Long-fic de Inuyasha - Enséñame a besar (InuKag) Termindo

Re: Enséñame a besar (InuKag)

Hola!!
Bueno, realmente no venía a poner la conti... pero que mierda, se me antojó :)
Espero que les guste este capítulo ^^ Que me costó mucho trabajo ._.


Enséñame a besar.

4-.

Otra vez.

InuYasha la ignoró por completo en toda la mañana y estaba rodeado por chicas de su mismo curso. Kagome se sintió un poco sola y algo celosa, él parecía muy divertido con esas chicas tontas y rubias, sin una pizca de cerebro.

¡Se comportaba tan extraño desde el otro día!

¡Pero que tipo tan cínico era! Se sintió dolida, lastimada, y muy traicionada. Apretó sus puños, deseando con fervor que tocara la campana y así poder hablar a solas con InuYasha. ¡Necesitaba… necesitaba de su compañía!

¡No comprendía el por qué ni el como, pero lo necesitaba! .¡Esas… esas sin cerebro no merecían hablar con InuYasha! Él tenía demasiada cabeza, demasiada arrogancia para estar con ellas.

¡Era un traidor!

"¡Mou, InuYasha! ¡Date cuenta que estoy aquí!", pensó ocultándose torpemente detrás del árbol, queriendo clavar sus uñas contra el tronco. Sentía su corazón en sus oídos, expectante a que él la mirase.

Finalmente, ellas se alejaron, dejándolo solo.

InuYasha permaneció apoyado contra la pared, con las manos en sus bolsillos y expresión casi indiferente. El viento sacudió sus cabellos azabaches, casi tapándole el rostro hasta que ligeramente la brisa se esfumó. Dos mechones negros se posaron sobre sus hombros, haciéndolo ver… atractivo.

Entonces, volteó la mirada hacia el árbol donde ella estaba oculta. Su mirada era tan seria, casi como si estuviera enojado. Tenía el cejo fruncido, la mandíbula ligeramente apretada… Mou, no conocía a ese InuYasha.

–¿Qué haces, Higurashi? –preguntó una voz masculina, ligeramente curiosa y algo sorprendida.

Ella soltó un respingo y volteó la cabeza con lentitud, sus ojos chocolates se chocaron contra los grises –casi plateados- de Hoyo.

–¡¡Hoyo!! –exclamó ella, con el corazón latiéndole a mil por hora y un ligero rubor en sus mejillas -. ¿Qué… qué haces aquí? –miró hacia ambos lados nerviosa, pegando su espalda contra el tronco y deseando que InuYasha no la descubriera.

Hoyo alzó ambas cejas y entonces sonrió.

–Quería saber si para el próximo domingo tenías libre –dijo con alegría, algo infantil y muy inocente -. El sábado tengo sesión con los de arquería, así que…

Hoyo estaba en el club de arquería, aunque fuera muy rápido en las carreras. Estuvo casi en todos los clubes del colegio, y finalmente se quedó en este último. ¡Realmente era muy admirable!

Pero… toda la información chocó contra su cabeza y permaneció con la boca abierta unos cuantos segundos. ¡Hoyo le había… le había preguntado si tenía el domingo libre! ¡No podía ser que… que…!

–S… S-Sí… ¿P… Por? –balbuceó Kagome, más sonrojada todavía y poniendo sus manos en actitud de rezo, cerca de su pecho.

"Que sea una cita, que sea una cita"

–Eri, yo y Yuka organizaremos una salida de campo, me pidieron que te avisara –sonrió alegremente, mirando hacia el cielo. Nunca conecta su mirada con la de ella -. Nos vemos el domingo, a la una en la estación de Tokyo. ¡Adiós, Higurashi!

–¡Hoyo…! –exclamó ella, viendo como el 'amor de su vida' se alejaba rápidamente de ella, riéndose solo -. Pero… no acepté.

Su mano cayó lentamente, muerta, inmóvil. Soltó un suspiro cansado y se dejó caer, negando con su cabeza. Respiró con rapidez, dándose cuenta que él ni siquiera la miró, ni siquiera le preguntó si aceptaba ir… y solo se lo dijo porque Yuka y Eri se lo mencionaron. Sus amigas tuvieron intenciones, pero él… él ni siquiera la conocía.

Escuchó un silbido tras de ella.

–Ese Bobo… ¿No es muy infantil? –preguntó InuYasha, mirándola directamente a los ojos, con su antebrazo apoyado en el tronco, sosteniendo a su cuerpo.

Kagome lo miró y sus ojos se llenaron de lágrimas.

–¡No… no es infantil…! Sólo… es distraído… –murmuró como respuesta, tratando de convencerse y soltó un suspiro -. ¿Con quién fue?

InuYasha parpadeó confundido, poniéndose de cuclillas hasta la altura de ella y movió su cabeza, como preguntándole que quería.

Entre tanta desilusión, ella sonrió levemente.

–¿Te… te besaste a una de esas chicas? –preguntó finalmente, queriendo cambiar de tema. No deseaba hablar, ni siquiera pensar sobre Hoyo.

InuYasha soltó un bufido, soplando hacia arriba haciendo que su flequillo se moviera cómicamente.

–No, no lo hice –finalmente, se sentó y pegó su espalda contra el árbol, entrelazando sus manos detrás de su nuca -. ¿Por qué quieres saberlo?

Ella volteó a mirarlo, sonriéndole dulcemente. InuYasha sabía casi a la perfección que no deseaba tocar el tema de Hoyo.

–¡Dímelo! –replicó Kagome, algo divertida -. ¿Es tan malo saber quién fue tu primer chica?

InuYasha se sonrojó y cerró los ojos.

–Cuando beses a Bobo te lo diré.

Infló sus cachetes, pero no le replicó. Últimamente él estaba tan misterioso, queriendo guardar secretos que –seguramente- antes no se los guardaría. Tal vez era muy, pero muy privado… Aunque bueno, todos tenían derechos a guardar sus secretos.

¿No?

–Oye, el sábado lo tienes libre, ¿no? –preguntó InuYasha, siendo él quién cambiaba de tema.

Kagome lo miró, se corrió un poco y finalmente apoyó su nuca contra la pierna de InuYasha, mirando fijamente el árbol, el sol que se colaba entre las hojas. ¿Sería otro día de campo?

–Sí, Sôta se va de campamento –comentó al aire, como si no tuviera importancia, soltó un suspiro algo triste, cerrando sus ojos -. ¿Por?

InuYasha sonrió de lado.

–¿Quieres ver la nueva película de los Mutantes? –sonaba muy entusiasmado -. Dicen que esta película es terriblemente buenísima.

Entreabrió sus ojos chocolates, pero rápidamente los cerró. Inspiró el aire, sintiendo el olor masculino de InuYasha. Era tan característico, tan único.

Sonrió.

–Sí, pero también quiero ver a Mi Pequeña Sei –respondió alegremente, mirando justo la expresión ceñuda de InuYasha -. Es una comedia romántica.

Él gruñó.

–¡Oh, vamos, Kagome! ¡Esas… cosas son para mujeres!

–¿Y qué te crees que soy?

Él le acarició la frente casi con dulzura.

–Eres mi chica, por eso vendrás a ver los Mutantes conmigo.

Ella se rió, tratando de no prestar atención a la turbación de la mención que ella era de InuYasha. Él siempre le dijo aquello, bromeando pero… esta vez fue diferente, no entendía qué… pero fue algo muy diferente.

–Está bien.

–¡Esa es mi chica!

–Pero veremos a Mi Pequeña Sei.

InuYasha sólo volvió a gruñir.

·-·-·-·-·-·-·

Ese viernes por la noche, después de la 'sesión con el maestro InuYasha' (como él bien dijo que empezara a llamarlo), se dedicó a elegir el mejor vestido. Estaba cansada de siempre usar pantalones, y quería demostrarle a InuYasha que no solo era su 'amiga' sino también una chica elegante, femenina y muy atractiva.

"Imagínate como si saliera con Hoyo", se dijo a sí misma, mirándose en el espejo. Era un vestido blanco, delicado, casi elegante pero informal. Contenta con el resultado, pero no con su cuerpo, se asomó otra vez a la ventana.

El viento volvió a soplar contra su rostro. Haría frío mañana, pero seguramente en los cines habría calefacción.

Miró fijamente la estrella con los ojos llorosos. Deseó que no fuera InuYasha quien la invitara a salir, sino fuera Hoyo… ¡Quería… quería que se diera cuenta que existía por una vez! Y que la besara, la abrazara y, al menos, le regalara sus sonrisas.

–Nee-chan –llamó Sôta, abriendo la puerta sin llamar y causando un respingo en su hermana mayor.

–¡Mou, me asustaste! –chilló enojada, cruzándose de brazos -. ¿Qué quieres, Sôta?

Su hermano menor sonrió con picardía, sentándose en la cama.

–¿Vas a salir con Inu no niichan? –preguntó burlonamente. Desde pequeño esperaba que su hermana e InuYasha se juntaran y fueran novios.
¡Al menos lo sentimientos de ambos eran tan evidentes para él!

El rostro de la chica se tornó rojo como un tomate.

–¡S… Sólo como amigos, Sôta! –respondió, volteando hacia la ventana para que no pudiera ver su rostro nervioso.

"¿Amigos? ¿De verdad seguimos siendo amigos?", se preguntó Kagome pero sacudió la cabeza. ¡Las cosas entre ellos no cambiaron! Al menos por parte de InuYasha. Es que… se había dado cuenta que él era… un chico.

"¿Acaso necesitabas que te besara para darte cuenta de eso?", replicó aquella voz muy parecida a la de InuYasha en su cabeza.

–Claro –asintió con la cabeza, casi con ironía -. Por eso se estaban besando ayer a la noche, ¿verdad?

–Claro… –asintió Kagome distraídamente, sin prestar atención a las palabras de su hermano. En unos segundos de silencio, las palabras resonaron dentro del cerebro de la chica -. ¡¿Cómo sabes eso?!

Sôta se tapó los oídos con sus palmas.

–¡Los vi! Nee-chan, ¿desde cuando eres la novia de Inu no niichan? –preguntó con alegría, sintiéndose feliz… al fin el sueño se cumplió.

Al menos para uno.

–¡FUERA! ¡FUERA DE MI HABITACIÓN! –chilló Kagome con furia, agarrándolo del cuello de la camiseta y tirándolo –literalmente- hacia el suelo -. ¡¡INUYASHA Y YO NO SOMOS NOVIOS!!

Y cerró de un portazo.

Buyo pasó cerca y se restregó contra el brazo de su amo, ronroneando. Sôta lo abrazó, levantándose y silbando se fue hacia su habitación.

Mientras tanto, Kagome se sacaba el vestido casi con furia. Las mejillas estaban extremadamente rojas y unas lágrimas se asomaron contra sus ojos.

¡Mou, todos pensaban que ella e InuYasha se irían a quedar juntos! .¡Ella no lo quería! ¡Sólo… sólo era como su hermano mayor! Era el que la protegía cuando era niña, el que la ayudó a superar la perdida de su padre, el que siempre estaba ahí cuando lo necesitaba, el que estaba intentando ayudar para tener una historia con el chico de sus sueños. ¡Nada más! ¡Ella e InuYasha jamás serían algo!

A igual que tampoco sería algo de Hoyo.

Soltó un gemido, tapándose el rostro con sus manos y llorando amargamente.

¡Nunca podría estar al lado de la persona que amaba! .¡Nunca podría abrazarlo y decirle cuanto lo quería! Jamás podría pelear con él, divertirse, besarse, abrazarlo, acompañarlo en las buenas y en las malas.

Sería mejor que dejara esta farsa, que InuYasha dejara sus sesiones… ella no estaba dispuesta a soportarlo más.

Su móvil sonó de pronto.

El corazón le latió muy rápido.

"¿Será… él…? No, no, Kagome, deja de pensar en… él", se dijo a sí misma. Observó la pantalla, leyendo el nombre de quien la estaba llamando.

–¿Hola? –preguntó con la voz más normal que pudo -. Hoyo… ¿Cómo conseguiste mi número? ¿Yuka? Ah –le temblaba las piernas, por lo que se sentó -. ¿Salir…? ¿El sábado? ¡Claro que no tengo nada para hacer! Er… ¿Solamente… tú… y… yo…? –preguntó con voz finita, casi con vergüenza -. ¡Ah…! –reprimió un chillido -. ¡Entonces… entonces nos vemos…! Sí, sí, a las dos en punto estaré lista. ¿Sabés donde vivo? Sí, claro, claro… –las palabras de Hoyo le cortaron el aire, pero sonrió dulcemente -. ¡Sí, Hoyo, yo también… te quiero!

Y colgó.

Empezó a gritar, a saltar, abrazó a su almohada dándole un beso sonoro. Dio vueltas, gritando otra vez. ¡Le… le había invitado a salir! ¡Y dijo… dijo que la quería, que gustaba de ella! ¡Era un sueño! No podía ser verdad.

Se acostó en la cama, todavía abrazando a su Hoyo-almohada con muchísima fuerza contra su pecho. Pensar que estaba llorando, pensar que se sentía tan sola… tan triste porque jamás tendría algo con él.

¡Y ahora… ahora ellos irían a estar juntos!

¡En una cita!

¡El…!

Sá… ba… do.

La alegría de Kagome se esfumó en un santiamén. Volvió a gritar, pero esta vez horrorizada. ¡No podía ser cierto!

¡Ese… ese día saldría con InuYasha!

Continuará…