Gintama [One Shot] Muddy Waters.

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por Eternatus, 11 Julio 2016.

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    Eternatus

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    Escritor
    Título:
    [One Shot] Muddy Waters.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1036
    Esta historia contiene SPOILERS del último capítulo de Gintama, el número 595, grandes spoilers.

    Bueno, avisados quedáis.

    Espero que los que lean esto lo disfruten. Para mí escribirlo fue algo tipo amor/odio, porque los feelings... Este escrito es como un desahogo, el personaje me gustaba demasiado.

    Y merecía algo mejor, mucho mejor.

    -Escrito inspirado por la canción Muddy Waters de LP-

    Muddy Waters.

    (It is not clear why we choose the fire pathway.
    Where we end is not the way that we had planned)

    ¿Por qué la luz brillaba tanto cuando su alma se estaba sumiendo en la oscuridad?, ¿por qué veía el camino con tanta claridad, después de años de ceguera? ¿Por qué el mundo escogía mostrarle tantas cosas ahora que su destino estaba sellado? Para Oboro la muerte había significado que las sombras por fin abandonaran su mirada, para él, que siempre había sido cazado por la culpa y el sentido del deber, por el horror, aquel momento había significado la redención de todos sus pecados. Por eso las dudas no le importaban, por eso las preguntas sin respuesta que anegaban su mente en sus últimos momentos eran dejadas de lado.

    Él comprendía.

    Él mismo se había llevado a ese final. Sus acciones lo habían llevado a la oscuridad y a las sombras, su fe lo había cegado y había hecho de él un monstruo. Una bestia dispuesta a todo para salvar a su maestro de la oscuridad, del dolor.

    Era curioso que aquello soliera llenarlo, porque ahora todo lo que podía sentir era el vacío. Vacío por haber escogido las opciones incorrectas, por no poder volver atrás y rehacer el pasado. Vacío por no poder seguir en aquel mundo y ver a los discípulos de su maestro alzarse y caer, por no poderlos ver derrotar al asesino, al demonio que era su maestro…

    Por no haber vivido su vida como si fuera morir mañana. Por no haber dado lo mejor de sí, por no haber sido quien debería haber sido.

    Quien quiso haber sido.

    Y ante esto Oboro no podía más que agradecer a Takasugi Shinsuke por abrirle los ojos. Por mostrarle piedad cuando lo único que merecía era crueldad. No podía más que agradecerle por haber iluminado la oscuridad en su alma.

    Por haberle demostrado que también él tenía un alma plateada, y que había sido su propia culpa que esta no reluciera a través de las sombras. Él había decidido voluntariamente mostrarle lo peor de sí al mundo. Y cuánto se arrepentía Oboro de tal decisión.

    Y mientras que la luz se hacía cada vez más y más brillante, Oboro no pudo evitar pensar que durante toda su vida había estado ahogándose, ahogándose en su propia oscuridad como si de aguas sucias se tratasen. Lo habían arrastrado al fondo, lo habían dejado caer, lo habían dejado llorar. Él se había ahogado con las sombras de su corazón y nunca se había dado cuenta. No hasta que fue demasiado tarde y la luz se hizo demasiado grande como para hacerla retroceder.

    ¿Era por esa razón que Oboro había escogido el camino más difícil, el camino en llamas? Sí, ojalá pudiera cambiar el pasado y evitar alejarse cuando tuvo la oportunidad. Había escogido el camino oscuro y cuesta arriba, había escogido caminar solo en lugar de dejarse acompañar por el camino luminoso y seguro.

    Él era un discípulo. Él tenía que haber caminado junto a sus compañeros. Junto a los guerreros. Junto a los hombres en los que esos discípulos se habían convertido.

    Al fin y al cabo, él había sido el primero. El que había dado lugar al Shouka Shoujuku, el primer alumno de Yoshida Shouyou. Y lo que en un principio se había visto negro como las fauces de un lobo se había transformado rápidamente en un futuro brillante, un futuro repleto de promesas.

    Un futuro que hubiera merecido la pena vivir.

    Era triste que Oboro se dejase engañar por las sombras, por la fe ciega que había tomado el control de su mente.

    Le habría gustado tener un día más, un simple día más, para compartir el mundo con los otros tres discípulos. Con los poderosos guerreros en los que se habían concertido. Le habría gustado tener un día más para dejar que su alma, plateada como la de sus compañeros, brillara como la de las demás.

    Pero había llegado un día demasiado tarde. Había llegado un día demasiado tarde a su propia muerte. Solo ésta había logrado abrirle los ojos, solo la sensación de su propio corazón deteniéndose había conseguido que la luz brillara de nuevo, esta vez más fuerte que nunca.

    Y mientras Oboro se hundía, mientras la luz lo envolvía todo, mientras sus pensamientos se apagaban poco a poco, unas manos lo sacaron del agua sucia en la que se estaba perdiendo. Tres pares de manos con la fortaleza de tres grandes guerreros.

    Tres pares de manos y un cuarto par pertenecientes al demonio y al gran hombre que había sido su maestro.

    Cuatro pares de manos que lo habían sacado del agua y lo habían llevado a la luz, al camino en el que no debía caminar solo. Y para Oboro aquel fue el mejor regalo de despedida, pues era todo lo que alguna vez había deseado. Verlos a todos una última vez antes de su partida a la muerte. Ver a los que deberían haber sido sus discípulos caminar y sonreír. Vivir.

    Ver a su maestro sonreir una última vez, no como Utsuro, sino como Yoshida Shouyou.

    Y comprendió entonces que como él, aquellas personas también estaba caminando hacia la luz, hacia la muerte. Los discípulos que ya no lo eran y nunca más lo serían, pues esa parte de ellos estaba muerta, y Yoshida Shouyo, su gran maestro; el hombre que ya no lo era más.

    Aquella era una buena imagen para ser la última. De hecho, era la mejor que se le pudo haber concedido, pensó mientras continuaba caminando, mientras la luz lo envolvía completamente y el agua sucia a sus pies desaparecía.
     
    Última edición: 11 Julio 2016

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