Long-fic La heredera hanyou

La heredera hanyou

Hola, pues stoy d vuelta (me había ido?? xD) Me había prometido a mi misma no comenzar ningún otro fic x un tiempo pues me toma mucho tiempo scribir y bla bla bla… :S! pero existe cierta voz en mi conciencia (Ahome Uchiha) q me dice q debo publikr una simple idea q me vino a la mente x una convrsación un poco extraña xD!!! En fin, spero les guste sta nueva idea ;)

​

La heredera hanyou​

Prólogo​

​

“¿Puede ser verdad?​

¿Acaso un simple cuento infantil se haría realidad?​

¿Cómo puede una adolescente tolerar tantos cambios?​

¿Acaso es ese su destino?​

Lo sabrá muy pronto…”​

​

Kagome Higurashi; una joven adolescente de tan solo 17 años de edad. Su vida entera la pasó escuchando cuentos infantiles que le contaba su abuelo pero había uno en particular… si, solo uno… un cuento infantil que solía narrarle su madre todas las noches desde que era una pequeña niña y que hasta el día que cumplió la mayoría de edad no lo consideró otra cosa más que eso… un cuento. Pero no sabía que ese simple “cuento” era en realidad una historia verdadera de su procedencia; es decir, conocía que no pertenecía a esa familia pero jamás pensó pertenecer a una familia guerrera.

¿Cuál sería su reacción al notar que, por azares del destino, ese cuento es real?

Las responsabilidades serán enorme, los retos casi imposible de resolver pero, ¿podrá ella vencerlos? Su mayor desafío será agradar al autor de sus días y tratar de convencerlo que su “simple existencia” –como menciona el aludido despectivamente- no es inútil y es completamente capaz de lograr lo que se proponga. Es el destino por ser…

Una heredera hanyou.​

​

Notas de la autora:
Jejeje, espero les haya gustado este pequeño prólogo. Prometo tratar de actualizar a tiempo porque estoy segura que entre ste y el otro fic stará difícil pero bueno… spero sus comentarios y grax a todos los q c toman las molestias y el tiempo d pasar a leerlo =P

 

Re: La heredera hanyou

Capítulo I​

Introducción a un cuento de hadas​

“Nueve meses fueron los de espera,​

En las Tierras del Oeste nació una heredera.​

El abandono fue la única opción,​

Más temía su reaparición.​

Nueve meses fueron los de espera,​

‘¡La sexta luna!’ rebeló la esfera…”​

Se trataba, aquella, de una noche oscura tan apacible como las mímicas criaturas pero que ocultaba más secretos que una caja de sorpresas. Tal era la calma inusitada que incluso se llegó a sospechar que finalmente había terminado todo; si, tan solo pocos segundos bastaron para tranquilizar a la audiencia y de igual forma se hizo para enloquecer a los espectadores de tan ardua batalla. Los aldeanos sabían perfectamente que podían confiar en aquel poderoso youkai luego de que éste demostrara ser de confianza al casarse con la bella princesa. Claro que no había sido tan sencillo convencerlos que Izayoi había sido simplemente “flechada” y se encontraba perdidamente enamorada del poderoso y temible Inu no Taisho, pero en vista de la ausencia de los padres de la joven dama, el señor –para ese tiempo, tutor de la princesa- terrateniente tenía el derecho y el deber de escoger un esposo para ella por lo que no chistó al, finalmente, ser convencido de poder confiar en aquél youkai.

Los primeros meses fueron de gloria; total calma y el soberano Inu no Taisho era capaz de controlar a los youkais que amenazaran con destruir la aldea de dónde provenía su tan amada Izayoi por lo que no había criatura alguna que se atreviera a desafiarlo. Su ejército era enorme y poderoso, y pocas veces pasaba él en casa por lo que la concepción de un hermoso bebé fue claramente sorprendente pero muy esperada. Era el año y medio de casados exactamente cuando nació el tan esperado bebé Inuyasha; claro que el nacimiento de un hanyou se presentaba como algo detestable por parte de la mayoría de youkais, en especial si se trataba de un hijo del tan respetado Inu no Taisho.

Pero existía solamente una criatura a quien le afectaba directamente el nacimiento de ese hanyou. Y es que Irasue –quien, en años anteriores, había sido la primera amante del poderoso Inu no Taisho- sentía completo odio hacia el padre de su hijo –otro poderoso youkai- ya que éste había decidido abandonarla por una “simple” humana y ahora, a pesar de todas las humillaciones y como si fueran poco, había nacido otro heredero y ¡para colmo!, se trataba de un miserable hanyou.

¡Era inconcebible!

El despecho que Irasue sintió la hizo querer destruir aquél miserable –y cuya existencia jamás debió ser- bebé hanyou a toda costa. Por ello, había conseguido a los mejores ejércitos de guerreros youkai –el grupo de renegados quienes detestaban al infame Inu no Taisho por su traición por medio de un matrimonio con una humana- para aniquilar a aquella humana y a su bebé y así poder recuperar a su esposo. Pero el resultad fue inesperado…. Y es que Inu no Taisho no soportaría la muerte de su vulnerable mujer –quien había dado a luz hacía apenas un mes y se encontraba débil- sin dar lucha.

¡Por supuesto que no!

La pelea había sido intensa y por esa razón la aldea se encontraba casi completamente destruida; las pequeñas viviendas eran prendidas fuego por los youkais mientras una temblorosa mujer y su hijo –un pequeño bebé de tez blanca, cabellos plateados y unos hermosos ojos ámbar- se mantenían a salvo y escondidos en la casa del terrateniente quien, en esos momentos, batallaba al lado del enorme –compuesto por más de tres mil demonios- ejército de Inu no Taisho quien ya sangraba incesantemente.

Sangre…

Finalmente todo había terminado y los demonios miraban cínicos el exánime cuerpo que yacía sobre los restos de su armadura y había adquirido la forma de un enorme perro de pelaje blanco como la nieve. Inu no Taisho no presentaba ninguna señal de vida y todos los que pertenecían a su ejército presentaban la misma inactividad. Habían perecido…

–Moriste por amor a una humana…–murmuró Irasue quien observaba el inerte cuerpo del youkai con frío desdén. –Ningún youkai que abandone a los de su raza merece el respeto de las bestias. Y ningún híbrido será bienvenido a la tierras del oeste, las cuales heredará el más poderoso de los youkais existentes: mi hijo…. Sesshomaru.

Dichas tales palabras, se marchó del lugar de los hechos sin imaginarse los problemas en los que se vería implicado a su tan poderoso hijo quien, cientos de años después de la muerte de su padre, surcaba los cielos con majestuoso vuelo acompañado de su molesto y parlanchín seguidor: un diminuto youkai sapo de apariencia realmente extraña quien siempre que su amo viajaba por los aires, le acompañaba con un silencio sepulcral acomodado sobre la suave estola –si bien, se creía que era su cola- de Sesshomaru.

Se trataba aquella de una terrible noche para aquél frío Taiyoukai ya que volaba a gran velocidad hacia el palacio de su madre. Habían transcurrido los nueve meses de espera más largos de su vida y ahora cargaba con una fuerte responsabilidad… literalmente. Y es que el youkai, hacía un año atrás, había decidido buscar una criatura digna para satisfacer sus deseos sexuales y al no encontrar una youkai que cumpliera con los requisitos que la convirtieran en una digna criatura para estar de “esa” forma con un lord tan poderoso, comenzó a frustrarse. Siendo alguien tan inconforme no se resignaría a un baño en aguas frías por lo que su salvación fue algo que mantendría en total secreto –según lo que él imaginaba-. Y es que el serio taiyoukai dueño de las tierras del oeste había encontrado un palacio en un reino de humanos dónde al rey de dicho palacio se le ofrecían cientos de concubinas con tal de conseguir tratos de gran capital que beneficiarían al proveedor de dichas mujeres pero el rey debía escogerlas. Claro que siendo Sesshomaru un ser de frío corazón y sin menor compasión, había asesinado a aquél emperador y se había robado a la concubina más joven.

Juventud…

Se trataba aquella de una tímida chica que a lo sumo tenía dieciocho años de edad. Su tez, tan blanca como la nieve, resaltaba por el contraste con su cabello azabache azulado que a su vez hacía brillar como dos luceros aquellos ojos color miel que hacían juego con sus encantadoras mejillas rosadas, ¡todo un encanto! Aquella chica –quien había sido secuestrada por aquél temido y respetado youkai y que ahora la tenía tras unos árboles en el bosque- temblaba asustada bajo el baño dorado que le brindaba aquella profunda mirada. Se veía tan pura y virginal bajo la luz de la luna y su frágil y delicada figura –muy bien proporcionada- lucía realmente hermosa.

La joven había perdido su pureza aquella noche con un frío y poderoso youkai quien la había convertido desde ese momento en su propia concubina bajo la amenaza de asesinarla si no se prestaba a sus deseos sexuales cuando le complaciera. Y habían transcurrido de esa forma varios meses hasta que la azorada chica –quien recién había cumplido diecinueve años- comenzó a recibir aquellos síntomas tan anhelados por las mujeres casadas pero tan aborrecidos por una mujer en su situación… y es que no sólo se trataba de un bebé bastardo, sino de un hanyou y sabía perfectamente lo que significaba tener un hanyou en esa época: la muerte para ambos; madre e hijo.

Finalmente Aiko había decidido continuar con su embarazo sin decirle a nadie quien era el padre. Su plan era fugarse cuando el pequeño naciera para no tener que lidiar con las persecuciones instruidas y dictaminadas por Irasue desde la muerte de Inu no Taisho: la ley era la muerte a todo bebé hanyou y a su madre. Claro que sus planes resultaron fallidos ya que el parto mantuvo complicaciones fuertes las cuáles conllevaron a la muerte de la joven madre, dejando a un confundido y enigmático youkai –quien se había enterado del embarazo por palabras de la tímida Aiko- con la carga de un bebé.

Y ahí estaba él… tan frío como siempre y con su mirada tan profunda que haría helar la sangre de cualquiera que se cruzase en su camino. Y es que estaba viajando en un majestuoso vuelo hacia el palacio de su madre con su sirviente Jaken acomodado sobre su estola y con una llorosa bebé en su brazo izquierdo. Cuando finalmente llegó al castillo de su madre, supo que se armarían conflictos pues estaba seguro que todos y cada uno de los youkais -incluyendo su propia madre- desaprobaría la vida de aquella criatura híbrida.

Sesshomaru ingresó hasta la sala principal con majestuoso andar, a paso lento pero seguro cual militar en plena guerra. Y es que ni siquiera él mismo sabía qué hacer con aquella pequeña hanyou que llevaba en sus brazos pues él mismo era quien los detestaba.

–Sesshomaru…–murmuró al verlo entrar. –¿Qué es ese bulto que traes en tu brazo? Su olor es detestable.

–¿Cómo se atreve? No es ningún bulto, es el heredero del amo Sesshomaru, y además…

–¡Jaken, cállate! –ordenó el aludido tajantemente.

–¿Es verdad lo que dice tu sirviente? ¿Acaso eso que traes en tus manos es un bebé? –preguntó inquisitivamente. –Su olor es detestable… dime, ¿acaso se trata de un hanyou?

Como corroborando aquello, la pequeña bebé –cuya tez blanca y cabello azabache se asemejaba al de su madre a excepción de sus ojos ámbar y pequeñas orejas como las de un perro, del mismo color que su cabello- comenzó a llorar desconsoladamente y haciendo notar sus caninas orejas.

–Creo que ya sabes lo que debes hacer con… esa cosa. –sentenció la autora de sus días con una mirada despectiva hacia la pequeña en brazos de su padre.

–¡¿Cómo se te ocurre tal cosa? La ley dicta a un verdadero heredero, no a un simple híbrido! –replicó tajantemente.

–Esa cosa es tu responsabilidad no la mía. Sabes perfectamente lo que debes hacer. –le reprochó con total autoridad. –En un principio se habló de que le consiguieras un heredero a tus tierras, aunque por lo que veo no te esforzaste mucho. Dime, ¿acaso sentías algo por la madre de esa criatura?

–No. –contestó secamente.

–¡Eso es! –exclamó repentinamente y tomando un porte serio continuó. –No necesitas hacerte cargo de esa cosa, simplemente devuélvesela a su madre y se aplicará la ley de la deshonra sobre ella y así no tendrás que preocuparte. Le diré a uno de mis fieles youkais del infierno que la asesine y…

–Ella está muerta. –repuso en tono cortante.

–En ese caso… supongo que esa criatura que traes en tus manos es tu responsabilidad. Debes arreglártelas por tu cuenta.

El frío y poderoso Lord de las Tierras del Oeste e hijo mayor del legendario Inu no Taisho se dirigió tan impasible como siempre hacia el bosque. Había dejado a su fiel sirviente atrás mientras buscaba la manera de deshacerse de aquella criatura. Y es que nunca le había interesando nada ni nadie además de sí mismo pero desde que se había dictaminado –decretada estrictamente por Irasue- la ley de la deshonra –la cual consistía en la muerte de toda aquella humana que pariera un hanyou y del propio bebé- era un deber presentar cualquier criatura híbrida ante su madre para su decapitación. Pero ese no había sido el caso ya que existía una ley que era capaz de abolir la de la Deshonra pues consistía en que el heredero de Sesshomaru sería respetado desde su nacimiento hasta el fin de sus días. Claro que en este caso se trataba de un hanyou por lo que la única opción existente para el frío taiyoukai consistía en aquello tan vil… deshacerse de su propia descendencia.

Así que ahí estaba él: tan impertérrito que una sola mirada que expresara odio haría temblar a cualquier poderoso youkai que se le cruzara en el camino. Se encontraba parado observando el pozo devora-huesos con la esperanza que éste devorara y acabara con la vida de aquella pequeña que sostenía en sus brazos. Y es que aunque la criatura ya había cesado el llanto y dormía apaciblemente acurrucada en su brazo, aquello no conmovía a Sesshomaru por lo que éste no dudó en arrojar a la pequeña hacia dicho pozo.

Había caído…

La había arrojado y ahora se disponía a marcharse cuando un extraño sonido a sus espaldas lo hizo ponerse alerta. Exacto, se trataba de una extraña mujer-ciempiés quien intentaba devorarlo a él y llevarlo consigo al fondo del pozo pero él había sido más poderoso y la había destrozado sólo con usar sus garras. Pero el conflicto no había terminado ahí, un extraño resplandor salió del pozo rodeando consigo el aura del taiyoukai y jalándolo hacia el mismo abriendo un extraño portal donde claramente escuchaba el llanto de un bebé.

Una vez se encontraba del otro lado, Sesshomaru salió del pozo sosteniendo aquella llorosa bebé en sus brazos. El mundo parecía algo nuevo y diferente y aunque estaba rodeado de vegetación, sabía que no estaba donde pertenecía. Al caminar varios metros pudo observar a muchos humanos con vestimentas extrañas –para lo que él conocía como normal- rezando a orillas de un pequeño lago que se encontraba cerca del pozo. El Lord de las Tierras del Oeste se acercó a unos arbustos y colocó a la bebé detrás de uno de ellos y se disponía a irse cuando se sintió observado y se trataba de un anciano de avanzada edad, un hombre de gallarda presencia y una mujer que lo miraba extrañado.

–“Promete que le darás un hogar…”–las palabras que Aoki le dijera mientras acariciaba su rostro en su lecho de muerte vinieron a su memoria.

Sesshomaru miró aquél par de personas con inquisitiva mirada. Luego de algunos minutos de silencio sepulcral se decidió por darse la vuelta para irse…

–¡Espere por favor! –exclamó Naomi Higurashi haciendo que el aludido se detuviera en seco.

–No pienso regresar…–murmuró sin siquiera dignarse a virarse para verlos de frente. –…hagan lo que quieran con ella.

* – * – * – * – * – * – * – * – * – * – *

​

–Todas las personas se encontraban reunidas en un templo para rezarle a los dioses en la pequeña laguna. Pero cuando tu abuelo, tu padre y yo nos acercamos al pozo sagrado para decir nuestras plegarias de los arbustos surgió una criatura mágica de cabello plateado y largo y ojos dorados que brillaban como la misma luna. Aquél sujeto llevaba consigo a una pequeña pero hermosa bebé en su brazos. La criatura era realmente encantadora con aquellas orejitas como de perro y sus ojitos dorados empañados de lágrimas. Las últimas palabras de aquél Hombre mágico del pozo fueron algo toscas declarando que no regresaría jamás y que hiciéramos lo que quisiéramos con la pequeña criatura y claro que no podíamos abandonarla por lo que decidimos llevarla a casa y darle un baño para luego alimentarla y cuidarla como si fuera nuestra. Los primeros meses fueron difíciles ya que debíamos ponerle siempre su gorrito para salir ya que las personas se asustarían si miraban sus orejitas pero al cabo de un año, a la pequeña comenzaron a cambiarle la forma de sus orejas hasta adquirir apariencia humana y completamente normal al igual que sus ojos, los cuáles tomaron un color chocolate. Nosotros atesorábamos intensamente a aquella bebita pues había sido un regalo que nos enviaron los dioses aquella noche que tu padre y yo fuimos a rezar por tener un bebé…. Y esa niña eres tú.

La pequeña esbozó una enorme sonrisa que cautivó de inmediato a su madre. Y es que era la primera vez que aquella niñita de tan solo cinco años de edad escuchaba aquella historia y había quedado maravillada, no sólo por la manera tan humilde y gentil con la que su madre narraba aquella historia, sino el final sorpresivo de enterarse que había sido un “regalo de los dioses”.

–¡Otra vez, otra vez! –gemía la pequeña con una sonrisa de par en par.

–Estoy muy cansada y ya deberías dormirte, mañana será otro día y prometo que te la contaré nuevamente. –replicó dulcemente mientras acariciaba el largo y azabache cabello de la pequeña de cinco años. –Buenas noches, Kagome.

–Buenas noches mami.

Aquella noche había comenzado a ser narrada la historia. La pequeña niña muy pronto cumpliría con el tiempo dado por la esfera y el árbol sabio, y sería solo entonces cuando su destino daría un giro inesperado.​

Dulces sueños… Kagome Higurashi.​

Notas de la autora:
Hola, más q nada quisiera agradecerle a todas aquellas personas q se toman la molestia y el tiempo d pasar a leer y a comentar ˆˆ…… Kawaii!
Espero les guste la trama de mi historia y los deje ¿intrigados? (xD) En fin, trataré d actualizar lo más pronto posible :P

Aquí les dejo a la pequeña bebé:

Ver archivo adjunto 948505