La patética historia de la persona más importante.

5.1°- Cosas desapercibidas~

Ya eran las 9:47 pm y yo por fin había terminado la tarea.

Estaba secando mi cabello después de una ducha,.. Alguna vez mi mamá llegó a regañarme por el tiempo que desperdiciaba al estar tanto tiempo ahí, yo simplemente la ignoraba diciéndole que saliera de mi habitación.

Leo se había quedado dormido en el suelo de mi cuarto, así que lo levante y dejé dormir en la cama, era más pesado de lo que aparentaba. Planeaba acompañarlo y utilizarlo como peluche regordete hasta que oí un berrido. Salí corriendo a la habitación de Ximena.
Cuando entre me sorprendí bastante, ¿Cuándo había llegado mi papá? ¿Qué hacían ambos cuidando a Mena?

Era demasiado rara la escena: Mi padre arrullaba a la pequeña en sus brazos, mientras un canto tranquilizador era proveído de la dulce voz de mi madre, y la pequeña en sus brazos dejaba la tristeza de lado para mostrar una sonrisa enternecedora…salí del lugar dando un portazo.

Miles de sentimientos se arremolinaron en mi corazón ¿Alguna vez hicieron aquello conmigo? ¿O con Leo? ¿Por qué Ximena era la afortunada? Una lágrima recorrió mi mejilla.



—Fernanda — oí el susurro de mi madre al abrir la puerta, estaban realmente tranquilos, sin embargo no respondí —Vamos a cenar, ¿Nos acompañas?

Quería negarme, argumentar que estaba cansada y que no tenía ánimos de cenar. A pesar de que no había comido no quería compartir los alimentos con ellos, estaba furiosa y muy triste, con ganas de gritarle a todo el mundo o simplemente desaparecer en el vacío… aunque no sabía bien por qué.

Antes de que pudiera contestar oí la voz de mi padre.
—Recibí el mensaje de la mamá de Aurora, dice que pasaste ahí la noche y nos hicieron el favor de darte de desayunar, dime ¿Terminaste tus deberes? —
Asentí.
— ¿Promedio actual? —
—9.84*— conteste sin mirarlos
— ¿Algo insuficiente no crees? — Suspiro. Yo no respondí, pareció no importarle
—Sabes que siempre que hagas lo que te corresponde tienes permiso para hacer todo lo que quieras, puedes comprar un país si así lo deseas— sonrió satisfecho por su pequeña broma. — ¿Por qué no cocinamos algo para poder cenar?

¿Algo que olvide mencionar? La pareja que forman mis padres es bastante rara; mi mamá prefiere salir, odia cocinar y es genial en los deportes, (aunque tiene dos lesiones en ambos pies que le impiden continuar con ellos), sin embargo mi padre es más tranquilo, prefiere estar solo frente a su escritorio y uno de los pocos hobbies que le conozco es cocinar, no tiene idea de nada sobre deportes, pero ambos tienen un carácter de los mil diablos, aunque mi papá le gana por millones a mi mamá. —¿Tengo opción? — susurré, pero ya habían salido de mi habitación, era una clara señal: “Te esperamos abajo”

Había algo bastante extraño, recordaba a mis padres mucho más energéticos, con una sonrisa en el rostro y nunca note rastro alguno de cansancio. Por más trabajo que tuvieran nunca note agotamiento, incluso parecían ansiosos de tener aún más... pero ... ¿Realmente ellos eran mis padres o los zombis del cansancio los habían atacado?

¿Qué les había pasado? ¿Eso sucedía cuando te convertías en adulto? Suspiré pesadamente. Ahora tengo 14 años pero lo que falta para ser uno de ellos es poco… sinceramente no tengo prisa de arruinar mi vida: más de lo que ya está.

Todo se quedó en silencio, entre mi madre y yo limpiamos y picamos algunos hongos, mi padre preparó una salsa y se encargó de la carne. Al final quedo un platillo extraño, no porque no lo conociera, yo ya lo había preparado antes, sin embargo… sabia diferente, había algo que variaba, revise todos los ingredientes que mi padre había ocupado, nada fuera de lo normal. ¿Entonces por qué cambiaba el sabor? Aún estaba meditando la respuesta cuando oí un susurro.

—Fer…por favor discúlpanos—

"Se pide perdón cuando lo que haz hecho no tiene solución o fue muy grave, se pide disculpa cuando aún hay manera de arreglarlo"
​

9.84*… en mi país se maneja como calificación máxima el 10 y se cuentan todas las décimas, algunas veces centésimas.


Capítulo especial, estaba pensando seriamente si subirlo o no, pero al final decidí que sí, por eso tarde tanto en actualizar.
Este capítulo no tendrá continuación, el siguiente se situara en otro lugar y con otro argumento.

Gracias por seguir leyendo.

 

Capitulo 6°-Un ojo al gato y otro al garabato~


Sonó de nuevo la alarma, el mismo tono la misma rutina.


Solo que esta vez cuando sonó, yo ya estaba en camino a la escuela… mis padres estaban en casa y no quería que fingieran que éramos una familia hecha y derecha.


Aún tenía más de una hora antes de que abrieran las puertas, así que decidí llamar a la única persona que me acompañaría en ese tiempo, pues seguramente tampoco querría estar en casa.


− ¿Aurora? –

−Estoy por llegar a la calle de la escuela, espérame ahí… llevo una sorpresa− no me dejo contestar pues colgó enseguida, suspire pesadamente y continúe mi trayecto hasta la puerta de la escuela.


Tic, tac, tic, tac… repetía en mi mente. Sabía que no tardaría, pero cuando estaba sola sentía un gran vacío en mi pecho, se venían miles de recuerdos… un nudo en la garganta se formaba y quería llorar.


Creo que sin darme cuenta ella y yo nos hemos hecho dependientes una de la otra.

Tic, tac, tic, tac…​

−Tuve un sueño, Sueños−

Tic, tac, tic, tac… ¿eh? ​

No era la voz de Aurora, era una aún más masculina, pero tremendamente familiar.


− ¿Alan? –


−El único e inigualable−


Mi corazón paro por dos segundos.


− ¿Qué haces aquí? –


−Solo quise adelantarme −


−Ah, ya veo− suspire tratando de guardar la calma, mi corazón latía a más de lo que debería y sentía como mi cara se ponía colorada al solo verlo.


¿Cómo era Alan? Un poco más bajito que yo, de cabello casi rubio, ojos color miel si los veías en la luz y café muy tenue si los veías en la sombra, de piel blanca.


Poseía una sonrisa tan traviesa que podía lograr hacerte sonreír en el peor día de tu vida, por eso me agradaba tenerlo cerca. Me gustaba perderme en sus ojos cuando me hablaba, pues me hacía reflexionar y ver las cosas de otra manera. Creo que Alan es la primera persona de la cual estoy consciente puedo sentir cierta atracción.


Lo conocía desde tiempo atrás, de hecho un compañero de Aurora fue quien me lo presento.


Al principio solo llegaba a saludarlo por cortesía, pero el insistía en acercarse aún más a mí, No puedo decir como lo logro ni cuando, pero al final, se convirtió en alguien muy especial para mí.


¿Acaso lo planeo Aurora? Si era así no iba a terminar de discutir con ella, sabía lo que pensaba de encuentros así.


Aun no lo digería, ni él ni yo. Yo no quise hacerlo, sin embargo termine causando un malentendido, lo peor de todo era que no sabía si era bueno que lo hubiera hecho o era una tremenda maldición.


− ¡Ya vine! – Sonrió la posible culpable de aquel encuentro, yo gruñí y fruncí ligeramente el ceño. Gestos de los que se percató enseguida. − ¿Huh? – musito mirándome y luego mirando a mi lado, por su expresión de sorpresa pude notar que no había sido culpa suya que Alan estuviera allí


−Tardaste mucho− suspire acomodándome el cabello, intentando ponerme un poco más cómoda… cosa que fue inútil.


−Fui a comprar unos cafés, pero creo que ahora me falta uno…− dijo mirando a aquel chico que al parecer, nos ponía incomodas a las dos, pero de diferente manera.


Él sonrió y saco de su mochila un envase de leche con chocolate –Tranquilas, a diferencia de ustedes yo no he madurado− rió – Por eso no me gusta el café –


Ambas suspiramos, Aurora me dio mi vaso y comenzamos a platicar cosas sin sentido, no era como si los tres tuviéramos muchos temas en común.


Así paso el tiempo hasta que pudimos entrar al colegio. Ese día no pasó nada más relevante… o al menos no me di cuenta hasta ya muy tarde.

Creo que debí estar más a atenta a mis amigas.






​

Holo~ Al fin pude volver, mi computadora regreso a la vida aunque aun tiene algunos fallos (he ahí la tardanza) pero no se preocupen, ya están cuatro capítulos más en proceso así que espero no tardar mucho.
Gracias por seguir leyendo :3