Kirian el guerrero.

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por JimenaAlonzo, 3 Febrero 2012.

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    JimenaAlonzo

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    Título:
    Kirian el guerrero.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    23
     
    Palabras:
    2595
    Capitulo 16.

    Después de comer Eloy pidió permiso para irse a su habitación, permiso que el rey le dio sin problemas. Lo que no sabía el rey es que Eloy se había llevado también al mago que ayudó a Heraclio a liberarle. Lo necesitaba para lo que tenía pensado hacer.
    Cuando salió al pasillo el mago le esperaba y este le cogio del brazo fuertemente llevándoselo a rastras. El mago no protestó por su bien ya que aunque podía defenderse no tenía posibilidades contra Eloy.
    Llegaron a su habitación que estaba diferente ya que Eloy le había pedido al mago que hiciera algunos arreglos para el hechizo de comunicación. Estaba a oscuras con solo unas velas encendidas en el suelo alrededor de un círculo pintado con tiza y lleno de símbolos de los cuales algunos conocía y otros no.
    Eloy miró al mago esperando a que le dijera que era lo que tenía que hacer.
    —No tienes que hacer mucho, en realidad tengo que hacerlo todo yo. Lo único que tienes que hacer es decirle lo que le tengas que decir a Kirian.
    —¿Y como se yo cuando se lo tengo que decir?
    —Primero siéntate en medio.—Eloy le hizo caso y se sentó, con cuidado de no borrar nada, con las piernas cruzadas.— Ahora cierra los ojos concentrándote solo en Kirian y en el mensaje que le quieres dar. Ten por seguro que sabrás cuando darle el mensaje.
    —¿Seguro?
    —¿Acaso estoy en posición de mentirte?—Eloy sonrío y cerró los ojos.
    —Empieza.
    El mago susurró unas palabras que ni si quiera Eloy escuchó, posó una mano sobre un símbolo un poco más grande que los demás y segundos después el circulo brilló. Esa luz inundó a Eloy pero este no se inmutó, el siguió con los ojos cerrados esperando el momento justo para contactar con Kirian.



    Estuvimos en esa torre abrazados un buen rato el cual disfruté al máximo. En realidad con solo hablar con ella y solo mirarla, ya lo disfrutaba, me sentía bien, como si nada mas me faltase, ella era lo único que necesitaba para ser feliz de momento.
    Pero pasado ese rato que no fue mucho, unos soldados nos encontraron y tuvimos que bajar ya que el rey quería verme a mi y a Lea, supongo que para hablar de lo que había pasado antes. O también por haberme ido con Lea sin nadie más, los dos solos, eso no creo que la haya hecho mucha gracia al rey.
    Fuimos en silencio hasta la sala del trono y en todo el trayecto Lea no se separo de mí, estuvo agarrada de mi brazo todo el rato cosa que en verdad agradecí porque me calmaba muchísimo. Esa tranquilidad se fue cuando entramos en la sala del trono y vi a Margaret con el rey, la reina y Zair.
    Esa maldita bruja… ella era la culpable de las dudas de Lea ¿Qué tenía contra mi esa tía? ¿Es que no podía dejarme ser un poco feliz mientras podía? Ella me miró seria y yo la miré con unas ganas de matarlas enormes, ganas que me contuve y de las que solo se dio cuenta ella. Y pensar que me parecía simpática y guapa hace 60 años…
    —¿Qué crees que haces yéndote sin vigilancia?—me preguntó Zair con un poco de mala leche, la cual ignoré.
    —No se ha ido, me lo he llevado yo, Zair.—dijo Lea seria defendiéndome.
    —Pues no deberías habértelo llevado princesa, ya sabes cual ha sido la orden de tu padre.—Se lo dijo con suavidad y amabilidad, cosa que creo que le extrañó por la cara que puso. Y bueno tenía sus razones últimamente casi ni se hablaban y cuando lo hacían se peleaban.
    —No pasa nada Zair—dijo el rey acercándose.— Aunque es verdad que no deberías habértelo llevado sola…
    —Venga ya papa, ¿Qué va a pasar?
    —Nada, lo se.—me miró—Kirian. Te doy las gracias por lo de antes. Me salvaste la vida.—Sonreí alegremente, cosa que me salió sola y de dentro pero es que hacía tiempo que un rey no me daba las gracias por algo.
    —No tiene por qué agradecerme nada, al fin y al cabo le sirvo a usted y mi mayor prioridad es protegerle tanto a usted como a su familia.—miré a la reina y a Lea la cual sonreía.
    —Veo que has cambiado un poco de actitud—miró a su hija— ¿Qué le has dicho?
    —¿Yo? Nada…—se había sonrojado pero creo que solo me di cuenta yo. Sonreí.
    —Me hubiera gustado conocerte mucho antes Kirian—dijo la reina sonriendo con amabilidad.
    —Créeme que no…—lo decía porque puede que yo antes de que pasara nada fuera simpático y amable pero cuando pasó lo que pasó… no le hubiera gustado verme asi.
    —¿Por qué no?—esta vez la que pregunto fue Lea.— Yo te he visto hace sesenta años.—todas la miramos sorprendidos ¿Cómo que me ha visto hace sesenta años?—Según Margaret fue la magia que hay en mi. Hizo que viajara al pasado y vi a Kirian y mi bisabuelo y a mucha gente más.—miró a su padre— Te puedo decir que Kirian era una buena persona.—Antes de que yo dijera algo saltó Margaret.
    —Tu lo has dicho, era buena persona.—apreté los dientes.— ¿Tu has escuchado lo que te dije antes, Lea?
    —Si y por eso estoy diciendo esto.—me miró sonriendo, Margaret no.
    —Bueno…. En cualquier caso te doy las gracias.—dijo el rey. Cuando fui a mirarle para contestarle algo me impidió hacerlo ya que sentí como una sacudida en mi interior y luego un dolor en el pecho como si me hubiera golpeado con algo fuertemente.
    Sentí como salía despedido hacia atrás pero no mi cuerpo físico sino mi espíritu o mi alma como queráis llamarlo, lo se porque mientras volaba me vi a mi mismo cayendo al suelo para sorpresa de todos.
    Cerré los ojos porque me empecé a marear y no los abriría hasta que llegase a mi destino que me imaginaba más o menos cual era.
    De pronto paró todo de dar vueltas, me sentía con los pies en la tierra literalmente. Abrí los ojos viendo un círculo blanco a mí alrededor, luego alcé la vista y vi al culpable de que parte de mí estuviera aquí: Eloy. Estaba de pie también dentro de un circulo blanco con numerosos símbolos más grande que el mio y al lado suya un hombre que no conocía pero que sabia que era mago y que había ayudado a Eloy a hacer esto.
    Eloy me sonreía burlonamente cosa que no me gustó asi que no me lo pensé dos veces y fui a por él. No pude porque en cuanto quise salir de ese circulo algo me hecho hacia atrás.
    —Eh, tranquilo. No puedes salir de ese círculo fiera.—alcé la mano y en efecto había una especie de pared invisible que me lo impedía cuando quería sacar la mano de ese círculo.
    —¿Qué quieres?—le pregunté bordemente y enfadado.
    —Nada, solo quería verte a ver como estabas y jugar un poco contigo.
    —Como salga de aquí date por muerto.
    —Ya… como la ultima vez que me has visto. Cuando te pusiste en medio para salvar a tu querida Lea…—lo dijo con desprecio y burla.
    —¡¿Qué quieres?! Lo último que quiero es hablar contigo.
    —Quiero hacer un especie de trato contigo.—Esto no me gustaba nada.
    —Me niego. La última que vez que hice algo parecido a un trato contigo me traicionaste.
    —Lo tuve que hacer… Solo que mi plan no salió como yo quise, por tu culpa.
    —Quiero irme de aquí.—dije con hartura, no quería escucharle ni un momento más.
    —Escucha lo que te tengo que decir y luego te dejare ir.—me miró para saber mi respuesta.
    —Rápido.
    —Tú no eres el único que esta controlado Kirian, yo también lo estoy y si no hago lo que dice el cabrón de Heraclio muero. Cuando os ataquemos que será dentro de poco Heraclio intentará reactivar el arma y yo por mi parte intentaré detenerle para que el que active el arma sea yo. Para eso antes tengo que asegurarme de que deshaga el hechizo…
    —¿Y para que me quieres a mi?
    —Quiero que me ayudes Kirian. Quiero que luches junto a mí como tendría que haber pasado hace sesenta años. Asi activaremos el arma los dos y reinaremos los dos en todo el mundo. ¿Qué te parece?
    —No pienso luchar junto a ti Eloy.
    —Y dejaré que tu querida Lea viva.
    —He dicho que no.
    —Te dejo que te lo pienses, hasta el día de la batalla. Sé que estarás a mi lado.
    —Eso no…—no me dejó terminar porque de nuevo fue expulsado por los aires saliendo del círculo y volando hacia mi cuerpo. Odiaba que me dejaran a medias.



    En cuanto Kirian se desplomó en el suelo con una cara de sorpresa todos nos acercamos a él enseguida, yo asustada. Hasta Zair se acercó para ver que le había pasado.
    —¡Kirian!—alcé un poco la voz agachándome junto a él al igual que Zair y Margaret.— ¿Kirian?— tenia los ojos cerrados y no respondía ¿Qué acababa de pasar? Si estaba lo más bien hasta hace un momento… Zair le cogió el pulso.
    —Tiene pulso.—dijo extrañado.—Y además esta respirando—señaló su pecho que subía y bajaba.
    —¿Entonces que le pasa?—preguntó mi madre quien parecía preocupada.— ¿Está enfermo?
    —No.—dijo de pronto Margaret captando la atención de todos.— Le han llamado.—Todos nos quedamos igual que al principio con esa respuesta. ¿Qué le han llamado? No tiene sentido.
    —¿Eso que significa?—preguntó mi padre.
    —Alguien ha conjurado un hechizo de comunicación haciendo que su alma vuele hasta donde esta esa persona.
    —¿Y quien ha podido ser?—pregunté. La verdad es que no se me ocurría nadie. ¿Quién quiere decirle algo a través de la magia? ¿Podría ser Eloy?
    —Estoy segura de que Eloy.—Lo sabía.
    —¿Ve majestad, como Kirian sigue siendo un traidor? Se comunica hasta con el enemigo delante de nuestras narices. —dijo Zair súper convencido levantándose.
    —Eso no tiene nada que ver.—dije molesta por su actitud. Y pensar que antes me habló como siempre… Parece que haría lo que fuera por hundir a Kirian más de lo que esta. Antes de que Zair me contestara lo hizo Margaret.
    —Lea tiene razón, no tiene nada que ver. Ese hechizo llama a quien tu quieres sin que esa persona lo sepa, en cualquier momento y en cualquier lugar, solo hay que prepararlo. Kirian no tiene la culpa de nada.—Menos mal que Margaret por una vez le defendía…
    Dejamos de hablar y miramos a Kirian quien seguía con los ojos cerrados. Parecía dormido pero por más que le llamaras no respondería. Habría que esperar a que volviera cosa que no tardó en pasar ya que unos minutos después no se exactamente cuantos abrió los ojos de pronto cogiendo una bocanada de aire bastante grande cosa que no entendí porque había estado respirando todo el rato.
    A quien primero miró fue a mí y luego a los demás.
    —¿Estas bien?—pregunté preocupada ya que no decía nada. Se incorporó sentándose y se llevó la mano a los ojos restregándoselos.
    —Me cago en todos los muertos de Eloy y más en él.—dijo en presencia de todos. Se le habrá escapado.— Que mareo…—Cuando miró hacia arriba viendo a mi padre se dio cuenta de lo que había dicho y se tapó la boca en un gesto que me hizo gracia.—Lo siento…—Me levanté mirándole desde arriba.
    —No pasa nada.—dijo con una sonrisa mi padre, parece que le había hecho gracia.— ¿Estas bien?—puso cara de dolor y se cogio la cabeza con una mano.
    —Solo me duele la cabeza que parece que me va a estallar... Ahora tengo más ganas de matarle que antes.—mi padre le tendió la mano y después de unos segundos Kirian la aceptó y mi padre le ayudó a levantarse.
    —¿Qué te ha dicho Eloy?—preguntó mi madre un poco preocupada. Normal yo también lo estaba.
    —Solo me ha llamado para burlarse de mi—contesto con tranquilidad y seguridad— Quería que luchara junto a él en la batalla que se acontecerá pronto.—todos nos sorprendimos, mi padre se puso muy serio.—Quiere activar el arma él.—lo siguiente lo dijo más bien para si mismo pero en voz alta.— ¿Qué se cree ese imbécil? Primero ataca a Lea y a mi y ahora quiere que luche junto a él… este tío flipa… Prefiero morir antes que hacer lo que él quiere.—volvió a poner cara de dolor y presionarse ambos lados de la frente con los dedos índices.
    —Entonces… Le has dicho que no.—dije un poco con miedo pero no por el sino por lo que pensarían los demás.
    —Por supuesto que le he dicho que no y porque me tenia encerrado que sino Eloy ahora mismo volvería a ser historia.—escuché algún que otro suspiro.
    —¿Te dijo cuando atacarían?—pregunto mi padre ya más tranquilo.
    —Pronto. Es lo único que se. ¿Puedo ir a descansar hasta que se me pase el dolor de cabeza?
    —Si claro… Lea, acompáñale ¿Quieres?—Sonreí. Parece que mi padre le estaba empezando a aceptar. Menos mal…
    —Claro—le cogí del brazo y tiré de él despacio. Creo que las cosas empezarían a ir mejor por ahora y eso me hacia feliz.



    En cuanto Kirian se fue, Eloy sonrió bastante ampliamente cosa que el mago no entendió porque Kirian le había dicho que no en toda su cara y además si no hubiera estado encerrado en ese espacio seguramente aquí hubiera habido alguna pelea porque aunque Kirian en ese momento fuera un espíritu, daño podía hacer, no tanto como si estuviera ahí de verdad pero podía hacerlo.
    Por eso cuando intentó salir se asustó un poco pero no por eso dejo de utilizar magia ya que si paraba todo volvería a la normalidad y si eso pasaba Eloy le mataría seguro.
    Él se quedo sonriendo mirando donde minutos antes había estado el espíritu de Kirian. El mago se levantó.
    —¿Eloy?—este le miró volviendo a la realidad.— ¿Por qué sonríes? Si puedo preguntarte… Te ha dicho que no.
    —Es solo fachada, ten por seguro que lo hará. Lo conozco demasiado bien, aunque el por dentro no quiera, aunque piense lo que ha dicho, terminará luchando junto a mi y más cuando vea el arma de nuevo.
    —¿Tan seguro estás de eso?
    —Oh si… Y cuando ganemos y tenga el arma en mi poder, le mataré como el hizo conmigo y yo seré el rey de este mundo para siempre.—se rio con malicia.—Que bueno soy…—miro el cuarto de baño de la habitación y luego miró al mago.—Me voy a duchar tu recoge todo esto.—se encaminó al baño mientras el amigo hacia lo que le había dicho, no tenía otra, pero Eloy se paró en la puerta.— Y como digas una palabra de esto a alguien y el rey se enteré te juro que antes de morir yo lo haces tu también ¿entendido?
    —Si señor. Os juro que no se lo diré a nadie— dijo asustado e inclinándose hacia delante en una reverencia.
    Eloy sonrió de nuevo y se metió en el baño pensando en esa batalla que quería librar con ansia mientras el mago recogía todo lo de la habitación. Esta vez las cosas le tenían que salir como él quería. Esta vez le tocaba a él ganar.
     
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    Kirian el guerrero.
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    Capitulo 17.

    Solo le pude acompañar a su cuarto porque enseguida vinieron soldados detrás de nosotros, supongo que mi padre no que quiere que esté mucho tiempo junto a él aunque por lo menos el que me haya dejado acompañarle era un avance. Asi que cuando llegamos nos sonreímos mirándonos a los ojos y entró cerrando la puerta tras de si.
    No nos habíamos dicho nada pero con solo esa mirada nos habíamos entendido a la perfección.
    Poco después me llamaron a comer. Pensé que después de que Kirian le salvara la vida a mi padre este le dejaría comer con nosotros pero no fue asi. Tuve que comer con mis padres, claro, con Margaret, que últimamente estaba mucho por aquí, y con Zair, pero esta vez no se puso al lado mía si no al lado de Margaret cosa que agradecí porque cada vez que abría la boca para decir algo acababa enfadada con él.
    Al principio estábamos en silencio, uno incómodo que no me gustaba nada, pero lo prefería a hablar del tema de mi futuro “marido” que estaba segura de que mis padres lo tenían en la punta de la lengua, en cualquier momento saltarían con él.
    Después de unos minutos decidí empezar yo ese tema ya que no aguantaba ni un minuto más, asi en silencio, y yo comiéndome la cabeza todo el rato.
    —Mamá, papá—les llamé haciendo que todos me miraran.— Se que quereis hablar del tema de mi futuro marido porque se os ve pero… —como decirlo sin pasarme…— No es que Zair me desagrade, al revés le quiero mucho pero no creo que él sea la persona destinada a mi. De todas maneras no creo que sea el momento de hablar de esto. ¿Podríamos hablarlo cuando pase esta guerra?
    Mis padres se habían quedado en silencio mirándome. Parecían un poco sorprendidos no sé porque ya que lo que había dicho era lo que pensaba.
    —Claro que si Lea.— dijo mi madre sonriendo al igual que mi padre. Miré a Zair de reojo él cual tenía la vista puesta en su plato bastante serio
    —Zair—me miró— siento si algo de lo que he dicho te ha hecho daño, no era mi intención, puede que el otro día me pasase un poco. Tu estás bien ¿no?
    —Si, no te preocupes.—no lo dijo muy convencido y enseguida me quitó la mirada.
    —Zair…—le llamé medio regañándole, él me volvió a mirar.
    —Que estoy bien, de verdad.—le sonreí y el también a mi— volví a mirar a mis padres.—¿Papá después puede venir Rose aquí?
    —Por supuesto.
    A partir de este momento las cosas volvieron un poco a la normalidad, el silencio de antes se fue para dar paso a las típicas conversaciones de siempre. Esto ya me gustaba más.



    En cuanto dormí un poco y comí el dolor de cabeza que tenía por culpa de Eloy se me pasó, supongo que era un efecto secundario por ese hechizo de mierda. ¿Luchar junto a él y activar el arma los dos? Los cojones, que se busque la vida, yo mientras a Lea no le pase nada me da igual lo que ocurra en esa batalla. Además dudo que encuentren esa arma…
    Ahora estaba mirando por la ventana de mi habitación que también daba hacia las casas del reino. La verdad es que no había cambiado tanto como yo pensaba, estaba mas grande, eso si, pero seguía siendo igual.
    Lo que si había cambiado era la casa de Nydia. No sé que habrá pasado después de que yo… de que me encerraran pero su casa ya no existía o sea, había una casa pero era totalmente diferente, más pequeña, con otra estructura y de otro color.
    De todas maneras no valía la pena pensar en eso, ella ya no estaba y yo tampoco debería de estar en este mundo, con esta juventud y vitalidad. En realidad debería de estar muerto, siempre había pensando que no iba a llegar a los cuarenta por lo de ser un guerrero y eso… No se si sabéis a lo que me refiero. Tarde o temprano terminaría perdiendo.
    Las cosas se torcieron y al final he acabado asi. Ahora que miraba las calles con la gente me daban ganas de pasear, solo eso. Dar un paseo como hacía siempre, con calma.
    —Kirian—una voz hizo que me diera la vuelta con un poco de sobresalto por dentro, es que no le había oído abrir la puerta ni nada… Era uno de los soldados.— El rey me ha dicho que te de un mensaje.
    —Dime.—dije acercándome a la cama donde estaban mis botas.
    —Dice que la sala de entrenamiento está libre y que si quieres puedes utilizarla.—miré al soldado un poco ¿Sorprendido? Si, sorprendido era la palabra. No superaba que el rey me dejara hacer eso aunque si lo piensas bien si voy a luchar por su reino y por él entonces no podía perder práctica, tenía que estar en forma.
    —¿Puedo ir ahora?—pregunté poniéndome las botas.
    —Cuando quieras.—dicho eso se fue cerrando la puerta. Cuando terminé de calzarme y salí no había nadie, estaba yo solo. ¿Había cogido tanta confianza en mí que ya me dejaba solo a mis anchas?
    Me encogí de hombros y puse rumbo hacia esa sala que tan bien sabía donde estaba, había ido tantas veces a entrenar que no importa los años que pasaran siempre me acordaría de donde estaba.
    Cuando llegué tampoco había nadie ni en la entrada ni dentro. Lo que si había era mi espada y mi lanza. Sonreí y en cuanto cogí la lanza empecé a entrenar. Lo echaba de menos.



    Esperé un buen rato a Rose en mi cuarto ya que siempre que venía hablábamos aquí. Desde que llegó Kirian, me había olvidado por completo de ella y eso que le prometí que si algún día revivía a Kirian se lo presentaría. Tenía tantas ganas de verla y de contarle tantas cosas que no me podía estar quieta en la habitación. De vez en cuando me asomaba a la ventana pero enseguida me volvía.
    Justo cuando no aguantaba más e iba a ir a por ella alguien dio unos golpecitos en la puerta.
    —¡Pase!
    La abrió nada más y nada menos que Rose que en cuanto entró y cerró la puerta nos dimos un abrazo. Es que hacía ya unos meses que no la veía en condiciones y no se porque me pareció que había cambiado. Ya era toda una mujer como diría mi padre. Con su pelo rubio por los hombros, su fina cara, sus ojos marrones y su cuerpo delgado y esbelto.
    —¿Qué tal estas? Tenía muchas ganas de verte—le dije medio riendo.
    —Bien, bien. Como siempre. ¿Y tú? Me tienes que contar muchas cosas.—Yo asentí.
    —Pero primero tu. ¿Cómo están tus padres y tu novio?
    —Bien, ahí seguimos. A pesar de la guerra esta, el dinero no se nos ha ido demasiado, nos mantenemos aunque con algún problemilla extra que surja, ya sabes, lo típico de “no me has pagado”, “Me debes dinero”, “¿Para cuando el préstamo de la construcción de mi casa?”—todo lo dijo imitando voces haciendo que me riera— Y mi novio bien… El otro día me regaló un ramo de rosas.
    —Oh, que bonito…
    —¿A que si? Es tan guapo… tan perfecto…
    —Me alegro por ti Rose.
    —Por cierto… ¿El que vi el otro día escoltado por Zair y soldados era Kirian?
    —Si. Te vi mirándole de una forma extraña.
    —Es que me sorprendí, no pensé que fuera liberado y menos por ti.
    —Tenia que hacerlo por el reino.
    —¿Y como es? ¿Es como tú decías? ¿Es tan guapo como en la foto o todavía más? ¿Has hablado con él, no? ¿Has descubierto lo que querías saber desde pequeña?—me empezó a acribillar a preguntas las cuales las decía tan rápido e interesada que no me daba a tiempo a procesarlas y mucho menos a responderlas.
    —Eh, para el carro.—se calló sonriendo.— Primero: Es mucho más guapo en persona que en la foto—ella se rio con nerviosismo y alegría cosa que me hizo gracia— Segundo: Si, he descubierto lo que quería saber de él, ¡Pero!—dije antes de que me saltara de nuevo con mas pregunta sobre eso— No te puedo decir nada, no creo que le guste.
    —Pero si es bueno puede rehacer la reputación que ha perdido.
    —Es lo que pensado pero de momento lo voy a guardar en secreto, me costó mucho sacárselo como para ahora decírselo a todo el mundo y que se enfade.
    —¿Pero es bueno?—yo le sonreí a modo de respuesta.—Jo tía yo lo quiero conocer.
    —Ahora no y no porque yo no quiera si no porque me han dicho que esta entrenando.—Rose bufó molesta pero de una manera divertida.—Te tengo que decir otra cosa de él…—dije un poco avergonzada, yo siempre le había contado todo asi que lo mio con Kirian también.
    —¿El que?
    —Bueno, es que estoy enamorada.
    —De Kirian—yo asentí lentamente mirando al suelo.— ¿Y el de ti…?
    —También—dije con una sonrisa de oreja a oreja mirándola a los ojos.
    —¿En serio?—me acerqué a su oreja y le susurre un: “Lo hemos hasta hecho”—Ella dio un respingo haciéndose la escandalizada pero sabía que no lo estaba, lo que pasa es que hacía muchas tonterías.—No me digas…
    —No te pienso contar los detalles que te veo venir.—ella se rio.— Él también me quiere, me lo ha dicho unas cuantas veces.
    —Esto es lo que llaman destino.— sonreímos las dos mirándonos.— ¿Y Zair?—la pregunta me pilló desprevenida.
    —¿Qué pasa con él?
    —Con él también lo llegaste a hacer ¿no?—lo dijo susurrando— Creí que te gustaba.
    —La verdad es que no sabía muy bien que sentía por él, a lo mejor me gustaba un poco pero cuando conocí a Kirian el sentimiento hacia Zair no se asemejaba en nada al que sentía con Kirian, con él todo es mucho mas fuerte no se si me entiendes.
    —Perfectamente.
    —¿Qué piensas sobre eso?
    —Que me alegro por ti, Lea. Si te has enamorado de él es porque tiene una faceta que nadie conoce y que tu si, no creo que sea mala persona. Hed e suponer que tus padres no saben nada ¿no?
    —Que va, no me dejarían. Creo que Zair se intuye algo pero no creo que se lo diga a mis padres y Margaret creo que si sabe que estoy enamorada pero tampoco ha dicho nada. Solo puedo esperar a que acabe esta guerra que dependiendo como podré elegir que hacer.
    —Espero que todo te salga bien.—nos miramos. Ella siempre me había comprendido a la perfección como yo a ella, era una amiga en la que podía confiar siempre por eso le contaba todo esto.
    Después de todo lo de Kirian hablamos de más cosas hasta hartarnos, bueno más bien hasta que Rose se tuvo que ir, que lo hizo con un: “Que no se te olvide que me lo tienes que presentar, eh”



    Que bien me sentía… Hacía tanto tiempo que no sentía el cuerpo y la mente de esta forma que era una de las cosas que echaba de menos. El cansancio, la respiración agitada y el sudor por mi cuerpo, esta sensación de euforia que me recorría al sentir que había hecho un buen entrenamiento.
    Esto junto al amor era algo que en mi vida no podían faltar, eran las dos cosas que había echado demasiado de menos cuando estaba encerrado en esa roca y que ahora que tenía las dos me sentía de maravilla con ganas de hacer de todo, con ganas de vivir de nuevo.
    Dejé la espada y la lanza en un lado y cogí una toalla para secarme un poco la cabeza, el cuello y el pecho del sudor. El entrenamiento que me había dado el rey la oportunidad de realizar estaba hecho, ahora faltaba estar con Lea a solas unas horas o toda la noche para que el día saliera redondo. Ya me las arreglaría después para escabullirme sin que nadie se diera cuenta.
    Miré a la puerta, la cual estaba cerrada, porque había sentido de pronto algo extraño, sentí (y lo seguía haciendo) como si alguien me estuviera observando. Sabía que fuera no había nadie y dentro estaba yo solo, o eso se veía a simple vista. Le quité importancia y dejando la espada y la lanza donde las había encontrado cuando entré, ya que no quería problemas, me dirigí a la salida pero entonces lo volví a sentir.
    Me paré dándome la vuelta. Lo sentía con mayor intensidad y si no lo veía entonces solo había una persona que podía hacer esto: Margaret.
    Antes de hacer nada fui a la puerta y la cerré por dentro con magia, luego me di la vuelta mirando todo el espacio que era la sala del entrenamiento.
    —Sé que estas ahí, Margaret.—ante mis palabras en una de las esquinas de la sala apareció Margaret de la nada, como si hubiera sido invisible todo el rato que en realidad no, seguramente se habría cubierto con un campo invisible pasando ella desapercibida para mi.—¿Ahora te dedicas a espiar a la gente?—le pregunté serio. Estaba intentando mantener mi autocontrol para no abalanzarme sobre ella.
    —Solo a ti.
    —No estoy haciendo nada malo que yo sepa. El rey me ha dado permiso para poder estar aquí.
    —Ya lo se pero comprenderás que no me fie de ti, ¿no?—Perfectamente. Aquí no se fiaba de mi nadie excepto Lea.
    —Tu nunca te has fiado de mi—dije recordando viejos tiempos. Ella siempre me había mirado diferente que el resto. Yo quise ser siempre simpático con ella como los demás, caerle bien, pero nunca funcionó, siempre me miraba de la misma manera.—Siempre te caí mal ¿verdad?
    —No es que me cayeras mal, Kirian, es que sabía que en tu interior había algo que andaba mal. Tu mismo lo demostraste al querer destruir este mundo—se acercaba a mi pero para salir de esta habitación y cuanto más lo hacía más me forzaba a no hacerle nada.
    —Si no me hubieran traicionado nada de esto habría pasado.—se paró a unos metros de mi.
    —¿Traicionado? Aquí el único que traicionó eres tú, nos traicionaste a todos, incluso a Nydia.—Cuando pronunció ese nombre fue cuando me sorprendí y me enfadé más alzando la voz.
    —¡¿Qué sabes de ella?!
    —He estado investigando— vi que se había puesto un poco a la defensiva aunque supongo que es normal.— ¿Por qué lo hiciste si la tenías a ella? ¿Sabes que después de que tu desaparecieras ella se suicidó?—ahí me quedé en Shock. La gente se inventa las cosas como quiere. Me reí por reírme, por no llorar y enfadarme más de lo que estaba.
    —No sabes nada…
    —Se lo suficiente y por eso sé que harás lo mismo con Lea. Piensas decirle te quiero para luego abandonarla como hiciste con Nydia y hacer lo que te venga en gana…—no siguió porque yo me enfadé más de lo que ya estaba y use mi magia para atacarle pero es que eso había sido la gota que colmó el vaso.
    Ella a pesar de estar mayor seguía teniendo buenos reflejos ya que paró la ráfaga de viento que le había tirado con un escudo que salió de la nada y que se había quedado flotando solo. Eso no me detuvo.
    Corrí hacia ella quitando el escudo del medio y esquivando una ráfaga que me tiró en su defensa. La tenía, la tenía a mi alcance, si vi hasta su cara de desconcierto. La podía matar si quería en este mismo momento pero no lo hice. Me quedé a centímetros de ella con mi mano rodeada de una capa de magia directa hacia su pecho. Margaret miró sorprendida tanto mi mano como mi cara.
    Tenía muchísimas ganas de que mi mano siguiera el recorrido pero no podía hacerlo, no por ella ni por mi si no por Lea, porque si la mataba, a mi posiblemente también o peor me encerrarían y no quería que Lea lo pasara mal, no quería que me mirara como lo hizo antes, en la torre. Quería que confiara en mi y que fuera feliz, por eso me había detenido.
    Temblando retiré mi brazo e intenté relajarme.
    —No hables cuando no sabes nada, bruja.—respiré hondo—Nydia no se suicidó la mataron y yo quiero a Lea y se lo he demostrado, si quieres saber más pregúntale a ella y no te acerques más a mi porque la próxima vez te juro que te mato.
    Dicho eso me di la vuelta rápido antes de que cambiara de opinión y salí de allí dando un pequeño portazo. Me tenía que calmar y por eso iba directo hacia Lea. Ella era la única que me podía calmar.



    En cuanto Kirian salió de esta sala dando un portazo que ya me esperaba, la barrera invisible que me protegía y que hacia que nadie me viera desapareció. Kirian se había dado cuenta de la presencia de Margaret pero no de la mía.
    Yo lo había visto todo desde que empezó su entrenamiento, sus técnicas, sus expresiones, parecía hasta feliz.
    Y la conversación con Margaret…. No entendía a que se refería con que le habían traicionado pero lo que más me había dejado sorprendido y molesto era su declaración después de la pequeña pelea en la cual quise salir a ayudar pero que la magia de Margaret no me dejó. Supongo que ese fue el factor principal por lo que ella perdió esa pelea que por suerte acabó bien.
    Me acerqué a Margaret que se había quedado quieta mirando la salida, parecía que pensaba en algo.
    —Casi te mata ¿Por qué no me has dejado intervenir?
    —Hubiera sido peligroso Zair—me dijo mirándome pero todavía pensativa.—Da gracias de que no se ha dado cuenta de que tu estabas aquí.
    —No me hubiera pasado nada.—dije súper convencido, total, ella estaba bien.— ¿Por qué paró?
    —Supongo que pensó que si yo acababa muerta en sus manos pues volvería a ser encerrado y eso es algo que, aunque él no lo reconozca abiertamente, le aterroriza. Lo que no entiendo es que significa eso de: “se lo he demostrado”
    —Le habrá dicho te quiero…—dije abatido, con esto la esperanza que tenía se iba a pique, desaparecía, aunque bueno, yo seguiría como siempre tal y como me dijo Margaret.
    —Pero eso no demuestra nada. Tu puedes decirle te quiero a una persona y ser mentira, puedes besarla, acariciarla y más cosas y seguir siendo mentira. Además Lea estaba demasiado segura este mediodía. Ha tenido que hacer algo.
    —¿Pero entonces es verdad que la quiere?
    —No se, habrá que preguntarle a Lea.—La mire. Yo no estaba dispuesto a hacer eso, no quería oírla decir: “si, Kirian me quiere y yo a él también” Ni loco. Creo que Margaret leyó mis pensamientos porque enseguida me tranquilizó—Tranquilo, le voy a preguntar yo, tu no tienes que hacer nada. De momento actuemos como siempre ¿vale?—asentí y después de una pequeña despedida salí de la habitación dejándola sola.
    Me acababa de quitar un peso enorme de encima.
     
  3.  
    JimenaAlonzo

    JimenaAlonzo Entusiasta

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    Escritora
    Título:
    Kirian el guerrero.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
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    23
     
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    3960
    Capitulo 18.

    Al final se había pasado el día y no había podido estar con Kirian desde que nos separamos cuando entró en su habitación. Cada segundo que pasaba lejos de él se me hacia eterno, le echaba de menos y eso que estábamos en el mismo palacio. Imaginaos lo difícil que es acercarnos el uno al otro.
    Como ya había cenado (en mi cuarto porque no tenía ganas de bajar) y ya estaba todo el mundo tranquilo para irse a dormir ya mismo decidí darme una ducha ya convencida de que ver a Kirian en lo que quedaba de día iba a ser imposible.
    Entré en el cuarto de baño y cuando me desvestí lo que iba a ser una ducha termino siendo un baño. No se… me entraron ganas de llenar la bañera y relajarme. Pensar en como actuar en esta guerra inútil y sin sentido.
    Una vez que estaba caliente el agua me metí y me relajé como tenía pensado.
    Todo lo que estaba pasando me agobiaba, habían sido demasiadas cosas fuertes juntas. El arma, Kirian, Eloy, Margaret, Nydia, amor, enfado… Demasiados sentimientos de golpe que nunca había tenido con tanta intensidad. Por una parte lo que había pasado con Kirian me encantaba, si tan solo pasara todo esto y mi padre viera lo bueno que es en realidad sería la más feliz del mundo. Le quería tanto, tanto… En la vida pensé que acabaría asi de enamorada y menos de Kirian. Es lo que decía Rose, es el destino.
    Por otro lado estaba Zair. Un chico amable, simpático y al que consideraba antes algo más que un amigo pero que no sabía muy bien como. Ahora lo considero mi mejor amigo ya que el amor que le tengo a Kirian está desbordante que lo ocupa todo. Lo que no me gusta es que me miré diferente a antes y que se enfadé tanto conmigo.
    Luego estaba Margaret, que no llega a ser por Kirian y no descubro que era ella “El mago” que le había encerrado y que era tan poderosa. Desde que este volvió a aparecer actúa muy diferente, cosa que no sabía como tomarme. No la entendía bien.
    Eloy era para echarle de comer a parte y lo de Nydia… sin comentarios.
    Ahora que me daba cuenta todo excepto lo de reactivar el arma tenía que ver con Kirian, él siempre esta metido en medio.
    —Siempre en medio…—dije con los ojos cerrados disfrutando de este baño.
    —¿Quién esta en medio?—esa voz me sobresaltó tanto que pegué un bote tapándome todo lo que pude con mis manos y pegando también un pequeño grito que reprimí al ver quien era. ¿Quién va a ser? Pues Kirian. —No pretendía asustarte.
    —¿Qué haces aquí?—pregunté todavía tapándome y mirando detrás de él. La puerta estaba cerrada ¿De verdad no le había escuchado entrar?— Como te vea alguien aquí…
    —No me va a ver nadie, todos creen que estoy en mi habitación.—dijo mientras se quitaba la parte de arriba.
    —Eh ¿Qué piensas hacer?—pregunté aunque ya me lo imaginaba.
    —Meterme contigo ¿puedo no?—me puse nerviosa.
    —Ah, bueno… es que… si puedes… pero… y si…—Kirian se rio por mi nerviosismo cosa que me la tomé bien porque me encantaba su risa. Cuando miré me puse aun mas nerviosa porque lo vi completamente desnudo por lo que en un acto reflejo me tapé los ojos. Se volvió a reír.
    —A ver… ¿Por qué te tapas y te pones tan nerviosa? Si ya nos hemos visto todo—se metió en la bañera sentándose en frente de mí. La bañera era grande pero cabíamos justos. Miré y vi que se hundió mojándose el pelo y la cabeza para luego volver a salir soltando un suspiro —Lo necesitaba…—había cerrado los ojos apoyando la cabeza en el borde de la bañera. Yo me quedé mirando primero su cara y luego baje hasta su pecho mirando su “tatuaje”. No bajé mas la mirada por vergüenza y menos mal que no lo hice porque cuando la volví a subir él me estaba mirando sonriendo.— ¿Quieres… ponerte aquí?—señaló donde estaba él. Se refería a ponerme de espaldas a él y apoyarme en su pecho. Claro que si.
    Asentí y me puse como dije, apoyando mi cabeza entre su cuello y su hombro. Me rodeó con los brazos y me dio un beso en el cuello que me hizo suspirar.
    —Lo necesitaba—me susurró al oído— necesitaba calmarme.
    —¿Calmarte porque?— no me contestó.
    —Eres la única que despeja mi mente y me calma. Te lo pido por favor nunca te alejes de mi.
    —No lo haré—giré el cuello para mirarle y nos besamos un buen rato. Cuando nos separamos el apoyo su cabeza en la mia haciendo que sintiera su respiración cerca de mi cuello. Estas cosas por parte de él eran las que me llenaban, las que me hacían más feliz todavía.
    —Te quiero—me volvió a susurrar.—No… te amo.—sonreí como una tonta.
    —Yo también.
    Y asi nos quedamos un buen rato, besándonos y acariciándonos pero sin llegar a más aunque tampoco hacía falta para demostrarnos lo mucho que nos queríamos los dos. Nunca, nunca me cansaría de él, siempre le amaré de la manera que lo hago ahora.



    “Kirian…” “Kirian…”
    Una voz me llamaba, no se si era en sueños o de verdad lo que si se era que me despertó pero no abrí los ojos. Es que se estaba tan bien en la cama y yo estaba tan tranquilo, tan calmado, con la mente en blanco, bueno eso no es cierto, mi mente la ocupaba Lea pero eso era lo que me gustaba.
    Este tipo de noches me encantaban, estando junto a ella, durmiendo junto a ella sin pensar en nada más que en ella, mi mundo era ella. Ya lo he dicho pero lo seguiría diciendo muchas veces, echaba de menos estar enamorado de alguien y que ese alguien te correspondiera, me llenaba, era parte de mí y quería que lo siguiera siendo. Es una de las cosas mas bonitas de vivir y que ahora agradecía tener en esta segunda oportunidad que no sabía si iba a durar mucho tiempo (lo de vivir)
    Sin abrir los ojos, suspirando y con una sonrisa en la cara busqué a Lea con los brazos encontrándola en seguida y dándole un abrazo pegándola junto a mi sin despertarla, ya me había dado cuenta que tenía el sueño profundo.
    Le di besos en la cabeza y respiré su aroma soltando un suspiro.
    —Te quiero…—susurré. Ella no se despertó y tampoco quería que lo hiciera, me daba igual que no me escuchara yo se lo dije y punto.
    “Kirian”—volví a escuchar mi nombre pero en mi mente. ¿Qué era eso? Arrugué la frente intentando averiguar que era y molesto. Como sea Eloy lo mato, lo revivo y lo vuelvo a matar.— “Kirian, abre los ojos”— Esa voz…
    Me di cuenta de quien era con lentitud pero es que era por la mañana y yo no hacía nada más que pensar en Lea. Abrí los ojos si mover un solo musculo para no despertarla y con lentitud me di la vuelta para encarar a Margaret que como yo pensaba estaba de pie junto a la cama mirándonos.
    Me entró miedo, miedo de que se lo dijera al rey o a la reina y que me separaran de Lea. Por eso me senté en la cama y me quedé mirándola sin moverme más. ¿Cuánto tiempo llevaría aquí? Observándonos.
    —¿Qué haces aquí?—pude preguntar en un susurro con calma y miedo, sin amenaza en mi voz.
    —Eso mismo te iba a preguntar yo, Kirian.—ahora que me daba cuenta, menos mal que estaba vestido, sino hubiera sido peor. Nos quedamos mirándonos unos segundos que me parecieron minutos eternos.
    —No se lo digas a nadie por favor.—dije casi implorándole.— No he hecho nada que ella no quisiera, además la necesitaba, necesitaba dormir con ella. Sé que no te caigo bien y que no confías en mi pero por favor…—me miré las manos, estaba temblando pero no podía parar. La miré.
    —Vete de aquí antes de que se dé cuenta alguien más.—sonreí como pude, me calzé y salí junto a ella no sin antes mirar de nuevo a Lea. No se había enterado de nada y me dolía irme asi pero bueno, después se lo explicaría.
    Cuando giré y cerré la puerta, vi a Margaret mirándome en mitad del pasillo frente a mi habitación. Yo fui hacia allí para entrar en ella y hacer como que no me había movido de allí desde ayer por la noche pero justo cuando iba a llegar del pasillo contiguo salieron un montón de soldados los cuales me empujaron y me agarraron de la ropa dándome contra la puerta haciendo un gran escandalo. Pensé en defenderme pero entonces vi al rey y a Zair con una sonrisa de satisfacción en la cara que un poco más y no le cabía.
    —¿Cómo te atreves?—preguntó el rey entre decepcionado, molesto y enfadado.
    —No se a que se refiere, majestad.
    —¿Cómo te atreves a dormir con mi hija? Estaba empezando a confiar algo en ti pero esa confianza se ha desvanecido por completo.—Estaba enfadado, lo sabía por el tono de voz que aunque no gritaba estaba muy serio.—Te había dado una habitación para que estuvieras mas cómodo pero después de esto se han acabado las comodidades—miró a Zair que entendió perfectamente lo que le quiso decir sin palabras.
    —Kirian, quedas arrestado. De ahora en adelante no saldrás de la celda que se te asignará—me dio la vuelta poniéndome contra la pared y atando mis manos por detrás. Margaret no había dicho nada, no le había dado tiempo asi que el único que había podido ser y que ganaría con todo esto es Zair. Esa sonrisa le delataba.
    Miré por la ventana de reojo antes de que me guiaran hasta las celdas, era más tarde de lo que yo pensaba despertarme por eso me habían pillado pero es que estaba tan bien junto a Lea que perdía la noción del tiempo. Ahora no podía estar junto a ella y eso me entristecía de una manera tan grande que hasta me asustaba.
    —Estarás en una celda hasta la batalla.—dijo el rey cuando me dieron la vuelta.
    —¡¿Qué pasa?!—alzó la voz de pronto la persona que mas quería en este mundo y que no me esperaba que viniera. Salió en pijama y sorprendida.— ¡¿Qué le estas haciendo a Kirian?!



    Me había despertado por un fuerte ruido que venía de afuera pero como estaba dormida no me había dado cuenta de donde exactamente. Como Kirian no estaba lo primero que pensé era que se había ido para que no le pillaran pero luego escuché voces en el pasillo entre ellas estaba la de mi padre con un tono autoritario que no me gustaba nada.
    Como estaba, en pijama, salí de mi habitación viendo la escena que ahora mismo tenía ante mis ojos. Kirian con las manos atadas rodeado de soldados entre ellos Zair, mi padre y Margaret. Ante mis preguntas nadie contestó solo se me quedaron mirando.
    —Lea, vuelve a tu habitación.—dijo mi padre enfadado.
    —No me da la gana.—se sorprendió ante mi respuesta pero es que ver a Kirian asi me mataba.— Soltar a Kirian, él no ha hecho nada.
    —Si que lo ha hecho Lea. Ha desobedecido y no se ha quedado en la habitación y lo más grave… ha dormido contigo.
    —¡¿Y Que?! Yo le he dejado.
    —Estoy decepcionado contigo Lea—le hizo una seña a Zair para que se llevara a Kirian pero entonces yo corrí hacia él y le cogí de la ropa impidiendo que se lo llevara.
    —No te lo lleves. Él no tiene la culpa de nada.
    —Ha desobedecido.—dijo sonriendo y entonces me di cuenta de quien había sido. Zair se había estado comportando raro últimamente y era obvio que no le caía para nada bien Kirian. Seguramente se habría pasado por la habitación de Kirian y al ver que este no estaba se habrá chivado a mi padre.
    —¡Has sido tu! ¡¿Verdad?!—alcé la voz enfada.
    —¡Lea!—me regañó mi padre pero le ignoré por completo. Me daba igual si me castigaba después para mi nada había peor que estar separada de Kirian.
    —¡¿Qué es lo que te ha hecho él?!
    —Zair, llévatelo.—dijo mi padre pero entonces yo me abracé a Kirian sorprendiendo a este y a todos.
    —¡No! ¡No quiero que me separéis de él! ¡Yo le quiero!—grité con desesperación pero no me hicieron caso y me agarraron tirando de mi para que me separara de Kirian. Como tenían más fuerza que yo acabaron separándome.—¡Kirian!—el me miró con tristeza mientras Zair se lo llevaba.— ¡Zair, te odio!—grité con todas mis fuerzas mientras me llevaban casi a rastras a mi habitación.— ¡Te odio!
    Me empujaron con toda la delicadeza que pudieron a pesar de la situación dentro de mi habitación encerrándome en ella desde fuera ya que yo por más que intentaba abrir no podía. La golpee con rabia y frustración, tenia ganas de llorar pero no lo haría, no quería verme tan débil, tenía que ser fuerte para pensar con claridad lo que iba a suceder a partir de ahora, para saber bien lo que tenía que hacer.
    Me tranquilicé y me senté en la cama pensando. Lo primero era la guerra asi que después de que pasara esta independientemente de como acabara cogería Kirian y me escaparía con el, a mi nadie me diría con quien casarme y a quien debía querer el resto de mi vida, eso lo elijo yo y ya lo había decidido. Nadie impediría que estuviera con él.
    La puerta de mi habitación se abrió dejando paso a mi padre y a Margaret.
    —A ti también te odio—le dije a mi padre señalándole enfadada.
    —Lea, te has pasado muchísimo. ¿Es que no ha servido nada todo lo que te he enseñado?
    —Que pena me da…
    —Lea, él no te quiere, te está utilizando.
    —¡¿Y tu que sabes?! Todo el mundo dice lo mismo pero estáis todos equivocados, el si me quiere, me lo ha demostrado. Si no te gusta te aguantas pero él va a ser el hombre con el que pasaré el resto de mi vida.
    —¿Cómo te lo ha demostrado?—preguntó Margaret. La miré enfadada, no se cuanta culpa tenía ella en todo esto.
    —Me pasó todo su magia para que viera que no me estaba utilizando con ella.—Se sorprendió mucho ya que se le escapó un pequeño sonido de sorpresa de su boca.
    —¿De verdad?
    —Si. Por eso sé que me quiere pero todo el mundo esta empeñado en separarnos.
    —Tu te vas a casar con Zair, el será un buen rey para este reino.
    —Antes de casarme con Zair, prefiero morir.—Al decir eso mi padre me pegó una torta en la cara, cosa que no me esperaba ya que nunca me había pegado, esta era la primera vez que lo hacía.
    Me llevé la mano a mi mejilla que me dolía un montón y le miré sorprendida.
    —Soy el rey y tu padre asi que vas a hacer lo que yo te diga. Kirian de momento se va aquedar en las celdas y después de luchar esta batalla que se avecina independientemente de lo que pase volverá a ser encerrado en piedra.
    —¡¿Qué?!—dije con sorpresa— ¡No puedes hacer eso!
    —Si que puedo y además se lo pienso decir ahora mismo.—dicho eso se fue de mi habitación seguida de Margaret que me susurro un “Lo siento” antes de irse y cerrar la puerta.
    Mi mundo se acababa de desmoronar en un momento y todo por culpa de Zair. No pensaba llorar pero lo terminé haciendo. Me tumbe en la cama hundiendo mi cara en la almohada y lloré como hacía tiempo que no lo hacía.
    Kirian no podía volver a ser encerrado, no lo soportaría ni él, ni yo.



    No hablé en todo el trayecto simplemente me deje llevar con facilidad, no quería enfadar más al rey y además era mi culpa, por dejarme llevar demasiado. No me arrepiento pero tendría que haber sido más cuidadoso.
    Si me hubiera despertado antes nada de esto hubiera pasado pero como ya no puedo volver atrás lo único que puedo hacer es dejarme llevar y que tenga lo que tenga que pasar. Por mucho que me doliera.
    Cuando llegamos Zair me desató y me empujó dentro de la celda que ni si quiera tenía una manta, nada, solo cadenas y suelo. Me di la vuelta frotándome las muñecas y le encaré. Ahora mismo le tenía un odio enorme, odiaba la sonrisa que tenía.
    —Veo que te lo estas pasando bien.—dije enfadado.
    —Ni te lo imaginas. Ahora que te he separado de Lea…—no le dejé terminar
    —¿Qué? ¿Qué vas a hacer? ¿Consolarla?—bufé medio sonriendo—Yo no se tu pero he escuchado un “te odio” mientras me traías aquí.—Se había puesto serio.
    —Ya se le pasara, ahora que te he separado de ella…—le volví a cortar.
    —A mi me dice “te quiero” cada vez que me ve. ¿A ti te lo ha dicho? ¿Te ha dicho te amo mientras lo hacíais?—se enfadó que era lo que buscaba.
    —Cállate o…—no estaba dispuesto a dejarle hablar.
    —A mi tampoco—se quedó blanco de la sorpresa abriendo los ojos mucho, no se esperaba que yo lo hubiera hecho con Lea— A mi me dijo “Te amo”—sonreí, le iba a contar una mentira a medias.— Ayer el baño que nos dimos los dos fue muy reconfortante… Fue tan… bestial... Si… y bueno y si te contara después en la cama, no pensé que una princesa fuera tan… pasional. Me pone a cien.
    —Eres un hijo de puta.—se estaba controlando seguro ya que tenía lo nudillos blancos de la fuerza que estaba haciendo en los barrotes de la celda.
    —¿Por qué? ¿Por contarte la verdad? Lo que pasa es que estas celoso de mi, quieres que Lea te quiera como a mi, pero Zair… tienes que aceptar la realidad. Aunque nos separes, ella va a seguir queriéndome como yo a ella, nunca va a estar contigo.
    —Te juro que te mataré.
    —Inténtalo.—nos quedamos mirándonos a los ojos desafiándonos, como entrara me iba a defender eso estaba claro, una cosa era portarme bien por lo que acababa de pasar pero otra cosa era dejarme pegar por este.
    Justo cuando creí que iba a abrir la puerta de mi celda apareció el rey.
    —Zair, ya puedes descansar.—él le miró relajándose para ocultar todo lo que sentía delante de él pero algo se le notó.— ¿Qué pasa?—me miró a mi y luego a Zair.
    —Nada, majestad. Solo le estaba dejando las cosas claras a este.—me señaló con mala gana cosa que me molestó.
    —Tengo un nombre—no me pude resistir a responder.
    —No tienes derecho a hablar Kirian—me dijo Arón—Lo que has hecho para mi es un delito.
    —¿dormir es un delito?—creo que me estaba pasando un poco pero una vez que empezaba pocas veces podía parar.
    —No, pero dormir con mi hija si lo es.
    —Creo que de los presentes no soy el único—miré a Zair sonriendo, él me miró de nuevo blanco pero esta vez por miedo a que el rey le castigara o algo peor.
    —¿Qué quieres decir con eso?—no contesté pero él enseguida miró a Zair. Tuvo suerte porque después de algunos segundos lo dejó pasar y se dirigió a mi.—Me da igual, ya no me fio de ti Kirian, asi que vas a permanecer aquí hasta que se de la batalla, en la cual participarás defiendo este reino y una vez acabada esta guerra volverás al monolito.—Mientras el rey hablaba yo estaba sonriendo por la cara que tenía Zair de miedo pero en cuanto mencionó lo del monolito el que cambió la cara fui yo.
    —¿Qué?—pude decir entre todo el miedo que tenía dentro de mi porque lo tenía, era algo que me recorría por dentro, algo desagradable y que hacía que quisiera llorar.
    —Lo que has escuchado.—dijo dándose la vuelta para irse de aquí.
    —Espere, espere—dije acercándome a los barrotes e intentando pararle pero unas cuantas espadas me lo impidieron aunque por lo menos el rey se paró.—No me haga eso por favor.—me miro.— Todo menos eso.—no me gustaba tener que ponerme asi pero es que no podía contra el miedo este.—me arrodillé.— Os juro que obedeceré todo lo que me diga usted pero no me hago eso.
    —Aléjate de mi hija.—el miedo no se iba…— Si te alejas de ella entonces me lo replantearé.
    —¿Qué quiere decir?
    —Elige entre separarte de ella o volver a ser roca.—me quedé sin respiración por unos segundos pero no dudé en la respuesta. Mire al rey a los ojos y respondí claramente.
    —Entonces deseo morir de nuevo.—aunque tenía miedo por esa muerte no dudaría nunca en elegir a Lea.— El amor no es algo en lo que puedas elegir. No quiero separarme de ella, antes de hacerlo entonces prefiero volver a ser roca.—sé que se había sorprendido, lo se por sus caras.
    —Entonces que asi sea—se empezó a marchar— vámonos Zair—y él le siguió sin mirarme.
    En cuanto lo hicieron y me dejaron solo todo ese miedo salió a flote, lo dejé salir. Empecé a temblar y a tener frio. Tenía ganas de llorar, tenía ganas de gritar pero no lo hice, simplemente me abracé a mi mismo y apoyé la frente en el duro y frio suelo cerrando los ojos.
    Cualquiera que me viera asi, a mi, se reiría seguro, pero ahora mismo me daba igual solo quería cerrar los ojos y no volverlos a abrir durante un tiempo. Si estuviera Lea aquí haría que me calmara pero no esta…
    —Lea…—susurré.
    —Kirian, lo siento mucho.—esa voz era la de Margaret, de todas maneras no me moví de mi posición.
    —Déjame en paz un rato ¿quieres?—dije con la voz entrecortada por el miedo.
    —¿Tanto miedo le tienes?—no contesté, era obvio que si.—Podrías haber tenido una oportunidad de vivir pero la has desaprovechado eligiendo a Lea.
    —Prefiero pasar esto, prefiero volver a ser encerrado a separarme de ella.
    —Me ha contado como le demostraste que la querías—levanté la vista, estaba muy cerca de los barrotes. Si me levantaba y alzaba el brazo podía llegar a ella. Tuve una idea. Me levanté y la miré— ¿Sabes que eso es malísimo? No te entiendo. ¿Tanto la quieres?
    —Si.—Tenía que ser rápido si quería hacer lo que pensaba porque si se daba cuenta no podría y yo quería desconectar de este mundo mucho tiempo.—Eligiendo a Lea lo único que vas a tener es más sufrimiento, porque no vas a estar con ella y por encima vas a volver al monolito.—Empecé a escuchar voces que venían hacia aquí. Eran de nuevo Zair y Arón pero con una nueva más, Lea.
    —Me da igual— Tenía que hacerlo ya asi que corrí hacia ella y sacando un brazo por entre los barrotes le toqué el pecho cerca del cuello.—Lo siento.—le di toda mi magia de un tirón y demasiado rápido, junto con un hechizo especial, cosa que hizo que me dejara sin aliento sintiendo como un golpe en el pecho que me tiró hacia atrás y justo cuando me iba a dar contra la pared y escuché mi nombre gritado por Lea, creo, todo se volvió negro.
    —¡Kirian!
     
  4.  
    JimenaAlonzo

    JimenaAlonzo Entusiasta

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    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Kirian el guerrero.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    23
     
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    Capitulo 19.

    Después de llorar unos minutos paré, me sequé las lagrimas y la tristeza se convirtió en enfado. Tenía 18 años, era mayor de edad no iba a permitir que nadie me dijera lo que tenía que hacer ni si quiera mi padre.
    Me vestí malamente con lo primero que pillé y bajé casi corriendo a las celdas, iba a verle costase lo que me costase, hablaría con él en privado y luego ya vería lo que haría. Le quería demasiado como para separarme de él, no soportaría verle de nuevo encerrado en una roca.
    Bajé las escaleras hacia el primer piso y cuando giré en uno de los pasillos para llegar a la puerta que daban a las celdas me encontré con Zair y con mi padre, o sea con las dos personas que menos quería ver en estos momentos.
    —¡¿Qué haces aquí Lea?!—dijo mi padre enfadado. Lo que me faltaba…—Yo no te he dicho que pudieras salir de tu cuarto.
    —Me da igual lo que me digas a partir de ahora voy a hacer lo que me de la gana—dije abriéndome paso y bajando las escaleras.
    —¡¿Cómo has dicho?! No voy a permitir que me hables asi. Mientras vivas bajo mi mismo techo harás lo que yo te diga.—me seguían los dos.
    —Pues entonces me iré.
    —¡¿Qué?!
    —¡Lea!—dijo Zair un poco sorprendido.
    —Si tú no vas a permitir que te hable asi entonces yo no voy a permitir que me separes de la persona que quiero.
    —Esa persona que quieres tanto es un traidor—me cogió del brazo parándome pero yo me zafé con brusquedad enfadada.
    —¡A él le traicionaron antes!—alcé la voz mirando a los dos— ¡Me da igual lo que me digas, no vas a separarme de él!—seguí bajando seguida de ellos dos.
    —¡Lea!—me gritó mi padre. Estaba muy enfadado pero yo le ignoré por completo ya que seguía diciendo mi nombre e intentado hablarme.
    Cuando llegamos por fin nos tres nos paramos sorprendidos ¿Por qué? Porque vimos a Margaret de pie con una cara de sorpresa enorme y a Kirian en la celda pero con una mano apoyada en el pecho de Margaret.
    —Lo siento—le oí decir y segundos después apareció una luz entre la mano de Kirian y el pecho de Margarte haciendo que los dos fueran impulsados hacia atrás. Yo grité el nombre de Kirian pero no porque me preocupara solo por él sino porque él se había dado contra la pared haciendo un ruido muy desagradable. En cambio Margaret no se había dado con nada solo se había caído hacia atrás.
    —¡Kirian!—los tres enseguida corrimos hacia allí. Zair y mi padre fueron con Margaret y yo me apoyé en los barrotes—¡Kirian!—no se movía, estaba inmóvil en el suelo.— ¡Kirian no se mueve!—grité con miedo.
    —¡¿Qué mas da Kirian!?!—alzó la voz Zair.— ¡Mira lo que le ha hecho a Margaret y aun asi confías en él!—mi padre me miró.
    —No es de confianza Lea—me dijo serio. Justo cuando me iba poner a llorar y a gritar que abrieran la celda para ver como estaba, ya que me daba igual el porque le había atacado a Margaret, de nuevo apareció una luz en ella haciendo que nos separáramos.
    Después de unos segundos bastante largos la luz desapareció y Margaret estaba sentada en el suelo mirándose las manos sorprendida aunque no era la única nosotros tres también estábamos sorprendidos, mucho más que ella.
    Margaret había cambiado pero no a peor si no a mejor. Ahora era la chica morena que había visto cuando había viajado al pasado. ¡Acababa de rejuvenecer 60 años!
    Se tocó la cara, el pelo y el cuerpo, creo que no se lo creía ni ella. Se levantó e hizo a aparecer un espejo, la ropa le quedaba un poco pequeña pero se veía bastante bien, era muy guapa.
    —¿Qué ha pasado?—pude lograr preguntar yo ya que mi padre y Zair estaban un poco fuera de juego. Margaret me miró haciendo desparecer el espejo.
    —Ha sido… Kirian.—abrió los ojos asustada —¡Kirian!—gritó apartándome de la puerta y abriéndola con la llave que tenía. Entró muy rápido y se agachó junto a él, yo la seguí al igual que Zair y mi padre.
    Le cogió el pulso. La verdad es que no veía ningún cambio en Kirian seguía igual. ¿Por qué había hecho esto?
    —¿Está bien?—pregunté. Ella sin contestarme lo puso boca arriba ya que estaba de lado.
    —No respira.—me entró pánico.
    —¡¿Qué?!
    —Tranquila—me dijo con una sonrisa reconfortante. Susurró unas palabras mirando a Kirian y posando una mano en su pecho y le dio un pequeño golpe en él haciendo que sonara un ruido extraño. Solo eso fue suficiente para que Kirian volviera a respirar ya que lo hizo cogiendo una buena bocanada de aire.
    —¿Kirian?—no se despertó, respiraba pero seguía inconsciente.
    —No creo que despierte tan fácilmente.—me dijo a la vez que se ponía de pie.
    —¿Qué… que ha hecho?—preguntó mi padre mirando a Margaret al igual que Zair el cual la recorría con la mirada una y otra vez.
    —Me ha pasado su magia al igual que hizo con Lea pero con algunos cambios.
    —¿Qué cambios?—preguntó Zair.
    —Para empezar me ha rejuvenecido con un hechizo que sabía que existía pero que hasta ahora no había visto a nadie utilizarlo.
    —¿Por qué lo ha hecho? Es como si te hubiera hecho un favor ¿no?—preguntó mi padre.
    —No se porque lo ha hecho, lo que si se es que me ha pasado su magia asi de rápido para quedarse inconsciente, cosa que ha logrado. Que estúpido es… podría haberse matado.
    —¿Qué?—pregunté un poco sorprendida porque él lo había hecho conmigo.
    —Supongo que te lo explicó ¿no?—yo asentí.
    —¿Pero porque quería quedarse inconsciente?—preguntó de nuevo mi padre.
    —Para desconectar, Arón. Cuando os fuisteis se puso a temblar como un niño pequeño que le tiene miedo a la oscuridad. Le tiene tanto miedo a volver a ser encerrado que quería dejar de pensar en ello asi que la única manera que vio era esto. Lo de rejuvenecerme no se a que ha venido…
    —Lo que hubiera dado por ver eso…—dijo Zair mirando a Kirian con un poco de desprecio.
    —Eres un imbécil—le dije enfadada.
    —¡Lea!—me regañó mi padre.
    —Dejarme en paz todos—me agaché junto a Kirian y le acaricié la cara.
    —¿Cuánto te va a durar eso?—le preguntó Zair a Margaret que lo miró sonriendo, parecía contenta.
    —Eso solo lo sabe Kirian. Cuando despierte se lo preguntaré.
    —Lea vámonos ya de aquí.—dijo mi padre cogiéndome del brazo.
    —¿Lo vas a dejar asi?
    —No, ordenaré que lo lleven a la enfermería.
    —¿De verdad?—me calmé.
    —Que si… Estará ahí hasta que despierte.—me deje llevar por mi padre pero antes de salir volví a preguntar.
    —Margaret.—ella me miró— ¿El vuelve a tener su magia?
    —Una parte. No le puedo dar toda hasta que se despierte.—le sonreí con mas tranquilidad y salí con ellos mientras veía como entraban algunos soldados para cargar a Kirian a la enfermería.
    Esperaba que cuando despertara lo hiciera en condiciones y pudiera estar con él todo el tiempo posible.




    Llevaba todo el día cerca de Margaret pero es que no podía separarme de ella, era muy, muy guapa, tanto que había podido sacar de mis pensamientos a Lea o por lo menos hasta ahora.
    Ahora me encontraba solo en la sala del trono sentado en las escaleras mirando a la nada, al infinito. Lea me odiaba, ya no era solo que yo lo pensara… Me lo había dicho y bien alto pero es que yo no iba a pasar la oportunidad de hundir a Kirian y a separarlo de ella.
    Cuando vi que Margaret entraba en la habitación de Lea y que no había nadie en la de Kirian, no me lo pensé y llame al rey. Ahora no sabía si arrepentirme pero bueno, lo hecho esta hecho, ya no podía volver atrás.
    Suspiré. Si tan solo Lea se enamorara de mí, todo sería más fácil.
    —¿Qué te pasa?—esa voz me sobresaltó pero es que a parte del susto que me había dado, no me terminaba de acostumbrar a una Margaret joven. La miré, estaba de pie vestida con unos pantalones ajustados y una chaqueta de color rojo junto con unos zapatos con un poco de tacón. Su pelo castaño lo llevaba suelto. Joder, que guapa es…
    —Me has asustado…—dije mirando al suelo.
    —Eres el general, deberías haberte dado cuenta de que me acercaba.
    —Últimamente no me doy cuenta de muchas cosas.—ella se sentó a mi lado y yo la miré.
    —Lo que has hecho hoy… no ha estado bien y lo sabes.
    —Claro que lo se, pero en ese momento solo pensaba en… venganza.
    —¿Venganza?
    —Si. Él me ha quitado a la chica que… que quería.—iba a decir que quiero pero ¿para que? ¿Para hacerme más daño? — No quiero sufrir más ¿Tan difícil es encontrar a alguien que me quiera? Me siento… solo…
    —Algo ilógico ya que no lo estás.
    —Lo se, pero aun asi…
    —No sé que decirte Zair. Hace unos días te dije que lucharas por ella pero… es una lucha perdida.—la miré con atención.—Lo siento mucho.
    —Da igual.—alcé una mano y le acaricié la cara acercándome a ella.
    —¿Qué haces?—me dijo parándome y quitándome la mano de su cara.
    —¿Puedo besarte?—pregunté con esperanza.
    —No.—me entró decepción y tristeza— Soy como sesenta años mayor que tu, además esto no va a durar para siempre— se señaló.
    —Pues aprovéchalo.—me miró con interés— ¿Qué más da que me lleves sesenta años? Kirian también se los lleva a Lea y mira, les da igual.
    —No se Zair… Esto solo lo quieres hacer para olvidarte de ella.
    —¿No te apetece después de muchos años hacerlo conmigo?—se me quedó mirando primero a los ojos y luego recorrió mi cuerpo cosa que me gustó que hiciera.
    —Sin sentimientos de por medio.—asentí con todas las intenciones de besarla pero me volvió a parar.— Si vuelvo a mi edad no quiero que actúes diferente ¿vale?
    —Vale… Que si. Que no te preocupes.—me sonrió y fue ella quien me beso sorprendiéndome. Un beso al principio un poco tímido y cariñoso pero que con el paso de los segundos se volvió salvaje y pasional. Algo que no había vivido con Lea.
    Margaret sabía besar y bien. Jugaba con mi lengua, mis labios, mi cara, lo que estaba empezando a sentir en estos momentos me estaba gustando y mucho, asi que antes de que viniera alguien nos levantamos y ente besos y caricias empezamos a subir a la habitación que yo tenía asignada desde hace tiempo.
    Una vez en ella me tumbó en la cama y poniéndose encima de mi empezo a besar, lamer y mordisquear mi cuello, cosa que me hizo reír y suspirar. Que noche más buena iba a pasar.



    Estaba feliz, muy feliz, hacia días que no me sentía asi de alegre. Seguro que se me notaba porque no se me quitaba la sonrisa que tenía desde que me desperté al lado de Margaret.
    Hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien como esta noche. Había sido increíble. Además no había tenido que hacer casi nada, todo lo había hecho ella. En eso se notaba la diferencia de edad, en el saber y la experiencia pero me daba igual.
    Ojala se quedara asi y volviera a crecer junto a mi, los dos juntos, asi las cosas serían mucho más fáciles. Yo me quedaría con ella y me olvidaría de Lea. Si…
    Sacudí la cabeza ¿Qué estoy diciendo? Margaret me dijo que no podía haber sentimientos de por medio y si no quería estropearlo tenia que ser asi. Aunque en realidad podíamos estar asi siempre sin sentimientos como quedamos…
    Dejé de pensar en eso y entré a palacio ya que había salido a dar una vuelta de seguridad por los alrededores. No me tocaba a mí pero quería hacerlo, asi que después de un rato volví a entrar seguido de tres soldados que me había encontrado por el camino.
    Cuando entramos estaban el rey y la reina sentados y Margaret al lado sonriéndome asi que le devolví la sonrisa.
    —Majestad—dije llamando la atención de todos.
    —¿Qué tal ha ido?
    —Nada fuera de lo normal. Todo esta como siempre—contesté sonriendo.
    —No tenías porque hacerlo tu, al fin y al cabo eres el general—me dijo Linda.
    —Quería hacerlo, tenía cosas en las que pensar—dije mirando a Margaret que seguía sonriendo al igual que los reyes pero esas sonrisas de pronto se fueron y a mi no me dio tiempo a nada. Solo a sentir un dolor enorme en el hombro derecho, un dolor que nunca había sentido, bueno si, era parecido al dolor que sentí cuando me hirieron al querer salvar a Lea dos años atrás. Un dolor enorme.
    Me lo miré y vi que una espada me lo había traspasado desde atrás. ¿Por qué? ¿Quién? Los únicos que había atrás eran los tres soldados.
    Me quise girar para ver quien había sido pero cuando lo hice uno de ellos me dio un golpe en la cara con el mango de la espada tirándome al suelo boca abajo y dejándome un poco tocado.
    Alguien me sacó la espada de un tirón doliéndome más y me golpeó en la herida sacándome un grito de dolor. Estaba sudando y alguien estaba apoyado en mí.
    —¡Quietos todos a no ser que queráis ver a Zair muerto!—sentí el frio acero en mi cuello.
    —¿Por qué nos estais traicionando?—preguntó el rey. Yo alcé la vista y vi a Margaret muy preocupada, me miraba con miedo.
    —Lo siento mucho pero queremos que nos digas donde esta esa arma si no…
    —¿Si no que?—preguntó el rey de nuevo quieto pero enfadado.
    —Si no nos mataran.—contestó otro. Al oír eso no se porque pero me enfadé. Me da igual el miedo que tuvieran, si se tenía que morir en nombre del rey y de este reino se moría, la traición no estaba permitida.
    Saqué fuerzas de no se donde y giré desde el suelo dándole una patada al que estaba casi encima mía tirándolo al suelo. Me levanté como pude esquivando por los pelos una espadazo de otro de ellos y agachándome le di una patada en la barriga tambien tirándolo.
    Cogí la espada con el brazo bueno y paré el golpe de uno con dificultad. Empezamos a luchar con ellas, chocando aceros y esquivando. Giré sobre mi mismo cerca de él y le corté en el abdomen a la vez que le daba otra patada al que me venía de frente y cortaba al otro en un lateral cayendo al suelo.
    Me giré para encarar al que le había dado la patada el cual se había levantado y su espada iba directa hacia mi cabeza pero yo con el brazo malo y con todo el dolor del mundo le desvié su brazo, rozándome un poco la mejilla con la espada, cogiéndoselo, dándole una patada en el estómago y tirandolo al suelo boca arriba.
    Le puse un pie en su pecho y le apunté con la espada.
    —Ni te muevas.—dije jadeando por el cansancio y el dolor.
    En cuanto alcé la vista vi a Margaret y unos cuantos soldados cogiendo a los otros dos del suelo ya que yo tenía al último a quien no soltaba.
    —Zair, venga descansa un poco.—No le escuché estaba muy enfadado con ellos y conmigo mismo.— Suelta la espada y vamos a curarte anda.—me cogio la mano que empuñaba la espada haciendo que la mirara. La solté intentado no caerme por el dolor con la ayuda de Margaret que me cogio un poco.
    Me llevó a la enfermería. No sabía porque pero ese contacto me había calmado mucho, tal y como hacia Lea antes. Me había gustado dejarme llevar por ella y dejarme cuidar.
    Cuando llegamos a la enfermería no fueron los médicos quienes me curaron sino ella con su magia. Posó una mano en mi hombro herido y poco a poco sintiendo un calorcito muy agradable empecé a dejar de sentir ese dolor que tanto me angustiaba.
    No me lo curó del todo porque decía que eso era malo para el cuerpo pero me lo curó lo suficiente como para que yo lo pudiera mover sin tanto dolor.
    —Gracias.—ella me sonrió y sin que yo me lo esperara me beso, un beso totalmente distinto a los de anoche. Yo me dejé llevar y cerré los ojos.
    Agradecí internamente que ella estuviera aquí, a mi lado.
     
  5.  
    JimenaAlonzo

    JimenaAlonzo Entusiasta

    Acuario
    Miembro desde:
    1 Septiembre 2011
    Mensajes:
    74
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Kirian el guerrero.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    23
     
    Palabras:
    3331
    Capitulo 20.

    Estaba en la enfermería o sala de curaciones o como quiera que se llame, al lado de Kirian separados por unas cortinas. Estaba velándole cogiéndole la mano para que cuando despertara lo primero que viera fuera a mí.
    No entendía porque había hecho esto. ¿Por miedo? Si, puede que la parte de querer quedarse inconsciente fuera por miedo pero ¿Y la parte de rejuvenecer a Margaret? ¿Eso para que? ¿No se suponía que la odiaba? O sea a mi me daba igual, me alegraba por ella pero no entendía porque lo había hecho.
    Miré a Kirian, su cara y el sube y baja del pecho por la respiración. No pude evitar acariciarle la cara. Si él se separara de mi no creo que pudiera querer a alguien tanto como lo quiero a él. Es imposible.
    Escuché que alguien entraba rápido. Por las voces eran Margaret y Zair pero yo no dije que estaba aquí, sé que a lo mejor estaba mal espiar pero no me pude resistir ya que Zair desde que ella se había vuelto joven de nuevo la miraba diferente.
    Hablaron algo de una herida ¿habían herido a Zair? ¿Cuándo? Que yo sepa no había ninguna batalla en estos momentos. Me di cuenta que antes si llego a escuchar que Zair esta herido hubiera ido corriendo preocupada a abrazarle pero ahora… después de todo lo que ha pasado no tenía ganas de hacerlo y eso me entristecía.
    Dejaron de hablar por unos segundos cosa que me pareció rara. ¿Qué se traían estos dos entre manos? Abrí la cortina un poco viendo que estaban muy cerca el uno del otro. No se porque pero la abrí entera dejándome ver. Me hice la somnolienta.
    —¿Qué te ha pasado?—le pregunté a Zair a pesar de estar enfadada con él. Creo que un principio los dos se sorprendieron un poco, no se esperaban que yo estuviera aquí pero enseguida volvieron a la normalidad.
    —Tres de nuestros soldados nos traicionaron por miedo y me atacaron por la espalda.
    —¿Y estás bien?
    —Si, gracias a Margaret—la miró con una sonrisa, cosa que me resultó un poco rara.
    —Que va, si no ha sido nada— le contestó también sonriendo pero enseguida me miró a mi—¿Y tu que hacías ahí?
    —¿Qué va a ser?—sin dejar de mirarla corrí la cortina dejando ver a Kirian durmiendo en su cama tal y como estaba hace unos minutos, no se había movido de su posición.
    —¿Cómo está?—preguntó de nuevo ella interesada. Para no estarlo.
    —No lo se. Está asi desde que lo movimos aquí. ¿No lo puedes despertar?
    —Lea, está asi porque él ha querido, sería un poco injusto hacerle despertar ¿no?—en eso llevaba razón.— Deja que se despierte solo.
    —Si, claro.—me di la vuelta para volver con el sentándome en la silla que había al lado de su cama sin correr las cortinas. En el momento que me senté la puerta de la habitación se abrió dejando paso a mi padre y a John el cual se había convertido en la mano derecha de Zair. Me di la vuelta mirándole y él me miro a mi pero enseguida fue con Zair.
    —¿Estas bien chaval?
    —Si, no se preocupe.—le contestó moviendo un poco el brazo— ¿Dónde están esos tres?
    —En las celdas de momento, luego los mandare a la prisión del reino. Yo no quiero traidores sea por la razón que sea—esa ultima parte la dijo mirando a Kirian por un segundos escasos cosa que me molestó pero no dije nada.— Pero ahora estoy preocupado, ahora no se si estamos seguros aquí adentro.
    —Podemos interrogarles para saber si hay más.
    —Si, ya estoy en ello, pero dudo que les saquemos algo.
    —Puedo probar yo—dijo Margaret.— Cuando servía a vuestro abuelo, muchas veces me encargaba de estas cosas.
    —¿Estas segura?—preguntó mi padre con dudas.
    —Completamente.
    —Entonces vale.—miró a Zair— A partir de ahora hay que estar mas atentos a todo ¿vale Zair?
    —Yo mandaré que hagan rondas todo el rato para vigilar el palacio y el reino—empezó a decir John— Y también interrogaré a cada soldado de este reino.
    —Estoy de acuerdo—dijo Zair incorporándose en la cama—También registra sus casas y habitaciones, no podemos fiarnos de nadie.
    —Entendido.
    —Incluida la tuya… y la mía.
    —Si, general—hizo un saludo y se fue bastante rápido del cuarto. Zair se levantó y empezó a ponerse la camiseta.
    —Tu, descansa Zair, tampoco sabemos cuando Heraclio moverá sus filas.—dijo mi padre yéndose de la habitación seguido de Margaret.
    —Da igual si ya estoy bien—mi padre le sonrió y se fue junto con Margaret. El terminó de ponerse la camiseta y las botas. Cuando cogió el pomo de la puerta se quedo quieto unos segundos y me miró. Los dos nos miramos durante unos segundos. Creo que quiso decirme algo pero al final no lo hizo, solo puso una especie de sonrisa un poco torcida y se fue cerrando la puerta dejándome sola con Kirian.
    Sé que me quiso decir algo, no se si una disculpa o solo quiso hablar conmigo pero no lo hizo y aunque lo hiciera no le iba a perdonar tan fácilmente. Que se hubiera pensado las cosas antes de hacerlas. Nuestras relación ya nunca iba a ser como antes, eso lo tenía claro y uno de estos días pensaba decírselo.
    Deje de pensar en Zair y mire a Kirian que seguía igual que antes. Le di un beso en la mejilla y me apoyé en la cama intentando descansar un poco también yo.



    Entre tanto Eloy estaba bastante contento y no era por nada de amor ni de dinero ni nada de eso sino por la batalla que se avecinaba. Estaba seguro de que esta vez lograría su objetivo, con o sin Kirian. También estaba seguro de que este se uniría a él en la batalla, al principio o al final, da igual, pero se uniría.
    Todo el pasado todavía estaba resentido en él, en cuanto viera el arma reaparecer iría a activarla y Eloy lo haría con él, luego… lo mataría y asi sería el rey. Por eso estaba contento.
    Heraclio estaba dando órdenes a sus soldados para que se prepararan rápido para la batalla mientras Eloy miraba con una sonrisa en la cara todo este movimiento. Faltaba muy poco para lo que quería y por eso no se podía estar quieto, estaba ansioso de lo cual se dio cuenta Heraclio que lo miró sin que Eloy se diera cuenta.
    —¿Tanto quieres matar a Kirian?—preguntó de pronto el rey haciendo que Eloy le mirara todavía con esa sonrisa.
    —Por supuesto. Me va a pagar por todo.—Heraclio asintió y se acercó un poco.
    —¿Sabes? Me han contado hace poco una historia muy interesante— A Eloy se le quitó la sonrisa de la cara temiendo que el mago se hubiera ido de la lengua y Heraclio supiera lo que había planeado.—Me han dicho… que tu traicionaste a Kirian antes.— En cuanto oyó esas palabras Eloy se relajo dejando escapar un suspiro que el rey no oyó.
    —Ah, eso… ¿Traicionarle yo? Que va… Yo le avisé y él no me hizo caso, era algo necesario.
    —¿Él que era algo necesario?
    —Matar a su novia.—Ante eso Heraclio se sorprendió pero es que él nunca había escuchado nada de una novia.
    —¿La mataste?—Eloy asintió.— Por eso os peleasteis en esa batalla… —se rio de pronto molestando un poco a Eloy— Las cosas no te salieron como pensabas no ¿Eloy?—dijo divertido. Eloy apretó los puños controlándose ya que si le pegaba el seguramente moriría o sufriría mucho. No contestó.—Ese era su punto débil…—se dijo asi mismo.
    —Y ahora vuelve a tener de nuevo ese punto débil— dijo Eloy divertido, se le había pasado ya el enfado. Esas palabras hicieron que Heraclio le miraran de nuevo interesado ya que antes se había dado la vuelta.
    —¿Cuál? ¿De nuevo se ha enamorado?—Eloy asintió.
    —Ese imbécil, no aprende y nunca lo hará.
    —¿De la princesa?
    —Si.—Heraclio sonrió y se dio la vuelta para volver a lo que estaba haciendo.
    —Pues ya sabes lo que tienes que hacer Eloy… Asi que vete preparando.—Eloy sonrió y le hizo una reverencia.
    —Si, majestad.
    Eloy se fue sonriendo a preparar sus cosas para esa batalla que tanto ansiaba y que tan cerca estaba.



    Me desperté muy confundido y con un dolor de cabeza y de cuerpo tan grande que desee no haber despertado. Lo de confundido era porque el techo del cuarto donde estaba no era la celda de palacio si no otro cuarto distinto que no distinguía en estos momentos.
    No me acordaba que había pasado ¿Por qué estaba en una cama durmiendo y no en la celda? ¿El rey cambió de opinión? Que va, eso era imposible. ¿Entonces que había pasado? Me di cuenta de que alguien tenía cogida mi mano por lo que giré la cabeza para mirar quien era aunque ya me lo imaginaba, ya que no había nadie excepto ella que me cogiera la mano mientras yo estaba inconsciente.
    Si, era Lea que estaba dormida apoyada en la cama. Sonreí automáticamente y le acaricié la mano que me tenía cogida y entonces como si ella fuera el interruptor de mi mente recordé lo que había pasado con un serie de imágenes que inundaron mi cabeza.
    Le di toda mi magia de un tirón a Margaret para dormir y no despertar durante horas o días eso no lo sabía ni yo y además le había puesto un hechizo de rejuvenecimiento. De ahí el dolor de cabeza pero el de cuerpo no sabia porque… supongo que me golpearía al salir disparado hacia atrás.
    A pesar del dolor y de la debilidad que sentía (no había recuperado mi magia por completo) había conseguido lo que quería, dormir y no pensar en nada. Pobre Lea… seguro que estaba preocupada y por eso se ha quedado aquí…
    Con dolor y esfuerzo me di la vuelta poniéndome de lado y apoyando mi mano en su pelo sin despertarla. Desvié la mirada hacia la puerta al escucharla abrirse y viendo a Margaret que en cuanto entró y me vio aviso por medio de un aparato que yo estaba despierto y fue hacia mi sin hacer ruido.
    Yo no tenía ganas de hablar con nadie a no ser que fuera Lea asi que me puse de nuevo boca arriba y miré hacia otro lado.
    —Ya estas huyendo de la charla que te viene encima.—me susurró, yo no le contesté.—De todas maneras vas a tener que hablar y además escoger muy bien las palabras que vas a decir si no quieres volver a la celda.—Tampoco contesté ni la miré y lo hubiera seguido haciendo si no hubiera sentido su mano encima de la mía y la de Lea. Enseguida la saqué muy rápido haciendo que se despertara Lea que en cuanto vio que estaba despierto se alegró.
    —¡Kirian!—dijo sonriendo y dándome un abrazo que yo correspondí con gusto. Luego se separó y miró a Margaret un poco confundida— ¿Qué pasa aquí?
    —Nada—dije haciendo que volviera a mirar.
    —A ella si le hablas ¿no?
    —Es que no tengo nada de que hablar contigo.—le dije un poco borde en el momento menos apropiado ya que cuando estaba por mitad de esa frase me di cuenta de que el rey acababa de entrar serio como siempre que hay algo importante junto con un soldado. ¿Yo era importante?
    —¿Le hablas asi a quien te ha salvado la vida?—me preguntó el rey llegando junto a Margaret y Lea la cual se había levantado y me miraba con preocupación.
    —No se merece que le hable de otra manera, aunque me haya salvado la vida según tu.—seguía con la actitud borde y no pensaba quitarla ya que mi destino iba a ser el mismo, iba a terminar de nuevo encerrado. Al recordar eso tuve que cerrar los ojos y coger aire para calmarme, no quería pensar de nuevo en eso y sentir ese miedo.
    —Te estas pasando mucho y no estas en posición de hacerlo—volvió a decir el rey.
    —¿Qué más da?—dije mirando a otro lado.
    —El que se merece esto y mucho mas eres tu que traicionaste a todos.—no contesté, solo me quede en silencio.
    —¿Quieres de vuelta la magia que te falta? No creo que lo estés pasando bien en estos momentos…—me dijo Margaret con una sonrisa en la cara. Bufé. Tenía razón, lo estaba pasando mal es más, dudaba que pudiera andar sin que se me doblaran las rodillas y sin ayuda pero no le iba a rogar a nadie que me devolviera nada y menos a ella asi que no le contesté.
    —No se la des, que se quede como esta hasta que empiece la batalla.—miré al rey.— Es un castigo peor que solo estar encerrado en la prisión.
    —¿Significa eso que ya no lo vas a volver a encerrar cuando termine todo esto?—Preguntó Lea haciendo que por un momento tuviera esperanzas.
    —No. Esa decisión ya esta tomado Lea.—me volví a derrumbar por dentro, ya que por fuera no lo demostré solo cerré los ojos intentando controlar ese miedo.
    —Pero papa…
    —¿Podemos hablar de otra cosa? Si he estado asi, inconsciente, es justamente para evitar estar pensando en eso. —todos me miraron. Creo que no iban a dejar el tema tan fácilmente— Si no quieres devolverme la magia que me falte pues no lo hagas me da igual. ¿Quieres saber porque te rejuvenecí?—me había enfadado, si.—Solo para hacerte sufrir un poco o mucho depende de como te lo tomes porque ahora tendrás veinte años y seguirás creciendo y haciéndote mayor de nuevo, te he dado como una segunda vida, pero en cuanto a mi me pase algo tu vuelves a ser la de antes. Se puede decir que tienes el tiempo contado.—me reí un poco, me gustaba mucho la cara que tenia Margaret, se ve que le había gustado eso de volver a tener veinte años y ahora que sabía que no le iba a durar más de unos días se había puesto triste seguro.— Tic-Tac, Tic-Tac—dije medio riendo, cosa que me arrepentí en cuanto sentí un tortazo en la cara que me dolió lo suyo y me dolía aun más cuando vi que había sido Lea. La miré sorprendido poniendo mi mano en donde me había pegado.
    —Eres un…—No llego a completar la frase porque se fue corriendo del cuarto muy enfadada.
    —¡Lea, espera!—dijo Margaret casi dándose la vuelta pero Lea no la escuchó solo se fue, dejándome solo y hecho polvo. No quería que se enfadara conmigo, no ahora que sabía que me quedaba poco tiempo. Me dolía mucho y no me refiero al tortazo si no sentimentalmente.
    El rey me miró muy enfadado y salió de la habitación mandando antes al soldado que tuviera vigilada esta habitación las 24 horas. La única que se quedo fue Margaret mirándome enfadada y triste a la vez.
    —No sabes cuando parar de hacer daño a la gente ¿verdad Kirian?—la miré sin decir palabra con la mano todavía puesta en mi mejilla.—Puede que yo vuelva a tener 80 años pero tu estarás de nuevo encerrado que es donde deberías de estar toda la eternidad. No te mereces a nadie.
    —¿Qué se siente a tener la esperanza de volver a vivir una vida de nuevo y que de pronto desaparezca?—pregunté para hacer daño de nuevo como ella había dicho.
    —Lo sabes perfectamente ¿no?—sonrió y yo volví a tener miedo.—Por lo menos yo he vivido una vida felizmente y no encerrada en una piedra sola y en la oscuridad.—dicho eso se fue cerrando la puerta de un portazo.
    Eso último que había dicho había calado en mí mucho porque sabía que tenía razón, ella había vivido una vida y yo no. Y no iba a tener esa oportunidad de nuevo. Pero lo que me dolía más era Lea.
    Vivir la vida… eso es algo que nunca voy a saber.



    Me fui enfadada y entre a la primera habitación que pillé que era nada más y nada menos que un almacén oscuro y lleno de cosas. No encendí ni la luz solo cerré la puerta y me apoyé en la pared para estar sola. Aquí nadie me buscaría por un largo tiempo.
    Yo quería mucho a Kirian pero mientras hablaba y le decía todo eso a Margaret me enfadé, no se porque pero me puse en su lugar y me enfadé. Seguro que esa cachetada le había sentado bien a ella, seguro que tenía ganas de dársela y se estaba aguantando. Por eso se la di.
    Lo que estaba diciendo era cruel. ¿Cómo podía ser asi? Me acababa de dar cuenta que no conocía a Kirian, todo ese mundo que creía que vivía con Kirian era mentira, era algo falso creado por mi porque le amaba pero ahora me había dado cuenta de que había facetas suyas que desconocía, como la de ahora.
    Sé que me quedaba poco tiempo con él, porque aunque yo fuera la única que podía encerrarle de nuevo mi padre me obligaría a ello o buscaría la manera de hacerlo. Y yo, aunque lo pensara, no era capaz de huir con Kirian.
    No se como se había quedado después de irme, a lo mejor le había dolido, y no me refiero a dolor físico, o a lo mejor no, a lo mejor se había quedado tan tranquilo.
    Esas palabras….
    Hacer eso solo para hacerla sufrir de esa manera era cruel.
    De pronto me asusté porque la puerta se abrió de golpe dejando entrar mucha luz y se cerró de nuevo rápidamente no dejándome ver quien había entrado.
    —¿Por qué esta tan oscuro? Espera que encienda la luz—era Margaret asi que me relajé, no tenía ganas de hablar con mi padre, en realidad no tenía ganas de hablar con nadie. Ella encendió la luz y me sonrió. Creo que me iba a decir algo pero yo me adelanté.
    —¿Estás bien?
    —Si, gracias a ti me siento mejor.—la miré y sonreí un poco.—Le tenia ganas pero si le pegaba no sabía como iba a reaccionar ni él ni tu padre. Además no quería hacerle ver que lo que me había dicho me había afectado de verdad.—Suspiré.
    —¿Tenías esperanzas?—pregunte lo obvio.
    —Si… pero supongo que ya no se puede hacer nada. Disfrutaré de estos días que me quedan, bueno… días u horas eso nunca se sabe.
    —Lo siento mucho. Tú me advertiste pero no te escuché.
    —Eso es porque estás enamorada.—la miré— Y no te equivoques, él también lo esta de ti pero tienes que darte cuenta de que hay facetas del que no conoces.
    —Tranquila ya lo he hecho, lo acaba de hacer. Lo que ha hecho es cruel. ¿Cómo puede hacer eso y quedarse tan tranquilo?
    —Él ha vivido cosas y le han pasado cosas que tu no. Cosas fuertes. Esta acostumbrado.
    —Estarás enfadada con el ¿no?
    —Si… pero en parte me lo merezco por crearme falsas esperanzas cuando no las había en ningún momento.—me miró pensativa— Escúchame, aunque ahora estés enfadada con él por lo que ha hecho, perdónale. Disfruta de lo que te queda con él, no lo desperdicies. Aunque no se lo merezca ve con él.
    —Yo… no quiero perderle—mis lagrimas se agolparon pero no las iba a dejar salir.
    —A veces la vida es dura, Lea—me dijo mientras me daba un abrazo protector y cariñoso que yo acepté.— Venga ve con él, seguro que lo esta pasando mal en estos momentos.—le di un beso en la mejilla, le sonreí y me fui hacia Kirian.
    Supongo que no era momento de enfadarse con él, aunque se lo mereciera como me había dicho Margaret. Era momento de disfrutar lo poco que nos quedaba juntos.
     
  6.  
    JimenaAlonzo

    JimenaAlonzo Entusiasta

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    Título:
    Kirian el guerrero.
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    23
     
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    3014
    Capitulo 21.

    Iba caminando por los pasillos tranquilamente pensando en que tenía que darle el informe al rey sobre la vigilancia de palacio y del reino y sobre la inspección de las casas de todos los soldados. Aun quedaban algunos pero pocos y de momento no se había encontrado nada raro, todo estaba en orden.
    Eso no me hacía sentir mejor, todavía seguía preocupado por lo que pudiera pasar. Ya que a pesar de hacer todo esto no significaba que se nos escapara alguno.
    Luego estaba Lea, desde esta mañana no había podido sacármela de la cabeza. ¿Nos había visto a Margaret y a mí besándonos? La verdad es que nos miró raro pero no supe identificar si se había dado cuenta o no.
    No quería que se enterara, o sea a mi me gusta estar con Margaret, me gusta mucho, mucho, me hace sentir bien, me hace disfrutar de cada sensación y además es muy guapa, cualquier hombre la desearía pero a pesar de todo eso… yo sigo enamorado de Lea y creo… que siempre lo estaré.
    Hace unos días cuando salí de la habitación y la miré quería decirle todo lo que tenía dentro, quería volver a estar como antes, quería decirle “lo siento” pero no pude, y aunque lo hubiera hecho algo en mi me decía que habría acabado mal. Lo se.
    Miré hacia arriba viendo a la susodicha salir corriendo de uno de los almacenes dejando la puerta abierta. Creía que estaba con Kirian ¿Qué hacia ahí? Tuve el impulso de llamarla pero no lo hice. Me quedé mirando como corría en dirección a la enfermería, de nuevo junto a Kirian.
    Seguí caminando mirando al suelo intentando pensar las palabras exactas que le iba a decir al rey cuando de pronto, cuanto estaba pasando por el lado del almacén alguien de dentro me cogio del brazo metiéndome dentro, cerrando la puerta y acorralándome contra la pared en el proceso y todo eso sin que yo pudiera hacer nada. Estaba oscuro y no veía quien era asi que pensé en apartarla de mí empujándola pero no lo hice y no porque no me diera tiempo sino porque esa persona me estaba dando un beso.
    Me había dado cuenta de quien era… ¿Quién mas me iba a dar un beso asi que no fuera Margaret? Nadie. La correspondí con gusto mientras buscaba la luz con la mano, cuando la encontré la encendí sacándola una mueca de disgusto a Margaret al separarse.
    —¿Por qué la enciendes? Era más emocionante a oscuras ¿no?— me sonrió y se acercó agarrando mi camiseta sensualmente.
    —Ahora no puedo, tengo que ir a informarle al rey.—dije queriendo ir hacia la salida pero me lo impidió empujándome contra la pared con sus dos manos.
    —Porque tardes media hora más no va a pasar nada—dijo dándome besos en el cuello bajando y subiendo por el cosa que me gustaba demasiado.
    —Aquí nos pueden pillar—dije mirando la puerta, la cual no tenía pestillo, podía entrar cualquiera en cualquier momento.
    —Asi es más excitante ¿no crees?—sus manos fueron directas a mi pantalón desabrochándolo. Creo que le pasaba algo asi que la paré cogiendo sus manos y haciendo que me mirara.
    —¿Qué te pasa?—ante esa pregunta, la sonrisa sensual que tenia desapareció para pasar una expresión triste. Se alejó de mi cosa que en cuanto hizo no se porque sentí un poco de miedo, pero un miedo extraño. Porque a pesar de que yo amaba a Lea quería seguir estando con ella, me gustaban esos arrebatos que le daban.
    —Yo… ¿En que estoy pensando?—se dijo a si misma.— No podemos seguir con esto es mejor que…—no la dejé terminar ya que me la puse al hombro como si no pesara nada y la saqué de aquí.—¡Eh! ¡¿Qué haces?!—dijo sorprendida pero yo ni le contesté ni la solté hasta que llegamos a uno de los baños que había en este pasillo, ahí la solté y cerré con pestillo. Cuando me di la vuelta la besé como la primera vez, salvajemente, lo que pasa es que ella no estaba participativa y me quería quitar la boca pero yo no la dejaba.
    La enfadé o por lo menos la molesté porque de pronto con su magia me echó hacia atrás dándome contra la puerta y haciéndome daño en el hombro que todavía no tenia bien del todo. Había tenido la mala suerte de darme en él y ahora me dolía mucho, me tuve que apoyar en la pared de al lado en el lado bueno para no caerme.
    —Ay, lo siento mucho, Zair. No era mi intención hacerte daño—dijo acercándose preocupada.
    —Da igual…—dije con dolor todavía— No tendría que haberte forzado.
    —No me has forzado a nada es que…
    —¿Es que, que? ¿Qué te pasa? ¿Te has cansado de mí? Porque si lo has hecho yo… me daré la vuelta, no te tocaré más y volveremos a ser amigos.
    —No es eso. No me he cansado de ti. Es Kirian…
    —¿Qué te ha hecho ese desgraciado?—dije ya recuperándome del dolor.
    —En cuanto termine esta guerra él va a volver a ser encerrado y cuando eso pase yo volveré a ser como antes, una vieja de ochenta años.—Entonces lo comprendí todo. Kirian la había rejuvenecido para hacerla sufrir, para darle falsas esperanzas.—No te quiero hacer daño asi que pensé en darte unos cuantos besos más y separarme de ti para que cuando yo vuelva a ser como antes no hacerte daño.
    —¿Por qué me ibas a hacer daño? Dijiste que si empezábamos esto era sin sentimientos.
    —Si, sé que lo dije pero no hemos podido cumplir eso.
    —¿Qué?—estaba confundido, o sea como ya dije a mi me gustaba estar con ella pero como estaba enamorado de Lea no podía sentir eso mismo por Margaret. Un momento…— ¿Te has…? ¿Te has… enamorado de mi?—pregunté un poco sorprendido.
    —Tanto como enamorarme… Bah ¿A quien quiero engañar? Si, me he enamorado de ti en unos días. Tú me has hecho sentir cosas que hacia muchísimo tiempo que no sentía.
    —Yo…—no sabía que decir.
    —Sé que estás enamorado todavía de Lea, sé que no puedo competir contra ella y como yo voy a volver a tener ya mismo ochenta años pensé en separarme de ti para no tener que sufrir todo al final.—me quedé en silencio, no sabía que decir todavía, se me acababa de declarar en toda mi cara y no sabía que decir. Tampoco quería que volver a tener su edad verdadera…
    —Si sabes que todavía estoy enamorado de Lea… entonces ¿Por qué aceptaste tener esto conmigo?
    —Al principio por diversión y luego…—no dejé que siguiera hablando por que le puse dos dedos en los labios callándola y acercándome a ella.
    —¿Y si te dijera que aprovecháramos el tiempo que te queda?—sé que se sorprendió por la cara que puso.— Es mejor pasarlo bien mientras tienes la oportunidad que arrepentirte de no haberlo hecho cuando llegue el momento ¿no?—Ella me sonrió y me chupo los dedos que tenia sobre sus labios excitándome demasiado.—Eso es un si ¿verdad, asalta cunas?—dije bromeando y acariciando su mejilla.
    —Ah, que malo eres.—nos besamos con cariño empezando poco a poco a quitarnos ropa.— En el almacén era mas excitante…—me susurró pegada a mi.
    —A mi me excita en todos lados mientras sea contigo.—se rio y seguimos besándonos y acariciándonos aprovechando todo el tiempo posible y con cuidado de que no nos escuchara nadie que pasara por aquí cerca.
    Creo, que si hubiera nacido en su época seguro que me hubiera enamorado de ella.



    No me ande con muchos rodeos en cuanto llegue a la enfermería e ignorando a los dos soldados que había a ambos lados de la puerta entre a la habitación diciéndoles antes que no molestaran y que si querían entrar que antes llamaran. Me dijeron que si y aunque no estuvieran de acuerdo me iban a decir que si porque yo soy la princesa y me tienen que hacer caso a no ser que mi padre mande otra cosa.
    El caso es que entre cerrando la puerta tras de mi y quedándome apoyada en ella mirando a Kirian, el cual volvió la cara hacia mi en cuanto escucho la puerta. Nos quedamos mirando durante unos segundos hasta que el habló.
    —Lo siento.—se disculpó.
    —No es a mi a quien tienes que presentar tu disculpas.—dije sin moverme del sitio pero él no me contesto solo se me quedo mirando.
    —Lo siento pero no me voy a disculpar ante ella. Todo lo que dije antes es verdad y lo sigo pensando.
    —Eres cruel ¿Cómo le puedes hacer eso a una persona y quedarte tan tranquilo?—pregunté con calma, no quería volverme a enfadar.
    —Claro, como tú no has vivido 60 años encerrado en una puta roca…—lo dijo enfadado y con un tono que me dio bastante miedo. Ahora me arrepentía de haber venido.— Ella me hizo lo mismo y yo solo se la he devuelto y en menor medida, que de las gracias a que sigue viva…—todo lo había dicho con tanto desprecio y sin la menor pizca de sensibilidad…
    —Es verdad…—me miró— No te conozco para nada.—quería llorar, ya que estaba apunto de tomar la decisión más dura de toda mi vida aunque no quisiera hacerlo.— Y antes de que me hagas daño prefiero no volver a acercarme a ti.—me di la vuelta para irme y no volver a verle ya con lagrimas en los ojos.
    —Espera Lea, no te vayas por favor.—no le iba a escuchar asi que cogí el pomo de la puerta para abrirla pero entonces escuché un golpe enorme. Me di un poco la vuelta y lo vi en el suelo intentando levantarse.—No me dejes.—fui de nuevo a irme pero de nuevo me lo suplicó— Por favor te lo pido—escuché como se acercaba torpemente y apoyándose en todo hasta llegar a mi donde se apoyó en la puerta y descanso su cabeza en la mis haciendo que sintiera su respiración en mi nuca.
    —Va a ser mejor… para los dos… Kirian.—dije llorando.
    —¿Y entonces porque lloras? ¿Por qué duele?
    —No te conozco.
    —No soy como la gente dice, no soy como te han dicho de verdad… solo soy un… humano de veinte años que no ha tenido la oportunidad de vivir una vida normal y que nunca lo hará.
    —Eres un guerrero, tú… no puedes vivir una vida normal.
    —Porque no me han dado la oportunidad. Por favor dámela tu, dame la oportunidad de estar contigo. Dices que no me conoces ¿no? Pues en estos días que quedan hazlo, conóceme yo te responderé a todo lo que quieras—me di la vuelta encarándole todavía con lagrimas en los ojos.—Pero no me llores.
    —No lo entiendes Kirian. Te puedo preguntar un montón de cosas pero voy a seguir sin conocerte del todo. Mira lo de antes, yo no sabia que podías llegar a ser tan cruel y porque te pregunte cosas voy a seguir sin saber facetas tuyas.
    —Yo... quería dejar de ser un guerrero.
    —¿A que viene eso ahora?
    —Por ella, por Nydia. Lo tenía pensando ya de antes que pasara esa guerra. Quería dejarlo e irme a vivir con ella. Me había dado cuenta que cuando me iba los dos sufríamos, ella por mi y yo por ella, asi que pensé en dejarlo y formar una especia de familia. Pero no me dieron la oportunidad de hacerlo, en cuestión de días toda la felicidad que tenía, todo los planes que tenía pensados, toda mi vida se fue a la mierda. ¿Qué crees que se siente cuando lo que más quieres en este mundo se va? ¿Qué crees que sientes cuando tienes al responsable de eso ante ti? Yo quería venganza y cuando la obtuve no fue suficiente. Ese dolor no se iba, ese agujero que tenia dentro de mí no se iba. ¿Por qué ser el único en sentir esto? ¿Por qué tenia que ser el único que sentía dolor? Quería que todos sufrieran lo que yo estaba sufriendo y tenía la oportunidad delante de mí. Esa arma… era la única cosa que supuse que me quitaría ese dolor o que por lo menos lo disminuiría. Por eso fui a activarla… solo quería que ese dolor se fuera, quería que todo lo que había pasado no fuera verdad y al final… acabé encerrado en una roca, sin poder moverme, sin poder hablar pero sintiendo como pasaba el tiempo, cada minuto, cada segundo, cada milésima. Y la culpa de que yo estuviera encerrado ahí sufriendo era Margaret. Por eso he hecho esto porque ese sufrimiento, ese dolor, esa opresión de haber perdido todo en la vida, de que no te queda nadie todavía la tengo y… la única que me calma, que me tranquiliza, que me quita todo ese dolor y esa opresión eres tú, Lea. Te quiero demasiado como para perderte, no lo soportaría de nuevo.—me tocó la mejilla limpiando mis lágrimas. Nos quedamos unos segundos en silencio pero es que yo tenía que asimilar todo lo que me había dicho. Me acababa de abrir su corazón.
    —Yo… siento haberte pegado.—dije abrazándole con cuidado porque como hiciera demasiada fuerza seguro que se caía.
    —Me lo merecía.—dijo correspondiéndome.
    —Anda vamos a la cama…—dije pasándole un brazo por detrás y llevándole de nuevo a ella.
    —Supongo que esto es un “si, me quedo contigo” ¿no?—me reí un poco.
    —Si. A mi también me dolería mucho separarme de ti.—se sentó en la cama sonriéndome y me acerco hacia si dándome un beso cariñoso y tímido que yo evolucioné a uno más pasional.
    Ahora creo, que le entendía un poco más. Supongo que yo hubiera hecho lo mismo, solo supongo, ya que yo no tenía ni idea de como es sentir eso.
    Me quedaría con el todo el día y todo el tiempo posible hasta que se desarrollase la guerra, después… buscaría la manera de convencer a mi padre para que no le volviera a encerrar.



    “…Por eso he hecho esto porque ese sufrimiento, ese dolor, esa opresión de haber perdido todo en la vida, de que no te queda nadie todavía la tengo y… la única que me calma, que me tranquiliza, que me quita todo ese dolor y esa opresión eres tú, Lea. Te quiero demasiado como para perderte, no lo soportaría de nuevo”
    Ahí la grabación se acabó quedándonos todos sorprendidos, yo no sabia ni que decir. Después de esa sesión en el baño, Margaret y yo fuimos a la sala del trono donde estaba el rey para darle mi informe encontrándome con dos soldados los cuales decían que habían grabado la conversación de Kirian con Lea.
    Después de escuchar todo eso yo ya no sabía ni que decir ni que pensar. Todo lo que pensaba de Kirian se había ido al garete. No era como imaginaba, no era como decían… solo era un chaval dolido y hundido por todo. ¿Ahora que? ¿Ahora como me iba a dirigir a él?
    Ni si quiera sabia quien era esa Nydia, ni si quiera sabia que tenía una novia.
    —¿Quién es Nydia?—preguntó Linda a su marido que se encogió de hombros y miro a Margaret como pidiéndole explicaciones.
    —Era la hija de una familia noble. Sus padres eran muy amigos de tu abuelo y se veían muy a menudo lo que no sabia hasta hace nada era que Nydia tenia una relación con Kirian. Creo que nadie lo sabía.
    —¿Por qué? Si la gente supiera lo que en realidad paso no lo verían como un traidor, al revés le entenderían-dijo Linda que como siempre rebosaba amabilidad.
    —Sigue siendo un traidor.—dijo Arón serio pero pensativo.
    —Pero Arón...
    —Me da igual las razones que tuviera para hacer eso, el caso es que lo intentó y al intentarlo se convirtió en un traidor.
    —Sabes perfectamente lo que se siente cuando se muere alguien—Linda estaba un poco enfadada.
    —No lo puedes comparar.
    —Es verdad, no se puede porque cuando se murió tu padre tu ya eras mayor y sabías lo que iba a pasar pero en cambio Kirian solo era un chaval enamorado que lo perdió todo de pronto. Es mucho más duro lo de él que lo tuyo.
    —Él sabía perfectamente el riesgo de salir con alguien siendo un soldado.
    —Él no podía saber que Eloy iba a matar a Nydia.
    —¿Qué quieres que haga Linda? ¿Qué le perdone?
    —No, pero por lo menos dale una oportunidad de vivir.—el rey se quedó mirando a su mujer en silencio como sopesando las opciones. Miro a Margaret durante unos segundos.
    —¿Crees que nos volverá a traicionar?
    —No lo se… Depende de como este mentalmente si llega a ver el arma.
    —No te entiendo—dije mirándola.
    -Ese dolor no se le ha ido, sigue en su interior y aunque este enamorado de Lea si ve esa arma delante de sus narices puede que reviva de nuevo todo y le de por activarla. Es una cuestión mental. Puede que se le vaya la cabeza y puede que no. No lo se.
    —¿Entonces que hacemos con él en la batalla?—preguntó el rey.
    —Si Lea esta cerca no creo que actué mal o eso pienso yo.
    —Pero no podemos mandar a Lea a la batalla.—dije preocupado.
    —Claro que no—dijo Margaret mirándome de nuevo ya que antes la había desviado hacia el rey.— Pero si la podemos mandar a un sitio que Kirian pueda ver pero que este fuera de peligro.
    —Yo la protegeré—dije confiando en Margaret.
    —Entonces esta todo dicho—dijo el rey levantándose y yéndose vete tú a saber donde. Aquí se acababa la conversación. Hice una reverencia junto a Margaret y salimos los dos para dar un vuelta por el reino. Ella acompañándome y yo vigilando.
    Lo de Lea y Kirian ya se vería que pasaría de verdad. De momento iba a disfrutar de la compañía.
     
  7.  
    JimenaAlonzo

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    Título:
    Kirian el guerrero.
    Clasificación:
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    Fantasía
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    23
     
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    Capitulo 22.

    Habían pasado tres días de pura tranquilidad, nada de batallas, nada de agobios, disfrutando de los momentos con Kirian. Me había pasado cada minuto con el, había hasta pedido que me trajeran la comida para comer junto a él y para mi sorpresa mi padre había accedido. No se a que se debía este cambio de actitud pero me daba igual asi por lo menos me dejaba estar con Kirian.
    Nos pasábamos todo el rato hablando y riendo y bueno también besándonos que era una de las partes que mas me gustaban. Ojala todo fuera asi para toda la vida, ojala Kirian se quedara aquí conmigo para siempre pero todo eso se queda en un “ojala” porque se perfectamente que no se va a cumplir, tarde o temprano Heraclio vendría, la batalla empezaría, Kirian tendría que ir a luchar y si sobrevive que estoy segura de que lo hará mi padre lo encerrará. A lo mejor es por eso que me ha dejado estar con él, como sabe que tarde o temprano Kirian se ira me esta dando la oportunidad de pasar el rato con él…
    Ahora estaba sentada junto a él todavía en la enfermería porque como aun no había recuperado su magia estaba débil, aunque según él se sentía mejor. De todas maneras yo no le dejaba moverse del sitio y él me hacía caso.
    Tampoco habíamos tenido ningún problema más con Margaret ni con mi padre cada vez que entraba alguno de ellos, Kirian les contestaba más o menos bien y punto. Algo es algo ¿no? Y con Zair… Zair, no había entrado en la enfermería en estos tres días y me daba igual, seguía enfadada con el, muy enfadada por lo que hizo ¿Qué le derecho le da a separarme de Kirian cuando sabe que me gusta? No lo entendí en su momento y lo seguía sin entender. Aunque bueno, ya da igual, ahora solo estaba preocupada por la batalla.
    —¿Qué te pasa?—me preguntó Kirian posando una mano en mi hombro.
    —Estaba pensando… ¿Y si cuando termine la batalla huimos?—vi su cara de sorpresa en todo su esplendor.
    —¿Qué?
    —Mira. Si perdemos es porque tú estas muerto o algo peor y si ganamos te vuelven a encerrar asi que he pensado en huir.
    —¿Huir? ¿A dónde?
    —A cualquier sitio me da igual, pero siempre que estés conmigo.
    —Quieres huir si ganamos…—asentí— todo suponiendo que yo no muera luchando.
    —No vas a morir.—se me quedó mirando durante unos segundos como pensándoselo cosa que no me gustó ¿Es que acaso no quería?
    —Eso es algo… que nadie me había pedido antes.—sonrió.— Vale. Si ganamos iré a donde sea contigo.—sonreí y le di un efusivo abrazo.— Te quiero.—me separé un poco de él quedando cara a cara y nos besamos de nuevo. Ahora veía las cosas con otra perspectiva, ahora tenía esperanza.
    Cuando nos separamos sonriendo los dos de pronto el edificio tembló escuchándose una explosión no muy lejos de aquí. Los dos nos miramos sorprendidos. ¿Ya había empezado esa batalla que tanto quería que se retrasara?
    Kirian se quiso levantar pero yo no le dejé.
    —Espera, todavía no estas en condiciones, iré a buscar a Margaret, no te muevas de aquí.—fui rápido hacia la salida pero no di dos pasos que entraron mis padres y Margaret a toda prisa.
    —Ha llegado el momento—dijo mi padre mirando a Kirian.— Antes de que Margaret te de lo que falta de tu magia tienes que jurar que me obedecerás en todo, lucharas por mi y por este reino. ¿Lo juras?
    —Si, lo juro—contestó llevándose la mano al corazón en símbolo de lealtad. Mi padre miró a Margaret la cual se acercó a Kirian y le tocó el pecho. Nos quedamos mirando pero no vimos nada extraño solo que Kirian cerró los ojos y puso una cara primero como de dolor y cuando sacó la mano Margaret de alivio.
    Se miró la mano de la cual salió una esfera muy brillante que unos segundos después desapareció. Nos miró y sonrió.
    —Prepárate, la batalla ya ha comenzado. Lea, tu vienes conmigo— dijo saliendo de la enfermería— rápido.—Yo antes de salir miré a Kirian que me sonreía. Solo esperaba que todo saliera bien.




    “Que bien estaba saliendo todo” eso era lo que pensaba Eloy en estos momentos.
    Había hecho todo lo que le había ordenado Heraclio sin rechistar y a la perfección ya que se había podido colar en el reino y abrir las puertas de este dejando paso a todo su ejército. Ahora solo estaba abriendo paso a “su rey” y al mago hacia donde él quería, hacia el punto exacto donde supuestamente estaba el arma escondida.
    De momento iba bien, solo tenía que matar gente, esperar a que Kirian se uniera a él y cortar la mano de su "querido" señor para ser libre y asi poder ser el que mandara en este mundo por fin. Lo veía todo tan claro… lo único que a lo mejor le preocupaba un poco era que por algún casual Kirian no quisiera unirse y se lo pusiera difícil pero estaba seguro que más tarde o más temprano caería, lo conocía lo suficientemente bien como para saberlo.
    Se quitó del medio a otro soldado y se pararon los tres viendo el panorama que había en frente de ellos: Soldados de cada reino matándose los unos a los otros, gente del reino inocente huyendo con miedo, muriendo, explosiones, gritos…
    Eloy sonrió y siguió caminando abriendo paso a Heraclio y al mago, defiéndalos de todo el que venía a matarles. Solo un poco más, unos minutos más y todo lo que había soñado y planeado se haría realidad, solo tenía que ser un poco más paciente.
    —Aquí es—dijo el mago quitando de la ensoñación a Eloy. Estaban en mitad del reino, en una especie de plaza con una fuente.— Hay que deshacerse de la fuente.—dijo mirándome. No me gustó la idea, deshacerme de ella llevaría un gasto de mi magia y necesitaba todas mas fuerzas para enfrentarme a Kirian y a todos.
    —¿Me ayudas?—se quedaron mirando durante unos segundos, Eloy amenazadoramente, pero sin que lo notara Heraclio.
    —Da igual, lo hago yo—dijo al fin el mago.
    —¿Puedes solo?—preguntó Heraclio desconfiando.
    —Por supuesto.—Eloy sonrió, todo estaba saliendo a la perfección. El mago dijo unas palabras en voz baja que ninguno escuchó con las manos alzadas hacia la fuente de la cual empezó a salir luz desde abajo, segundos después hubo como una pequeña explosión en su base destruyéndola.
    Se tuvieron que apartar para que los trozos que saltaron por los aires no les dieran. Eloy protegió al mago y a Heraclio usando un poco su magia pero es que todavía no quería que murieran, de momento los necesitaba.
    —Mago, ¿te queda magia para hacer surgir conmigo el arma?—el mago un poco cansado asintió.— Eloy —este le miró— Protégenos.
    —Por supuesto, “majestad”—los dos se acercaron al hueco que había dejado esa explosión de magia y se prepararon para recitar el hechizo, mientras Eloy se quedaba atrás encargándose de todo el que osaba acercarse.
    Se deshizó de uno y en cuanto se dio la vuelta para bloquear el ataque de otro se encontró con nada más y nada menos que Kirian.
    —¿Eres tan cobarde que atacas por detrás?




    Aquí estoy enfrentándome a Eloy por segunda vez en la historia y lleno de energía, magia y ganas de volver a matarle.
    Después de que Margaret me devolviera la magia me sentí tan, tan bien que el plan de ganar esta batalla y huir con Lea me pareció mejor que cuando me lo contó asi que con rapidez me vestí, cogí mis armas y fui directo a la batalla buscando a Eloy y a Heraclio y deshaciéndome de enemigos por el camino como si fueran insectos, que para mi en estos momentos lo eran. No son rivales para mí, el único que me puede hacer frente es Eloy.
    Cuando lo vi, no desaproveché la oportunidad y le ataqué por la espalda. No me gustaba hacerlo asi pero ya me daba igual, había estado “Muerto” demasiado tiempo como para preocuparme por el honor o la dignidad. De todas formas me paró el golpe chocando espadas, tampoco es que pensara que lo iba a derrotar a la primera, me hubiera decepcionado y lo demás hubiera sido un juego de niños. Asi que me alegraba de que me haya parado el golpe, lo que no me gustó fue la pregunta esa.
    —¿Eres tan cobarde que atacas por detrás?
    —El cobarde eres tu por matar a Nydia en vez de enfrentarte a mi desde un principio.—nos separamos poniéndonos los dos a una distancia prudencial preparado para atacar en cualquier momento.
    —Tuve que hacerlo Kirian, ya te lo dije en su momento y lo volvería hacer, es mas, cuanto todo pase voy a matar a tu querida Lea.—me enfadé ante eso y fui hacia él con mi espada. Las chocamos produciendo una ráfaga de viento hacia todos lados, producto del choque de ambas magias.
    Y asi empezamos, a luchar, los dos con ganas y fuerza. Tenía que luchar con todo lo que tenía si quería ganar, como la última vez, tenía que hacerlo por Lea y lo tenía que hacer rápido, antes de que Heraclio y el mago que estaba a su lado terminaran el hechizo, porque si el arma surgía, yo…
    Un golpe de Eloy me hecho hacia atrás casi cayéndome al suelo e hiriéndome un poco en el brazo, y todo por culpa de no concentrarme en la batalla.
    —¿Qué te pasa Kirian? ¿Preocupado?
    —¿Por qué iba a estarlo?
    —Porque estas a punto de revivir lo de hace sesenta años ¿quizás? ¿Te acuerdas lo que te dije?— ya se por donde quería ir.—Lo de….
    —No.
    —Vamos, Kirian. Sé que en el fondo quieres hacerlo, porque por muy enamorado que estés de Lea, por mucho que la quieras y que luches por ti o por este reino, sé que aun quieres vengarte.
    —Por eso quiero matarte.
    —No estoy hablando de esa venganza y lo sabes. Estoy hablando de ese sentimiento de soledad, de vacío, de dolor, que tienes en el pecho, que esta enterrado en ti y que poco a poco está saliendo de nuevo. ¿No lo recuerdas? ¿No recuerdas que sentiste en cuanto me mataste? No fue suficiente para ti…
    —Cállate—mientras él hablaba las imágenes de ese día me vinieron a la cabeza junto con el sentimiento de vacío del que hablaba Eloy.
    —Y como no fue suficiente quisiste activar el arma para que todos sufrieran ¿Por qué ser el único verdad? Deseaste que todos sintieran lo que tu, lo deseaste tanto en su momento como ahora y hasta que no pase, hasta que no la actives ese sentimiento no se va a ir.
    —¡CALLATE!—fui hacia el enfadado. No quería recordar nada de eso, solo quería matarle y huir con Lea, nada más. Tenía que ignorar ese dolor que se estaba sobreponiéndome a mí poco a poco.
    Empecé a luchar más duramente, llevándonos a gente por delante y destrozando todo pero para mi solo estaba Eloy, solo quería matarle.
    Él me hería a mí de vez en cuando y yo a él, los dos ajenos a lo de nuestro alrededor, solo concentrados en la lucha, o eso intentaba yo, ya que todo lo que me había dicho Eloy estaba pasando de verdad dentro de mí. No me bastaba solo con estar con Lea, ese vacío seguía dentro y quería sacarlo. Segundos pensaba eso y otros segundos pensaba en no hacerlo, en terminar esta batalla e irme con Lea, sin dolor.
    Pero parece que esta vida siempre tiene algo guardado para mí, parece que tengo que vivir en sufrimiento. De pronto todo lo de mi alrededor se volvió silencio, no escuchaba nada, solo mi respiración, el sonido de la espada de Eloy y la mía chocar y a él, claro está. Por la cara de Eloy creo que a él le pasaba lo mismo.
    Los dos paramos y miramos hacia donde estaban Heraclio y el mago viendo como desde la tierra estaba surgiendo algo, bueno algo…, estaba surgiendo el arma, asi como si nada, como nueva. Me quedé admirándola. Estaba igual que la última vez y yo me quedé paralizado. No sabía que hacer. ¿Luchar? ¿Ven... vengarme?
    —Ahí la tienes Kirian. ¿Qué vas a hacer? ¿Luchar junto a mi o contra mi?—le miré sin saber que hacer— Venga hombre… a pesar de todo fuimos amigos. Se empieza con un pequeño paso como este.—paso por mi lado.
    Fue directo hacia Heraclio el cual estaba muy contento empezando a subir hacia el arma. Eloy en un movimiento rápido sorprendiendo a este le corto la mano derecha sacándolo un grito de dolor enorme. Como que todos los soldados de alrededor miraron.
    Supongo que se acababa de librar de estar atado a él y ya podía hacer lo que le viniera en gana. ¿Me estaba diciendo que hiciera lo mismo con Lea? Imposible yo no podía hacer eso, la quería demasiado.
    —¡Venga Kirian! ¡Únete a mí y destrocemos este lugar y este mundo! ¡Seamos los amos de todo!—¡Yo no quería ser amo de nada… —Líbrate de ese dolor—le miré a los ojos durante unos segundos y…




    Todo era horrible. Tantos gritos y sangre, tantas muertes alrededor. Deseaba no estar aquí ahora pero tenia que hacerlo, no podía quedarme en mi habitación encerrada hasta que pasara todo, tenía que ver como iban Kirian y Zair, como iba mi reino y por lo que veía mal.
    Margaret no se separaba de mí ni un instante aunque estuviéramos lo suficiente separadas de la lucha ya que de vez en cuando nos disparaban con flechas o venia algún que otro soldado a intentar matarnos.
    Busqué a Kirian con la mirada un buen rato hasta que lo vi, bueno lo vimos las dos, luchando contra Eloy demasiado salvajemente a como lo había visto las ultima veces. Parecía enfadado aunque supongo que es normal…
    También vi a Zair no muy lejos luchando como podía y de vez en cuando echando una mirada hacia Kirian y hacia nosotras. Aunque estuviera enfadada con él no quería que le pasara nada.
    De pronto vi como Eloy y Kirian se paraban ya que el arma estaba saliendo del subsuelo, vi como Kirian se puso nervioso, lo sabía por su cara.
    Eloy de pronto y como si nada le cortó la mano a su rey ¡La mano! Y antes de que pudiera hacer algo mas el mago que había junto a ellos lo hecho cerca de Kirian y entonces le grito algo que odie.
    —¡Venga Kirian! ¡Únete a mí y destrocemos este lugar y este mundo! ¡Seamos los amos de todo! Líbrate de ese dolor— ¿Dolor? ¿Qué dolor? No podía ser que aun quiera hacer eso… él ya se había vengado, no podía traicionarnos de nuevo. No, Kirian.
    Me estaba poniendo nerviosa al ver que Kirian no reaccionaba.
    —¡Empecemos por Heraclio!—dijo volviéndose a él ya que todavía estaba vivo.
    —¡Soldados detenerlos!—gritó Heraclio haciendo que los soldados que podían llegar lucharan contra ellos intentando pararlos.
    —¡Venga Kirian!—dijo riéndose Eloy.
    Justo cuando se les echaban encima los dos se defendieron con magia quitándose de en medio a todo soldado que veían incluidos de los míos. Kirian al final estaba luchando junto a Eloy, estaba traicionando de nuevo y no solo a mí sino a todo este reino. ¿Por qué?
    —¡Kirian!—grité intentando ir hacia él pero Margaret me lo impidió agarrándome del brazo.— ¡Suéltame tengo que ir!
    —¡No! Te mataran.
    —Kirian no me va a matar.
    —Puede que él no pero Eloy no se lo va a pensar. Puede que Kirian este con el ahora pero tu eres un estorbo ya que Kirian no va a hacer nada que te pueda herir, asi que en cuanto tenga oportunidad Eloy te matará.
    —¡Me da igual! ¡Kirian no puede hacerme esto!
    —Ya lo está haciendo.—volví a mirar. Ya no era una lucha entre mi reino y el de Heraclio, no, ahora era una lucha de los dos reinos contra Eloy y Kirian que ganaban poco a poco terreno. Eran imparables.
    No sabía que hacer y Margaret y Zair estaban igual que yo, parados mirando el espectáculo solo que menos sorprendidos que yo.
    No paraban de luchar, de quitarse soldados de en medio y poco a poco acercarse a Heraclio que estaba siendo atendido por el mago. Estarían intentando detener el sangrado.
    Yo no sabía que hacer porque si me metía ahí moriría, Margaret llevaba toda la razón pero tampoco podía quedarme parada, mirando como se producía algo asi como el fin del mundo y viendo como perdía a la persona que amaba si es que ya no lo había perdido…
    Esa mirada… esa mirada que tenía no era la de siempre, ni siquiera se parecía a la que cuando le conocí, era totalmente diferente.
    De pronto una luz salió de los dos y cuando desapareció los soldados que había alrededor fueron golpeados por algo, echándolo hacia atrás y quedando fuera de combate si es que no los habían matado claro. Los dos se miraron: Eloy sonriendo y Kirian serio.
    Antes de que pronunciara el nombre de Kirian vi a Zair que se acercaba con todas las intenciones de matar a los dos. Todo fue muy rápido: Solo vi que Zair iba primero por Eloy ya que estaba más cerca pero este se dio cuenta paró su ataque y le dio con su espada rajándole de un costado a otro. Vi la sangre desde aquí.
    —¡Zair!—gritó Margaret con un tono de miedo en su voz, a mi ni si quiera me salió voz para gritar nada.
    Kirian se quedó mirado a Zair unos segundos y luego levantó la vista hacia Eloy que iba decidido a matar a Heraclio que gritó:
    —¡Eloy pienso hacerte sufrir hasta…!—y ahí se quedo, no había podido ni terminar su frase porque Eloy había aparecido a centímetros suya y le había clavado la espada en el corazón matándole. Miró al mago.
    —Desaparece si no quieres morir—le dijo amenazadoramente mientras tiraba el cuerpo del rey al suelo. Se dio la vuelta sonriendo.— Hey, Kirian, ya esta, hemos ganado. Solo falta activarla y ese dolor que tienes se ira.
    —¿Se ira?—lo preguntó con dudas, como si no estuviera convencido pero a la vez deseando hacerlo.
    —Si. Espera y veras.—se dio la vuelta pero Kirian no esperó, sino que fue a por él con magia, lo malo fue que Eloy se dio cuenta y antes de que Kirian llegara le clavó la espada en un lado del abdomen pero sin traspasarle.
    —¡Kirian!—grité, por fin mi voz salió y no se si fue por eso pero Margaret reaccionó y corrió junto a Zair.
    —¿Qué te creías que no sabia que me ibas a traicionar? Por favor… si era lo que estaba pensando yo en hacer.—Kirian le agarró del hombro con cara de dolor.— Esta vez te toca a ti morir a mis manos. Es mejor que quedar encerrado ¿no querido amigo?
    Todos se habían parado a mirar, hasta mis padres en la puerta de palacio miraban. ¿Este era el fin? De verdad que íbamos a morir todos… ¿Por qué Kirian? Esto no hubiera pasado si tú no nos hubieras traicionado de nuevo.
    Me duele el pecho y tengo ganas de llorar y no parar. Tendría que haberles hecho caso a mis padres y a Zair, a todos en general, pero es que le quería tanto, rectifico: Le quiero tanto. Mis lágrimas salieron y no porque hubiéramos perdido sino porque yo le había perdido a él, iba a morir delante de mí y no quería.
    Vi que Eloy se acercaba al oído de Kirian y le susurraba algo. Le soltó pero no se cayó al suelo solo se quitó la espada de un tirón y se agarró la herida intentado no caerse o no morir no lo sabía, yo solo podía llorar.
    Eloy me miró con una sonrisa que no me gustó nada pero antes de que viniera a por mi Kirian brilló. Si, de él salió una luz tan intensa que me tuve que cubrir y haciendo que Eloy captara su atención.
    —¿Quieres seguir jugando?—preguntó Eloy divertido. Se le quitó la sonrisa porque en cuando la luz paro Kirian no estaba. Eloy se puso a la defensiva serio intentado verle ya que se movía con tanta rapidez que solo se veía una sombra pasar por los lados.— ¡no juegues conmigo Kirian!—dijo enfadado.
    Después de unos segundos asi, se hartó y echo una ráfaga de aire hacia todos lados en un intento de desestabilizarle, no se si lo hizo pero de todas maneras corrió hacia el arma que la tenia cerca. No le salió bien ya que Kirian apareció enfrente suyo muy enfadado.
    Cuatro movimientos:
    Uno: Le hirió con su lanza en el abdomen como a Zair.
    Dos: Le quiso volver a dar pero Eloy lo paró, lo único bueno es que de la fuerza le quitó la espada de la mano quedando desarmado.
    Tres: Le clavó la lanza cerca del corazón.
    —No juegues tu conmigo—fue lo que le dijo antes de hacer el ultimo movimiento: Girar la lanza a un lado y rajarle desde dentro hacia el corazón muriendo en el acto. Cayó como una piedra. Todos nos quedamos sorprendidos.
    La pregunta era: ¿Ahora que? ¿Qué vas a hacer Kirian?
    —¡Kirian!—él me miró serio durante unos segundos y luego se volvió hacia el arma yendo hacia ella. Ahí seguía el mago.
    —Si no quieres morir apártate de mi camino.
    —¿De verdad crees que esta es la solución a tus problemas?—Ante esa pregunta Kirian le mató con magia como si nada. ¿Tan cruel podía llegar a ser?
    —¡No te lo voy a permitir!—gritó Margaret mientras acumulaba magia en sus manos— ¡te pararé como la ultima vez!--antes de que pudiera empezar en serio Kirian en un movimiento le lanzó un cuchillo que se sacó de una de las botas y le dio en el estomago haciendo que parara.
    —¡Margaret!—grité. Kirian sonrió como Eloy minutos antes y se volvió de nuevo al arma.
    ¿Ahora que? Todos habían caído. Soldados de ambos reinos. Heraclio, Zair, Margaret… muchas vidas habían sido arrebatadas en esta batalla y mas en esta guerra pero eso a Kirian le daba igual.
    Tenía que pararle. Yo no le había liberado para esto, yo le había liberado para que ayudara a que pasara lo contrario. Tomé una decisión. La decisión más dura de mi vida.
    Cuando él estaba de espaldas a punto de subir al arma y activarla entonces lo dije. Unas simples palabras que acabaría con todo esto. Me acerqué la muñeca que tenía el tatuaje a la boca y susurré:
    —Como responsable de todo…—cogí aire haciendo que las lágrimas que caían se metieran en mi boca— deshago el hechizo para que todo vuelva a como estaba en un principio.
    Mi tatuaje desprendió calor y brillo y fue entonces cuando Kirian se dio cuenta no se como y se volvió buscándome con la mirada encontrándome enseguida. Me miró con pánico.
    —¡NO!—me gritó. Pero ya era tarde.
     
  8.  
    JimenaAlonzo

    JimenaAlonzo Entusiasta

    Acuario
    Miembro desde:
    1 Septiembre 2011
    Mensajes:
    74
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Kirian el guerrero.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    23
     
    Palabras:
    3319
    He aqui el ultimo capitulo, espero que os haya gustado. Gracias por leer. :)

    Capitulo 23.

    Después de matar a Margaret o por lo menos quitarla del medio ya que no sabía si la había matado me volví de nuevo hacia el arma. Ya esta… aquí estoy a punto de quitarme este dolor que tengo en medio sin ningún mago que me lo impida, por fin, después de tantos años, todo desaparecería, todo.
    Solo me faltaban unos cuantos pasos para hacerlo cuando de pronto sentí algo que no me gustó nada, no se como explicarlo, era una sensación que ya conocía muy bien. Me entró miedo por todo mí ser. No podía ser ¿verdad? La magia de Margaret no estaba, no la sentía, entonces ¿Quién era?
    Me di la vuelta rápidamente buscando de donde venía la magia que estaba por llegar porque la había sentido antes de que empezara del todo, hasta tal punto llegaba ese miedo que había en mí.
    Lo primero que vi fue a gente todavía luchando ignorando lo que pasaba pero enseguida centré mi vista en Lea. Ahí estaba con su marca brillando y con lagrimas surcando su cara.
    —¡NO!—grité con pánico, pero ya era tarde. En seguida mi marca también brilló asustándome más si se podía.—¡Espera! ¡¿Por qué me haces esto?!—grité lo más alto que pude.
    —¡No tengo otra opción Kirian!—dijo llorando cosa que me mataba aunque ahora mismo tenía mas miedo de lo que me iba a pasar a mi. No me lo pensé dos veces y salí corriendo hacia ella para pararla o por lo menos intentarlo pero en mitad del camino el suelo tembló y de pronto de la nada apareció una cadena que me traspaso el pecho y otra desde atrás la espalda impidiéndome seguir. No me dolía, era como la ultima vez, solo era una sensación extraña. Siento que tengo algo dentro de mi cuerpo que tira de mí pero no me duele. Lo único que siento es el miedo. Intenté tirar de ellas en un intento de liberarme aun sabiendo que era imposible, incluso puse toda mi magia pero lo único que conseguía era que más cadenas me cogieran.
    —¡¿Cómo que no tienes otra opción Lea?! ¡Pensé que me querías, creía que después de todo esto íbamos a huir! ¡Eso fue lo que me dijiste! ¡¿Por qué me haces esto?!—tiré de nuevo sin éxito. Ya nadie peleaba, solo miraban la escena atónitos.— ¡Me prometiste que pasara lo que pasara estarías siempre junto a mi!
    —¡Pero no asi! ¡No con traición y mentiras! Yo te quiero Kirian, pero no quiero estar con alguien que no se lo que se le pasa por la cabeza, que traiciona. Yo te liberé para que nos ayudaras no para esto.
    —¡No lo entiendes!
    —¡Si lo entiendo! ¡Puedo entender algo como te sientes! ¡Pero si realmente me quieres intentarías olvidarlo y estar junto a mí, intentarías ser feliz y aprovechar la segunda oportunidad que se te ha dado! ¡¿Para que querías activarla?! ¡¿Luego que?! ¡Luego te sentirías igual o peor! ¡Kirian, el pasado, pasado está! ¡Y no se puede hacer nada para cambiarlo! ¡Lo único que tenías que hacer era pensar en el presente y aprovecharlo, no esto!




    Después de ese discurso se quedó en silencio mirándome con cara de pánico y tristeza, no decía nada solo me miraba. No sé si se estaba arrepintiendo de lo que había hecho pero yo si. No quería perderlo, quería huir con él y estar toda mi vida junto a él pero ya era tarde, ya no podía volver atrás, ya que este hechizo solo lo podía hacer una vez, para liberarlo de nuevo tenía que ser otra persona lo suficientemente fuerte y que quisiera. Y de esas había pocas por no decir ninguna.
    Kirian de pronto para mi sorpresa cayó de rodillas. Muchas cadenas le cogían tirando más de él, pero no lo suficiente como para arrodillarlo, asi que había sido él que se había tirado. Me miro de nuevo haciendo que llorase más ¿Por qué? Porque él estaba llorando. Era la primera vez que lo veía llorar y se me rompía el alma y el corazón verle asi, tan débil e indefenso.
    —Kirian… yo… Siento hacerte esto.—dije llorando acercándome a él. —No quiero que te vayas…— no dejaba de mirarme llorando.
    Detrás de el salió del suelo una roca parecida al monolito en el que estaba encerrado antes y una luz lo envolvió todo. Cuando paró Kirian estaba de pie todavía llorando.
    —Siempre termino haciendo daño…—me dijo con voz rota.— Al final lo mejor es que me quede encerrado para siempre. Gracias por haber creído en mí.—De la roca de atrás se forma como una especie de espejo en el cual se reflejaba Kirian yo no llegaba a hacerlo.
    —Te quiero—le dije llorando más si se podía…Él quiso decirme algo pero no pudo porque las cadenas le tiraron hacia atrás y aunque el intentara librarse no podía, asi que terminó entrando en ese espejo que en cuanto lo hizo desapareció quedando la roca enorme y una luz envolvió todo el reino junto con un sonido un poco molesto.
    Cuando la luz y ese sonido desaparecieron lo único que quedo en medio de la plaza fue el monolito. El arma también había desparecido y la fuente estaba en su sitio de una pieza. Todo había terminado…
    Ahora la que caí de rodillas fui yo… aunque lo conocía de hace apenas dos meses, sé que era el amor de mi vida, y lo acababa de perder para siempre. Asi que no podía evitar llorar. ¿Qué iba a hacer a partir de ahora? No lo sabia solo quería cerrar los ojos y escaparme de todo esto.
    Y eso hice.




    Había pasado una semana después de que ganáramos esa batalla y la guerra contra Heraclio, una semana después de que Lea encerrara de nuevo a Kirian.
    Creí que en el momento que Kirian desapareciera estaría feliz, creí que todo volvería a la normalidad, pero no fue asi. O sea todos intentaban volver a la normalidad pero había gente que no podía, una de ellas era yo y la que más Lea.
    Perdió el conocimiento ese día, o eso me dijeron ya que yo estaba medio muerto en el suelo, y despertó tres días después. Todos querían ver como estaba pero nadie pudo entrar en la habitación, ni si quiera sus padres. La había cerrado por dentro con magia ya que por mucho que intentáramos tumbar la puerta no podíamos.
    Lea no quería habla con nadie, ni con sus padres, ni con Rose, ni conmigo, ni si quiera con Margaret que también había sobrevivido y lo había hecho como la chica de viente años que Kirian había transformado.
    Al final no había vuelto a ser mayor, se había quedado joven y ahora la habían nombrado miembro de palacio oficialmente como en sus viejos tiempos. Yo estaba feliz por ella pero la relación que teníamos antes ya creo que no podría ser… Es que Lea estaba sola y triste y yo seguía enamorado de ella, no podía dejarla asi como asi.
    Antes de que se lo dijera a Margaret ella ya lo sabía, lo entendía y no hablamos más del asunto.
    Todos los días intentaba hablar con Lea, me disculpaba mil de veces por todo lo que había hecho, intentaba convencerla… pero nada. No decía ni una palabra ni me contestaba.
    El séptimo día después de la batalla lo volví a intentar. No perdía nada por hacerlo. Toqué en la puerta y hablé.
    —Lea… soy Zair de nuevo. Sé que vas a pasar de mi como los últimos días pero yo solo quiero hablar contigo, estoy preocupado por ti, todos los estamos—me quedé en silencio para ver si contestaba pero no lo hizo— No te estoy pidiendo que salgas solo que hables conmigo, aunque sea asi, como estamos ahora, separados por una pared.—Nada. Todo silencio. Me apoyé en la puerta con la mirada en el suelo.— Por favor Lea… No puedes seguir asi… Estoy preocupado por ti, no puedo dejar de pensar en ti, solo te pido que me hables.—Silencio. Otro día igual…
    —¿Preocupado? Si los últimos meses lo único que has hecho es hacerme sufrir con lo de Kirian.—dijo su nombre con voz ahogada, pero me daba igual ya que por fin me había hablado.
    —Sé que me porte mal y entiendo que estés enfadada conmigo pero…
    —¿Por qué no te vas con Margaret y me dejas tranquila?
    —Porque te amo.— ¡Hala! Ya lo he dicho y muy bien que me he quedado. Hubo un silencio que no me gustó nada— Lo hice porque estaba celoso de él y no aguantaba que estuviera cerca de ti. Al final lo terminé aceptando pero seguía enamorado de ti.—Otro silencio más y este fue largo.—Bueno… te voy a dejar tranquila.
    Justo cuando me iba a ir la puerta se abrió sorprendiéndome. Ahí estaba Lea, despeinada, desmejorada y llorando pero aun asi me parecía guapa. Me dejó paso y cuando entré cerré la puerta. Ella se sentó en la cama y yo me quedé de pie en la entrada, mirándola.
    —¿Lo hiciste porque estabas celoso?—preguntó llorando.
    —Si… y lo siento. Sé que lo estas pasando mal por lo de Kirian pero estando asi no vas a conseguir nada, bueno si… si sigues asi lo único que vas a conseguir es terminar enfermándote y muriendo.—me miró ya mas calmada.—Se que es duro pero tienes que salir adelante. Yo estaré a tu lado.
    —Si me apoyo en ti quedaría muy mal… sería por conveniencia. No tengo a Kirian me voy contigo…
    —No… aunque estuviera él, siempre me tendrás a tu lado, es algo que he aprendido en estos meses.—Nos quedamos en silencio durante unos segundos.
    —El otro día mi padre vino diciéndome que todavía quería que tú fueras el rey.
    —Le voy a decir que no quiero ese puesto, no quiero más problemas contigo, quiero estar como siempre.
    —Pero tú… me acabas de decir…
    —Que te amo. Si y siempre lo haré pero yo no quiero obligarte a nada.—me miró ya sin llorar y se levantó acercándose a mi y dándome un abrazo bien fuerte que yo correspondí.
    —Te he echado de menos…
    —Y yo a ti.—hundí mi cara en su pelo cerrando los ojos. Menos mal que ya todo volvía a la normalidad.
    —Acepta el puesto Zair—la aparté por la sorpresa.
    —Pero…
    —Sé que Kirian no va a volver y yo no te puedo querer igual que a el pero lo puedo intentar. Asi que acéptalo.
    —¿Vas a intentar quererme?
    —No te confundas, yo te quiero pero…
    —No de esa manera—ella asintió.— Lo entiendo—sonreí—Me vale, yo con estar junto a ti me vale, me da igual que no sientas lo mismo que yo, a mi me vale.
    —Me siento mal por eso.
    —No, no te sientas mal… yo estoy feliz— y era verdad, aunque ella no me quisiera como yo a ella, estaba feliz ya que estaría a su lado hasta que me muriese.— ¿Sabes lo que puedes hacer ahora?—ella negó.—Primero ducharte y comer y luego podrías ir al monolito.—se sorprendió por la cara que puso.—Lo trasladaron fuera de la muralla. ¿No quieres ir?
    —¿Para que?
    —Para despedirte. Según Margaret creo que aunque este atrapado y tú no le puedas ver ni escuchar el si.—después de unos segundos pensándoselo asintió y yo la dejé que hiciera sus cosas.
    A partir de ahora intentaría hacerla feliz.




    Después de hacer caso a Zair, de ducharme, comer algo y hablar con mis padres largo y tendido, y lo digo asi porque me pase mas de una hora y media hablando con ellos. Primero de mi estado, de lo que hice con Kirian, de los planes de futuro con Zair, si, lo que le había dicho era cierto, intentaría quererle, aunque nunca fuera como Kirian. Dudo que me vuelva a enamorar de la forma que lo hice con Kirian, es imposible.
    Luego les dije que el monolito donde esta ahora Kirian encerrado, el cual según Zair estaba a las afueras, no se tocara, no quería que nadie le tocara. Se iba a quedar ahí. A lo mejor es un poco egoísta de mi parte pero eso es lo más cerca de él que voy a estar en mi vida a partir de ahora asi que me consuela que este ahí fuera. Solo tenía que cruzar mi reino y salir del solo unos cuantos metros. Era mi consuelo. No soportaría que se lo llevaran a donde la última vez. Estaría demasiado lejos de mi.
    Mis padres aceptaron todo y yo les deje abrazarme, en realidad lo necesitaba. Después de todo lo que había pasado, necesitaba un poco de calor y cariño paterno.
    Asi que ahora estoy de camino al monolito junto con Zair que iba al lado mía y Margaret que iba un poco detrás. Pasamos todo el reino en silencio, saludando de vez en cuando a la gente que pasaba al lado nuestro.
    El camino se me hizo un poco largo, pero es que no sabía como iba a reaccionar al ver al monolito, ni lo que iba a sentir. Ahora mismo estaba triste por todo lo que había ocurrido, quería que Kirian estuviese aquí conmigo, que todo hubiera salido bien pero como no ha ocurrido nada de eso pues tengo que salir adelante como me dijo Zair y Margaret.
    Salimos del reino y rodeamos la muralla hacia la izquierda con paso lento pero decidido hasta que vimos los tres el monolito. Nos paramos admirándolo ya que su presencia, aunque sea un trozo de roca enorme, imponía (nunca supe porque)
    —Nosotros estaremos aquí—me dijo Zair sonriendo al igual que Margaret que fue quien me dio unas flores. Las cogí y mirando de nuevo al monolito me acerqué hasta quedar a tan solo unos metros. Lo toqué en un intento de sentir algo pero no paso nada. Tan solo era una roca y eso me entristeció.




    Otra vez, otra vez encerrado y esta vez iba a ser para siempre o eso pensaba e intentaba meterme en la cabeza ya que tener esperanzas solo iba a hacer que sufriera más y no quería.
    Lo único que podía hacer era resignarme e intentar caer en un estado de inconsciencia por lo menos durante unos meses o un año. Asi por lo menos lo llevaría mejor. Lo malo sería cuando despertara.
    Solamente habían pasado unos días desde que Lea me había vuelto a encerrar y ya lo estaba pasando mal, no quería ni imaginar lo que me quedaba, por eso quería caer en la inconsciencia pero era difícil en esta estado. Lo había intentado unas cuantas veces pero no podía. ¡Mierda! Si tan solo no le hubiera hecho caso al mierdas de Eloy, si tan solo hubiera hecho mi trabajo, ahora estaría con Lea, a su lado y feliz, pero no, tenia que volver a hacerlo, tenía que traicionar de nuevo. ¡Soy un estúpido que solo piensa en si mismo! Y me merezco esto, lo se. ¡Joder!
    Echaba de menos a Lea… ¿Estaría bien? Seguro que estaba destrozada por mi culpa. Haría lo que fuera por verla feliz, por verla sonreír. Si no la hubiera conocido ahora ella estaría bien y no pasándolo mal.
    Se acabó, quería dejar de pensar y dormir, asi que cerré los ojos y me concentré en dejar este mundo, en dormir durante un tiempo. Me concentraría hasta que mi cabeza no pudiera más.
    No pude hacerlo. Y no por mi si no porque sentí que alguien se acercaba y cuando abrí los ojos, la vi. Vi a Lea parada un poco lejos de mi, junto a Zair y Margaret que al final se había quedado con 20 años porque yo quise, como mi ultimo acto de bondad o algo asi, no se.
    El caso es que estaba ella aquí, acercándose con un ramo de flores y con la tristeza marcada en la cara. Alzó una mano dudosa para tocar la roca.
    —“Vamos tócala”—dije, claro está que no me escuchaba. La tocó pero no sentí nada y eso me dolió y creo que a ella le paso lo mismo por la cara de decepción que puso. ¿Por qué? Ni eso podía tener, ni si quiera sentir un poco su tacto.
    Se separó unos metros dejando las flores apoyadas en la roca y de pronto, al intentar tocarla, al intentar salir de aquí para estar con ella, lo pude hacer. Salí de la roca. ¡Estaba fuera! Pero no como yo quería, faltaría más. Era como una especie de fantasma ya que podía ver através de mí y Lea y los otros dos no podían verme.
    Esto nunca me había pasado, ha tenido que ser Lea inconscientemente, no tiene otra explicación.
    Fui a tocar a Lea pero la traspase sin que ella sintiera nada. ¿Si no podía tocarla entonces para que había salido? Joder.
    Miré a Margaret y me acerqué a ella, la rodeé mirándola de arriba abajo y me planté frente a ella, la cual miraba a Lea sin notar mi presencia.
    —Kirian—me asusté por la llamada. Creí que me había visto pero en realidad Lea estaba hablando a la roca, supongo que había venido a despedirse.—Te echo muchísimo de menos.
    —“y yo”—Hubo un silencio y antes de que siguiera me acerqué un poco a la oreja de Margaret y susurré: — “De nada”— Vi como Margaret abría los ojos de sorpresa y miraba a todos lados ¿Me había escuchado? Entonces…
    Me acerqué a Lea la cual siguió hablando.
    —Siento mucho haberte hecho esto pero no tenía otra opción ibas a hacer algo malo. Como te dije el pasado es el pasado tenías que haber mirado el presente, la oportunidad que se te había dado tendrías que haberla aprovechado…—se calló ya que las lagrimas le impedían hablar con normalidad y yo me puse frente a ella con ganas de llorar también.—Me arrepiento de lo que he hecho pero ya no hay vuelta atrás. Solo quiero estar contigo pero ya no puedo. Te quiero muchísimo Kirian.—lloró con más intensidad haciendo que se me escaparan mis lágrimas. Como duele…
    —“Lea…”
    —Vendré aquí cada vez que pueda e intentare hallar una manera de traerte de vuelta, lo prometo—esto lo dijo susurrando.— Lo siento mucho.—Y se quedó en silencio mirando un poco al suelo y con lagrimas en los ojos. Yo me acerqué más a ella e hice igual que con Margaret, me acerqué a su oreja.
    —“Siento mucho todo esto Lea. Tu tenías razón en todo pero no llores por mi, vive tu vida y se feliz.”—vi como levantaba la vista sorprendida, buscándome con la mirada. Hasta miró hacia atrás pero no me vio. Volvió a mirar de frente y cerró los ojos sonriendo un poco.—“Te amo”—Y le di un beso en la frente. No se si ella lo sintió pero para mi fue gloria. Con esto me conformaría para siempre.
    Me separé de ella creyendo que no me había escuchado y volviendo a la roca ya que sentía una fuerza extraña que tiraba de mí hacia ella, supongo que ya era hora de volver, pero entonces la escuché.
    —Yo también te amo.—sonreí mirándola con un pie dentro de la roca. Con esto, como ya he dicho podría tirar mucho tiempo, sabiendo que ella estaba bien, que sería feliz.
    Me adentré ya quedando encerrado de nuevo y la vi marchar. Vi marchar al segundo amor de mi vida que es como si fuera el primero. Y antes de cerrar los ojos para “dormir” unos meses o lo que se pudiera, antes de eso, vi como se volvía y me sonreía, esa sonrisa que tanto me gustaba. Y con esa imagen me “dormí”, la imagen de Lea en todo su esplendor.

    FIN.
     
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