La Vida en el Circo: ¿lo imaginarías? (ShikaTema,NaruHina, SasuSaku,NejiTen,SaiIno)

Re: La Vida en el Circo: ¿lo imaginarías? (ShikaTema,NaruHina, SasuSaku,NejiTen,SaiIn

Doble post abajo!

 

Re: La Vida en el Circo: ¿lo imaginarías? (ShikaTema,NaruHina, SasuSaku,NejiTen,SaiIn

Holas mis lectoras ¿cómo están? Déjenme decirle, que me he cuajado de la risa con cada comentario. Me encanta esa locura y felicidad que tienen xD No se pueden quejar. Estoy actualizando cada semana, e hice un poquito mas largo...

Capítulo 5: Amores correspondidos y no correspondidos

-¡Eso Gaara! ¡Hablando con la novia!-gritaba Sasuke a los cuatro vientos, tratando de enfadar al ninja de Suna.

Éste no le prestó atención en lo más mínimo, o al menos eso aparentaba. Repentinamente la puerta de la habitación del Uchiha y del Uzumaki se abrió toscamente.

-Neji-susurró el pelirrojo dirigiendo su mirada al mencionado

-¿dónde estabas?- preguntó el pelinegro haciéndose el indiferente, pero la curiosidad le ganó con creces.

Recordó que el Hyuga había salido a practicar algunos golpes, pero ¿cuatro horas? Neji no se cansaba rápidamente, pero tampoco es que tuviese el espíritu de Lee para la perseverancia.

-Acompañé a TenTen hasta su habitación- respondió secamente, pensando que así, a lo mejor, callaría al portador del Sharingan.

Pero fue todo lo contrario. Estimuló mucho más la imaginación del peliazabache y del malabarista, para colmo.

-No queremos detalles de qué tan lejos llegaron en su habitación- especificó el Sebaku No menor.

-¡Par de pervertidos!- exclamó el ojiperla, parándose de donde estaba sentado.

Lanzó con fuerza dos almohadas hacia los chicos. Por algo tenía los brazos tan fortalecidos. Sasuke tenía buenos reflejos y la atajó. Sin embargo, Gaara no contó con tanta suerte. El cojín le dio directamente en la cara, preciso en la nariz.

-Y a éste qué mosca le picó- dijo sarcásticamente el castaño, abriendo sus ojos como plato.

-está enamorado- contestó el tragafuegos, dándole codazos al shinobi de la arena, como un gesto de picardía.

-Ya dejen de fastidiar, inútiles- primero miró al Uchiha, que lo tenía más cerca. Y luego al heredero del clan Hyuga.

Con esas miradas asesinas y aterradoras. Se sintieron hasta tal punto intimidados que Sasuke trató de esconderse detrás de Neji. Algo muy bajo incluso para él. Y el experto en taijutsus, lo empujaba, para refugiarse tras él. Siguieron con ese “jueguito” hasta que Gaara, ya harto, advirtió con su voz ronca:

-Sino dejan de atormentarme, haré picadillo con uds. Y serán la comida de Akamaru ¿qué les parece?- en esta última frase, el malabarista sonrió macabramente.

Sus amigos sabían que esta falsa “alegría” albergaba sentimientos y pensamientos maquiavélicos. Los dos muchachos tragaron saliva. Cuando Sebaku No Gaara prometía algo, lo cumplía, aunque costase su propia vida. Como el caso del hombre de la tintorería.

Sólo faltó que le manchara su franela roja favorita, para que ese viejo diera a parar al hospital de una hemorragia nasal. El shinobi y el portador de Byakugan se sentaron resignados, entonces comenzaron a murmurar:

-¿quién es la desafortunada?- interrogó Neji viendo fijamente al ojiverde, que mensajeaba con alguien

-Ni idea. Tengo la impresión de que es Matsuri- era un presentimiento, pero no había certeza.

-¿cuántos días tiene de ausencia?-

-dos semanas- aseguró el moreno contando con los dedos

-Debe ser fatal para nuestro amigo- confesó el ojiperla… demasiado tarde.

Neji y Sasuke se quedaron petrificados, al ver que Gaara tenía la mirada puesta en ellos. Era diabólica, como si quisiera matarlos.

-Gaara ¿cuánto tiempo tienes observándonos?- inquirió el pelinegro, preocupado por la reacción del adolescente

-Lo suficiente… como para que sean aperitivo de Akamaru- el muchacho se abalanzó sobre los otros dos.

Al peliazabache lo ahorcaba, mientras que al castaño le hacía una llave con sus piernas alrededor de cuello. Si había algo que odiaba el menor de los Sebaku No, era que intentaran descifrar sus sentimientos. Sus emociones. Y si estaba o no enamorado de una mujer.

¡Eso no es problema de nadie! Sólo se lo acepta a Temari, porque es su hermana, y la salva que sea del sexo femenino. Porque hasta cuando Kankuro quiere hacerse el “gracioso”, recibe una golpiza de su hermano. Pero nadie más. Pasaron minutos. Eternos para Sasuke y Neji que sufrían las rabietas de de Gaara. Iban perdiendo el conocimiento hasta que…

-¡Gracias por Kami!- exclamaban los chicos, arrodillados a un joven mayor

-Gaara- regañó el marionetista con su tono de fastidioso hermano mayor

-¡Sino fuera por ti, hubiéramos muerto en manos de ese desgraciado!- exageraba el Hyuga ahincado frente a Kankuro. Éste arqueó una ceja y el pelirrojo negó con la cabeza

-Como sea- habló el castaño con pintura morada, cubriéndole el rostro- ¿quieres ir al bar?- ofreció el titiritero.

Los shinobis me miraron de reojo. Gaara tiene 16 años. ¿Cómo lo invita a un bar? Qué familia tan rara. El malabarista le sonrió y le dijo que no se preocupara. Su hermano alzó los hombros y se despidió << ¡Qué maleducado.¡ No nos preguntó para ir nosotros! >> pensaron los artistas circenses al mismo tiempo. Neji suspiró y el Uchiha repitió la acción.

Sasuke se dejó caer en su cama, con los ojos cerrados. Y el ojiperla se apoyó en la pared, recostado en la litera de Naruto. El Sebaku No, los observó para luego mirara la pantalla de su celular. Y sonrió, pero esta vez, amablemente, como si charlase con Matsuri…

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-Dale. Ordena lo que desees- le calmaba el rubio a su cita, también rubia

-No sé. Me da pena. Los platillos son costosos- señalaba Temari, verificando en el menú los exorbitantes precios

-Yo te traje a este restaurante. Yo invito- dijo caballerosamente haciéndola sentir en confianza.

Tenía buen gusto para escoger lugares de comida. El de esta ocasión era pequeño pero acogedor. Sus paredes pintadas de marrones y ocres reflejaban las luces tenues de las lámparas en vitrales. La atención era excelente. Y la calidad de los manjares y su apariencia hacían agua la boca de los comensales. Temari se apresuró a decidirse por algo, debido a la presencia del camarero, impaciente

-Disculpe señora ¿puede darse prisa?- exigió el joven de cabellos obscuros groseramente.

La Sebaku No se irguió, preparada para poner en su lugar a ese empleado. Deidara rió por lo bajo

-¿quién le ha dicho que me llame “señora”? para su información tengo solo 18 años-

-sí, como le venga en gana. Sólo ordene algo. Tengo compromisos- reveló el cuarentón.

<<Cliché>> analizó la pirotécnica

-¿tiene una cita?- el ojigris pudo ver ese destello de maldad en su acompañante. Había armado una estrategia

-sí. Con una mujer muy importante y honorable- aclaró, con estrellitas en sus ojos

-Saludos para su madre – atacó Temari, hiriéndole en su punto débil.

Su orgullo. << Touché*>> se dijo a si mismo Deidara. Al hombre, le han subido tres colores. De rojo a azul, de azul a verde. Iracundo humillado y enfermo. Gran jugada. No tenía nada. Pero usó esa excusa de sentirse afectado para retirarse antes. Ganándose silbidos y aplausos hipócritas provenientes de la pareja.

Un muchacho más joven, se acercó, amablemente, anotando la orden. El rubio se sorprendió de que los sacaran a patadas del restorán. Ella siempre se salía con la suya

-Quiero una ensalada- pidió la chica, cruzándose de piernas, atrayendo la mirada de varios presentes, entre esos, el que los atendía

-¿tan poco?- la ojiverde asintió a la interrogante del pretendiente- bueno, tráigame una hamburguesa con doble libra de carne, tocineta, papas fritas, dedos de pollo, malteada de chocolate, helado de vainilla, brownie y torta blanca para llevar- la rubia abrió sus ojos del asombro, también ligeramente la boca. Deidara le sonrió cómplice

-¡¿cómo te mantienes tan delgado?! ¿Eres bulímico o qué?- inquirió la rubia sarcástica y preocupada simultáneamente.

La verdad, ese hombre tenía un cuerpo envidiable. Los brazos tonificados y musculosos, pero sin exagerar un abdomen plano y firme, muy bien esculpido. La espalda ancha y piernas largas y gruesas que le encajaban perfectamente

-Es sólo ejercicio ¿quieres tocas?- el rubio se dobló la manga de la camiseta.

A la artista de fuegos artificiales, se le hizo un particular brillo al palpitar esos bíceps. No había duda alguna. Cualquier chica se moriría por estar con él.

-Brazos firmes ¿eh? Ahora puedo tener la seguridad de que me agarrarás si me caigo “accidentalmente”- susurró seductoramente la kunoichi en forma de broma. Sin embargo, el Akatsuki pareció seguirle la corriente

-Tú no te quedas atrás- no quiso negar el hecho de que no pudo evitar mirarle las piernas en toda la noche.

Y mucho menos, cuando usaba aquella minifalda negra. Sabía, que por elección propia, ella nunca hubiese escogido eso. Tal vez, fue idea de sus amigas. Pero a pesar de todo, una muy acertada. Le gustaba, tal y como era. Pero esos detalles, simplemente resaltaban su belleza.

Ella se ruborizó ante la mirada penetrante y abismal del joven frente a su persona.

-Lo siento. Creo que a veces, expreso de más- soltó una carcajada nerviosa. Y llevó su mano detrás de su nuca, rascándosela.

-Es normal. No te preocupes- le dijo ella, para que se tranquilizara, tratando de romper esa tensión. Permanecieron algunos minutos en silencios, hasta que él conversó

-¿Cómo se siente vivir en un circo?-

-Es lo máximo, si sabes aprovecharlo. Si te gusta esforzarte y dar lo mejor de ti para los demás. Si no, entonces estás perdiendo el tiempo-

-Es difícil. Eres “famosa” y no se te suben los humos a la cabeza-

-Nada que ver- minimizó ella. No le gustaba darse tanta importancia, por algo que se supone, era su trabajo…

-Claro que sí. Cuando caminábamos, las personas no te dejaban de pedir autógrafos- recordó con cierto recelo. Ya que la mayoría eran hombres.

-A la gente le gusta lo que hacemos. Pero implica mucho sacrificio y práctica. Ante el público todo es alegría inminente y colores. Detrás del telón, se vuelve un manojo de nervios- le explicó la chica, acordándose de la conducta de cada uno de sus compañeros

-No quería decírtelo. Pero hoy te vi. Me impresionaste mucho- declaró el muchacho, mirando sin punto fijo la esquina del local

-Para mal ¿verdad?- indagó mostrando cierta nostalgia. No había estado de ánimos, en aquel acto. Su discusión con Shikamaru, la dejó perturbada y alterada

-Al contrario. Eres magnífica. Como en todo lo demás- Temari se sonrojó levemente por su comentario.

Deidara se enterneció y se acercó a su rostro

- quizá es por eso que me gustas. Eres “impredecible”- con el dorso de su mano acarició la cara de la Sebaku No.

Ella cerró sus ojos en un reflejo rápido. Él la contemplaba con amor. Era hermosa y verla tan vulnerable, hacía que el muchacho se enrojeciera. Parecía una niña pequeña. Que necesitaba protección y cariño. Y el rubio, estaba dispuesto a dárselo. Era de las pocas veces que se enamoraba. Y la conquistaría. Aunque tuviera que quitar a Nara Shikamaru de su camino. Sea como sea.

- Eres un gran hombre- le susurró la kunoichi en un matiz amistoso. Él le sonrió de lado.

La muchacha se llevó la mano a su boca. Esa expresión. Le pertenecía a su amigo. La sonrisa arrogante, de superioridad. Propiedad del vago Nara. Le reflejaba tanto a peliazabache

-¿qué pasa? ¿Tengo monos en el rostro o qué?- interrogó el joven, con un gesto serio, pero no por eso, menos cautivador.

El comentario hizo que la pirotécnica entrara en razón. Por un segundo creyó que la cita era con Shikamaru. Si su sueño, se hubiera materializado, sería la mujer más feliz sobre la faz de la Tierra.

-No es nada. Eres apuesto- mintió descaradamente con una sonrisa de oreja a oreja.

-Eres muy extraña Temari. Por un momento pensé que no me reconocías- admitió el ojigris, rascándose la larga cabellera amarilla.- come, que te llevaré a bailar.

En ese momento la Sebaku No mayor cambió drásticamente su expresión. No era por la propuesta, sino por el hecho de la imposición. Ella daba las directrices, no obedecía. Lo mismo se aplicaba a Shikamaru. El peliazabache hacía lo que a ella le daba la gana, sin rechistar.

Deidara notó su drástica conversión. Suspiró. Sería difícil. Pero no se rendiría tan fácil. Con ambas manos, dividió su hamburguesa en dos. Y le ofreció una mitad a Temari. Ésta se mutó. No se había percatado de que la comida había llegado hace cinco minutos. Ella lo miró con algo de asco. Era muy grasosa la bendita hamburguesa.

-Dale, tómala. Te gustará- le suplicó el joven, tratando de convencer a su cita. Ella le observaba con repulsión, y poco a poco con algo de temor, fue cogiendo el enorme trozo.

-Cómela- le demandó el rubio disimuladamente, para que ella no creyera que era una orden.

Temari hizo muecas desagradables. Casi le daba nauseas. Abrió el “elegante plato” para conocerlo mejor. La mayonesa se mezclaba con la mostaza y el ketchup. Los pepinillos revueltos. El queso parecía caducado…

-¿Tengo que hacerlo?- preguntó la rubia.

Deidara soltó una carcajada de arrogancia. Ese ademán bastó para que ella tomara los pantalones. Se ató una servilleta al cuello. Echó sus cuatro coletas hacia atrás. Y rezó mentalmente. Nadie. Pero nadie se burlaba de Sebaku No Temari. Le dio una gran mordida, manchándose los labios y la mandíbula de esa viscosa salsa.

-¿Así esta bien?- inquirió apenada. Deidara le sonrió tiernamente. Y con su pañuelo le limpió la boca, tal como lo hace un padre con su hijo.

-Ahora disfruta de tu ensalada. Hay mucho que hacer- le guiño un ojo.

Temari le besó la mejilla, ensuciándosela también. Escuchó una queja de parte de él. No lo iba a negar. Ella está enamorada de Shikamaru y de más nadie. Pero podría aprender a quererlo. Cuando uno sufre por amor, aprende a refugiarse en la persona que si te ama. Porque te ofrece una nueva esperaza…

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-Creo que no debí aceptar la invitación.- se lamentaba el pelinegro, sentado frente a la barra, en compañía de dos muchachos más

-Deja tus quejas Nara, que te coseré la boca si no te callas- amenazó un castaño, tomando un sorbo de sake

-Chicos ¡No dejen que la llama de la juventud se apague!- gritaba eufórico Lee, montándose sobre una mesa

-¡Oh no! ¡Ya comenzó de nuevo!- Shikamaru trató de esconder su cara dentro de su saco. Mientras Kankuro miraba hacia otro lado, tratando de evitar los ojos burlones de los espectadores.

El cejotas movía “sensualmente” su cadera. En movimientos circulares. Movía sus manos con tal gracia, que él decía parecerse a una gaviota.

-Una gaviota estrellada, querrás decir- le insultó el marionetista frustado.

Pero “Cejas de azotador” lo ignoraba. Copió los movimientos del Rey del Pop. El inigualable Michael Jackson. El “moonwalk” se ganó los aplausos y vitoreo de hombres y mujeres borrachos.

Deslizó su pie izquierdo hacia atrás. Y los brazos al compás. Colocó su mano en la pelvis, abriendo las piernas con una distancia de 20 cm. De atrás sacó so sombrero negro. Y se inclinó hacia atrás y adelante. Las mujeres gritaban como dementes, sin poder contener la adrenalina.

-¡Marica de Michael Jackson! ¡Baja de ahí!- vociferaron al mismo tiempo el pirotécnico y el titiritero, rojos por la ira y pena ajena.

-Vivan la vida al máximo. No dejen que la llama de la ju..-

-La llama de la juventud. Ya sabemos- completó Kankuro cargando con el cuerpo de Lee.

-Eres un salvaje- reveló el peliazabache, atónito por la forma de callar al “Michael Jackson 2”

-Había que hacerlo. Además con esa golpiza, no se atreverá a bailar nunca más frente a mí- dijo con aires de victoria el muchacho

-No es su culpa, fue por juntarse con ese “Gay-sensei” – le defendió el manipulador de sombras, haciendo broma con respecto al nombre de ese hombre.

Su nombre se escribe con i. Gai. Sin embargo, todo el mundo pensaría que es “Gay” por su conducta…

-Deja de ser tan aguafiestas y bebe algo- le sugirió, pidiendo una segunda ronda.

-Disculpe, pero antes de servirle, debo ver su cédula- <<Maldición>> bufó Kankuro.

Aún no cumplía la mayoría de edad para ingerir alcohol. Y sus amigos tampoco. Todavía faltaban algunos meses, pero las autoridades de Japón eran estrictas y de temer.

-No se preocupe Kankuro-san. Tome, aquí esta la mía- Shikamaru sacó de su billetera, un papel plastificado, donde ciertamente, decía que tenía 18 años.

La bartender, suspiró aliviada. Y se dispuso a mezclar whisky con algo de limón.

-Eres un genio, vago- le alababa el hombre, por haberlo salvado de cometer una infracción.

-Debes ser más precavido. Realmente baka. Si vienes a una discoteca, tienes que traer una cédula falsa-

-Pensé que la chica se rendiría antes mis encantos-

- Créeme, guiándome por eso, ya desde hace tiempo, hubiera sacado una o dos de estas identificaciones- dijo irónicamente el Nara.

-Ridículo- farfulló el castaño enojado, que coqueteaba con un grupo de chicas- mira quienes vienen ahí.

-Esto no podría ser peor- reclamó el muchacho viendo a las personas que se acercaban.

Eran Naruto, Kiba, Choji, y Shino.

-¡Chicos! ¿Qué hacen aquí ‘ttebayo?- interrogó Naruto, moviendo efusivamente la mano en señal de saludo.

-La pregunta es que hacen ustedes aquí- Shikamaru estaba harto, literalmente.

Había aceptado la preposición de Kankuro, porque quería desahogar su tristeza y enojo con sake. Pero no sirvió de nada. Él no es de esos hombres, que disfrutan en bares, bebiendo y con mujeres.

-Donde solemos comer, Ichiraku, estaba clausurado- informó Choji, con una depresión inminente, matándola con sus ansias de papitas.

-Un nido de cucarachas ¡Qué estúpido!- profirió Kiba, acariciando en el lomo a Akamaru.

-Me las hubieran regalado. Habría hecho un espacio en mi habitación- clamó Shino, triste, porque el dueño del local, dijo que las fumigaría.

-Es “nuestra” habitación- recalcó el adolescente de rasgos caninos- Y de ninguna forma dejaría que metieras esos bichos- un escalofrío le recorrió la espalda, al sentir que alguien, tímidamente le tocaba los hombros.

-Señor, no se permite la entrada de mascotas. Lo sentimos. Pero el perro debe salir- Akamaru gruño.

La chica, de baja estatura y cabello negro lacio, retrocedió varios pasos. Kiba sonrió orgulloso. Ese era su perro.

-Temo que no. Si el perro se va, entonces yo también- contestó el castaño vitoreándose

-Si así son las cosas, váyase pues- dijo la mujer de la manera más relajada. Naturalmente el Inuzuka no respondió de la mejor manera.

-Oblígueme- desafió Kiba levantando el tono de voz.

Shikamaru y Choji le hicieron señas de que se calmara. El Aburame permanecía ecuánime. Kankuro estaba muy ocupado bailando con una pelirroja, bastante ancha de caderas. Lee seguía inconsciente y Naruto, discutía con un hombre fortachón.

-No querrá retarme- respondió la pelinegra serena. Tratando de mantener la calma, ya que era un cliente.

-No me moveré de aquí- el chico perrón plantó sus pies como raíces en el suelo.

Estaba tajante a desplazarse. La chica, fastidiada, chasqueó sus dedos. En menos de un minuto, aparecieron tres hombres robustos vestidos de negro y con lentes obscuros, con pinta de matones.

-Intente moverme- retó el domador de perros. Sin ninguna dificultad, el hombre más alto lo levantó de los hombros

-Escúchame bien niño bonito- susurró al oído en tono amenazante- a los muchachitos como tú, me gusta reordenarles el rostro ¿qué opinas?- soltó una risa sádica.

Lo tiró al piso. Y se preparó para golpearlo directo en el rostro. El Inuzuka cubrió su rostro con sus manos en un intento inútil de evadir. Hasta que un grito le detuvo

-Kiba baka ¿en qué problema te has metido ahora?-

-¿Uzumaki Naruto?-

-Sí ¿quién es usted?-

-No lo puedo creer. ¿Puede darme su autógrafo?- el moreno sacó una libreta y le dio un bolígrafo de plumas rosadas. Algo que todos miraron incrédulos. El ojiazul, perturbado, escribió su firma en la hoja

-Falta “con cariño para Genma”- le recordó el hombre con un tono amanerado. <<No puede ser. Es marica>> pensaron todos. El gordo hizo tales gestos, que provocó carcajadas en el castaño

-¿Dónde está el hombre “rudo”?- bufó Kiba. Pero el fortachón fortaleció el amarre.

-Recuerdo que puedo rehacerte la cara- advirtió. Los shinobis se llevaron una mano a la frente en señal de resignación. Definitivamente sería una noche larga…

Continuará….

Espero algunos post! Sayo!

 

Re: La Vida en el Circo: ¿lo imaginarías? (ShikaTema,NaruHina, SasuSaku,NejiTen,SaiIn

Doble post abajo! Comenten y disfruten de la función xD

 

Re: La Vida en el Circo: ¿lo imaginarías? (ShikaTema,NaruHina, SasuSaku,NejiTen,SaiIn

Holas mis girly lectoras :3 ¿qué cuentan? Asshh ya se terminaron las vacaciones 0/0 A estudiar se ha dicho :D aunque no quiero xD Perdón por tardarme una eternidad en poner el capítulo, pero tuve que volver a mis raíces! Sí ShikaTema! Es que lo tenía abandonado a la pobre pareja!

Desde el capítulo 2 no aparecen. Iba a ser este capítulo más largo, ya que iba a contar con otra cosita, pero decidí dejarlo para el siguiente. Así que tiene 10 págs. (si todavía es muy largo)

En el capítulo que viene, por fin la entrada triunfal de Matsuri-chan!!! o al menos espero...

Amaretto* es un licor en el que se combinan el dulzor de los huesos de albaricoque con el amargor de las almendras los cuales están acompañados por alcohol puro, y azúcar caramelizado (muy fino nuestro Deidara xD)

Yasumi nasai* es buenas noches en japonés. Y picar* (o picarme* como aparece en el texto) es enojar o provocar. Una expresión muy venezolana.

Voten en mi encuesta, tengo pensado colocar a a los personajes de Akatsuki, pero cuando hagan su gira xD Ya tengo los demás tríos, sólo una parejita estará soltera. Pero tengo duda con el NejiTen.

Este es el link de las canciones:
Mambo Nuver five: http://www.youtube.com/watch?v=uz4eHPD40w4 (el baile de Temari está inspirado en este video, aunque creo que no lo describí muy bien. Jeje xD)
te aviso Te anuncio: http://www.youtube.com/watch?v=pKa6CQwPJE4( imaginen la pelea de Temari con esa chica, basándose en el video xD)

Muchas gracias por sus post. Las amo (L) Saben eso?? Gracias por leer y espero sus posts!

Capítulo 6: Secretos y no secretos

-La cuenta le hace 1000 yen- informó el mesero dejando la factura en una cesta con caramelos de miel.

-Malditos. Creen que con los caramelos van a “endulzarnos” el bolsillo- maldijo irónica Temari, a quien casi le daba un infarto, del monstruoso precio.- Me siento mal, Deidara.

-No seas dramática, yo te dije que invitaba- le tranquilizó él, serenamente, depositando un fajo de billetes en la modesta cesta.- Ahora vámonos-

Él se levantó de su silla, y se aproximó donde estaba su cita. Caballerosamente, arrimó el asiento hacia atrás, dándole paso a Temari, para que se levantara. El rubio estrechó su mano contra la de ella. En ese momento la Sabaku No permaneció inmóvil. Su cuerpo no respondía. No quería. Él violentamente retiró su mano, como si se quemase.

-Yo… lo lamento Deidara- se disculpó la rubia. El muchacho sonrió arrogantemente. La ojiazul, lo miró fulminándole.- ¡¿de qué te ríes?!- gritó, captando la atención de muchos.

-Es que… a cada rato te disculpas- le contestó el ojigris, caminando a su lado.

La chica de orbes claras, abrió sus ojos como si hubiese visto un espectro. Éste no era la verdadera Temari. La verdadera “problemática” según Shikamaru. La que discutía con todos. La que se quedaba callada como ahora.

-Creo que le he hecho daño a mucha gente- confesó observando al piso, sin un rumbo fijo, sin darse cuenta con qué o con quién tropezaba.

-Ten más cuidado mujerzuela- vociferaba una mujer de gran presencia. Alta, de cabello negro lacio. Engalanada con un vestido rojo que no dejaba mucho a la imaginación.- me rompí una uña por tu culpa bitch-

-Acabas de cavar tu propia tumba- le advirtió Temari, dejándole a su cargo su costosa bolsa Coach a su pretendiente.

Se despojó de sus zapatillas negras, para seguridad, porque no eran suyas. Y sabía que era muy capaz, de introducir el zapato en la boca de aquella impetuosa mujer, sino le callasen. Se tronó los dedos, produciendo un crack. Y movió su cuello en movimientos circulares. La otra mujer, por su parte, se quitó el lujoso collar de cristales y perlas. Rompió el taco de sus sandalias, en un impacto contra la rústica piedra. “Para pelear más cómoda”.

Temari, ante la visible intimidación que le presentaba aquella muchacha de genes claros, se precipitó y corrió hacia ella, derribándola sobre el duro y frío concreto. La pelinegra en defensa, le clavó las uñas de silicona en el brazo. La Sabaku No dio una vuelta, quedando encima. Comenzó a halarle el cabello falsamente teñido de azabache. Deidara y el hombre que acompañaba a esa extranjera se observaron las caras desconcertadas y sin saber qué hacer.

-¿No piensa hacer nada?- inquirió el ojigris, levantando los brazos, completamente fuera de sí.

-Ni lo sueñe. La última vez que me metí en una riña de mi esposa, salí trasquilado- relató el señor de cabello blanco, colocándose la mano en la frente, entregado por el comportamiento de su esposa.

Flashback

-¡Es mío!- gritaba atrozmente una joven, arrebatando lo que parecía ser un blackberry rosado.

-¡Mi papi me lo regalo a mi, no a ti!- corregía una adolescente como de 15 años, en el mismo tono de voz elevado.

-Vamos a ver quién tiene la razón- le decía incansablemente la chica caprichosa.

-¡Papi!- llamaron ambas al mismo tiempo, haciendo que la casa, temblara.

-Dime amor- respondió el canoso, con una gota deslizándose por su nuca.

-¿Ves? Me llama así a mí- le restregó la niña con los dedos pulgares señalándose a sí misma.

-No es cierto ¿verdad que no coshita?- le bombardeaba con preguntas al ojiverde desesperado.

-No nada que ver, terrón de azúcar- le respondía este empalagosamente. Comenzaron a darse esas muestras de “amor” que los hijos, por vergüenza, prefieren no presenciar.

-¡Váyanse a un motel!- reclamó la quinceañera enfadada. Su padre le doblaba la edad a aquella mujer. Y para colmo, era toda una arpía.

-Ten seguro, que volverás a escuchar esos “ruidos”- le afirmó la madrastra pícaramente, guiñándole un ojo a su marido. Su hijastra, colocó un gesto de total asco y repugnancia.- Pero antes, papi, dile a tu “adorable” hija, que el BB es mío-

-Bueno, no lo sé amor. Digo, hoy es su cumpleaños y…- trató de explicarle el paciente padre, pero fue inútil, enteramente.

-¡Yo lo quiero!- vociferó la muchacha, haciendo berrinches como una niña de 3 o 4 años. Se tiró al piso y comenzó a patalear, golpeando el mármol con la palma de la mano.

-Mi niña ¿será que se lo das y luego..-

-¡No!- respondió cortante la joven, cruzándose de brazos.

-Quizá yo debería quedarme con el celular, porque sino…- el peliblanco se quedó callado, al escuchar el estruendo del aparato contra la pared.

Giró su cabeza para observar y vio el preciado objeto con la pantalla partida. La bolita por un lado, y las teclas dispersadas por la fina cerámica. Un chirrido provino del hombre, que enfadado, cerró de un portazo tras de sí, mientras su esposa, le llamaba por: “mi vida, corachoncito” y la adolescente, se cruzaba de brazos, refunfuñando barbaridades y groserías….

Fin del Flashback

-Tuve que utilizar una peluca, tratando de detener a mi hija y a mi ex–esposa – explicó el señor, mirando aquella degradante escena.

-Pensé que era su esposa- le dijo Deidara, también observando como Temari se agarraba con aquella italiana.

-Era. Nos estamos divorciando- aclaró. El rubio, negó con la cabeza, en seña de pésame.

-Ya terminé Deidara-kun – notificó la ojiverde, relajando su cuello lateralmente, con una sonrisa victoriosa.

Dejando ver su franela blanca manchada y con algunas gotas de sangre. Su cabello, libre de esas cuatro coletas. Y sucio alrededor de su cara. Sin contar el sudor que descendía desde la raíz de su cabello hasta la nuca.

-¿Qué paso con Isabelle?- inquirió alarmado el hombre de orbes color avellana, ubicando con la vista, a la que una vez fue su mujer.

-Sólo le di su merecido por aclamarme zorra- le respondió, mostrando su blanca hilera de dientes.

La Sabaku No mayor le señaló con el dedo índice, donde se encontraba la peliazabache. Allí estaba ella, con la nariz rota, sangrando. Muchos rasguños en su delicado rostro y embarrada por el lodo y tierra de la acera. Y su sensual vestido rojo rajado. Pero al parecer, no era totalmente víctima, ya que se le acercó un muchacho de cabellos grises, a ayudarla. Y muy pronto, Isabelle, ya estaba entrando en su coche negro…

-¿Nos vamos?- preguntó el acompañante de Temari a la chica, recordándole que aún tenían pendiente un baile en el bar nocturno Kanto’s Night.

La mencionada solo asintió y sonrió, orgullosa de su hazaña. Gracias a Deidara volvía a ser la misma de siempre. Salvaje, libre, que no respeta normas y rebelde mujer de siempre. Pero sin perder ese toque, que le había inculcado Shikamaru. “Luchar por lo correcto, creer siempre en ti”. Y medir tus movimientos. Analiza bien la pieza que planeas mover…

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-Eres una bestia- aseguró el rubio abriéndole la puerta del establecimiento.

El enorme cartel con letras llamativas en orden formando K-A-N-T-O N-I-G-H-T hizo que la ojiverde temblara de emoción. Había venido una o dos veces, con sus amigos. De hecho, ella fue la que le consiguió la cédula falsa al Nara, gracias al favor de un conocido. El ambiente era alegre. Una multitud de gente bailaba sin estribos en la pequeña pista de baile. Mientras que lo más reservados sólo se limitaban a beber en la barra. Sitios como estos son perfectos para coquetear y ligar.

-Tú te enamoraste de esta “bestia”- resalto la kunoichi, recalcando la última palabra entre sus dedos, que simulaban comillas.
Ella ante los modales del muchacho, sólo se aceleró a entrar. Al escuchar que la portilla se cerraba, pudo contemplar mejor la oscuridad del sitio. Era sin duda un local moderno y con mucha clientela. De todas las edades. Púberes que no deberían estar ahí. Se notaba en sus facciones, que aún no eran mayores de edad. Y hombres y mujeres. Adultos jóvenes que sólo buscaban divertirse y pasar una noche sin compromiso y sin ataduras.

-¿Quieres algo de beber?- dijo Deidara con mirada interrogante, observando a todo y a todos.

Temari confirmó y le condujo hasta donde se encontraba las bebidas. Una especie de mesón largo, color negro, de granito. Completamente liso. Acompañando de seis sillas redondas con patas amplias. Ella se sentó en la primera. Su acompañante permaneció parado, ya que el no había realizado tal esfuerzo y ordenó dos Amaretto*. Le extendió uno a la pirotécnica, y él bebió del suyo.

Pasaron algunos minutos en ese estado, hasta que el DJ comenzó a mezclar la música en busca de nuevos ritmos. La Sabaku No mayor no pudo evitar la tentación. Ella amaba el baile. Era como el arte de su cuerpo. Una vez, quiso enseñarle al vago, pero era increíblemente torpe con sus pies. Si ella retrocedía, él la pisaba. Si avanzaba, el pelinegro se caía. Un consumado desastre.

-Tienes pies izquierdos para el baile, bebe llorón- farfulló al conmemorar aquel momento.

Él se quejaba mucho. Algunas veces ponía tales muecas que parecía como si estuviese sufriendo el castigo de Kami. Y sudando como si habitase en el mismo infierno. Realmente era gracioso verlo así. “Mujer problemática” dijo varias veces entre dientes, sin poder evitar reír.

-¿Quién te dijo que era pésimo bailando?- alardeó Deidara, como si el comentario fuese con él.

Se aferró a su mano y la arrastró hasta la pista. Temari prefirió así. Si le revelaba su pensamiento, que era sobre otro hombre, seguro se enfadaría. Y no le dirigiría nunca más la palabra. Sintió aquellos ojos azabaches clavarse en ella. Eso no podía ser posible. ¡Claro que no! ¡Shikamaru no podía estar ahí! Volteó su cabeza, desesperada, tratando de localizarlo. Ella lo conocía muy bien. Podía percibir su presencia. Su olor.

Y lo vio.

Sentado, observándole fijamente. Esperando respuestas. ¿Qué le reclamaba? Él sabía perfectamente que ella saldría. Fue conforme durante varios años. Esperando una señal de él, insinuándole que también le gustaba. A lo mejor ella, se le hubiese declarado, si ese fuera el inconveniente. Pero el pirotécnico le enseñó muy bien, que no debía arriesgarse sin tener nada seguro.

Manifestarle sus sentimientos sería un arma de doble filo. Por un lado, podría resultar en un noviazgo, con emociones mutuas. Sería adorable y hermoso. Pero hay un riesgo. Si por alguna razón, debieran terminar. No sabría en que términos quedarían. Si como amigos y enemigos. Poner en peligro la amistad, no es algo, que los dos quieran. Se tienen el uno a otro. ¿Qué más podría pedir?

Pero hay otra alternativa. Ella le dejaría ver su amor hacia él. ¿Y si está enamorado de otra persona? La decepción seria grande. Su corazón ya tiene mucha carga emocional. La muerte de sus padres, el hacerse “madre” a temprana edad de sus hermanos. Y toda clase de problemas existenciales que envuelve esta difícil etapa: de la niñez a la adultez. Porque un amor no correspondido mata lentamente el alma. Aniquila las ilusiones y te encierra en un mundo paralelo. Dónde crees que todo, estará bien. Y nadie ni nada te hará daño.

-Temari…-susurró en voz casi inaudible. La mencionada pudo leer sus labios.

Albergaba un sentimiento de odio y rencor. La mirada de Shikamaru había cambiado. La veía con aborrecimiento como si ella fuese una rata. El shinobi cerró sus puños, sin percatarse de lo que tenía en mano. Un vaso de vidrio. Aplicó tal fuerza, que fue inmediato. La copa se quebró en pedazos diminutos. Choji quien estaba a su lado, comenzó a gritar como paranoico. Limpiándole la sangre que escurría por su mano.

Lee, quien recientemente acababa de despertarse, se desmayó, por hallarse ante semejante hilo de líquido rojo.

-Kankuro ¿no crees que debemos hacer algo?- le preguntó Shino, con respecto al trapecista.

-Déjalo ahí. Ahora mismo es una perfecta imitación del mariquita del Michael Jackson- contestó Kankuro haciendo énfasis en la copia del Rey del Pop anteriormente.

-No te burles del Astro- le regañó Shino sacando un cassette de Jackson Five. Mientras le contemplaba con total adoración.

-Eso parece de la edad Picapiedra. Ahora se usa CDS geek- se mofó el castaño, soltando una carcajada sonora.

El Aburame sólo se limitó a acomodarse las gafas oscuras, haciendo caso omiso al comentario del marionetista.

-¿Qué te pasa ‘ttebayo?- interrogó Naruto, plenamente inocente de la situación de su amigo.- ¡Oh no! No me digas que te has unido a la tendencia del Teme-emo –

-No seas ridículo Naruto. Sin querer partir el vaso. Eso es todo- dijo con rabia, observando como la artista circense le correspondía con la mirada.

-¡Shikamaru! Te pareces a Sakura-chan en sus “días”- exclamó el rubio cruzándose de brazos, fingiendo estar indignado.

-¡Repulsivo!- dijeron al unísono los dos shinobis. Choji codeó al ojiazul, para que pudiera ver la causa del cambio del adolescente.

-¡Pero si es Temari-chan! ¡Yasumi nasai!*- gritó el comediante a todo pulmón, haciendo que ésta le saludara confundida. Ganándose la indirecta asesina del vago, y la de decepción del gordito.

-Naruto- le llamó Shikamaru sermoneándole con mohines. - ¿dónde está Kiba?

-Está en la esquina. Mira. Al lado de Akamaru- le señaló el shinobi, para que pudiera hallarlo.

Efectivamente era él, quien estaba sentado en el piso, al lado de una jaula metálica. Y dentro de ella, el perro blanco. Se le veía un ademán de total tragedia al Inuzuka, quien todavía retemblaba por el enfrentamiento con tal hombre, que resultó ser homosexual. ¡Y quién diría que la persona que lo salvó fue nada menos que el Uzumaki! Ciertamente, Naruto tiene encanto, para mujeres. Como le ha dicho Hinata-chan. Y para hombres, aunque sea atemorizante…

-Te vas a quedar ahí o vas a mover el esqueleto- llamó la atención el ojigris en un intento de generar risas.

Sin embargo, vio la pose rígida de Temari. Y vio por encima del hombro femenino, tratando de ver qué o quién causaba esa reacción en su cita. Se angustió al saber el causante. Nara Shikamaru. Pero ¿por qué estaba ahí? No era posible que los siguiera. Él se hubiera dado cuenta. Y lo peor, era notar, que tenía control sobre la rubia.

-Me quiero ir Deidara- murmuró la kunoichi, aferrándose a su antebrazo

-¿Vas a dejar que te domine?- inquirió el muchacho, observando con indiferencia al vago.

-No es eso. Antes de nuestra cita, peleé con él.-

-Entonces, no demuestres que te afectó- la impulsó hasta el centro de la discoteca. La agarró de hombros y le susurró al oído- Sé que tú no me amas. Pero lucharé por ti. Y comenzaré ahora. Haciendo que te olvides de él.-

Comenzó a reproducirse la música. Mambo Number Five de Lou Bega. La melodía era pegajosa. Y verdaderamente muy bailable. Cualquiera que la escuche, no puede evitar mover los pies. Hasta el más callado, zapatea. Era contemporánea. Y sin dudas, era una de las favoritas de las chicas. Tenía algo de influencia de los años 60 o 70. Cuando las rocolas estaban de moda.

Deidara la atrajo hacia sí. En un movimiento sensual. La verdad, la canción lo ameritaba. Temari, quien se dejó llevar por la adrenalina y por el simple hecho de que estaba en una discoteca, comenzó a bailar descabelladamente y placentero. Bajó enteramente lentamente en meneos deleitables. Y ascendió, chocando contra el pecho de su pareja.

Volvió a bajar, meneando carnalmente el trasero. Mientras Deidara sólo observaba. Era una vista muy pecaminosa. En ese momento, Shikamaru sintió desfallecer de sus celos. Temari lo hacía para provocarle. Y sabía que se desmayaría, como Cejotas, si no paraba. La rubia se enderezó. Y comenzó a agitar sus hombros. Y todo su tronco en una vibración de gracilidad. Moviendo en especie de zigzag.

Quedó frente a Deidara, zarandeando sus brazos, al mismo tiempo las piernas en movimientos coordenados. Años de experiencia. Y trabajo duro. Eso se lo agradecía a su madre, que antes de fallecer, la obligó a meterse en clases de bailoterapia.

-¡Maldición Temari! ¡Te gusta picarme*!- el Nara estaba cegado por la rabia.

Una muchacha, se sentó a su lado. Tratando de evocar su atención. Sin embargo, ella era tímida y sólo se limitó a verlo. Le pasó la mano frente a él, a ver si reaccionaba. Hasta que el vago, sintió ya que era como una molestia.

-¿Qué quieres?- indagó con cierta irritabilidad. La chica, sólo volteó la mirada, asustada. – Lo siento. Creo que he bebido de más- se excusó él, tendiendo la mano para presentarse.- Nara Shikamaru-

-Hisajima Shiho- la joven aceptó el saludo. Mostraba, una gran sonrisa.

Su cabello amarillo atado en una coleta. Con algunos pelos rebeldes, que se negaban a formar parte de su cabellera. Desaliñada. Y sus lentes oftalmológicos. Que le daban la apariencia de intelectual. Estaba vestida con una bata blanca de laboratorio.

-¿Eres doctora?- la adolescente negó con la cabeza.

-Trabajo en el laboratorio de pruebas en animales de Versace- explicó, que a pesar de tener 16 años, ya laboraba como tal.

-Eres muy joven. ¿Cómo entraste?- averiguó el pirotécnico, curioso. Ella tenía su misma edad. No podía ingresar así como así.

-Vine acompañada- especificó con un ligero color carmín en sus mejillas.- Ahí es-está- tartamudeó.

-Shiho ¿te sientes mal?- le preguntó preocupado, tocando su frente para comparar temperaturas.

-No te preocupes Shikamaru-san. Hace algo de calor.- le respondió desabrochándose un poco la camisa en un intento vano de parecer sexy.

-¿Quieres salir?-

-N-no – negó en un gesto, girando hacia el techo, por la pena.

-¿Bailas?-

-¿Eh?-

-Dale, será divertido- aseguró halándola de la mano ingenuamente. Lo menos que quería era demostrarle a Temari que le molestaba que bailase con otro hombre.

Sin embargo, el ambiente no se adaptó a la insocial yo de Shiho. El ritmo era demasiado acelerado ahora. Se adaptaba más al tango. Claro si se trataba de Te Aviso Te Anuncio de Shakira. Y la forma de bailar era algo erótico. Combinando el hecho de que Shikamaru no bailaba y que la joven científica, era bueno, no tenía habilidad para eso.

La oscuridad no era un factor que beneficiara. Solo se empleaban luces LED de colores. Y la iluminación era deficiente. La gente estaba apiñada y se empujaban unos a otros.

Inevitablemente a Shiho se le cayeron las gafas. Y Shikamaru no estaba de muchas ganas para ayudarla a buscar, así que hizo de la vista gorda. La rubia, se agachó para tratar de situarlas.

-¡Auch!- un pie le pisó la mano- ¡Hey tengan cuidado!- un hombre la atropelló haciendo que cayera boca abajo.

Su labio comenzar a sangrar. Gritó como una niña consentida, colocando los brazos en forma de cruz sobre su pecho. Y para completar tal acontecimiento, escuchó la estridencia de los lentes, romperse, por culpa de una mujer totalmente ebria que lo presionó contra sus tacones de aguja.

- Hisajima-san – le amonestó su compañero de trabajo.- ¿Otra vez, haciendo el ridículo? Venga, que nos vamos- le forzó del brazo, humillado, sin poder conquistar a una sola mujer.

Pero la verdadera degradación y humillación se realizó en el momento, en el que dos cuerpos masculinos colisionaron, cayendo al piso, en un fuerte impacto. Al mirarse directamente a los ojos, se produjo una guerra mental. Pero ¿quiénes fueron?

¡Oh no! Definitivamente ésta, es una pésima jugarreta del destino. Entre los centenares de personas presentes en aquel bar ¿Por qué ellos? Las probabilidades eran casi imposibles. Hasta absurdas. Y más siendo dos chicos con una cosa en común: una mujer.

Si se tratase de las disputas normales entre varones.

Primer paso: confrontación verbal.
Segundo paso: se caen a puñetazos.
Tercer paso: se estrechan las manos y las paces están hechas.

¡Qué fácil! Pero se trata de Nara Shikamaru y Mogami Deidara. Y todo está escrito. El ganador será el vago. No es por fuerza o rapidez. Al contrario, si se basara en ello, ya Temari debería estar tallando la lápida. Sino por astucia. Dentro de esa expresión aburrida se esconde un estratega; una mente maestra.

-¡¿Qué acaso nos sigues tarado?!- vociferó Deidara con fuerza, evocando la atención de muchos ojos expectantes.

-No seas problemático. Es sólo casualidad. Yo no sabía que Temari estaría aquí- contestó tranquilamente, sin percatarse de la respuesta dada.

-¿Temari? ¿Qué tiene que ver ella?- interrogó el rubio, agarrándolo por los hombros.

-¡No me toques!- un gesto de disgusto se dibujó en el rostro varonil. El ojigris, al ver que no respondía, lo zarandeó toscamente, haciendo que el peliazabache se cegara de la rabia.

-¡Maldición! ¡Sólo eres un piedra!- gritó Shikamaru, propinándole un golpe al Akatsuki en la mejilla derecha.

-Desgraciado- susurró el muchacho, sobándose, donde minutos antes, fue el impacto.

El Nara bufó arrogantemente y se dispuso a marcharse. Sin embargo, no reparó el tiempo cuando notó que una hilera de sangre se desprendía de su mandíbula. El dolor fue inmediato y sólo pudo emitir un quejido, sintiéndose completamente iracundo y sin cordura alguna.

El pirotécnico, lo agarró por la camiseta, y lo levantó. Temari creyó alucinar. ¿Desde cuándo? Deidara era más alto, por lo consiguiente, pesaba más. Sin embargo, todos sus pensamientos se vieron interrumpidos al ver al mismo chico, tirado en medio de la pista, tratando de desaparecer el ardor de la marca, grabada en su abdomen.

-¡Deidara! ¿Qué demonios hiciste?- la rubia corrió hacia su amigo y compañero de trabajo, dándole su mano para ayudarlo a levantarse.
Shikamaru en su instinto de defensa, apoyó su cabeza en el hombro femenino.

-Sólo le di su merecido- respondió masajeándose los nudillos.

-Esto ha llegado muy lejos. Temo que si no…-

-No te metas, perra-

Se escuchó un aullido por parte de Akamaru, que movía la cola, alegremente, mientras, en vano, Kiba intentaba callarlo.

-No seas chismoso Akamaru. No tomes perra tan “literalmente”- le reprendió el domador, queriendo acariciar el suave pelaje del animal

La Sabaku No giró su rostro, buscando al propietario de aquella voz. Sus sospechas eran ciertas. Era él. Shikamaru

- ¡Qué te ocurre! Seguro es el alcohol que te está afectando. Será….-

-Como crees. Sabes que soy sincero. Esto tan sólo es la verdad- el pelinegro sonrió falsamente, dejando ver aquella cólera que lo invadía.

-¡No seas estúpido! ¡Nunca más trates de ridiculizarme! ¿¡Me oyes!?- un estruendoso sonido, se escuchó.

Los shinobis voltearon enseguida. Y dirigieron su mirada al vago, que yacía atónito. Temari le había abofeteado. Su mano quedó impresa en su bronceada piel. Creyó ver un destello, indicadores de lágrimas, en sus ojos aguamarina. La chica, estaba erguida, cruzada de brazos. Sus piernas comenzaron a correr, sin saber por qué o cómo.

Sólo fue una forma de reaccionar. Deidara le dijo algunas cosas, pero no hizo caso. Quería llegar a su habitación. Y pellizcarse. A ver si esta era una desagradable pesadilla.

-Choji- murmuró el Nara, ahora consciente de sus acciones.- Distrae al idiota de Deidara. Tengo que hablar con Temari-

El chico rellenito asintió. Y con una seña reunió a Naruto, que hablaba animadamente con una mesera. A Shino, que en un envase, había recolectado polillas. Kiba, quien confortaba a su perro. Kankuro, que en ese preciso instante hacía un striptease en el tubo. Y a Lee, que hacía flexiones para recuperar el tiempo perdido.

Juntos realizaron, un humilde plan que consistía, en rodear al rubio. Lee con su agilidad y velocidad, lo marearía. Naruto hablaría tanto como lo hace siempre para irritarlo. El Akimichi, comería cerca de su oído para molestarlo con el crujido de las papas. El Aburame, soltaría algunos insectos en su ropa interior. Y finalmente Kankuro, apretaría una terminación nerviosa, que lo haría colapsar en cuestión de segundos. El Inuzuka sólo reiría y fanfarronearía. ¡No es nada complicado!

El shinobi, no localizaba a Temari. Era increíble, para perderse en las sombras. Siempre había sido habilidosa en el juego del escondite. ¿Cuál sería el único lugar, al que acudiría Temari? No había duda alguna de que es las afueras del Konoha ’s Circus. Y tenía razón. Allí estaba ella con, su cabeza sumergida en sus piernas encogidas.

-Temari, necesitamos charlar- demandó el chico, arrodillándose para quedar a su altura.

-Aléjate Nara, no quiero verte ni en pintura- lo empujó violentamente, parándose y entrando dentro del establecimiento de recreación.

-Pues mala suerte. Nos vemos todos los días- aclaró, cubriendo sus manos, en sus bolsillos.

-Será exclusivamente para el trabajo. Más nada- advirtió cabizbaja, con las manos a cada lado de su cintura.

Tuvo el firme propósito de caminar hasta su morada. Ahora es cuando anhelaba la presencia de Matsuri. Ya que ella no conocía mucho al vago, y por eso no bromeaba tanto como Ino o Sakura. Y no juzgaba, tal como TenTen.

-Lo siento- escuchó una súplica.

Su mente le ordenaba moverse, pero el corazón le llevaba la contraria. Su cuerpo se inmovilizó. Shikamaru avanzó unos pasos hasta quedar muy cerca de ella, teniendo el privilegio de oler su cabello esbelto y brillante. Ella se viró, quedando frente a frente.

-Te extrañé- farfulló, abrazándola con fuerza.

Como si no quisiese que se alejara. Cubrió su delicada espalda, con sus torneados brazos viriles. Y recorrió con dos dedos, aquella línea de expresión que se manifestaba en ella. Desde la nunca, hasta un poco antes del cóccix. Suavemente, percibiendo como temblaba involuntariamente.

Ella mimó su pómulo malherido. Él puso una mueca de dolor. Con algo de temor, alejó su mano. No obstante, él le pidió que no parara. Arrulló su cabello amarillo, sintiéndose embriagado por ese olor, que lo embrujaba.

Sintiendo su protección, posó su cabeza en su hombro. Y atrayéndolo con más fuerza hacia él. Lagrimas brotaron de sus ojos, sin poder contenerlas o cohibirlas. Él, la apretó con suavidad. Mientras le besaba la frente.

-Lo que dije hace algunas horas, no fue cierto. Estoy muy arrepentido- colocó sus labios en el cachete de Temari, rozándola tiernamente en un ademán de disculpas.

-Creo que es mejor que durmamos- sugirió la rubia, separándose, abrumada.

-Sí- el sólo asintió, desilusionado. Esperaba estar más tiempo en esa posición, pero ella era “problemática”

-Feliz noche- se despidió ella, agitando su mano, elegantemente

-Igual para ti, linda- le cuchicheó coquetamente, esbozando una de sus mejores sonrisas.

Que siento tan contagiosa, Temari no pudo evitar sonreír.

Continuará….