señaló la muchacha la camioneta bordo.

    Rinako y el padre se acercaron a la camioneta y ambos dos abrieron bien grandes sus ojos del asombro: el hombre al ver que aquel que manejaba la camioneta era un joven de larga cabellera blanca y ojos dorados, mientras que Rinako al ver en el asiento copiloto a su profesor.

    —¡Narita-sensei!
    —Noto-san, creo que ahora estás feliz, ¿verdad? —preguntó el profesor mientras le sonreía gentilmente.
    —¡Estoy sumamente feliz! Muchas gracias por…
    —No, yo no fui el que la salvó, sino que fue mi amigo. —Indicó Sentaro con su dedo pulgar al hombre del volante.
    —Señor cosplayer —dijo el padre de las mellizas inclinándose con respeto—, le estaré eternamente agradecido.
    —¿Cospalyer? —murmuró Inuyasha alzando una ceja algo irritado.
    —Papá, podemos volver adentro —pidió Rei mientras les entregaba a sus familiares las bolsas que habían arrojado de la emoción—. Estoy muy cansada.
    —Claro que sí —dijo la hermana.
    —Noto, Rei —la llamó Sentaro.

    La joven se acercó hasta la ventanilla para saber qué era lo que tenía para decirle.

    —No sabes lo feliz que me hace que estés sana y salva —le sonrió el profesor mientras sus ojos miel no dejaban de contemplar el ovalado rostro de la chica.
    —Sí… —asintió mientras bajaba la mirada y un rubor se formaba en sus mejillas.

    Toda esa escena no pasó desapercibida por Rinako, quien se había llevado la mano cerrada contra su alborotado corazón.

    Narita-sensei… Rei… ¿Qué es lo que pasa entre ustedes dos? —se preguntaba la joven con una expresión entristecida.



    Cuando Sentaro llegó a su departamento, se sacó las zapatillas, se calzó los ubawaki y subió el desnivel de la entrada para dirigirse hacia la sala de estar y tirarse contra su cómodo sillón.

    Qué día tan agotador —pensó mientras se cubría la frente con el brazo—. Creo que dormiré un poco…

    Cuando el hombre se estaba acomodando para disfrutar de una siesta, el portero sonó. Tras maldecir, Sentaro se puso de pie, se volvió a calzar las ubawaki y se adentró en la angosta cocina. Frente a la heladera había un portero visor, el profesor apretó un botón de éste y la imagen de un bello joven de ojos verdes apareció en la pantalla.

    —¿Nagashima, Jun? —preguntó con asombro.
    —Así es, Sentaro-senpai. Me tomé la molestia de buscar tu dirección por Internet. Creo que me querías hablar de algo.
    Él era la reencarnación de Jaken —recordó rápidamente el joven hombre de corta cabellera negra —. Sí, por favor, pasa.

    En tan sólo un minuto Jun estaba tocando el timbre del departamento de Sentaro. Éste le abrió la puerta y le ofreció unas ubawaki que el joven aceptó tras quitarse las zapatillas negras que combinaban con su ajustado pantalón de jean. Una vez incorporado le sonrió al hermano mayor de una antigua compañera de clases.

    —¡Jun-kun, estás tan cambiado! No te reconocí aquella vez que alguien casi te mata —confesó el hombre abriendo sus brazos mientras miraba azorado el delgado cuerpo del joven que tenía frente a él.
    —Lo sé —río pasándose una mano por su larga cabellera negra orgullosamente—. Cuando me cambié de preparatoria empecé a ejercitarme y hacer una dieta muy estricta. Al graduarme, ya había perdido quince kilos. Y ahora… —El joven sacó del bolsillo del pantalón su celular, abrió la tapa y se lo entregó a Sentaro.
    —¡Estás en una publicidad de ropa china!—exclamó sorprendido— ¿Acaso vives allí?
    —No. Ahí vive mi hermana. En Shangai había un concurso de modelaje para hombres donde aquel que mostrara el mejor desempeño en una sesión de fotos ganaría estar en una publicidad de una famosa marca de ropa. Mi hermana me insistió y bueno… fui y gané. Ahora me están llamando de muchas agencias de modelos japonesas.
    —Quien lo hubiera pensado…
    —Quiero ser muy famoso y reírme en la cara de mis compañeros de escuela media que no deben ser ni la mitad de lindos que yo. —Se sentó en el sillón con las piernas cruzadas y se volvió a pasar la mano por su larga cabellera.
    Parece que la belleza lo hizo algo… engreído —pensó Sentaro sentándose en el almohadón que había de un lado de la mesa ratona—. Yo te di mi número para que habláramos sobre reencarnaciones…
    —¿Reencarnaciones? —repitió Jun seriamente.
    —Creerás que es una locura pero…
    —¿Acaso sueñas con el Japón antiguo? O mejor dicho, ¿sueñas ser Sesshoumaru-sama?
    —Sí…
    —Hasta que por fin recordaste tu otra vida —dijo largando un suspiro y recostándose contra el respaldo del sillón.
    —¿Al fin? ¿Hace cuánto que sueñas ser Jaken?
    —A los diez años tuve mi primer sueño. No puedo creer que alguien tan bello como yo haya sido una criatura tan horrible. Incluso cuando era un niño gordito era más lindo.
    —Sí, en eso tienes razón —comentó Sentaro con una media sonrisa en el rostro.
    —Los recuerdos de mi vida pasada me vinieron en el tercer día de clases del nuevo colegio al que me había cambiado, el mismo al que asistías tú y tu hermana. Ese día te conocí, ¿no lo recuerdas?
    —Perdóname, pero no recuerdo ese día en particular… Con que yo soy él que hizo reactivar sus sueños. Eso significa que para que uno recuerde su vida pasada necesita encontrarse con alguien que haya marcado fuertemente su vida… —terminó razonando Sentaro.
    —Ahora de seguro recordarás todas las cosas que hagas conmigo porque sería imposible olvidar a alguien tan hermoso como yo —sonrió Jun seductoramente a la nada.
    Este chico…



    Chuusei corrió la delicada cortina a un lado para no ver ningún auto en la ruta que fue especialmente construida para llegar a aquella casa de la montaña donde se encontraba. Cerró la cortina y se volteó para dirigirse a la cocina, pero en ese momento escuchó el ruido de unas sandalias de madera. Chuusei se giró para un costado y ahí contempló a la elegante señora descendiendo por las escaleras en un kimono de tres capas, la última de un color violeta con abanicos celestes como estampado y un obi firmemente ajustado a su cintura.

    —Hay un olor agridulce —comentó la mujer de eterna belleza.
    —Así es, estoy cocinando yakitori —explicó Chuusei con aquella voz relajada que tanto lo caracterizaba—, pero si usted quiere le puede cocinar otra cosa.
    —Salmón… y prepáramelo con la salsa de la otra vez.
    —Como usted ordene.
    —Ay, Chuusei, de no ser por ti creo que estaría comiendo animales crudos como solía hacer hace tantos años atrás —explicaba la señora llevándose una mano a la frente dramáticamente—. Eres el único humano que cocina maravillas humanas que de hecho me gustan.
    —Muchas gracias, mi señora —echó el hombre una pequeña carcajada.
    —Ahí vienen— anunció la mujer cambiando de tema y acercándose a la puerta de madera para apoyar su mano en la manija y bajarla.

    Por un sendero de piedras caminaban Inuyasha y Kagome tomados de la mano, Sentaro iba detrás de ellos y al final estaba Rei junto a un apuesto joven de larga cabellera negra vestido en un apretado jean color negro, una remera verde con un cuello en “v” y sobre ésta llevaba una camperita de jean cuyo largo le llegaba hasta la cintura. Rei no dejaba de observar descaradamente al joven que parecía salido de una revista de modelaje.

    —Oye, deja de mirarme así —exigió Jun mientras alzaba una ceja en disgusto—. Yo sé que soy irresistible, pero en un momento harta…
    —No lo puedo creer —fue lo único que dijo Rei sin prestarle atención a lo que él muchacho había dicho —, no puedo creer que tú hayas sido Jaken.
    —¿Viste? —sonrió triunfante para sí.
    —Sí… sin embargo tu personalidad parece ser aún más insoportable que la de Jaken —comentó Rei sacando la lengua y enseguida corriendo al lado de Sentaro.
    —¡Oye, maldita mocosa! —gritó mientras alzaba una mano en exasperación.
    —¿Viste lo engreído que es? —murmuró Sentaro agachándose para rozar la oreja Rei.
    —Sí… —fue lo único que atinó a decir la muchacha puesto el contacto con los labios de su profesor habían hecho que su piel se erizara de la excitación—… si sólo los pudiera sentir en otros lados… ¡Pero qué estás diciendo! ¡Más respeto con la reencarnación de Sesshoumaru!
    —Por fin llegaron —habló una voz femenina.

    Tanto Sentaro, Rei como Jun llevaron sus miradas al frente para ver parada elegantemente a una youkai de larga cabellera blanca que les sonreía con arrogancia.

    —Una vez más el extraño grupo de mi querido hijo está ante mis ojos —habló la youkai caminando con majestuosidad hacia los jóvenes que la miraban atónitos.
    —¡La madre de Sesshoumaru!

    Continuará…


    Muchas gracias por sus post Zhiinygami, Sangura. Al igual que ustedes pienso que la parte más divertida del capítulo ocho fue esa conversación entre Jaken y Miroku, jajaja Y sí, obviamente que Sesshgoumaru sabía de qué hablaban xD.

    Apareció la madre de Sessshoumaru!!!! Es que la amo, creo que es mi mujer favorita en todo el manga de Inuyasha, es que su personalidad es tan... no sé... la adoro y como que da un montón para escribir sobre ella.

    Les quiero avisar que a partir del capítulo once, que todavía no lo escribí (aclaro) pero ya lo tengo pensado, todo estará ambientado en el pasado. El 11, 12, 13 y no sé si el catorce pasará en el período Sengoku. Flor de flashback va a ser!

    Les agradezco sus post

    Besos

    The Lady
     
  7.  
    sangura

    sangura Entusiasta

    Acuario
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    Pluma de
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    Re: Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)

    Hoooooooooooooooooooolaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
    Me guto, me guto siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
    que emocionante continuacion, jajajajajaja Jaken nunca cambiara, pero ahora cuando menos le diste un mejor cuerpo.
    Y que mal pensada es Rei, ya me esta cayendo mejor, aunque en eralidad la comprendo, sentir sus labios en otras partes del cuerpo waaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa ♥.♥
     
  8.  
    Zhiiny

    Zhiiny Usuario común

    Piscis
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    Re: Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)

    Kyaaaa omg el capitulo estubo sorprendente!!!!!
    La madre de Sesshomaru!!!!!
    Quien imaginaria que la reencarnación de Jaken seria alguien tan bello, pero tan arrogante xD realmente me sorperendiste, cuando dijiste que irian a ver a una mujer me imagine a Kagura o la madre de Sesshomaru, entonces acerte :D
    Me da pena Rinako, que haras con ella ToT ella igual ama a Sentaro ToT
    Omg Rei que pervertida xD
    si sólo los pudiera sentir en otros lados… ¡Pero qué estás diciendo! ¡Más respeto con la reencarnación de Sesshoumaru!
    Más respeto jovencita :mad: ok no pero ten cuidado con lo que haces Rei xD porque si le haces algo a Sentaro te mato ok no xD
    Me encanto la contii, realmente espero la proxima
    Sayo~
     
  9.  
    Asurama

    Asurama Usuario popular

    Cáncer
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    Pluma de
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    Re: Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)

    ¿Cómo estás? ¿Te acuerdas de mí? Soy Luchy ;)
    Anoche estuve leyendo tu fic.
    Cuando leí la sinopsis, debo reconocer que no estaba demasiado segura de si entrar o no, porque no sabía con qué iba a encontrarme. Ahora veo que no ha sido, después de todo, una pérdida de tiempo y energía.
    Diré, sin ofender a nadie, que es uno de los pocos buenos e interesantes que he encontrado por aquí. Aunque tu historia esté más cerca de ser un UA, me alegra y me gusta la manera en la que, hasta cierto punto, mantienes el Canon, sin un solo rastro de OoC y con toda la significancia que el Canon tiene.
    Debo decirte que lo encuentro interesante y le noto una gran cantidad de dedicación e investigación para ciertas cosas. La suspensión de incredulidad, la forma de la narrativa, el desarrollo y construcción de la trama y la construcción de personajes es muy buena. De vez en cuando, los flashbacks confunden, puesto que se mezclan demasiado con la trama principal de la historia. Se nota con marcada diferencia ciertas oposiciones que hay con la historia original. También, hiciste buen uso del manga y de la propuesta de misterio.
    En cuanto a las descripciones, puedo decir que son excelentes, puesto que tu lector es capaz de ver las escenas con total detalle a través de sus palabras. Incluso imaginarse lo que los personajes piensan. Aún así, algunas descripciones me confunden y debo releerlas un par de veces —esto me ha retrasado en la lectura—, puesto que yo describo de una manera bastante diferente y abierta. Por ejemplo, en el caso de la vestimenta, la describo con detalle solo si es estrictamente necesario para comprender algo de la trama (Por ejemplo, que Aru vestía con botas de tacón, faldas cortas y ropa entallada, solo para que se entienda por qué algunos piensan que es p***).
    Acerca de los personajes, me agrada que no solo sepamos cuál era su pasado “histórico”, sino que tenemos también la oportunidad de conocer algo de su pasado como “personas normales”.
    El toque de misterio que le pusiste está bien, porque en algunas partes, hasta he estado al borde de creer que Arakami podía llegar a ser algo relacionado con Naraku. Aunque me haya equivocado, pienso que hay algo de gravedad en toda esa parte de la historia. Al principio, de quien menos se sospecha es de él, al menos en ese sentido.
    Si bien tienes buena redacción y todo eso, te han fallado algunos signos de puntuación y varios acentos, lo cual me ha confundido y, nuevamente, ha retrasado la lectura. Tu Beta no está haciendo muy buen trabajo, tienes que reclamárselo. En fin, la mayor queja que puedo hacerle al fic es que no he tenido la fluidez de lectura que me gustaba las otras veces.
    En cuanto al crossover entre personajes tuyos y originales, debo decir que lo he encontrado como una mezcla interesante, particularmente atrayente. Sobrellevaría bastante bien la presencia de la madre de Sesshoumaru, Kagome e Inuyasha, si no fuera porque asesinaste a Rin y a Sesshoumaru. Y eso no lo cambian unas cuantas escenas tiernas, ni algunas buenas revisiones al pasado. Esto es porque no soporto a Rei y no comprendo a Sentaro. Y algunas diferencias, como las de Jun y Kaoru, son tan contrastantes que hasta me chocan, por su personalidad. No sé si me explico. En una suposición, si colocáramos una “reencarnación de Naraku”, se nos vendría a la mente Naraku con todos los atributos que le conocemos, pero supón, también, que nos hallamos con una persona completamente opuesta. Aunque es una idea “aceptable”, provoca algo de escozor, porque no es lo que uno estaba esperando.
    Aún así, me interesa saber cómo seguirás llevando la trama, aún hay muchas lagunas en la historia y me gustaría conocer la reacción de los personajes.
    Luchy te saluda.
     
  10.  
    The Lady

    The Lady Iniciado

    Tauro
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    Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)
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    Re: Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)

    Aviso:los personajes del manga/anime de Inuyasha no me pertenecen, sino que a la grandiosa Rumiko Takahashi. Sentaro, Rinako, Rei, Fluffy, Junichi, Hiroshi, Jun y Chuusei, sí.

    Las Tierras del Oeste
    The Lady​


    X
    Yo soy Sentaro.

    Sentados en un cómodo sillón de gamuza, Sentaro y Rei observaban en diagonal a ellos a la mismísima madre de Sesshoumaru tomando un té. La mujer poseía una belleza que conmovía hasta el fondo del alma y, además, su presencia resaltaba por el hecho de que su tradicional forma de vestir contrastaba con el moderno escenario en el que se encontraban.

    —Es muy interesante todo esto de sus sueños —comentó Tsukiko apoyando la pequeña taza de porcelana en el plato contenedor—, pero lo que más ha llamado mi atención es lo diferente que son a Sesshoumaru y Rin. Y bueno, sin duda el premio se lo lleva el modelito puesto su apariencia no le hace tanto mal a mis ojos como sí lo hacía la del pequeño youkai.

    Ante el comentario, Jun sonrió altaneramente y se recostó contra el sillón pasándose una mano por su largo cabello negro. Sentaro, al ver la reacción, no pudo más que suspirar con resignación, pero enseguida volvió su atención a la honorable madre.

    —Cambiando de tema, Tsukiko-sama, ¿usted conoció a Yashinka, Junichi?
    —Querrás decir Arakami —lo corrigió mirando ningún punto en particular.
    —Sí…
    —La última vez que lo vi fue en el año mil quinientos cinco. Nunca más volví a escuchar de él e incluso pensé que había muerto tras el levantamiento de los señores feudales y shogunes humanos que quisieron expandir sus territorios o dejar de depender de la máxima autoridad de los youkai sobre las tierras. Y pensar que de alguna manera él provocó todo eso…
    —¿Qué quiere decir con eso? —preguntó Sentaro.
    —Díganme, antes de que todos estos descubrimientos fueran hechos en las Tierras del Oeste, antes de que se enteraran que la presencia de Kagome había modificado la historia japonesa, ¿qué sabían de Sesshoumaru?
    —¡Yo! —Levantó su mano Rei.
    —A ver…
    —De lo que vimos este trimestre, más o menos, esto es lo que recuerdo: Sesshoumaru era uno de los youkai que tenía en su poder la mayor cantidad de tierras, algunas de las cuales las manejaban humanos que se hacían llamar señores feudales, aunque tenían un rango inferior —comenzó a rememorar la joven, cerrando los ojos y dándose golpecitos con su dedo en la frente—. Jamás fue al castillo construido por su padre puesto decían que nunca le interesó tener una pareja y se supone que murió alrededor del año mil quinientos treinta, tras ese famoso levantamiento que describió usted, Tsukiko-sama.
    —Exacto… eso es lo que yo también leí en estos últimos años, pero la introducción de Kagome en el pasado hizo pequeñas modificaciones. Se puede decir que ese levantamiento se produjo en la época que nos señaló la jovencita. Recuerdo muy bien esas largas semanas… yo, Tsukiko, observaba todo desde el cielo. Pero hubo una diferencia, no murieron tantos humanos como decían en sus libros, sino que muchísimos menos… Alguien sabe por qué.
    —Porque aquél que seguramente se había encargado de asesinar a muchos de los humanos en esa época ya había sido eliminado antes—razonó Sentaro para sí mismo, totalmente impactado.

    Inuyasha se cruzó de brazos y bufó, Kagome sólo bajó su cabeza recordando ese triste día mientras que Jun y Rei, compartiendo el sillón con Sentaro, posaron sus miradas verde y chocolate en él.

    —¿Y quién planeó su asesinato?—preguntó Tsukiko con un rostro impasible.
    —Arakami —murmuraron Rei y Sentaro al unísono.
    —Muy bien —dijo en tono sarcástico—. Cuánto odio había en aquellos años…

    Un enorme silencio se produjo en el living permitiendo que entrara en la habitación el cantar de algunos pájaros. Enseguida, Rei movió incesantemente su cabeza para un lado y para otro y volvió a mirar a su profesor. Él estaba vivo, el que se había muerto hace muchos años era su reencarnación y no Sentaro. Sí, tenía que admitir que ella sentía algo especial hacia el youkai, pero simplemente porque ella conocía tan bien los sentimientos de la pequeña Rin como la palma de su mano. Sino fuera por eso, sería uno más de los tantos personajes históricos que habían muerto.

    Yo siempre detesté a Junichi porque me hizo la vida imposible desde que entramos los dos a la misma preparatoria. Me provocaba, pero yo jamás le prestaba atención. Quería demostrarme que era mejor en todo… en el promedio escolar lo logró, pero en lo que respecta al amor, finalmente Kaoru lo dejó por mí. Si bien él ya sabía que eso pasaría, se volvió mucho más agresivo, se veía odio en sus ojos, pero no era a mí a quien miraba…. No era a mí… y Kaoru tampoco me miraba a mí… no era a mí a quien ellos miraban…
    —¿Sen-chan?

    Sentaro volvió a la realidad tras escuchar la voz preocupada de Rei, quien apoyó su mano sobre la de él al ver que ésta estaba haciendo una terrible presión contra su propia pierna.

    —No te preocupes. Arakami no te hará nada. Inuyasha y Kagome te protegerán, ¿verdad? —les preguntó Rei con una sonrisa optimista en el rostro.
    —Por supuesto —asintió Inuyasha—. Yo me encargaré de eliminar a esa basura de una buena vez.
    —Yo también voy a ser lo que sea para cuidarte —dijo Rei clavando su vivaz mirada en las orbes color miel de Sentaro.

    El hombre tan sólo sonrió de lado y tras largar un suspiro, se puso de pie y pidió permiso para salir de la sala.

    —Si lo deseas puedes ir afuera. Te conviene salir por la puerta trasera que está pasando la cocina, ahí te encontrarás pinos cubiertos de la nieve de hace dos días. Es precioso el paisaje —explicó Chuusei mientras volvía a servir té en cada una de las tacitas de porcelana apoyadas en la mesa ratona de cristal.
    —Gracias, Chuusei-san.

    Rei volteó su rostro para ver a Sentaro alejarse de la sala y desaparecer en la cocina, luego volvió a su posición original y bajó la vista sumida en pensamientos. ¿Acaso Arakami quería matar a Sentaro ya que él era la reencarnación de Sesshoumaru? Seguramente, el inuyoukai debía haberle hecho algo muy malo para que hubiera semejante odio. Si bien Rei moría por averiguar qué era lo que había pasado entre esos dos youkai, prefirió no preguntarlo en esos momentos luego de la revelación que había hecho Tsukiko-sama. Igual, de todas maneras, se terminaría enterando en sus sueños.

    Repentinamente, Rei recordó su secuestro y una terrible ansiedad la abordó provocando que con sus manos comenzara a apretujar su corta pollera de jean. ¿Arakami también tenía pensado matarla? ¿Pero qué podría haber hecho Rin para que él la odiara? La joven decidió que era mejor dejar de preguntarse tantas cosas y se levantó impulsivamente provocando que todas las miradas recayeran en ella.

    —¿Qué haces? —preguntó Jun arqueando una ceja.
    —Saldré. Yo también quiero pensar unas cosas —dijo la muchacha yendo por el mismo camino que había ido su profesor.
    —Puedes salir por la puerta delantera, ¿sabes?
    —No. También quiero acompañar a Sen-chan. Todo esto de Arakami es muy tenebroso —explicó la joven desapareciendo en la cocina.

    Kagome apoyó la taza de té sobre la mesa y luego se acercó a las adorables orejas de su pareja.

    —¿No te lo dije?
    —Sí, tenías razón —sonrió Inuyasha—. ¿Tú crees que él también sienta algo?
    —Seguro. He visto como la miraba en el camino hasta aquí. Lo mejor de todo es que se enamoraron antes de ver esa parte en la vida de Sesshoumaru y Rin —río Kagome por lo bajo.

    Un débil y anaranjado sol iluminaba todo el terreno. Debido al frío viento que soplaba, Sentaro subió por completo el cierre de su campera y escondió las manos en los bolsillos de ésta mientras admiraba como se tambaleaban los copos de los pinos. Repentinamente, escuchó unos pasos detrás de él y se volteó para encontrarse a Rei.

    —¿No tendrás frío con un simple suéter? —preguntó regresando la vista hacia el paisaje.
    —No —mintió mientras se abrazaba para trasmitirse algo de calor —. ¿Sabes? Todo esto de los sueños al principio me daba algo de miedo y más cuando descubrí que la niña con la que soñaba había existido. Ahora, no sé... al sentirme tan acompañada por todos ustedes tengo una mezcla de sentimientos, entre emoción y miedo.
    —A mí me impactó mucho todo esto. No sé si tuve miedo, simplemente no entraba en mi razonamiento que algo como esto pudiera pasar, pero finalmente lo acepté. Aunque ahora debo decir que tengo algo de miedo. Sin duda, no quiero morir.
    —¡Nadie permitirá que eso pase! —exclamó Rei con fervor.
    —Tengo suerte de tenerlos a ustedes.

    El hombre se agachó y apoyó sus brazos sobre una baranda de madera y permaneció callado mirando el horizonte con un semblante taciturno que conmovió profundamente el corazón de Rei. Ella no quería verlo así.

    —Sen-chan, ¿qué te sucede?
    —Es que siento que dos personas que marcaron mucho mi adolescencia, tanto para bien como para mal, nunca me vieron como el que soy… Arakami no era a mí al que aborrecía, no era a mí a quien molestaba, no era a mí hacia el que sentía rencor cuando se percataba que algo pasaba entre Kaoru y yo…
    —¿Kaoru?
    —La única novia que tuve…
    —Cierto.
    —Arakami veía a Sesshoumaru. Y Kaoru… mi querida Kaoru también. Fue por esa razón que se me confesó al mes de haber entrado a la preparatoria. Yo pensé que ella creía en eso del amor a primera vista, pero no… fue porque yo le desperté los recuerdos de su otra vida. Ella veía a Sesshoumaru, a un Sesshoumaru mucho más amigable, mucho más alcanzable. Ella no me quiso a mí…
    —Problema de ella —espetó Rei golpeando la baranda—. Si esa Kaoru estaba tan absorta en su otra vida, era su problema. Yo jamás te miré como Sesshoumaru y ahora que sé todo tampoco lo haría porque tú eres Narita, Sentaro: el profesor amable y sereno que trata de buscarle lógica a todo.

    Sentaro largó una carcajada y se incorporó para taparse la boca y así contener la risa. Rei lo miró alzando una ceja. ¿Qué había sido tan gracioso?

    —No sé, creo que fue la forma en que dijiste eso, tan apasionada.
    —Creo que no dije nada en forma graciosa —dijo Rei cruzándose de brazos —, pero es bueno que rías un poco.
    —Sí…
    —Y recuerda que para tus padres, hermanos y alumnos y todos tus conocidos tú eres Narita, Sentaro. Y para mí también lo eres. No me importa quien hayas sido antes, yo te aprecio y te respeto por lo que eres en esta vida.
    —Gracias, Noto-san… Oye, te estás congelando.
    —Mentira —soltó ella mientras temblaba.
    —Vamos, volvamos a adentro —sugirió Sentaro pasando su brazo por los hombros de ella para así encaminarse juntos hacia la puerta trasera.

    Sentaro sonrió para sí. Se sentía muy bien tener a Rei cerca de él y quería que eso siguiera así por mucho más tiempo.

    Cuando regresaron al living, vieron que en él nada más estaba Jun recostado contra el sillón completamente dormido.

    — Jun me comentó que ayer tuvo una sesión de fotos hasta muy tarde —murmuró el profesor acercando su rostro al de Rei.
    —Que increíble que él sea la reencarnación de Jaken.
    —Sin duda.

    Ambos se retiraron de la sala para ir en busca de los demás, dejando a Jun nuevamente solo y sumido en el más placentero de los sueños.

    Su mano tocaba algo muy suave que parecía enredársele entre los dedos. Ahhh… debía ser el cabello de su amo bonito. Un momento, ¿acaso Sesshoumaru-sama se acostaría junto a él? Imposible.

    Abruptamente, Jaken se sentó y comenzó a mirar para todos lados hasta que escuchó dos ronquidos sincronizados. Se volteó y vio que junto a él estaba Ahun.

    —Era el cabello de esta criatura el que estaba tocando —masculló Jaken limpiándose la mano en su traje. Sin duda, el pequeño youkai a veces podía ser un tanto desagradable.

    Jaken miró a sus alrededores y se percató que estaba solo en un bosque iluminado nada más que por las estrellas. Volvió a depositar su mirada en el dragón de dos cabezas y al verificar que estaba completamente dormido, decidió dejarlo e ir en busca de su amo, el que seguramente se encontraba en las afueras de la aldea Musashi hablando con esa niña. Bueno, lo de niña habría que corregirlo ya que Rin tenía catorce años y estaba muy próxima a cumplir los quince. Lejos estaba de ser una niña.

    Cuando Jaken divisó una pequeña colina, supo que estaba cerca de la aldea Musashi ya que pasándola uno empezaba a ver las luces que provenían de las chozas del asentamiento humano. Sin embargo, el pequeño youkai se detuvo súbitamente y se escondió detrás de un árbol. Desde allí asomó cuidadosamente su cabeza y alzó sus ojos saltones para ver en lo alto de la colina a Sesshoumaru y Rin sentados, plácidamente, observando el cielo de la noche.

    Podría ir con ellos, ¿verdad? —se preguntó Jaken sin apartar los ojos de los dos seres—.Si podría estar con ellos, ¿por qué será que mis piernas no se quieren mover?

    Rin se encontraba admirando el cielo estrellado, cuando, inesperadamente, levantó un brazo señalando algo que parecía estar en movimiento.

    —¿La pudo ver, Sesshoumaru-sama? —preguntó Rin girando su rostro —. La estrella fugaz.
    —Hn.
    —¿Sabe? Cuando era pequeña y estábamos en busca de Naraku, siempre que veía una estrella fugaz pedía un deseo. Eran dos cosas las que pedía: que venciéramos a Naraku para poder vivir en paz y el otro era el de siempre poder estar a su lado.

    Sesshoumaru, que hasta ese momento estaba mirando el cielo, volteó su rostro para contemplar el de Rin.

    —¿Quieres volver a mi lado? —preguntó con voz monótona.
    —No lo sé, Sesshoumaru-sama. ¿Sabe? Yo ya no pido más deseos. No fue por mi deseo que derrotaron a Naraku, sino que fue por todas sus habilidades y esfuerzos que sucedió. En realidad yo ahora sé que las estrellas no te cumplen deseos, es por eso que estoy aquí. Si cumplieran deseos, cumplirían todos.
    —No me respondiste.
    —Sí le respondí. No lo sé, Sesshoumaru-sama. Usted está permanentemente vigilando sus tierras y enfrentándose a cualquier youkai que quiera arrebatárselas. Yo sé que usted eso lo disfruta porque de esa manera se hace más fuerte o por lo menos no pierde el hábito de la pelea, ya que dudo que algún youkai pueda ser digno de representarle una amenaza… ¿No cree que yo sería un estorbo? Estaría constantemente en peligro.

    Sesshoumaru no respondió y su mirada dorada volvió hacia el bosque que se encontraba debajo de ellos, meciéndose cada tanto que soplaba un viento. El inuyoukai, entonces, notó que el aire estaba cada vez más frío y vio que su compañera se acomodaba mejor el uchiki violeta que llevaba encima de la ropa.

    —Deberías regresar.
    —No. Usted no volverá a visitarme hasta el mes entrante debido a esa reunión que tiene en el norte. Es una lástima que no pueda verme para mi cumpleaños —dijo Rin largando un suspiro, pero enseguida su ánimo se volvió a levantar—. ¿Sabe? me dijeron que las Tierras del Agua Mística se llaman así porque hay un río donde unas hermosas flores acuáticas tienen luz propia e iluminan toda la corriente. Se dice que esas flores son las reencarnaciones de doncellas que murieron ahogadas en ese río. Si pasa por ahí en el camino, ¿podría detenerse y admirarlas por mí? Creo que el día que esté en esa zona será mi cumpleaños.
    —¿Quieres que mire unas tontas flores por ti? —preguntó Sesshoumaru alzando una ceja.
    —Sí, será mi regalo de cumpleaños. —Sesshoumaru permaneció mirando a Rin indiferentemente y ella, inmediatamente, captó que había algo que el youkai no había entendido —. Si usted hace lo que le pedí, significa que va haber pensado en mí un buen rato.
    —¿Sería como una especie de recompensa por no haber estado en tu cumpleaños?
    —Exacto.

    Jaken largó un chasquido ante el pedido de Rin. Esa humana no hacía otra cosa que pedir cosas muy sentimentales. Cuando cumplió doce años le pidió a Sesshoumaru que, en vez de ir cada dos semanas y dejarle un regalo, fuera durante esa misma cantidad de tiempo, pero se quedara a conversar con ella. Jaken, al escuchar la propuesta, casi se larga a llorar de la risa y, al no escuchar respuesta alguna de su amo, creyó que él jamás se sentaría a hablar con una humana sobre la vida. Sin embargo, desde hacía dos años que Sesshoumaru venía a la aldea Musashi, generalmente por las noches, a pasar un rato con Rin.

    —Es obvio que le terminará trayendo algo realmente costoso y hermoso por no haber estado en su cumpleaños —concluyó Jaken.

    El pequeño youkai retornó su atención a la pareja al ver que Rin se había puesto de pie seguida por su amo. La humana se inclinó respetuosamente y se volteó para volver hacia la aldea. Sin embargo, en el momento en que Jaken tenía pensado aparecer, la voz de la joven hizo que Sesshoumaru se detuviera y girara en el lugar para encontrarse una vez más el rostro sonriente de Rin.

    —Sesshoumaru-sama. —Rin abrió la boca para hablar, pero las palabras no salieron, es por eso que bajó un poco la cabeza y continúo: —. Mire, yo quería saber si alguna vez me podría llevar a patrullar sus tierras junto a usted y Jaken-sama. A veces extraño esas largas caminatas, ¿sabe? Además, éstas serían más tranquilas.
    —¿No se supone que serías un estorbo? —cuestionó Sesshoumaru fríamente.

    Rin se mordió los labios ante el excelente señalamiento de su señor.

    —Discúlpeme, primero digo algo y después me contradigo, tengo que pensar las cosas un poco más…
    —No me preguntaste qué opinaba yo al respecto.
    —¿Eh?
    —A mí no me estorba tu presencia. Haz lo que quieras.

    Con eso dicho, el youkai se volteó y fue ascendiendo al cielo hasta convertirse en una esfera brillante que se mezcló con la luz de las estrellas.

    —¡Sesshoumaru-sama! —exclamó Jaken internándose nuevamente en él bosque para perseguir a la esfera. Pero para su desgracia, se pegó un fuerte tropezón.

    Se escuchó a alguien golpearse contra el suelo.

    —¿Por qué será que siempre me despierto así? —se preguntó Jun mientras se ponía de pie y refregaba sus ojos —. Noto, ¿qué pasa?
    —Te iba a despertar para que vinieras a comer —explicó tranquilamente, pero luego su expresión cambió a una más divertida—, hasta que vi que estabas balbuceando entre sueños y me quedé viendo el espectáculo.
    —¡Por dios, son tan diferentes! Una es una chica educada, ubicada, dulce y con estilo; la otra es una desubicada total, carente de gracia alguna... ¡Auch! ¡No me pegues! —exigió Jun sobándose el brazo.
    —No me molestes y deja de compararme con Rin. Yo Soy Rei, que te quede bien instalado en esa cabeza hueca de modelito.
    —¡Oye! ¡No seas prejuiciosa!
    —Vamos a comer de una buena vez, Jun.
    —Nagashima para ti —aclaró ofendido.



    Una luz pálida entraba por la ventana de la habitación principal y Tsukiko estaba mirando a través de ella al astro que la emitía en lo alto del cielo. Dos toques en la puerta la hicieron voltearse.

    —Pasa, Chuusei.
    —Mi señora, aquí traigo su té.
    —¿Con las galletas?
    —Por supuesto —sonrió el hombre dejando la bandeja en la mesa de luz de la honorable señora.
    —¿Ya están todos dormidos? —preguntó Tsukiko sentándose en el borde de la cama.
    —Así es.
    —¿Inuyasha dormirá en el sillón del living?
    —No. Le di mi habitación. Creo que está algo movilizado tras los recuerdos que tuvo hoy —explicó cerrando los ojos y poniendo una expresión afligida.
    —Ahh… eres tan humano, Chuusei —señaló la mujer con cierta exageración.

    Chuusei volvió a sonreír ante el comentario de Tsukiko y se quedó contemplando el largo cabello de la youkai iluminado por la cruda y pálida luz de la luna.

    —Me retiro —dijo empezando a caminar hacia la puerta.
    —La próxima vez no le cedas la cama a Inuyasha. Él es un mestizo fuerte —dijo Tsukiko también levantándose para cruzarse con el hombre. Éste permaneció quieto al ver su camino obstaculizado—. Permiso, pienso llegar hasta mi mesa de luz.
    —Por supuesto. —Se corrió contra la pared—. Buenas noches, Tsukiko-sama.
    —Chuusei —lo llamó antes de que cerrara la puerta—, tus manos saben hacer delicias.

    La mujer sonrió limpiándose los labios para quitarse las migas que podían haber quedado. Aquella sonrisa, quizás, a muchos les podría haber dado escalofríos, pero a Chuusei no. Él asintió y se fue feliz tras el halago hecho por la inuyoukai.



    El receso había comenzado, pero algunas muchachas estaban reunidas alrededor de un escritorio donde un apuesto profesor trataba de explicarles los ejercicios que ya había explicado en la clase.

    —A mí no me quedó claro el problema número cinco —señaló una chica haciéndose la sexy.
    —¡A mí tampoco! —exclamaron las demás esperando oír la voz del profesor.
    —De acuerdo, lo explicaré por cuarta vez —dijo tratando de ahogar su irritación.

    Rei observaba todo desde el marco de la puerta del aula y su rostro, claramente, mostraba que no le agradaba lo que estaba viendo.

    —¿Estás celosa? —preguntó su hermana apareciendo junto a ella.
    —Claro que no. Sólo me molesta que se hagan las tontas…
    —No te creo —comentó Rinako enredando un dedo en su largo cabello ondulado.
    —¿Qué dices?
    —Vi como lo miraste ese día que volviste con nosotros...
    —Yo… yo… —Rei no sabía qué decir.
    —Por desgracia, también vi como te miraba —señaló Rinako cerrando los ojos con tristeza.

    Rei abrió la boca para decir algo, pero la cerró al escuchar lo que había dicho su hermana. Se llevó una mano contra el pecho y la miró con cierta incredulidad.

    —¿Qué estás diciendo? —preguntó en un hilo de voz.
    —Lo que escuchaste. ¿Sabes que lo puedes meter en un problema legal? —preguntó Rinako seriamente.
    —¿Y tú también lo pensaste? —le rebatió Rei con el ceño fruncido. No le gustaba el tono en que le estaba hablando su hermana.

    Rinako no supo qué contestar, se volteó y se cruzó de brazos apenada.

    —Rei, a él le gustas. Vi como se miraron aquel día y también vi como se quedó mirándote mientras volvías a entrar a la casa el domingo —soltó Rinako esperando la reacción de su melliza.

    Los ojos chocolate de Rei por poco se salieron de las cuencas al escuchar lo que había dicho Rinako. ¿Ella los vio? ¿Ahora qué haría? ¿Qué le diría?

    —No digas nada. No es lugar para hablar —dijo Rinako entrando en la clase con un semblante desilusionado.

    Rei se quedó observando a su melliza con ojos horrorizados, se llevó las manos a la cabeza y se empezó a preguntar cómo haría para explicarle todo lo que había vivido en eso dos meses.

    Sentaro, que estaba harto de tener que explicar los problemas paso a paso a unas mocosas en celo, se volteó para ver a una preocupada Rei. En ese instante, ella lo miró y le hizo señas para que fuera a la terraza.

    Un cálido sol contrastaba con el viento frío que soplaba en la terraza, haciendo menear la pollera gris que llevaba puesta Rei mientras esperaba apoyada contra el barandal a su profesor. Cuando escuchó la puerta abrirse, corrió enseguida hacia el que la había abierto.

    —¡Sen-chan! ¡Sen-chan! —exclamó tomándolo de los brazos—. Rinako cree que estoy en algo raro después de mi salida del sábado.
    —¿Era eso? —Alzó Sentaro una ceja.
    —¡¿Era eso?! ¡Cree que estoy saliendo contigo!
    —¿Qué? —preguntó el hombre con cierto espanto.
    —Lo que escuchaste. Tengo que hacer algo. Tengo que decirle toda la verdad porque tú sabes que nos seguiremos reuniendo con Kagome, Inuyasha y los demás. Además, imagínate que de repente aparezca Arakami, ¿qué hago? ¡Ella tiene que estar al tanto!
    —Tienes razón —admitió Sentaro sobándose el mentón pensativo.

    Rei aspiró profundo y dirigió sus manos hacia la cabeza comenzando a hacerse un matete en el cabello mientras jadeaba.

    —Tranquila, Noto-san. Sé que esto es difícil, pero ya veremos cómo le dices la verdad a tu hermana.
    —¿Veremos? —repitió la joven con ambas manos en el aire y sus ojos parpadeando una y otra vez.
    —Obvio. En esto estamos juntos —dijo Sentaro sonriéndole.
    —Gracias.
    —Y yo te agradezco por lo que me dijiste el sábado. A decir verdad, yo también me creí Sesshoumaru un tiempo y antes de saber que tú eras la reencarnación de Rin, pensé que era Rinako.
    —¿En serio?
    —Así es —asintió el profesor escondiendo las manos en su pantalón de jean mientras caminaba hacia el barandal—. Cuando miraba a Rinako trataba de ver a Rin
    —Entonces, ¿ahora tratas de ver a Rin en mí?
    —No. Tú tienes razón. Tú eres Rei, yo soy Sentaro, Kaoru era Kaoru y Jun es Jun. Creo que me metí demasiado en todo este tema.

    Rei sonrió y se acercó hasta el barandal para estar junto a su profesor.

    —Nosotros nos encontramos por casualidad y bueno, al parecer nuestras almas hace mucho tiempo se conocieron, por lo tanto puede decirse que se reencontraron. Pero a la vez no somos ellos. No sé… siento que me contradigo. ¡Pero no somos ellos!
    —En verdad…

    Rei volteó el rostro para contemplar a Sentaro y se sorprendió al ver que él ya la estaba mirando.

    —Sen-chan…

    Sentaro sonrió y puso su rostro a milímetros de distancia del de la joven. Ella abrió sus ojos del asombro y sus pupilas bajaron y subieron sin saber mucho a donde mirar. Cuando quiso abrir la boca para decir algo, Sentaro no se lo permitió ya que estampó su boca contra la suya y sus labios se fundieron en un tierno beso.

    Continuará…

    gracias por su post sangura, Zhiinygami, Asurama (bienvenida).

    Asurama: que bueno que el fic no te haya parecido una pérdida de tiempo, ajaj. Voy a estar al tanto con esos errores que me marcaste que hacen retrasar la lectura.. lo que sí no sé como es eso del beta reader? cómo lo contacto? son los moderadores del foro? Lo de las reencarnaciones siendo tan diferentes a nuestros queridos Sesshouamru y Rin lo hice apropósito. Sabía que podía caer mal, pero no sé, tenía ganas de embarcarme en crear personajes originales y si bien sé que me falta mucho para crear en verdad personajes muy sólidos, sé que no voy por tan mal camino por lo que me señalaste.

    Veo que a todas les llamó la atención de poner a Jaken en un cuerpo tan lindo. Quería que fueses así la reencarnación de Jaken, ajaja

    Aviso, a partir del capítulo 11 la historia se llevará acabo en el pasado... creo que por lo menos hasta el capítulo 14 todo pasará en el pasado. Así que mucho SesshxRin =)

    Saludos,

    The Lady
     
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  11.  
    Zhiiny

    Zhiiny Usuario común

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    Re: Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)

    Hola!!!
    Contiiii, estuvo genial, ya quiero el proximo capitulo.
    Que paso entre Sesshomaru y Rin en el pasado me tienes bastante intrigada.
    Estoy deacuerdo con Sentaro y Rei, quien hubiera imaginado que la reencarnación de Jaken seria un modelo o.o pero estuvo buena esa idea, bastante original.
    Los beta reader son chicas o chicos que te revisan el capitulo y corrigen los errores, se pueden conseguir en el taller literario.
    Adoro tu fic, es bastante original, espero con ansias el proximo capitulo
    Sayo~
     
  12.  
    Asurama

    Asurama Usuario popular

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    Re: Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)

    ¡Esto es lo que estaba buscando! Ahora sí pude tener una decente lectura fluida. Vi algunas mejoras en las descripciones y ya no tuve que regresarme para leerlas como otras veces. No te he visto errores, tal vez algunos con la puntuación en alguna parte. La trama, nuevamente bien construidas y no he visto OoC. Solo me confundió la parte en la que ellos hablan con la dama, hubiera sido más fácil de entender si ella no hubiera dado tantas vueltas y le hubiera dicho directamente lo que sabía.
    Por otra parte, me gustó la relación que tienen los personajes.
    De todos modos, los personajes me siguen chocando mucho y me siguen provocando escozor. Ojo con lo que te digo, tus personajes me gustan, están bien construidos y tienen su encanto propio, pero me causan una sensación desagradable. Debido a eso también, mi hastío se extendió incluso al flashback SessXRin. Así es, no conseguiste que siquiera esa parte me agradara.
    Ojo con lo que te estoy diciendo: tu historia, trama, desarrollo y construcción son casi perfectas, pero aún así no consigues atraerme y no sé por qué.
    Digamos que tus personajes no han conseguido tener “vida propia” y solo “viven” conforme están relacionados con Sesshoumaru y demás. No has conseguido que tus OC gusten por lo que son en sí mismos. Es lo mismo que pasa con las Mary Sue cuando se roban protagonismos de historias. No das la sensación de una historia original, das la sensación de hastío típico de las Mary Sue.
    Lamento si te tiro el alma al piso, solo te muestro donde creo que está el error. Nada de lo que te he dicho te lo he inventado. He hablado con otro usuario que te ha leído y no ha querido comentar y piensa exactamente lo mismo que yo.

    De todos modos, espero sigas escribiendo, porque realmente escribes bien, como pocos y que tus errores, en la medida de lo posible, puedas corregirlos. Si puedo serte de ayuda, aquí estoy.
    Luchy te saluda.

    P/D: Y si quieres vengarte, lo puedes hacer aquí:
    http://fanficslandia.com/showthread.php?t=219012
     
  13.  
    sangura

    sangura Entusiasta

    Acuario
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    Pluma de
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    Re: Las Tierras del Oeste (RinxSesshoumaru)

    Hoooooooooooooooolaaaaaaaaaaaaaaaaaa
    Me guto el beso si, que leeeeeeendos.
    Aunque tambien la parte donde salen Chuusei y la mami de Sesshy.
    jajajajaja mne dio risa cuando se cae Jun del sillon, jajajaja bien acorde con su sueño.
    Nos leemos luego, Sayo.
     
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