Kirian el guerrero.

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por JimenaAlonzo, 3 Febrero 2012.

Estado del tema:
No se permiten más respuestas.
  1.  
    JimenaAlonzo

    JimenaAlonzo Entusiasta

    Acuario
    Miembro desde:
    1 Septiembre 2011
    Mensajes:
    74
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Kirian el guerrero.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    23
     
    Palabras:
    3826
    Kirian.
    Capitulo 1.
    Había una vez un reino enorme y poderoso que estaba por encima de los demás y que absolutamente todos respetaban y adoraban tanto por sus riquezas y mercado como por quienes los gobernaban: Sus dos reyes y su futuro sucesor, el príncipe.
    Ese reino también era famoso por el gran ejercito que poseía, compuesto por unos soldados que eran entrenados desde pequeños en el manejo de las armas, tanto blancas como de fuego. Soldados excepcionales que los reinos cercanos temían ya que aunque no eran inmortales eran muy difíciles de vencer y no estaban dispuestos a perder más de la mitad de sus hombres.
    Pero había un soldado que destacaba de entre todos los demás, no solo por su hábil manejo de la espada y de la lanza sino por sus ojos, que eran de distinto color, uno azul y otro verde, y por su pelo, que a pesar de no tener mas de 20 años, era de color gris. Ambas cosas mutaciones genéticas de nacimiento.
    Todos en ese reino sabían quien era ya que era la mano derecha del rey y el general de todos sus soldados, nadie había logrado vencerle jamás, solo uno se le acercaba, su gran amigo Eloy aunque nunca se sabia el resultado de sus peleas “amistosas”.
    Kirian era tan fiel al rey que este había conseguido su respeto. Además pertenecía a una familia de gran riqueza y poder del reino, por lo que nadie podía decirle ni reprocharle nada. Y aunque quisieran sacarle algún fallo no podrían porque emanaba simpatía y bondad por todos lados, siempre ayudando al que lo necesitaba.
    Todo lo hacia bien, no tenia ni un fallo o eso pensaban todos.
    En esa época y bueno también en esta aunque… Hablemos mejor de ese época…. Como iba diciendo en esa época había magia. Pero solo la podían usar unos pocos y esos pocos la usaban para el mal, a excepción de dos o tres.
    La magia estaba prohibida, todo el que la usara seria condenado a muerte. Solo los reyes tenían un mago pero con ese no había peligro ya que se dedicaba, al igual que Kirian a ayudar a los demás.
    Mientras todo ese reino vivía en paz, resulta que un mago oscuro junto al rey del reino mas cercano habían estado intentado llegar a un acuerdo para encontrar un arma ancestral, que hacía mas de 100 años un grupo de magos habían escondido, para que nadie la encontrara jamás, ya que era tan sumamente poderosa que podía destruir un país entero.
    Estuvieron muchos meses investigando y buscándola hasta que la hallaron. Lo malo es que esa información se filtro y el rey de nuestro reino protagonista ordeno que atacaran. Estalló una gran guerra en la cual murió mucha gente y ninguno de los bandos conseguía lo que quería.
    Uno de los días que algunos de los soldados venían para curarse regreso Kirian herido y cansado pero había regresado con una personalidad diferente. Ya no era ese chico simpático y bondadoso. El rey pensó que era por la batalla asi que lo dejo pasar. Pero pasaron los días y la guerra la cual pensó el rey que terminaría pronto se alargó más de lo que pensaba y se vio contra la espada y la pared. ¿Por qué? Porque al final habían conseguido revivir ese arma.
    El propio rey tuvo que intervenir en la batalla, viendo como el enemigo intentaba activar el arma. El rey reunió valor y se abrió paso entre la lucha para llegar a ella pero vio algo que le sorprendió y que iba a cambiar la historia.
    Kirian y Eloy luchaban a muerte y los dos podían utilizar magia. ¿Por qué luchan dos amigos y soldados de mi reino? Pensó el rey sorprendido y enfadado. La respuesta le iba a llegar pronto.
    Todos pararon para ver la lucha entre esos dos monstruos. El rey enemigo reía con ganas exclamando: “¡Eso, mataros entre vosotros! ¡Asi yo podre ser el amo del mundo entero!”
    El rey prosiguió su camino para detener a su enemigo, pero en un descuido de Eloy, vio que Kirian le atravesaba con su espada matándolo en el acto. El rey enemigo lo vio sorprendido e intento activar el arma pero una lanza le atravesó el pecho antes de que hiciera nada: La lanza de Kirian. Se la había tirado él sin dudarlo ni un instante y sacando fuerzas de lo mas profundo de su ser a pesar de estar tan herido.
    El rey pensó que con eso habían ganado pero Kirian no tenia en mente ganar por el reino sino ganar por él mismo ya que se encaminó hacia el arma para activarla. Los soldados al ver lo que iba a hacer intentaron detenerlo pero no podían. Kirian era un rival muy poderoso, lleno de magia oscura que quería destruir el mundo.
    Muy a su pesar el rey no tuvo más remedio que ordenar que lo mataran, eso no podía seguir asi. El problema era que Kirian se deshacía de cualquiera que se le acercaba. Justo cuando estaba apunto de activar el arma, cuando pensaba que ya no se podia hacer nada, alguien lo paró.
    Ese alguien era el mago del rey, que con su magia había logrado pararle. Kirian se dio la vuelta para intentar luchar contra el mago pero su magia era demasiado débil para el mago, que tenia una experiencia y un poder increíbles.
    Con dolor y esfuerzo el mago pudo maldecir a Kirian y echarle un hechizo en su ser. Su cuerpo se rodeo de piedra formando una especie de megalito enorme, con figuras y dibujos extraños. Había sido condenado a estar “encerrado” siendo cuerpo y espíritu a la vez dentro de ese megalito, para siempre.
    Después de eso la guerra terminó, pero ninguno de los reinos del país volvió a ser como antes. Ninguno se fiaba de ninguno y todos se empobrecieron, incluido el del rey bueno. Y asi sigue pasados 50 años.
    -Y Papi… ¿Por qué Kirian se volvió malo?—preguntó una niña fascinada por la historia.
    - No creo que se volviera malo, creo que ya lo era de antes. Si una persona es buena lo sigue siendo siempre ¿no? No puede cambiar de un día para otro.
    -Pues yo pienso que le tuvo que pasar algo.
    -¿Eso crees?—la niña asintió convencidísima.
    -Bueno… Eso paso hace mucho tiempo asi que da igual, es solo una vieja historia.
    -¿Tu estabas?
    -No...—dejo escapar un risa paternal.
    -Pero tú eres el rey de este reino ¿no?
    -Claro que si, pero en esa época yo no estaba, el que si estaba era tu abuelo pero él no lo vivió en sus propias carnes. Pero bueno, ahora a dormir que mañana te tienes que despertar temprano.
    -Jo… pero yo no quiero irme a dormir.
    -Ya te he contado la historia como tú querías asi que a dormir—le dijo tapándola bien con las mantas.
    -Vale…—le dio un beso en la frente y le apago la luz.—Buenas noches papi.
    -Buenas noches.
    El rey salió de la habitación, cerrando la puerta, al pasillo de fuera donde le esperaba su mujer y reina. Él se acercó y le dio un abrazo protector.
    -No deberías contarle esa historia a Lea, todavía es pequeña—le reprochó la mujer.
    -Tiene 8 años. Además, lo terminaría descubriendo y luego tenemos que aguantar su enfado por no contárselo.
    -Supongo que tienes razón, lo que me preocupa es lo que pensara de esa historia cuando sea más mayor.
    -¿Qué va a pensar? Pues que es solo una historia del pasado.
    -Pasó hace 50 años Arón, no es tanto tiempo y que este reino este más o menos bien no significa que Heraclio no nos de por atacarnos. Sabes perfectamente que busca eso.
    -No va a encontrar ni a él ni a eso asi que no le des más vueltas. Cuando ataqué estaremos preparados.—se separó de ella caminando hacia su habitación.
    -¿No te acuerdas lo que dijo ella?—el rey se paró en seco mirando a su esposa a la cara.
    -Si. Es una predicción que no me termino de creer… Si él vuelve, entonces…
    Las palabras se quedaron en el aire con preocupación y frustración. Los dos se miraron queriendo pensar que esa predicción se equivocara o simplemente que no fuera cierta. Porque si se cumplía… seria el fin del reino y del país. Y lo que ahora es el mundo cambiaria para siempre y no precisamente a mejor.

    Seis años después.

    Estaba dando un paseo sola por el reino, bueno sola no, sé que habría algún soldado de mi padre vigilándome como siempre pero por lo menos lo disimulaban. Cada persona que veía y que pasaba por mi lado me sonreía y me saludaba con alegría diciendo: “Hola princesa” o “¿Cómo estas princesa?” o “me alegro de verte princesa Lea”, entre otras variantes. Yo respondía con educación y sonreía porque tenía que ser asi según mi padre. Decía que tenía que ir aprendiendo como hablar con la gente de una forma educada y amable pero que a la vez te respetaran.
    Resulta que desde que había cumplido los 14 años mi padre se había encabezonado en que aprendiera ese tipo de cosas de princesas, como una iniciación para reina. Una tontería muy grande para mí.
    Pero bueno, aquí estoy, caminando por el reino con un poco de tranquilidad, ignorando al soldado que me seguía y me vigilaba. Me dirigía a la biblioteca más grande y antigua de aquí. Tenía pensado en buscar libros de historia porque quería encontrar información sobre el famoso Kirian.
    Cuando era pequeña el que me hablaba de él era mi padre y a veces mi madre pero a partir de los diez años pararon, yo preguntaba más y más pero no me contestaban asi que salí a buscarla por mi misma. Pregunté a mucha gente pero todos sabían casi lo mismo que yo o directamente no me contestaban. Hasta que un día encontré a una mujer mayor que si me hablo de él y parecía saber más de lo que me contaba, como si lo hubiera conocido. Cosa que no le pregunté pero que podía ser, ya que eso paso hace unos 50 años y la anciana tendría unos 70 o cosa asi.
    De todo lo que me contó hubo una cosa que me dio a entender ya que directamente no me lo dijo, lo tuve que deducir yo, y era que, a mi parecer, Kirian no era tan malo como lo pintaban. Siempre pensé que algo le había tenido que pasar y ahora también lo pensaba.
    De vez en cuando iba con la anciana que por cierto se llamaba Margaret pero últimamente no me contaba lo que yo quería saber y cuando le preguntaba se iba del tema o murmuraba cosas que no entendía. Asi que llevaba una semana sin ir.
    Iba metida en mis pensamientos cuando una voz conocida me llamó.
    -¡Lea!—me di la vuelta, viendo que era Rose, una amiga mía de toda la vida ya que sus padres eran de los mas ricos de la ciudad y se veían mucho con mis padres, asi que me terminé haciendo amiga de ella. Se paró enfrente a mi y me hizo una reverencia.
    -Oye, te he dicho que tú no tienes que hacer eso.
    -¿No?
    -Eres mi amiga de toda la vida y no quiero que lo hagas.
    -Vale.—sonrió. Asi sin más se le convencía o por lo menos yo lo hacia.— ¿A dónde ibas?—me preguntó siguiendo mi paso ya que había vuelto a caminar.
    -A la biblioteca.
    -¿Otra vez?
    -No, pero esta vez voy a la Adamantiun.
    -¿Y porque a esa? Me han dicho que si entras no vuelves a salir de lo grande que es.—me reí con ganas.
    -No seas exagerada—ella también se rio.
    -¿Y que tienes pensado buscar? ¿Más libros sobre Kirian?
    - Si, lo vas pillando.—se rio de nuevo.
    -Pero Lea. Ya has buscado en todos sitios y has encontrado siempre lo mismo ¿Por qué esta vez iba a ser diferente?
    -No se… por probar nunca se pierde nada ¿no? ¿Vienes o te vas?
    -Voy contigo, total, no tengo nada que hacer.
    Asi que ahora con la compañía de Rose íbamos hacia Adamantiun a la cual no tardamos en llegar. Era una casa enorme, enorme, no tanto como palacio pero si era la mitad, que eso ya es algo. Aquí se encontraban todos los libros de casi todo el país. Normalmente no faltaba nunca uno, asi que podías encontrar cualquier cosa.
    Entramos saludando a la bibliotecaria de esa parte y fuimos a la sección de historia. Entre las dos empezamos a buscar libros sobre Kirian o por lo menos sobre la historia de este reino hace 50 años hacia atrás. Encontramos unos pocos pero por lo que ojeaba todos decían lo mismo que siempre. “Kirian es malo” “Kirian es un mago oscuro” “Kirian engañó a todo el mundo” “Kirian fue un traidor” etcétera, etcétera…
    -Bla, Bla, Bla… aquí no hay nada de lo que busco—dije cerrando el libro con frustración. Rose no me contestó, estaba atenta a un libro que tenia abierto entre sus manos. Miré por debajo para ver el título. También era de historia…—¿Desde cuando te interesa tanto esto?
    -Es que…—me miro—¿Tu sabes como era Kirian? Me refiero a su aspecto.
    -Ah… pues no. Me lo describieron un poco pero tampoco con mucho detalle ni entusiasmo.
    -Mira—me enseñó el libro que estaba mirando. Resulta que venia una foto en blanco y negro si pero, era una foto no un dibujo feo como todos los que había visto. La verdad que salía muy bien, con la espada en alto y la lanza a la espalda. Parecía alto y musculoso y de cara era guapísimo. ¿Cómo una persona asi de hermosa podría ser como siempre me lo describían?— Las apariencias engañan ¿verdad?—la miré— Es muy guapo y fuerte, seguramente cuando sonreía todas las chicas caían desmayadas a sus pies y a pesar de todo resulta que era un traidor que quería ser el dueño del mundo.
    -Eso tu no lo sabes.—dije un poco molesta volviendo a mirar la foto.
    -Eso es lo que dicen los libros de historia, Lea.
    -¿Y si se equivocan?
    -¿Cómo se van a equivocar los libros de historia? Supuestamente son escritos por personas que lo vivieron. No pueden equivocarse.
    -La gente se equivoca.
    -Lea ¿Por qué le defiendes? Ni que fuera un amigo tuyo de toda la vida, no lo conociste, no puedes decir que era bueno o que le paso algo para que se volviera asi, como tu dices, si no estabas allí para verlo.
    -Ya lo se, pero tu tampoco estabas para decir eso.
    -Tu Bisabuelo lo vio con sus propios ojos. Él se lo conto a tu abuelo, tu abuelo a tu padre y tu padre a ti, es una información verdadera e innegable.
    -No me entiendes. No estoy diciendo que no hiciera lo que hizo. Estoy diciendo que le tuvo que pasar algo para que se comportara asi.
    -Te estoy entendiendo perfectamente, lo hago desde hace mucho tiempo.
    -Vamos a dejarlo.—suspiré.
    -Si, será lo mejor, no quiero que te enfades conmigo.
    -No lo iba a hacer—me sonrió y miró hacia arriba para buscar otro libro. Yo miré a mí alrededor. Hoy no había mucha gente o por lo menos esta parte estaba vacía. Mejor, asi podíamos buscar con tranquilidad y sin que nadie nos molestara.
    Miré de nuevo hacia Rose y de pronto todo para mi se volvió silencioso. No escuchaba nada, ni si quiera a Rose que estaba intentando coger un libro y que momentos antes hacía ruido. No escuchaba nada, como si me hubiera quedado sorda. Me asusté y me puse las manos en los oídos apretando, cuando deje caer las manos seguía sin oír nada. Me pusé nerviosa.
    -¡Rose! ¡No escucho nada!—pero ella ni se volvió, seguía a lo suyo intentando coger el libro que tanto se le resistía. ¿No me había escuchado? Pero si he gritado. Un momento… si me hubiera quedado sorda tampoco hubiera escuchado mi voz y lo había hecho perfectamente ¿Entonces que estaba pasando?
    Mi respuesta llegó rápido ya que del silencio salió un sonido muy desagradable. Un pitido que iba de menos a más. Si no estaba sorda como eso siguiera asi me iba a dejar de verdad. De nuevo me llevé las manos a los oídos y a la vez miré hacia el final del pasillo de donde estábamos. En la pared vi algo que brillaba muy descaradamente. Me fijé en él pero el sonido se volvió insoportable. Cuando iba a gritar todo paró. El sonido desapareció y el brillo también. ¿Qué acababa de ocurrir?
    -¿Lea? ¿Lea? ¿Estas bien?—miré a Rose que me miraba con expresión preocupada.
    -¿eh? Si, estoy bien. ¿Tú lo has escuchado?
    -¿Escuchar que?
    -¿Tampoco has visto la luz?
    -¿Qué luz? Lea, me estas asustando.
    -Es que…—me levanté del suelo y fui hacia donde momentos antes había visto la luz.
    -¿Dónde vas?—preguntó pero de todas maneras me siguió. Yo llegué a la pared pero no le veía nada raro. De todas formas empecé a pegar golpecitos en cada tabla de madera.—¿Qué haces?— Todos sonaban igual.—Oye Lea…—iba a seguir, yo lo se, pero se calló porque uno de mis golpes sonó a hueco. Las dos nos miramos con intriga.
    Rose alzo una mano y empujó la tablilla como si fuera un botón, la cual se metió un poco hacia dentro. Estaba suelta. Yo la volví a empujar, cogiendo del otro lado y tirando hasta romperlo un poco.
    -¿Qué haces? No lo rompas—susurró. Pero no le hice caso ya que al asomarme vi que había algo dentro asi que no me lo pensé y arranqué la tabla haciendo más ruido de lo que pensaba. Las dos miramos hacia atrás por si nos había escuchado alguien pero no.
    -Escucha, vigila por si viene alguien ¿vale?—ella asintió y se fue al otro lado disimulando que miraba un libro.
    Yo quité el otro trozo de madera que se había quedado enganchado y pude ver con claridad lo que había. Un libro. Y bastante gordo y viejo.
    Lo saqué de ahí y soplé el polvo que tenia. El título no podía leerlo y no porque estuviera viejo sino porque estaba en otro idioma que desconocía. Cuando fui a abrirlo Rose me avisó.
    -¡Lea viene tu soldado!—dijo mirando el libro que tenia entre mis brazos— ¿Qué es ese libro tan grande?
    -No importa ahora, luego te lo digo, hay que esconderlo.—me miro de una forma extraña pero reacciono rápido.
    -Mételo en mi mochila.—le hice caso y lo metí cerrándola justo a tiempo, ya que en ese momento llegaba mi soldado.—¡hola señor soldado!—dijo con alegría. Él le sonrió pero luego me miro a mí.
    -Princesa Lea, vuestro padre me dijo que te llevara de vuelta a palacio a las siete de la tarde y son menos cuarto.
    -Si, ya nos vamos.—le dije cogiéndole de la mano como cuando era pequeña. Rose nos seguía.— ¿Hay reunión?
    -No exactamente. Pero van a venir a cenar la familia Jester.
    -¿Va a venir Zair?—pregunté con alegría. Él era un amigo mio también de toda la vida. Con Zair jugué muchas veces de pequeña y últimamente no lo veía porque se estaba entrenando para convertirse en soldado de mi padre. Asi que me alegraba que viniera.
    -Claro que si.—sonreí. Rose se acercó a mi mientras caminábamos por las calles y me susurró.
    -¿Qué hago con el libro?—me encogí de hombros pensando en algo.—Ya se, toma mi mochila, ya me la devolverás.
    -¿De verdad?—ella asintió dándomela y luego se despidió.
    -Bueno, yo me voy por aquí señor soldado. Adiós Lea.
    -Adiós.
    -Ten cuidado por el camino señorita Rose—le dijo mi soldado que se llamaba John o eso creo, pero es que eran tantos… Seguí caminando con John alegremente pero yo solo tenía el pensamiento en el libro ¿Qué seria? A lo mejor tenia respuestas que buscaba… Estaba impaciente por abrirlo.



    Lejos de ahí una anciana sintió una descarga eléctrica que le recorrió la espina dorsal. Inmediatamente miró al cielo, el cual estaba despejado sin una sola nube que predijera lluvia. Luego desvió la mirada hacia palacio y negó con la cabeza un poco sorprendida.
    -Aun no…—dijo siguiendo el camino que daba a su humilde casita.—Me sorprende que lo haya encontrado… Es demasiado pronto.
    Dicho eso entro en la clase con aire despreocupado a pesar de que por dentro si que lo estaba porque eso significaba que la profecía se estaba cumpliendo.
     
    • Me gusta Me gusta x 3
  2.  
    Anh Peárys

    Anh Peárys Bubbles

    Cáncer
    Miembro desde:
    11 Junio 2011
    Mensajes:
    1,102
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    ¡Ohayo~ ~ ~ ~!

    Está bien el escrito, cielo.

    Qué misterio es john. Y rose también ='3

    Ahora:

    ~No se permite la negrilla.

    ~El guión largo, para los dialogos es largo y a ambos lados: (—). En orden, no combinación de bajo y largo.

    ~La ortográfia no está tan mal, pero puede mejorar.

    ~Empezaste bien hablando sobre lo que pasaba. Y entre dialogos explicas.

    Pero no estaria mal, si narras más.

    No tengo nada más que decir, me gusto y seguire leyendo. ='3


    Muñeca Ha Neko
     
    • Me gusta Me gusta x 2
  3.  
    Kleopack

    Kleopack ♔ InFinyTis ღ

    Capricornio
    Miembro desde:
    6 Julio 2011
    Mensajes:
    529
    Pluma de
    Escritora
    Bien!!1 Nena me gusto genial!!! estuvo interesante tu fic
    Pero veo que mi amiga Haneko ya te dijo que es lo que debes hacer
    como usar el guion largo, no se permiten negritas, bueno ya que no se entiende bien:D
    Y para empezar usa la mayusculas entre los dialogos bueno es dijo Haneko espero que lo tengas en cuantas

    Ok, linda espero la continuacion
    de tu interesante fic!!!
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  4.  
    JimenaAlonzo

    JimenaAlonzo Entusiasta

    Acuario
    Miembro desde:
    1 Septiembre 2011
    Mensajes:
    74
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Kirian el guerrero.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    23
     
    Palabras:
    3279
    Capitulo 2.

    La cena había transcurrido con normalidad. Me preguntaban y yo respondía como le gustaba a mi padre ya que se le veía en la cara su satisfacción. Cuando no me veían hacia tonterías con Zair.
    La verdad que siempre le había visto como un amigo pero he escuchado que las niñas de mi edad dicen que es muy guapo. Hombre, no esta mal. Es un año mayor que yo, con el pelo castaño como el mio pero corto, claro, ya que yo lo tenia por los hombros. Sus ojos eran verdes también como los míos. Y si, era más alto que yo. Según él decía que tenía coger fuerza y musculatura para ser guerrero pero yo le veía bien.
    Bueno, a lo que iba, decía que la cena había pasado con normalidad, sin incidentes de ningún tipo. Yo lo que tenía era muchas ganas de abrir ese libro que tan intrigada me tenía y claro de vez en cuando me distraía y Zair me tenia que devolver a este mundo. Sé que sospechaba que me pasaba algo porque de vez en cuando me miraba extrañamente asi que al final se lo tendría que decir seguro.
    Cuando la cena termino, yo pedí permiso para retirarme junto a Zair. Mi padre dijo que si y nosotros nos fuimos rápido. Sin darme cuenta le cogí la mano a Zair para salir del salón, pero es que estaba tan acostumbrada a hacer eso desde pequeña que a veces no me daba cuenta que lo hacia con otras personas. Cuando me di cuenta se la solté.
    —Ay, lo siento…—dije un poco avergonzada.
    —¿Qué sientes?—dijo sonriendo.— A mi me ha gustado, cógemela otra vez, princesa Lea.—dijo con burla. Yo le empujé un poco haciéndome la enfadada.
    —Idiota.
    —Viniendo de la princesa eso es un cumplido—y me hizo una reverencia.
    —Zair, para ya.—dije seria. Él simplemente se rio.
    —Ya paro, ya paro, pero es que hace tiempo que no te veía.
    —¿Y te tienes que meter conmigo?
    —Si.—no dejaba de sonreír. Una sonrisa enorme y preciosa.
    —Pues eres malo.—íbamos rumbo a mi habitación ya que quería ver el libro de una vez por todas.
    —Por cierto…—decía mientras caminábamos.— ¿En que piensas? Llevas toda la cena distraída.
    —¿Se me ha notado mucho?
    —Un poco pero no creo que nuestros padres se hayan dado cuenta.
    —Es que…—abrí la puerta de la habitación y entramos los dos. Yo fui directamente hacia la mochila para coger el libro y Zair se paro en medio de esta después de cerrar la puerta.
    —¿Es que, que?—preguntó mirando toda la habitación. Yo cogí el libro y lo puse en mitad de la cama.—Has cambiado la decoración pero sigue siendo de niña.
    —Es que sigo siendo una niña, idiota.—me miro sonriendo pero se la quitó al ver el libro que había sacado.
    —¿Qué es eso?
    —Un libro.
    —¿No me digas? No me había dado cuenta.—me reí.
    —Lo encontré escondido en Adamantium.
    —¿Otra vez buscando historias sobre Kirian?—Le ignore ante esa pregunta. Ultimamente me molestaba bastante que me preguntaran eso una y otra vez. Si, busco historias sobre Kirian ¿Algun problema?
    —¿Me has escuchado? Lo he encontrado, es-con-di-do.—remarqué cada silaba.
    —Te he es-cu-cha-do.—me reí. Zair me hacia reir muy facilmente porque a parte de fuerte y simpático era muy gracioso cuando quería.
    —Ahora en serio. Estaba detrás de la pared en la sección de historia.—Zair pasó una mano por la portada mirando las letras del título que había en él y que yo seguía sin entender.— ¿Puedes leerlo?
    —No. Pero…—estaba serio—me suenan de algo.— Abrió el libro por una página cualquiera. Esa página tenia los mismos símbolos que la portada asi que Zair empezo a pasar hojas ojeando, pero todo el libro estaba escrito en el mismo idioma para mi mala suerte.
    —Que idioma más raro. ¿Cuál será?
    —No es un idioma Lea…—dijo serio. Pocas veces le había visto asi de serio y parecía hasta asustado.—Ya se donde he visto estos símbolos… En la academia uno de los días nos mostraron unos símbolos diciéndonos que a ser posible no los aprendiéramos, que no pasaba nada si lo hacíamos pero que era mejor que no ya que solo lo usaban los magos.
    —¿Magos?—el asintió serio.
    —Y esos símbolos son iguales que estos.—en cuanto terminó de hablar de pronto el libro brilló y se cerró de golpe haciendo que los dos nos asustáramos y nos echáramos hacia atrás, sobre todo yo ya que Zair se recompuso enseguida y se puso en medio como para protegerme si pasaba algo.
    Unos segundos después el libro dejó de brillar y ahí se quedó, encima de la cama, como si no hubiera pasado nada. Los dos tardamos en reaccionar después de lo que acababa de suceder pero fui yo quien dio el primer paso.
    —¿Qué ha sido eso?—pregunte acercándome pero Zair me paró con una mano.
    —No te acerques, puede ser peligroso.
    —Solo es un libro.
    —No. Es un libro de magia, Lea, con esas cosas no se juegan. Tienes que decírselo a tus padres.
    —¡No!—medio alcé la voz pero enseguida la bajé—si se lo digo a mis padres me lo quitarían. —Me miro con preocupación y luego volvió a mirar al libro. Yo avancé hacia él con cuidado, quitandome un poco del medio a Zair y lo cogí sin que pasara nada. Nos relajamos los dos.
    —Yo creo que deberías dárselo a tus padres.
    —No. Es mio.
    —Ni si quiera sabes leerlo. ¿Para que lo quieres?
    —¿No lo entiendes? Kirian tenía algo de mago, a lo mejor esto tiene las respuestas que quiero y necesito.
    —Ya estamos… ¿Por qué no dejas ya lo de Kirian? Aunque descubras algo que no creo que sea el caso ¿Para que te va a servir? Él esta muerto.
    —No, no esta muerto y lo sabes muy bien.
    —Como si lo estuviera. Estar encerrado en una piedra para siempre es estar muerto.
    —Pero se le puede liberar ¿no?
    —Eso seria un poco el fin del mundo.—dijo rascándose la cabeza— Al fin y al cabo está encerrado ahí porque quiso destruirlo.
    —¿Por qué está todo el mundo en contra de él?— me quejé.
    —Porque la gente cree lo que lee, Lea. Los libros de historia son los papeles más fiables que hay en este mundo. Si ellos dicen que quiso activar esa arma y que traicionó a tu bisabuelo, entonces es lo que intentó hacer. No hay otra.—baje la mirada. Yo sé que tenia razón pero entonces ¿Por qué lo más profundo de mi ser me decía que todos se equivocaban? Suspiré. No valía la pena discutir ya que no podía demostrar lo que pensaba— ¿Se lo vas a decir a tus padres?—le mire y negué.
    —Quiero quedármelo.
    —Te lo pregunto de nuevo ¿Para que?
    —No lo se. ¿Qué más da? No puedo leerlo ¿no? Asi que no va a pasar nada por que me lo quede—él me miro todavía intentando convencerme de que se lo diera a mis padres pero al final desistió. Siempre cedia a lo que yo decía o quería, cosa que ahora me había venido bien.
    —Haz lo que quieras. Es imposible convencerte cuando se te mete algo en esa cabecita tuya que tienes.—sonreí.
    —Gracias. ¿Me guardaras el secreto no?
    —Claro que si.—me acerqué con el libro entre los brazos y le di un beso en la mejilla. Luego me di la vuelta y lo puse debajo de mi cama, en una caja que tenia con unas cuantas cosas mías que nunca utilizaba y que nadie de esta palacio miraba. Cuando me di la vuelta Zair tenia cara de sorprendido y estaba… ¿rojo?
    —¿Qué te pasa?—volvió en si en cuanto le hablé.
    —Ah, nada, nada—dijo con nerviosismo.
    Después de eso hablamos de cosas banales, una conversación de amigos, con risas y juegos. Una hora más tarde cuando ya me estaba entrando el sueño, uno de los soldados pegó a mi puerta. Había venido porque Zair se tenía que ir ya, asi que me despedí de él y se fue.
    Más tarde vinieron mis padres para darme las buenas noches como siempre lo hacían asi que en cuanto se fueron, cogí el libro y en la cama lo volví a abrir. Lo iluminé con una pequeña linterna.
    Si tan solo supiera leer esto…
    Cada página que pasaba más intrigada estaba porque los símbolos parecían que bailaban para mí. Era extraño. Era como si quisieran que lo los leyera yo. Los toqué con la punta de mis dedos como creyendo que pasaría algo, claro está que no pasó nada, todo siguió igual. Suspiré y lo cerré.
    Cuando lo guardé de nuevo en su sitio y me volví a meter en la cama entonces pensé en alguien que a lo mejor me podía ayudar. La anciana Margaret parecía saber mucho de todo, a lo mejor ella sabia algo.
    Decidido, mañana iría a su casa con el libro y le preguntaría, yo no me podía quedar con los brazos cruzados sabiendo que tenía algo tan… importante.




    A la mañana siguiente hice lo que pensé anoche. Iría a la casa de Margaret costase lo que costase, asi que con la mochila al hombro y el libro dentro, después de decirles a mis padres que me iba a dar una vuelta, salí a paso ligero hacia su casa.
    Sé que no iba sola porque como siempre me seguía un soldado pero ellos siempre se quedaban fuera de donde yo entraba y como ya había ido muchas veces a esta casa se que no nos molestaría para nada, simplemente esperaría hasta que yo saliera. Ahora que lo pensaba debe ser un trabajo muy aburrido.
    El caso es que llegué a la pequeña casita que tenía casi a las afueras del pueblo, pero claro, dentro de la muralla que rodeaba todo. Se había puesto hace muchísimo tiempo antes de que pasara todo lo de Kirian para protegernos, supuestamente.
    Cuando fui a pegar a la puerta ella abrió y me dejó paso como siempre. No se como lo hacia, pero siempre me abría antes de que yo llamara. ¿Me escucharía? ¿Hacia tanto ruido? Pero de todas maneras ella no puede saber quien soy antes de que llegue ¿no? Siempre había tenido curiosidad en eso pero nunca pregunté, me parecía indebido.
    Me dejó pasar y eso hice pero en cuanto llegué a su salita ella habló antes que dijera nada.
    —La respuesta es no.
    —¿Qué?—dije sin saber a lo que se refería.
    —No te voy a enseñar a leer ese libro.
    —¿Cómo sabes que tengo…?
    —Yo se muchas cosas, princesa, deberías saberlo ya.
    —Si pero es…
    —Si has venido para eso ya te puedes marchar.
    —¿Me puede dejar acabar mi frase, Margaret?—me miro con suspicacia. Era una mujer de, como ya dije anteriormente, unos 70 y pico de años, con el pelo blanco encrespado y recogido en una coleta baja. Siempre llevaba una especie de capa que cubría su ropa y un bastón viejo de madera en el que se apoyaba. Aunque yo creo que solo era una fachada, seguramente no lo necesitaba.
    Lo que me llamaba la atención era que a pesar de su vejez, sus ojos mostraban tanta vida que te parecía que en cualquier momento se iba a poner a saltar y a correr como si tuviera veinte o años o peor, parecía que rejuvenecería en cualquier momento. Una tontería de mi parte porque eso era imposible.
    —Dime, princesa Lea.— Saqué el libro y ella lo miró sin sorpresa como si ya supiera que era lo que iba a sacar, aunque me lo menciono antes no me lo terminaba de creer.
    —¿Qué es este libro?
    —Un libro de magia muy, muy antiguo.
    —Entonces Zair tenía razón…
    —Zair…—Se quedó pensando—Es el joven guerrero…—la miré. Se que lo conocía, pero solo por el nombre. Creo que Zair no habia venido nunca a visitarla, por lo menos él no me había dicho nada...—Llegará lejos.
    —Bueno, si… pero… ¿Tú puedes leer el libro?
    —Ya te he dicho que no te pienso ayudar.
    —¿Por qué?
    —Ese libro es peligroso en malas manos y yo sé que tú lo utilizaras bien, pero no ahora sino más adelante.
    —¿Lo voy a utilizar? ¿Cuándo? ¿Me vas a ayudar?—ella negó con la cabeza y se dio la vuelta.
    —Solo te voy a decir una cosa y ya es mucho: Cuando llegue el momento podrás leerlo sola, sin ayuda de nadie.
    —¿Sola? ¿Y cuando es ese momento?—ella volvió a negar.
    —He dicho solo una cosa. Ahora vete, venga—me dio unos empujoncitos hacia la salida mientras yo volvía a guardar el libro.
    —Pero… eso no me ayuda.
    —A veces hay cosas que uno tiene que hacer solo, Lea.—dicho eso me cerró la puerta casi en las narices. Cuando me di la vuelta vi que estaba el soldado con los brazos cruzados mirando la puerta. Yo le saludé con la mano mientras me acercaba desconcertada y el me sonrió. La verdad es que me había quedado un poco desconcertada y con más dudas tras la respuesta de Margaret. No entendía muy bien que era eso de: "Cuando llegue el momento..." Una no puede aprender sola a leer magia asi por la cara. ¿Porque no me quiere ayudar?
    Cuando llegué junto al soldado empezamos a ir de vuelta al palacio en silencio hasta que le pregunté.
    —¿Tu conoces a Margaret?
    —Nunca he hablado con ella pero dicen que es una buena persona, un poco rara, pero buena persona. ¿No crees?—yo asentí.
    —Si que lo es.
    —Tu padre la conoce bastante bien, por eso deja que la visites, además, parece estar sola un poco de visita no le viene mal.
    —A mi me agrada—sonreí y le cogí de la mano de nuevo. Siempre que cogía de la mano a alguien era para sentirme segura, para estar con los pies en la tierra. Y ahora lo necesitaba ya que no sabia que pensar de todo esto. Mi cabeza estaba hecha un lío.





    En cuanto la princesa Lea se fue Margaret volvió dentro a hacer lo que habia dejado a medias. Se quedó en medio de la salita porque algo le decía que iba a tener otra premonición o por lo menos le iban a asaltar imágenes de un futuro, que podía ser cercano o lejano eso nunca se sabía.
    Se paró fijándose en cada lugar de esa casita, pero pasaban los segundos y no había nada fuera de lo normal, asi que siguió haciendo lo suyo.
    —La edad ya me confunde…—Se dijo a si misma pero en cuanto entró en una pequeña habitación y fue a hacer la cama, lo vio. Esas imágenes que estaba esperando antes, aparecieron ante ella como relámpagos. Si no estabas preparado no verías nada pero ella tenia mucha experiencia en esto asi que las vio con claridad.
    Lo vio a él. Tumbado, con vendas en el pecho, en esta misma cama. Sabía que era él por sus ojos y su pelo. Su mirada que Margaret suponia que era hacia ella, no lo sabia en realidad ya que solo le había visto a él, era una mirada triste… Y…
    —No puede ser… ¿O si? —Si. Esa mirada la había visto muchas veces y además se la había visto a él cuando estaba en este mundo. Era una mirada de enamorado. ¿Qué significaba?— Un momento ¿En que estoy pensando? Acababa de ver que el estaría vete tu a saber cuando en esta misma habitación y yo pensaba en que su mirada era de enamorado. —Sonrió irónicamente.—Estoy mayor…—Se dijo de nuevo. Se quedó pensando si debía comeentarle algo al rey pero despues de unos segundos desecho esa idea—Sigue siendo demasiado pronto.




    Entre tanto el rey estaba sentado en su trono junto con su esposa pensando en esa predicción, ya que hoy hacía 6 años que se produjo, que vino ella y se la contó con miedo. Porque si se cumplía ella no podría detenerle, nadie podría.
    El rey siempre había pensando que a lo mejor se podía cambiar ese futuro desalentador, total, todavía quedaban cuatros años para que supuestamente pasara pero eso no hacia que se dejara de preocupar cada vez que pensaba en ella y cada vez que veia que ese dia se acercaba rapidamente.
    —Cariño…—miró a su esposa que era la que le acababa de hablar—¿Otra vez pensando en eso?
    —Si…— contestó con pesar.
    —¿Por qué te preocupas por algo que todavía no ha pasado?
    —Porque si pasa, es algo grande, tanto, que se me sale de las manos.
    —A lo mejor no pasa. A lo mejor se equivoca.
    —Eso espero…—dio un suspiró de cansancio.
    —Venga deja de preocuparte, cuando llegue el momento ya pensaremos en algo.—El rey asintió. En el fondo él sabía que tenia razón. No vale la pena preocuparse por algo que todavía no ha pasado y que de momento ellos no podian hacer nada.
    Solo podía esperar, desear y rezar por que eso no pasara.
    Lo que si podía hacer ahora era controlar al reino más cercano, ya que Heraclio ya les había declarado la guerra. Tenia que concentrarse en eso. Y tenia que averiguar que es lo que busca Heraclio porque el rey está seguro de que busca algo. No tenia la mas miníma duda.
     
    • Me gusta Me gusta x 2
  5.  
    JimenaAlonzo

    JimenaAlonzo Entusiasta

    Acuario
    Miembro desde:
    1 Septiembre 2011
    Mensajes:
    74
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Kirian el guerrero.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    23
     
    Palabras:
    3350
    Capitulo 3.

    Justo hoy hacían dos años que había encontrado el libro de magia. Cuando vi que no lo podía leer y pasaba el tiempo y seguía sin poder, al final lo abandoné debajo de mi cama, en esa caja, hasta olvidarme de él por completo. Pero hoy no se porque un flash cruzó mi mente y me acorde de él. Debía de estar lleno de polvo en esa caja…
    Supongo que cuando terminara esta tediosa clase iría a abrirlo por curiosidad, a ver si seguía ahí porque a lo mejor ya ni estaba ya que a veces entraban criadas y mis padres a mi habitación.
    Uno de los factores de olvidarme por completo de él era que poco a poco fui a apartando la idea de buscar información sobre Kirian, ya que me había leído todos los libros de historia del reino y todo lo relacionado con él y había preguntado a todo el mundo. Nada, siempre era lo mismo, asi que a los pocos meses me rendí y lo deje a un lado. Otro factor era que al hacerme mayor mis responsabilidades como futura reina crecieron.
    Ahora daba clases de posturas y de como hablar a la gente como una buena reina. Se acabó lo de ser una niña. No, tenía que madurar y no solo porque me lo decía mi padre sino porque ahora venían tiempos duros y tenia que tener la cabeza despejada y saber lo que tener que hacer en cada momento ya que Heraclio ya nos había atacado unas cuantas veces. Es mas ahora mismo el ejército de mi padre estaba defendiendo nuestro reino intentando que sus soldados no atravesaran la muralla. Estaba preocupada y no porque pudieran traspasar la muralla y entrar si no por Zair, porque él estaba allí, luchando por nosotros.
    Al final se había logrado convertir en un soldado magnifico el cual ascendía con rapidez. Solo esperaba que regresara a salvo. Hace un mes pasó algo con el que me avergonzó mucho pero que no me arrepentía. Me escapé de palacio para ir a una pequeña fiesta de unos amigos, yo no estaba acostumbrada a beber asi que me pasé un poco. Menos mal que estaba Zair ahí para ayudarme. Lo que pasó fue que entre los mareos y las caídas acabe dándome un beso con Zair y de ese beso bueno… No se si estuvo bien o mal, ya que tengo 16 años, si se lo dijera a mi padre me castigaría de por vida pero no me arrepiento.
    Esa noche acabe haciéndolo con el. Ninguno de los dos volvió a hablar de el tema y lo bueno es que nos tratábamos como siempre aunque me pareció que a Zair le costó mas. Puede que me guste o no, no lo sabía. Lo que si sabia era que quería que regresara a salvo.
    —Princesa Lea ¿Esta bien?—volví a la realidad ante esa pregunta. Mi profesora me estaba mirando preocupada.
    —Si…—dije con poca convicción. Ella me sonrió.
    —Sé que está preocupada pero seguro que el soldado Zair vuelve. Él es muy fuerte.—sonreí. Le agradecía que me animara de esa manera— ¿Sabe lo que me dijo el otro día?—yo negué.—Que quería llegar a general para asi poder protegerla siempre.
    —¿Eso dijo?—ella asintió sonriendo. Este Zair… Siempre decidiendo cosas por mí.
    —Vamos a dejarlo por hoy. No es buen día.—miró por la ventana y yo hice lo mismo, a parte de que se estaba librando una batalla detrás de la muralla, el día estaba oscuro, seguramente llovería.
    Cuando la profesora se fue del cuarto yo dejé de mirar la ventana, ya que sino me preocupaba más, y me mire al espejo.
    Tenía el pelo largo un poco recogido por detrás pero no demasiado, un vestido de color azul marino que me llegaba hasta las rodillas y unos tacones no muy altos ya que estaba empezando a aprender a andar con ellos de color negro. Si soy sincera… no me gustaba vestirme asi. Me gustaba más ir normal, como Rose, como la gente noble del pueblo, algo sencillo y sin tacones pero no podía ser.
    Volví a mirar por la ventana, ahora se veía una columna de humo. Cosa que me preocupó aun más. Abrí la ventana que estaba en un primer piso. Las calles estaban vacías, seguramente porque mi padre habrá ordenado que se metieran en sus casas o que se fueran al edificio de emergencia que era uno que había cerca de palacio lo suficientemente grande como para el 60% del reino cupiera en él.
    Cerré la ventana y bajé a la sala del trono que también estaba vacía ¿Dónde estaban mis padres? La sala del trono se entraba por una puerta grande que daba a un pasillo y luego a un prostíbulo enorme donde estaba la puerta de entrada al palacio. También estaba vacío.
    Me quedé en el escuchando como la lluvia empezaba a caer con fuerza. No escuchaba nada más.
    —¡¿Mama?!—no se para que grito su nombre, si no esta aquí estaría en su habitación ¿Estaría también mi padre o por el contrario habría ido al limite para ver como iba la batalla?—¡¿hay alguien?!—me di la vuelta para irme hacia arriba con mi madre y esperar a que todo pasara pero entonces escuché el sonido de la puerta abrirse.
    —Princesa Lea—di un respingo, no esperaba que lo dijera tan fuerte. Me di la vuelta y vi que era uno de mis soldados, que venia bastante herido.
    —¿Estas bien?—dije acercándome a él. Estaba completamente empapado por la lluvia y cubierto de sangre.
    —No se acerque…—Dijo intentado cerrar la puerta—Corra y escóndase.
    —¿Qué?—De pronto antes de que pudiera cerrar la puerta alguien por detrás le corto la garganta con una espada haciendo que expulsara sangre por la boca. Cuando vi eso y luego vi que el que lo había hecho era un soldado de Heraclio que venia hacia mí sonriendo, grité. Grité asustada y salí corriendo como pude con los tacones. Miré para atrás para ver como el soldado vino corriendo detrás de mí.— ¡Que alguien me ayude!—grité segundos antes de que me cogiera por detrás y me amenazara con su espada acercándomela al cuello.
    —Shh, Shh… Calla princesa si no quieres morir.
    —¡Suéltame! ¡Socorro!—Me tapó la boca y me apretó con su otro brazo haciéndome daño.
    —He dicho que te calles.
    —¡Tu suéltala!—Vi que empezaron a aparecer soldados de dentro. Supongo que estarían por si estas cosas pasaban. También apareció mi madre.
    —¡Lea!—Dijo detrás de los soldados con miedo en sus ojos.
    —¡Mama!—Dije a punto de llorar.
    —¡Por favor suéltela!—Gritó mi madre.
    —Ah no… esta es mi carta de triunfo tanto para mi como para mi reino.—Se rio.—Si no quereis que muera entonces no me sigáis—decía mientras caminábamos hacia atrás fuera del palacio. Todos se acercaban con cuidado mientras salíamos peor ninguno se atrevía a atacar.
    Cuando salimos ya no vi mas a mi madre, en cambio los soldados si que seguían avanzando pero lentamente. Lo malo es que la lluvia que me empapaba caía tan fuerte que si nos alejábamos los dejaría de ver.
    —¡Como deis un paso mas os juro que la mato!—Me tiro del pelo hacia atrás sacándome un quejido de dolor y me apretó el filo de la espada al cuello. Sentía lo fría que estaba la espada y sentí un pequeño punto de dolor en el cuello. Me acababa de cortar un poco, yo lo sabia. Eso hizo que los soldados se pararan mientras nosotros reanudábamos la marcha pero entonces yo me revolví y salí corriendo como pude en dirección contraria al palacio. No llegué muy lejos ya que el soldado por detrás me empujó y me tiró al suelo haciéndome daño. Yo me di la vuelta mirándole a la cara. Estaba enfadado.
    —¡¿Qué crees que haces?! Me parece que voy a tener que herirte de gravedad para que no intentes huir— Se puso encima mía cogiéndome la cara y acercándome de nuevo el filo de su espada.— ¿Te vas a estar quieta? ¿O deformo la preciosa cara que tienes?—en un intento de librarme le di un manotazo en la cara haciendo que se separara y luego una patada que por mala suerte paró sin problema.— Como quieras…—dijo más enfadado aun. Alzo la espada contra mi y yo lo único que hice por acto reflejo fue cubrirme con los brazos.
    El golpe no llegó en su lugar escuché un quejido de dolor y sentí como el peso del soldado se iba completamente. Miré.
    Ante mi estaba el soldado levantándose y Zair.
    Zair me acababa de salvar la vida o bueno por lo menos me había ahorrado mucho dolor. No se dijeron ni una palabra que empezaron a luchar. Se daban espadazos por todos lados, unos muy cerca del cuerpo y otros no tanto. Para mala suerte vi que Zair estaba un poco cojo asi que me empecé a preocupar ya que por eso el soldado enemigo le estaba ganando terreno.
    Me levanté como pude y cuando volví a alzar la vista vi que Zair era cortado en un costado haciéndole gritar.
    —¡Zair!—grité haciendo que se me saltaran las lágrimas que empezaron a salir. Sé que se había llevado ese golpe para protegerme ya que estaba demasiado cerca de mí. El otro hombre se rio pero Zair embistió hacia él con todas sus fuerzas y en dos movimientos rápidos pude devolverle el golpe al soldado. Como lo pillo por sorpresa le pudo dar otro cortándole en el abdomen. Cayó al suelo y no se volvió a mover. ¿Acababa de pasar todo?
    —¿Zair?—me miró.
    —¿Estas bien prince… sa?— esa ultima silaba la dijo mientras caía al suelo derrumbado.
    —¡Zair!—grite yendo hacia él y agachándome.—Zair. Dime que estas bien, dime que te vas a poner bien.
    —Claro que si…—emitió un gemido de dolor. Vi que debajo de él se estaba formando un charco de sangre.
    —Zair…—mire a todos lados— ¡Que alguien me ayude por favor! ¡Mama!—grité con todas mis fuerzas. Los soldados de antes nos vieron y vinieron corriendo hacia mí.
    —¡Princesa Lea!—todos querían asegurarse de que estaba bien ignorando a Zair.
    —¡Ayudarle!—dije con rabia y miedo llorando.— ¡Ayudar a Zair!
    Cuando lo vieron lo cogieron entre unos cuantos y se lo llevaron. Entre tanto los soldados de mi padre empezaron a llegar. La batalla acababa de terminar o eso creía. Lo averigüe enseguida porque John me vio.
    —Princesa ¿Esta bien?—asentí con la cabeza llorando y me abracé a él. Le sorprendió muchísimo ya que se quedo estático pero es que ninguno de los soldados estaban acostumbrados a estos prontos de cariño mios o de alguien de la realeza—Anda volvamos a palacio—me dijo separándome y cogiéndome de la mano como siempre había hecho yo con él.




    Habían pasado tres largas horas desde que se llevaron a Zair y desde que la batalla había terminado. No había ganado ninguno de los dos bandos, ya que ellos no habían podido lograr lo que planeaban y nosotros habíamos perdido a muchos hombres. Esta es una de las primeras batallas que habrá de aquí a los siguientes años.
    Después de entrar al palacio abracé a mi madre como si no hubiera un mañana llorando junto a ella. Luego entró mi padre preocupado el cual también nos abrazó. Después de unos minutos asi me llevaron a que me curaran y a cambiarme.
    Y aquí estoy, acababa de entrar en mi habitación ya con el pijama puesto y sin tener noticias de Zair. Según mi madre ella seria quien me dijera como estaba pero no por eso dejaba de tener miedo.
    Me senté en la cama y empecé a llorar. Lo de Zair no hubiera pasado si yo supiera defenderme. Soy una debilucha que lo único que sabe hacer es llorar y tener miedo-
    —Zair…—dije entre lagrimas.—Lo siento…—de pronto la caja que había debajo de mi cama salió sola hacia el exterior. Yo del ruido me asusté y subí las piernas a la cama. Cuando vi que solo era la caja me relajé y fue cuando me di cuenta que dentro estaba el libro que hace tanto tiempo que había apartado.
    Cuando fui a levantarme para cogerlo, la tapa de la caja salió hacia arriba y pude ver que el libro volvía a brillar igual que hace dos años atrás. Me levanté y lo cogí descubriendo para mi sorpresa que podía leer perfectamente el título del libro. O sea seguían siendo los símbolos pero sabía lo que significaban. Como si los viera en castellano vaya.
    Se llamaba: Grimen.
    —Que nombre mas raro…—abrí el libro por una pagina cualquiera y también podía leerlo. Me acababa de quedar a cuadros. ¡Podía leerlo! Por fin una buena noticia en este odioso día… Lo abrí por la primera página y empecé a leerlo pero alguien llamó a la puerta interrumpiéndome. Asi que lo escondí debajo de la almohada.
    —¡Pasa!—dije con tranquilidad y secándome las pocas lagrimas que quedaban. La que abrió fue mi madre con una sonrisa bastante tranquilizadora.— ¿Qué pasa?
    —Es Zair… Se va a poner bien.—sonreí. Y he aquí la segunda buena noticia del día.
    —Menos mal. ¿Dónde esta?
    —En la sala de curaciones con tu padre. ¿Quieres ir?—yo asentí con alegría y asi como estaba, en pijama, baje junto a ella a la sala que teníamos para nuestros enfermeros y médicos.
    No tardé mucho en llegar porque a parte de que fui rapido para verle, tampoco estaba tan lejos. Cuando entré lo vi recostado en una de las camas que había, sin camiseta y con una venda en el abdomen cubriéndole la herida que le habían hecho en el costado. Estaba mi padre al lado hablando de algo hasta que yo entré. Los dos me miraron sonriendo.
    —Princesa Lea…—dijo Zair sonriendo. Yo ni contesté, lo único que hice fue ir hacia él y darle un abrazo con cuidado. El al principio dudo, supongo que porque estaban mis padres pero al final me correspondió. Cuando me separe de él le regañé.
    —No me vuelvas a dar esos sustos. Idiota.
    —Lea…—me regaño mi padre.
    —¿Qué?—no me contestó porque Zair me habló antes.
    —Tenia que hacerlo. Mi deber es protegerte y si tengo que morir haciéndolo lo haré con mucho gusto.
    —Pero yo no quiero que mueras.
    —Es su trabajo Lea—dijo mi padre mirandome pero enseguida volvio a mirar a Zair.—Te doy las gracias de nuevo, sin ti Lea…
    —No me tiene que dar las gracias de nada, majestad, como usted ha dicho es mi trabajo—mi padre sonrió.
    —Si y a partir de ahora vas a tener que volverte mas fuerte ¿Sabes porque?—él negó con la cabeza confundido, yo tampoco sabia por donde quería ir— Porque a partir de ahora serás el nuevo general.—Zair se sorprendió tanto que dejo de respirar y yo me reí.
    — ¡Zair! ¡Eres general! ¡Es genial!
    —Pero…
    Pero nada. Te lo has ganado chaval.
    —Muchas gracias majestad, os serviré como es debido.
    —No lo pongo en duda.
    —Por cierto—los dos me miraron ya que mi madre hacia rato que se había ido—Ya que va a ser nuestro general y va a pasar más tiempo en palacio que en otro lugar… quiero que me enseñe a defenderme.—Lo acababa de decidir en cuanto mi padre le habia nombrado general.
    —¿Qué?—preguntó con sorpresa mi padre. Sabía que me iba a decir que no pero no lo iba a aceptar.
    —Tras lo de hoy me he dado cuenta que no se hacer nada, y como no quiero ser un estorbo ni para Zair ni para el reino quiero aprender lo básico de defensa personal. Por favor papa, si no lo hago me sentiría mal conmigo misma. Nunca te he pedido nada asi que dime que si. Por favor.—Mi padre me miraba a mí y a Zair que no decía palabra. Al final suspiro.
    —Está bien—dijo ya acercándose a la salida.—Pero luego no te quejes y Zair…—se miraron— no la quiero ver con una sola marca.
    —Si majestad.—dicho eso fue. Antes de que yo dijera nada Zair saltó.—Ya te vale. Mira el lio que me has buscado.
    —¿Qué lio? Si solo me tienes que enseñar unos cuantos movimientos—dije a la vez que movía los brazos como haciendo una técnica de lucha que me acababa de inventar.
    —¿Qué haces? ¿Qué es eso?
    —Una técnica de lucha de brazos ¿no?
    —Eso es algo que te has inventado.—se rio.
    —Pues por eso quiero que me enseñes.
    —Lo hare pero porque me lo ha pedido tu padre que si no nada.
    —Ya claro, hubieras sucumbido a mis encantos…—dije echándome el pelo hacia atrás y haciendo que los dos nos riéramos.— Por cierto ¿A que no sabes que?
    —No lo se pero si sé que no me va a gustar.—yo bufé, pero pase de él.
    —¿Te acuerdas del libro de magia?
    —¿Otra vez? Creí que ya te habías olvidado y…
    —Escúchame—le dije tapándole la boca con mi mano.—Resulta que ahora puedo leerlo. Ha pasado tal y como dijo Margaret.—Zair dijo algo pero como tenia la mano en su boca no le entendí.—¿Qué?—se la quite.
    —¿Margaret? ¿Ella te ha enseñado?
    —No. No me ha enseñado nada. Ella me dijo que lo leería algún día sin la ayuda de nadie y mira, ha pasado. ¿No es increíble?
    —¿Y que dice?
    —No se, no he empezado. Pero ten por seguro que me lo voy a estudiar.
    —No creo que sea buena idea.
    —Ahora que puedo leerlo nadie me va a detener ni si quiera tu ¿entendido?
    —Si, princesa Lea—dijo con burla como casi siempre. Yo me reí y le di un beso en la mejilla.
    —Voy a empezar ahora mismo.—me levanté y fui hacia la salida.
    —Pues prepárate para el entrenamiento que te espera.
    —Si, si…—Salí de ahí escuchando su risa. No podía esperar a empezar a leerlo. No podía… Estaba tan impaciente que fui corriendo hacia mi habitación.
    Quería saber todo de él.
     
    • Me gusta Me gusta x 2
  6.  
    Kleopack

    Kleopack ♔ InFinyTis ღ

    Capricornio
    Miembro desde:
    6 Julio 2011
    Mensajes:
    529
    Pluma de
    Escritora
    Muy bien!! linda :)
    Me en orgulleses veo que has mejorado y ya tu fic se ve mas bien, desarrollado y narrado
    Te felicito, y gracias por invitarme;) a leerlo

    Bien solo debes mejorar la ortografía y el drama y ya esta jajaja bien cuidate
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  7.  
    JimenaAlonzo

    JimenaAlonzo Entusiasta

    Acuario
    Miembro desde:
    1 Septiembre 2011
    Mensajes:
    74
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Kirian el guerrero.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    23
     
    Palabras:
    3191
    Capitulo 4.

    Todo el reino estaba en caos, el nuestro y todos los reinos de este país. ¿Por qué? Porque Heraclio tenía una ambición demasiado grande, la misma ambición que tenía su abuelo hace 60 años. Quería activar el arma ancestral.
    Al principio no le dimos mucha importancia porque supuestamente él no sabia donde estaba escondida pero paso el tiempo y nos mandó un mensaje diciendo que haría todo lo posible para destruirnos ya que según el mi padre si sabía donde estaba.
    Yo le pregunté millones de veces que me dijera donde estaba o que por lo menos me dijera que si era verdad lo que decía Heraclio pero nunca me contestaba. Estaba siempre preocupado pensando en que hacer u organizando a sus soldados para defenderse de Heraclio que venia muchas veces seguida a atacarnos y aunque siempre retrocedía, sé que iba a llegar un momento que iba a lograr entrar.
    Entre tanto yo intentaba entrenar para mi defensa personal y repasar lo que me sabia del libro Grimen y digo repasar lo que me sabia porque hace un año mi padre me lo descubrió y me lo quitó asi que al final no se hacer magia.
    Solo me aprendí de memoria, que luego escribí en un papel, dos hechizos que eran de los más difíciles pero que me los aprendí porque tenían que ver sobre Kirian. Era algo que no le conté a nadie excepto a Zair que se sorprendió al instante cuando se lo conté ya que esos dos hechizos eran peligrosos. Uno era para liberar a Kirian y el otro para volverlo a encerrar.
    La verdad que más de una vez tuve el pensamiento de: ¿Qué pasaría si me diera por liberar a Kirian? Me llamarían traidora y seguramente querrían que me fuera del reino. Ya no seria la futura reina. Si, eso es lo que pasaría, y la verdad era que estaba muy bien aquí, no quería perder mi vida por un capricho. Además era imposible que lo liberara ya que el monolito donde esta encerrado está a semanas de aquí en un templo pequeño. El camino era demasiado duro y peligroso. Escuché que las personas que quisieron averiguar cosas sobre el monolito nunca llegaron y nunca regresaron.
    Hacía tres meses que había cumplido 18 años y no se si era por la guerra o por la edad pero mis padres me vigilaban menos. Hacia lo que yo quería sin salir mucho de palacio. Tampoco es que quisiera, solo alguna vez para visitar a Margaret o para ver a los padres de Zair que por cierto no parecía que tuviera 19 años. Estaba más alto y musculoso, ahora si que parecía un general. Además el uniforme que tenia que llevar le quedaba genial. Había madurado tanto física como mentalmente. Y según el yo también.
    Resulta que mis pechos crecieron de pronto bastante, o sea no era exagerado pero bueno, me daba vergüenza decirlo. Mi pelo estaba igual pero me había dejado un flequillo despuntado y también estaba un poco más alta.
    Ahora mismo llevaba puesto una falda celeste que no me guastaba nada pero que como me la había regalado mi madre me la ponía, una camisa blanca de manga corta y unas sandalias con cintas. No me gustaba tampoco como iba… siempre he preferido unos pantalones ajustados.
    El caso es que me dirigía a la sala del trono. Cuando llegué vi que estaban mis padres, Zair al lado y unos cuantos soldados. Había un ambiente muy tenso y serio, pasaba algo.
    Como hice ruido con la puerta al entrar todos me miraron pero enseguida siguieron a lo suyo el único que me sonrió fue Zair, el cual se puso al lado mio como siempre hacía ya que era su protegida (Cosas de mi padre).
    —Majestad, no vamos a aguantar mucho mas—dijo uno de los soldados que parecía que estaba cansado al igual que los otros. Antes de que mi padre pudiera decir algo, otro soldado entró muy rápido por la puerta.
    —¡Majestad!—dijo con nervios.—Los hombres de….—cogio aire— Los hombres de Heraclio han logrado entrar. —Zair posó su mano en su espada y se dirigió a mi padre.
    —Majestad, iré y defenderé este reino como pueda.—Le miré preocupada. Otra vez la misma historia. Zair había luchado en muchas batallas y siempre había regresado sano y salvo pero yo me seguía preocupando.
    —Cuento contigo, Zair.—él se inclinó un poco y caminó hacia la salida.
    —Vámonos—les dijo a los soldados que había dentro los cuales le siguieron con un “si señor”. Yo también le seguí hasta la salida del palacio, que fue cuando lo llamé.
    —¡Zair!—él se paró y me miró.-Oye… Ten cuidado.—El me sonrió.
    —¿Siempre me vas a decir lo mismo? Descuida, volveré. Te tengo que proteger siempre ¿no?—dijo eso y se fue corriendo. No muy lejos de aquí podía ver humo que salía de las casas y si me paraba a escuchar se oía el sonido de la batalla. Disparos, gritos, choques de espadas… Me aterraba.
    —Lea, por favor, entra, es peligroso estar aquí.—dijo mi madre posando una mano en mi hombro.
    —Tu madre tiene razón, deja que Zair se haga cargo.
    —Si…—dije mientras me dejaba guiar pero un grito cerca de aquí hizo que todos miráramos de nuevo. Un niño pequeño venia corriendo hacia aquí asustado porque tres soldados de Heraclio habían conseguido llegar hasta aquí y lo perseguían. o más bien era que el niño estaba en su camino. Como llegaran a él lo mataban.
    Hice el gesto de ir hacia él para ayudarle pero mi padre me paró.
    —¡Voy yo!—dijo empezando a correr.
    —¡Pero estas desarmado, papa!—grité. Los soldados estaban a escasos del niño que cayo de bruces al suelo.
    Justo cuando los soldados lo iban a matar apareció Zair dándole a uno de ellos con su espada, rompiendo la armadura que llevaba y haciéndole un tajo mortal. Se encargó de los otros dos rápidamente matándolos mientras más de nuestros soldados salían.
    —Atacar sin piedad—dijo mientras los soldados corrían hacia donde se estaba librando la batalla principal. Acababa de ver como Zair les quitaba la vida a tres personas sin pestañear. ¿Tan dura es una batalla? Es horrible…
    Otro de los soldados cogio al niño y se lo llevó lejos de ahí. Zair nos miró e hizo una reverencia para luego correr detrás de sus soldados.
    —Vamos Lea… entremos y recemos para que esto acabe pronto.—me dijo mi madre. Yo le hice caso y entré. Fui directa a mi cuarto donde pensaba quedarme todo el día. Solo pensaba en una cosa: Esto tenía que terminar ya.




    La batalla era muy dura y aunque yo me quitaba de en medio rápido a muchos de los soldados, seguía siendo humano y me cansaba, asi que algún que otro golpe después de un tiempo luchando me estaba empezando a llevar.
    Uno de esos golpes me dio por detrás tirándome al suelo, no tardé ni un segundo en rodar hacia un lado esquivando una lanza que se clavó justo donde momentos antes yo estaba. Desde el suelo le di una patada al que había intentado matarme y apoyando las manos en el suelo me impulsé y me puse de pie, dándole con la espada en el cuello. Otro menos.
    Me di la vuelta y seguí quitando de en medio a enemigos. Creo que íbamos bien, los enemigos empezaron a retroceder ya que yo había llamado a más soldados que llegaban muy rápido.
    Uno de ellos vino hacia mí con su espada pero yo la paré sin problemas. Estuvimos haciendo fuerza unos segundos hasta que le eché hacia atrás y le clavé la espada, lo malo y lo que no me esperaba era que alguien de algún lado me lanzó una flecha que se encajó en mi hombro echándome hacia atrás.
    Me perforó el hombro y sentí un dolor muy agudo en él pero no iba a caer por eso, ni mucho menos, aproveché que mis soldados atacaban de nuevo echando atrás a los enemigos y me quité la flecha de un tirón. Cosa mala porque empezo a salir sangre y además se me quedaría cicatriz aunque eso es lo de menos.
    Ignoré el dolor que atravesaba mi hombro y poco a poco entre todos y con dificultad empezamos a hacer retroceder al enemigo. Y después de una hora lo conseguimos. El enemigo se retiró, pero volvería.
    Yo empecé a dar órdenes para que curaran a los heridos, arreglaran las cosas y que avisaran a la gente del reino que podían volver a sus casas.
    Llegué a palacio pasada otra hora más exhausto. Lo que necesitaba era dormir pero antes tenía que hablar con el rey y luego quería estar un rato con Lea que seguramente me estaría esperando en su habitación.
    Cuando entré los reyes me miraron un poco asustados y era porque estaría lleno de sangre y tierra.
    —Perdonarme, no estoy en condiciones para mostrarme ante ustedes.
    —No, hijo no es eso…—dijo Linda, la reina y madre de Lea acercándose a mi.—¿Estas bien? Ven vamos a que te curen—dijo cogiéndome del brazo.
    —Estoy bien, no se preocupe.
    —De todas maneras, vamos—me guió hacia la sala de curas que ya conocía. Estos gesto de familiaridad de los reyes hacia mi me gustaban mucho. Me hacían sentir uno más de esta familia, aunque yo ya tuviera la mía.
    Me quité la parte de arriba y me empezaron a curar mientras le informaba al rey lo que había pasado. Después de decirle todo me dio unas palmaditas en el hombro, gesto muy cercano que me gustó y se fueron. Como yo tenía permiso para andar por donde quisiera del palacio pues en cuanto acabaron con mi herida me puse una camiseta y subí a la habitación de Lea.
    Lea… desde que paso eso cuando tenia 17 años no la pude volver a ver como antes. Actuaba igual y todo eso pero… para mi no volvió a ser lo mismo. Sé que me gustaba de antes ¿a quien no? Es muy guapa… pero después de eso me enamoré de una forma tan grande… Lo que me dolía es que ella no lo veía asi. Me lo dejó muy claro cuando lo hablamos. Solo somos mejores amigos y punto. De todos modos yo me conformaba con protegerla y estar cerca suya ya que aunque ella me correspondiera no creo que el padre lo aceptara.
    Llegue a la habitación y toqué en la puerta.
    —Pasa—escuche decir. Yo abrí la puerta viendo que estaba sentada en el borde de la cama.
    —Zair… ¿Estas bien?
    —Si.—sonreí pero ella no, cosa que significaba que ya estaba pensando en algo que la mayoría de las veces no era bueno. Como la última vez con el libro.
    —¿Qué te pasa?—me puse de cuclillas en frente de ella, quien me miró directamente a los ojos.
    —Es que… estoy preocupada por la gente de este reino. Mira lo que ha pasado hoy…
    —No ha pasado nada, se han retirado.
    —Pero han logrado entrar, si no hubiera sido por ti hubiera visto morir a un niño inocente.—no contesté ya que tenia razón.
    —No van a volver a entrar.
    —Te equivocas—me quedé mirando esos ojos verdes que tenia— Ahora que han entrado una vez, lo harán mas veces. Es cuestión de tiempo que hundan este reino.
    —Yo no lo permitiré.
    —Zair, escucha, ahora que saben como entrar enviaran mas soldados y mas fuertes y aunque tu seas también fuerte eres humano. Morirás.
    —Lea, no digas esas cosas.—me acababa de poner los pelos de punta y no por mi muerte sino por el mero hecho de pensar que la dejaría sola en este mundo.
    —Digo la verdad Zair y yo no quiero que muera nadie mas, asi que…
    —Eh, asi que nada.
    —Escúchame, yo…
    —Tu nada, no vas a hacer nada, me da igual que sepas defenderte algo, me da igual lo que hayas pensado, no vas a hacer nada. Aun no me quito de la cabeza hace dos años y aunque no hubiera pasado no voy a permitir que te expongas a ningún peligro, asi que no.—Y no había vuelta atrás.
    —Puedo liberar a Kirian y hacer que nos ayude
    —¿Qué?—eso si que no me lo esperaba. Mira que la conocía pero en la vida hubiera pensado que Lea me estaría diciendo esto. Cada vez era mas imprevisible.— ¿Estas loca?—susurré para que nadie me escuchara llamarle loca a la princesa—¿Sabes lo que estas diciendo?
    —Perfectamente.
    —Dios mio—dije mirando al techo—dime que he hecho para merecer esto.
    —Zair, no estoy de broma.
    —Yo tampoco—dije ya serio—Lea, estas hablando de Kirian. ¿Qué te hace pensar que te va a ayudar?
    —Lo tiene que hacer si lo libero.
    —¿A si? O sea ¿Estas diciendo que un traidor, loco de la cabeza, te va ayudar porque lo has liberado? ¿Te estas escuchando?
    —Zair, no me trates como si estuviera loca ¿Vale?—me dijo enfada, cosa que me sorprendió, ya que lo dijo de una forma en la que nunca antes se había dirigido a mi.— Si queremos que todo esto termine hay que liberarlo.
    —En el hipotético caso que hagas eso… Un hombre no puede derrotar a un ejército.
    —Eso no es lo que dicen los libros de historia y según tu y todos son los papeles mas fiables que hay en este país y el mundo entero ¿o no?—me acababa de pillar.
    —Bueno, pero tu padre no te va a dejar ni de coña.
    —No tiene por qué saberlo.
    —Ah no, por ahí si que no paso. Tú te escapas y me matan, literalmente.
    —Pero tú te vienes conmigo.
    —Me matan.—dio un suspiro de frustración y de cansancio.
    —Bueno pues se lo digo.—dijo levantándose y saliendo de la habitación.
    —¿En serio?—la seguí. Ella no dijo palabra siguió caminando hacia el salón que es seguramente donde sus padres estarían.— ¿No será una de tus trampas no?—no me contesto.—Leeeaaaa….—alargué su nombre para que me hiciera caso pero ni con esas.—Oye Lea, contéstame. Que le tengo mucho respeto y cariño a tu padre como para que se enfade conmigo y me grite—me quejé pero nada. Lea abrió la puerta de golpe y antes de que ella dijera nada yo me adelanté y haciendo una reverencia empecé a hablar.—Majestad yo no tengo nada que ver con esto—cuando levanté la mirada vi que a parte de los reyes estaba Margaret. ¿Qué hacia aquí?
    —La predicción se esta cumpliendo.—dijo mirándonos primero a nosotros y luego a sus majestades.— ¿Qué? No articulé palabra porque no entendía nada.
    —¿Qué predicción?—pregunto Lea por mí. Sus padres suspiraron y por la expresión de Arón creo que este estaba un poco cabreado. Me miró y se levantó con paso decidido hacia nosotros dos. Yo me temí algo malo. Se paró cerca de mi.
    —¡Zair! ¡¿Por qué la ayudas?!
    —¿Ayudar en que majestad?—si, estaba enfadado. Mierda.
    —Arón.—lo llamó Margaret asi como si fuera su hijo o algo asi. ¿Qué confianzas eran esas? Él la miro.
    —El solo la va a ayudar porque es su deber protegerla, no le grites asi al chico.
    —¿Me quereis decir de que estáis hablando?—pregunto de nuevo Lea. Yo seguía sin entender una mierda— ¿Qué predicción?
    —Lo sabes muy bien, princesa Lea—dijo de nuevo Margaret—lo acabas de decidir tú.
    —¿Lo de Kirian?—se me escapó a mi ganándome una mirada enfadada de el rey.— Yo, es que… ella… o sea Lea…—¿Qué me pasaba?— Me lo acaba de decir— pude articular al fin. El rey suspiró.
    —Lea ¿Es cierto que quieres hacer eso?—ella asintió.
    —Pero hija…—reprochó Linda.
    —Es la única manera que veo de salvar no solo nuestro reino si no los demás también. Si no hacemos algo esto va a ir a más ya que Heraclio no va a parar hasta obtener lo que quiere.
    —Además—dijo Margaret pensativa— Esto es malo…—todos la miramos expectantes.— Heraclio se ha dado cuenta de esto. Va a ir a despertar a Kirian por sus propios medios y si lo despierta eso si que será el fin. No veo futuro si llega a conseguirlo, en cambio si lo hace ella antes—señaló a Lea— el futuro es incierto pero por lo menos hay.
    Todos nos quedamos sin respiración. Esa vieja estaba de acuerdo en despertar al hombre que estuvo a punto de destruir el mundo. ¿Por qué siempre había alguien con poder que estaba de parte de Lea? Siempre le salían las cosas como querían y además en el momento justo. Sonreí y lo extraño es que me daba igual, la seguiría queriendo como el primer día.
    —No hay otra ¿verdad?—preguntó Arón. Margaret negó. Entonces el rey me miró.—Espero que la protejas como es debido, general Zair.—me sorprendió pero sonreí.
    —No tenga la mas mínima duda, majestad.
    —¿Me vas a dejar ir?—preguntó Lea incrédula.
    —Que remedio. Prepara tus cosas y tomate el tiempo que quieras en partir.
    —¡Gracias!—dijo abrazándole efusivamente—Te prometo que volveré sana y salva. Además tengo a Zair.—me dijo sonriendo.
    Sonreí también de nuevo. Que largo camino me esperaba, pero no me importaba porque lo hacía con ella.
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  8.  
    Kleopack

    Kleopack ♔ InFinyTis ღ

    Capricornio
    Miembro desde:
    6 Julio 2011
    Mensajes:
    529
    Pluma de
    Escritora
    Hermosa perdona por Hablar y comentar tan tarde pero, es que
    Estaba algo ocupada, en fin ahora te digo

    Gracias por la imvitacion, la narracion estuvo bien pero note algo de errores
    Que todos comentemos, y ya sabes las tildes también van ok gracias y cuidate mucho :)
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  9.  
    JimenaAlonzo

    JimenaAlonzo Entusiasta

    Acuario
    Miembro desde:
    1 Septiembre 2011
    Mensajes:
    74
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Kirian el guerrero.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    23
     
    Palabras:
    3178
    Capitulo 5.

    Dios mio…. ¡Que cambio! ¡¿En serio esta soy yo?! Si parezco un soldados más… ¡no, un soldado no! ¡Una princesa guerrera!
    Me reí ante mi propio pensamiento pero es que me acababa de cambiar para ir hacia el Monolito de Kirian mientras Zair preparaba a unos cuantos soldados. Mi madre me había dado la ropa. Era la ropa de general como la de Zair pero para mujer. Supongo que mi madre habrá mandado que me la hicieran mientras nos preparábamos, que rapidez dios santo…
    El uniforme constaba de: Unos pantalones anchos de color marrón oscuro pero que se ceñían a la cintura, junto con unas botas de color negro. Y en la parte de arriba me había puesto primero una camiseta de tirantes de color marrón claro y encima una de color marrón también más oscuro pero de manga larga. Encima de esas dos un chaleco con el escudo del reino del mismo color que la camiseta. Por cierto las dos camisetas eran de cuello bajo y me hacían un escote demasiado grande para mi gusto pero después de verme un rato me acostumbré. Decidí que el pelo me lo dejaría suelto y si eso ya me lo recogería.
    Metí en una mochila todo lo necesario para el viaje ya que según mi padre era muy peligroso. Tendríamos que pasar un vasto desierto y todo, o sea que me tenía que empezar a mentalizar lo que me quedaba por delante.
    Bueno, como ya estaba lista bajé a la sala del trono donde supuestamente estarían mis padres para despedirme de ellos y luego ya partir.
    Cuando llegué no había nadie asi que me encaminé hacia a salida de palacio donde si estaban todos, los cuales me miraron algunos con sorpresa otros con un sonrisa y mis padres que estaban entre ellos con preocupación. En cuanto me acerqué los abracé sin decir nada. Nos quedamos unos minutos asi. Cuando me separe me encaminé hacia la puerta donde me esperaba solo Zair. Los soldados supongo que estarían esperando en la entrada del reino.
    —Ten mucho cuidado Lea—me dijo mi madre a punto de soltar alguna lágrima.
    —No hagas ninguna tontería y obedece todo lo que te diga Zair—dijo mi padre mirando al susodicho.
    —Ah ¿Qué ahora me manda él?
    —Sí y espero que le hagas caso si no...—miró a Zair de nuevo—Si no cuéntamelo, no tengas reparos ¿vale?
    —Por supuesto majestad.
    —Joe, ni que me fuera a escapar o algo parecido…
    —Lea, por favor. Ten cuidado…
    —Voy a volver. Tomároslo como una excursión.
    —Ya… tú haz caso a Zair.
    —Que si…—fui hacia mi amigo el cual me dejó paso sin pensárselo y me siguió de cerca. Bajamos las escaleras que daban a la entrada y empezamos a alejarnos de palacio y de mis padres que se quedaron mirando mi partida. He de decir que estaba ansiosa por llegar allí, quería ver como era eso y quería ver como era Kirian por fin. Pero lo tenia muy claro, esto no es para satisfacer mi deseo de descubrir que le pasó en realidad, esto lo estamos haciendo por el bien de mi reino y de los demás de esta pais y de todo el mundo.
    Por la calle había poca gente y la que había estaba absorta en arreglar los desperfectos que había dejado la última batalla. Asi que en realidad nadie nos despidió y tampoco quería ya que no era un adiós sino un hasta luego.
    Cuando llegamos a la entrada vi que había por lo menos unos 50 soldados esperándonos. En realidad me parecieron pocos porque yo creí que mi padre iba a enviar a todo un ejercito pero después caí en la cuenta de que no podía hacer eso ya que si lo hacia se quedaría sin suficientes hombres como para defender el reino de otro ataque de Heraclio. Ya hacía demasiado enviando conmigo a Zair en vez de quedarse a defender.
    Zair, unos cuantos soldados y yo nos montamos en caballos. Los demás irían andando. Por una seña de Zair todos emprendimos el camino, por el asfalto que conducía al bosque, despacio y sin prisa ya que los que iban caminando no podían ir muy rápido. Zair iba en cabeza y yo al lado pero un poco mas rezagada, eso si, protegida por todos los soldados.




    —¡¿Todavía no han partido?!—decía un enfadado Heraclio, sentado en su trono al lado de una de sus amantes, ya que su esposa había muerte hace tiempo y como no quería volverse a casar se pasaba de mujer en mujer cada día.
    —Lo siento majestad, hemos tenido algunos problemas con los soldados por la ultima batalla pero ya casi están listos…—le contestó un asustado siervo suyo. Ni si quiera era soldado simplemente un hombre que se ganaba la vida aconsejando a su rey.
    —¡Sois todos una panda de incompetentes!—tiró al suelo la copa de vino que tenia en la mano haciéndola añicos y asustando tanto a la mujer que tenia al lado como al siervo.
    —Me vuelvo a disculpar, majestad—se arrodillo frente a él. Si no lo hacía tenía posibilidades de morir.
    El rey inspiró y expiró repetidas veces tratando de calmarse. Cuando vio que ya podía hablar sin perder el control miró hacia su siervo.
    —¿Cuánta más van a tardar?
    —No lo se, majestad…—el rey le echó una mirada enfadada y se levantó de su sitio. El siervo creyó que estaba perdido pero no se movió de su sitio si no sería peor. Tuve suerte ya que en ese momento entró uno de sus soldados llamando la atención del rey que vio como le hacia una reverencia.
    —Majestad, los soldados ya están listos. En estos momentos están yendo hacia el Monolito de Kirian.—El rey sonrió olvidando al siervo por completo para su suerte.
    —Perfecto.
    —¿Kirian?—preguntó una voz de entre la sombras impidiendo que se le viera bien.— ¿Para que vas a revivir a ese? Ya me tienes a mi.—todos miraron pero enseguida apartaron la mirada de ese sujeto por miedo, todos excepto el rey que era al único que no podía hacerle nada.
    —No dudo de tu poder pero siempre es mejor dos que uno ¿no crees?
    —No pienso luchar en el mismo bando que él. Si lo veo lo mato.
    —Podrás matarlo pero una vez que yo me haga con el arma ¿entendido?
    —Si la obtienes… entonces ¿podré matarle?
    —Cuando la obtenga eres libre de hacerle lo que quieras.—El sujeto sonrió.
    —Como usted ordene… Majestad—se adentró más entre las sombras desapareciendo. El rey se volvió a sentar en su trono acercando a la fuerza a la mujer y acercándose mucho a ella.
    —Ahora estoy de buen humor…—cuando la mujer pensó que la iba a besar el la separó y se dirigió al siervo que todavía seguía ahí.—Puedes retirarte—El siervo se levantó, le hizo una reverencia y se fue casi corriendo, no vaya a ser que cambiase de opinión.—Ahora es cuando empieza la verdadera batalla.





    Tenáa el corazón a cien por hora o más… Estaba asustada y sudando y eso que estaba todavía encima del caballo, el cual también estaba nervioso y en cualquier momento echaría a correr.
    Estábamos rodeados de… ¿Qué eran esas cosas? No las veía, eran tan rápidas que no las veía, solo sé que empezaron a atacarnos cuando estábamos descansando después de dos días de haber salido del palacio.
    Estábamos hablando cuando de pronto uno de los soldados gritó. Yo sé que este bosque era peligroso pero creía que solo por la noche, no en pleno día. Normalmente los monstruos o animales que viven en el no atacaban de día a nadie. ¿Por qué ahora si lo están haciendo? Lo único que se es que todos los soldados luchaban como podían contra ellos la mayoría con malas consecuencias. Zair estaba en el caballo luchando como podía también pero yo no podía hacer otra cosa que mirar por donde me vendría alguno de ellos.
    Uno de ellos pasó muy rápido por detrás de mí tocando el caballo el cual empezó a correr como loco. Grité aferrándome fuerte a él. Iba demasiado rápido y sin control por el camino marcado. De pronto vi que de frente había un tronco tirado, el cual el caballo saltó de golpe haciendo que yo me soltara sin quererlo. No me caí del todo porque me pude agarrar a las riendas pero había quedado en un lado del caballo intentando subir sin éxito.
    Volví a mirar al frente asustada viendo para mi mala suerte que como siguiera asi me iba a chocar contra un árbol ya que el caballo se había desviado un poco del camino, asi que sin pensármelo me solté.
    Mi caída fue un golpe seco en el suelo y luego rodando por él hasta parar. Me quedé quieta intentado ignorar el dolor que me recorría en estos instantes pero me dolía demasiado el brazo con el que había caído al suelo. También me dolia un costado pero ese no era para tanto.
    Con todo mi esfuerzo me incorporé quedando de rodillas cogiéndome el brazo que me dolía y viendo como mi caballo seguía corriendo sin mi.
    —¡Estúpido caballo!—medio grité, pero entonces otro animal salió de entre los arboles embistiendo contra el caballo tumbándolo y clavándole sus fauces. Me asusté porque no me lo esperaba pero me quedé quieta para que ese animal, que era una especia de tigre o de puma, no me viera.
    Cuando lo mató tiro de el por su cuello arrastrándolo hacia el interior de los árboles. Suspiré de alivio pero ahí no se acababa todo ya que cuando me levanté todavía cogiéndome el brazo escuché sonidos entre los arboles.
    Yo me giré asustada mirando hacia todos lados pero no veía nada, solo escuchaba, cosa que me asustaba aun más. Seguro que son esos bichos. ¿Estará bien Zair? ¿Y los demás?
    Escuché un sonido al lado mía asi que me giré pero no había nada. Escuchaba sonidos por todos lados, sé que estaba rodeada y que en cualquier momento saltarían a por mí.
    —¡Lea!—gritó una voz demasiado conocida para mí. Me volví viendo que era Zair seguido de lejos por unos cuantos soldados más todos, incluido él, montados a caballo.—¡Coge mi mano!—me dijo mientras me la tendía acercándose a mi galopando. Muy bien, pretendía que me subiera a esa velocidad… No tenía otra opción porque los bichos que había entre los arboles empezaron a hacer sonidos extraños. Sé que se abalanzaron contra mí pero no los vi porque en ese momento llegó Zair y yo le di la mano dando un salto y subiendo al caballo como pude.
    Me ayudo a ponerme bien y una vez que me acomode me agarre a él ignorando el dolor de mi brazo. Me aferré a su espalda y cerré los ojos esperando a que pasáramos este tramo y a que despistáramos a esos bichos.




    Más de media hora después nos encontrábamos entre el límite del bosque y un desierto, si como lo oís. Cuando termina el bosque empieza un desierto que parece no tener fin pero que obviamente lo tiene.
    Yo estaba sentada en una roca sin el chaleco y la camiseta de manga larga y no porque hiciera calor, que lo hacia, si no porque uno de los soldados me estaba curando el brazo el cual me seguía doliendo, menos, pero me dolía.
    Mientras me echaba algo para la herida que tenía ya que me había raspado, yo miraba como Zair estaba contando y ayudando a los soldados que habían sobrevivido. Observaba cada movimiento suyo y escuchaba cada palabra que salía de su boca. Suspiré. Todos le hacían caso como su general, imponía a pesar de solo tener 19 años y además era muy fuerte, como que me había vuelto a salvar la vida de nuevo y eso que me enseño defensa personal…
    Un movimiento de mi brazo por parte del soldado hizo que dejara de mirar a Zair porque me había dolido un montón.
    —Ah—me quejé.
    —Lo siento princesa, es que necesito ver si lo puedes mover.—me miró como pidiéndome permiso.
    —Está bien…—me lo movió hacia todos lados. No me dolía tanto como pensaba pero en algunos movimiento lo pasaba un poco mal. Hizo eso durante unos treinta segundos, luego me lo soltó y me sonrió a la misma vez que llegaba Zair, que miró al soldado como pidiendole explicaciones de mi estado.
    —¿Y bien?—preguntó.
    —Está bien, solo ha sido el golpe, no tiene nada grave.—me miró a mi levantándose.— De todas maneras no lo mueva mucho hoy ¿vale princesa?—Yo asentí—me voy a ver como están los demás.
    En cuanto se fue Zair me miró y se arrodilló ante mí con la cabeza gacha, no supe si lo estaba haciendo de verdad o de coña.
    —Lo siento Lea, lo siento de verdad…—creí que estaba de coña pero cuando me miró y lo vi tan serio dudé.—Por mi culpa mira lo que te ha pasado—señaló mi brazo con la cabeza— Si yo no me hubiera separado de ti no te habría pasado nada, entenderé que quieras castigarme—bajó de nuevo la cabeza.
    —¿Estarás de coña, verdad? Porque como no lo estés te voy a meter una torta que te vas a acordar de mí toda la vida.—volvió a levantar la cabeza pero antes de que hablara yo le cogí la cara con una mano apretándosela un poco y poniéndole unos morritos muy graciosos.—Piensa bien lo que vas a contestar que te doy.—le solté.
    —Lo estoy diciendo en serio. Mi trabajo es protegerte, el rey confiaba en mí y he fallado. A parte de que seas mi amiga también eres la princesa y si no soy capaz de protegerte entonces no soy digno de estar ni bajo las órdenes de tu padre ni las tuyas en un futuro.—sin previo aviso le metí una torta en la cara. No lo hice muy fuerte, dudo que le haya dolido, pero bastó para sorprenderle.
    —Eres idiota ¿Lo sabias?—él sonrió.
    —Si.
    —Ah bueno, por lo menos lo reconoces.—iba a volver a hablar pero yo seguí— Tu no podías hacer nada… el caballo salió corriendo. Fue culpa mía porque me tiré de él, además tu me has vuelto a salvar la vida.—Se me quedó mirando a los ojos bastante tiempo, tanto que me empecé a sentir incomoda y justo cuando le iba a decir algo de pronto, me dio un abrazo.—¿Estabas de broma?—antes de separarse y de dirigirse a los soldados me susurro un: “no”, que me llegó. ¿En serio pensaba eso?
    —¡¿Cuántos quedamos?!—preguntó alzando la voz usando un tono totalmente diferente al que usa conmigo.
    —Somos veinte personas, general, contando con ustedes dos.—dijo uno.
    —¿Veinte?—bufó— Han caído mas de la mitad… ¿Y caballos?
    —Quedan diez—contesto otro. Zair se quedó pensando unos segundos y en él proceso miró a los soldados, luego al desierto y luego a mí de paso. Por ultimo volvió a mirar hacia sus saldados.
    —Está bien… por lo menos somos pares. ¡Que se monten en cada caballo dos personas, asi iremos mas rápido! ¡¿Entendido?!
    —¡Si general!—contestaron todos a la vez. Vi que Zair cogía su caballo y se acercaba a mi con él.
    —Sube anda, vienes conmigo.—me levanté e intenté subir sola pero el brazo me impedía moverme con normalidad—espera que te ayudo—al final me subió y luego él de un salto. Yo había quedado delante y el detrás pegado a mi cogiendo las riendas del caballo.— ¡Andando!—medio gritó haciendo que el caballo empezara a andar. La verdad es que estaba muy bien en esta posición, apoyada en su pecho. Era mejor que ir sola.




    ¡Por fin! Por fin habíamos llegado. Dios mio… menos mal… Porque como tardáramos un poco más no íbamos a sobrevivir ninguno y Lea estaba muy cansada aunque no lo demostrara, la conocía muy bien, conocía muy bien cada expresión suya y sé que de un momento a otro se derrumbaría.
    Habíamos perdido muchos caballos por el camino y solo quedábamos 15 personas de los 50 que empezamos este camino que sabía que iba a ser difícil pero no me imaginaba que tanto. Yo no sabía que había también bichos enormes en el desierto. Nos había pillado a todos por sorpresa. Por eso habíamos perdido ,uchos de los caballos y además nos quedaba poca comida. Mas de una vez pense en abandonar y volver pero enseguida quité esa idea de la cabeza, una porque mi orgullo no me lo permitía ¿Con qué cara me presentaba ante sus padres diciéndole que no habíamos podido llegar y que había perdido a un monton de soldados? Que va, no podía hacer eso. Y la otra poque Lea no me lo perdonaría, se notaba que a pesar de todo ella quería seguir hasta llegar al templo del Monolito.
    Asi que al final había pasado una semana y dos días y por fin, habíamos llegado. Aquí estaba el pequeño templo donde dentro está Kirian. Por fin.
    Más de un soldado cayó de rodillas exhausto como no creyéndose lo que veían, incluida Lea. Además, más de uno también quiso ir al oasis que se veía a uno de los lados.
    —¡Esperar todos!—dije con voz ronca.—Primero hay que hacer a lo que vinimos y luego se podrá descansar.—miré a Lea que desde el suelo me miró a mi.— ¿Vamos?—ella sonrió y se levantó.
    —Vamos.—dijo entrando seguida de nosotros.
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  10.  
    Kleopack

    Kleopack ♔ InFinyTis ღ

    Capricornio
    Miembro desde:
    6 Julio 2011
    Mensajes:
    529
    Pluma de
    Escritora
    T*T*T*T*T*

    Gracias!!! por la invitación de verdad gracias, esta bien en la narración y la trama esta bien
    Note algunos errores, que son poco pero eso lo editas tu, ok,
    Acerca del capitulo, los diálogos estuvieron bien narrados y claro jajaja me gusto mucho

    Cuidate mucho besos!!!:)
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  11.  
    JimenaAlonzo

    JimenaAlonzo Entusiasta

    Acuario
    Miembro desde:
    1 Septiembre 2011
    Mensajes:
    74
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Kirian el guerrero.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    23
     
    Palabras:
    3340
    Capitulo 6.

    Estaba cansada, muy cansada y tenia hambre, sed y algo de sueño pero en cuanto llegamos al pequeño templo todas esas sensaciones de desvanecieron. Sabía que el viaje iba a ser difícil pero no me imaginé que lo fuera tanto. Menos mal que estaba Zair conmigo porque si no más de una vez hubiera muerto.
    Esta ultima semana me había dado cuenta de que Zair hablaba conmigo de forma diferente a como siempre. Estaba… coqueteando conmigo y eso… no se si me gustaba o no. No creo que estuviese enamorada de él, solo lo veía como mi mejor amigo. Y creo que es porque no se exactamente que es el amor ya que nunca lo había vivido ni sentido.

    Bueno, que me voy por las ramas, el caso es que llegamos al templo y sin pensarlo entramos todos, yo la primera. Como era de día y el templo estaba un poco en ruinas la luz del sol se colaba entre las grietas y las ventanas iluminando el interior. Tenía dos pisos: La planta baja que era donde estábamos nosotros y por unas escaleras se podía subir al piso de arriba que se veía perfectamente, ya que solo era un pasillo que rodeaba la estancia cuadrada que tenia de forma el templo. Claro, pero eso pasó desapercibido para todos porque lo que llamaba la atención era el monolito de piedra que había al final de esta sala. Era enorme, a los lados con forma cuadrada y en medio rectangular, con las inscripciones y los dibujos que se describían siempre en los libros, era espectacular. Todos nos quedamos sin habla mirándolo.

    Yo me acerqué y subiendo un escaloncito toqué el monolito y lo observé durante unos minutos tocándolo por todas partes, repitiéndome mentalmente lo que tenía que decir para despertar a Kirian. Después de unos segundos cuando quité la mano para prepararme, sentí una descarga eléctrica muy pequeña que hizo que se me pusieron los pelos de punta. ¿Qué había sido eso? O sea no me había dolido fue como cuando te tocan y te dan corriente pero era extraño.
    Bajé del escalón y me arrodillé.

    —¿Qué haces?—me preguntó Zair.

    —¿Tu que crees? Empezar a liberar a Kirian.—miré a los soldados.—Estar atentos por si acaso.

    —Si princesa—dijeron a la vez.
    —Zair, cuando empiece no puedo parar asi que si pasa algo no podre defenderme

    —Te protegeremos.—miré a la roca unos segundos y justo cuando iba a empezar a recitar el “hechizo” de pronto aparecieron tanto por arriba como por la entrada soldados del reino de Heraclio, apuntándonos con armas y dispuestos a luchar. Tal y como dijo Margaret ellos también querían a Kirian.
    —¡Alto!—dijo un enemigo haciendo que todos mis soldados, que eran menos por cierto, se pusieran en guardia.

    —¡¿Quién te crees que eres para ordenarle eso a la princesa Lea, desgraciado?!—medio gritó Zair enfadado y desenfundando su espada.

    —¡No pienso permitir que liberéis a Kirian! Eso lo haremos nosotros.
    —Lea, empieza—yo asentí y empecé el hechizo a la vez que todos los soldados, tantos los míos como los del enemigo, empezaban a luchar por todos lados. Unos protegiéndome y otros intentando pararme o matarme.

    —“Madre naturaleza que vives en la tierra, en cada ser de este mundo lleno de penurias y guerra, escucha mi llamada y dame lo que deseo. Llamo a los cuatro elementos fundamentales de este mundo: Tierra, agua, fuego y aire, y sus correspondientes derivados. Os pido que me deis el poder de liberar a este ser condenado hace 60 años, os pido que lo liberéis llevándome yo toda la responsabilidad de las consecuencias”

    —¡Lea!—gritó mi nombre Zair y eso hizo que me desconcentrara. Pero yo seguí. Tenía que seguir pasara lo que pasara.
    —“Por favor, elementos de esta tierra, liberarlo de esa condena, os lo ruego” —vi de reojo como un soldado venía hacia mi con la espada en alto pero yo seguí.— “¡Marcarme como la elegida de esta liberación y como la única que puede de nuevo condenarle, os lo suplico, elementos de este mundo! ¡Liberarlo!

    —¡Lea!—gritó de nuevo Zair pero yo había terminado. Todos se pararon incluido el que esta detrás de mí, el cual había parado el arma cerca mía. Todos mirábamos el monolito que seguía tal y como estaba desde un principio. No pasaba nada. ¿Por qué? ¿No había funcionado? Pero era imposible si me sabía el hechizo de memoria. ¿Qué pasaba?

    De pronto, cuando ya creí que había fallado y que había venido aquí perdiendo a un montón de hombres por el camino, del monolito salió una luz enorme que nos cegó a todos. Era una luz muy parecida a la que vi en el libro hace unos años. Escuché un ruido que provenía de la roca, como si se estuviera destruyendo. El templo empezó a temblar cayendo un trozo de roca del monolito cerca mía, cuando eso cesó, la luz se incrementó y dos segundos después desapareció de pronto.
    Alcé la vista como todos los demás encontrándonos con una persona. Pero no una cualquiera sino Kirian.

    ¡Ahí estaba él! Tal y como vi en la foto cuando yo tenía 14 años. Con el pelo gris en punta, con sus ojos, uno verde y otro azul. Sin camiseta y con tan solo unos pantalones de color negro un poco rotos.
    Nadie decía nada simplemente no se podían creer, al igual que yo, lo que estaban viendo. Volvió a aparecer esa luz pero esta vez por partida doble ya que salió tanto del brazo de Kirian como de mi muñeca. Me asusté porque sentí un calorcito en ella pero era agradable. Cuando pasí vi que tenía un dibujo en negro, como un tatuaje, alrededor de mi muñeca y Kirian desde su pecho izquierdo hasta cubrir todo su brazo izquierdo también tenía uno. Los dos eran dibujos extraños.

    Yo estaba mirando su brazo pero cuando subí la mirada a su cara vi que él también me observaba y lo hacía con detenimiento, primero mirando mi muñeca y luego a los ojos. El corazón me latió muy rápido, tanto que podía escuchar mis latidos. Me puse nerviosa. Esa mirada… imponía hasta al más fuerte. Como si él fuera un dinosaurio y yo una hormiga.
    Él se movió tocando su brazo y haciendo que todos se pusieran en guardia, hasta los míos. No sabía donde estaba Zair porque yo no podía apartar la mirada de Kirian el cual dejó su brazo quieto y miró a todos lados como analizando la situación.

    —¡¿A que estás esperando?!—gritó de pronto uno de los enemigos al que estaba detrás de mi—¡Mátala!—me di un poco la vuelta todavía en el suelo solo para ver como la espada iba hacia mi. No me daba tiempo a apartarme, me iba a dar de lleno. A pesar de todo lo que había pasado ¿Iba a morir?

    —¡Princesa Lea!—gritó Zair, de todas maneras el golpe no llegó pero no porque Zair ni algunos de los míos hicieran algo sino porque Kirian lo golpeó de una patada lanzándolo lejos de mi. De nuevo todos nos sorprendimos.

    Nos miramos mutuamente. Y entonces exclamé:
    —¡Te ordeno que te encargues del enemigo!—se me salió el aire al decirlo porque no sabía muy bien como iba a reaccionar Kirian ante la orden de una desconocida. El solo cogió la espada del que acababa de golpear y la miró con recelo. No sé que iba a hacer con ella pero estaba asustada.

    —¡Mierda!—exclamó el soldado enemigo de antes.— ¡Todos, matar a la princesa!—gritó señalándome y antes de que estos reaccionaran Kirian empezó golpeando primero a uno de ellos a una velocidad increíble. ¿Me iba a hacer caso? Tampoco tuve tiempo de pensarlo porque aunque todos empezaron de nuevo a luchar y Kirian lo hacía muy rápido y con facilidad, más de uno consiguió llegar a mi.

    Era momento de demostrar lo que había aprendido con Zair, asi que cogí una espada y paré el ataque del otro, el cual se reía con burla, algo que no tendría que haber hecho porque me eché a un lado y le di una patada en el costado.
    Otro de ellos fue hacia mí pero le dió Kirian. Cuando miré, mis soldados estaban quietos mirando como Kirian se encargaba de todos. Vi como cogió una lanza del suelo y la tiraba al piso de arriba dándole a dos a la vez. Los dos últimos que quedaban. En cuestión de segundos se había cargado a todos.

    Me miró de nuevo y de nuevo me volví a asustar. Reuní valor para hablar pero no me dio tiempo.

    —¡General Zair!—dijo uno de los soldados haciendo que todos incluido Kirian miráramos.—¡Hay dos que ese están escapando!

    Es verdad. Desde la entrada se veía como dos de los soldados estaban escapando corriendo.
    —Mierda, están muy lejos.—dijo Zair molesto. Entonces Kirian sin decir palabra cogió un arco y dos flechas, apuntó y para asombro de todos cuando soltó las dos flechas llegaron hacia sus objetivos los cuales cayeron al suelo muertos. Todos nos quedamos sorprendidos y asombrados. Este tío no es humano, no podía serlo.
    Se volvió y fue hacia mí soltando el arco. Aunque nos había ayudado no se fiaban de él y se pusieron a la defensiva por si me hacía algo, pero no lo único que hizo fue pasar por mi lado y sentarse en una de las rocas mirándose de nuevo el brazo marcado. Nadie hablaba hasta que yo lo hice no se ni como porque tenia un nudo en las cuerdas vocales y en el estómago.

    —Tienes que ayudarnos.—me miró de nuevo a los ojos, cosa que no se si me gustaba o no.—Soy yo la que te he liberado asi que me tienes que obedecer.—me sonrió sin enseñar los dientes, divertido.
    —No veo porque te tendría que ayudar.—por fin habló, una voz que a pesar de su apariencia y mirada transmitía calma y serenidad. Me gustaba.

    —Ya te lo he dicho…—dije con menos convicción— te he liberado, si no fuera por mi todavía estarías ahí dentro. Deberías agradecérmelo.—creo que me acababa de pasar pero el sonrió con mas amplitud esta vez enseñando sus blancos y perfectos dientes. En serio ¿Tenia algún fallo este chico?

    —Estas asustada y aun asi me hablas de esa manera…
    —Yo no estoy asustada.—pasó de mí.

    —Me da igual lo que me digas, no voy a ayudarte.

    —Tienes que hacerlo—decía muy serio Zair—si no te quieres pasar otros 60 años encerrado en un trozo de roca.—A Kirian se le quitó la sonrisa y le miró también serio, esa era la mirada que imponía, no la que me echó a mi antes.
    —¿Han pasado solo 60 años?

    —¿Solo?—me calleéporque si ha dicho eso es que para él ha sido un infierno de lo lento que se le ha pasado.
    —Creí que…—lo dejó en el aire.

    —Me da igual lo que sientas en estos momentos, vas a o obedecernos. Si no ya sabes lo que te espera de nuevo.
    —No me hables asi—se levantó haciendo que todos sacaran sus armas.-—i quiero os puedo matar a todos asi que…—no le dejé terminar ganándome de nuevo su mirada.

    —Si nos matas a todos tu quedarías de nuevo encerrado. Esas marcas negras de tu brazo tienen una conexión con las mías—enseñé mi muñeca-—si yo muero tu vuelves a tu prisión y ahora sería para siempre. Lo sabes perfectamente por eso me salvaste antes. Y no creo que ahora que estas libre quieras volver a la oscuridad ¿verdad?—sonrió. Así me gustaba más.—Soy tu seguro de vida y me tienes que obedecer ya que también puedo deshacer el hechizo. Asi que te vas a venir con nosotros quieras o no.—seguía sonriendo. No sabía muy bien que significaba me era difícil saber que era lo que pensaba en cada momento por medio de sus expresiones. Esa sonrisa podría ser cualquier cosa.
    —¿Todavía estáis con la guerra de tu bisabuelo?

    —¿Cómo sabes que…?—quiso preguntar Zair.

    —La habéis llamado princesa Lea y sois del reino al que servía. Simplemente he hecho cuentas, no hay que ser muy listo para darse cuenta de eso.—ante ese comentario Zair se molestó pero no contestó porque yo no le dejé.
    —Cuando te encerraron paró pero desde hace unos años hemos vuelto a lo mismo.

    —¿Sabes lo que pasó?
    —Si.

    —No, no lo sabes.
    —¡No le hables asi a la princesa!—exclamó uno por detrás.— ¿Cómo que no lo sé? Le miré interrogantamente pasando los dos del comentario del soldado. De pronto se acercó a mí bajando el escalón quedándose a un escaso metro.

    —¿Y… bien? ¿Vas a ayudarnos?—para mi sorpresa se arrodilló ante mi.
    —Estoy a vuestro servicio princesa.—todos nos relajamos.—Te protegeré con mi vida.—me entró un escalofrió al escuchar esas palabras de él.

    —El encargado de eso soy yo.—Kirian desde el suelo le miró.
    —¿Tú eres el general? Han bajado mucho el nivel desde que no estoy…

    -—¿Cómo?!—se enfadó Zair pero yo le paré levantando una mano.

    —No quiero que os peleéis.—miré a Kirian—puedes levantarte—me hizo caso enseguida. ¿Y este era el Kirian traidor y loco que todos describían? Pues entonces no sabían nada porque no tenía nada que ver.
    —Me tenéis que explicar lo que pasa princesa.

    —Claro, pero antes…—me dirigí a los soldados— que alguien le de ropa, luego podéis descansar.
    Todos se relajaron del todo y cuando volví a mirar a Kirian este me sonreía. Una sonrisa que me encantaba. Era verdad eso que dijo Rose una vez. Tenía una sonrisa que seguramente volvería loca a toda chica del reino.





    Me pegué un baño en el oasis después de que saliera Lea. Necesitaba relajarme y pensar aunque no había mucho… Solo que habíamos liberado a Kirian un tipo que no me gustaba para nada, no me gustaba él, ni me gustaba como miraba a Lea. Era un creído de mierda en todos los sentidos y vete tú a saber que tiene en la cabeza. A lo mejor esta maquinando como traicionar de nuevo a su reino, porque sigue siendo el suyo a pesar de todo.
    Tendría que vigilarle de cerca, muy de cerca. Ese no iba a estar más de 5 minutos al lado de Lea ¿Qué es eso de..?: “Te protegeré con mi vida” Eso solo lo puedo decir yo, no él. Estúpido…

    Salí del agua y me vestí, todo el rato pensando en el tío este. Como hiciera algo aunque fuera pequeño se iba a enterar de quien soy yo.
    Cuando terminé de vestirme fui a ver como estaban los soldados que quedaban, que éramos 13. Suspiré. Ahora a ver como le decía a la familia de los que han muerto su perdida… Buf, ya lo pensaré cuando lleguemos.
    Busqué algún caballo con la mirada pero ni uno, no había quedado ni uno, seguramente los soldados enemigos los habrán espantado. Hijos de puta.

    Cuando ví que estaba todo en orden me dirigí hacia Lea que estaba de pie mirando al horizonte, al camino por donde teníamos que ir de vuelta al palacio.
    —Lea…—ella me miró.— ¿Dónde está?

    —Allí—señaló el oasis.—se esta cambiando.—me crucé de brazos.— ¿Qué te pasa?
    —No me fio de él ni un poquito. Nada, cero.

    —Nadie lo hace al parecer.—suspiré de nuevo.
    —¿Le has contado todo?

    —Si. A mi no me parece la mala persona que todos dicen.
    —No juzgues a una persona por las apariencias, Lea.

    —Ya lo se…—vi que estaba ida, estaba pensando en él. Y me di cuenta en este mismo instante que si no hacia algo la perdería. No podía decirle nada porque se enfadaría conmigo, ni tampoco tenia razones para decírselo. Lo único que podía hacer de momento era aguantarme el dolor que acababa de nacer en mi pecho y vigilar a Kirian. Cualquier fallo que tuviera sería mi oportunidad para hacerle ver a Lea la verdadera esencia de Kirian.
    De pronto apareció el indeseado para mi al lado nuestra.

    —Cuando desee la princesa nos vamos—dijo sonriéndole un poco. Que asco de tío. Por cierto me di cuenta de que a parte de llevar el uniforme nuestro, tenia una lanza en la espalda, la famosa lanza que siempre decían que llevaba y una espada a la cintura. Miré a Lea que lo miraba de una forma extraña cosa que me enfadó.
    —Pues nos vamos ya.—dije cortante.

    —Tú no eres la princesa, y yo solo obedezco sus órdenes.

    —Resulta que el mismísimo rey, o sea su padre, me dijo que ella me tenií que hacer caso y si digo que nos vamos ya pues me hace todo el mundo caso y se acabó ¿Me has entendido?
    —Oye Zair… ¿Qué te pasa?—me dijo Lea preocupada.

    —Nada.—dije ya mas calmado—¿Nos vamos o no?
    —Si, claro. Vámonos.

    —Como tú digas princesa—sonrió de nuevo Kirian. Me di la vuelta para no mirarle más y no mostrar mi enfado. De verdad que estaba dispuesto a desenmascararle. Kirian no podía ser así. Una vez que le descubriera sería su fin.





    Entre tanto escondidos con dos caballos detrás del templo había tres hombres del enemigo que habían conseguido escapar, ninguno era el que había empezado mandando desde que salieron de su reino. Estaban espiando a Lea y los demás.
    —Deberíamos irnos ya.—dijo uno.

    —No, espera un poco más, sino nos van a descubrir. Ese Kirian es demasiado bueno.
    —¿Más que Eloy?—preguntó otro.

    —Ahora mismo no lo se pero están ahí, ahí….
    —Mira ya se van—dijo el segundo.

    —En cuanto se alejen nosotros nos iremos por otro camino en caballo, hay que avisar al rey lo que ha pasado.
    —Nos va a matar.—dijo el tercero.

    —Reza porque lleguemos al reino con vida primero y luego preocúpate del rey.
    Se montaron en los caballos y se asomaron viendo que sus enemigos habían emprendido ya el camino.

    —Vamos—salieron al galope por otro camino sin ser vistos para llegar antes que ellos y avisar a su rey.
    ¿Llegarán con vida?
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  12.  
    JimenaAlonzo

    JimenaAlonzo Entusiasta

    Acuario
    Miembro desde:
    1 Septiembre 2011
    Mensajes:
    74
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Kirian el guerrero.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    23
     
    Palabras:
    2989
    Capitulo 7.

    Un rey inquieto daba vueltas por la sala del trono con las manos en la espalda y mirando cada dos por tres a la salida y asi llevaba más de 20 minutos. Su esposa lo miraba ya en silencio, derrotada de tanto decirle que se estuviera quieto y él pasar completamente de ella. Pero es que había pasado más de una semana y no había señales de Lea, cosa que ponía nervioso y preocupado a su padre.
    —Arón ¿quieres dejar de dar vueltas como un león enjaulado?
    —No puedo, Lea…
    —Las vueltas no van a devolver a Lea, hay que esperar un poco más seguro que ya están de vuelta.
    —¿Y si ese Kirian les mata? Es un traidor.
    —No creo, si no Margaret no hubiera dejado que fuera, además esta Zair con ella.
    —No sé si Zair llega al nivel de Kirian. Vamos, lo dudo muchísimo.
    —Ven siéntate y tranquilízate asi no vamos a llegar a ningún lado.—al final el rey le hizo caso a su esposa y se sentó.
    —¡Soldado!—llamó de pronto el rey haciendo que enseguida uno de los soldados que vigilaban la puerta se acercara arrodillándose ante él.
    —¿Si? Su Majestad.
    —Dile al guardia de la entrada de este reino que en cuanto vea a mi hija y a Zair me lo diga inmediatamente.
    — ¡Si, majestad!—dicho eso se fue corriendo.
    —No creo que hiciera falta eso. Nos lo dirían de todas maneras corriendo.
    —Ya…—suspiró—no puedo evitar preocuparme, Linda.
    —Ni yo, pero tienes que creer en ella y en Zair, claro.
    De pronto entró a la sala Margaret para sorpresa del rey y de la reina que la miraron con expectación ya que a lo mejor sabía algo de Lea. El rey se levantó para ir con ella.
    —No hace falta que te levantes Arón.—todos sabían la cercanía que tenia Margaret con el rey desde hace mucho tiempo por eso no se sorprendían por el hecho de que lo llamara de tú a tú y por su nombre.
    —¿Sabes algo? ¿Cómo esta? ¿Está llegando?
    —Tranquilízate. Si, lo he visto. Están bien tanto Lea como Zair.—los dos suspiraron de alivio—están de vuelta junto con un nuevo integrante.
    —Kirian.—Margaret asintió seria.—Y…
    —No me preguntes que es lo que piensa Kirian porque no lo sé, solo sé que tiene que obedecer a tu hija si o si. No tiene otra opción.
    —¿Por qué?—preguntó Linda.
    —Es parte de esa magia. Sé que Lea va estar bien porque si le llegara a pasar algo Kirian serií de nuevo encerrado y no creo que quiera estarlo de nuevo. Por lo que de momento está de nuestra parte, lo que no sé que es lo que piensa hacer cuando vea de nuevo el arma.
    —El arma está escondida y no va a ser descubierta.—Margaret negó con la cabeza.
    —La he visto.—el miedo recorrió tanto a Arón como a Linda que se quedaron sin palabras.—No sé cuando, ni quien la va sacar de su escondite pero sé que va a ser descubierta.
    —¿No puedes hacer nada?—preguntó esta vez Arón.
    —Ya hice mucho la última vez, ahora estoy vieja, no duraría nada ante Kirian ni ante Heraclio ni ante Eloy.
    —¿Eloy?—preguntó de nuevo el rey.
    —Si. No se como lo han hecho pero ha tenido que ser con una magia muy, muy poderosa. Parece ser que el cuerpo de Eloy fue resguardado y cuidado durante todo este tiempo y ahora han podido “revivirlo”. No sé muy bien porque en su tiempo el y Kirian pelearon pero te aseguro que cuando Eloy le vea va ir a matarle y lo hará de tal forma que no quede nada de él. Sera como su pequeña venganza por matarle hace 60 años.
    —Se me esta yendo de las manos.
    —Hace mucho que esto es un descontrol, Arón. No te eches la culpa. Ahora solo queda rezar para que todos elijamos bien nuestros movimientos y de que todo salga bien.
    —Entonces ¿nuestra hija llegará bien?
    —Si, por eso no os preocupéis—dicho eso se marchó dejándoles con la incertidumbre de que pasará en las próximas semanas, pero no porque ella quisiera sino porque ni ella misma sabía que iba a pasar.




    Entre tanto en el reino enemigo no lo estaban pasando lo que se dice mal, al revés, ahora mismo estaban haciendo un banquete por todo el futuro de bienes que creía Heraclio que le venía. El comía, bebía y estaba con todas las mujeres que quería.
    Entre tanto Eloy que estaba un poco apartado de él pero también bebiendo se lo estaba pasando como hacía tiempo que no se divertía. Eso de estar encerrado entre magia no le gustó nada aunque fuera su única vía para no pudrirse y vivir.

    Una de las mujeres se le acercó y él sin dudarlo la besó y la tocó. Tenía que aprovechar esta oportunidad y lo haría al máximo. Primero tendría sexo con decenas de mujeres, bebería y comería como nunca y luego cuando fuera el momento mataría a Kirian desquitándose por la última vez. Asi de fácil. Luego, se podría decir que podría morir tranquilo.

    Eloy bebió del pico de una de las botellas y cogiendo a una de las mujeres del brazo se la llevó a su habitación. El juego solo estaba empezando.




    Habían pasado solo unas horas desde que salimos del templo donde antes estaba encerrado Kirian y que ahora estaba con nosotros. Yo iba una de las primeras caminando y Kirian un pelín mas atrás pero al lado mía. Al que no veía porque estaba detrás de mi era a Zair que desde que empezamos la marcha no me habló en ningún momento y además parecía enfadado. ¿Qué le pasa?
    Kirian tampoco me hablaba, es más, ninguno hablaba pero no parecían enfadados como Zair. Solo un poco a la defensiva nada más.

    Miré al frente concentrándome en seguir y pensando que para la noche que quedaba más bien poco llegaríamos a unas rocas que resguardaban bastante bien, donde la habíamos pasado la ultima vez. Quería llegar ahí y tumbarme un rato. No es lo mismo ir con caballo que sin él y eso se notaba.
    De pronto Kirian me cogió del brazo y me tiró al suelo hacia atrás, sorprendiéndome y haciendo que todos sacaran sus armas a la vez. Incluido Zair.

    —¿Qué estas haciendo?! ¡Sabia que…!—se calló porque Kirian le empujo hacia atrás casi tirándolo al suelo y haciendo que se enfadara más. Un momento… ¿Ha empujado a Zair como si nada?
    —Calla un momento.—cogió una roca que había al lado y la tiroóunos metros al frente. Cuando esta cayó en la arena se abrió un agujero y salió un animal con unos dientes afilados intentando comerse algo que no había, bueno solo la roca. Me había tirado para salvarme. Kirian miró a Zair con superioridad.— ¿Y te haces llamar general? Si no vés lo que tienes delante de los ojos ¿Cómo vas a proteger a la princesa?
    Zair se enfadó y fue a por él con su espada, pero Kirian esquivó su ataque como si nada echándose hacia un lado, le agarró del brazo y fue a golpearle pero entonces me miró a los ojos. Supongo que tendría una cara de miedo o de sorpresa, no quería que Zair fuera herido. Ni tampoco quería que se pelearan.

    Cuando me miró en vez de pegarle le tiró al suelo de un empujón. Kirian le miró pero no dijo nada solo se acercó a mi y me tendió la mano. Yo se la cogí y me ayudó a levantarme. Era la primera vez que le tocaba, y su tacto me había gustado demasiado. Todo el encanto se fue porque Zair se levantó muy, muy enfadado.
    —¡Rodear la zona!—dijo empezando a caminar, yo le seguí de cerca y le cogí del brazo para pararle y hablar con él.
    —Espera Zair…
    —Déjame en paz—dijo zafándose de mí con brusquedad, era la primera vez que me trataba asi. Me quedé en el sitio mirando como se iba. Yo solo quería hablar con él…
    Sentí que alguien me tocaba por detrás invitándome a que yo también rodeara. Cuando miré vi que era Kirian el cual me sonreía, solo por eso mi corazón se aceleró como la primera vez que lo vi horas atrás. ¿Qué me pasaba?
    Le sonreí y caminé junto a él. Sentía como cada vez me unía más a Kirian y a la vez me separaba de Zair y yo… no sabia que pensar.
    —Gracias—articulé por fin.
    —No tienes que darlas, es mi deber protegerte.—sonreí y a partir de aquí no me separé de él todo el camino hasta las rocas.




    Una vez que llegamos a las rocas que lo hicimos ya bien entrada la noche hicimos un fuego, comimos un poco y casi todos excepto alguno que se quedarían haciendo guardia se fueron a dormir en las tiendas de campaña que teníamos. Yo pillé un sitio donde no daba el viento y entré en la tienda. Los que se quedaron haciendo guardia fueron Zair y un soldado más, supongo que luego cambiarían. Kirian se fue a dormir también a unos metros de mí y fuera, en la entrada de la tienda. Quería tocarle, quería estar cerca de él, quería hablar con él pero no me atrevía. ¿Sería esto a lo que llamaban amor? ¿Me habría enamorado? Pues si lo he hecho de verdad, me he enamorado de la persona menos indicada.
    Me costó dormirme pero al final lo hice ya que me despertó uno de los soldados con cuidado cuando estaba amaneciendo, para reemprender la marcha. Me pareció raro que no me despertara Zair, a la ida lo había hecho siempre. Cuando salí, todos estaban recogiendo todo y Kirian no estaba por ningún lado, el que estaba a unos metros metiendo cosas en una mochila era Zair que cuando se dio cuenta de que le miraba apartó la vista y siguió a la suyo. Tenía que hablar con él.

    Vi una sombra que pasaba rápido asi que me di la vuelta viendo que encima de las rocas estaba Kirian sentado. ¿Habría visto la reacción por parte de Zair y de mí? No lo sé pero enseguida no pude pensar en otra cosa que en él y su sonrisa.
    —Buenos días.—me dijo.
    —Buenos días… ¿Has…. Dormido bien aquí fuera?
    —No me quejo.
    —La próxima vez puedes dormir en la misma tienda que yo.—alzó una ceja.
    —Un soldado no puede dormir en el mismo espacio que la princesa o el rey.
    —Pues Zair lo hace todos los días desde que salimos.
    —¿Y porque hoy no?—me encogí de hombros y miré al suelo tristemente. Me dolía que estuviera asi conmigo. Kirian saltó quedando al lado mío.
    —Vamos, ya estamos todos listos.—me poso una mano en el hombro un momento y luego siguió recto para coger una mochila. Vi que Zair nos miraba molesto.
    —¡Vámonos!—dijo poniéndose el primero sin esperarme ni nada, el que si lo hizo fue Kirian que me sonreía asi que fui con él sin pensarmelo.





    Habían pasado dos días más y seguía igual tanto con Zair como con Kirian. Con Zair había tenido la oportunidad de hablar pero o pasaba de mi ocho pueblos o de pronto hablaba Kirian haciendo que este se alejara. No quería que estuviese asi conmigo. Estaba enfadado porque si, yo no le había hecho nada, asi que yo también me enfadaría con él. Si él no me hablaba pues yo tampoco a él. Era de niña pequeña pero asi están las cosas.
    Y con Kirian… me refiero a que no había progresos, si yo le hablaba él contestaba pero pocas veces él venií a preguntarme algo y si lo hacía era del reino, no de mi. Claro yo después pensé ¿Por qué quería saber algo de mí? Solo esta aquí por obligación, seguramente querrá librarse de mí pero como no puede me aguanta.

    Joder, entre Zair y Kirian lo estaba pasando mal. Suspiré mirando hacia el suelo.
    De pronto me choqué contra Kirian que ni se inmutó.
    —Ah, lo siento—no me contestó— ¿Qué pasa?—lo supe enseguida ya que delante nuestro se levantaba un bosque enorme y no era el bosque que había al lado de mi reino para ese todavía faltaba mucho.—¿Desde cuando hay un bosque aquí?—pregunté y me contestó uno de los soldados.
    —No lo sé, cuando vinimos no estaba, ha aparecido de la nada.
    —¿Es que es eso posible?—preguntó otro.
    —Ni idea.
    —Ese no es el problema—dijo otro soldado que estaba al lado de Zair.—La brújula está rota. Mirar-—ra verdad, la aguja no paraba de dar vueltas por más que la moviera seguía dando vueltas y vueltas.
    —Que raro… la brújula se rompe, de pronto hay un bosque…—miró a Kirian.
    —¿No le echaras la culpa a Kirian asi porque si no?—le reproché, porque ya sabía por donde iba a tirar.
    —No he dicho nada, solo me parece raro.
    —Pues entonces no le mires asi.—levanto las manos en símbolo de paz y volvió a mirar al bosque.
    —La brújula está rota porque hay magia por todos lados.—contestó de pronto Kirian haciendo que todos le miráramos—La magia hace que los polos magnéticos se vuelvan locos y por eso no funciona y ese bosque…
    —¿También lo ha hecho la magia?—preguntó con burla Zair.
    —Si. Lo mejor será que lo rodeemos, no me fio de lo que pueda haber en su interior.
    —No. Seguiremos recto. La brújula antes de romperse señalaba esta dirección. Si damos un rodeo tardaremos más.
    —¿Qué quieres tardar más o morir? Además la persona que ha hecho eso debe de estar ahí dentro.
    —No me voy a creer nada de lo que digas y aunque lo creyera, mando yo y digo que sigamos recto. Lea vámonos.
    —Pero…
    —¡Pero nada!—álzo la voz sorprendiéndonos a todos— ¡Tu padre me dijo que me hicieras caso y eso vas a hacer! Asi que andando.—Me acababa de gritar… Lo que me faltaba… Pero tenía razón. Asi que enfadada empecé a caminar no sin antes coger del brazo a Kirian para que me siguiera, al lado. Cosa que molestó a Zair por que lo vi en su cara.
    —Si pasa algo es por tu culpa, imbécil.—nos adentramos primero en el bosque pero enseguida los demás nos siguieron, Zair el último. ¿Quién se ha creído que es para hablarme asi? Un idiota eso es lo que es.

    Si antes estaba enfadada ahora lo estaba más y con razón. Eso de ser general se le había subido a la cabeza. Estaba tan enfadada que no me di cuenta de que Kirian me hablaba hasta que tiró de mí para que parara.
    —Espera, es mejor que vayamos todos juntos— lo decía porque íbamos tan rápido que lo habíamos dejado atrás.
    —Lo siento…—dije.
    —¿Por qué le permites que te hable asi?—le miré.
    —Nunca lo ha hecho… Somos amigos desde pequeño y siempre me ha tratado bien pero desde que…—me quedé ahí. Me dolía lo que estaba pasando pero de alguna manera se me pasaba si estaba al lado de Kirian.
    —Desde que aparecí yo te trata asi.—yo asentí con tristeza. Él miró hacia los demás. ¿En que estaría pensando ahora? Era todo un misterio.
    —Cree que eres peligroso aunque siendo sincera todos lo creen, bueno todos no, yo soy la única que piensa que eres bueno de corazón.—me miró sorprendido pero no me preguntó nada, solo se me quedo mirando como yo a él. Esos ojos me hipnotizaban mucho, eran tan bonitos, él era tan guapo… Cuando creí que me iba a preguntar algo se calló y siguió andando.

    Yo le seguí ya que los demás habían llegado. Sé que me iba a decir algo pero en el último momento se calló. ¿Por qué? ¿Qué escondía? Tenía que saberlo. Tenía que saber más de él, tenía que demostrar que lo que pensaba de pequeña de él, era verdad y hacer ver al mundo que Kirian no es como lo describen todos. Y estaba segura, por como me llamo Lea, que lo conseguiría. Le haría abrir su corazón.
     
  13.  
    JimenaAlonzo

    JimenaAlonzo Entusiasta

    Acuario
    Miembro desde:
    1 Septiembre 2011
    Mensajes:
    74
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Kirian el guerrero.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    23
     
    Palabras:
    3118
    Capitulo 8.

    Soy masoquista, lo sé. En vez de calmarme e intentar hablar con Lea, cada vez que abro la boca la cago. ¿Cómo se me ocurre gritarle de esa manera hace una hora? La pobre debe de estar súper confundida y yo no le facilito las cosas para nada, por encima ahora debe de estar enfadada conmigo.
    Y todo esto es porque estoy celoso de Kirian, si, lo reconocía. Me molestaban las sonrisas que se echaban y me molestaba que estuvieran tan cerca. Desde que ha sido liberado, Lea no me hace el caso de antes y eso me ponía celoso y me ponía más aun saber que ella sentía algo por el imbécil este y no por mí.
    No se daba cuenta que iba por el camino equivocado. Joder, que es Kirian, no es un cualquiera. No se puede enamorar de un hombre tan peligroso, una por que correría peligro y otra porque va a terminar herida y no digo físicamente si no de corazón.
    Antes le grité porque se me fue la cabeza. Siempre le hacía caso a Kirian y a mi que era el general y era al que le tenía que hacer caso, nada de nada. Por eso terminamos cruzando este bosque, y no me arrepentía ya que había pasado como ya he dicho una hora y no había nada fuera de lo normal. Solo árboles, tierra y rocas, punto.
    Vi que Kirian, que estaba delante con Lea, miraba a todos lados desde hace un rato y yo por curiosidad hice lo mismo pero no veía nada ¿Qué quería volverme loco?

    Me di la vuelta. Los soldados seguían atrás pero faltaban algunos ¿no? Los conté y había ocho. ¿Cómo? Faltaban dos. ¿Por qué? Volví a contar. De nuevo me salían ocho. Y todos estaban tranquilos ¿Me habría equivocado contando al salir? No puede ser… Miré de nuevo al frente intentando recordar quien faltaba, cuando de pronto escuché un grito que hizo que todos nos volviéramos incluidos Lea y Kirian. Ya no había ocho sino siete.
    Enseguida saqué mi espada mirando a todos lados.
    —¡¿Quién anda ahí?!—de pronto vimos que algo se movía muy rápido por entre los árboles, que como había muchos estaba oscuro. Escuché ruido por todos lados. Fuera lo que fuera, había un montón.

    Ese animal, es una especie de mono negro, la mitad que nosotros, pero con unas garras y unos dientes enormes. Sus ojos eran de color rojos y te miraba con una cara que asustaría al más valiente.

    No me jodas.





    ¿Qué era ese bicho dios mio? ¿Un mono? No, los monos no son tan grandes ni tienen esos dientes y esas garras. Y lo más obvio no comen humanos. Ese animal se estaba comiendo a uno de nuestros soldados delante de nosotros.

    Zair reaccionó por fin e intentó darle con la espada a ese animal pero no le dió y además el soldado ya estaba muerto. El animal se enfadó ante la osadía de Zair y pegó un chillido muy agudo que no me gustó nada. De pronto todos los animales igual que a él que estaban escondidos salieron y nos atacaron.

    Todos nosotros nos empezamos a defender como podíamos. Intenté darle a una con la espada que tenia desde que salimos del templo pero uno de ellos me la paró como si nada e intentó darme con sus garras, golpe que no llegó porque Kirian le dio con su espada derramando la sangre del animal.

    De pronto me vi protegida por Kirian ya que todo animal que iba a por mi que no se porque la mayoría lo hacían, él me protegía, dándoles a todos y sin recibir rasguño alguno. Yo asustada miraba hacia todos lados pero todo lo que veía era una lucha sangrienta en la que estábamos perdiendo. ¿Serían los mismos animales que nos atacaron la última vez? No, no creo. Estos eran más rápidos y fuertes.

    Zair luchaba contra uno de ellos más atrás con un poco de esfuerzo y parecía que estaba bien y Kirian luchaba cerca de mí con todo tipo de movimientos y piruetas. Las hacia de tal manera que parecía fácil. Era increíble lo rápido y hábil que es y eso que no estaba usando magia o eso creo.
    Pero a pesar de todos los animales estos no estaban ganando terreno, cada vez había más y parecían más enfadados.
    De pronto sentí como algo me agarraba de las piernas tirándome al suelo. Cuando miré vi que había sido uno de esos monos que empezó a arrastrarme lejos de Kirian adentrándose más en el bosque. Grité, una por que tenía miedo y otra porque al arrastrarme me estaba haciendo daño.
    —¡Ayudarme!—grité intentando parar pero el mono tenií una fuerza increíble.
    —¡Lea!—gritó Zair intentado venir hacia mi, pero entonces el mono me soltó y no se si fue a darme o no porque de nuevo Kirian se lo cargó. Ya me había salvado unas cuantas veces. Me fue a coger la mano y entonces lo vi, otro de ellos yendo hacia Kirian desde atrás.
    —¡Cuidado!—grité pero fue tarde y el mono le traspasó el pecho con su garra. Me llevé las manos a la cara pero no me salió ni un sonido más. Pero de pronto Kirian desapareció ante mi sorpresa y la del mono y apareció detrás mi clavándole la lanza al mono y tirándole lejos. Cuando le miré estaba ileso, no tenia nada ¿Qué había pasado?
    Me cogió del brazo levantándome y tiró de mi saliendo corriendo.
    —¡General!—le llamó captando la atención de Zair-—Hay que huir.—Y por una vez le hizo caso.
    —¡Que todo el mundo salga corriendo!—gritó Zair siguiéndonos.
    Todos corríamos huyendo de esos monos que todavía nos perseguían. Yo estaba cansada y poco a poco el aire se me iba yendo pero tenía que ignorar eso y seguir corriendo ya que no quería ser un estorbo para nadie. Asi que corrí y corrí sin mirar atrás durante unos minutos, hasta que Kirian paré poniéndome detrás de él.
    Aproveché para coger aliento al igual que los demás incluido Zair que apoyo sus manos en las piernas mirando hacia donde lo hacia Kirian. Nos quedamos asi unos minutos, ya no se escuchaba nada. ¿Significaba eso que lo habíamos perdido? ¿Ya había pasado el peligro?
    Vi que Kirian miraba al cielo o por lo menos lo poco de cielo que dejaban ver los arboles. Todavía quedaban horas para que se pusiera el sol a mi parecer.
    —Ya no nos siguen—dijo por fin Kirian y entonces fue cuando ya mas calmado empezó a coger aire con tranquilidad. Él también se había cansado, ya empezaba a creer que no era humano.
    —Entonces… descansemos…—dijo Zair entrecortadamente cansado. Miré a los que quedábamos, contando a nosotros tres solo éramos 6. Me senté en el suelo y me relaje. Menudo viaje estábamos teniendo, y lo que nos quedaba.
    —Esto no hubiera pasado si me hubieras hecho caso—dijo Kirian con desdén. Pensé que Zair saltaría enfadado como últimamente ha hecho pero no, no hizo nada. Solamente miró hacia abajo y se separó de nosotros.
    No entendía a ninguno de los dos…






    —¿Cuándo vamos a hacerles una visita, Heraclio?—preguntó Eloy sin ninguna consideración hacia el rey.
    —Te he dicho que me trates como es debido si no quieres volver a morir.—Eloy suspiró con pesadez y lo repitió.
    —¿Cuándo vamos a hacerles un visita, su majestad?—Heraclio sonrió con satisfacción.
    —Ya te lo he dicho, cuando tu querido Kirian llegue a nosotros.—Eloy bufó.
    —No sé si voy a poder reprimir las ganas de matarle.
    —Mas te vale, porque si no…
    —Si, si, moriré, lo he pillado. Vaya mierda mas grande es depender de otra persona.
    —Si no hubieras muerto en su tiempo…
    —Si no hubiera muerto ese día las cosas serían muy distintas, una de ellas por ejemplo seria que Kirian estaría muerto y yo no.
    —Esa es una posibilidad pero no sabes que hubiera pasado en realidad. De todas maneras me da igual, lo que quiero es que me obedezcas y esperes. Cuando venga Kirian iremos a hacerle una visita a mi amigo Arón.
    —Estoy deseándolo, quiero luchar ya…—Heraclio sonrió esperando y deseando que llegaran ya sus hombres con Kirian, sin esperarse que en realidad Kirian no estaba de parte de ellos.






    Ya llevábamos horas caminando hacia donde Kirian dirigía sin ningún problema, ni peligro ni incidente. Los tres soldados que quedaban le hacían caso sin rechistar ya que sabían como yo que Kirian sabía por donde ir y si había algún peligro. Por lo que si querían conservar la vida tendrían que seguirle aunque no quisieran.
    El que nos seguía mas reacio y en silencio era Zair que no había pronunciado palabra desde que seguimos caminando, siempre miraba al suelo con la mirada perdida y pensando vete tu a saber en que. Hasta vi que se tropezó más de una vez. Este no es el Zair que conocía.
    Después de una hora maá caminando a paso ligero nos paramos en un claro del bosque un poco pequeño pero que nos serviría para acampar ya que ya se estaba poniendo el sol.
    Mientras los tres soldados y Kirian montaban las tiendas y recogían lo necesario para hacer una fogata, que hacía frio, Kirian estaba en el limite del claro haciendo algo desde hace un rato. Había empezado en un punto y lo había rodeado entero hasta terminar en el mismo punto en el que empezó.
    Habían terminado todos y empezamos a comer, lo poco que teníamos. Vi que Kirian se acercaba.
    —¿Qué has estado haciendo?—preguntó uno de los soldados sin dejar de comer.
    —He protegido esta zona para que ningún animal nos ataque por la noche.
    —Yo no veo nada—dijo Zair sin mirarle a la cara.
    —Se llama magia, la magia no hace falta verla para que funcione. Mientras no os paséis de la raya que hay alrededor de todo el claro no os pasara nada asi que podéis dormir tranquilos.—Zair le miró mal pero Kirian le ignoró y se sentó en frente mía. Hubiera preferido que se sentara al lado.
    Después de comer me fui a dormir a la tienda de campaña que tenía para mi, bueno más bien todos los hicimos porque según Kirian no pasaría nada, hasta Zair entroóen una de las tiendas a dormir. Supongo que también influirá el cansancio acumulado de hoy y de dormir mal los últimos días por los peligros y eso.

    Eran más de las 2 de la mañana y yo no podía dormir. Por una vez que podía hacerlo con tranquilidad no podía dormir… Voy al revés del mundo. Como no dejaba de dar vueltas en la tienda decidí salir a despejarme a ver si asi me entraba el sueño.
    Cuando salí el único que estaba fuera y de pie cerca del límite del claro era Kirian, me entró curiosidad y empecé a acercarme pero entonces escuche un ruido a un lado mia. De entre los arbustos había salido una piedra rodando. Caminé hacia ella, la cogí y la volví a tirar al mismo arbusto.
    De nuevo salió disparada hacia mí. Que extraño… La cogí y me acerqué más viendo la línea que había mencionado Kirian antes. ¿De verdad esto nos protegía? Si solo era una línea de tierra. Escuché un sonido en el arbusto de algo que se movía. El arbusto era pequeño asi que lo que hubiera ahí también tendría que serlo.
    Justo cuando iba a traspasar la línea, de ese mismo arbusto salió uno de los monos de antes derecho a atacarme. Pasó todo tan rápido que no me dio tiempo ni siquiera a gritar. Solo me vi en el suelo dentro de la zona protegida, el mono en la otra y entre el animal y yo Kirian.
    Me miré el antebrazo; resulta que cerca de mi muñeca tenia una herida, como tres arañazos de los que no dejaba de salir sangre y la verdad es que me dolia. Como escuché un ruido delante de mi me tapé le herida levantando la vista y viendo que el mono se había ido y que Kirian me miraba un poco serio.
    —¿Qué parte no has entendido de “no puedes cruzar esta línea”?
    —Lo siento…—le aparté la mirada— Escuché algo y no pude reprimir el impulso de acercarme.
    —¿Qué tienes ahí?—se refería a donde tenía la herida que no la veía porque la había tapado. Me puse nerviosa.
    —Eh, nada, nada—¿Por qué no podía hablar con él sin que se me desbocara el corazón y diciendo cada silaba y cada palabra bien? Kirian se puso de cuclillas muy cerca mía y alzó la mano como para que le diera algo, en este caso mi brazo. En un primer momento no se lo di, los segundos pasaban y su mirada me llegaba tan hondo que terminé dándole mi brazo. Vio la sangre y el arañazo.—Si no es nada, es más escandaloso de lo que parece.
    —¿Cómo te lo has hecho?—dijo levantándome y llevándome con él a la hoguera para ver mejor sin soltarme.— ¿Te lo ha hecho ese animal?—yo asentí cono rapidez.—Mierda…—me miró a los ojos— Con permiso.
    —Con permiso? ¿De que…?—no terminé porque de pronto el posó su boca en mi herida y sentí como succionaba. Me iba a salir un grito de sorpresa y a la vez de dolor, porque me dolía, pero me tapé la boca para que nadie se despertara.
    Sentí como pasaba su lengua de vez en cuando y luego succionaba. No sabía lo que estaba haciendo pero ignorando el dolor a mí me gustaba. Me puse tan nerviosa que de nuevo mi corazón se aceleró, mi boca se secó y no podía apartar la mirada de Kirian que después de unos segundos dejó de hacer eso y escupió al suelo, lejos de nosotros, la sangre de la boca. Sin decir nada, cogió un pañuelo de color negro que tenia el en el brazo y me lo ató a la herida.
    Seguro que yo estaba roja como un tomate y por encima él me miró como si no hubiera pasado nada.
    —Perdona por hacer eso de improvisto pero esos animales tienen veneno en sus garras, si no hubiera hecho eso hubieras muerto en pocas horas.—el rojo de mi cara paso a ser blanco seguro.—Tranquila, ya lo he quitado, no tienes nada que temer.—se sentó en el suelo apoyado en uno de los troncos que servían de asiento en frente del fuego.
    —Gracias…—no me contestó solo miraba el fuego concentrado en algo. Supongo que esta era mi oportunidad de preguntarle cosas que muchos quisieran saber, de saber que le pasó de verdad. Pero tampoco podía empezar de buenas a primeras porque seguramente no me contestaría, tenía que empezar por algo sencillo y luego ir directa al grano, si eso es…—Kirian…—él me miró de reojo.—Cuando nos atacaron esos monos… utilizaste magia ¿verdad?
    —Si.—silencio. Joder que expresivo…
    —¿Y como descubriste que podías utilizar la magia? ¿Cómo empezaste?—Kirian se quedó pensativo ante mis preguntas. Miró al suelo y luego a mí.
    —Digamos que fue suerte.—me estaba empezando a molestar el hecho de que me contestara lo justo.
    —Oye ¿podrías ser un poco mas expresivo? Deberías de estar feliz ya que por fin estás libre asi que alegra esa cara que tienes—con toda mi confianza se la cogí y con mis manos le hice una sonrisa.—Si estás tan serio siempre se te va a quedar cara de viejo, aunque bueno—le solté sentándome a su lado— en realidad tienes más de setenta años asi que…—de pronto para mi sorpresa se empezo a reír, no sé de que pero bueno por lo menos se reía. Yo sonreí.—¿De que te ríes?—tenía una risa un poco escandalosa asi que se tapoó la boca.
    —Me has recordado a alguien, solo eso—dijo ya calmándose pero todavía riéndose un poco.— ¿Cara de viejo? ¿De donde has sacado eso?—esto ya me gustaba más.
    —Me lo decía mi padre de pequeña cuando me enfadaba. ¿A quien te he recordado?—su sonrisa se borró de pronto— o sea, si no quieres decírmelo no hace falta, no pretendo ser…
    —A mi novia.
    —¿Tu novia? Nadie me ha contado nada de eso… ¿tenías novia?
    —¿Contado? ¿Qué se supone que dicen de mí?
    —Pues… uff… muchas cosas, pero en resumidas cuentas: Que eres un traidor, un mago oscuro, un Psicópata, un insensible… ¿Sigo?
    —No hace falta.—se revolvió el pelo mirando de nuevo al fuego pero esta vez tristemente.
    —Yo no creo eso.—se sorprendió y me miró.—En los libros de historia se cuenta que tu eras al principio, simpático, bondadoso y leal al rey. Una persona que no dudaba en ayudar al prójimo. Eso de que en un día para otro de pronto te corrompiste, traicionaste y un montón de cosas más que decían y dicen…—no me dejó terminar.
    —Princesa Lea… Dicen la verdad.
    —Puede que si, pero pienso que te pasó algo para que te volvieras asi ¿Por qué ibas a ser durante años de una forma y de pronto de una día para otro una persona totalmente diferente? Lo veo ilógico. Siempre creí que en el fondo seguías siendo bueno y siempre quise demostrarlo pero nunca pude.
    —¿Por qué confías en mi de esa manera? No me conoces, no sabes como soy ¿Y si no hay nada? ¿Y si de verdad perdí la cabeza y traicioné a todo el mundo? Si fuera asi… ¿Qué harías?
    —Nada. Yo seguiré pensando hasta el fin de mis días que te pasó algo en su momento. A no ser que saliera lo contrario de tu propia boca, entonces ya no tendría mas remedio que aceptar la realidad y de aceptar que estaba equivocada.—Nos quedamos en silencio unos minutos. Ya no creo que me dijera nada más asi que me relajé. Si no quería decirme nada, no le iba a obligar.
    —Si que pasó algo…—le miré con sueño, genial, ahora que lo iba a conseguir me estaba durmiendo. Él me miró y sonrió ya que yo luchaba por abrir los ojos pero no lo conseguía ¿Qué me pasaba?—Es un efecto del veneno, no te preocupes. Tu duerme, mañana te sentirás mejor.—Apoyé mi cabeza en su brazo y cerré los ojos haciéndole caso pero es que estaba muy cansada.
    —Buenas noches.—dije en un susurro y no se si me contestó porque me dormí tan rápido que no le llegué a oír.
     
  14.  
    JimenaAlonzo

    JimenaAlonzo Entusiasta

    Acuario
    Miembro desde:
    1 Septiembre 2011
    Mensajes:
    74
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Kirian el guerrero.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    23
     
    Palabras:
    4004
    Capitulo 9.

    Me desperté de golpe y agitadamente viendo que estaba en la tienda de campaña junto con uno de los soldados. Me incorporé y me llevé una mano a la cara para despejarme un poco.
    Era uno de los pocos días que podía dormir con tranquilidad y resulta que había dormido como el culo. Primero me costó lo suyo, luego pesadillas y por último me despertaba cada dos por tres. Que mierda más grande… No hace falta decir quien aparecía en las pesadillas ¿no? Siempre Kirian y Lea, Kirian y Lea… Ahora mismo debía tener unas ojeras que me llegaban hasta el suelo.
    Seguía teniendo sueño pero como vi que los primeros rayos del sol se estaban colando por la tienda pues entonces me levanté y salí cosa que no tendría que haber hecho porque lo primero que vi al salir fue a Lea durmiendo apoyada en Kirian también durmiendo o lo estaba hasta que aparecí yo, ya que levantó la cabeza y me miró. Yo no podía pensar en otra cosa que: ¿Qué hacía Lea durmiendo con Kirian? Me hirvió la sangre.
    —¿Qué te crees que estas haciendo?—Susurré enfadado.
    —Dormir.—Y por encima me venía con esas.— Se quedó dormida aquí y como no quería despertarla pues la dejé ¿Hay algún problema?—susurró con tranquilidad.
    —El problema eres tú. No quiero que te le acerques, no quiero que la toques, no quiero que le sonrías. No quiero que tengas una amistad con ella. Solo quiero que hagas tu trabajo y luego desaparezcas, si no…
    —¿Si no que?—me lo dijo demasiado amenazadoramente cosa que me molestó aun mas.— Eres mucho mas débil que yo, si quisiera te mataría, pero no lo hago por la princesa, asi que dale las gracias porque si no estuviera ella tu estarías muerto de hace rato. No puedes hacerme nada, lo sabes perfectamente, asi que cállate y asimila de una vez que a ella no le gustas, ni le gustaras. Ponerte celoso y actuar de esa forma para lo único que te va a servir es para distanciarte más de ella, si es lo que quieres adelante sigue pero te voy a dar un consejo: Nunca te enamores de alguien de la realeza o cercano a ella.
    —No quiero nada de ti y si te crees que no te puedo matar lo llevas claro. No sabes lo que puedo llegar a hacer.
    —Inténtalo.—nos miramos a los ojos— A ver quien muere antes.—le aparté la mirada y me alejé de él.
    —Yo no soy el que ha estado 60 años encerrado dentro de una roca—dije sin darme la vuelta pero él no dijo nada.



    Que feliz me sentía. Hacía tiempo que no sentía esta felicidad que me embargaba y era todo gracias a Kirian. Había hablado con él, casi descubro lo que quería saber desde pequeña y había dormido junto a él. Estaba contenta.
    Lo que no sabía era lo que pensaba Kirian ya que desde que salimos a parte de los buenos días no me volvió a hablar a pesar de que iba muy cerca de mí siempre protegiéndome. Aunque claro… me protegía por su propio bien ya que si yo moría él también… pero eso no me iba a desgraciar el día, no, hoy estaba contenta y eso nadie iba a quitármelo.
    Bueno había uno que si me la podría quitar y con facilidad. Ese uno era Zair, que si antes estaba mal conmigo por que si, ahora ni me miraba. Estaba decidida a hablar con el hoy, si o si.
    Alguien me rozó de pronto el brazo y para mi sorpresa vi que era Kirian que aunque miraba al frente esta sonriendo.En serio... ¿La conversación de ayer le había cambiado? ¿O era mi imaginación? No lo sabía pero yo también sonreí.
    —Al final ayer nos quedamos por la mitad en la conversación.—susurré inclinándome hacia él.
    —Te estabas durmiendo.—hizo lo mismo que yo.
    —Ya, por eso la tenemos que retomar… Si quieres.—siguió con su sonrisa.
    —Si…—se pronto se paró en seco quitando esa sonrisa que tanto me gustaba y haciendo que todos nos paráramos también.
    —¿Qué pasa?—pregunté. No me contestó sino que empezo a mirar a todos lados buscando a algo.
    —¿Nos quieres decir que pasa?—dijo Zair bordemente pero ya preparado por si acaso. Kirian tampoco contesto sino que retrocedió dándose la vuelta mirando por todos lados.—Que me contestes—Ahora si miró y lo hizo de una manera que dio miedo, no se como Zair no se hecho para atrás por esa mirada.
    —Magia. Algo complicado para alguien que no la siente ni la entiende.—si las miradas matasen Zair hubiera matado a Kirian y este a Zair hace tiempo. Se dejaron de mirar y todos nosotros miramos a todos lados. La verdad que yo no sentía nada y eso que supuestamente había hecho magia para liberar a Kirian, ya que no es solo aprenderse todo ese párrafo sino tener magia también dentro de ti que pueda activar ese hechizo, si no tienes de nada te sirve recitarlo.
    De pronto del suelo asi sin más y pillándonos a todos por sorpresa, una raíz salió golpeando a los tres soldados. A Zair no porque se agacho esquivándolo y cortó la rama pero de ese corte creció otra rápidamente que cogió a Zair apresándolo, lo levantó en al aire pero este con su espada volvió a cortarla cayendo de pie en el suelo.
    Salieron más raíces del suelo, tantas que me tuve que echar hacia atrás. Kirian empezó a cortar raíces como Zair pero este en un descuidado una de ellas le golpeó dándole contra un árbol.
    —¡Zair!—quise correr hacia él pero entonces salieron de debajo mia más y me atraparon atándome de pies, manos y cuerpo, solo dejando visible la parte de arriba y mi cabeza. Intenté zafarme pero era imposible y cuanto más movía más apretaba.—¡Kirian, ayúdame!—me miró de reojo e intento venir hacia mi pero las raíces no le dejaban.
    —¡Lea!—gritó Zair levantándose como podía pero una rama le envolvió y lo ató contra el árbol.
    —¡PARA!—gritó Kirian con todas sus fuerzas a la misma vez que de su mano salió una luz que lo inundó todo. Las raíces pararon pero las que me cogían no se fueron.— ¡Sea quien sea quien este haciendo esto, más le vale que se detenga si no quiere morir!—gritoóde nuevo caminando hacia mi pero no hubo respuesta.—¡Ella no es quien buscas!—se subió a una de las raíces y me tocó la cara. Volví a sentir la misma descarga eléctrica que sentí cuando en su momento toqué el monolito. Kirian se bajó y volvió a mirar al frente.— ¡Yo soy la verdadera razón de que estés aquí!—abrió los brazos. Solo tuvimos que esperar unos segundos para que una persona apareciera de entre unos arbustos. Tenía una capa asi que no se veía como es, solo me di cuenta de que era una mujer cuando habló.
    —Tu… ¡¿Qué estas haciendo vagando libre por este mundo?! ¡Deberías estar encerrado! Cobarde…
    —¡La cobarde eres tu por escudarte en animales y plantas y no luchar cara a cara!
    —Puede que si pero yo no voy escondiendo mi magia en otras personas. ¡No has cambiado nada! ¡Tu corazón sigue teniendo la misma oscuridad que hace 60 años!—me miró a mi y me soltó dejándome en el suelo con delicadeza—No deberías andar con él, es peligroso, acabara haciendo daño a todo el mundo. Deshaz ese hechizo cuanto antes.—dicho eso se esfumó dejando una brisa de aire que me llegó a la cara y que olía a flores. Entonces las raíces que quedaban desaparecieron dejando libre tanto a Zair como a los otros soldados.
    Vi que Zair venía hacia mi con paso ligero pero no, en realidad fue hacia Kirian dándole un empujón echándole unos pasos hacia atrás.
    —¡¿Has escondido tu magia en Lea?! ¡Cobarde de mierda! ¡¿Qué habría pasado si esa magia no le hubiera sentado bien a ella?! ¡¿Eh?!
    —¡Espera Zair! ¿De que hablas?—me pusé en medio de ellos dos por si acaso que ahora que me daba cuenta los dos me llevaban una cabeza.
    —¡¿No has escuchado a la bruja?! ¡Escondió tu magia en ti para no ser descubierto! ¡Te dije que no podíamos confiar en eé! ¡Sabía que acabaría haciéndote daño!
    —Si no lo ha hecho.
    —Por suerte pero lo acabará haciendo.—miró a Kirian con furia.
    —Yo no he escondido mi magia en nadie.
    —¡¿Ah no?! ¡¿Me vas a negar lo que he visto?!
    —Desde que fui liberado sentí que me faltaba parte de mi magia. Lo ignoré porque pensé que sería de estar tanto tiempo encerrado, pero pasaban las horas y los días y no volvía. Luego me di cuenta que de ella emanaba una energía que me sonaba y cuando ahora he visto que esa bruja la atacaba a ella me di cuenta que esa magia que me faltaba la tenía la princesa. Por eso la he tocado para recuperarla y poder salvaros el culo a todos. Asi que ya me puedes ir dando las gracias.
    —¡¿Esperas a que me creas eso?! ¡¿Esperas que me crea que Lea te ha quitado tu magia?!
    —No espero que creas nada, yo solo he dicho lo que ha pasado. Es más, me importa una mierda si lo crees o no.—antes de que Zair saltara de nuevo y se matasen mutuamente literalmente salté yo.
    —Kirian tiene razón.—Zair me miró con sorpresa y decepción a la misma vez.—Cuando toqué el monolito sentí una descarga eléctrica y cuando me ha tocado Kirian la volví a sentir. Supongo que le quité parte de su magia sin querer.
    —¿Te estas poniendo de parte de él?
    —No me estoy poniendo de parte de nadie, solo digo lo que he sentido. ¿Qué te pasa últimamente?
    —¿Qué me pasa? ¡Él es lo que me pasa! ¿Has escuchado a la bruja? Dijo que deshicieras el hechizo, y si lo dijo ella será por algo.
    —No pienso deshacer nada, ahora que hemos llegado tan lejos no. No quiero que la muerte de los que nos han dejado sea en vano. Llegaremos al reino con Kirian y no se hable más. Me da igual lo que pienses de él.—nos quedamos en silencio. Zair había cambiado su mirada, ahora era triste.
    —Luego no digas que no te lo advertí.—me dijo con una voz ahogada para luego darse la vuelta.— ¡Vámonos!—les dijo a los soldados los cuales le siguieron.
    Miré al suelo con tristeza. No quería ver asi a Zair, no quería que se enfadara ni gritara pero cada vez que hablabamos, más nos distanciamos.
    —¿Vamos?—me preguntó Kirian a la vez que me ofrecía su mano. La miré por unos segundos y luego se la cogí con timidez pero él me la apretó en un intento, supongo, de darme ánimos. Le sonreí como pude y seguimos a los demás.
    Creí que Kirian soltaría el agarre pero no lo hizo cosa que me gusto mucho e hizo que no siguiera pensando en Zair.




    Había pasado una semana desde que los tres soldados de Heraclio consiguieron escapar del templo donde había estado Kirian encerrado 60 años. La única diferencia es que ya no eran tres sino dos y además muy heridos.
    Ya estaban llegando en el único caballo que le quedaban a las puertas de su reino, las cuales se abrieron dejándoles paso enseguida. Cabalgaron hasta palacio y una vez allí entraron en él. Heraclio les esperaba con impaciencia.
    Claro, este se esperaba que regresaran más de dos soldados y que lo hicieran con Kirian. Cuando vio que solo eran dos, muy heridos y sin el susodicho esa felicidad que tenia en su interior se esfumó completamente.
    Los dos soldados se arrodillaron como pudieron.
    —¡¿Dónde esta?!—preguntó enfadado Heraclio.
    —Majestad es que tuvimos problemas…—empezó el menos herido.
    —¡No quiero saber vuestros problemas! ¡Quiero saber donde esta Kirian!
    —La princesa Lea lo despertó primero—dijo él otro con esfuerzo.
    —Intentamos matarla pero no se porque Kirian la obedeció y nos venció a todos en cuestión de segundos, nosotros pudimos escapar y les adelantamos usando caballos.
    —¿Me estáis diciendo que Kirian obedece a la princesa?
    —Si, su majestad.
    —No debe de tener otra—saltó de pronto Eloy con una sonrisa en la cara, cosa que no le gusto a Heraclio— ¿Tenia un tatuaje negro en algún sitio?
    —Si, tanto la princesa como él.—su sonrisa se amplió.
    —¿Qué pasa?—dijo bordemente el rey.
    —Es un hechizo de conexión. Si le pasa algo a la princesa entonces Kirian volverá a ser encerrado automáticamente, por eso no puede hacer nada ya que si la mata, él lo paga y si no obedece también ya que la princesa puede deshacer el hechizo cuando quiera.
    —Quita esa sonrisa de la cara, esto no ha cambiado nuestro objetivo solo ha cambiado un poco de forma.—miró de nuevo a los soldados— debería mataros por no cumplir una misión tan sencilla pero os perdono por llegar hasta aqui y decírmelo antes.—los dos soldados suspiraron ya tranquilos.— Podéis retiraros.—los dos hicieron una reverencia y se fueron.
    —¿Y ahora que hacemos, su majestad?—preguntó Eloy todavía con la sonrisa.
    —He dicho que quites esa sonrisa—Eloy la quitó, no tenia ganas de que Heraclio se enfadara más— ¿Cuánto crees que tardaran en llegar?
    —Si me das una hora te lo digo.
    —En cuanto lo sepas me lo dices. Vamos a ir a hacer una visita al reino de Arón.
    —Como usted ordene—hizo una reverencia y salió del palacio. Era obvio que esto le gustaba más que el anterior plan de Heraclio. Solo de saber que tenia que luchar contra Kirian se le ponían los vellos de punta de la excitación. Al final iba a hacer lo que él quería desde el principio. Venganza.




    —¡Majestad!—entró gritando John, uno de los mejores soldados de Arón, a la sala del trono un poco nervioso.
    —¿Qué es lo que ocurre?—preguntó el rey ante la inesperada entrada del soldado.
    —Los soldados de Heraclio están tomando posiciones cerca de aquí, majestad.
    —¿Otra vez? Preparaos para la batalla entonces.
    —Es que esta vez es un poco diferente. No se dirigen hacia aquí, se han puesto mirando hacia el bosque.
    —¿El bosque?— El rey se dio cuenta enseguida de lo que se proponía Heraclio y si no actuaba rápido entonces Lea moriría.— ¡Llama a todos los soldados que puedas y dirígete hacia allí!
    —¿Les vamos a atacar?
    —Si, deprisa. Mi hija esta en peligro.
    —A sus ordenes majestad.—hizo una reverencia y salió corriendo dejando al rey muy preocupado, tanto que fue a cambiarse a su habitación para echar un vistazo hacia donde se libraría la batalla.




    ¿Cuándo se iba a acabar este bosque? Ya llevábamos días caminando por él y parecía que no se terminaba nunca… además quería llegar ya a palacio, esto ya era un suplicio para mi, porque si no me cansaba me peleaba con Zair, esa era mi rutina. Por eso quería llegar ya, para desconectar de todo lo que había pasado y para ver a mis padres de nuevo que seguro que tenían que estar preocupados.
    Ahora estábamos caminando en silencio, solo se escuchaba el piar de los pájaros y el sonido del viento al pasar entre los arboles. La verdad es que era reconfortante, si hubiera sido asi todo el camino no me quejaría tanto.
    Por cierto las cosas con Kirian seguían igual, no habíamos retomado esa conversación pendiente en ningún momento pero es que tampoco era la ocasión.
    Yo iba la segunda detrás de Zair y al lado de Kirian el cual de pronto miró un poco hacia arriba aprovechando que los arboles se abrían un poco y dejaban ver el cielo.
    —Mira—me dijo señalando con la cabeza. Todos miramos—Un poco más lejos se veía el reino, mi reino. Ya habíamos llegado.
    —¡Si! ¡Hemos llegado!—dije contenta acelerando el paso.
    —No te alejes…—dijo Zair con una voz tranquila y sonriendo por primera vez en días. Le hice caso y volví al lado de Kirian.—Ahora vas a conocer a mi padre.—le dije sonriendo.
    —Eh si, pero… ¿Qué es lo que tengo que hacer exactamente?—él sabóa lo del arma cosa que me ponía nerviosa porque no tenia ni idea de como iba a reaccionar si la llegaba a ver. La verdad que todos nos pusimos un poco tensos ante la pregunta incluida yo.
    —Eso… solo lo sabe mi padre. Lo único que tienes que hacer es obedecerle.
    —Entendido.—seguro que notó nuestra tensión e inseguridad pero no dijo nada. Supongo que estaría acostumbrado o por lo menos se habrá hecho al cuerpo de que esto era lo más normal que le pasaría. No creo que pensara que al pasar 60 años la gente lo vería de otra forma, al revés, seguramente cuando entremos en el reino las personas lo miraran con miedo y rechazo, sobre todo miedo.
    El caso es que seguimos caminando, ya veía hasta la salida, el bosque por fin se acababa, cosa que, ahora que me daba cuenta era imposible. ¿Cómo habíamos llegado a parar al bosque de frente del reino? Supongo que fue la magia de la bruja porque otra explicación no le veía.
    Me dejé llevar por la felicidad y salí corriendo hacia la luz. Esa felicidad se convirtió en sorpresa y después miedo al ver lo que había delante de mis ojos al salir del bosque.
    Se veía el reino si, pero mucho antes y cortándonos el paso había cientos de soldados de Heraclio. ¿Qué estaban haciendo aquí? ¿Nos estaban esperando?
    —¡Zair!—grité a la vez que llegaba él y los tres soldados que se quedaron igual que yo al ver toda la gente que había delante nuestra.
    —¡Rendíos y entregarnos a la princesa!—dijo supongo que el general, yo no lo conocía.
    —¡Antes muerto!—gritó Zair adelantándose un poco.
    —¡No podéis contra todos nosotros! Si eres algo inteligente harás lo que yo te diga y me la entregarás.
    —Te he dicho que antes muerto.—dijo sacando su espada.
    —Pues muy bien, moriréis todos entonces.—nos quedamos quietos en silencio. ¿Qué hacían que no atacaban? Aunque bueno, si no atacan mejor pero ¿Qué pasaba?
    Escuché un zumbido extraño.
    —¡Lea!—grito Zair— Miré hacia un lado, una flecha venia directa hacia mi cabeza. Se paroóa centímetros de mi cara ya que apareció Kirian y la cogií al aire a tiempo. Parecía enfadado.
    Partió la flecha y se adelantó con esa mirada que asustaba haciendo que todos los soldados se sorprendieran y dudaran en atacar.
    —¡¿Qué estáis haciendo?! ¡Atacarle! ¡Aunque sea Kirian es solo uno contra 200!—los primeros soldados de la fila ante esas palabras se abalanzaron contra nosotros pero entonces Kirian sacó su lanza, la giró y segundos después hizo un movimiento cortando el aire.
    Ese movimiento levantó un viento enorme que hecho hacia atrás a todos los soldados que venían corriendo, cortando hasta a algunos. Increíble.
    —Veo que vuestro nivel también ha bajado con los años.—dijo Kirian con burla y a la vez desprecio.
    —Es imposible que tu solo venzcas a todos.
    —Inténtalo.—ahora todos los soldados fueron hacia nosotros. Esta vez Kirian peleó espada contra espada al igual que Zair y los tres soldados. A mi me dejaron atrás intentando que nadie se acercara a mi pero solo era cuestión de tiempo ya que eran demasiados. Por Kirian nos estaba preocupada pero si por Zair y los otros tres. Los veía cansados y les costaba luchar.
    De pronto alguien por la espalda me cogió tapándome la boca para que no gritara y apretándome contra él. Me acordé de ese día asi que me revolví como pude pero el que me estaba agarrando tenía mucha, mucha fuerza. ¿De donde había salido? ¿Estaba escondido de antes entre los árboles?
    —Shh, Shh, princesa. Estate quieta y escucha bien lo que te digo.—me susurró cerca del oído. Tenií una voz amenazadora parecida a la de Kirian y esta vez si podía sentir magia, la que tenía él dentro de si.— Quiero que deshagas el hechizo.—me soltó tirándome al suelo. Entonces me di la vuelta viendo como era.
    Un hombre de la apariencia de Kirian, tanto de edad como físicamente. Su color de cabello era igual que el mio pero en corto y tenía una barba de unos pocos días. Estas típicas que hacen aparecer a los hombres sexys pues esa. Lo cierto es que me sonaba.
    —No pienso deshacer el hechizo.
    —Princesa… estoy siendo bueno y te estoy dando una oportunidad de vivir pidiéndote eso. No hagas que te mate, con lo guapa que eres sería una pena.—me levanté del suelo intentando alejarme de él.
    —No pienso deshacerlo.
    —Que cabezota… te pareces a tu bisabuelo…—¿Qué?
    —¿Quién eres tu?
    —¿No lo sabes?—sonrió de una forma que no me gustó nada.— ¿Te suena el nombre de Eloy?—me quedé blanca del pánico que me entró en el cuerpo de pronto. No puede ser ¿no? Eloy, ese Eloy esta muerto. Lo mató Kirian hace 60 años. Es imposible que este aquí, delante mía. ¿O no?
    Salí corriendo sin pensármelo pero de pronto apareció delante de mi con su espada desenfundada y yendo directa hacia mi. Me paré pero no me daría tiempo a esquivar ese ataque, me daría. Pues no.
    De nuevo, otra vez, por milésima vez o más… alguien paró ese golpe por mi y esta vez no fue con otra espada si no que esa persona interpuso su cuerpo recibiendo el daño. Me sorprendí porque no pensé que el llegara a sacrificarse por mi de esa manera.
    Vi sangre salpicando por todos lados, me dio hasta mí, y la espada de un sorprendido Eloy, también llena de ella.
    —¡KIRIAN!—grité con miedo viendo como caía de rodillas con una herida enorme en el pecho.
     
  15.  
    JimenaAlonzo

    JimenaAlonzo Entusiasta

    Acuario
    Miembro desde:
    1 Septiembre 2011
    Mensajes:
    74
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Kirian el guerrero.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    23
     
    Palabras:
    3646
    Capitulo 10.

    En cuanto Eloy vio a Kirian aparecer de esa manera salvando a la princesa Lea, no pudo reprimirse las ganas de ir a luchar pero una mano le paró. para ser precisos la mano de Heraclio, quien no le dejó salir de su escondite. Este al verse detenido se giró con enfado cosa que molestó al rey. No se lo pensó mucho y le golpeó en la cara.
    —Te he dicho que me respetes, imbécil.—Eloy no tuvo mas remedio que callarse y aguantarse.—Vas a ir, pero a por ella. Mátala. Como no me obedezcas volverás a estar muerto al instante.—le hizo una seña para que se fuera. Eloy corrió con rabia dentro de él hacia la princesa.
    Al principio pensó en ser bueno y darle una oportunidad pero en cuanto vio que no cedía no tuvo más remedio que matarla o eso intento ya que cuando le iba a dar Kirian se puso en medio recibiendo el golpe para sorpresa suya. Cayó de rodillas con una herida enorme en su pecho. Eloy sonrió y entonces fue cuando no se pudo resistir, ahora le daba igual que Heraclio lo matara.




    —¡KIRIAN!—grité al ver toda la sangre que se esparció y a Kirian de rodillas en el suelo. Tenía un miedo irracional en el cuerpo, un miedo que no me permitía moverme pero si llorar aunque no lo hice a pesar de las ganas que tenía. Y todo porque estaba enamorada.
    A pesar de esa herida que hundiría a cualquiera Kirian se quiso levantar pero una patada de Eloy en su cara se lo impidió; hizo lo contrario tumbarle de espaldas al suelo. Desde que lo liberé lo había visto luchar un montón de veces sin despeinarse y ahora era la primera vez que lo veía tan indefenso y todo por mi culpa.
    Eloy sonrió con ganas, una sonrisa muy diferente a la de Kirian.
    —Que estúpido eres… ¿Eso es lo que se te ocurre? ¿Ponerte en medio?—se rio.— Esos 60 años no te han sentado bien, viejo amigo.
    —No me llames amigo—dijo entre dientes intentado de nuevo levantándose ¿Cómo podía?— Eres un puto traidor.
    —¿Yo? Perdón pero yo no fui a quien se le fue la cabeza e intento activar el arma.—Kirian no dijo nada, creo que estaba concentrado en no perder el conocimiento. Vi que sonreía.
    —Cuando me levante ya puedes correr si no quieres morir por segunda vez bajo mi espada.—ante esa provocación Eloy le volvió a dar otra patada en el costado tumbándolo. Empezó a golpearle donde pillaba sin darle un respiro.
    —No te atrevas a hablarme asi.—le decía mientras le golpeaba— ¿has visto los libros de historia? Hablan muy mal de ti— se rio.—Dicen que eres un traidor pero es que si no dijeran eso ¿Qué iban a decir? Lo que no me gusta es que me pongan a mi como un débil que murió ante ti ¿Sabes? Asi que…—paró de golpearle, dejándole ahí con la respiración agitada y con cara de dolor. Sacó su espada— para cambiar eso, te voy a matar y asi podre descansar en paz.—le clavó la espada en un hombro haciendo que Kirian gritara de dolor. Yo por acto reflejo me tapé las orejas. Aunque quisiera ir a ayudarle lo único que haría era retrasar unos segundos lo inevitable ya que yo no podía hacer nada contra Eloy. Este se arrodilló encima de Kirian cogiéndole del cuello todavía con la espada en su hombro.— En realidad me hubiera gustado luchar contigo de nuevo y vencerte en mejores condiciones pero… no ha podido ser. Esta vez las tornas han cambiado. Amigo.—sonrió con burla y arrogancia.
    Eloy apretaba su cuello impidiéndole respirar. Sacó su espada y se la acercó al cuello y justo cuando creí que iba a cortar de pronto Eloy se agarró el pecho con dolor soltando la espada y a Kirian, alejándose de él y mirando con esfuerzo hacia los arboles. ¿Qué le pasaba?—¡No!—gritó de pronto.— ¡Todavía no!—respiraba con dificultad.
    De pronto me miró serio, parecía que se le estaba pasando. Cogió su espada y fue hacia mi. Yo retrocedí.
    —No temas princesa, va a pasar rápido, ni te enteraras.
    —¡No! ¡Déjala!—dijo Kirian intentado levantarse de nuevo. ¿Cómo puede hacer eso?
    Eloy le miró girando la cabeza y yo también le miraba. ¿Me iba a proteger hasta al final? ¿Por qué? De pronto Eloy se enfadó aun más.
    —¡¿Otra vez Kirian?! ¡¿Es que no aprendes nunca?! ¡¿Vas a cometer el mismo error que hace 60 años?! ¡¿Por qué te crees que pasó todo eso?! ¡Por tu culpa! ¡Tuve que hacerlo por tu bien! Y ahora…—me miró muy enfadado— voy a hacer lo mismo.
    —¡No! ¡Princesa, corre!—No entendía nada pero no dude en hacerle caso a Kirian aunque para nada porque igual que hizo Kirian cuando el mono supuestamente le atravesó el pecho, desaparecer y aparecer, Eloy hizo lo mismo pero apareciendo delante de mi, igual que antes. Volví a retroceder.
    —Sé que es tarde… ya es muy tarde…
    —¿Tarde de que?—pregunté con un débil hilo de voz. No me contestó simplemente alzó la espada contra mí. No me dio porque me aparté hacia un lado rápidamente para sorpresa de ellos dos. Cogí la espada de Kirian y me puse en guardia haciendo que Eloy se riera.
    —No voy a permitir que mates ni a Kirian, ni a mi, ni a nadie.
    —Ah pero que es mutuo—dijo mirando a Kirian de reojo.
    —¿El que?
    —Con más razón…—levantó su espada chocando contra la mia haciendo que saliera volando. Volví a retroceder. Que fuerza tan grande tenia. Me cogió del cuello muy rápido como a Kirian minutos antes pero antes de que si quiera hiciera fuerza tuvo que quitar el brazo sino la flecha que se acababa de hincar en el suelo le hubiera dado a él.
    Miramos los tres. Ahí venia mi salvación: El ejercito de mi padre, y menos mal que venia ya que tanto Zair como los otros tres soldados estaban a punto de perder.
    Eloy de pronto me empujó y dándole una patada a Zair de nuevo en la cara tumbándolo se fue corriendo. ¿Estaba huyendo? Me dio igual, enseguida fui hacia Kirian que estaba entre la consciencia y la inconsciencia.
    —¡Kirian! ¡Kirian!—le llamaba pero estaba en su mundo intentando moverse hasta que no pudo más y se derrumboó— ¡Kirian!—grité alarmada. Sé que estaba vivo porque veía como respiraba pero tenia que curarlo pronto. Asi que como pude le cogí y empecé a arrastrarlo. En seguida paré, no podía yo sola pero entonces una mano amiga me ayudo.—Zair…
    —Vamos, no hay tiempo que perder.—dijo colocándoselo a caballito.
    —Pero tú también estás herido.
    —Él está peor pero no se si vamos a poder aguantar hasta palacio.
    —Conozco un sitio que esta más cerca.—me miró pero no preguntó simplemente me siguió con Kirian a sus espaldas.





    El sitio que tenía pensando y donde fuimos rápidamente evitando la batalla que se libraba era la casa de Margaret que nos recibió antes de que pusiéramos un pie en su parcela. Abrió la puerta y nos dejó pasar.
    Ella y un Kirian inconsciente se encerraron en una habitación pequeña donde había una cama después de que Zair lo dejara en esta. Mientras yo curaba a este en silencio en la habitación contigua, Margaret hacia lo mismo en la otra. Todo en silencio.
    Zair y yo no nos hablamos ni una vez y justo cuando decidí hacerlo la puerta de la casa se abrió dejando paso a mis padres y a unos cuantos soldados. En seguida me abracé a ellos con fuerza y ahí nos quedamos unos minutos. No quería separarme de ellos después de todo lo que había pasado. Pero lo tuve que hacer después de un rato ya que tenían cosas que hacer.
    —Buen trabajo Zair.—le dijo mi padre al susodicho que se encontraba sentado en una silla a medio curar.
    —No merezco eso por parte de usted, majestad. De los cincuenta hombres que partieron solo han quedado tres y…
    —Has protegido a mi hija y las traido de vuelta sana y salva tal y como te pedí, con eso me basta Zair. Gracias.
    —Bueno… tampoco es del todo correc…
    —Tendrías que haberle visto—le interrumpí haciendo que todos me miraran.— Ha peleado y me ha protegido valientemente siempre. Es el mejor general que ha tenido este reino en años.
    —Estoy seguro de ello.—miré a Zair y le sonreí. Estaba un poco desconcertado pero es que se por donde iba a ir y no quiero verle triste por ello. Kirian me habrá protegido pero él también.— ¿Y… Kirian?
    —Está dentro con Margaret.—dije preocupada y quitando la sonrisa.
    —¿Qué le ha pasado?—preguntó esta vez mi madre— creí que era muy fuerte.
    —Y lo es pero…
    Al final después de que me trabara unas cuantas veces por no saber como seguir y escoger las palabras adecuadas termine contando lo que pasó con Kirian desde el principio hasta lo que ha sucedido a penas una media hora. Mis padres se lo tomó bastante bien, con seriedad pero no juzgaron en ningún momento a Kirian y no lo harían hasta que lo vieran. Lo que les preocupó fue lo de Eloy.
    Ahora que lo pensaba, menos mal que llegamos antes a por Kirian porque llegan a liberarlo antes ellos y a parte de que yo ahora estaría muerta, Heraclio sería el rey del mundo sin exagerar. ¿Quién iba a poder contra Eloy y Kirian juntos? Nadie. Sería el fin. Pero como no ha pasado eso, todavía había una oportunidad, todavía podíamos “ganar” si jugábamos bien nuestras cartas.
    Por eso mis padres se fueron de nuevo a palacio para pensar en lo que iban a hacer a partir de ahora, tenían que prepararse ya que Heraclio no se iba a rendir y menos ahora que sabía que Kirian estaba herido. Antes de irse lo único que me dijeron fue que cuando él se despertara y se recuperara lo llevara a palacio para que se presentara ante ellos, asi que se podía decir que yo me quedaría aquí hasta que pasase eso, cosa que me puso feliz.
    En cuanto terminé de curar a Zair, este se fue también a palacio a hacer sus cosas. Por más que le dijera que se quedara a descansar no me hizo caso y al final pues termino yéndose. Por lo menos ya no esta enfadado conmigo que sigo sin saber muy bien porque lo estaba.
    Una hora después Margaret salió con cara de cansada o eso creo. Yo me levanté del sillón y quise entrar pero ella me lo impidió.
    —No. Déjale descansar.
    —¿Esta bien?—ella asintió.
    —Está dormido cosa que le viene bien porque por lo que he sentido lleva sin dormir bien desde que ha sido liberado. Esas pesadillas no le dejan dormir.
    —¿Qué pesadillas?— pregunté confundida ya que no sabía de lo que hablaba. ¿Cómo sabía ella todo eso? —Ninguno de nosotros le ha escuchado ninguno de estos días.
    —Que no le escuches no significa que no las tenga. Si te quieres quedar a dormir en ese cuarto tienes una cama, yo me quedaré vigilándole.
    —Puedo hacerlo yo, no se preocupe.
    —Sé que lo haces con buenas intenciones pero déjame a mí, de verdad.—la miré confundida. Nunca me quiso contestar las preguntas que yo le hacia de él y ahora que está quiere cuidarle. ¿De que va? A pesar de todo le hice caso ya que estaba cansada, muy cansada. Asi que me metí en la cama después de darme una ducha y me quedé dormida casi enseguida.




    Sentía una magia bastante poderosa rodeándome pero me daba igual porque estaba muy cansado y ahora me sentía demasiado bien como para ponerme a luchar contra esa magia, que por cierto me sonaba. Desde que Lea me liberó siempre me sentía mal y con pocas fuerzas, además estaban las pesadillas que en ningún momento me dejaban dormir bien. Ahora que me sentía bien, flotando en la oscuridad sin ningún tipo de peligro, de momento, no iba a desaprovecharlo.
    Las únicas veces que me sentía bien era cuando estaba cerca de Lea, cuando me hablaba o cuando me rozaba, esos momentos hacían que recuperara mi fuerza y la única noche que dormí bastante mejor fue cuando ella durmió conmigo. Asi que poco a poco, sin yo quererlo, me empecé a enamorar de ella. Otra vez la misma historia pero no podía hacer nada, una vez que te pasa algo llamado amor es imposible volver atrás. Otra vez tengo miedo, miedo de que Eloy la mate…
    Por culpa de estos pensamientos me desperté recordando lo que había pasado hace… ¿Cuánto tiempo ha pasado? Ni idea, lo que si se es que cuando abrí los ojos vi que estaba en una habitación pequeña donde los rayos del sol se colaban por la ventana. Hice el intento de incorporarme pero me dolió el pecho asi que tuve que desistir.
    ¿Dónde estaría? Porque esto palacio no es ni de coña, es demasiado pequeño y además la luz del sol no entraba como allí. Entraba por otro lado.
    De pronto la puerta se abrió y lo que vi me sorprendió y siendo sincero me asustó aunque no lo demostré, que va, todo lo contrario, me incorporé poniendo cara de dolor, ya que la herida me dolía lo que no está escrito, e intenté levantarme para hacerle frente pero ella me lo impidió una vez más. Aunque estaba vieja sabía que era ella.

    —Estate quieto desagradecido—me dijo Margaret con un tono de voz muy serio y haciendo un movimiento con la mano en el aire. Sentí una presión muy grande en el cuerpo que me empujó hacia atrás tumbándome de nuevo en la cama y que me impedía moverme. Por más que lo intentase no podía, era como si estuviera atado con cadenas invisibles.
    —Suéltame puta.—dije enfadado y con unas ganas enormes de matarla.—Vas a pagar por lo que me hiciste.—me movía bruscamente o eso intentaba ignorando el dolor del pecho y del hombro. Ella se acercó y poso una mano en mi pecho sin llegar a tocarlo. Creí que me iba a doler pero en vez de eso lo que sentí fue un calorcito asi que miré de reojo. Lo que estaba haciendo era cerrarme la herida que se me había abierto por el movimiento.
    —Vuelve a insultarme y sentirás más que dolor. ¿Entendido?
    —No te tengo miedo.
    —Mentiroso, ahora mismo este asustado porque sabes que te puedo volver a dejar encerrado cuando yo quiera, tal y como hice hace 60 años.—no dije palabra. Tenía razón.—Lo que hice en ese tiempo lo hice por tu bien y el de todo este mundo.
    —¿Por mi bien? Me dejaste encerrado en un espacio vacío sin que yo pudiera hacer nada, quieto y viendo como pasaba el tiempo, queriendo morir en queda instante y no pudiendo hacerlo—lo dije con furia mal contenida— Pidiendo ayuda en momentos desesperados en vano… ¿Y dices que lo hiciste por mi bien? Vete al infierno maldita bruja—de pronto sentí una descarga eléctrica súper intensa que me recorrió por dentro, no grité y no por que no quise sino por que Margaret me lo impidió con su magia.
    Cuando paró que no fue mucho tiempo, me quedé con los ojos cerrados y la respiración agitada en la cama. Ella se alejó un poco de mi.
    —Te lo he advertido pero parece que tu nunca aprendes.—seguía sin poder moverme. Ya me estaba hartando de todo.
    — ¿Porque no me matas? Sería todo más fácil.—dije casi en un susurro de lo cansado que me había quedado.
    —Porque este reino te necesita si no ahora mismo estarías de nuevo encerrado.
    —Te advierto que en cuanto tenga la oportunidad…
    —¿Qué vas a hacer?—preguntó de pronto y sin que me lo esperase la princesa entrando en la habitación con una expresión seria y llena de miedo. Me quedé sin aliento ¿Habría visto y escuchado todo? Esperaba que no aunque por su expresion seguramente si… Mierda, ella era la última persona que quería que escuchara esto…— Contéstame.—era la primera vez que me hablaba asi.— Acaba la frase.
    —En cuanto tenga la oportunidad te mataré.- en realidad no era eso lo que iba a decir pero era lo primero que se me ocurrió y menos fuerte de lo que iba a decir en realidad. Lea se entristeció y miró a Margaret.
    —Siento que haya resultado asi. Me voy a palacio en cuanto esté bien avísame ¿vale?—se dio la vuelta y entonces sentí que si salía de aquí, si no hacía algo para detenerla la perdería para siempre. Y aunque la conocía de hace poco no quería eso. Si ya tenía este sentimiento no podía hacer nada por quitármelo asi que me rendiría ante él como siempre.
    —¡Espera!—dije con suplica, cosa que ignoré. Ella se paró en la salida.— No te vayas, quédate, por favor.—Vi que Margaret me miraba con sorpresa.—Lo siento, no tengo excusa pero no te vayas.—se dio la vuelta, sé que estaba sorprendida ya que en ningún momento desde que la conocí le hablé asi.
    —Kirian, lo siento pero…
    —Te lo pido por favor. —Lea miró a Margaret y segundos después entró de nuevo. Sonreí con alivio —Gracias.—me volví a relajar a pesar de que todavía no me podía mover.
    —¿Podrías deshacer la magia?—le preguntó a Margaret sonriendo. Ella le devolvió la sonrisa con amabilidad y sin hacer un movimiento me liberó. Lo sé porque dejé de sentir esa presión en mi cuerpo. Lo agradecí internamente ya que me costaba hasta respirar. Me incorporé como pude apoyándome en el cabecero de la cama, fue cuando me di cuenta de que no tenía nada por arriba, sola las vendas que cubrían mis heridas. Lea cogió una silla y se sentó cerca mia pero a una distancia prudencial cosa que me dolió un poco.
    —Princesa Lea, ten cuidado.
    —No te preocupes. Puedes quedarte si quieres.
    —No, tengo cosas que hacer. Estaré fuera unas horas.—se sonrieron y Margaret se marchó dejándonos solos.
    Todo se quedó en silencio porque la verdad es que no sabía ni que decir. Le había dicho que se quedara porque sentí que la perdía y no podría soportar sentir de nuevo ese dolor como la última vez. Que por cierto este sentimiento no impediría que yo hiciera lo que tenia pensado desde que salí de ese sitio.
    Miré a Lea de reojo, ella tampoco me miraba.
    —Es la primera vez que te escuchó hablar asi.—me dijo tomándome un poco por sorpresa. Iba a decir algo pero no me dejó— Antes de que digas nada quiero que me digas una cosa.—la miré a los ojos al igual que ella a mi.— Quiero que me cuentes lo que pasó de verdad.— Me entró un escalofrio en el cuerpo al tener que recordar todo pero se lo contaría. Ya no había vuelta atrás.
    Me miré las manos pensando como empezar. Creo que vio la duda en mí.
    —Empieza por el principio.—la miré y empecé como dijo ella, desde el principio.





    Margaret no tenía nada en contra de Kirian, solo un poco de molestia por lo que intentó hacer hace 60 años y por insultarle en cuanto se vieron después de tanto tiempo. Seguía igual de prepotente, a lo mejor un poco arrepentido y asustado, pero igual que siempre.
    En realidad había dejado su casa para dejar a esos dos solos. Nunca se imaginaría que el gran Kirian se enamorara.
    Eso fue lo que nunca llego a entender, él tenia una vida llena de todo lo que deseara. Era general, era simpático, era fuerte, tenía una familia. Tenía amor en su vida. Nunca entendió porque actuó como actuó. ¿La magia le corrompió? No… ¿entonces que fue lo que paso? Nadie lo sabe excepto él y Eloy.
    —Y a partir de ahora es algo que creo que sabrá Lea también. Solo espero que ese amor que se tienen no acabe en tragedia.
    Siguió caminando al palacio para hablar con el rey de muchas cosas.
     
  16.  
    JimenaAlonzo

    JimenaAlonzo Entusiasta

    Acuario
    Miembro desde:
    1 Septiembre 2011
    Mensajes:
    74
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Kirian el guerrero.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    23
     
    Palabras:
    3019
    Capitulo 11.


    —Tampoco hay mucho que contar que tu no sepas ya—dije mirando mis manos que jugaban con la sabana.-—Todo lo que dicen los libros de historia dicen la verdad. Traicioné este reino y después de matar a Eloy intenté activar el arma. Y no fue un arrebato del momento, ya lo tenía pensado de antes que comenzara esa batalla. Y ten por seguro que lo hubiera hecho si Margaret no me hubiera detenido.
    —Asi que Margaret es “El mago” que te paró… Nunca me lo hubiera imaginado hasta que te escuché hablar con ella. ¿La conocías de antes no?
    —Si, de vista más bien, nunca llegué a hablar con ella. No pensé que fuera tan poderosa hasta que lo experimenté en mis propias carnes. De lo que si me di cuenta era que me miraba extraño sobre todo los dos años anteriores a esa batalla.
    “Se podía decir que era feliz. Lo tenía todo: La confianza del rey, amigos, familia… Tenía a Nydia.—antes de que preguntara nada yo contesté—Si, esa era mi novia. Nunca pensé que me llegaría a enamorar pero lo hice. Lo mantuve en secreto por mucho tiempo y no porque no se me permitiera sino porque no quería ponerla en peligro. Además me gustaba ir a escondidas a su casa. Fueron los dos años más perfectos que recuerdo de mi vida. Fue perfecto hasta que estalló esa enorme guerra por el poder.
    Tenía que concentrarme en las batallas que se libraron y lo hice pero aun asi no me detuvo en pasar el rato con Nydia. A causa de eso yo salía mas herido en las batallas porque no dejaba de pensar en ella y al desconcentrarme yo, lo hacían los demás ya que era el general, los demás tenían que seguirme. Asi que empezamos a perder.
    Un día llegue herido pero no me importó, fui con Nydia. Cuando entré en su casa esta estaba toda revuelta y con sangre por todos lados. Me asusté y empecé a llamarla a gritos buscándola por todas partes"—me quedé en silencio para tragar saliva. Desde que pasó eso intentaba no pensarlo mucho a pesar de las pesadillas asi que contarlo no me gustaba nada de nada
    —¿La encontraste?—preguntó ayudándome un poco.
    —Si. La encontré muerta atada a la cama y todo lleno de sangre.—mantuve mis emociones dentro de mí. Eso había pasado hace mucho tiempo, no tenía porque afectarme, me lo prometí a mi mismo.
    —Lo siento…—susurró cabizbaja.
    —Grité y lloré como nunca lo había hecho. Empecé a tirar todo lo que quedaba en pie no queriendo creer lo que había delante de mis ojos, quise… quise morir en ese instante junto a ella, mentira, lo que quería era cambiar de lugar.
    “Entonces me di cuenta de que ya no tenía arreglo y solo pensé en venganza, en encontrar al… al que hizo eso y matarle hasta que no quedara nada de él. Asi que después de enterrar a Nydia empecé a buscar pistas por todos lados de esa casa hasta que lo encontré. En la pared en una esquina había escrito algo con sangre: Lo he hecho por tu bien, Kirian. No me odies por esto. Firmado: Eloy.—vi como Lea se sorprendía ante eso ¿Quién no? Yo también lo hice en su momento.”
    —¿Fue … Eloy? ¿Por qué?
    —Decía que yo no podía enamorarme, que me desconcentraría y que por eso moriría en una de las batallas y que además a ella no le gustaría que los dos fuéramos los amos del mundo, ya que tenía pensando en activar el arma o algo asi, no lo se, me lo explicó pero yo estaba fuera de mis cabales.
    El caso es que después de leer eso lo busqué por todas partes. No coincidí con él hasta en esa batalla, donde luche con el a muerte ganándole. Me sentí bien matándole, había conseguido lo que quería pero…—silencio de nuevo— Seguía teniendo un vacío aquí—me toqué el pecho—no estaba feliz con eso, quería mas venganza, asi que cuando vi esa arma no me lo pensé dos veces en querer activarla—silencio de nuevo. Sin quererlo estaba temblando pero no sabía si de miedo, rabia o tristeza.”
    —Luego Margaret te encerró.—asentí sin mirarla a los ojos. No sé que pensaría ahora de mi pero al recordar todo eso, volví a sentir ese vacío en mi.—Sabía que eras bueno, sabía que te había pasado algo. Esto lo explica todo.—la miré. Sin darme cuenta se haba cercado mucho a mi y estaba sonriendo.— Menos mal...—sonreí yo también.
    —Y eso es todo. Deberías sentirte privilegiada , esto que te acabo de contar solo lo sabemos Eloy y yo.
    —Oye dime una cosa…—acababa de pasar de mi exageradamente— ¿Cómo te fijaste en Nydia? Porque seguro que había un montón de chicas detrás de ti con lo guapo que eres…—se tapó la boca con las manos sonrojada, esa última parte creo que no tenía intención de decirla. Yo me reí.
    —No se, se puede decir que fue amor a primera vista. Ella siempre se quedaba atrás y no me atosigaba como las demás, se hacia la dura, como tu al principio. Al final terminé hablando con ella y bueno nos gustamos mutuamente.—sonrió de una forma tan peculiar que me sorprendió. ¿Qué significaba esa mirada?
    —¿Te volverías a enamorar?—me preguntó.
    —Creo que… ya lo he hecho.
    —¿Tan rápido? Pero si no has visto todavía a ningún chica del reino…—se dio cuenta de lo que acababa de insinuar y se puso roja. Yo me acerqué a ella un poco más.
    —No me hace falta.—nos quedamos unos segundos mirándonos mutuamente. A lo mejor me había pasado, a lo mejor era demasiado pronto, a lo mejor no me correspondía como yo creía… me empecé a alejar arrepentido pero entonces ella se tiro encima de mi acostándome y sorprendiéndome.
    —¿Estas diciendo que te has enamorado de mi?—yo asentí con la boca abierta de la sorpresa que tenía encima. Como se me insinue mucho asi, encima de mi, no respondía de mis actos. Se me acercó mas.—Pues yo también.—apoyé los brazos en la cama incorporándome un poco y nos besamos.
    Hacía tanto tiempo que no daba un beso asi; con cariño, amor, deseo… Me gustaba tanto este beso y ella. Me volvía loco. Ella buscó profundizarlo y yo le abrí paso a la vez que la rodeaba con mis brazos y me acostaba del todo. No se cuanto tiempo pasamos besándonos asi, degustándonos el uno al otro buscando la calidez de nuestros cuerpos con las manos, pero paré porque me di cuenta de algo.
    —¿Qué pasa?—me preguntó nerviosa.
    —No puedo hacer esto. Tu eres la princesa, si me ven contigo me matan y esta vez para siempre.
    —No se va a enterar nadie—me dijo besándome de nuevo.
    —Eh, eh… Como sigas asi, no voy a poder parar.
    —¿Quién te ha dicho que lo hagas?—me sorprendí.
    —Tu ya…—le señalé entera y ella asintió un poco avergonzada.
    —Y ahora quiero hacerlo contigo.—me besó el cuello con desenfreno haciendo que suspirara. Hacia muchísimo tiempo que no sentía todo esto y ahora me venía multiplicado por cien.
    —Si me matan será tu culpa—dije correspondiéndola y cambiando las tornas. Ahora ella estaba abajo y yo arriba.
    —No te van a matar.
    Sonreí y nos besamos de nuevo y asi nos perdimos en un mar de sensaciones y sentimientos que echaba mucho de menos y con la persona que quería.





    Cuando abrí los ojos y recordé lo que había hecho con Kirian me sentí tan feliz… estaba en las nubes, solo podía pensar en él y en sus besos y caricias. Nunca me había sentido asi de bien, sabiendo que la persona que yo quería me correspondía. Me quedaría asi toda la vida a su lado, pero sabía que de momento eso no era posible asi que aprovecharía este momento.
    Le miré. Estaba dormido abrazado a mi y no parecía que tuviera pesadilla alguna. Asi parecía una persona normal, parecía un chico normal y corriente y no el que era de verdad. Me acerqué a él y le di un beso en la mejilla sin despertarlo. Dios mio me había dado fuerte esto del amor.
    Me di cuenta de que no sabia cuanto tiempo había pasado y me incorporé de golpe ¿Y si Margaret había regresado y nos había visto durmiendo juntos y desnudos? ¿Qué pensaría? ¿Se lo diría a mis padres? Si se lo dice entonces seguramente me separarían de él y yo no quería eso… La casa estaba muy en silencio asi que seguramente no habría vuelto pero de todas maneras estaba intranquila, en cualquier momento podría regresar.
    Decidí levantarme pero Kirian me lo impidió cogiéndome de la cintura y volviendo a acostarme junto a él. Me abrazo fuertemente impidiéndome que me moviera.
    —Quédate.—me dijo aun con los ojos cerrados respirando cerca de mi cuello haciéndome cosquillas.
    —Es que… ¿Y si viene Margaret y nos ve?
    —Si viene me daría cuenta. De todas formas ella no va a decirles nada a tus padres, quiere que todo esto salga bien. Si le dice algo sería por parte mía a ti no te nombraría.
    —¿Por parte tuya?
    —Si. Se ha dado cuenta de que… me gustas. Asi que eso si que se lo dirá ya que puede ser una ventaja.
    —Pero también puede ser un inconveniente.—él asintió a la vez que suspiraba y me daba besos en el cuello, cosa que me encantaba.
    —¿Puedo preguntarte una cosa?
    —Dispara—se rió un poco
    —¿Con quien lo has hecho antes? Pensé que la princesa debía ser pura y esas cosas…
    —¿Pura?—me reí con ganas— Tiene gracia… Yo soy lo contrario a pura—sonrió.—¿De verdad quieres saberlo?
    —Me lo imagino.—le miré girandole la cara alentándole a que me lo dijera— ¿Zair?—asentí.
    —Estuvo bien pero él… no me gusta o por lo menos no le quiero tanto como a ti. Es un sentimiento diferente.—Me dio un beso sin previo aviso que yo acepté con gusto a la vez que le abrazaba por debajo de las sabanas. Lo he dicho antes pero lo digo de nuevo: Me quedaría asi toda la vida.




    —¿Se ha despertado?—preguntó un dudoso rey pensando que movimiento hacer en todo este problema.—Ya ha pasado todo un día.—desde que había entrado Margaret no se podían estar quietos y yo tampoco.
    —No agobies Arón, deja que se recupere, sigue siendo un humano—dijo Linda sonriendo a Margaret que era a quien preguntaba el rey.
    —Es que lo necesitamos.
    —Se ha despertado—esas palabras hicieron que el rey y la reina miraran con sorpresa y expectación, al igual que yo.—Pero todavía no esta en condiciones de luchar.— ¿Se ha despertado?
    —¿Y esta Lea sola con él?—pregunté con nerviosismo, sé que no le iba hacer nada pero la idea de que esos dos estuvieran solos me crispaba. Enseguida me arrepentí de haber hablado asi, sin más delante de los reyes.— Ah lo siento muchísimo su majestad, no tendría que haber hablado asi…—dije inclinándome. La había cagado un poco.
    —No pasa nada—dijo Arón quitándole importancia—¿Crees que es peligroso que esté con ella?
    —Ah pues…— iba a decir que no pero de pronto una idea afloró a mi mente. ¿Y si le decía que si para que los separaran? Claro y yo después la consolaría… Enseguida deseché la idea, era su amigo y eso no se lo podía hacer, seria muy rastrero.—No lo creo.
    —No puede—dijo Margaret de pronto mirándome y lo hacía de una manera extraña como intentando saber que era lo que estaba pensando.— Primero porque como ya hemos dicho si le pasa algo a la princesa él vuelve a quedar encerrado y segunda porque esta enamorado de la princesa—Esa revelación me cayó encima como un jarro de agua fría. ¿Qué Kirian estaba enamorado de ella? ¿En serio? No puede ser… Esto no esta pasando, se debe de estar equivocando, eso es.
    —¿Cómo sabes tu eso?—preguntó Linda.
    —Cuando despertó a la primera que vio fue a mi, como imaginareis no me recibió con los brazos abiertos, es más si hubiera estado bien seguramente habría intentado matarme. Tuvimos una conversación un poco fuerte sobre todo por parte de él, la cual escuchó Lea y me di cuenta de que estaba enamorado cuando ella apareció.
    —Solo por eso no puedes saberlo—dije con enfado pero nadie me dijo nada ya que pensaban lo mismo, seguramente.
    —Kirian es una persona difícil de leer a través de sus expresiones porque se recubre con una coraza invisible impenetrable para los demás. Siempre lo ha hecho y la única vez que la quitó era por una chica, o eso me pareció— ¿Quién seria esa chica? Los libros de historia no mencionan nada de una chica en su vida. Margaret me miró— Dicen que después de la batalla una chica se suicidó y la verdad no se si es verdad, tampoco me puse a averiguarlo, no tenía nada que ver conmigo. Lo que se es que esa coraza cuando apareció Lea se rompió en pedazos. Es como si existiera de verdad y la estuviera viendo.
    Se con toda seguridad que está enamorado de Lea.
    —¿Y eso es una ventaja?—preguntó el rey.
    —Si, pero también puede tener inconvenientes por eso hay que pensar bien como mover las fichas para que esto no acabe en tragedia.
    —¿No lo has visto? Lo que pasara, me refiero…—dijo Linda preocupada.
    —No. El futuro cambia constantemente dependiendo de las decisiones que tomemos y ahora mismo no se sabe lo que pasara, cambia constantemente.
    —Quiero verle—dijo el rey con seriedad.— Que vayan algunos soldados a buscarle.
    —Va a tener que pasar delante de todo el reino, no creo que a la gente le guste que vaya suelto.
    — Si es necesario que le aten las manos y que vaya escoltado pero quiero verle ya. ¿Podrá caminar?
    —Seguramente.
    —Entonces llévate a algunos soldados y tráemelo.—me miró—Zair ve con ella.
    —Si, su majestad.—le hicimos una reverencia y salimos hacia su casita. Esto lo estaba disfrutando y en cuanto lo atara y tuviera que pasar delante de todo el reino lo iba disfrutar más. Sé que estoy pensando y actuando mal pero no lo puedo remediar.
    —El amor a veces nos hacer cosas realmente malas Zair—me dijo de pronto sin mirarme a la cara.— No vayas por ese camino porque al final sufrirás tanto tu como Lea.
    —¿De que estás hablando?—dije como tomándola por loca. Es imposible que se diera cuenta de todo.
    —Lo sabes perfectamente.—no me dijo nada más siguió caminando con tranquilidad. Pero esas palabras no iban a quitarme de la cabeza todo lo que tenía pensando. Lo iba disfrutar y se acabó.





    Estaba en la cocina ya vestida intentado pensar en que hacer de comer ya que yo tenía hambre y seguramente Kirian también. No creo que a Margaret le importase que le cogiera algo de comer.
    —¡¿Qué es lo que quieres?!—pregunté alzando la voz para que Kirian me escuchara.
    —Me da igual—su voz había sonado demasiado cerca asi que me di la vuelta. Ahí estaba apoyado en el marco de la puerta mirando toda la estancia, ya vestido.
    —¿Qué haces aquí? No deberías levantarte.
    —Me curo rápido.—se paseó por la cocina y abrió una puertecita de una estantería. Metió la mano y saco una galleta que se llevó a la boca—No pensé que la vieja esta comiera estas cosas.
    —¡Kirian!—le regañé. El solo me miró.— No la llames vieja.
    —¿No lo es?
    —Entonces tu también eres un viejo.—él asintió con una sonrisa.
    —Me mantengo bien ¿verdad?—me reí y justo cuando iba a decir alguna tontería para escuchar de nuevo su risa de pronto se puso en guardia.
    —¿Qué te pasa?
    —Viene alguien… una, dos… No. Son ocho personas.—me quedé escuchando pero parece que solo se daba cuenta él. ¿Cómo lo hacía? Nos acercamos a la sala principal donde estaba la entrada y justo cuando nos acercábamos a la puerta esta se abrió de golpe dejando paso a Zair, seis soldados y Margaret.
    —El rey quiere verte.—dijo Zair sacando unas pequeñas cuerdas rasposas. Kirian los miraba serios y creí que iba a saltar con alguna bordería hacia Zair pero no, lo que hizo fue juntar sus muñecas y levantarlas.
    —Por supuesto.
     
  17.  
    JimenaAlonzo

    JimenaAlonzo Entusiasta

    Acuario
    Miembro desde:
    1 Septiembre 2011
    Mensajes:
    74
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Kirian el guerrero.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    23
     
    Palabras:
    3069
    Capitulo 12.

    Esto era incomodo para mi, muy incomodo y además no me gustaba nada pero es que me molestaba mucho que la gente del reino se apartara cuando pasábamos nosotros como si tuviéramos la peste o algo asi. Que va, solo teníamos a Kirian.
    Íbamos caminando a palacio con Kirian atado de manos, desarmado, rodeado de soldados y detrás de Zair que no se porque llevaba una sonrisa en la cara desde que llegó a la casa de Margaret que por cierto venía con nosotros.
    Como he dicho toda la gente se apartaba y se quedaba mirando a Kirian de muchas formas, tantas que muchas no sabía ni que pensaban aunque la mayoría era de miedo y rechazo. Hasta vi a Rose que iba con una cesta de la compra que me miró sonriendo pero enseguida se le quitó al ver a Kirian.
    ¿Por qué juzgan sin conocer? Si supieran lo que en realidad pasó seguro que no lo mirarían con esos ojos. Yo sé que Kirian es buena persona.
    Ahora que lo pensaba ¿Qué pensaría Kirian ante esto? Ante el rechazo de la gente. Lo miré. Él estaba serio, tranquilo, mirando al frente todo el rato. Pensé que después de tanto tiempo se quedaría mirando cada detalle del reino pero no lo hacía, supongo que estaría incomodo al fin y al cabo.
    Entonces le vi mirar hacia la izquierda y hasta aminoró un poco el paso, tanto que Zair que tenía uno de los extremos de la cuerda que ataba las muñecas de Kirian, tiró de ella haciendo que anduviera soltando un: “no te pares”. Me volvió a molestar pero Kirian no dijo ni pio, siguió andando volviendo la vista al frente.
    Tuve curiosidad por saber que era lo que estaba mirando asi que yo también lo hice. En esa dirección había una tienda de ropa y una casa bastante vieja, creo que ahora había empezado a vivir gente porque la estaban pintando. ¿Qué tenía de especial eso que había llamado la atención de Kirian? No le di muchas vueltas más porque ya estábamos llegando a palacio, si eso ya le preguntare más tarde.
    Miré hacia arriba intentado ver la torre más alta. Había salido de aquí apenas dos semanas, a lo mejor un poco más, pero a veces lo había pasado tan mal que se me había hecho más largo. Echaba de menos palacio y mi cuarto.
    Esta vez Kirian también lo miró pero con la misma expresión. Que difícil era saber que pensaba cuando se ponía asi.
    Cuando entramos, Margaret me rozó el brazo y me sonrió. Fue una sonrisa de “animo no va a pasar nada” o eso fue lo que pensé. También le sonreí, si ella estaba asi de tranquila y sonriente entonces era que no iba a pasar nada.
    Entramos en la sala el trono donde estaban mis padres sentados en sus respectivos sitios, mi padre serio y mi madre con una medio sonrisa en la cara. Nos paramos y todos los soldados incluido Zair se inclinaron ante mis padres.
    —Aquí esta Kirian, majestad—dijo Zair muy amablemente, como siempre vamos. Mi padre miro al susodicho pero se dirigió a mí.
    —Lea, cariño. ¿Quieres ponerte aquí?—dijo señalando a su lado. Yo le obedecí ya que ese “quieres” era una orden amable, como decía yo siempre. De esas que no pasa nada si las desobedeces pero que es mejor obedecer, no sé si se me entiende pero bueno. En cuanto me puse ahí pude ver la cara de Kirian mejor. Estaba mirando hacia todos lados ensimismado, seguramente ni se habría fijado en mis padres, cosa que le restaba puntos por lo menos por parte de mi padre.
    —¿Tu eres Kirian verdad?—preguntó con amabilidad mi madre. Kirian la miró fijándose por primera vez en mis padres y sonrió enseñando sus blancos dientes.
    —Es un honor conocer a los reyes de este reino.—dijo arrodillándose mirando hacia el suelo y todavía atado de manos. Ante este gesto mi madre sonrió mas ampliamente pero mi padre no.
    —Puedes levantarte.—Kirian obedeció enseguida. Se estaba portando muy bien, no se si fingiendo o no pero mientras siguiera asi me daba igual. Mi padre se levantó y se acercó a él.—Zair desátale ya y los demás retiraos.—Y asi se hizo, Zair lo desató un poco molesto, lo sé, y los demás se marcharon. Kirian se frotó las muñecas.
    —Majestad, se parece mucho a su abuelo.—dijo Kirian con calma.
    —¿Quién te ha dicho que te puedas dirigir a él sin permiso?—protestó Zair un poco enfadado.
    —No pasa nada Zair.—dijo mi padre callándole.
    —¿Me parezco a mi abuelo?—sonrió por primera vez—El rey Jorge… al que tu traicionaste.—Kirian dejó de sonreír y miró al suelo.
    —Supongo…
    —Supones no, lo traicionaste a él junto a todo el reino y casi causas la destrucción del mundo. Entenderás que no confié en ti ¿no?
    —Si majestad.
    —No confio en ti y no lo haré en un futuro. Te hemos liberado para que Heraclio no lo hiciera antes y porque te necesitamos. Harás todo lo que te digamos y estarás en constante vigilancia, como yo vea la mas mínima acción que me haga dudar de ti, vuelves a ser roca ¿Entendido?
    —Entendido, majestad. Haré todo lo que usted me diga.
    —Ya lo veremos…—mi padre se dio la vuelta de nuevo hacia su trono, cuando llegó me sonrió y se sentó.— Por ahora irás a recuperarte del todo a una de las habitaciones, cuando llegue el momento te diré lo que tienes que hacer.
    —Como usted ordene—dijo inclinándose.
    —La habitación que hay al final del pasillo de mi habitación esta libre, puede utilizarla.—sabía que no le iban a dejar quedarse en mi cuarto ni de coña asi que pensé en por lo menos tenerle cerca. Todos me miraron incluido Kirian.
    —No creo que sea buena idea.
    —Venga ya papá ha estado conmigo todo este tiempo, además sabes que no puede hacerme nada. Y tampoco se va a mover de ahí ¿verdad?—le pregunté a él mismo, que me miró de nuevo con esa expresión en la cara que me gustaba tanto, la misma con la que me miró cuando nos despertamos juntos.
    —Por supuesto que no.
    —¿Ves?—dije mirando a mi padre el cual suspiró.
    —Por mi vale.—dijo mi madre sonriendo a Kirian el cual le devolvió la sonrisa pero ya con una expresión diferente. Me acababa de dar cuenta que el cambiaba su expresión cada vez que me miraba a mi. ¿Se darían cuenta los demás o en cambio serían cosas mías?
    —Está bien—dijo al fin mi padre.—Pero no puedes salir de esa habitación bajo ningún concepto.—Kirian asintió.— Vosotros dos—señaló a unos soldados que había en la puerta que enseguida se acercaron— Y Zair, acompañarlo hasta su habitación.
    —Si, majestades—se inclinó y luego miró a Kirian por encima del hombro, se notó a kilómetros.—Vamos.—Zair y los dos soldados empezaron a caminar junto con Kirian hasta salir de esta sala. Yo en ningún momento deje de mirar a Kirian y por eso me di cuenta que miró a Margaret de mala forma, raro es que no le haya hecho nada ya. Luego me miró a mí con una sonrisa y luego al frente.
    —Yo me voy a mi habitación, estoy un poco cansada—dije bajando los dos escalones que habían para sentarse en los tronos.
    —Claro hija descansa—dijo mi madre.
    —Pero ni se te ocurra visitarle.—yo levanté la mano a modo de despedida ignorando lo que me acababa de decir porque si podía te digo yo que lo visitaba. Ya echaba de menos su compañía y todo… si, hasta aquí había llegado mi amor por él. ¿Sentiría él lo mismo?




    En cuanto Lea y los demás abandonaron esa sala, tanto el rey Arón como la reina Linda miraron inmediatamente a Margaret que se tomó su tiempo para hablar ya que estaba mirando hacia la puerta por donde había salido Kirian.
    Después de unos segundos más miro a Arón y a Linda.
    —¿Os habéis dado cuenta?
    —Si—dijeron los dos a la vez.
    —Si que está enamorado de Lea—dijo Linda con una sonrisa.
    —No le veo la gracia—dijo Arón molesto— ¿No podría ser otro el que se enamorara de ella?
    —Que se le va a hacer… el amor es asi.
    —Ya… pues no quiero que pase nada entre los dos ni muerto.
    —Si es que ya no ha pasado—dijo Margaret pensativa.
    —¿Qué quieres decir?—preguntó Arón nervioso.—¿Sabes algo? ¿Ha pasado algo?
    —No lo sé, Arón. Lo que si sé es que tanto Kirian como Lea se miran de forma diferente. Si no a pasado algo, como estén mucho tiempo juntos pasara y si quieres que te de un consejo, no lo permitas.
    —No lo iba a hacer, no me da la gana de que este con un traidor que no se sabe si traicionara de nuevo en cuanto pueda.
    —No lo digo por eso, lo digo porque gane quien gane esta batalla, Lea va a sufrir.
    —Lo has visto… ¿Por culpa de Kirian?
    —Indirectamente si. No sé que es lo que va a pasar exactamente pero Lea va a sufrir sentimentalmente y le tengo mucho cariño como para dejar que eso pase, asi que intentar que no se junten mucho.
    — No hay de que preocuparse. Kirian no va a salir de esa habitación que por cierto va a estar vigilada y Lea no se va a acercar a ella, asi que no hay problema.
    —¿Lo vas a tener toda el día encerrado ahí?-—preguntó Linda.
    —De momento si.
    —Hacer lo que tengáis que hacer pero que no se junten.—dijo Margaret dándose le vuelta para marcharse.
    Le dolía herir asi a Lea, porque sabia perfectamente que sentía algo por Kirian pero si no quería que saliera mal parada de todo esto, tenia que hacerlo. Era mejor asi, sufrir un poco al principio que mucho, mucho al final, ya que lo que vio en esa visión era demasiado desgarrador: Lea llorando como nunca la había visto y Kirian con cara de dolor y miedo mirándola. No sabía mas detalles pero si sabía que era malo, muy malo.




    Un nervioso y enfadado Eloy daba vueltas por la sala del trono esperando que “Su rey” saliera de una vez de “la reunión” a la que a él no le había dejado entrar. Desde que llegaron a palacio después de que casi matara a Kirian el rey se había enfadado tanto con él como con el reino de Arón y la había pagado con Eloy, haciéndole sufrir un poco.
    Eloy no podía hacer nada ya que fue el msimo rey quien le devolvió a la vida asi que no tenía más remedio que obedecerle si no quería acabar muerto de nuevo y antes de tiempo ya que él estaba seguro de que independientemente de como acabara esto acabaría muerto de nuevo y no quería hacerlo sin antes matar a Kirian.
    Había estado investigando que tipo de hechizo era el que había utilizado Heraclio para su despertar pero por más que buscara no encontraba nada y también se había mirado por todo su cuerpo por si tenía alguna marca como Kirian, pero tampoco había encontrado nada. Además Heraclio tampoco tenía ninguna.
    Si tenía pensando traicionar a Heraclio primero tenía que averiguar que tenía que hacer para que este no lo matase antes de tiempo. Y como lo descubriera Heraclio moría, le había humillado demasiado.
    Heraclio salió por fin de esa reunión dando un portazo y Eloy se paró en seco mirándole llevándose un empujón fuerte.
    —Fuera de mi vista, no tengo ganas de hablar contigo.
    —Oye, ¿Qué querías que hiciera? Se me puso en medio no pudo reprimirme.—Heraclio levantó la mano hacia él y Eloy gritó de dolor arrodillándose y cogiéndose el pecho.
    —Te he dicho un montón de veces que me hables como debe de ser. Yo soy tu rey, soy superior a ti y soy el que te ha dado la vida. Me tienes que obedecer siempre, si no…—cerró la mano y Eloy gritó más apoyando la cabeza en el suelo. Su corazón se le encogía y le fallaba.—¿Me has entendido?—no respondió solo seguía en el suelo cogiéndose el pecho y gritando de dolor.— No te escucho…
    —S-Si.
    —No te escucho.
    —¡Si!
    —Te sigo sin escuchar.
    —Si, su majestad… os he.. en-entendido — Heraclio con una sonrisa de satisfacción abrió la mano para alivio de Eloy ya que dejó de sentir ese dolor que le apagaba la vida. Aunque se quedó en el suelo intentando que su respiración volviera a la normalidad y sudando.
    —Eso está mejor. Aunque sigo molesto contigo ya me he quedado mejor.—se encaminó a su trono e hizo una señal con la cabeza a unos soldados lo cuales levantaron a Eloy del suelo sin este poner resistencia ya que estaba muy cansado y lo medio arrastraron cerca del rey.— La próxima vez que cometas un error, mueres.—Los soldados lo soltaron y este cayó de rodillas.
    —Entonces…—dijo todavía con la respiración acelerada— ¿ A quien tengo que matar, majestad?
    —A todo a quien se te ponga por delante. Se donde esta el arma, asi que mientras yo la activo tu me proteges. Es tarde para poner a Kirian de nuestra parte asi que, te doy permiso para matarle.
    —Si, majestad.
    —Que bien te portas cuando quieres ¿Tan difícil era?
    —No, majestad.— A Heraclio le encantaba que un hombre tan fuerte como Eloy fuera sumiso a él de esa manera, lo estaba disfrutando.
    —Retírate, ya te llamaré cuando ataquemos.—Eloy se levantó con esfuerzo e hizo una reverencia. Salió de allí lo más rápido que pudo lleno de furia por dentro. Lo bueno de todo esto es que se había dado cuenta de que el hechizo si dejaba marca y el rey la tenía en la mano, lo que pasa que siempre se la tapaba con un guante sin dedos.
    Cuando lo había sometido hace a penas unos minutos la vio, bueno, más bien sintió la magia. Lo único que tenia que hacer era cortar la mano para ser libre.
    Y seguro que lo haría.





    Después de darme una ducha, cambiarme y descansar en mi cuarto pensé en ir hacia la habitación donde estaba Kirian pero no pude y todo porque había soldados en frente de ella, vigilando. Asi que tuve que darme la vuelta, de todas maneras tenía que ir a cenar, asi que bajé.
    Al principio solo estábamos mis padres y yo pero justo antes de que sirvieran, unos sirvientes pusieron otro plato y cubiertos más al lado de mi. Miré con interrogación a mi padre que sonrió. ¿Sería para Kirian? No. Ilusa de mí.
    Era para Zair que entró después de que mi madre le llamara. Se sentó con un saludo y entonces si sirvieron. Me pareció extraño.
    A ver… Zair había comido muchas veces con nosotros, pero de más pequeño, desde que se convirtió en general nunca lo había hecho, y que ahora de repente mi padre lo sentara a la mesa y por encima al lado mía me parecía raro. De todas formas comimos con tranquilidad, yo apenas hablé, no tenía ganas, solo quería irme con Kirian, abrazarle y besarle. Nada más.
    —Zair, dime—decía mi madre sonriendo como siempre—¿te gusta alguien?—yo me atraganté volviendo a la realidad y Zair casi, él lo disimuló mejor.
    —¿Qué?
    —Venga no seas tímido que nos conocemos de hace mucho tiempo. Dime, dime. Si no de todas maneras me voy a acabar enterando por tu madre que seguro que lo sabe.
    —Ella no sabe nada—dijo con tranquilidad.
    —Eso significa que si hay alguien ¿no?—se sumó a la conversación mi padre interesado. ¿Desde cuando le gustan estos temas? De pronto me vino a la cabeza las intenciones de mis padres. Seguro que querían emparejarme con Zair para separarme de Kirian.
    —Eh bueno… Con vuestro permiso no quisiera decirlo…—dijo nervioso y además estaba rojo de vergüenza. Asi que le gustaba alguien… Menos mal. Aunque me dolía un poco que n ome lo hubiera contado por lo menos mis padres ya no podrían emparejarlo conmigo.
    —Tenemos que saberlo. Como sabes Lea ya tiene 18 años y dentro de muy poco estará reinando aquí. No quería buscarle pareja para que eligiera por si misma pero como no se decide lo hago yo por ella.—le miré sorprendida masticando un trozo de carne—Y he pensado que si no te importa fueras tu su pareja.
    —¿Qué?—dijo sorprendido Zair. Yo por mi parte me atraganté con el trozo de carne tanto que creí que me ahogaba.
    —Seréis los futuros reyes de este reino.
     
  18.  
    JimenaAlonzo

    JimenaAlonzo Entusiasta

    Acuario
    Miembro desde:
    1 Septiembre 2011
    Mensajes:
    74
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Kirian el guerrero.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    23
     
    Palabras:
    3204
    Capitulo 13.

    Desde que empezó ese pequeño discurso ya me lo estaba temiendo, no hacía falta ser muy listo para saber lo que querían mis padres. “Seréis los futuros reyes” ¿Con Zair? A ver… Si no hubiera pasado nada de esto a lo mejor habría intentado quererle porque le tenía cariño, la verdad es que no me hubiera importado, pero ahora no, era tarde. Me había enamorado de Kirian y eso nadie lo iba a cambiar, si fuera necesario me iría con el a cualquier lado, me escaparía solo por estar a su lado. Asi que mi respuesta ante lo que dijeron mis padre fue claramente un:
    —¡No!—dije molesta una vez que tragué la carne que tenía en la boca y con la que casi me ahogo.— ¿Por qué lo decides ahora? Y además por mí.
    —Lea, es lo mejor para este reino, Zair ha demostrado ser leal y te ha protegido un millar de veces, será un buen rey.—este no decía nada, estaba sorprendido mirando a mi padre.
    —Pues yo no quiero. No es justo que decidáis por mí la persona con la que voy a estar el resto de mi vida.
    —A mi me pasó y mira. Estoy feliz de que lo hicieran—dijo mirando a mi madre.
    —He dicho que no.
    —¿Por qué? Zair es muy guapo.—dijo mi madre.
    —He dicho que no.
    —Vas a hacer lo que te digamos—dijo mi padre ya empezando a enfadarse— Aun eres joven y estas bajo nuestras ordenes asi que no tienes otra opción.—exploté.
    —¡No le quiero!—dije señalando a Zair y sorprendiendo a todos.— ¡Y no pienso reinar junto a el!—me levanté de la mesa y me fui dando un portazo sin dar tiempo a que me dijeran algo.






    “No le quiero y no pienso reinar junto a el” Esas palabras para mi me dolieron tanto como si me hubieran clavado un puñal en el corazón. Ya sabía que no le gustaba de antes pero de ahí a decirlo así tan abiertamente me dolía… supongo que aun tenía alguna esperanza pero tras escuchar esas palabras…
    Me quedé mirando el plato, no me atrevía a mirar a la cara a los reyes y no por lo que había dicho Lea sino porque sentía que si lo hacia me pondría a llorar. En la academia te enseñan a no anteponer tus sentimientos en ningún momento, y hasta ahora lo había hecho más o menos bien, pero esta vez… Todo ese autocontrol se iba a ir a pique.
    Me había dolido tanto… No se comparaba a las heridas que me había hecho en las batallas, ni mucho menos. Era peor. Respiré hondo y me decidí a levantarme sin mirarles mucho a la cara.
    —Con vuestro permiso me retiro.—me levanté y me dirigí hacia la salida pero la voz del rey me paró.
    —Espera Zair, lo que ha dicho Lea…—no digas nada por favor…
    —Déjalo Arón. Puedes irte Zair, descansa.—sin darme la vuelta seguí caminando y salí de esa habitación al pasillo. No había nadie asi que me apoyé en la ventana que daba al patio interior de palacio y dejé que mis lágrima cayeran. Y sin hacer ruido lloré por primera vez en meses.
    Supongo que Lea no se había dado cuenta de lo hirientes que habían sido sus palabras, no le podía echar la culpa. Ella estaba enamorada de Kirian, lo sabía desde el principio pero aun asi mantuve esa estúpida esperanza en mí. Había sido mi culpa, había sido un idiota, un estúpido.
    Ahora no podía dejar de llorar pero es que era la única forma de desahogarme que tenía, o no…
    Miré la hora. Eran las 11 de la noche. Ahora la sala de entrenamiento estaría vacía asi que decidí irme hacia allí, a hincharme a hacer ejercicio hasta desfallecer a pelear solo, a correr para no pensar en ella y en este dolor.
    Me encaminé hacia esa sala rápidamente para que nadie me viera asi pero tuve mala suerte ya que en el momento que giré la esquina, Margaret venía por el mismo sitio y me vio de lleno. No dijo nada, ninguno de los dos dijimos nada, solo seguimos nuestros caminos. Se lo agradecí internamente.






    Estaba enfadada, muy enfadada, tanto que en cuanto llegué lo primero que hice fue golpear la almohada con todas mis fuerzas. La golpee, la tiré, la pisé y no grité porque se escucharía mucho que sino lo hubiera hecho seguro.
    ¿Qué se creían mis padres para obligarme a hacer tal cosa como esa? Eso es serio no es algo que se tome a la ligera, están hablando de un compromiso para toda la vida, de estar con Zair por siempre y reinar junto a él. Sinceramente pensando en los últimos acontecimientos no sabía si quería reinar.
    Sé que como les diga eso a mis padres me castigan para toda la vida por lo que el pensamiento de coger a Kirian y escapar, al final no era tanto una locura. Me lo estaba pensando. Yo estaba enamorada de él y no iba a pasar la vida junto a otra persona que no fuera Kirian, no. No le iba a abandonar.
    Me tranquilicé y me tumbé en la cama dejando ya la almohada en paz pensando en Kirian. Quería verle, quería abrazarle, quería besarle, quería estar con él sin que nadie dijera nada, sin obstáculos, pero no podía porque estaba vigilado y si iba los soldados se lo dirían a mis padres y yo quería estar tranquila junto a él.
    Cerré los ojos con fuerza. ¿Por qué todo es tan difícil? Por una vez que pedía algo, que podía ser totalmente feliz mis padres y todo el mundo me lo impedían. No es justo.
    Lo malo era que no sabía que pensaba Kirian. ¿Y si a él no le gustaba tanto como él a mi? ¿Y si solo estaba conmigo porque sabía que yo era la única que puede volver a encerrarle sin esfuerzo? ¿Y si todo era mentira? Tenía miedo, miedo por todo pero aun asi, no podía dejar de pensar en él y en cuanto le quería.
    —Kirian…






    Eran las una y media de la mañana y yo seguía dándole golpes a un saco que colgaba del techo, le golpeaba , le empujaba, le daba patadas. Estaba cansado, sudando y sin camiseta, mi cuerpo pedía a gritos que parara pero yo seguía y seguiría hasta desmayarme.
    —Todavía no es suficiente.—le di un puñetazo haciéndome daño en la mano pero seguí dándole golpes. Me daba igual todo, quería sentir dolor físico para borrar el sentimental de una vez ya que parecía que no quería irse de mi pecho, quería hacerme sufrir.
    Por más que corriera, que golpeara que entrenara, seguía pensando en Lea y en sus palabras. “No le quiero y no pienso reinar junto a él” Me mordí el labio haciéndome sangre y le di una patada tan grande al saco que se rompió la cuerda y cayó al suelo pero yo seguí golpeándolo arrodillándome junto a él.
    —Que se vaya, que se vaya este dolor…—susurré mientras me hacía daño a mi mismo y de paso volví a derramar lagrimas de furia y dolor, todo en uno. Todo esto es culpa de Kirian, si él no hubiera aparecido seguro que hubiera dicho que si, y ahora yo sería el mas feliz del mundo.
    Tanto tiempo queriéndola en secreto, tanto tiempo deseando que sus padre me aceptaran para reinar junto a ella y cuando pasaba resulta que todo se volvía en mi contra.
    —Haciéndote daño a ti mismo no vas a conseguir nada—dijo de pronto Margaret pero yo ni la miré seguía golpeando al saco poco a poco destrozándolo. —¿Me has escuchado?—la volví a ignorar.
    Le di una patada al saco mandándolo contra la pared la cual estaba cerca. La pared… Le di un puñetazo a esta haciendome tanto daño que el dolor me recorrió el brazo entero. Vi como mi sangre resbalaba por ella.
    Respiré hondo y fui a darle otro puñetazo con la otra mano pero entonces sentí que me empujaban fuertemente, tanto que salí despedido hacia un lado encima de una colchoneta. Intenté levantarme pero algo invisible me lo impedía.
    —¿Qué pasa?—pregunté al aire pero entonces me di cuenta de quien había sido: Margaret. Se acercó a mí y se quedó de pie mirándome.
    —Mírate Zair. Tú no eres asi. ¿Desde cuando ahogas tus penas hiriéndote a ti mismo?
    —¡Déjame en paz!—alcé la voz al borde del llanto pero me aguanté, no iba a permitir que me viera llorar.— ¡Es mi cuerpo y hago lo que me de la gana con el! ¡Suéltame!—intenté hacer fuerza pero estaba demasiado cansado y además era imposible que me librara de algo asi.
    — Escúchame chaval. Las cosas no se arreglan asi. Si la quieres lucha por ella, se como siempre, no actúas distinto, se tu mismo. Asi las cosas volverán a ser como antes.
    —Pero yo no quiero que sean como antes…—dije de nuevo llorando y sorprendiéndola. No aguanté más.— Quiero que me acepte y que me quiera como yo a ella, quiero estar a su lado siempre. No quiero ser solo su amigo.—sentí que me soltaba por que la presión desapareció y además pude moverme. Me llevé las manos a la cara tapándomela.
    —Enamorarse es bonito pero cuando te corresponden… Estas cosas pasan Zair pero aunque tú creas que no puedas hacer nada siempre se puede luchar por conseguir lo que quieres. A veces hay que ganarse las cosas pero actuando, no quedándose llorando en las esquinas y castigándose a uno mismo.—la mire incorporándome. Supongo que tenía razón. ¿Desde cuando me daba por vencido yo? Nunca y esta vez no iba a ser diferente, lucharía por Lea aunque eso significara morir.
    —Lo siento.—dije cogiéndome la mano herida que ahora que me estaba relajando me estaba empezando a doler más, como que no la podía mover.
    —No tienes porque disculparte, por lo menos lo has entendido.—me sonrió y alzó su mano mirando la mía herida. Yo dudé unos segundos antes de dársela.
    Me la cogió con sus dos manos y de pronto salió una luz y sentí un calorcito agradable, sumado con que el dolor empezaba a remitir. Después de unos segundos el dolor se quitó y la herida que tenia en la mano desapareció. Me la acababa de curar.
    —Gracias.
    —Anda vete a dormir.—se dio la vuelta yéndose. Yo me levanté con esfuerzo y cogió mi camiseta que estaba tirada en el suelo.— Y mañana no te me quejes si te duele todo el cuerpo. Te vas a aguantar tu solo.—sonreí.
    No, si ya me dolía.






    Abrí los ojos perezosamente y lo primero que vi con una visión un poco borrosa es que había un bulto al lado mía. Me quedé procesando un poco la información que me llegaba a esas horas de la mañana, porque debía ser temprano ya que no llegaba demasiada luz.
    ¿Un bulto al lado mia? Si yo me dormí estando sola y enfadada. ¿Quién ha entrado por la noche y se ha quedado dormido en MI cama? Nadie en los dieciocho años de vida que llevo, rectifico, dieciocho no porque cuando era un bebe dormía con mis padres, pero desde que tenia 6 años nadie había dormido conmigo, nadie. ¿Quién se atrevía ahora? Como fuera Zair por alguna idea de mis padres juro que lo mataba a él, a mis padres y luego me escapaba.
    Abrí los ojos sorprendida por ese bulto cuando ya procesé la información, es que yo por las mañanas soy muy lenta, y lo que vi me sorprendió mas todavía. Era Kirian.
    Ahí estaba el, dormido boca arriba pero con el cuello inclinado ligeramente hacia su izquierda, o sea hacia mi, vestido y con las sabanas por debajo. Sonreí involuntariamente. Era totalmente diferente de cuando estaba despierto. Ahora tenía la cara relajada y no reflejaba esa amenaza que hacía que cualquiera se apartara de su camino. Era tan guapo…
    Un momento. ¿Qué hacía en mi cuarto? ¿No estaba en la habitación del fondo vigilado por soldados? ¿Por qué había salido de su habitación arriesgándose a que lo pillaran solo para dormir aquí? Como no se diera prisa en volver y lo descubrieran se iba a buscar la ruina con mi padre.
    Me incorporé un poco poniéndome de lado y apoyando mi cara en la palma de mi mano me quedé mirando como dormía. Me fijé en su pecho que subía y bajaba con lentitud, su expresión tranquila, sus labios. Nunca pensé que me gustaría tanto alguien y menos que fuera aquel chico del que estaba obsesionada y que vi en una foto un día. El amor es increíble.
    Alcé la mano para tocarle la cara pero paré a centímetros de él. ¿Y si se despertaba? Me entraría una vergüenza enorme… a lo mejor no le gustaba, tampoco sabía muy bien que quería él… En realidad no sabía mucho sobre el, solo lo que paso hace sesenta años. No sabía que le gustaba ni lo que odiaba.
    Vi que se removía un poco asi que quité la mano y me hice la dormida. Sentí movimiento, se acababa de despertar pero enseguida se quedó quieto. Cuando iba a abrir los ojos y ver que estaba haciendo sentí que me acariciaba la cara, reprimí el impulso de sonreír.
    Quitó la mano y segundos después pude sentir su respiración cerca de mi cara. Me toco los labios con los dedos, rodeándolos. Me estaba poniendo nerviosa y además me estaba impacientando pero enseguida ese beso llego. Fue un beso suave de unos segundos pero que me encantó.
    Se separó de mí y de nuevo sentí movimiento asi que abrí los ojos. Lo vi sentado en la cama de espaldas a mi ¿se iba a ir? Ah no. Me tiré hacia él y le abracé por detrás rodeándole por la cintura y pegando mi cara a su espalda.
    —No te vayas todavía por fa…—dije sonriendo.
    —¿Estabas despierta?—dijo dándose la vuelta para mirarme a la cara ya que me había separado un poco. Yo asentí con un poco de vergüenza.
    —Es que quería saber que harías. —el sonrió.
    —Ya lo has visto ¿no?—dijo volviendo a la cama conmigo y poniéndose encima de mi.—¿Por qué querías saberlo?
    —Es que… no se muy bien que es lo que sientes por mi y…
    —Yo te quiero.—le miré a los ojos.— Me ha costado un poco asimilarlo pero se lo que es estar enamorado y te puedo asegurar que yo lo estoy de ti.—me besó de nuevo y esta vez lo hicimos con profundidad haciendo que chocaran nuestras lenguas y dientes. Besaba tan bien… Nos separamos pero nos quedamos en la misma posición.—Nunca pensé que llegaría a sentir esto de nuevo.— Me sonrió pero entonces yo recordé lo que querían mis padres, lo de ser reina junto a Zair.— ¿Qué pasa?
    —Es que… mis padres quieren que me case con Zair. Y yo no quiero, solo quiero estar junto a ti.—Kirian después de unos segundos suspiró.
    —Siempre hay algo que me separa de las personas que quiero…—dijo con un tono de hartura.— Bueno, de momento no vale la pena pensar en eso— se recostó un poco en mi apoyando la cabeza en la almohada al lado de mi cuello, yo le rodeé con mis brazos.— De todas maneras aunque no te hubiera propuesto eso no hubiera dejado que estés conmigo.—le abracé con fuerza.
    —¿Podemos quedarnos un poco asi?—pregunté para intentar olvidar lo que se cernía sobre nosotros y solo pensar en este momento de tranquilidad.
    —Claro.— y asi nos quedamos. Yo abrazándole como el a mi con caricias. Respirando su aroma y escuchando y sintiendo su respiración al lado de mi cuello. Después de unos segundos asi tuve que preguntar algo que me rondaba la cabeza.
    —¿Cómo te has escapado de tu habitación?—él se rio un poco.
    —Como si una puerta cerrada con llave y dos míseros soldados me impidieran salir de ahí e irme contigo…—reí yo también.— La magia hace mucho.—se incorporó saliendo de encima mía.— Ahora que me has dicho eso… Tengo que volver, esos dos no creo que tarden en despertarse y prefiero llevarme más o menos bien con tu padre que mal.
    —Claro vete. Te echaré de menos.—sonrió.
    —Yo también.—nos dimos un beso más y luego se bajó de la cama para calzarse. Cuando fue a salir de la habitación se dio la vuelta y me miró.— Oye…—le miré prestándole toda la atención que podía.— Pase lo que pase ¿Estarás siempre a mi lado?— Me sorprendí un poco por la pregunta pero no dude en contestar.
    —Claro que si, siempre.—me sonrió de nuevo y esta vez si que salió cerrando la puerta tras de si. No entendía muy bien a que venia esa pregunta pero me daba igual, mi respuesta era la que era y no me arrepentía ya que eso era lo que sentía. Siempre estaría a su lado.






    Dios mio… Ahora me arrepentía de haber hecho lo que hice anoche. Había podido llegar a mi cama entero y en cuanto me tumbe me dormí. Ahora me acababa de despertar en la misma posición en la que me acosté anoche y con un dolor por todo el cuerpo que no me dejaba moverme.
    Supongo que serían agujetas. Los músculos se estaban quejando por todo el sobresfuerzo que hice anoche y me lo merecía por payaso que era. Aunque tenía mis razones…
    Mire el reloj: Las diez de la mañana. Tenía que levantarme ya me había pasado durmiendo pero es que no podía. La espalda la tenía como una roca igual que los brazos. La próxima vez me iba a pensar las cosas mejor.
    Ahora que me daba cuenta, todo lo que hice ayer, más lo que me dijo Margaret y el sueñecito reparador que me había hecho me había aclarado las ideas. Ya no lloraría mas por Lea en vez de eso estaría a su lado como siempre protegiéndola y siendo yo misma y cuando se de el batacazo entonces seré yo el que iré a consolarla. Porque estaba seguro de que Kirian no saldría de esta ya que podían pasar dos cosas.
    1.Que ganemos: si lo hacíamos seguramente Kirian volvería a ser piedra. No creo que el rey Arón lo quiera por aquí y menos cuando sepa, si es que no lo sabe ya, que Lea le quiere.
    2. Que perdamos: Si perdíamos entonces eso quiere decir que Kirian estaría muerto y si no lo suficientemente herido como para morir.
    En los dos casos Kirian desaparecería y entonces Lea quedaría destrozada. No es que me guste la idea de que Lea llore pero esa sería mi oportunidad para ir con ella y para que me aceptara. Haría lo que fuera para estar con ella aunque ella no me quisiera. Me bastaba con estar a su lado.
    Asi están las cosas. Solo me toca esperar con paciencia y si podía, si tenía la oportunidad sería yo quien matara a Kirian.
    Después de aclarar todo esto quedaba otro punto importante de este día: ¿Cómo hago para moverme de aquí?
     
  19.  
    JimenaAlonzo

    JimenaAlonzo Entusiasta

    Acuario
    Miembro desde:
    1 Septiembre 2011
    Mensajes:
    74
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Kirian el guerrero.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    23
     
    Palabras:
    3262
    Capitulo 14.



    Ya estaba todo listo, el plan de Heraclio tenía la forma que él quería, según él era perfecto. Esta vez no atacarían directamente dándole la oportunidad a Arón de defenderse y contratacar, no, esta vez irían en silencio, intentado que nadie viera a unos seis o siete soldados, entre ellos Eloy, infiltrarse en el reino cargándose a los soldados que vigilaban. Iba de profesionales.
    Por eso, a pesar de que él había fracasado ya muchas veces, estaba contento. Sabía que este plan no podía fallar ya que no se lo esperarían y cuando se dieran cuenta seria tarde.
    Primero soltaría a esos seis soldados para que fueran quitándose de en medio a los soldados de la muralla. Luego camuflados de comerciantes en un carro tirado por caballos tres soldados más intentarían entrar para que abrieran la puerta enorme.
    En cuanto la abrieran su ejército saldría del bosque, todos montados en caballo para atacar directamente dentro. Y una vez dentro buscaría el arma ancestral que estaba en el subsuelo. Si, lo había descubierto junto con un mago que le había ayudado a despertar a Eloy. Solo tenia que ponerse en el punto justo, recitar alguna palabras y el arma saldría a la superficie. Por último la activaría y haría lo que su abuelo no pudo hacer, ser el rey de este mundo.
    Ya se lo había contado a Eloy el cual le respondió con respeto estando de acuerdo, como a él le gustaba. A partir de ahora la balanza estaría a su favor. Esta seria su ultima batalla contra Arón.




    No sé que había pasado. En cuanto Kirian se fue yo me volví a acostar para respirar el olor que había dejado en la almohada, su olor. Pero en cuanto abrí los ojos ya no me encontraba en mi habitación, ni si quiera estaba tumbada, estaba de pie.
    Me asusté, entre otras cosas porque me encontraba en medio de un salón enorme con muchísima gente vestida elegantemente, parecía una fiesta y yo en pijama. Me estaba entrando mucha vergüenza de estar asi delante de tanta gente asi que me decidí a salir de ahí. Cuando me di la vuelta vi que un hombre se iba a chocar contra mí y justo cuando iba a decirle perdón, me traspasó. Me quedé en el sitio petrificada y me toqué el cuerpo rápidamente. Estaba bien… ¿entonces?
    Me di la vuelta y vi que ese hombre se había parado a hablar con una mujer mayor. No se había dado cuenta de nada. Y ahora la que se daba cuenta de una cosa era yo: Nadie, se fijaba en mi y eso que destacaba.
    Como vi que nadie me veía entonces me tranquilicé un poco e intenté pensar que había pasado. Lo único que recordaba era que estaba en mi habitación, que se había ido Kirian, que había cerrado los ojos respirando el olor que había dejado en la almohada y luego… Luego me encontré aquí. No había pasado nada más.
    A lo mejor era un sueño, si, puede que me hubiera quedado dormida. Yo no le encontraba otra explicación asi que pensando en eso me empecé a dar vueltas por aquí intentado descubrir donde estaba ya que el salón me sonaba mucho.
    Empezó a una música tranquila haciendo que muchas parejas empezaran a bailar a su son. Un baile tranquilo, romántico y precioso. Yo imité a uno que había bebido de más y empecé a hacerle burla a todo el que pasaba, total, nadie me podía ver asi que me daba igual. Es más me estaba hasta divirtiendo.
    Traspasé a unas cuantas personas ya fijándome bien en la sala. Cuando salí del barullo vi que delante de mí había dos tronos, los dos iguales que los de mi palacio pero eso no era lo mejor, lo mejor era que en ellos había dos personas sentadas con atuendos más elegantes que el resto de la gente. Los dos reyes… y además el rey se parecía mucho a mi padre.
    Me acordé de pronto de lo que dijo Kirian cuando vio a mi padre por primera vez: “Majestad, se parece mucho a su abuelo” Se parece…
    Subí corriendo los dos escalones mirando hacia la sala enorme y fijándome mejor en ella. A pesar de haber tanta gente pude distinguirla. Era la sala del trono de mi reino.
    No puede ser… ¿Qué tipo de sueño era este? Ya dudaba de que lo fuera porque yo no sabía como era mi bisabuelo de joven. Pero…. Si no era un sueño ¿Entonces que era?
    Mire a mis dos bisabuelos de nuevo con más detalle. Él, como ya he dicho se parecía mucho a mi padre y ella… No pude evitar sonreír. Era muy guapa, rubia de pelo corto. A su lado había otra chica joven de unos veinte años también muy guapa. Tenía el pelo largo castaño pero recogido en una coleta alta y llevaba un vestido largo de color celeste. No sabía quien era ni que hacía tan cerca de mis bisabuelos pero si estaba ahí era alguien importante. Me fijé en sus ojos porque estaba mirando fijamente a punto detrás de mi seria y pensativa. Iba a darme la vuelta pero antes de eso reconocí esos ojos. Eran los mismos que los de Margaret. ¿Era ella? ¿En serio? No me lo puedo creer… Puso una cara extraña que no supe interpretar asi que deje a una lado mi asombro y miré hacia donde ella. Adivinar a quien miraba… Si. A Kirian.
    Ahí estaba él, tal y como era ahora, igualito, con la diferencia de que llevaba un traje muy formal que le hacia mas guapo todavía. Estaba hablando sonrientemente con otro hombre que desde aquí no lo veía bien, pero creo que no lo conocía. Gesticulaba mucho con las manos y se reía, parecía que se lo estaba pasando bien. Era totalmente diferente a como es ahora. Supongo que todavía no habrá pasado lo de Nydia.
    Me había quedado absorta mirándole cuando me di cuenta de que el había vuelto la vista hacia aquí, o sea, a mi no me miraba, estaba mirando a Margaret y totalmente en contra de lo que yo pensaba Kirian le sonrió y Margaret desvió la vista medio sonriendo y puede que algo avergonzada. ¿Qué estaba pasando aquí?
    Volví a mirar a Kirian, el cual estaba saliendo de esta sala solo, asi que salí corriendo hacia él, no quería perderle ni un minuto de vista. Quería verle de cerca, ver como hablaba, su tono, sus expresiones.
    Asi que traspasando gente salí fuera de palacio donde lo vi rodeándolo y yendo hacia una especia de jardín que había y que en mi época seguía habiendo. Sin bajar las escaleras seguí su paso hasta asomarme desde arriba.
    Lo vi junto a una chica y lo vi besándose con ella haciendo que enseguida me entraran celos, cosa sin sentido porque esto era el pasado, normal que se besara con ella, porque supongo que ella es Nydia.
    Era de noche pero pude verla bastante bien cuando se separaron. No se si era producto de mis celos pero no era tan guapa como pensaba, no se, para que alguien como Kirian se fijara en una chica tendría que ser especial no… o sea yo no es que fuera una Miss pero no se… Que me la imaginaba más guapa y punto.
    Tenía el pelo negro y largo, delgada y bastante alta y con una pechonalidad bastante característica ya sabéis… Buenos ahora que me fijaba mejor, si era guapa. Y los dos parecían felices. No sé que le estaba diciendo Kirian porque desde ahí no escuchaba pero se estaba riendo asi que sería algo gracioso.
    —Ojala las cosas fueran asi entre nosotros dos…—escuché un ruido de pasos a mi izquierda y vi como Eloy se asomaba al igual que yo. También estaba igual que cuando lo vi la última vez y además igual de serio.
    Kirian y Nydia se dieron cuenta de su presencia, se dijeron algo en voz baja y se separaron. Ella volvió dentro y él se acercó a nosotros. Me senté en la baranda entre ellos dos para ver y escuchar mejor.
    Se sonrieron y fueron directo al grano.
    —No se lo vayas a decir a nadie.—dijo Kirian preocupado.
    —¿Por eso me preguntaste el otro día si nosotros nos podíamos enamorar?—Kirian asintió mirando al suelo.
    —La quiero mucho y no podría separarme de ella.
    —Kirian.. no deberías…
    —Lo se pero no he podido evitarlo, Eloy. Te juro que lo he intentado pero al final he caído.—se quedaron en silencio unos segundos. Yo miraba a los dos continuamente intentado saber que pensaban.
    —¿Cómo se llama?—preguntó con una sonrisa haciendo que Kirian también sonriera.
    —Nydia.
    —¿Tan enamorado estas?
    —Ni te lo imaginas.
    —El amor desconcentra Kirian, si el enemigo se entera de que tu punto débil es ella, irán a por esa debilidad y te destrozaran.
    —Eso no va a pasar. En el campo de batalla estoy a lo que tengo que estar.
    — De momento—se miraron a los ojos de nuevo unos segundos.— No voy a decir nada pero… Como vea que se te va la cabeza en el campo de batalla…—lo dejo ahí. ¿Qué significaba eso? ¿Qué haría? ¿Se chivaría?
    —Gracias amigo—le sonrió con sinceridad y alivio y se dieron la mano fuertemente.
    —Volvamos dentro, que el rey te va a echar en falta ya mismo.—Kirian se rio.
    —A lo mejor también le gusto—Eloy también se rio. Los vi alejarse entre risas. Eran tan amigos… ¿Por qué Eloy le traicionó? ¿Por qué actuó de esa manera? ¿por celos? ¿Envidia?
    Cuando decidí entrar de nuevo, el mundo que me rodeaba desapareció ante mi sorpresa, todo se quedó de un intenso negro que me mareó asi que cerré los ojos. No habría nada pero se escuchaban voces por todos lados, pude distinguir la de Kirian y la de Eloy pero las demás se mezclaban demasiado, bueno escuchaba la voz de una chica que no conocía…
    “Volveré, te lo prometo”—ese era Kirian.— “¿De verdad?”— esa la chica que ahora que lo pensaba sería Nydia, que voz mas dulce tenía…— “¿Cuándo te he fallado?”—me lo imaginé sonriendo, esa sonrisa que derretía a cualquiera.— “Kirian, te quiero”—que bonito…— “Yo más”
    De nuevo las voces se entremezclaron sin dejarme distinguir que era lo que decían. Abrí los ojos por curiosidad y me encontré en una habitación de una casa enorme. Ya que Palacio no era porque no tenía la misma estructura ¿Dónde estaba ahora?
    Escuché gritos y ruidos de objetos rompiéndose y de pasos apresurados. Salí de esa habitación y me guié hacia donde los escuchaba. Justo cuando iba a abrir una de las puertas que creo que daba a otra habitación escuché un grito tan fuerte y desgarrador que me asustó tanto que me quedé con la mano puesta en el pomo. Tenia miedo de lo que iba a encontrarme ahí.
    De todas maneras lo descubrí porque la puerta se abrió de golpe encontrándome con un Eloy lleno de sangre. Me traspasó cosa que en este momento no me gustó nada y menos cuando alcé la vista dentro de la habitación.
    En la cama, medio desnuda y llena de sangre tanto el suelo como todo alrededor, estaba Nydia. Muerta. Me tapé la boca intentado no llorar y no vomitar, si es que podía estando asi. Salí de ahí corriendo hacia el exterior respirando aire limpio. Asi que de verdad la mató Eloy… No me quiero imaginar como se habrá sentido Kirian cuando vio todo eso.
    Antes de que me repusiera del todo, de nuevo el mundo despareció y volví a esa oscuridad y ha escuchar esas voces aunque esta vez eran las de Eloy y Kirian, las cuales parecían cansadas y enfadadas.
    —“¡Eres un hijo de puta!”—esa era la de Kirian.—“¡Lo hice por tu bien!”— Eso fue lo que dijo la última vez— “¡Y una mierda! ¡Eres un puto traidor!”— “Asi podremos mandar en este mundo de mierda los dos juntos, Kirian.”— “¡No quiero nada de eso, quiero a Nydia!”
    La oscuridad desapareció y aparecí en medio del campo de batalla. Estaba en ese día porque esa conversación la tenían Kirian y Eloy mientras luchaban ya que los estaba viendo pelear con una furia los dos tan grande que me estremeció.
    Vi como después de un rato en un descuido de Eloy, Kirian le clavó la espada en el corazón. Eloy mientras caía al suelo tenia una cara tan descompuesta, de dolor y sufrimiento… ¿Ya está no? Ya has vengado a Nydia, ahora puedes irte a casa tranquilo.
    Pues no. Me miró, o bueno, miró hacia aquí con una mirada llena de odio, miró la batalla que se libraba y miró al rey del otro reino que estaba apunto de activar el arma que ahora que me daba cuenta era enorme. Era una especie de cañón gigante pero que tenía una especia de pantalla donde ese rey estaba a punto de poner la mano.
    Kirian ni se lo pensó congio su lanza y se la tiró clavándosela y todo sin cambiar su expresión ni un ápice, con odio en sus ojos.
    Dejé de mirar porque ya sabía que venía. Simplemente lo que decían los libros que Kirian intentaría activar el arma. Al darme la vuelta vi a Margaret, a la versión joven claro, la cual dijo unas palabras que para mi eran chino y levantó las manos.
    Kirian se dio la vuelta mirándola con sorpresa.
    —¡¿Qué estas haciendo?!—gritó enfadado totalmente fuera de sus cabales. Ese Kirian daba realmente miedo.
    —Pararte.
    —¡NO!—fue hacia ella y justo cuando iba a ver como lo encerró en piedra volví a la realidad, volví a mi cama incorporándome con un poco de sobresalto.
    Miré la hora enseguida. Solo habían pasado unos minutos, nada más, seguía siendo muy temprano. ¿Qué acababa de pasar? ¿Había viajado al pasado de verdad? No entendía nada pero ahora que lo había visto todo con mis propios ojos al que si entendía un poco mejor era a Kirian.
    No le iba a decir nada, en todo caso le insinuaría algo a Margaret a ver si sabía que era lo que me había pasado pero ya esta.
    Aunque era muy temprano después de esto no iba a poder dormir asi que decidí darme un baño largo para relajarme. Lo que acababa de vivir no se vivía todos los días…




    Caminaba por los pasillos de palacio a un paso muy lento e intentando doblar lo menos posible las piernas y los brazos. Cualquiera que me viera iba a pensar que era una especie de robot o algo asi. Pero es que me dolía tanto el cuerpo que no se ni como estaba caminando. Ayer me había pasado demasiado dándole al saco y corriendo y si no fuera por Margaret tendría también la mano rota.
    Es que ese dolor que me recorrió al darle a la pared me sacó tanto de mis pensamientos a Lea que aunque me dolía que me quería desmayar en ese instante no me importó, quería seguir sintiéndolo. Si Margaret no me hubiera parado seguramente habría acabado con un brazo roto mínimo.
    Ahora estaba pagando las consecuencias de mi estupidez. Necesitaba un masaje urgente. Además temía que algún músculo de mi brazo derecho se hubiera desgarrado porque me dolía demasiado.
    Fui directo a la enfermería con estos andares tan peculiares que tenía hoy, si, me reía de mi mismo porque si no lo hacía me iba a poner a llorar y no tenia más ganas, ya había llorado suficiente.
    Cuando entré solo estaban los médicos, cosa que agradecí. Les conté lo que me pasaba, que me dolía el cuerpo y el brazo derecho sobre todo, (les dije que había entrenado demasiado). Ellos me miraron el brazo y luego de decir que lo máximo que tenía era una pequeña distensión en el bíceps y lo demás unas agujetas enormes, llamaron a otro médico para que me relajara todos los músculos de mi cuerpo, o sea para que me diera el masaje que yo deseaba.
    Cuando empezó en realidad también me arrepentí de haberlo pedido porque cada vez que me tocaba me dolia un montón y por eso no dejaba de quejarme. El medico lo único que hacia era reírse.
    —Te has pasado con el entrenamiento—me dijo entre risas mientras me pasaba las manos por la espalda y sacándome otro quejido.
    —Si… ahora me arrepiento.—De pronto sentí como me apretaba con fuerza, mucha fuerza un punto en la espalda que me dolía mucho y que hizo que diera un grito tanto del sobresalto como de dolor.— ¡AH! Te has pasado…—decía mientras giraba la cabeza para mirarle pero a quien me encontré fue a Margaret y a Linda. Enseguida bajé el tono de voz.—Reina Linda…—quise levantarme pero no me dejaron.
    —No quédate como estas Zair—me dijo Linda amablemente sentándose en una silla frente a mi mientras el médico volvía a su trabajo, o sea mi espalda.
    —¿Qué? Pagando las consecuencias de tus actos ¿no?—me dijo Margaret con un tono de diversión en su voz.
    —Te lo estas pasando bien ¿verdad?
    —Si y mucho.—soplé.
    —¿Qué hiciste ayer?—me preguntó Linda. Pero yo no contesté enseguida ya que no sabía muy bien que decirle.
    —Pues…— es que tampoco podía mentirle…
    —Se ha infligido daño físico por lo que pasó ayer en la cena.—me quería morir ahí mismo. Tierra trágame y hazlo rápido.
    —¡Margaret!—me quejé seguro que rojo hasta la punta del pelo vaya. Linda me miró con sorpresa.
    —¿En serio?
    —No exactamente.—dije intentando arreglarlo un poco.
    —Si pegarle un puñetazo a la pared no es infligirse daño entonces no se lo que es.
    —¿Le pegaste un puñetazo a la pared?—esta vez preguntó el médico.— ¿y tienes la mano bien?
    —Si, me curó Margaret.
    —Pero Zair…—dijo Linda sin perder ese tono que tanto me gustaba.— ¿Por qué lo hiciste? —Iba a contestar con sinceridad pero Margaret no me dejó.
    —Porque está enamorado de tu hija.
    —Dios mio, si estas ahí llévame contigo—dije dramáticamente sacando una sonrisa a la reina y a Margaret y una risa del medico.— Gracias Margaret.
    —¿Es verdad o no es verdad?
    —Si…—dije con pesar. Esto no me estaba gustando desde que aparecieron ellas dos, bueno más bien solo Margaret.
    —Entonces esto lo hace mas fácil—dijo Linda haciendo que la miráramos— Me refiero a emparejarte con ella. Tengo que hablarlo con Lea seriamente.
    —No hace…—no pude terminar ya que alguien abrió la puerta de golpe llamándonos la atención de todos. Era Lea.—... falta.
    —¿Falta? ¿El que falta?—preguntó ella sin saber de que hablaba. No contesté.— Bueno como sea. Margaret, tengo que hablar contigo.
    —No, Lea—dijo su madre— antes tenemos que hablar de lo de ayer.
    —Mamá no empieces te dije que no y es que no, si quieres después regáñame o lo que quieras hacer pero ahora tengo que hablar con Margaret—entró y la cogió de la mano tirando de ella con delicadeza.
    Cerró la puerta tras de si y de nuevo me sentí como el culo. De nuevo sus palabras me habían herido. Apoyé la cabeza en la camilla respirando con tranquilidad para intentar calmarme. Sentí que una mano se posaba en mi cabeza revolviéndome un poco el pelo.
    —Lo siento cariño. Debe ser duro para ti.—Linda para mi era como una madre a pesar de que ya tenía una. Y esas palabras y ese toqué me tranquilizó un poco más de lo que yo esperaba.
     
  20.  
    JimenaAlonzo

    JimenaAlonzo Entusiasta

    Acuario
    Miembro desde:
    1 Septiembre 2011
    Mensajes:
    74
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Kirian el guerrero.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    23
     
    Palabras:
    3891
    Capitulo 15.

    La cogí de la mano y me la llevé de esa habitación lejos de mi madre y de Zair a quien no quería ver durante un tiempo si era posible. En realidad no quería ver a nadie que no fuera Kirian pero como estaba en un palacio donde había muchos soldados, mis padres y Zair pues era muy difícil tanto evitarles como ver a Kirian, ya que no me dejaban.
    El caso es que me llevé a Margaret lejos de todos a la planta de abajo que daba al patio y me paré en el pasillo cuando ya no había nadie cerca. Nos quedamos en silencio, ella esperando a que hablara y yo intentado pensar como empezar a explicarle lo que me había pasado.
    —Me ha pasado algo muy raro.—la miré a los ojos. Ella me miraba como intentado averiguar que era lo que me había alterado tanto. Si antes tenía la más mínima duda si la chica que vi en el pasado era Margaret al mirar sus ojos se me disipaba. Eran los mismos ojos, no había duda de que era ella.
    —Y crees que te puedo ayudar.—asentí con energía. Ahora que me daba cuenta para contárselo tenía que contarle que Kirian estuvo en mi habitación, o no…
    —Esta mañana cuando me desperté…— “después de que se fuera Kirian”. No lo dije— viajé al pasado.
    —Eso es imposible, tu cuerpo no lo hubiera soportado.
    —Pero yo estaba allí, en el palacio de hace sesenta años, en una fiesta.— vi que se sorprendía—Tu eras muy guapa.—Sonrió.— Pero ese no es el caso. Lo que quiero saber es como lo he hecho y porque.
    —¿La gente te veía?
    —No, eso era lo mas divertido—dije sonriendo y recordando todo.— ¿Por qué lo he visto? ¿Y Como?
    —Tienes magia en tu interior pero no sabes controlarla.—eso ya lo sabía sino no hubiera podido liberar a Kirian.— Supongo que en tu interior deseabas ver con tus propios ojos como era aquello, como era Kirian ¿no?
    —¿Desearlo?—me quedé pensando. En realidad cuando se separaba de mi siempre me quedaba con ganas de preguntarles más cosas de su pasado pero nunca lo hacía porque no quería ponerle triste o peor, no quería que se enfadara conmigo por preguntar tanto. Asi que nunca lo hacía.—Puede que si…
    —¿Qué has visto?
    —Primero estaba en una fiesta donde le vi con Nydia y luego con Eloy que por cierto eran muy amigos…—iba a seguir pero me interrumpió.
    —¿Quién es Nydia?—me quedé mirándola con sorpresa y con miedo de haber metido la pata.— Nydia…— ¿No sabía quien era? Ahora que me daba cuenta creo que el único que sabia de su existencia a parte de Kirian, claro, era Eloy…— Si, la recuerdo… era la hija del señor Gautier, una familia muy rica si… ¿Esa anoche habló con ella?—se lo preguntó más a si misma que a mi. Creo que estaba mal decírselo ya que Kirian me lo había dicho porque confiaba en mi, no creo que le guste que también lo sepa, aunque en realidad le venía bien para que Margaret no le viera como un traidor…
    —De todas maneras da igual—dije rápidamente quitándole importancia.— El caso es que viajé al pasado y como me has dicho que ha sido por la magia que tengo en mi entonces ya esta todo solucionado. Gracias—cuando me iba a dar la vuelta me paró.
    —Espera. ¿Qué hacia Kirian con Nydia?—Mierda.
    —Hablar… Sé que se llama asi porque le escuché decirlo a Kirian.—mentí.— Por cierto él era…
    —¿Simpático? ¿Amable? ¿Buena persona?—asentí con la cabeza sonriendo.— las apariencias engañan.— me puse seria— No te dejes engañar por su sonrisa, Lea. No creas nada de lo que te diga ya que lo hace para engañar y luego traicionar. Hace que confíes en el para luego darte la apuñalada.—Se que estaba equivocada, sé que ella pensaba en él de esa forma porque no sabía nada de lo de Nydia pero a pesar de que yo sabía que Kirian es bueno de corazón, esas palabras me hicieron dudar y las siguientes lo remató.— Piensa que es mago, con tan solo un hechizo de nada puede controlarte sentimentalmente.—Me quedé mirándola con dudas por todos lados.
    —Gracias de nuevo Margaret—le soneí como pude y Salí de ahí con un paso un poco apresurado. ¿Y si Margaret tenía razón? ¿Y si me estaba mintiendo aprovechándose que yo estaba enamorada de él? Por Dios... ¡pero si lo habíamos hasta hecho!
    Ahora tenía miedo… miedo de que todo fuera una ilusión.



    En cuanto se fue, Margaret se quedó mirándola hasta que la perdió de vista. Estaba preocupada por ella, pasara lo que pasara ella iba a salir herida y le tenía tanto cariño que no quería que sufriera.
    Cuando le dijo el nombre de Nydia se sorprendió. No se acordaba bien quien era ni como era pero pensando un poco en lo que pasó en esa época se jugaba la vida a que esa era la chica de la que estaba enamorado Kirian.
    Nunca la vió pero se imaginaba que alguien le gustaba porque a veces le pillaba mirando a la nada con una sonrisa tonta en la cara o mirando hacia las calles como buscando a alguien, además a veces también desaparecía por horas y luego volvía demasiado contento. Al final supuso que se había enamorado de alguien.
    Nunca se imaginó que fuera Nydia, que según recordaba la encontraron muerta, supuestamente por suicidio después de que ella encerrara a Kirian.
    Ahora tras saber eso, aun entendía menos porque hizo lo que hizo. Teniendo una vida tan buena, con amigos, familia, trabajo y una novia, ¿Por qué lo hizo? ¿De verdad la magia le corrompió? No, no fue eso, es algo mas profundo, algo tan importante para el que le llevó a hacer eso. La pregunta que se hacia Margaret era: ¿Qué era eso tan importante?
    Iba a darse la vuelta para irse de nuevo con la reina pero entonces escucho sonidos de espadas y voces de gente. Le picó la curiosidad y caminó hacia donde las escuchaba.
    Ese pasillo daba al patio del palacio donde muchas veces los soldados entrenaban o hacían pequeñas peleas tal y como hizo Kirian muchas veces contra Eloy hace 60 años.
    Se asomó por la puerta de cristal que estaba abierta dejando paso a un airecito bastante agradable y los rayos del sol que calentaban la mañana. Las voces y los sonidos de armas eran porque, como había pensando ella, había soldados entrenando y riendo.
    Se fijó en todos hasta fijarse en alguien particular. Ahí sentado en un banco rodeado de 6 soldados y pronto del rey Arón que estaba llegando junto a él, estaba Kirian.
    Miraba con atención cada pelea pero sin expresión alguna en la cara. Eso era una de las cosas que mas le inquietaba. ¿Qué estaría pensando ahora?



    Después de dejar a Lea en su habitación me fui a la mía. No pasó nada porque como me imaginaba los soldados todavía dormían y no había pasado nadie todavía por aquí, asi que entré y volví a cerrar la puerta con llave con mi magia.
    Me quedé un rato tumbado en la cama sin pensar en nada, a veces me gustaba dejar la mente en blanco y dejar a un lado este mundo. Ahora no tenía porque hacerlo pero me había acostumbrado a hacerlo cuando estaba encerrado en esa piedra sino lo hiciera me habría vuelto loco.
    Una vez me concentré tanto en dejar la mente en blanco, en desconectar del mundo, que cuando abrí los ojos de nuevo había pasado mas de un año o eso calculé yo (todo con la ayuda de la magia). Lo agradecí internamente ya que no soportaba ver pasar el tiempo sin poder moverme, sin envejecer… Lo malo es que después me parecía que el tiempo se me pasaba muy, muy lento.
    Me dormí sin querer unas horas que fue cuando entraron cinco soldados diciéndome que podía salir con ellos por orden del rey. No pregunté nada solo me levanté me puse las botas y fui con ellos en silencio, ni siquiera me ataron, eso era un comienzo ¿no?
    Bajamos a la planta baja. Creo que íbamos al patio interior ya que escuchaba sonidos de armas y voces. Seguramente estarían entrenando o quien sabe a lo mejor todavía esta la costumbre de hacer pequeñas batallas para entretenimiento. Eso me recordó a alguien que no tenia ganas de recordar asi que pensé en entra cosa o lo intenté.
    De todas formas la atención se me desvió cuando entramos al patio. Era como yo decía, los soldados estaban entrenando. Estos dejaron lo que estaban haciendo durante unos segundos para mirarme, pero solo fueron unos segundos ya que nosotros seguimos caminando y ellos a lo suyo.
    Me sentaron en un banco y se quedaron a mi lado vigilándome.
    El patio no había cambiado mucho a lo mejor lo habían arreglado un poco. Seguía teniendo forma circular de unos 80 metros, con una camino a su alrededor para correr y el centro para las batallas y el ejercicio físico… Todo estaba adornado de plantas y enredaderas que lo hacían más bonito. Siempre me había gustado este sitio.
    Miré como entrenaban anodadado y atento a todo. Si antes me gustaba ya no porque me traía demasiados recuerdos. Como la noche de la fiesta de fin de año. Nydia y yo estuvimos aquí hablando, acariciándonos y besándonos bajo la luz de la luna y sin que nadie lo supiera, bueno si, Eloy.
    Agité la cabeza intentando quitarme esos recuerdos de ella. Tenía muchísimas ganas de matar a Eloy por segunda vez y de paso a Margaret. Que por cierto me fijé que estaba en otra de las entradas, en frente. Cruzamos miradas durante unos segundos que parecieron minutos. Si pudiera iba y la mataba ahora mismo pero si la hacía corría el riesgo de que me encerraran de nuevo y eso era algo que no quería, otra vez no. Lo había pasado demasiado mal y cada vez que pensaba en eso me entraba miedo. Le tenía mucho miedo a eso.
    Le aparté la mirada pero no porque quisiera sino porque los soldados se pusieron rígidos y hablaron todos a la vez.
    —Bienvenido, majestad.—miré hacia mi derecha. Ahí estaba el rey Arón que venía sin compañía ¿Para que? Si aquí había un montón de soldados. De todas maneras no tenía nada contra él, es más debía respetarle ya que si no fuera por el yo no estaría aquí ya que seguramente él le habrá dado permiso a Lea para que fuera. Lea… no se porque pero cada vez que decía su nombre o pensaba en ella mi cuerpo y mi ser se tranquilizaba.
    —Buenos días Kirian—me saludó demasiado amablemente el rey. Le miré un poco extrañado pero le contesté.
    —Buenos días, majestad.—vi de reojo que sonreía ya que yo había vuelto la mirada a unos que estaban practicando el tiro con arco.
    —Comprenderás que te cierre con llave ¿verdad?
    —Si.
    —Creí que eras más hablador o eso me dijo mi padre.—creo que quería ser más amigable conmigo cosa que no sabía como tomarme.
    —Supongo que estar sesenta años solos sin hablar con nadie me habrá cambiado.
    —¿Tu sentías pasar el tiempo? Creí que estabas en una especie de sueño.
    —Ojala hubiera sido asi.
    —Te diría que lo siento pero Kirian… te lo merecías.
    —Si, me lo merecía…— y en el fondo sabía que era asi pero siempre lo negaría. En realidad nadie se merece eso, ni siquiera Eloy.
    —Los soldados te han traido aquí porque yo se lo he ordenado para hablar contigo y porque sé que te gustaba este sitio.—se sentó en el mismo banco que yo pero separado.
    —¿A si? ¿Y como sabes eso?—antes de que el rey me contestara de pronto alguien me dio un toque en la cabeza por detrás que no me gustó nada.
    —Háblale de usted—cuando miré quien había sido me enfadé mucho levantándome de golpe y encarándome contra él.
    —Me tienes harto.—dije amenazadoramente pero no se inmutó. Lo que pasó fue que todos los soldados que tenía alrededor me apuntaron con sus armas, tanto espadas, como arcos y armas de fuego.— La próxima vez que me toques de esa manera lo vas a lamentar.
    —Si me tocas un pelo acabas petrificado de nuevo— dijo con burla. Me enfadé más pero el rey me paró.
    —Ya basta.—dijo bastante tranquila a pesar de la situación.— No quiero ninguna pelea. Zair… Te lo agradezco, pero no hagas un mundo por algo tan pequeño.
    —Entendido.
    —Kirian siéntate anda.—cuando me di la vuelta y antes de sentarme supe que algo malo iba a pasar. Lo sentía. Una persona una vez me contó como era una premonición, lo que se sentía al tenerla. Yo nunca tuvé una, no tenia ese tipo de magia o no estaba lo suficientemente avanzado (tampoco quería) pero si sabía alguna veces cuando algo malo iba a pasar, o bien a través de los sentidos o bien porque lo sentía en el aire.
    Me entró una especie de escalofrió y entonces me fijé. Uno de los que tiraba con arco fue empujado por otro sin querer, al estar en tensión por mi culpa, se movió del sitio y se le escapó la flecha hacia aquí, directa hacia el rey.
    Todos al ver lo que iba a ocurrir se alarmaron pero no se movieron del sitio. Yo como ya lo vi venir solo tuve que dar un paso y sin ni siquiera utilizar magia la cogí con la mano a centímetros del pecho del rey que miró primero a la flecha sorprendido y luego a mi como todos los demás.
    Tiré la flecha al suelo y miré al que la había tirado.
    —Haber donde apuntas.—me senté como si nada al mismo tiempo que se formaba un barullo alrededor del rey para asegurarse de que no le había pasado nada.
    No me sentí cómodo entre tanta gente asi que tuve ganas de irme y es lo que iba a hacer. Pedirle permiso al rey que intentaba calmar a los soldados e irme.
    —Has salvado a mi padre.— Me giré viendo a Lea sonriendo pero no su sonrisa sino una mas apagada. Le pasaba algo.— Gracias.
    —¿Qué te pasa?—le pregunté susurrando pero lo suficientemente alto para que me oyera. Se le fue esa sonrisa que tanto me gustaba y me miró a los ojos durante unos segundos, luego desvió la vista hacia donde estaba su padre
    —¡Papa! ¡Me llevo a Kirian a su habitación!—me cogió del brazo y tiró de mi.
    —¡Espera Lea!—le dijo pero ella no le escuchó y nos adentramos en el palacio. No sé que le pasaba pero no me iba a gustar.



    Me lo llevé casi arrastras ya que al principio lo vi indeciso por los soldados y mi padre pero enseguida se dejó llevar. Me preguntó un par de veces que me pasaba pero yo no le contesté simplemente seguí tirando y subiendo pisos y escaleras. Tenía pensando llevarle a la torre más alta donde yo muchas veces me subía a admirar las vistas o a escaparme de todo.
    Cuando terminé de hablar con Margaret no fui directamente al patio sino que me paseé por ese pasillo mirando al suelo, pensando en esas palabras que no me dejaban de dar vueltas en la cabeza.
    “.— Las apariencias engañan… No te dejes engañar por su sonrisa, Lea. No creas nada de lo que te diga ya que lo hace para engañar y luego traicionar. Hace que confíes en él para luego darte la apuñalada. Es mago, con tan solo un hechizo de nada puede controlarte sentimentalmente.”
    ¿Y si tenía razón? ¿Y si estaba controlada por él? ¿Y si me estaba mintiendo con respecto a que me quería? ¿Y si solo me estaba utilizando para hacer vete tú a saber que?
    Cada vez que pensaba en la posibilidad de que no me quería, que me había engañado se me partía el alma y el corazón. Era muy doloroso y me entraban ganas de llorar y no parar. Pero antes de nada, antes de juzgarle hablaría con él, le pondría las cosas claras aunque me doliera.
    Como he dicho se dejó llevar sin problemas pero cuando estábamos llegando y solo nos faltaban unos escalones y abrir una puerta tiró de mi brazo parándome y haciendo que me diera la vuelta encarándome quedándome un escalón por encima y siendo un poco mas alta que él.
    —¿Qué te pasa?—le miré a los ojos sin contestar.— Ya estamos lejos de todos ¿no? Ya me lo puedes decir.
    —Tengo miedo.—dije lo que sentía con mayor intensidad.
    —¿A que?—quiso acariciarme la cara pero yo la quité haciendo que se sorprendiera. Bajó la mano. Es que si me dejaba tocar o besar me dejaría llevar y ya no podría decirle nada.
    —A perderte.—eso era lo principal— Y a que lo que siento por ti sea mentira.
    —¿Qué? ¿Qué sea mentira porque? No me gusta el camino que esta siguiendo… —se había puesto nervioso cosa que no me esperaba. Pero… ¿Y si estaba fingiendo? Miré al suelo.
    —Tú… eres mago. ¿Cómo puedo estar segura de que no me estas controlando? ¿De que de verdad me quieres? ¿De que no estas fingiendo? ¿De verdad estas enamorado de mí? ¿O es una falsa? ¿Y si lo que siento también es mentira? A pesar de todo tu eres un traidor.—cuando le miré a los ojos tenia una expresión que solo vi una vez y fue porque viajé al pasado. Me miraba con tristeza, estaba dolido.
    —Si, soy un traidor y lo seguiré siendo por lo que hice pero nunca llegué a pensar que tú me lo dirías de esa manera. ¿Qué ha pasado? Pensé que te lo deje claro esta mañana. De verdad te quiero, Lea, sino no te hubiera dicho nada, no te hubiera besado, no hubiéramos hecho el amor…—esa parte la dijo susurrando— ¿Quién te ha dicho todo eso? ¿Tu padre? ¿Zair?...—yo negué con la cabeza, no se lo iba a decir— No. Ha sido Margaret estoy seguro… Esa bruja…—dijo entre dientes.— Escúchame—se acercó a mi pero yo retrocedí hasta abrir la puerta y salir hacia el exterior de la torre seguida de Kirian, que cerró la puerta tras de si.
    —Ella es maga también y además muy buena… Si me ha dicho eso es porque puede ser posible. Kirian, a mi me duele esto pero…—no me dejó terminar.
    —No, no, no, no, no… No me hagas esto Lea. No quiero volver a perder a alguien que amo, por favor. ¿Qué quieres que haga? De verdad que te quiero, no estoy utilizando magia, ni si quiera se como se hace eso que tu has dicho. Créeme te estoy diciendo la verdad. ¿Te lo demuestro?—abrió los brazos de pronto sorprendiéndome— quítame la magia como hiciste la primera vez que me viste pero esta vez toda.
    —¿Qué?—¿Iba en serio?
    —Si me quitas toda la magia entonces podrás comprobar si de verdad te estoy mintiendo o no. Venga toca mi pecho.—No sabia que hacer. Si lo tocaba podría comprobarlo pero… no estaba bien.—Venga.—Alcé la mano para tocarle pero me paré cerca de él. Si estaba diciendo la verdad entonces yo quedaría mal y él se sentiría dolido por no confiar en él.
    —No puedo— empecé a quitar la mano.— Te creo.—dije sonriendo pero el me la cogió con fuerza sin llegar a hacerme daño.
    —Tócame.
    —Pero si te estoy diciendo que te creo.
    —Quiero que lo hagas—dijo a la vez que llevaba mi mano a su pecho. En cuanto le toqué sentí una corriente parecida a la que noté cuando toqué el monolito pero más fuerte. No me dolió ni nada pero durante unos segundos esa corriente me recorrió todo el cuerpo y cuando paró me sentí extraña como si mi cuerpo rebosara más vida y fuerza que antes. Sentía que nadie me podía ganar… Era increíble.
    Tuve que bajar de esa nube porque escuche a Kirian jadear y separarse de mí y no porque se alejara sino porque se estaba cayendo al suelo.
    —¡Kirian!—dije con preocupación cogiéndole antes de que se cayera aunque dudo que lo hiciera en realidad ya que había apoyado un brazo en una de las cornisas de la torre.— ¿Qué te pasa?— Jadeaba y le costaba respirar.
    —¿Que… que sientes… por… por mi ahora?—miraba al suelo sudando del esfuerzo que estaba haciendo. Pero yo pensé en la pregunta. ¿Qué sentía por el? Que seguía enamorada hasta las trancas.
    —Que te quiero.—el sonrió bastante forzado pero sinceramente.— ¿Qué te pasa?
    —Te he… dado mi magia… y…
    —Espera—hice que se incorporara un poco y le volví a tocar el pecho pero concentrándome en devolverle la magia con éxito ya que volví a sentir esa corriente y no separé la mano hasta que la dejé de sentir. Cuando se la devolví el volvió a la normalidad cogiendo una buena bocanada de aire.— ¿Eso te ha pasado por darme la magia?
    —Si. Desde la primera vez que utilizas magia esta pasa a ser parte de ti de tal manera que si la pierdes es como si tu mitad muriera. Te quedas débil mucho tiempo hasta que te vuelvas a acostumbrar.
    —Lo siento— estaba apenada ya que le había “obligado” a demostrarme que me quería. Pero me sonrió.
    —Esto que he hecho contigo nunca en la vida lo había intentado antes ya que no lo puedo hacer con cualquiera sino con alguien especial para mí con la que tenga una conexión especial. Y lo haría todas las veces que quisiera si para ello te tengo que demostrar que te quiero, que lo que hay entre tu y yo es verdad.
    —¿Y que hay entre tu y yo?—pregunté para escuchárselo salir de sus labios.
    —Amor. Ojala pudiera decir que somos pareja me encantaría pero eso no va a poder ser.
    —¿Por qué?
    —Porque aunque esta guerra acabe bien, tu padre no me va a dejar que esté contigo me echara seguramente o peor…—se quedó en silencio con miedo en los ojos— ordenara que me vuelvas a encerrar.—En cuanto dijo eso me entró miedo de perderlo. Había hecho mal en dudar de él en dejarme persuadir por los demás, me sentía como el culo pero lo hecho, hecho está. Le abracé con fuerza hundiendo mi cara en su cuello. Él me correspondió en seguida.
    —No lo voy a permitir… Yo soy la que tiene el sello y si no te acepta a ti entonces es como si me rechazara a mí también…
    —Lea…
    —Siento haber dudado de ti. Siento haberte obligado a hacer esto. Lo siento mucho.
    —Lo entiendo, no tienes por qué disculparte. Me conformo con que estés a mi lado hasta que acabe todo.
    Y lo estaría, estaría a tu lado.
    Ahora que sé que es lo que siente de verdad no le dejaré ir, estaré todo el tiempo que pueda a su lado. Disfrutando cada segundo junto a él y me da igual lo que digan mis padres.
    Nos quedamos abrazados asi durante minutos, disfrutando de la cercanía de cada uno. Solo estando asi me sentía bien.
     
Estado del tema:
No se permiten más respuestas.

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso