El amor es una locura.

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Asdfghjklñ, 26 Enero 2012.

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    Asdfghjklñ

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    Escritora
    Título:
    El amor es una locura.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1362
    El amor es una locura.

    Cap. 1



    << Amor de locos... sí, todos me decían que esto no funcionaria, pero por ti yo me arriesgue, y ahora que lo pienso no perdí>>

    Sentada en una banca, mirando la gente pasar y los carros, la mente se entretiene con cualquier cosa, trata de recordar lo que pensaste ayer o en la mañana cuando te levantaste, nuestra mente es un laberinto de cosas aparentes innecesarias que en realidad nos crean como personas... depende de cómo las utilices para ser personas solitarias, tristes, sociables o felices. Mentes complicadas no existen, solo existe el creador de algo que no quiere descubrir, nos enredamos con cosas raras, complicadas y algunas veces que ni nosotros mismos entendemos. Cada quien siente lo que piensa y quiere pensar lo que siente... Algo imposible, porque los sentimientos no tienen un camino para andar por él, ellos solo vuelan, sin control, sin mando, sin saber lo que hacen, al ser sentimientos hacen muy bien su labor, ellos... solo sienten y se dejan llevar por el recorrido de la vida, y quien puede decir un sí o un no; también pueden recorrer la muerte o una vida que nadie ha visto.

    Y aquí viene la historia de ¿amor? ¿Comedia? ¿Suspenso? ¿Fantasía? ¿Muerte? ¿Felicidad? ¿Tristeza?... No, solo sentimientos completamente distintos que volaron sin control y sin miedo a estrellarse con el mundo.

    — ¡Oye! ¿En qué mundo andas?—me pregunto mi amiga. Buena pregunta, lástima que no tuviera tan sincera respuesta; ¿en qué mundo ando? tal vez en el mío, tal vez en el de alguien mas... tal vez en ninguno.

    —Lo siento— ¿Que más podía decir? Muchas cosas, cosas que en ese momento no dije, solo callé con una simple palabra que la dejo satisfecha. O eso veía yo, sólo veía su exterior: una chica linda, castaña y ondulada y de ojos completamente grises. No sabía que sentía, no sabía que pensaba... Suponía yo, que ella también era complicada.

    Esperaba que ella regresara de comprar unas cosas de aquella tienda casi vacía y ahí me perdí en mi mente enredada, pensaba tantas cosas y si tenía suerte recordaba una corta parte de ello.

    Había regresado con una pequeña bolsa blanca de la cual desprendía un agradable olor a pan recién sacado del horno.

    —Hoy voy a comprar un poco de ropa. La navidad se acerca silenciosamente y no tengo ropa presentable para las reuniones que hace mi familia año tras año. Que dices ¿Me acompañas?—pregunte mientras seguíamos caminando por las calles; a las nueve de la mañana por estos lugares casi no pasaban autos, por lo que andamos despreocupadas.

    —Claro, sólo tengo que decirle a mi abuela—contesto con una sonrisa, si algo sabia yo de ella era que le encantaba comprar.

    Traía puesto algo nuevo: una blusa negra un poco larga, unos jean, unas botas largas, una boina y una bufanda. Ella tenía estilo, y todo le quedaba bien.

    Ahora me miro yo: un jean, una blusa de mangas largas lila, unos botines y una bufanda. Nada sofisticado; por eso la necesitaba a ella, para que me ayudara a elegir tan problemática ropa. Mi estilo nunca fue complicado a simple vista, pero en realidad era peor... Era tan poco lo que me gustaba y tanto lo que me parecía horrible. Cada quien tiene sus propios gustos ¿no? Y creo que los míos eran incomprensibles para mi familia.

    La alta sociedad no lo permitiría... Y ¿qué hacía yo peleando con tanta gente? Nada, solo perdería mi tiempo. Sería como una gota de agua tratando de superar mil mares. Tal vez debía arriesgarme, enfrentar mis gustos y no dejarme manipular... Pero este no sería el momento, no estaba en posición de discutir con la gente de mi familia, que poco se parecía a mí.

    Terminamos metiéndonos por una calle de estrecho paso y grandes casas. Caminamos pasando unas cinco o seis casas por delante hasta que por fin llegamos a ver las dos... Eran grandes y espaciosas, ambas de tres pisos y gran jardín.

    —Hablamos ahora Brook—me despedí con una sonrisa. Aunque pareciera una persona seria, triste y desolada, no lo era. También era alegre, loca e hiperactiva.

    —Sí, adiós Christine— se despidió mientras entraba en la primera casa. Camine hasta llegar a la mía, la abrí; no había nadie. Una casa vacía de día y por la noche un estallido. Aunque mis padres a veces pelearan y mi hermana me molestara todo el tiempo era una buena familia.

    Camine por toda la sala, dejando las llaves en un pequeño mueble, subí las escaleras pasando de largo la cocina y la sala. Mire las tres puertas blancas, la biblioteca, un baño y una piesa vacía. No mire, no trate de decir en mi mente que había en las otras habitaciones, solo me dirigí al cuarto vacio. Solo encontré una cama vieja. Vacía de aspecto y llena de recuerdos por dentro. ¿Cuántas lagrimas no aguanto aquel colchón desgastado, en noches de peleas y discusión... en momentos de tristeza y frustración...en aquellos días de confusión y desesperación? Miles, si se contaran llenaría un mar. Me tire sobre el... En algunos momentos lo sentía mi héroe. Siempre ahí sin moverse, abandonado y solitario; resiste el tiempo y los golpes que este le manda, escucha secretos y retiene lagrimas... Siempre ahí, esperando consolar y acomodar a alguien. Sin pensar a quien o a que; siempre en silencio consuela. Es raro que ahora mi héroe sea un colchón o una cama en sí de años pasados. Pero pensándolo, ha resistido tantos años y las personas ahora con solo un viento que los azote se dejan rendir; pierden esperanzas y no acompañan a los que si los necesitan.

    Mire la ventana, aquel cristal sucio sostenido por la medara desgastada, donde cada noche se veía la luna en todo su resplandor acompañada por sus amigas las estrellas. Ahora se veía el sol, voltee mi mirada hacia un nochero donde reposaba un reloj. Eran las diez... ¿Pase tanto tiempo dándole un discurso a mi colcho? Ahora que lo digo así suena más raro de lo que pensé. Me levante y salí de nuevo de la casa, ahora me dirigí a la de Brook, entre mas rápido fuéramos menos nos demoraríamos. Antes de salir cogí mi cartera y mis llaves, cerrando la puerta detrás de mí salí. Toque el timbre para que me saliera una mujer mayor, de aspecto sonriente, cabellos rubios y ojos castaños. Me recibió amablemente; pero se dio cuenta de que no era momento de ahogarme con sus abrazos y halagos que el día de ayer me había dado exactamente iguales. Llamo a Brook con un grito y sin tener que esperar mucho ella salió. Se despidió de su abuela y aguantamos un pequeño discurso de cómo cuidarnos y llamar cada hora para saber si estábamos bien. Y después de esto salimos, cogimos un taxi y esperamos llegar al centro comercial.

    — ¡Ya quiero llegar!— dijo emocionada —Tengo una tienda muy buena, además hay una donde atienden unos chicos tan guapos—llego al verdadero punto de su emoción... Chicos, aunque no le daba créditos al amor si se los daba todos a la atracción, física y emocional. Así era ella, una chica complicadamente rara; pero que se hacía, era mi mejor amiga.

    —Sí, claro— sonreí divertida por como había dicho lo anterior. Y así, empezó nuestro día en el centro comercial. Aunque… ¿Qué cuanto puede pasar en uno?


    Bien hasta aquí.
     
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    Anh Peárys

    Anh Peárys Bubbles

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    Escritor
    ¡Ohayo~~~~!

    Cómo lo esperé de ti, cielo *c*

    Nada de tontos errores ortográficos, redacción, narración, usas guion largo, acentuación, puntuación, bla, bla...

    Esta súper genial, y como sabes; ya lo había leído.

    Me describes bien =), claro, a ti igual. ¡Como ame el discurso de tu colchón!


    Besos~~~


    Att: Muñeca Ha Neko
     
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