Las alas perdidas [TRC]

Tema en 'CLAMP' iniciado por Lady Kyros, 6 Agosto 2009.

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  1.  
    Arika Kinomoto

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    Re: Las alas perdidas [TRC]

    Oh vaya, está muy buena tu historia, adoro imaginarme a Syaoran tan cerca de Sakura *¬*, espero que lo sigas haciendo, aunque debo decirte que, Tomoyo es una metiche en esa historia xD cosa que no debería hacer; y como lo ha dicho Pami, no sería una actitud propia del Syaoran que conocemos, me suena mas al de CCS que al de TRC, y si fuera el de TRC, seria el clon xD pero no importa, veamos como va la cosa ^^ saludos.
     
  2.  
    Lady Kyros

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    Re: Las alas perdidas [TRC]

    Insisto, la personalidad de Syaoran es más como la Syaoran-clon; quizás más adelante aparezca el lobito que todas conocemos. Más adelante sabrán por qué Tomoyo se mete tanto en la vida de Syaoran, así como también por qué le preocupa que esté o no con Sakura... ¡En el capítulo 7! Ahora vamos en el cuarto, espero que les guste. :)





    IV

    Una vez en su casa, Sakura subió como un rayo las escaleras y se dirigió a su habitación. Quería evitar a toda costa las preguntas que su hermano seguramente iba a formularle, aunque era consciente de que no podría huir por siempre. Touya no le había dirigido la palabra en todo el trayecto a casa, pero aún conservaba la expresión de odio grabada en el rostro... ¿Tan grave había sido lo que ocurrió como para que su hermano reaccionara de esa manera?

    La flor de cerezo se desprendía de su uniforme nerviosamente sin dejar de echar miradas furtivas en dirección a la puerta cerrada de su dormitorio, deseando con todas sus fuerzas que Touya no decidiera ir a interrogarla fuera del alcance protector de su padre. Al menos él podría detener el interrogatorio al ver lo incómoda que se sentiría Sakura.

    El ruido de un motor deteniéndose bajo su ventana le indicó que su padre ya había regresado del trabajo y, lejos de sentir el alivio esperado, el pánico se apoderó de ella. ¿Y si Touya le contaba lo que había visto? ¿Qué diría su padre? Seguramente se alarmaría al creer que su niñita había sido sorprendida coqueteando con un desconocido.



    —¿Estás seguro de lo que me dices, Touya?

    El semblante del señor Kinomoto reflejaba preocupación ante lo que acababa de escuchar. El apuesto policía asintió lentamente. Aquello que temían desde hacía ya bastante tiempo parecía haberse materializado frente a ellos de manera silenciosa y sorpresiva... El tiempo estaba en su contra, y ahora factores con los que contaban los habían abandonado.

    Fujitaka Kinomoto suspiró abatido, ¿cuánto tiempo más podrían seguir fingiendo? ¿Cuándo la verdad sería revelada? Se estremeció sólo al pensar que Sakura se enterase de su secreto, no creía que pudiese perdonarlo por su traición; sin embargo, debía ser capaz de seguir con la farsa durante algún tiempo más, y evitar a toda costa que alguien la lastimase... Su hija, su hermosa flor de cerezo...

    —Tranquilo, la protegeremos. —Sintió la mano de su hijo apoyarse en su hombro derecho, mientras su voz profunda intentaba darle consuelo—. No dejaré que nadie le haga daño.

    Su padre le dirigió una mirada cansada, inundada de un enorme pesar. Touya podía ver su rostro reflejarse en aquel iris almendrado de su padre, sintiendo que a él también se le acababan las fuerzas para seguir sosteniendo todo aquel montaje de su vida.

    —Lo estamos haciendo por su bien, ¿verdad?

    La voz de Fujitaka se oyó débil y quebradiza, como si estuviera a punto de romper en llanto. Touya tardó unos momentos en contestar, haciendo acoplo de las fuerzas que le quedaban para fingir serenidad y no alarmar a su padre.

    —Sí, todo es por su bien.

    O al menos eso era lo que quería creer.




    Sakura bajó las escaleras con el mayor sigilo posible, deseando con toda su alma que no hubiese nadie en la cocina a esas horas de la noche. Se había rehusado a bajar a cenar cuando su padre la llamó, no se sentía capaz de afrontarlo en aquellos momentos...; pero ahora su cuerpo clamaba por alimento, así que no le quedó más alternativa que bajar y comer lo que encontrase en la cocina.

    Caminaba lentamente, poniéndose en estado de alerta ante cualquier sonido extraño en el piso de arriba, pero para su alivio no parecía haber despertado a nadie. Suspiró ya más relajada al alcanzar la puerta de la cocina y encendió la luz para no tropezar con alguna silla. Entonces una voz masculina habló a sus espaldas, erizándole el vello de la nuca:

    —¿Son éstas horas de merodear por la casa como una ladrona?

    Touya estaba sentado detrás de ella, seguramente esperándola. Sabía que su hermana no había comido desde que llegó de vuelta del colegio, y eso había ocurrido hacía más de diez horas. Sakura nunca había sido buena para permanecer largos períodos sin comer, especialmente cuando se trataba de una cena cocinada por su padre.

    Los ojos esmeraldas de la chica se clavaron en el suelo, como si esperara que dibujada en las baldosas de la cocina se hallara una respuesta adecuada que darle a su hermano. Se sentía como un imputado antes de ser interrogado por un fiscal. La voz profunda de su hermano volvió a romper el silencio de la noche.

    —¿Qué sabes de ese mocoso?
    —¡No llames a Syaoran así! —exclamó la joven sin poder contenerse. Touya sonrió triunfante.
    —¿Así que el nombre de ese niñato es Syaoran? Mañana le pediré a los del cuartel que investiguen su hoja de vida y la de su familia —mencionó con malicia—. Así tal vez encuentre alguna excusa para ponerle las manos encima.

    Sakura abrió los ojos como platos al mismo tiempo que sentía que le arrojaban un balde de agua fría. Su hermano la miraba con una sonrisa burlona dibujada en sus labios, mientras en sus ojos color chocolate se asomaba un brillo de malvada diversión. Su hermana se había quedado de una pieza, olvidándose incluso de respirar; el color había abandonado sus mejillas dándole el aspecto de quien acaba de ver un fantasma.

    —Tranquila, respira. —La flor de cerezo obedeció en el acto, pero aún lucía extremadamente pálida— No le haré daño, sólo quiero asegurarme de con quién te juntas...

    La niña parpadeó perpleja; era la primera vez que su hermano daba muestras de preocuparse por ella. Siempre se la pasaba empujándola y poniéndole sobrenombres o burlándose de sus fallidos intentos de cocinar. Nunca antes lo había visto actuar como lo estaba haciendo ahora, y era consciente de que a él le resultaba tan incómodo hacerlo como a ella aceptarlo.

    —Hay algo que debo decirte —confesó por fin el policía—. Algo que mi padre no se atreve a decirte, pero yo creo que ya es hora de que lo sepas... —añadió, removiéndose nervioso en su silla.

    Si antes se había sorprendido de la actitud de su hermano, ahora se encontraba boquiabierta ante la repentina confianza que parecía haber despertado en aquel joven moreno.
    Estudió cada una de sus facciones, desde la amplia frente cubierta por mechones de cabellos despeinados, bajando por aquellos ojos chocolates que la miraban con una expresión indescifrable, hasta su firme mandíbula, que ahora permanecía tensa. ¿Se trataría todo aquello de una broma? ¿Qué podría decirle que su padre no se hubiese atrevido?

    Touya seguía observándola con el semblante inexpresivo, a la espera de alguna reacción por parte de su hermana; sin embargo, al no haberla, decidió romper el incómodo silencio que había caído sobre ellos.

    —No queremos que te juntes con ese chico.
     
  3.  
    Bylen

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    Re: Las alas perdidas [TRC]

    Hoeeee!!!
    Que bonito OwO
    Quisiera ver pronto el próximo capítulo, me gusta mucho tu historia y tengo que admitir que me gusta más la actitud "a la Syaoran-clon"^^
    Suerte con tu fic.
    Matta ne!
     
  4.  
    Arika Kinomoto

    Arika Kinomoto Entusiasta

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    Re: Las alas perdidas [TRC]

    Vaya..la cosa va tomando forma :)
    y tiene mucho sentido si lo pones como el syaoran-Clon ^^
    espero lo sigas haciendo, y que hagas un muy buen trabajo en lo que queda de este grandioso fic de TRC
    buena suerte^^

    saludos; Arika.H
     
  5.  
    BelAhome

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    Re: Las alas perdidas [TRC]

    ¡Oye! Me has dejado sin nada que decir.
    Absulotamente nada que remarcarte en cuanto a la redacción y eso no me gusta xD
    Me quedé pensando en ese secreto que tienen Fujitaka y Touya...
    Excelente capítulo, se me hizo muy divertido cuando Sakura se enojó por lo de "mocoso".

    ¿Por qué me siento tan identificada? :silbar:
     
  6.  
    Pami

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    Re: Las alas perdidas [TRC]

    Vaya, interesante.
    Me han pasado algunas ideas por la mente, pero es muy pronto para decantarme por alguna. Sobre todo intentando ver a este FanFic como algo relacionado con TRC, más que nada.
    Y la idea de Sandra de que Syaoran y Tomoyo viven juntos no me parece tan descabellada xD!
     
  7.  
    Kotono

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    Re: Las alas perdidas [TRC]

    Al fin Touya habla, habia empezado a creer que era mudo x'D. Aunque para lo que dice, mejor que se quede callado :rolleyes:
    Syaoran hace cosas raras, incluso él mismo lo piensa asi... seria bonito que nos aclararas algunos puntitos en vez en cuando T_____________T

    ¿Y a que le tiene miedo el divino padre de Sakura? o,o Como siempre, tus historias estan llenas de misterio, le sacas misterio hasta a la comida xDDD

    Espero la continuacion. Nos vemos en la otra ^^
     
  8.  
    Lady Kyros

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    Re: Las alas perdidas [TRC]

    Touya sigue hablando... Espero que les guste este capítulo; a partir del próximo se comienza a mostrar la verdadera historia de los personajes... ¿O es que creían que el prólogo no era nada más una historia bonita?






    V

    La mente de Sakura funcionaba a mil por hora. ¿Por qué Syaoran despertaba tanta desconfianza en su hermano? El tono que había empleado para decirle que se alejara de él jamás lo había oído en sus labios... Una voz cargada de odio, de rencor... ¿Qué era lo que su compañero le había hecho?

    —¿Perdón? —preguntó con tono burlón, intentando parecer calmada—. No tienes derecho a decirme con quién puedo estar o no.
    —Sakura, ese chico es peligroso...: ¡sólo mírate! —bramó encolerizado.

    La joven aún no podía comprender de qué hablaba su hermano... ¿ahora era culpa de ella que no pudiese acercarse a Li?
    Touya se levantó de su asiento y comenzó a dar vueltas alrededor de la cocina, como si intentara calmarse. La flor de cerezo se encogió ante la ferocidad de su mirada; nunca le había visto tan enojado.

    —¿Es que no entiendes? —inquirió al fin, tratando de controlar el tono de su voz—. Papá se niega a aceptarlo, pero ya es tiempo de que te des cuenta de lo que pasa... Ese mocoso te buscó para que tú le entregues algo que él quiere..., ¡algo que todos los chicos quieren de ti, Sakura!
    —N-no entiendo... —La chica ya comenzaba a inquietarse al ver así a su hermano
    —. ¡Ya no eres una niña!... ¡YA NO TE MIRAN COMO A UNA NIÑA!

    Los ojos de Touya se encontraron con las esmeraldas de su hermana, y Sakura sintió que se le encogía el corazón al ver cuánta angustia se reflejaba en ellos.
    El policía la aferró por los hombros y la acercó más a sí, como si quisiese darle a entender que no permitiría que algún chico se le acercase. En una fracción de segundo su apuesto rostro se transformó en el vivo reflejo de la desesperación.

    —No quiero que nada malo te pase... —Su voz era ahora apenas un susurro—. Ni te imaginas cómo me duele pensar que algún día vendrá algún mocoso impertinente que te hará sufrir...
    —Touya...
    —No digas nada, no puedes entender cómo me siento... Soy tu hermano —comentó con una risa amarga—, pero te he cuidado durante... toda tu vida.

    Sakura sintió repentinamente un gran afecto por su hermano; lo amaba tanto como a su padre..., tanto como amaría a su madre si aún viviera. Pero no podía permitir que la alejara de sus compañeros simplemente porque fueran hombres; tenía claro que no sería sólo con Syaoran aquella antipatía, sino con cualquier otro chico.

    —Touya, tú sabes que sé cuidarme bien, ¿no? —Tomó suavemente el mentón de su hermano y lo obligó a levantar la vista para mirarla a los ojos—. Tú me enseñaste a protegerme, ¿lo recuerdas?

    Le regaló una sonrisa llena de gratitud, y luego lo abrazó con ternura. Touya permaneció inmóvil al principio, pero luego cedió ante la conmovedora escena y le devolvió el gesto a su hermana.

    —Eres un monstruito que me va a volver loco, ¿lo sabías? —Sakura soltó una risa traviesa—. Lo digo en serio.
    —Pero... ¿me dejarás seguir conversando con Syaoran? —preguntó, sin atreverse a mirar a su hermano.
    —De acuerdo —respondió tras unos segundos de incómodo silencio—, pero debes prometerme que me dirás si te hace daño o te presiona o...
    —Tranquilo, tranquilo —lo cortó soltando una nueva risita—, te mantendré informado si me prometes no montarme un espectáculo.

    El policía le acarició la cabeza, despeinando los cabellos castaños de su hermana. Acto seguido la alejó suavemente de sí y le recalentó la cena que había cocinado su padre. Sakura la devoró como si no hubiese probado antes algo tan delicioso: amaba la comida preparada por su padre.

    —Y ahora te vas a dormir, trata de no levantarte tarde y luego de la escuela debes venir directo a la casa —la flor de cerezo puso los ojos en blanco—. No lo digo por el mocoso ese, sino porque hay una sorpresa que quiero mostrarte. Mía y de papá. Buenas noches.

    Touya subió las escaleras antes de que Sakura pudiese preguntarle más acerca de la misteriosa sorpresa, por lo cual dudaba conciliar rápidamente el sueño: su mente vagaría por rumbos desconocidos para intentar descubrir qué se traían entre manos su padre y su hermano.




    Syaoran se comportó al igual que el primer día: sin dirigirle siquiera un cordial “buenos días”. Sakura se sentía realmente estúpida al recordar la cercanía que habían tenido la tarde anterior; secretamente –y se maldecía por ello- albergaba la esperanza de que aquel encuentro volviese a repetirse aquel día, sin interrupciones. Sus nuevas amigas le informaron que el profesor Yukito había planificado una excursión a la playa para festejar el inicio del nuevo año escolar; a ninguna de ellas le pasó desapercibida la repentina emoción que iluminó el rostro de la flor de cerezo cuando le aseguraron que su compañero de puesto jamás se perdía ese tipo de actividades.
    La jornada transcurrió tranquila y repleta de risas al conocer a Yamazaki, quien estuvo a punto de convencerla de que el Parque Pingüino de la ciudad se llamaba así en honor a su diseñador: un pingüino real que era mascota del alcalde.
    Al finalizar la escuela Sakura se puso unos patines que había sacado de su casa para no perder el tiempo en regresar. Tan deprisa salió que no se percató del fallido intento de su enigmático compañero por interceptarla como el día anterior. Syaoran golpeó la pared con su puño: aquel día no podría provocar al hermano de la chica para tener una pelea..., necesitaba descargar la energía acumulada en su cuerpo; tenía que pelear con alguien.



    —¡Ya llegué! —gritó Sakura entre jadeos.

    El camino de regreso le había parecido eterno, sin embargo logró recorrerlo en breves minutos. Estaba ansiosa para ver de qué sorpresa la hablaba Touya.

    —Sí que estás animada, monstruo.

    La flor de cerezo levantó la vista hacia su hermano, sorprendiéndose de hallarlo en casa cuando se suponía que estaba de guardia.

    —Pedí permiso para salir —explicó al ver la expresión de perplejidad de su hermana—. Hoy es un día muy especial.
    —¿Todos listos? —preguntó Fujitaka bajando las escaleras.

    Sakura se sorprendió al ver a su padre ataviado tan elegantemente, con traje de tela negro, deslumbrante camisa blanca y corbata azul marino; nunca vestía de esa manera, siempre optaba por ropa cómoda pero formal. Ninguno de los dos le dio tiempo de preguntar y antes de que se diese cuenta ya estaba en el auto rumbo a quién sabía dónde.
    Viajaron alrededor de un cuarto de hora antes de detenerse frente a lo que parecía ser una pintoresca cafetería fuera de la cual se congregaba un grupo de unas quince personas, algunas de ellas con cámaras.

    —¿Qué sucede? —preguntó la flor de cerezo sin entender nada de lo que ocurría fuera del auto.
    —Voy a realizar uno de mis sueños —respondió su padre, conteniendo el entusiasmo—. Te presento el nuevo Café Clow.

    La joven apenas podía creer lo que veía y oía: ¡su padre al fin se había decidido a abrir una cafetería! Sakura costosamente podía respirar por la emoción mientras acompañaba a su padre y hermano hacia la puerta del establecimiento, la cual estaba antecedida por un gran lazo rojo. El flash de pares de cámaras sonó casi al unísono cuando la cinta fue cortada por la mitad por el orgulloso dueño del Clow.
     
  9.  
    Bylen

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    Re: Las alas perdidas [TRC]

    Sss....Sugoi!! *-*
    Que hermoso!! Toda tierna Sakura... Pero... ¿Syaoran peleará con alguien? Nooo!!! Que no se lastime! Syaoran es sagrado!! Que no le hagan daño!! T-T
    Quisiera pronto la actualización, para poder seguir leyéndote y aprender de tan buena escritora! ^^
     
  10.  
    BelAhome

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    Re: Las alas perdidas [TRC]

    Linda conversación entre Touya y Sakura, ella sí que sabe como enternecer el corazón de cualquier persona. Es una pena que Syaoran no la alcanzara a la salida, otra vez volviendo juntos...^^
    ¿La cafetería tendrá un papel importante? Bueno, eso lo sabrmos más adelante.

    Ya creo me daré por vencida en ver que corregir, otra vez lo hiciste perfectamente para mis capacidades, lo cual me permite concentrarme enteramente en la trama y eso me gusta.
    ;)
     
  11.  
    Pami

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    Re: Las alas perdidas [TRC]

    ¡Excelente capítulo!
    En cierta forma, varias ideas comienzan a rondar por mi cabeza. Espero que alguna de esas sea la que estás creando, si no... ¡que mejor!
    Lo del café no me lo esperaba, siempre he visto a Fujitaka como un arqueólogo pero creo que ahí entrará Fai... y gran-gato siempre me ha parecido un buen personaje.

    Lo de Tôya y Syaoran es lo más preocupante...
     
  12.  
    Lady Kyros

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    Re: Las alas perdidas [TRC]

    ¡Ahora la trama e identidad de los personajes comienza a revelarse! :)





    VI

    Aquel día la comida corrió por cuenta de la casa. El señor Kinomoto sí que sabía cocinar, y con ayuda de Touya y sus cocineros se encargaron de dar un festín a los periodistas y curiosos que habían acudido a la inauguración del Café. Sakura iba y venía entre las mesas de los comensales llevando los pedidos, tomando nota de nuevas peticiones e intentando atraer la atención de los transeúntes que pasaban fuera del Clow; nunca antes había visto a su padre tan contento.

    La flor de cerezo se preguntó si entonces no habría sido esa la verdadera razón para cambiarse de ciudad; si se la hubiesen dicho no habría hecho tantos berrinches por la mudanza.

    El día transcurrió en la más completa normalidad y alegría: el Café estuvo lleno, los pedidos fueron abundantes y la clientela generosa. ¿Qué más se podía pedir de un primer día? Aunque a Sakura se le ocurría algo: los ojos avellanados de Syaoran.

    Se maldecía por tenerlo presente en sus pensamientos a cada momento, no se explicaba el porqué de la fascinación que tenía por ese chico; no entendía por qué motivo deseaba con todas sus fuerzas que en aquellos momentos, amparada en la oscuridad de su cuarto, él se encontrase a su lado. ¿Qué tenían aquellos ojos fríos que la intrigaban? ¿Cómo podría sentir atracción por un muchacho que en comparación con una roca no tenía mucho de diferencia? Intentar hablar con él le parecía casi tan productivo como charlar con su almohada. ¿Entonces qué era? Si no le atraía su forma de ser, su carisma, ¿qué era?





    —Debo hablar contigo, Syaoran.

    El lobito volteó lentamente al oír aquella voz suave y a la vez imperativa que ya tanto conocía. Frente a él la madre de Tomoyo lo miraba con una expresión indescriptible dibujada en sus bellas facciones.

    —¿Quién es la chica con la que estabas el otro día?
    —¿Quién? ¿Tomoyo? —preguntó el chico, poniendo los ojos en blanco.

    La mujer sonrió, pero la alegría no llegó a contagiar sus ojos.

    —Esa chica nueva de tu clase —aclaró sin elevar la voz—. ¿Qué hacías con ella?

    No era una pregunta, sino una orden para explicar su proceder.

    —Su hija me dijo que fuera más amable con ella, eso es todo —expuso el joven, huyendo a la mirada de la hermosa mujer.
    —Es verdad, madre.

    Tomoyo, que hasta esos momentos había estado sentada detrás de su madre, se hallaba ahora de pie a su lado.

    —Sakura es nueva en la escuela, y tú sabes cómo es Syaoran de amigable —rió la amatista.

    La señora Daidouji guardó silencio, pero siguió examinando minuciosamente las expresiones del lobito. A Syaoran le incomodaba ser mirado de esa manera, en especial si se trataba de aquella mujer; sentía que nunca podía esconderle nada... y no estaba seguro de si la respuesta que le había dado era verdad; al menos eso era lo que estaba dispuesto a creer.

    —Bien, pueden retirarse. Ah, y Syaoran... —Lo llamó antes de que cruzara el umbral de la puerta—, llevas años viviendo con nosotras; llámame Yuuko.




    Yuuko, aquella mujer, aunque hermosa, le aterraba: su largo cabello azabache, su piel resplandecientemente nívea y ojos... azules. Rió para sus adentros, pero su risa carecía de humor, más bien era amarga; ¿alguien conocería la verdadera identidad de esa mujer? ¿Conocería Tomoyo, como él, de qué era realmente capaz su madre? Azules, repitió para sus adentros, antes de darse vuelta en su cama y prepararse para otra difícil noche en la que debía batallar con la imagen de Sakura invadiendo sus sueños. Niña tonta.




    El fin de semana llegó rápido, y el grupo de alumnos bajo la supervisión del profesor Yukito Tsukino subía animadamente al bus que los llevaría de campamento a la playa. Sólo un joven parecía no contagiarse por la alegría de los demás: Syaoran estaba sentado en el último asiento con la mirada clavada en el vidrio, como si quisiera ignorar el bullicio hecho por sus compañeros.

    —¿Sakura?

    La flor de cerezo volteó al oír la voz de Tomoyo cuando se disponía a subir al bus.

    —¿Qué ocurre?
    —Verás... —la amatista parecía luchar consigo misma para hallar las palabras adecuadas—. Quería pedirte un gran favor.
    —¿Un favor? ¿Cuál? —inquirió la joven de ojos esmeraldas con extrañeza.
    —Emm... yo sé que no es una gran compañía, y que seguramente no hablará en todo el viaje —comenzó apresuradamente—, pero no me agrada la idea de dejarlo solo... Yo lo acompañaría si pudiera, pero debo sentarme con el profesor para charlar asuntos del festival escolar...
    —Espera un momento —la cortó—, no te estoy entendiendo nada.

    Tomoyo tomó las manos de Sakura y clavó sus ojos en los de ella.

    —Por favor, acompaña a Syaoran. Los asientos y alumnos coinciden y sé que nadie querrá sentarse con él de buena gana, por eso te lo pido a ti. Por favor...

    Sakura sintió cómo la amatista presionaba levemente sus manos, como si le suplicara en silencio que aceptara cumplirle aquel favor. Aunque la flor de cerezo sabía que no era necesario que se lo pidiera tan fervientemente: durante toda la semana no había pensado en otra cosa que no fuese poder estar cerca de Syaoran.

    —Lo haré.




    Tal como lo había pronosticado Tomoyo, el lobito no parecía tener la más mínima intención de entablar una conversación, por lo que el ambiente entre ambos cada vez se volvía más tenso. La flor de cerezo intentaba no respirar, no por temer molestarlo como antes, sino porque cada vez que inspiraba el perfume de Syaoran le parecía perder un poco la noción de dónde estaba.

    —¿Por qué pones esa cara?

    La voz aterciopelada y a la vez divertida de él la trajo de vuelta a la realidad; Sakura se sonrojó al percatarse de que había cerrado los ojos y esbozado una sonrisa al aspirar su aroma una vez más.

    —Parecías estar soñando... ¿Te quedaste dormida? —preguntó con tono burlón—. Apenas llevamos casi una hora de viaje, faltan al menos otras dos.
    —No dormía, sólo pensaba —se defendió Sakura con las mejillas encendidas.

    El lobito alzó una ceja y luego soltó una seca carcajada, para volver a fijar la vista en el cristal. La joven ya no pudo reprimirse más.

    —¿Vas a ignorarme todo el viaje?

    El tono de reprimenda en la dulce voz de la flor de cerezo bastó para que Syaoran la mirara extrañado.

    —¿Perdón?
    —Es bastante desagradable viajar acompañada de una roca —continuó, con el entrecejo fruncido—. ¿No podrías ser un poco más amable?
    —¿Como la otra vez? —preguntó con sorna—. Estoy seguro de que estás molesta por la aparición de ese...
    —¡Cuidado de cómo te refieres a mi hermano! —lo cortó al percibir un matiz de desprecio en la aterciopelada voz del lobito.

    Syaoran la miró entre confundido y divertido.

    —¿Tu hermano? ¿Ese sujeto es tu hermano?

    No podía concebir que una chica tan... alegre tuviera lazos sanguíneos con un sujeto de aspecto tan intimidante. Aunque también debía admitir que en el fondo aquella revelación no lo sorprendía por completo: la sensación que lo inundó al conocer a Sakura era muy similar a la que tuvo al ver a ese tipo. Se preguntaba si el motivo de su alarma era aquello que pensaba, aunque le parecía prácticamente imposible... ¿o no?













    Les pido perdón de antemano si me demoro en sacar el próximo capítulo; estoy en período de certámenes y no hay luces de Sandritah para que betee lo que llevo escrito. ToT
     
  13.  
    BelAhome

    BelAhome Usuario común

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    Re: Las alas perdidas [TRC]

    ¿Yuuko madre de Tomoyo? Eso me tomó por entera sorpresa, y que decir de ese comentario que hizo nuestro pequeño lobo.
    Todo un campamento en compañía de Syaoran... esto parece ser muy prometedor ;)
    De a poco todo va tomando forma.
    Suerte con tus exámenes y que terminen pronto así puedo seguir leyendo :)
     
  14.  
    ayatimas

    ayatimas Iniciado

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    Re: Las alas perdidas [TRC]

    yuko?... tomoyo?... ¿madre e hija? la ultima neurona que me quedaba se ha fundido
    bueno esta muy gracioso lo de la roca de verdad que me he partido de la risa asta luego
    besos
     
  15.  
    Pami

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    Re: Las alas perdidas [TRC]

    Que Yuuko sea la madre de Tomoyo me sacó de onda, es algo peculiar pero interesante. Sobre todo tomando en cuenta la personalidad de ambas, pobre Tomoyo xDU.
    El que Syaoran y Tomoyo vivieran juntos fue idea de Sandra, que me pareció probable.

    Ahora: falta ver exactamente de qué va todo.
     
  16.  
    Lady Kyros

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    Re: Las alas perdidas [TRC]

    No acostumbro que de verdad acierten las suposiciones de los demás. xD Espero que para la próxima no sea tan sencillo. :P
     
  17.  
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    Re: Las alas perdidas [TRC]

    Me sorprende que nos dejaras ganar xD.

    El padre de Sakura lo tenia bien guardado, ¿como es que la florecita no se dio cuenta? o,o Una caracteristica mas que se le tiene que agregar al señor x'D.

    Vaya, si que habra mucho amor entre Touya y Syaoran, solo de imaginarmelo me pongo ansiosa ><!

    Continuacion para cuando estes libre, Kyros =)
     
  18.  
    Lady Kyros

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    Re: Las alas perdidas [TRC]

    Ya me falta poco para terminar con la tortura de los certámenes; mañana tengo el último. Aquí les dejo el séptimo capítulo, ojalá les guste. =)





    VII

    —¿Te causó muchos problemas?
    —No, tranquila.

    Apenas descendieron del bus, Tomoyo se acercó a la flor de cerezo para preguntarle qué tal había sido el viaje hacia la playa.
    Luego de decirle que Touya era su hermano Syaoran se había vuelto hacia la ventana y no le dirigió la palabra: parecía estar sumido en profundas reflexiones.




    —¿Crees que sea posible?

    El lobito paseaba nerviosamente frente a la amatista, lejos de las miradas de sus compañeros. La joven parecía meditar las palabras del chico, como si se tratase de un asunto muy delicado.

    —¿Crees que por eso tuviste aquella reacción al conocerla? Si no hubieses entrenado tu autocontrol...
    —La habría atacado, lo sé —la cortó furioso—. Sólo te pregunto qué piensas acerca de lo que te dije... ¿Pueden ellos ser...?
    —Es una posibilidad —concordó antes de que Syaoran terminara la frase—, pero también puede ser una falsa alarma.

    El chico gruñó por lo bajo: estaba casi seguro de lo que decía, nadie podría sacarle de la cabeza que tanto Sakura como su hermano eran...

    —¡Syaoran! ¡No te atrevas a hacerles nada! —le previno Tomoyo con tono amenazante. Al lobito le sorprendió el parecido de aquellos ojos con los de su madre, aunque el color no era igual.
    —Intentaré controlarme.

    ¡Qué fácil era decirlo! Pero ¿cómo hacerlo si el aroma de ella lo aturdía constantemente? Realmente parecía una salida esperanzadora deshacerse de la flor de cerezo; a su lado mantenerse bajo control le costaba casi tanto como antes de iniciar su entrenamiento. Incluso cuando estaba lejos de ella le parecía percibir su efluvio en el aire y no podía evitar invocar en su mente sus hermosos ojos esmeraldas...

    —¿Syaoran?

    La voz de la amatista lo trajo de golpe a la realidad. Se maldijo por dejar nuevamente que aquella niña penetrara en sus pensamientos, pero se encargaría de que no volviese a ocurrir.

    —Estoy bien, ya te dije que seguiré controlándome; pero si hace algo sospechoso...
    —Puede que sea una coincidencia —lo atajó—. Insisto en que no te precipites, podemos estar sacando conclusiones apresuradas y yo... —bajó la vista para esconder la tristeza que se asomaba en sus ojos— no quiero hacerle daño.

    El lobito miró a la amatista con el semblante inexpresivo para luego darle la espalda y volver con el grupo: tenía decidido vigilar cada movimiento de la joven flor de cerezo.




    —¡Atención todos! —Los alumnos guardaron silencio al oír la alegre voz de su profesor—. Tenemos que distribuir las habitaciones, recuerden que son para tres personas, ¿tienen los grupos formados?

    A Sakura se le revolvió el estómago al percatarse de que ella no tenía grupo: Rika, Naoko y Chiharu dormirían juntas.

    —¿Quieres ser mi compañera? —preguntó una melodiosa voz a sus espaldas.
    —¿Enserio, Tomoyo?
    —Claro que sí; además como somos catorce mujeres, en una habitación sólo deberán dormir dos —sonrió la amatista.
    —¡Gracias! —exclamó la joven de ojos jade, abrazando a la chica.

    El gruñido que emanó de la garganta de Syaoran al ver la escena afortunadamente no fue oído por sus compañeros. Tanta cercanía le parecía peligrosa, aun para Tomoyo; sin embargo, le permitiría vigilar los pasos de Sakura.



    Al anochecer todos se reunieron en torno a una fogata para charlar animadamente de los recuerdos de excursiones anteriores, así como también para contar escalofriantes historias de terror. Naoko tenía un talento especial para asustar a quienes la oían relatar macabros hechos de asesinatos e invocaciones demoníacas. El joven de ojos avellanados, que estaba sentado al lado de Sakura, se quedó de una pieza al sentir la mano de ésta presionar la suya cuando la historia llegaba a su clímax. La joven tenía el rostro excesivamente pálido y los labios fuertemente apretados, como si luchara con todas sus fuerzas por retener un grito de terror; no se percató de que había tomado la mano de Syaoran.

    La flor de cerezo cayó de espaldas cuando Naoko, en otra de sus historias, lanzó un grito agudo y siniestro, asemejando el graznido escalofriante de una banshee. Escuchaba con los ojos casi desorbitados por el miedo la descripción de hermosos personajes con inclinaciones demoníacas que perseguían a los humanos para asesinarlos de formas despiadadas por simple diversión.

    La reunión se vio interrumpida abruptamente por una lluvia torrencial e inesperada. Los alumnos corrieron a refugiarse en las cabañas respectivas, mientras Sakura buscaba a su compañera sin éxito alguno.

    —Daidouji tuvo que ir a su casa, pero mañana regresará —le explicó el profesor cuando la joven le comunicó su preocupación—. Será mejor que vayas a acostarte, aquí está la llave de tu cabaña.
    —¿Cabaña? ¿No era sólo una habitación? —preguntó la flor de cerezo tragando con dificultad.
    —A las chicas se les han asignado cabañas; son más pequeñas que las que comparten los hombres, pero poseen amplios guardarropas —contestó Yukito sonriendo.

    Ya en la cabaña Sakura se arrojó a la cama para cubrirse con las mantas. Aún podía oír la voz de Naoko narrando aquellas terroríficas historias; estaba segura de no poder conciliar el sueño estando sola. ¿Por qué tuvo que irse la amatista justamente aquella noche?

    —¿Tomoyo?

    La flor de cerezo se incorporó de un salto al oír la voz del lobito. Syaoran la miraba con una mezcla de recelo y extrañeza reflejada en sus avellanados ojos.

    —¿Por qué estás llorando?
    —N-No es n-nada —contestó la joven con un hilo de voz; la dominaba el miedo—. Tomoyo se ha ido a su casa, no me han dicho por qué. ¿Cómo pudiste entrar?
    —No cerraste con llave.

    El chico permanecía parado en el umbral de la puerta del dormitorio, observando el camino que habían dibujado las lágrimas por las mejillas de la joven.

    Lo que sucedió a continuación lo tomó por sorpresa: un relámpago, un grito, y luego se había perdido en el dulce aroma de la flor de cerezo. Sin darse cuenta tenía los brazos de ella alrededor del torso, su rostro anegado en lágrimas hundido en el pecho y su cabello lo embriagaba con su perfume.

    Volviendo de golpe en sí quiso alejarla, aquella cercanía era más que peligrosa si sus sospechas eran ciertas, pero oyó los sollozos de la joven y se sintió desarmado. ¿Qué ocurría? ¿Por qué lloraba?
    Sin poder contenerse la rodeó con sus brazos: una necesidad imperiosa de protegerla se había apoderado de él al verla tan frágil entre sus brazos; tenía la certeza de que era un enemigo, sin embargo decidió ignorar el odio que había sentido por ella momentos antes. Aprovecharse de su debilidad para atacarla no era honroso.

    —¿Estás bien?

    Sakura lo abrazó con más fuerzas al sentir un nuevo relámpago.

    —¿Estás... asustada? —preguntó el lobito al percatarse del temblor que se apoderaba del cuerpo de la chica.

    La flor de cerezo asintió, incapaz de gesticular palabra alguna. El joven la apartó de sí con delicadeza, buscando el encuentro de sus ojos.

    —Debo irme.

    Sakura sintió que se desvanecería ante la mirada preocupada de Syaoran, tan cargada de dulzura que no pudo evitar formular aquella petición que se anidaba en su pecho:

    —Quédate conmigo, por favor...

    La súplica en la voz y ojos de la chica no pudieron dejar indiferente a aquel frío muchacho, quien sabiendo que se exponía a un gran peligro respondió sin titubear:

    —Descuida, te protegeré.

    Estrechó el cuerpo de la flor de cerezo contra el suyo, acurrucándola entre sus brazos mientras Morfeo venía a reclamar su sueño. Los temores y miedos desaparecieron de la mente de Sakura al aspirar nuevamente aquel perfume que la embriagaba... Las imágenes de demonios y brujas despiadadas habían sido reemplazadas por el apuesto rostro de Syaoran.
     
  19.  
    BelAhome

    BelAhome Usuario común

    Aries
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    Pluma de
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    Re: Las alas perdidas [TRC]

    La espera valió la pena, así que esta vez no serás presa de mi venganza ¬¬
    ¡Muchas incognitas! que quedan en un segundo plano. Seamos sinceros el que Sakura y Syaoran estén abrazados en una noche de tormenta y todo porque ella tiene miedo es más importante que el resto :)
    Lo diré... son muy parecidos a los de CCS xD
    y seguro eso es intencional *perverso*
     
  20.  
    ayatimas

    ayatimas Iniciado

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    Re: Las alas perdidas [TRC]

    o... que bonitoo... ahi.... abrazaditos .... se me cae la baba de imaginarlo...
    besos
     
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  1. Lady Kyros
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