La luna sin estrellas.

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por rata, 12 Febrero 2012.

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    rata

    rata Iniciado

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    La luna sin estrellas.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    5
     
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    276
    La niña no paraba de mirar para atras, para aquel mundo obligado a olvidar. Un mundo obligado a decir adios. Un mundo lleno de alegrías y una bomba de tristeza al final. Pero ahora solo la tiraban a un mundo desconocido.
    Unos hombres habían llegado poco después del desastre. Vestidos de un azul tan oscuro que su hermano tenía miedo. Sus padres seguro que si los viesen les tranquilizarían susurrándoles bromas sobre los trajes de aquellos hombres, que si venían de lugares llenos de pájaros de gominolas, o que su madre los había metido en la lavadora con la ropa de color. Pero sus padres no estaban allí. Estaban en la cocina preparando un pastel para celebrar los cinco años de la niña. Su hermano no paraba de tirarle del pelo, pero la niña, más nerviosa por los regalos, no le hizo caso. Hasta que sonó ese sonido estresante que no quieres oír ni en sueños. Llegaron con mangueras y le recordaron a esas infinitas tardes de verano mojándose unos a otros con las mangueras mientras su padre regaba las plantas. Apagaron todo el fuego y la salvaron a ella y a su hermano. Pero no vió a sus padres, hasta que les contaron que ya no estaban allí, que se habían muerto.
    Ahora lo único que hacía era ir hacia un lugar desconocido, en un coche con una señora sonriéndole con una sonrisa de bruja. Su hermano se habría reído pero no estaba allí con ella, si no que le habían llevado a otro lugar, con otra familia. Ahora los dos tendrían que vivir con otras personas, extrañas y aburridas, o excéntricas, quien sabe.
    CONTINUARÁ
     
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    Cygnus

    Cygnus Maestre Usuario VIP Comentarista destacado

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    Hola!
    Tema interesante, un poquitín trillado pero supongo que, con una buena variante, es una trama jugosa.
    ¿Debo entender que la casa en la que los hermanos habitaban se había quemado? Es horrible esa clase de desgracias.... y muy triste que se los hayan llevado, aunque no aclaras con quiénes se fueron ni por qué se trata de familias desconocidas... En todo caso, los hubieran albergado en alguna institución de protección familiar, o algún pariente cercano los hubiera recogido... Pero bueno, supongo que esa clase de cosas las podremos ir descubriendo con el paso de la historia.
    Por lo pronto, me ha gustado bastante la narración, sobre todo. Además tienes una hermosa ortografía, cosa que en lo personal yo aprecio bastante de los autores por aquí. Para tu edad y experiencia, me parece formidable la manera en como desarrollas la historia, las metáforas que usas y los recursos literarios. Fue muy grato leer tu introducción. Espero la continuación.
    Felicidades.

    Saludos.
     
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    Kira Lawliet

    Kira Lawliet Entusiasta

    Cáncer
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    ¡Hola!
    Antes que nada, bienvenida al foro.
    La introducción me ha gustado, aunque se me ha hecho algo corta. Puedes sacarle partido a esa trama si sabes sobrellevarla. No he visto casi ninguna falta de ortografía.
    Espero la conti, ¿Eh, Sara? ¬3¬
    SALU2~¡¡
     
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    rata

    rata Iniciado

    Capricornio
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    La luna sin estrellas.
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    Total de capítulos:
    5
     
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    586
    Su nueva habitación era diferente a todo lo que estaba acostumbrada a ver. Una extraña lámpara iluminaba toda la habitación con una luz parpadeante. La antigüedad marcaba el estilo de la habitación. En el centro, una cama llena de cojines blancos y llenos de manchas de suciedad. A la izquierda, un pequeño escritorio lleno de viejos dibujos hechos a correr. La niña empezó a mirarlos pero un extraño ruído la sobresaltó y miró por la pequeña ventana circular. La ventana estaba sucia pero logró distinguir una figura con algo en la mano corriendo por el gran jardín. Mientras veía como se marchaba, la mujer la llamó.
    Bajó las largas escaleras de caracol y llegó al salón. Allí se encontró con 2 niños y una joven. Aunque en el físico se parecían, los tres morenos y de ojos marrones, los tres tenían un estilo diferente. La joven, de 17 años, llevaba una camiseta rota oscura y por debajo una estridente camiseta rosa con unos shorts cortos negros. La cara totalmente maquillada y llevaba puestos unas botas negras que se parecían a las viejas botas de su padre para ir al trabajo. Más tarde descubriría que se llamaba María. Los otros niños, Juan y Javier, eran unos gemelos de 12 años, pero no se parecían en mucho. Juan era limpio y educado y Javier sucio y revoltoso. Juan era el típico niño 10. Tenía el pelo totalmente peinado y su impecable camisa blanca abrochada hasta el último botón se metía debajo de su pantalón beis. Los zapatos eran italianos y muy caros. Javier, en cambio, era lo que una madre nunca desearía para su hiijo. Su camiseta estaba tan sucia que apenas se distinguía la imagen de Mario Bross. Sus vaqueros estaban algo rotos de jugar al fútbol. La mujer llegó y lo único que dijo fue que mañana tenían que ir al colegio. La niña se quedó a escuchar tímidamente las historias que Javier le contaba. Cuando llegó la cena, se sentaron en la larga mesa del comedor. Entonces María habló:
    - Mañana no vengo a comer.
    - ¿Por? - respondió fríamente la madre.
    - Voy... -De repente, se fijó en la niña. La miró con indiferencia y preguntó- ¿Por qué sigue esta niña aquí?
    - Se llama Ana -dijo Javier alegremente- Es nuestra nueva hermanita.
    - Hola... - saludó tímidamente. Su antiguo yo se habría ofendido el comentario de Javier, ya que el mes anterior había cumplido los 5 años. Pero ya casi no recordaba su antigua vida después de aquel mes en aquella especie de cárcel lleno de niños como ella, sin padres. Cuando le dijeron que le habían encontrado una familia se sintió como un simple juguete que esperaba a que los niños en navidad lo nombraran en su carta a Papá Noel.
    - Sus padres fallecieron el mes pasado, si creo recordar. -Dijo Juan con su voz monocorde y sin sentimientos.
    La mención de sus padres fue demasiado para el pequeño corazón de Ana y sus ojos no tardaron en llenarse de lágrimas. Corriendo, subió a su habitación ignorando los gritos de los demás. Apartó todos los cojines y se metió en la cama sin quitarse la ropa. Al cabo de unas horas, Javier subió a consolarla pero ella se hizo la dormida y lo único que pudo hacerle fue darle un beso de buenas noches. Ana sonrió y ese beso le recordó a su padre, porque a Javier ya le empezaba a salir bigote y le pinchaba los mofletes, como cuando su padre se acababa de afeitar.
     
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    Cygnus

    Cygnus Maestre Usuario VIP Comentarista destacado

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    Espero que no los vayas a postear tan pronto... tienes que dejar algo de espacio entre capítulo y capítulo para que a los lectores les dé tiempo.
    La continuación va bien, aunque me parece un ritmo algo apresurado. Deberías ir más lento, darle lugar a las narraciones, a los sentimientos. Es lo principal en este escrito, porque los sentimientos deben ir a flor de piel. Lo lograste un poco en el último párrafo, cuando Ana sube a llorar a su habitación, pero aún así debes exaltar más esa parte, hacer que se nos transmita esa tristeza, vivir las emociones.
    En lo personal no soy muy afín a describir con tanta precisión a los personajes, es mejor que el lector poco a poco lo vaya descubriendo en conjunción con lo que imagine sobre ellos... pero cada quién tiene su estilo y es respetable.
    Me parece muy bien la manera en cómo estás llevando a cabo la historia así como las narraciones, las frases cortas que traen impacto consigo, las metáforas que utilizas. Seguiré el fic.

    PD. Algo desmotivante es que el autor no responda a los comentarios de sus lectores, ni siquiera un "me gusta". Suelo dejar de leer historias en las que el autor no parece valorar las respuestas...

    Saludos.
     
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    rata

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    Ya ya. Es que me aburría y quería continuar, aunque tampoco iba a continuar así. La verdad, es que iba a ir por otro camino la cosa pero surgió así. Disculpa que no le diera a me gusta, no me fijé.
     
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    rata

    rata Iniciado

    Capricornio
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    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    5
     
    Palabras:
    611
    A la mañana siguiente Ana se vistió con el uniforme que tenía en su pequeño armarito. La falda parecía vieja y en los bordes había unos pequeños cortes. La camisa estaba más amarilla que blanca debido a la antigüedad, y supuso que había pertenecido a María cuando tenía su edad. Cuando bajó abajo, estaban ella y María. No logró mantener conversación con ella, y cuando bajaron los dos hermanos tampoco logró pronunciar palabra. El desayuno estaba lleno de bollos caseros, y un chocolate caliente les esperaba a cada uno para reforzar la dura mañana que esperaban. Ana no logró comer mucho, y la verdad es que los demás tampoco. Cada uno cogió su mochila correspondiente menos Ana, que no sabía dónde debería estar la suya. Buscó por toda la casa. Se sumergió por todos los largos pasillos y viejas habitaciones hasta llegar a la biblioteca. La habitación era enorme y tenía filas y filas de estanterías. Cada una con millones de libros donde poder quedarse a leerlos y perderse entre historias de diferentes personajes. Cada historia se desenvolvía en diferentes lugares, ficticios o reales. Pero siempre con un final. Y en la vida de Ana aún no sabía donde estaba ese final, ni hacia dónde debería dirigirse. Ni sabía que tenía que buscar. Puede que un pequeño tesoro o buscar la perla de una almeja en un mar misterioso. Pero eso también forma parte de la vida de uno. En el fondo, la vida es un libro sin narrador, sin guión y con un escritor borracho que no tiene bien claro lo que escribe. Nos mete demasiados obstáculos y no sabe por donde acabar. Solo sabemos una cosa, que hay un final. Un extraño ruído le hizo volver a la realidad. Venía de la última estantería. La niña fue hacia allí. Una mano salió de la estantería y la niña pegó un grito. De repente, la mano volvió a sumergirse en la oscuridad y la vieja voz de la anciana dueña de la casa apareció detrás de ella.
    -¡Niña! ¿Qué demonios haces? -gritó la señora- ¿No deberías estar ya en el coche?
    -Sí...Pero no encontraba la...-balbuceó la niña.
    -¡Ahora mismo al coche!
    La niña fue corriendo sin mochila al coche. Allí empezó a llorar bajo la mirada severa de la anciana y las compasiosas mirada de los que serían sus hermanos. Recorrieron el trayecto desde casa al colegio en silencio. Cuando llegaron allí, cada uno se fue con sus respectivos amigos menos Ana que se quedó en medio de la calle sin saber que hacer. A lo lejos vió un árbol parecido al que tenía en su antigua casa y decidió ir allí. Cuando sonó el timbre que marcaba el inicio de las clases, el patio se quedó vacío y solo quedaron el árbol y ella. El único que le escuchaba era el gran árbol, que con sus hojas rozaba los pequeños hombros de la niña y así se sentía mejor. Cuando llegó el recreo vió como iban saliendo todos los niños con sus pelotas y juegos para divertirse. Diversión. No recordaba muy bien cuando fue la última vez que jugó. Recordó a su padre, que era el mejor compañero de juego que había poder tenido. Siempre le hacía cosquillas en sus pies y no paraban de reír en toda la tarde. Se le fueron acercando varios niños de su edad. Ana empezó a tener miedo. Los niños empezaron a preguntarle cosas. Ana no sabía qué responder. Hasta que empezaron a meterse con ella. La niña no aguantó y empezó a llorar otra vez. Llegaron unos profesores y la mandaron a un despacho. Allí esperó largas horas.
     
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    rata

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    Total de capítulos:
    5
     
    Palabras:
    542
    La habitación donde estaba Ana era seca y poco iluminada. Sobre sus paredes grises colgaban sucios diplomas y viejas fotos de anuarios. Una pequeña ventana mostraba el bosque que se formaba entre ramas y árboles desordenados. Había unos mueblecitos viejos y cortes hechos por el tiempo, menos unos hechos adrede en una travesura de algún alumno. En la mesa había un viejo ordenador que emitía ruídos cada vez más altos. También había folios medio amarillentos y un lapicero donde había bolígrafos y una tijera. Detrás de ella había una puerta que ponía ``DIRECTORA´´. Una señora flaca y mayor, le dijo que pasara. Cuando llegó al despacho de la directora Ana se quedó sin habla. No tenía nada que ver con lo que había visto en ese extraño pueblo. Los colores de las paredes eran vivos y el escritorio pintado con manos de los niños, ya que se veían las marcas de los dedos. Un ventanal daba al patio para ver como los niños se divertían. Sobre la mesa había un pórtatil y millones de bolígrafos de diferentes colores y formas. Todas las estanterías eran de diferentes colores, y sobre ellas estaban los objetos más extraños e increíbles que ella nunca había visto.
    -¿Te llamas Ana, verdad? -una voz suave le hizo salir de sus pensamientos. Se giró y se encontró con una mujer joven. Iba vestida con un vestido de flores y su pelo le caía sobre la espalda rebelde formando extraños círculos. -Yo soy la directora, Susana.
    -Encantada. - Entonces la niña se acordó de la canción que ella y su hermano cantaba siempre en vacaciones y sonrió. Se sintió más segura y asintió con fuerza.
    -Siéntate. Ahora cuéntame como no estabas en clase. Todos tus compañeros te estaban esperando.
    -Es que...
    -Tranquila, yo también tenía miedo en mis primeros días de colegio. Y cuando me tuve que mudar a este pueblo, aún más. Sobre todo cuando me adoptaron.
    -¿Tú tampoco tienes... padres?
    -Si los tenía, pero no tenían suficiente dinero y...-sus ojos empezaron a entristecerse.
    La niña no sabía que hacer y decidió preguntarle una duda:
    -¿Sabes si en mi casa vive alguien más que la bru...mi madre y sus hijos?
    La directora se sorprendió por la pregunta y no sabía qué responder.
    -Pues... Cuando yo tenía tu edad, había un hombre muy rico. -decidió aventurar la mujer- Iba siempre vestido de negro, pero era muy bueno con los niños. Siempre llevaba caramelos en su bolsillo y te los regalaba si sacabas buenas notas. Si no sacabas buenas notas, te seguía dando igual, ya que según él, un caramelo es como un coche para ganar una carrera.
    -¿Y sigue viviendo?
    -No, que yo sepa. Pero ahora puedes ir a clase a conocer a tus nuevos amigos. Y por ser tú, no le diré a tu madre que no fuíste a clase.
    La niña, más tranquila llegó a la clase. Se sentó en un pequeño pupitre al lado de una niña bajita. Sempre estaba sonriendo y supuso que le caería bien. Más tarde descubriría que se llamaba Sara.
    Cuando llegó la hora de marchar, quería llegar a casa para investigar si aquel hombre seguía vivo. O por el contrario, si había dejado algunos caramelos.
     
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    rata

    rata Iniciado

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    Total de capítulos:
    5
     
    Palabras:
    360
    Durante el viaje en coche no hubo ninguna palabra amable hacia ella, aún siendo su primer día de clase en un sitio extraño hacia ella. Cuando llegó a la casa, fue corriendo hacia su habitación a dejar su mochila. Mientras pensaba cómo investigar la casa e ir en busca del misterioso hombre, o lo que quedaba de él, se dió cuenta de la vieja carpeta que estaba en el escritorio. Recordó brevemente la noche anterior donde en ese escritorio había dibujos y ahora no quedaba ni uno. Se acercó lentamente hacia la carpeta y la cogió. Sus gomas estaban llenas de polvo y la carpeta estaba hecha un asco. La abrió y descubrió todos los dibujos, pero esta vez los dibujos, antes hechos a correr, estaban hechos con mucha delicadeza y algunos estaban pintados. Mientras admiraba los dibujos, algo se movió debajo de su cama.
    Un extraño hombrecillo se escondía de la niña debajo de la cama, aunque no era el mejor escondite. Su única salvación era llegar a la ventana e intentar salir por ahí, pero era una misión imposible. Esperó a que se fuese, pero la niña no se iba. De repente la niña tiró la carpeta y se puso a llorar. El hombrecillo se quedó extrañado por la inesperada reacción de la niña. Sabía que alguien había entrado en aquella habitación en la ausencia de los dueños de la casa, y ese alguien era James, el antiguo dueño de la casa. Amante de la pintura, se puso a pintar los dibujos y recogió los dibujos en aquella vieja carpeta. Pero él, Martin, un hombre de apenas 1.20 m de altura y con piel grisácea, era el encargado de que James no se dejase nada tirado que llevase a los dueños de la casa a deducir que había alguien más en la casa. Mientras se dirigía a esconder la carpeta, olló los pasos de la niña y se escondió. Cuando la niña se fue a comer, se dirigió hacia los dibujos y ahí lo vió. Era un dibujo de ella abrazando a un niño muy parecido a ella. Y en la parte inferior se veía escrito: ``¿Cómo pudiste dejarlo?´´
     
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