Disclaimer: Fate/Zero pertenece a Gen Urobuchi y a otro montón de personas/compañías más. Fanfiction escrito sin fines lucrativos. Línea temporal: Capítulo 11 de la segunda temporada de Fate/Zero. Advertencias: Uso excesivo de la conjunción "y". ENFER Capítulo Único Su esposa, su hija y la vida pacífica que siempre deseó están allí, frente a él. Él está incrédulo porque ya no confía en el Grial y porque todo parece tan falso que le enferma. ¿Ése es su deseo? ¿Ellas dos a cambio de todo? ¿Por qué ha luchado entonces? ¿Su otro sueño, el de ser un héroe, de salvar a toda la humanidad, dónde queda? Y su hija le besa en la mejilla y se siente un poco mejor, solamente un poco. La copia de Irisviel le habla sobre la oración que debe hacer para cumplir su meta, porque eso sigue siendo una fantasía aunque sienta el calor de su niña, su peso en sus brazos, su olor en su nariz. Y le dice a Illya que ya no podrá buscar nogales y ella entiende perfectamente, dice que no importa, que todo lo que quiere es estar con sus padres. Kiritsugu le agradece, le abraza y le recuerda que la ama y disfruta ese pequeño y efímero momento con su hija, su niña adorada. Acaricia su pelo, lo siente suave bajo su palma. La mira a los ojos. Illya es tan bella, tan pequeña, tan hermosa. Una creatura perfecta y se siente tan indigno de siquiera de estar con ella, de lo que está a punto de hacer porque, aunque es una ilusión, Illya es su hija y la ama y no desea que nada malo le pase. Solamente anhela abrazarla y estar cerca de ella, querer a su pequeña hija el resto de su vida. Eso es verdad, ese amor que siente es una realidad. Podría apostar su vida manchada de carmesí a ello. Es tiempo de decir adiós, sus ojos húmedos se lo dicen. Pero no quiere, quiere permanecer ahí un poco más, aunque no lo demuestra. El Grial es una mentira, una estafa. No quiere volverlo a ver en su vida. Encañona a la falsa Illya, se despide y dispara sin vacilar. Y aunque esa no sea su Illya verdadera, le duele, pero hay un montón de cosas que le han dolido antes, así que ha aprendido a ignorar el dolor fácilmente, aunque por dentro se esté destrozando. Irisviel grita, llama a su hija. A la niña de los dos. Se arrastra hasta su cadáver, desesperada. La ve muerta y sabe que Kiritsugu ha tomado una decisión. Reclama, grita, llora. Pero nada de eso llega a él porque ésa no es Irisviel. Irisviel está muerta y esta copia ilusoria es el Grial y ahora mismo Kiritsugu odia al Grial más que a sí mismo. Kiritsugu toma del cuello a esa falsa Irisviel, a su falsa amada, y la aprieta. Le da una muerte lenta y dolorosa, a diferencia de su niña. Él llora sin saber, sin estar consciente, mientras ella le maldice, le odia, le detesta. Y él sigue llorando, pero no llora por esa falsa Irisviel, llora por la verdadera, llora por la que está muerta, a la que él ha matado por convertirla en el Grial, con la que no compartió los momentos suficientes por ir tras una ilusión que se convirtió en su infierno personal. Llora también por Illyasviel, tan lejos de él, a la que le ha arrebatado a su madre, tan frágil, tan pequeña, tan sola, con un destino maldito. Algo suena, un cuello roto. Irisviel, la falsa, acaba de morir. Y él es un héroe, ¿no? Uno que se ha sacrificado a sí mismo y a los suyos por un bien mayor. Seis billones de personas contra dos miembros de su familia… Kiritsugu sabe que, aunque lo desee, no puede elegir esa opción. Última Edición: 21/08/2013 PROHIBIDA la reproducción parcial o total de este escrito sin consentimiento del autor.
