Long-fic Jugando a odiarte (inu&kag)

Re: Jugando a odiarte (inu&kag)

Hola :3, bien ahora si pueden tomatearme y eso. Me tardé tres semanas, pero tengo excusa :p Estaba terminando clases y al fin pude salir y liberarme de investigaciones, trabajos y todo eso. Mi Nee debe entenderme muy bien :) Espero que les guste este capítulo, lo hice apurada. Aquí es cuando comienzan los problemas. Ya los dos que viene le tocan a Lilii. Bien, de ahora en adelante, comenzará un poco el drama, ya verán por qué.

Las amo (L) y espero ver sus posts. Otra vez más, disculpa y las invito a que lean mi nuevo ff no tan nuevo xD Cita con el Destino, apenas comienza. Sayo.
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Regla 12º No dejes que la vista de tu corazón se nuble por culpa de los ojos envidiosos. El hombre es celoso si ama; la mujer también, aunque no ame.

Los rumores se extendieron rápidamente, en menos de una semana todos estaban enterados del noviazgo de Inuyasha Taisho y Kagome Higurashi. Algunas chicas, supuestas amigas del albino, envidiaban y maldecían aquella relación reciente. La popularidad de la pelinegra ascendió hasta los cielos, literalmente. De un momento para otro, se acercaron personas de las que nunca se enteraría de su existencia. Y todo fue producto de estar con el peliblanco más reconocido y celado en el instituto.

Los abrazos posesivos por parte del Taisho, la cercanía de Kagome al estar con él. Tendría una persona que ser ciega para no notar que había algo más que una simple amistad. Además, los comentarios y alardeos de Inuyasha no contribuían a la discreción del hecho. Faltaban tan sólo dos meses para graduarse. La promoción del último año de preparatoria se encargaba de organizar el baile de graduación. La Higurashi sentía mucha compasión con respecto a Sango; trabajaba como un borrego.

Era acosada por sus compañeras que preguntaban los detalles. Realmente fue muy tonta al apuntarse para formar parte de comité. Debió haber rebajado algunos kilos ya que cada vez que hablaban sudaba a litros. Miroku era muy comprensivo, al menos la ayudaba no tratando de seducir a otra mujer y la hacía feliz. Al mismo tiempo que estaban los preparativos de la ceremonia, los estudiantes de 5º año debían presentar la tesis.

La más temible amenaza si se quería. Una exposición que se comenzaba a preparar en 4º año y en el mismo lapso, se exhibía el primer capítulo de la larga investigación. Para la mala suerte de todos, los grupos fueron escogidos burocráticamente. Eran los mismos de la clase de Física. Miroku, Koga y Ayame se reunían casi todos los días en casa del peliazabache de piel bronceada. El joven pervertido se aseguraba de que Koga y Ayame no hicieran estupideces en su cuarto por lo que se mantenía como una garrapata.

Kagome, Sango y Bankotsu tenían el trabajo muy adelantado. Sólo restaba la conclusión y repartición de puntos para estudiarlo. Se reunían en el apartamento del moreno con la excusa de que sus padres estaban de viaje y tenían todo el tiempo disponible. Pasaban muchas horas juntos, especialmente la peliazabache y el muchacho de raíces inglesas. Después de todo, la castaña estaba muy ocupada dirigiendo el evento. Ahí fue cuando comenzaron los problemas.

Inuyasha era un tipo muy celoso y raramente poseía una intuición. Él solía advertirle a Kagome de que dejara de juntarse con Bankotsu a solas. Sin embargo, su novia era muy inocente y aunque ella también desconfiaba, quería creer en la bondad de las personas. Lo que ella no sabía, era que la larga ausencia de Robbins se debía a una denuncia de una chica menor de edad, alegando que éste había abusado de ella durmiéndola con sustancias raras. Tal y como le pasó a Koga. Ese fue un chisme que se corrió tan rápido como se respira.

―Kagome, acaban de estrenar Remember Me*. Compré las entradas para la función de las 7―. Anunció el de cabellos blancuzcos sin tomar consideración o preguntarle si podía.

―No puedo Inuyasha. Bankotsu y yo nos vamos a ver en la tarde para terminar el material de apoyo―contestó con cierta pena y temor. Su novio era alguien muy voluble.

―Últimamente pasas mucho tiempo con él―, insinuó con un cierto tono de malicia e intención malsana.

―¿¡Qué quieres decir con eso!? ―Preguntó la joven a modo de reclamo. El Taisho menor estaba dudando de su fidelidad.

―No te hagas la tonta. Sabes que le gustas a Bankotsu―respondió tajante entre dientes. Repentinamente, nació un odio hacia ese ser.

―Estás siendo celoso de nada. ―Contestó cruzándose de brazos.

―¡Por qué no terminas de largarte con él y dejas de fastidiar! ―Gritó el peliblanco de ojos ámbar agarrándola firmemente de la blusa blanca.

―Te recuerdo que no soy un macho para que me trates así―le refutó la morena en el mismo tono empleado por el masculino.―Diviértete solo.

En la mirada de Kagome se veía resentimiento. Ella siempre detestó que le hablaran golpeado y más si se trataba de la persona que le prometió amor y buen trato. Alguien en la que confió ciegamente y ahora desconfiaba de su lealtad. Salió corriendo dejando a un Inuyasha muy inquieto y orgulloso. Otra vez esa maldita soberbia que lo caracterizaba.

El joven bufó molesto. Ahora qué rayos haría con dos entradas sino tenía acompañante ni quería ir. A lo lejos vio la silueta de Miroku y Sango quienes yacían acostados sobre la hierba. Al parecer, nada ni nadie los afectaba. Les interrumpió su serena paz aventándole las entradas en la cara. El pelinegro, confundido, asintió y agradeció sin preguntar nada.

―Inuyasha―lo llamó una delicada voz femenina.

―Ahora no te vayas a hacer la víctima Kagome. Bien sabemos que… Rin―aclaró éste al darse cuenta de la chica detrás de su espalda.

―Debemos avanzar más. ¿Cuándo podemos reunirnos? ―Indagó ella inocentemente.

―Ah―suspiró largamente―Bueno, no tengo nada que hacer ahora. ¿Te parece bien hoy? ―La peliazabache asintió feliz. Era raro no ver una sonrisa en su rostro a pesar de su extrañeza.

―Le avisaré a Kagura―notificó antes de irse corriendo.

Cancha del Instituto

―Sango ¿podemos hablar? ―Inquirió Kagome temiendo interrumpir el dulce momento entre ella y su novio.

―Claro que sí. Nos vemos después―esto último lo susurró a Miroku quien le guiñó un ojo en forma de complicidad. ―¿Qué ocurre?

―Inuyasha y yo apenas llevamos casi dos meses y ya peleamos―contó la morena. Sus facciones permanecían serias y no mostró ninguna expresión.

―No lo culpo. Ese Bankotsu se entromete entre ustedes dos―aquella afirmación sorprendió mucho a Kagome.

―¿Qué dices S-sango? ―Indagó ella apenada y sonrojada.

―La manera en la que te mira, cómo te trata. Aunque no sé si es amor. Sólo sé que hoy iré a ver Recuérdame* gratis―dijo con mucha emoción la fémina.

―No ayudas mucho―respondió la morena irónicamente.

La Higurashi se dispuso a marcharse cabizbaja. No sabía por qué, pero sentía que tenía la culpa de todo. Inuyasha se le había metido debajo de la piel y pensó experimentar un vacío en su corazón. Algo que había nacido con ella y quería permanecer con ese hueco hasta el final.

Casa de la familia Taisho, 4:00 PM.

―Inuyasha, tengo sed―mintió una voz femenina sensualmente.

―Kagura, hace 5 minutos tomaste agua―le espetó el albino con fastidio. De hecho, le había tocado lavar el vaso.

―Estoy sedienta―repitió la pelinegra irritante.

―Rin ¿tú no quieres nada? ―El Taisho ignoró su comentario y se dirigió a la morena quien yacía callada recortando unas imágenes.

―No te preocupes. Yo lo voy a buscar―le relajó la fémina abandonando las tijeras y guiándose hasta la amplia y lujosa cocina.

Rin desconfiaba de Kagura, aquella chica no le inspiraba confianza. Desde que se unió al grupo conformado por el peliblanco y la chica de cabello azabache, no hizo más nada que vagar y poner sus asquerosos pies sobre la mesa. Insultaba a todas las chicas, especialmente a Kagome por ser la “cerebrito”, a Sango por ser alegre sin tener motivo y a Ayame por estar tan pegada a Koga casi como un perro faldero.

La peliazabache, a lo lejos, escuchó un quejido de dolor muy bien disimulado. Corrió hacia donde la guiaban sus oídos y se encontró con una figura masculina que yacía en el piso. Parecía herida, la sangre que botaba era evidente.

―No me toques―declaró Sesshomaru con frialdad. Prefería estar muerto antes que recibir ayuda y más viniendo de una chica.

―Estás herido, no te dejaré a tu suerte―. El Taisho mayor suspiró de molestia; no podía hacer nada en su estado. Rin rasgó un retazo de su camisa y lo envolvió en la parte que sangraba. ―Con eso estarás mejor.

―¿Quién eres? ―Preguntó con desinterés, no era normal encontrarse con una adolescente.

―Soy compañera de tu hermano, hago un trabajo con él―contestó sentándose a su lado con confianza.

―Al menos no eres tan idiota como Inuyasha―la pelinegra fingió indignación para reírse luego.

A lo lejos, una mujer de exorbitante ojos carmín observaba la escena con envidia. Ella se había unido a ese tal Inuyasha por Sesshomaru, tenían su historial y eso no se quedaría en la historia. Ellos volverían, aunque Kagura tuviera que hacer un pacto con el diablo.

Apartamento de Bankotsu Robbins. 5:30 PM

Ya Kagome había llegado hace unas horas, a las 2:00 PM para ser exactos. Llevaban más o menos trabajando tres horas corridas excluyendo cortos minutos que utilizaban para tomarse un break.

―Haré una fiesta este sábado, ¿qué dices? ―Le invitó Bankotsu quien estaba apoyado en la pared en una pose de elegancia.

―Bueno, no sé. Tendría que pedirle permiso a Inuyasha.

―¿Por qué? ―Aquella interrogante sonó más a un reclamo que pregunta.

―Él y yo nos hemos peleado mucho. No quisiera hacer otra cosa que lo molestara. Lo voy a llamar―en el rostro de la joven se dibujó una sonrisa de compasión y ánimos. Ella creía en la bondad de las personas y Bankotsu no sería la excepción.

―Habla Inuyasha, diga―el cuerpo de la morena tembló. Era una mala idea, si estaba en riña con su novio, no debió hablarle hasta que las cosas se calmaran.

―Es Kagome―el albino se relajó, su novia lo había llamado para disculparse―Como no tenemos ningún plan para el sábado ¿podría ir a la fiesta de un amigo?

―¿Quién es ese amigo? ―Indagó con enojo y recelo.

―Bankotsu―respondió la chica en un tono tan poco audible que apenas se escuchaba.

―¡Cuándo llegará el día en que dejarás de depender de mí! Haz lo que te pegue la gana―pronunció sus palabras con odio acumulado cortándola al instante en la que quiso defenderse.

―¿Qué dijo? ―Preguntó “inocentemente” el peliazabache.

―Sí―contestó ella cambiando totalmente la respuesta del peliblanco. Su flequillo ocultaba sus ojos que se cristalizaban. Las lágrimas amenazaban nuevamente con brotar. Como aquellos días cuando lloraba por él.

―Él no te merece; hoy apenas te dirigió la palabra. Si de verdad te quisiera no te hubiera dejado sola a tu suerte. El instituto es peligroso e Inuyasha lo sabe mejor que nadie, lo más probable es que esté contigo sólo como un pasatiempo―confesó el hombre. Kagome estaba de espaldas a él.

―Tienes razón. ¿Qué me vio Inuyasha? No soy la mujer más hermosa o la más inteligente. Aún ni entiendo por qué me escogió entre tantas chicas, yo soy una más del montón. ―Miró con detenimiento el dije que le había regalado hace dos meses, cuando le prometió un mundo.

―Séparate de él, Kagome. Yo te puedo hacer feliz si tú me dejas―, apoyó su cabeza en su hombro y con su mano, limpiaba el llanto que salía de sus ojos café. Estrechó su delicado cuerpo con el suyo en un abrazo que le garantizaba esperanzas…

“Los celos son una mezcla explosiva de amor, odio, avaricia y orgullo. Los amores más duraderos son aquellos en que uno de los dos amantes es extraordinariamente celoso.”​

Xoxo, anónimo
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Notas de IKST:
*Remember Me y Recuérdame son la misma película, es de tragedia y drama según me han contado. La quiero ver *-* Es con R-Patz.
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Re: Jugando a odiarte (inu&kag)

Hola chicas bellas (L) Lamento la tardanza, pero ya lo tienen. Este capítulo está espectacular porque lo escribió Lilii, lol. No, es en serio. Tiene un poco de drama pero es clave para el fanfic. Les informo que ya estamos muy cerca del final, no sé cuántos, pero son muy pocos. Espero que lo disfruten. La canción es We are one (The Veronicas). Al pasarlo a Cz, se quitó el formato :llorar:


Regla Nº 13: los entrometidos siempre quieren separarnos de quien en verdad nos importa y amamos. Aunque haya discusiones de por medio, siempre recordamos con tristeza y añoro los buenos momentos, porque nunca se odia y siempre se ama, porque el odio es la otra cara del amor.

No sé por qué peleamos​

Debimos haber sabido que caeríamos​

Un segundo es muy tarde​

Nos golpeamos contra el piso​

Escuchaste el sonido​

¿De una sonrisa desapareciendo?​

¿Dónde irá?​

¿Dónde parará?​

Hay un remolino en mi cabeza​

Una parte mía​

Aún te espera​

Así que nunca te olvides​

Ese abrazo se sentía tan seguro, tan lleno de ilusiones y esperanzas…pero no podía hacerle eso a Inuyasha. Por más peleados que estuviesen, no podía dejarlo. Su cabeza decía que sí intentaba seducir a su corazón para que también estuviese de acuerdo, pero el corazón es más fuerte y le responde a gritos que no, después de esperar años para que ese sentimiento de amor y cariño fuese correspondido, no iba a tirar la toalla y quedarse de brazos cruzados llorando por una simple pelea. Esta vez no.

―Lo siento Bankotsu, pero no. Por más que Inuyasha y yo estemos peleados sigo firme con mis sentimientos―se separó de su abrazo y limpió las últimas lágrimas que rodaban por sus mejillas.

Recogió sus cosas y los libros que estaban encima de la mesa y las metió en su bolso.

―¿Pero qué le has visto a él que yo no tenga? Sólo dime eso y te dejo en paz―, pasó su mano derecha a su espalda y cruzó los dedos en un impulso supersticioso. No podía arriesgarse a perderla de ese modo.

―Pues…verás, es algo complicado de entender. Siempre lo vi como en verdad es…atento, cariñoso, honesto…algo que no demuestra mucho con otras chicas pero conmigo es así y no quiero que cambie.

Un silencio espantoso lleno la habitación y Kagome sintió la necesidad de salir corriendo .

―Creo que será mejor que regrese otro día a terminar el trabajo. Hasta luego Bankotsu. ―Él se quedo helado… ¿lo había rechazado? Pero ¿cómo era posible si a él nadie lo rechazaba? Ese Inuyasha lo iba a pagar muy caro.

De pasar a ser un día soleado y lleno de alegría, paso a ser triste y repleto de silencio, tanto así, que el sol se ocultó y se empezó a largar una tormenta.

Kagome transitaba por una calle muy sola cuando empezó a llover. Echó a correr cuando comenzó la tormenta pero nada consiguió, solo un traspié que casi le hace caer. Dicen que a muchos les gusta caminar bajo la lluvia, porque las gotas de agua ocultan sus lágrimas. Kagome no era de esas personas pero en este caso no sería más la excepción. Contenía las lágrimas por ser fuerte pero cuando las primeras gotas cayeron sobre su rostro, no le quedó de otra que dejarlas caer para que se confundiesen con las gotas de lluvia. Amaba a Inuyasha pero estaba muy dolida y no veía con claridad las cosas.

Porque pertenezco
Creo
Que somos uno
Tú y yo
Pero seguimos cayendo
En el silencioFuera del amor
Fuera del tiempo¿
¿Cuánto te tomara
Para darte cuenta?
Porque sabes que me mata
Que me dejen sin ser vista

Caminaba con la cabeza gacha y no sabía donde estaba, pero si sabía cómo estaba…triste, dolida y completamente sola.En una gran casona, no muy lejos de donde se encontraba Kagome, estaban tres chicos despidiéndose.

―Bueno, creo que avanzamos bastante hoy Inuyasha. Realmente eres aplicado cuando te lo propones―dijo Rin al tiempo que le daba unas palmaditas en el hombro y le sonreía con una enorme sonrisa que expresaba admiración y orgullo por lo que había logrado con ese chico en una tarde. La otra chica, pues, es caso perdido. ―Creí que te conocía pero en verdad eres una caja de sorpresas.

―Gracias Rin. Hay personas que creen que no voy a prosperar mucho antes de la graduación―, le contestó Inuyasha devolviéndole la sonrisa orgulloso de su propio progreso.― ¿No dices nada Kagura? ¿Nada que aportar? ―añadió tratando de ser “cortés”.

―¿Amm… qué? Disculpa, no presté atención a lo que decían―;claro, como pudo haberlo hecho si estaba más que celosa de que Inuyasha y esa chica se llevaran tan bien. Estos solo se limitaron a hacer unas muecas con la cara.

―Bueno Kagura se nos hace tarde. Será mejor que nos vayamos o nos agarrará la lluvia.

―Qué les vaya bien. Nos vemos mañana―terminaron de despedirse e Inuyasha se quedó pensativo ¿seguiría Kagome en casa de Bankotsu o ya estaría en su casa? ¿La habría agarrado la lluvia? El hecho de que estuviesen peleados no le impedía preocuparse por ella.

Hey tú
¿Qué pasa por tu cabeza?
¿Es Cupido quien yace muerto
Mientras estoy sentada aquí esperando?
Y todas esas cositas estúpidas
Que nos pertenecían a los dos
¿Lo dejarás a un lado todo?

Se olvidó completamente de lo que pasaba, inclusive de que estaba lloviendo y cerró la puerta con seguro y se propuso a caminar. No podía dejar de pensar en ella, en lo maravillosa que era, en lo dulce de sus palabras y lo delicada de su cara. ¿Realmente estaba enamorado? No, no puede ser posible ¡Si para él el amor no existe! ¿Pero quién quita que no pueda cambiar de opinión?

Porque pertenezco
Creo
Que somos uno
Tú y yo
Pero seguimos cayendo
En el silencio
Fuera del amor
Fuera del tiempo
¿Cuánto te tomara
Para darte cuenta?
Porque sabes que me mata
Que me dejen sin ser vista

Kagome seguía llorado sin saber que pasaba a su alrededor ¿A quién demonios le importaría si estuviese en su posición? Sólo quería resolver sus problemas con Inuyasha, que él le diese un poco de libertad y confianza ¿qué es una relación sin firmeza y confianza? Una mentira, un engaño, una farsa ¿qué caso tenia seguir con todo lo que habían construido juntos estas últimas semanas, si no tenían lo esencial para que una relación funcionara? Ella sabía bien como era él pero le tenía confianza, y lo peor, es que Inuyasha es tan posesivo que no puede verlo.

Soy yo quien ha estado intentando
Me lo dejaste todo a mí
Y no pasaré otro día
Hasta que creas
Que tal vez me he equivocado
Y nunca necesitaste
Es la verdad detrás de las palabras que me dijiste

Siguió caminando sumergido en sus pensamientos. No le importaba nada más que ella. No sabía a dónde estaba ni a donde se dirigía, solo quería que sus problemas se fueran muy, muy lejos y lo dejaran en paz. Pronto se encontró con una calle sola, completamente mojada y fría, que bueno que llevaba su chaqueta, de no ser así, se hubiese congelado. Aún seguía lloviendo, su visión no era clara pero juraría que veía a la distancia, no muy lejos, a una persona sentada en la banca del parque al otro lado de la calle, sin impermeable, sin chaqueta, sin paraguas… ¡sin nada! Debía de estar congelada o temblando de frío ¿Quién en su sano juicio sale así de su casa?

Fue prácticamente corriendo hasta ese lugar, y un par de metros antes de acercarse, reconoció a la persona que estaba allí, pálida como la luna, fría como la noche, y triste como un payaso sin su gracia. Lo peor es que era culpa suya. Se acercó más, pero al parecer ella no le vio venir, ya que seguía sollozando con la cabeza gacha y los brazos alrededor de su dorso para buscar un poco de autoprotección. Se colocó en cuclillas frente a ella y tomo su delicada cara con las manos. Sus ojos estaban irritados de tanto llorar y el poco maquillaje que se había puesto a petición de su madre para salir, se le había corrido.

Pero seguimos cayendo
En el silencio
Fuera del amor
Fuera del tiempo
¿Cuánto te tomara
Para darte cuenta?
Porque sabes que me mata
Que me dejen sin ser vista

Ella le miró con ojos curiosos y a la vez confundidos y sobrecogidos, no entendía que hacía él ahí, a ya casi mitad de la noche y con lluvia. Le sostuvo la cara entre las manos mientras la miraba fijamente a los ojos e hizo algo parecido a una mueca, pero entre ellos dos, eso era una sonrisa.
"Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes"-Khalil Gibran (1882 – 1931)

XOXO, Anónimo♥