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  1.  
    lostsoul_nic

    lostsoul_nic Guest

    Re: El adios

    Vaya, estuvo genial la conti todo lo que pasaron y ahora en esa situación, pobre de Inu debe estar muy mal, su amor esta muerta y no sólo él Koga se enteró que irá a hacer ojala no le haga nada a Inu, y para acabar el pobre de Hoyo fue rechazado y confundido con el hanyou, vaya es complicado todo, pero lo peor es que Kagome esta muerta, ya quiero saber que va a pasar, ya no revivirá???? ToT, continua pronto please!!!!!!

    Besos y saludos
     
  2.  
    LucyDei

    LucyDei Usuario popular

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    El adios
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    Re: El adios

    n.n claro y gracias por tu apoyo n.n habia estado un poco ocupadita me sentia un poco mal, honestamente me dolia la cabeza por estar tantas horas en la computadora...
    de hecho dias!!!, todos los dias entro al cemzoo y me desconecto como por ahi de las 2:30 am, 4:00 am lo mas tarde que me he dormido es a las 5:45 am!!!! y eso es todos los dias n.n
    estoy un poco cansada por eso pero vale la pena desvelar se por ver a inuyasha n.n a mi lindi sesshy!! jejeje de ahi me desvelo para ver las demas series, antres veia a naruto pero lo quitaron!!! ahora pusieron otro anime en cemzoo es Rave Master o algo asi pero weno, aqui mismo pondre la continuacion n.n...

    Pum! Pam! Sendos chichones aparecieron en las cabezas de ambos que, agachados para poder curar a Koga, estaban a su completa disponibilidad. “Quiero saber qué es lo que pasa y quiero saberlo ahora. Porque tengo que ir frente al chucho ese y recuperar a mi mujer!”

    Ginta suspiró. “Me temo que eso no va a ser posible Koga?”

    “Y por qué no?” preguntó sin comprender.

    Ambos lobos se miraron, derrotados, y fue Hakkaku quien respondió.

    “Porque…la señorita Kagome…está muerta”

    El adiós

    Los personajes no me pertenecen y hago esto sin ánimo de lucro. Espero que les guste.

    Capítulo 6

    “ggg” mientras hablan
    ‘ggg’ lo que piensan
    Kkk flashback
    XXX cambio de escena
    Shippo se había despertado de su siesta matutina. Se estiró y se restregó los ojos, terminando de quitar posibles legañas que se hubieran alojado en las comisuras de los mismos. Se levantó con la sensación de paz dentro de su cuerpecito, pero una pequeña congoja se estaba apoderando de su corazón. Miró tras de sí, encontrando el mullido pelaje del lomo de Kirara, quien permanecía tranquila echada sobre la hierba. Después escuchó un sollozo proveniente de algún lugar cerca suyo y giró la vista hacia dicha zona encontrando a dos de sus compañeros de viaje y aventuras, Sango y Miroku, abrazándose mutuamente para darse consuelo.

    ‘Qué sucede?’ se preguntó, nervioso. Un rayo atravesó su mente. Fue en ese instante cuando recordó todas aquellas imágenes concernientes a la batalla acaecida esa misma madrugada.

    ‘Kagome…’

    Tenía que encontrarla. Ella no podía estar … Ella simplemente no podía. Miró hacia todos lados encontrándose con una joven de pálida tez y largo cabello negro que estaba situada a unos metros de ellos, de pie.

    “Kagome” dijo en un susurro. Y una alegría repentina invadió todo su ser. Alegría que pronto decayó, al darse cuenta que la susodicha mujer no era la persona que el kitsune anhelaba.

    Era Kykio.

    La observó durante unos instantes con detenimiento. Su figura imponente permanecía quieta, con la mirada fija en algún punto tras los matorrales. Shippo, poniendo más atención, pudo escuchar también unos susurros procedentes de ese lugar. Quiso saciar la curiosidad que lo embargaba y miró por entre las hojas, encontrándose con un muchacho que abrazaba desesperadamente a una joven.

    La escena era entrañable, o lo sería, sino fuera porque uno de esos seres que componían la pareja… permanecía sin vida.

    Pudo apreciar que Inuyasha lloraba silenciosamente por la muerte de la chica, mientras palabras eran susurradas al oído de ella relatando una bella historia.


    Los rayos del sol despuntaban en el horizonte, otorgando al paisaje un bello amanecer. La luz se hizo paso a través de los cristales de una ventana en especial, golpeando suavemente los párpados cerrados de una joven. Esta se movió inquieta, pues esa luminosidad repentina resultaba un tanto molesta, además que la postura en la que se encontraba también era bastante incómoda.

    Abrió lentamente los ojos, aún sin comprender donde estaba. Bostezó y se estiró, despreocupada. La brisa matutina recorrió sus brazos desnudos. Fue entonces cuando se dio cuenta de que la ventana de su cuarto estaba abierta. Detalle que no notó la noche anterior. Mantuvo la mirada en el cielo visible desde su postura, en la silla al lado de la cama, y fue entonces cuando un pequeño gruñido llegó hasta sus oídos.

    El agarre en su mano, del que aún no se había percatado, se hizo más fuerte. Los dedos varoniles enredados entre los suyos se movieron ligeramente, asiéndola con intensidad. Y esos orbes dorados que tantos suspiros la habían arrancada estos años, empezaron a hacerse visibles, muy lentamente, tras las pestañas del joven que reposaba en el lecho.

    Inuyasha empezó a moverse incómodo. No estaba acostumbrado a pasar tanto tiempo sin estar alerta descansando. Y aún así, sentía su cuerpo pesado y dolorido. Pero en su mente no recordaba ninguna acción por la que pudiera sentir todo eso. Intentó enfocar su vista en una pared blanca que, de primeras, no reconoció. Fue cuando una fragancia ya conocida chocó contra su nariz, cuando se percató de que la estancia en la que se encontraba era el cuarto de Kagome. Cerró los ojos para poder aspirar el aroma.

    Lo había echado de menos. Mucho.

    Pero un sollozo lo despertó de su ensimismamiento. Con bastante dolor, consiguió torcer la cabeza para observar a la chica que se encontraba a su lado.

    Ella le sonreía, aunque gruesas lágrimas escapaban de sus ojos. No supo por qué, pero se vio en la necesidad de sonreírle de vuela, como expresando que todo estaba bien. Se deshizo del agarre que tenía con la mano de ella, y la acercó a su mejilla, limpiando con el pulgar las gotas de agua que recorrían su rostro. Kagome inclinó un poco la cabeza, para que esa pequeña caricia fuera más intensa.

    Intentó hablar en varias ocasiones, decir algo que resultara coherente. Lo que fuera. Cualquier cosa estaría bien.

    Pero las palabras morían en su garganta y solo conseguía realizar gestos que, a la vista, resultaban un poco raros, provocando una sonrisa cada vez mayor en el medio demonio.

    Viendo sus problemas con el lenguaje, quiso ayudarla un poco a expresarse. Aún no estaba del todo consciente y seguía sin comprender como había llegado hasta la cama de la chica, pero le pareció la vista de ella tan tierna que, si no fuera porque le dolían todos los huesos, ahora mismo se levantaba de su posición y la arrinconaba entre sus brazos.

    “Kagome” dijo Inuyasha apenas en un suspiro ronco.

    Sin desearlo, ella estalló en llano. La tensión acumulada pesaba demasiado y el par de horas que había dormido no la habían ayudado en su descansar. Por lo que no pudo evitar derrumbarse, dejándose caer sobre el cuerpo del muchacho, abrazada a él con fuerza.

    Inuyasha se sobresaltó por este repentino gesto de la muchacha. Durante los primeros instantes no supo como reaccionar. Se quedó completamente sorprendido, observándola, sin saber muy bien que es lo que debía hacer a continuación. Entonces notó que ella se aferraba un poco más a su pecho, y la cobijó en un abrazo protector, demostrándola que todo estaba bien, que él estaba bien…

    “Me sorprendiste tanto entonces…nadie antes había llorado por mí.

    Nunca.

    Y tú ya habías llorado antes… y llorabas ahora. Nunca sabrás lo que tus lágrimas significaron para mí” decía Inuyasha despegando su cara del cuello de la joven. Apretó aún más el haori contra el cuerpo de la chica, como queriendo evitar que las ráfagas de aire que empezaban a hacerse presentes en el lugar pudieran llegar hasta su cuerpo frío y amoratado.

    “Fuiste mi luz Kagome. Yo…estaba perdido sin ti. Creí que solo haciéndome respetar consiguiendo el miedo de los demás podría vivir tranquilamente. Pero llegaste tú, a poner mi mundo patas arriba” la miró intensamente. “Kagome…abre los ojos” decía entre susurros no pudiendo evitar los surcos que recorrían sus mejillas. “Por…por fa…vor” suplicaba con la voz entrecortada.

    Pero nada ocurrió.

    Y tras esos instantes de tensión, esperando, quizá, por un milagro…por un despertar que no llegaba… se abrazó a ella, aún más si era posible, tal como ella lo había hecho entonces, y lloró amargamente.

    XXXXXXXX
    “¿¿¿¿QQQQUUUÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉ???” un grito de Koga se hizo presente en todo el bosque del Sengoku. “MALDITO CHUCHO Y MALDITO NARAKU!!!!!!!” intentó levantarse para asegurarse que lo que le acababan de contar fuese cierto, pero las heridas en sus piernas se lo impidieron. Calló pesadamente de nuevo contra el suelo, deshaciéndose de la ayuda que los brazos de sus compañeros le brindaban. Escondió el rostro entre sus manos y el recuerdo de la sonrisa de la chica de cabellos azabaches ocupó su mente mientras una lágrima caía por su rostro.

    ‘Kagome…’

    XXXXXXXX

    La madre de Kagome se despertó un poco intranquila aquella mañana. No quería expresar sus temores a su hija, pero el estado en el que el medio demonio cayó aquella noche era deplorable, y dudaba muy en su interior que pudiera sanar fácilmente. Se sentó al borde de la cama, cubriéndose con sus brazos, pues el amanecer había dejado su huella fresca en la habitación. Alzó su cuerpo de mujer y caminó hasta el tocador, cogiendo un cepillo y peinándose su sedoso cabello. Desvió su vista hasta una de las fotografías que poblaban su recámara. Eran sus hermosos hijos, Kagome y Sota, con cinco años menos. Estaban haciendo un muñeco de nieve uno de esos inviernos. Dejó el cepillo nuevamente sobre la madera, y llevó sus manos hasta el retrato, acercándolo a su corazón después de permanecer observando cada detalle de la imagen por un instante.

    Sus hijos eran toda su vida.

    ‘Si Inuyasha no sobrevive a esta Kagome…’ detuvo sus pensamientos para tranquilizar a su agitado corazón. Pintó una suave sonrisa en su rostro y se fue a vestir y a preparar el desayuno.

    Toc! Toc! Llamó a la puerta de la habitación de su hija sujetando la bandeja del desayuno con la otra mano. Con algo de dificultad abrió la puerta cansada de esperar una respuesta que no llegaba.

    Sin embargo, cuando abrió la puerta se encontró con una imagen que jamás pensó que vería.

    XXXXXXXX

    No lo comprendía. Simplemente no podía entenderlo. Era extraño ver a ese muchacho de cabellos plateados que había suspirado por ella hasta hace apenas unos días, muriéndose vivo por otra mujer.

    Y no era una mujer cualquiera.

    Era su reencarnación.

    No podía dejar de mirar a esa pareja. Era extraño ver ese abrazo tan sincero, esas lágrimas que tanto acongojaban el alma de los vivos…



    Y su alma? Podía sentir cierta congoja. Pero…

    ‘Esta congoja es mía o suya?’ se preguntó con cierto temor. Algo de ella no estaba bien. En realidad, algo en ella no estaba bien. Se sentía tan extraña... Se llevó una mano al pecho, donde debería latir su corazón. Ese pecho vacío ahora, en su cuerpo de barro y huesos. Y por un instante, sintió un latido. Pero después nada.

    Silencio.

    Se miró la palma de la mano que había estado posada en su cuerpo, queriendo descubrir si aquello que había sentido era cierto, o no. Cerró nuevamente el puño y lo dejó caer a un costado. No pudo evitar un pensamiento acompañado de un suspiro.

    ‘Kagome…siempre Kagome’

    XXXXXXXX
    Miroku se despertó con el sol de la mañana cayéndole directamente sobre los ojos. Abrió los párpados lentamente oteando a su alrededor…

    …encontrándose con algo que lo terminó de despertar.

    Sango estaba echada con Shippo dormido a su lado. La manta que tapaba el cuerpo de la chica se había movido ligeramente, dejando al descubierto parte de la tela que tapaba su trasero.

    Miroku, aun sentado, juntó sus manos en una plegaria ‘Gracias señor por este precioso regalo que me has otorgado’ e hizo una pequeña inclinación de cabeza en agradecimiento. Una perversa sonrisa se dibujó en sus labios, y fue acercando lentamente sus largos dedos hacia esa parte de la chica, que tan dentro de su corazón se había alojado.

    Ggggrrrrr! Un suave pero amenazante gruñido le detuvo a mitad de camino. Miró a su izquierda y vio como Kirara le miraba enseñando ligeramente los dientes aún en su forma de gatita.

    “Je, je, je” rió tontamente el bonzo, y alejó la mano, cruzándose de brazos nuevamente, apoyando su espalda contra la pared, en la misma posición en la que se había dormido. La gata volvió a echarse a los pies de su dueña, feliz de haberla salvado de las garras de ese monje pervertido, y se quedó dormida nuevamente.

    “Ains!” un suspiró escapó de los labios del hombre a la vez que una gota de sudor caía por su frente mientras en su mente se repetía una y otra vez ‘Ha estado tan cerca…’

    XXXXXXXX

    Los ojos de la madre de Kagome se abrieron como platos de la sorpresa ante la imagen que se encontraba frente a ella.

    Inuyasha estaba sentado en la cama, apoyado sobre un cojín. Por suerte ya estaba despierto y consciente, aunque esa palidez que había poblado su cara la noche anterior no había abandonado del todo su rostro.

    Entre sus brazos estaba su hija, Kagome, cobijada en el pecho del joven echa un ovillo. Apoyaba su cabeza en el hombro sano de Inuyasha. Una de las garras del hanyou acariciaba mimosamente el cabello azabache de la chica, que lo mantenía suelto aunque algo revuelto por la noche pasada. De vez en cuando sus dedos se enredaban con los rizos juguetones, y la mirada posada siempre en su rostro, viéndola dormir.

    Por las mejillas de ella había surcos ligeramente brillantes, y la zona de los ojos mantenía un color rojo intenso, demostrando que las lágrimas habían caído incesantes hasta hacía poco tiempo.

    La imagen era de por sí bella y por un instante temió romper ese momento tan intenso que se había formado alrededor de la pareja. Pero el peso en sus brazos le recordó que aún llevaba la bandeja con la comida, así que se hizo paso hasta el interior, sabiendo que su presencia era conocida desde hacía tiempo por el medio demonio, aunque no había hecho signo alguno de mirarla.

    “Veo que ya estás mejor” dijo la madre de Kagome en un susurro apenas audible dándole la espalda, mientras depositaba lo que llevaba entre las manos sobre el escritorio.

    “Qué tal te encuentras?” preguntó la mujer encarando a ambos jóvenes. Su hija permanecía profundamente dormida.

    “Bien” repuso simplemente, manteniendo toda su atención en la joven de su regazo.

    “Kagome estaba muy preocupada por ti. Ella ha estado cuidándote toda la noche” comentó intentando entablar una conversación. Además, sabía que su hija había estado muy dolida y con el corazón en un puño las últimas semanas. Y suponía que tenía que ver algo con el chico que la abrazaba y un antiguo amor suyo, aunque Kagome no le había contado nada. Así que pensó que ganar un par de puntos para su hija no le vendría nada mal.

    “Lo se” contestó simplemente.

    “Debes estar cansado, el veneno que ingresó en tu cuerpo era muy fuerte”

    “Veneno?” preguntó Inuyasha extrañado, mirando fijamente y por primera vez en esa mañana, a la mujer adulta que se había sentado en la silla que anteriormente ocupara su descendencia.

    “Sí, creo que ella te lo explicará mejor cuando despierte. Os he dejado el desayuno en el escritorio.” Y sin esperar respuesta alguna se levantó de su asiento y abandonó la estancia.

    Inuyasha la vio desaparecer tras la puerta, con cierta duda pintada en su rostro. No recordaba mucho de lo que había pasado. Simplemente fue a buscar a Kagome para que regresaran al Sengoku a seguir unas pistas de Naraku, habían discutido y cuando se marchaba todo le empezó a dar vueltas y se desmayó. Pero cuando quiso investigar más en sus recuerdos, notó movimiento por parte de la joven, así que dejó esa línea de pensamiento, poniendo todos sus sentidos en la chica a la que abrazaba.

    Kagome abrió lentamente los ojos, sin prisa. Se sentía muy cómoda tal como estaba. Y no sabía muy bien la razón, pero una grata calidez la embargaba. Lo primero que vio cuando pudo enfocar su vista, fue un haori rojo muy cerca de su nariz. Entonces fue subiendo la mirada hasta posarse sobre unos ojos dorados que la miraban con… amor?

    “Buenos días dormilona”

    “Inuyasha!” gritó cuando pudo encajar todas las piezas. Llevó sus brazos alrededor del cuello del hanyou, apretándolo contra sí, y gruesas gotas de agua volvieron a recorrer sus mejillas.

    “Auch!” se quejó el medio demonio. Le había costado bastante alzar a la muchacha desde su posición en la silla hasta lo alto de la cama cuando ella había caído dormida, pues su dolorido cuerpo que no había terminado de sanar, aún le pasaba factura. Pero pronto el dolor de ese gesto repentino fue olvidado cuando notó la humedad en su cuello. “Por qué lloras?” preguntó inocentemente.

    Ella no despegó su cara de la del chico, y con gran dificultad por el llanto, le susurró. “Tenía tanto miedo…”

    “Por qué?” volvió a preguntar, mientras movía sus graciosas orejas, para poner toda la atención a las palabras de ella, llevando sus brazos alrededor de su fina cintura.

    “Esta vez… estabas mal Inuyasha… estabas muy mal.”

    “Keh! Ya te he dicho que no es tan fácil acabar conmigo, mi cuerpo es mucho más fuerte” dijo intentando relajar un poco el ambiente.

    “Basta!” gritó ella, alejándose de él y situándose en la otra esquina de la cama. Inuyasha se quedó perplejo ante este gesto, nunca antes la había visto tan afectada. Intentó que sus miradas se encontrasen, pero ella apartaba siempre la vista. Alzó uno de sus dedos acariciando levemente el brazo, pero Kagome pegó un respingo y se apartó, dándole la espalda. Inuyasha tomó muy mal este gesto, así que lo único que hizo fue defenderse.

    “No te preocupes por mí, mejor hazlo por ese estúpido humano, o ese maldito lobo. Keh! Ya ves lo que me importa” y se cruzó de brazos.

    Se hizo el silencio durante unos instantes, hasta que un susurro, pero que llegó a los oídos del hanyou, atravesó la mudez de la habitación.

    “A mí si me importas”

    Inuyasha abrió enormemente los ojos. “Cómo?”

    Ella suavizó el gesto, se giró de medio lado quedando de perfil, y mirando hacia el frente dijo “Yo estaba preocupada sabes? Nunca antes te había visto así. Sufrías Inuyasha, y yo no podía hacer nada” decía mientras las gotas saladas que surcaban su rostro llegaban hasta su barbilla cayendo lentamente sobre sus manos, que tenía ahora puestas sobre las rodillas. Inuyasha la miraba estático, embelesado por la hermosa estampa de la joven, sin querer interrumpirla. “Yo no quiero estar con Koga. Tampoco quiero estar con Hojo. Los quiero, sí, pero ellos son solamente amigos”

    “Pues no he visto que les hicieras asco a ninguno de los dos” dijo el medio demonio en un pequeño reproche.

    Ella no pudo evitar sonreír “Te queda muy bien lo de ponerte celoso, sabes?” preguntó, la mirada en el frente.

    “Keh! Yo no…” intentó defenderse, pero no pudo terminar la frase.

    “Qué tal la herida?” preguntó Kagome obviando el tema y acercándose a él para comprobar su estado. En cuanto sintió el tacto de sus dedos sobre la piel descubierta de su hombro, no pudo evitar que un escalofrío recorriera su cuerpo.

    Pero no dijo nada.

    Kagome se encargó de limpiar nuevamente la herida, untarle un poco del ungüento que había sobrado en la noche y volverle a vendar. Todo lo hizo con un cuidado y un mimo que no pasaron desapercibidos a los ojos del hanyou. Luego hizo que se volviera a tumbar, pues el efecto de la medicina tardaría un rato en actuar, y para que la curación fuera más rápida necesitaba reposo. Ella tomó el barreño con agua y el trapo que estuviera en su frente y se levantó dispuesta a marcharse cuando un ronroneo desde la cama detuvo su marcha.

    “A dónde vas?”

    “Voy a la cocina a dejar esto.”

    “No quiero que te vayas” decía Inuyasha, mientras sus ojos se iban cerrando poco a poco.

    “No me tardo” y posó su mano en el pomo cuando escuchó.

    “No quiero que te vayas, no quiero estar solo” y dicho esto Inuyasha se dejó llevar por los brazos de Morfeo.

    Kagome se giró sobre sus talones y se acercó al muchacho. Observó su rostro tranquilo. Le encantaba verlo dormir tan plácidamente. Eran pocas las ocasiones en las que podía hacerlo. Llevó su mano hasta la mejilla de él y le otorgó una pequeña caricia, a la vez que una frase escapó de sus labios.

    “Yo nunca te dejaré solo”

    XXXXXXXX

    Shippo se acercó hasta donde Inuyasha seguía abrazando protectoramente el cuerpo sin vida de Kagome.

    “Inuyasha…” intentó decirle. Pero el hanyou era completamente ajeno a sus palabras. Entonces oyó un ruido tras los matorrales en los que se encontraban Sango y Miroku, y vio como la esbelta figura de Kykio se alejaba en dirección opuesta al río. Volvió su vista a Kagome, la veía tan pálida…

    Ella que siempre había estado llena de vida…

    Ella que le había dado un hogar después de que sus padres murieran…

    Subió hasta su rostro, a través de la rodilla de Inuyasha, y le dio un pequeño beso en la mejilla, sin evitar el llanto que mostraba su tristeza. Luego miró hacia Inuyasha…

    … y supo que él ni siquiera le veía. Se acercó a su brazo fuerte y varonil y le dio un apretón a modo de apoyo. Fue entonces cuando el medio demonio dejó mínimamente su atención en la chica para ponerla en el kitsune.

    Se miraron con comprensión… con dolor por una pérdida mayor que una simple amiga… con cariño…

    Con uno de los brazos abrazó al cachorrito y este a su vez se abrazó al adulto en forma de apoyo. Sosteniéndose el uno al otro.

    Luego se separaron y se miraron sonriéndose, una sonrisa que dolía… dolía mucho.

    Y el kitsune dejó a la pareja, para seguir a la muchacha de largos cabellos. Para seguir a Kykio.

    Inuyasha lo vio alejarse y, cuando lo perdió de vista, centró su mirar en los labios pálidos y morados de la joven.

    “Crees que yo no te oí en aquella ocasión. Pero a veces olvidas que tengo muy buen oído, incluso durmiendo estoy atento a todo.” Su rostro se ensombreció, y fue entonces cuando dijo “Pero no cumpliste tu promesa, y lo que más me duele es…

    … que yo tuve la culpa”



    Continuará…

    que les parecio, eso si espero que sigan posteando mucho para seguir subiendo los cápitulos n.n bye
     
  3.  
    lostsoul_nic

    lostsoul_nic Guest

    Re: El adios

    ToT ToTToTToTToTToTToTToTToTToTToTToT, pero como pueden hacerlos sufrir así, y de paso a nosotras, pero de sólo imaginarme esa escena me dan ganas de ToTToTToTToT, pero si escuchó lo que le dijo, pobre de mi Inu esta destrozado, pero será que hay un rayo de esperanza, Clara luz!!!! ya quiero ver que pasa!!! que ocurra un milagro y reviva ToTToTToTToT
    Saludos y conti!!!!!!!
     
  4.  
    :Princessa:

    :Princessa: Guest

    Re: El adios

    wenas :depre:
    siento no aver posteado antes
    k triste :llorar: :llorar:
    k reviva!! xk si no :llorar2: :llorar:
    Pon pronto la conti
    Cuidate :sonrisa:
     
  5.  
    lostsoul_nic

    lostsoul_nic Guest

    Re: El adios

    Hola
    Waaww Elena chan, ella es la autora verdad????, jejeje pues te felicito tu fic me encanta, y muchas gracias a Clara Luz por traerlo para el foro, espero que veamos fics tuyos pronto por aquí ^.^
    Bienvenida!!!! al CZ jejeje
    Saludos y Clarita (te puedo llamar Clarita??? xD) conti!!!!! :mariposa:
     
  6.  
    Marinen Bell

    Marinen Bell Guest

    Re: El adios

    Mmmm, honestamente no veo mucho que comentar de este capítulo u.u...
    Sólo que ójala se de indicios de que Kagome se salvará, tanta melancolía deprime. Lo de Shippo fue lindo y lo de Miroku el colmo ¬¬, pero aún así me agrada.

    Continua cuando puedas y quieras...
     
  7.  
    LucyDei

    LucyDei Usuario popular

    Leo
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    El adios
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    Re: El adios

    Konichiwa... ayer cuando iba a subir la conti algo me paso... de nuevo se me codifico el archivo u.ú no se que le pasa a la compu :T-T: pero buebo hable con elena chan y me dio el link donde tenia publicado el Fic n.n y aqui lo tienen.. espero que sigan posteando...


    Se miraron con comprensión… con dolor por una pérdida mayor que una simple amiga… con cariño…
    Con uno de los brazos abrazó al cachorrito y este a su vez se abrazó al adulto en forma de apoyo. Sosteniéndose el uno al otro.
    Luego se separaron y se miraron sonriéndose, una sonrisa que dolía… dolía mucho.
    Y el kitsune dejó a la pareja, para seguir a la muchacha de largos cabellos. Para seguir a Kykio.
    Inuyasha lo vio alejarse y, cuando lo perdió de vista, centró su mirar en los labios pálidos y morados de la joven.
    Crees que yo no te oí en aquella ocasión. Pero a veces olvidas que tengo muy buen oído, incluso durmiendo estoy atento a todo.” Su rostro se ensombreció, y fue entonces cuando dijo “Pero no cumpliste tu promesa, y lo que más me duele es…
    que yo tuve la culpa”

    El adiós
    Los personajes no me pertenecen y hago esto sin ánimo de lucro. Espero que les guste.
    Capítulo 7
    ggg” mientras hablan
    ‘ggg’ lo que piensan

    Kkk flashback
    XXX cambio de escena
    Un par de horas después Inuyasha despertó bastante más recuperado. Notaba como las energías volvían a su cuerpo y su estómago empezaba a recriminarle la falta de alimentos, con un sonoro gruñido que no pasó desapercibido para la chica que estaba sentada a su lado. El medio demonio se llevó una mano al estómago, como queriendo acallarlo, muerto de la vergüenza por haber sido descubierto. Kagome no pudo evitar reír a carcajadas al ver como la cara de Inuyasha se desencajaba haciendo juego con su haori rojo.
    Toma, esto es para ti” le dijo tendiéndole un cuenco con ramen recién hecho y un par de pasteles de arroz que habían sobrado de su desayuno. “Mamá lo trajo hace horas, pero como te quedaste dormido…”
    No importa” contestó tomándolo de las manos de ella y empezó a engullir casi sin respirar. Kagome lo veía divertida.
    Cuando terminó, la muchacha recogió todos los enseres y bajó a la cocina para depositarlos en la pila, dejando a un Inuyasha tumbado y pensativo. Al subir, lo encontró con la mirada perdida en alguna parte del techo.
    En qué piensas?” le preguntó interesada.
    Odio estar sin hacer nada tanto tiempo mientras Naraku sigue por ahí” e hizo esfuerzos para ponerse de pie, pero unas manos firmes se lo impidieron.
    No. Aunque estés mejor el veneno hizo sus estragos. Así que hoy te quedas a descansar mientras yo estudio. Y si mañana estas mejor volveremos al Sengoku”
    Keh! No entiendo esa manía tuya de hacer esos test o lo que sean” respondió molesto, mirando hacia la pared y cruzándose de brazos. Ella no hizo caso a sus palabras, al fin y al cabo si no las dijera no sería Inuyasha, no? Y se sentó al escritorio para repasar los ejercicios de matemáticas de los que se examinaría al día siguiente.
    Intentó concentrarse en el problema que tenía delante, pero el constante gruñido de disconformidad procedente de su acompañante se lo hacía bastante difícil.
    Inuyasha, puedes estar en silencio? No puedo concentrarme” rogó sin mirarle. Él no respondió, pero cesó de emitir sonido alguno.
    Pero el silencio tampoco era buena ayuda. Cómo podría concentrarse sabiendo que él estaba allí?
    Inuyasha” dijo de repente.
    Qué?”
    Qué fue lo que pasó?”
    Cómo?” preguntó sin comprender dirigiendo la mirada hacia ella y encontrándose con sus ojos pardos, pues también se había girado en la silla para encararle.
    Ayer, cómo te heriste?”
    Oh, bueno. Fui al pozo a buscarte y… y en el camino me encontré con un demonio” explicó omitiendo su enfado con ella, no tenía muchas ganas de pelea ahora, y estaba muy agradecido por la forma en que le había curado “En realidad era poca cosa, grande y estúpido, fue fácil”
    Bueno, yo no diría tanto” contestó ella “Viendo la noche que pasaste”
    Fue un descuido vale?” le explicó enfadado de que se acordara de su debilidad, se giró dándole la espalda y apoyando su rostro sobre su mano izquierda y, cerrando los ojos, murmuró “Vosotros humanos que no entendéis nada”
    En realidad era un comentario estúpido y sin importancia, pero, al notar el silencio de ella, volvió a girarse para verla. Fue entonces cuando notó como la piel hacía contacto con su mejilla, y dolor, aunque no muy intenso, empezaba a formarse en la zona, acompañado de un ligero color rojo que comenzó a extenderse por todo el moflete dañado. Abrió los ojos como platos ante tal acto, y se llevó una de sus garras sobre la zona golpeada. ‘Pero qué…?’ pensó. Y alzó su vista encontrándose con los ojos llorosos de ella. En qué momento se había levantado y había llegado hasta la cama? No lo sabía. Eso solo quería decir que aún no terminaba de recuperarse y que sus sentidos no estaban al 100. Pero no se dio tiempo a preocuparse por eso. En realidad lo único que sintió fue rabia.
    Mucha rabia.
    Se puede saber a qué viene esto?” preguntó sentándose como él siempre lo ha hecho (típico estilo de Rumiko) apoyando las manos en sus tobillos y mirándola fijamente.
    Nunca vuelvas a decir que no lo entiendo” contestó muy seria “Porque te he visto aquí toda la noche tumbado sobre mi cama, luchando contra la muerte. Y yo no sabía como ayudarte. Y todo porque tu estúpido orgullo no te deja aceptar que luchar contra ese bicho fue un error. Pudiste haber muerto Inuyasha. Y yo no podía hacer nada para ayudarte. Así que no vuelvas a decir que no lo entiendo y a dártelas de duro”
    Inuyasha estaba, como menos, perplejo. Nunca se habría esperado esta reacción por parte de ella. Tanto le había afectado su enfermedad? “Kagome, yo…” pero sin dejarle terminar ella se secó las lágrimas y volvió a tomar asiento, como si nada hubiera ocurrido, de nuevo metida en sus estudios…
    hasta que unos brazos masculinos la rodearon cuidadosamente. “Siento haberte preocupado” fue el susurro que Inuyasha dejó en su oído. Su aliento caliente haciendo contacto con su fría piel hizo que un escalofrío recorriera el cuerpo de ella. Y abrazó uno de los brazos que cruzaba su pecho, notando como el medio demonio posaba un cariñoso beso en lo alto de su cabeza.
    El resto del día pasó sin mayores incidencias. Kagome sentada estudiando e Inuyasha tumbado descansando. Más que porque él lo quisiera lo hacía porque la chica se lo pedía. Y después de lo que le había dicho, no se atrevía a llevarle la contraria.
    Ya estaba oscureciendo cuando se oyó la voz del abuelo de Kagome llamándola, avisándola de que tenía visita.
    Quién podrá ser?’ se dijo. Pero decidió bajar silenciosamente al descubrir que Inuyasha estaba dormido. Cuando dejó la habitación el medio demonio abrió un ojo. Se sentó en la cama y miró por la ventana, al exterior. “Pronto…” se dijo.
    Hola Kagome!” una voz juvenil la saludó fervientemente desde la entrada cuando ella se asomó por el pasillo para ver quien era.
    Hojo-kun?” respondió. ‘Mierda! No me acordaba de que habíamos quedado para estudiar!’ Se reprendió a sí misma. Cómo había podido olvidar semejante cosa? Claro, con Inuyasha tan enfermo no había tenido tiempo para pensar en otra cosa que no fuera él y su recuperación.
    Siento venir tan tarde, pero es que hemos tenido una comida familiar que se ha alargado por horas” dijo el chico disculpándose.
    No…no te preocupes…jeje, en verdad no hace falta…” pero cuando se quiso dar cuenta estaba siendo casi arrastrada por el chico escaleras arriba.
    No pasa nada, podemos dar el repaso final juntos, no?” dijo, y en el último escalón se giró ofreciéndole una sonrisa sincera. Desde el incidente que tuvieron concerniente a un beso, habían estado evadiendo el tema constantemente. Y ella se sentía culpable por haberle dado, quizá, unas esperanzas que, en realidad, no tenía.
    Esto…” pero él, nuevamente, no esperó su respuesta y terminó de llevarla hasta la puerta de su habitación. Posó la mano libre sobre el pomo y abrió.
    Hojo-kun espera!” intentó avisar Kagome. ’Inuyasha!’
    Pero era demasiado tarde. Así que cerró los ojos para no ver la escena. Después de todo, no todos los días te encuentras a un medio demonio de la época de las guerras civiles echado en la cama de una de tus compañeras de colegio. Se esperaba lo peor. Pero…
    solo hubo silencio.
    Extrañada por la situación abrió lentamente un ojo oteando por la habitación. Después el otro.
    Y respiró aliviada cuando encontró a un chico vestido de haori rojo con largo cabello negro y unos hermosos ojos oscuros y de mirada profunda que la observaban inquisidoramente.
    Un momento. Realmente no la observaba a ella sino a…
    Maldita sea!’ con las prisas se había olvidado de que todavía Hojo mantenía el agarre en su mano, de forma que sus dedos se entrelazaban. Luego subió su vista hasta el chico a su lado, después hacia Inuyasha.
    Ambos chicos se mantenían la mirada de forma seria. Kagome podría decir que incluso había… fiereza?y no pudo evitar musitar “Uh oh”
    XXXXXX
    Se está tardando mucho, no crees?” preguntó Sango, con sus piernas apoyadas en el pozo y mirando al interior.
    No te preocupes, a estas alturas seguramente ya han hecho las paces. Sabes que la señorita Kagome siempre le perdona y no pueden estar enfadados mucho tiempo.”
    Lo se houshi-sama, pero es raro que no estén aquí aún”
    Quizá han pensado que es mejor quedarse en la época de Kagome, después de todo”
    Por qué crees eso?” preguntó Sango dirigiendo la vista al monje que estaba a su lado.
    Hoy es luna nueva, esta noche Inuyasha se convertirá tan humano como tú y como yo” respondió, con su vista fija en el cielo.
    Cierto” contestó ella mirando al horizonte “No me había dado cuenta”
    Miroku pasó a observarla a ella. Se veía preciosa. Su piel, pálida como la nieve, pero con ese toque de color sonrosado en las mejillas que la hacían tan hermosa… Sus ojos marrones, tan expresivos… sentía que se ahogaba en ellos cada vez que sus miradas se encontraban… el delineamiento de su nariz… la curva de su barbilla… su pelo sedoso cayendo despreocupadamente por sus hombros, agarrado en una coleta baja con un lazo blanco… sus labios, carnosos y sensuales… esperando ser besados…
    Sin pensar muy bien lo que estaba haciendo fue acercando su rostro al de ella lentamente sin dejar de mirar esos labios entreabiertos, quiso fundirse en ellos, mezclar su aliento con el de esa mujer…
    Sango vio por el rabillo del ojo como una figura que se acercaba a la suya y, cuando torció ligeramente la cabeza para observarlo, notó como unos labios fríos y resecos se adueñaban de los suyos, en un gesto tan tierno y tan íntimo que, aunque no supo reaccionar al primer instante, se dejó llevar cuando pudo entender la situación. Fue entonces que cerró los ojos y se unió a ese baile de lenguas y labios, disfrutando el momento, el deseo de esa unión. Dejando y liberando ese sentimiento tan guardado y tan oculto…que aunque Miroku se había declarado a ella hacía ya bastante tiempo, cuando salieron de la aldea de las mujeres ogro, nunca había dado un paso de esta magnitud con ella.
    El beso duró apenas unos minutos, que no fueron desaprovechados. Cuando pararon a tomar el aire que había escapado de sus pulmones, apenas alejaron sus rostros. Simplemente se quedaron apoyados el uno con el otro, sus frentes juntas, sus narices rozándose… Ella aún no había abierto los ojos, él no se atrevía a mirar.
    Quieres que volvamos a la aldea?” preguntó finalmente Miroku sin cambiar la postura en la que estaban. Entonces notó como ella se alejaba y temió lo peor, pero al abrir los ojos, se encontró con su hermosa sonrisa y con un fulgor en los ojos de ella que nunca antes había visto.
    No, quiero quedarme un rato más aquí, Miroku” y se acercó a él y se abrazaron. Él pasó un brazo sobre sus hombros, ella le rodeó por la cintura y juntos y felices se quedaron un rato viendo las estrellas.
    XXXXXX
    Una figura, de largo pelo plateado y temibles ojos dorados estaba de pie, en una pose erguida y altanera, en un claro. Sus ojos viajaron de un lado al otro, oteando el horizonte. Viendo y oliendo, captando todos los indicios y esencias del lugar, configurando lo sucedido en su cabeza para, finalmente, llegar a una exitosa conclusión.
    “Naraku está muerto” dijo sin más.
    Jaken llegaba corriendo, con Ah Uhn tras él, justo cuando su amo y señor pronunciaba esas palabras. Vio en todas direcciones, para aclarar lo que Sesshomaru había notado. Aquí y allá había signos de la dura y cruenta batalla que se había llevado a cabo, y por dichas huellas, podría decirse que no haría mucho tiempo de ello, apenas unas cuantas horas.
    Caminaron los tres en fila, adentrándose en el lugar de la trifulca. Por todas partes había gruesos trozos de carne, desperdigados sin orden alguno. Esos que alguna vez habían formado el cuerpo de Naraku. También había señales de espadas, flechas rotas… y sangre.
    Mucha sangre.
    Unos pasos más y encontraron un gran charco de ese espantoso líquido rojo. También había huellas de pies dibujadas alrededor del mismo, y un pequeño sendero pintado que partía de ese lugar y se dirigía hacia el interior del bosque.
    Rin se bajó un poco asustada. No le gustaba nada lo que estaba viendo. Era demasiado tétrico y sangriento para su joven cuerpo. Y ella ya había visto mucho de eso en su corta vida.
    “Sesshomaru-sama! Sesshomaru-sama!” gritó, hasta alcanzar una de las piernas del youkai y abrazarse a ella como si su toda su existencia dependiera de ello.
    Jaken vio esta escena horrorizado, pensando que la muchacha no lo contaría. Pero se sorprendió cuando su amo aflojó la mirada, cambiándola por una que, aunque seria, tenía ciertos toques de ternura, y miró a la niña. Ella, tras esto, se tranquilizó, y soltó ligeramente su agarre. Aunque solo ligeramente.
    ‘Lo que he visto ha sido una sonrisa?’ se preguntó el demonio verde. Pero sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz melodiosa de la jovencita.
    “Sesshomaru-sama, esa sangre es del malo?” preguntó intrigada señalando el gran charco rojo que ya estaba medio reseco.
    “No” fue lo único que respondió el youkai, volviendo a disfrazar esa mirada ligeramente dulce por una nueva careta de seriedad.
    ‘Entonces es como yo pensaba. Proviene de la chica que acompaña a Inuyasha’ y se encaminó siguiendo a su señor con Rin caminando, esta vez, a su lado, hacia el interior del bosque. Sabía que, muy pronto, se encontrarían con el medio demonio y presentía que algo muy importante estaba a punto de pasar.
    XXXXXX
    Kykio se detuvo varios metros más alejados de donde se encontraba el grupo. Había estado siguiendo la orilla del río, bastante pensativa, pues no se había fijado como una figurita la seguía en la distancia.
    De pronto detuvo sus pasos y se quedó mirando fijamente al cielo.
    Shippo se escondió tras un árbol, de grueso tronco, para espiar todos sus movimientos. Estaba un poco asustado y la adrenalina recorría todo su cuerpo. Pero se mantuvo en su sitio, evitando ser descubierto. Durante varios minutos no ocurrió nada y estuvo a punto de marcharse, pensando que lo que había hecho era una estupidez cuando, cual fue su sorpresa al ver como un par de serpientes caza almas aparecieron en el firmamento, sus cuerpos brillando al reflejar los haces de la luz del sol, y se acercaron a la joven rodeando su hermoso cuerpo, expectantes.
    No portaban ni una sola alma.
    “Hemos estado juntos mucho tiempo” comenzó a decir ella, alzando una mano a la vez que uno de esos bichos posaba su extraña cabeza sobre ella, dejando su cola flotando libremente. El otro tan solo acariciaba el cuerpo de la miko, pero escuchando también lo que ella tenía que decir.
    “No es fácil entender la mente humana, mucho menos el corazón” se llevó la otra mano a su pecho vacío “Los latidos son incesantes y nunca nos paramos a pensar en ellos cuando estamos vivos. Son los que nos ayudan a seguir en este mundo, sin ellos no existiríamos…y sin embargo reparamos en ellos tan poco…y ahora, cuando soy una muerta en vida…tampoco pensé en que no tenía corazón, o en que nunca volvería a sentir…
    …hasta hoy” Cerró los ojos con fuerza dejando sus manos caer nuevamente.
    Shippo no se perdía ni un solo detalle, sorprendido ‘Qué querrá decir con eso?’
    “Esto es la despedida” escuchó que decía Kykio, y vio, ante sus ojos, como las serpientes caza almas se desintegraban en apenas unos segundos. Tuvo que restregarse los ojos varias veces para comprobar que no estaba soñando. Pero todo era real.
    Muy real.
    Kykio suspiró. Estaba cansada, cansada de vagar por este mundo, cansada de sentirse sola.
    Se acercó a la orilla del río y se sentó, viendo su imagen reflejada en las aguas cristalinas que corrían libremente. Pocas veces se había puesto a recordar cosas de su pasado. Muy pocas. Tan solo llevaba la imagen de la traición de Inuyasha metida en la cabeza. Pero en esta ocasión pudo recordar a sus padres, y lo infeliz que se había sentido con su pérdida, tras el nacimiento de su hermana menor, Kaede. Recordó como se había hecho cargo de la niña, aunque ella era muy joven, y había asumido su papel de sacerdotisa de la aldea en la que vivían. Para su corta edad, había tenido que crecer y adquirir una sabiduría inigualable. Por muchos era respetada. Por algunos envidiada.
    Pero todo ello había desaparecido cuando le arrebataron su vida, su juventud y…
    …su amor.
    Amor?
    Pero el culpable de aquello ya había muerto.
    Ya no existía razón para quedarse en ese mundo… o quizá si? Ahora que…
    Un ruido la sobresaltó sacándola de su ensimismamiento. Shippo, en un descuido por intentar acercarse más a su persona, había pisado una rama suelta, haciendo que ésta crujiera. Ese sonido rebotó en el silencio del lugar provocando que la atención de la sacerdotisa se depositara en el tronco de aquel árbol, en donde él se ocultaba.
    Así que, con el corazón en un puño por el miedo a ser sorprendido, se arrastró por la hierba evitando hacer mayores ruidos que lo delataran, ocultándose tras las altas flores y plantas, queriendo salir de la vista de ella… escapando hacia donde se encontraba Inuyasha.
    Por suerte para él, Kykio no le vio. Ella mantuvo sus sentidos alerta y supo que alguien la había estado espiando, aunque dicho ser había huido y ahora se encontraba verdaderamente sola. Dibujó una mueca semejante a una sonrisa y volvió su atención a las aguas que vagaban libremente por el caudal.
    Con una de las pálidas manos borró su estampa, provocando un cambio en la quietud del río. Suspiró sonoramente y se echó ligeramente hacia atrás apoyando todo su peso en sus manos, que había colocado atrás, sobre la fresca hierba. Miró una nube revoltosa que pasaba justo por encima de ella.
    Ya no importaba que alguien la hubiera visto. Todo acabaría pronto.
    “Muy pronto…”
    XXXXXX
    Kagome reaccionó pocos minutos después, saliendo del estado de shock inicial en el que había ingresado, y se deshizo del agarre que aún mantenía Hojo.
    Vio como Inuyasha se levantaba, un poco tambaleante aún, y se encaminó hacia donde ellos estaban. En un gesto altamente practicado por sus encuentros con Koga, llevó a la chica tras su cuerpo, protegiéndola de ese otro macho que quería meterse dentro de su propiedad.
    Ella temió lo peor, pero Hojo supo llevar muy bien la situación cuando le tendió una mano en señal de saludo y se presentó “Hola, Soy Hojo, un compañero de instituto de Kagome, tu debes ser…”
    Keh! Inuyasha” contestó sonoramente, obviando el gesto del muchacho e introduciendo sus manos en las mangas de su vestimenta, sin corresponder al saludo.
    Oh, entiendo. Tú debes ser el novio de Kagome” dijo retirando su mano.
    Novio?” preguntó el hanyou ahora humano mirándola a ella de forma interrogante, encontrándose con el rostro sonrojado de la chica. Entonces la miró sin comprender “Qué es un novio?” preguntó.
    Ja, ja, ja Inuyasha tu siempre tan bromista” intentó cambiar de tema mientras una gota estilo anime caía por su cabeza y los nervios se la comían. “Ven, tu quédate descansando mientras terminamos de estudiar, de acuerdo?” y tiró de él hacia la cama obligándolo a sentarse y susurrando lo suficientemente bajo como para que el muchacho no lo escuchara pero que llegara a oídos de Inuyasha. “Por favor, compórtate. Será poco tiempo”
    Keh!” pero no protestó. Se sentó en la cama apoyando su espalda contra la pared, vigilando a la pareja que se había sentado, cada uno en una silla, pues Kagome había ido a la habitación de su hermano a por otra, para repasar los ejercicios de matemáticas.
    Inuyasha siguió cada uno de los movimientos de él. Le molestaba esa cercanía que tenía con Kagome. Y no pudo evitar que un gruñido se le escapara cuando vio que posaba un brazo en el respaldo de la silla de la chica.
    Toc! Toc! Kagome suspiró aliviada por la interrupción.
    Hija, la cena está lista. Hombre! Hola Hojo, te apetece quedarte a cenar?” preguntó inocentemente sin darse cuenta de la palidez que había ocupado repentinamente el rostro de la joven.
    Me encantaría” las esperanzas de Kagome cayeron.
    Bien, pues bajemos, Oh! Inuyasha que cambio” dijo sorprendida de verlo en su forma humana, pero sin delatarlo “ tú también nos acompañas, verdad?”
    Por supuesto” contestó muy serio, y cuando la madre de Kagome se dio la vuelta, ella vio como ambos chicos se lanzaban lo que tradujo como miradas asesinas y supo que la cena sería una batalla campal.
    Salió de la habitación cerrando la puerta y no pudo evitar susurrar “Que Kami me ampare” y dicho esto bajó a cenar.

    Continuará…


    sigan osteando eh!! n.n ^^
     
  8.  
    Fio Chan

    Fio Chan Guest

    Re: El adios

    o_o OMG
    esta demasiado interesante
    no me sorprenderia
    que hubiera comida volando!
    ... jijiji...
    Como se comportará Inuyasha? .//.
    Pobre Aome.. lo que le espera...
    Es uno de los mejores fics,
    que he leido desde que volví ^^
    Siguelo por favor...

    ¡Besos!
    Fio Chan
     
  9.  
    Marinen Bell

    Marinen Bell Guest

    Re: El adios

    Tenías razón. Fue uno de los capítulos más interesantes, para mí, puesto que no hubo tanta angustia como en otros. Me encantaron las participaciones de los demás personajes:
    * La escena entre el monje Miroku y Sango fue inesperada y me atrevo a decir que bien lograda.
    * ¡Cada vez me gustan más las intervenciones de Houjo-kun! Yo quiero leer esa cena, vaya suerte que se manda esa Kagome, en el último momento ¡puff! se transforma y nada pasa. La actutud de Houjo muy Houjo y la de InuYasha muy... InuYasha :D.
    * La aparación de Sesshomaru también fue un total acierto, mira que me parece increíble su cambio de postura, pero creo que puedo abrirme un poco de mente y pensar que él también pude cambiar aunque sea un poquito. Me gusto mucho este párrafo:
    Ains, me la plantee tal cual y aunque suene tétrico fue linda <strange Sesshomaru lover mode on>.
    *Y por último (y no menos importante), la parte de Kikyo... tan misteriosa, tan lúgubre, apacible, emotiva y de más cosas con Shippo allí metido fue perfecta. Me da muchas cosas a pensar y comienzo a elaborar hipótesis con respecto a Kagome que posiblemente estén equivocadas. Igual no me importa. Fue mi parte favorita.

    Ya para terminar, destaco el gran conocimiento de la autora en materia de la serie. Hace todo más interesante y denota que le puso empeño a su fic (eso me gusta).
    Ok, no más chachara, Clara Luz (o Clarita como prefieras que te llame). Y tranquila, no tienes que agradecer por lo comentarios que hago porque son con todo gusto ^^, es una historia muy recomendable y me alegra que la publicaras.
     
  10.  
    LucyDei

    LucyDei Usuario popular

    Leo
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    El adios
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    Palabras:
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    Re: El adios

    Vaya n.n gracias por su apoyo y debo hacer mension, de que el credito es para la autora del Fic Elena Chan n.n es increible el modo en que narra la historia sencillo, muy bien estructurado, bien de contenido, muy buena escritora n.n Felicidades n.n
     
  11.  
    :Princessa:

    :Princessa: Guest

    Re: El adios

    wenas!!!
    k linda conti ^^
    pobre Kagome la k le espera ....
    solo espero k no muera ... :llorar:
    Pon pronto la conti
    Cuidate :sonrisa:
     
  12.  
    D@Y_K@g-20

    D@Y_K@g-20 Guest

    Re: El adios

    Hola!
    la verdad me ha encantado tu festa muy lindo!jeje
    bueno espero que sigas = de como estas hasta ahora
    es la primera vez que leo el fic
    y la verdad que me quede impresionada con tu forma de escribir!
    bueno te dejo
    Yo!


    DaY_Kag-20
     
  13.  
    LucyDei

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    Re: El adios

    Aqui les dejo el capitulo 8, espero que asi me sigan postendo eh ¬¬ jajaja n.n sayonara...


    El adiós
    Los personajes no me pertenecen y hago esto sin ánimo de lucro. Espero que les guste.

    Capítulo 8
    ggg” mientras hablan
    ‘ggg’ lo que piensan

    Kkk flashback
    XXX cambio de escena
    “Koga, no debes moverte todavía, tienes que esperar a que se te curen esas heridas” intentó hacerle entrar en razón Hakkaku.
    “Suéltame” gritó zafándose de la ayuda que intentó proporcionarle su compañero. Se levantó como pudo, agarrándose a las rocas salientes, y se deslizó desde el fondo de la cueva hasta la salida, con gran esfuerzo, de forma que, cuando estaba justo en la entrada, no pudo sostenerse por más tiempo, y cayó pesadamente.
    “Koga!”
    “Koga!”
    Miles de voces corrieron en ayuda de su líder. Pero él no los escuchaba. A su mente solo venía la primera y única vez que probó los labios de la joven. Llevó una de las manos que tenía apoyada en la herida de las piernas hacia sus labios, lamiendo la sangre remanente entre los dedos. Se maldijo a sí mismo por haber sido tan descuidado y tan inútil. Quizá, si Naraku no le hubiera quitado los fragmentos de la joya que tenía en las piernas, podría haber estado presente en la batalla… podría haber defendido a Kagome…
    “Kagome…” susurró lo suficientemente bajito para que nadie le oyera. Luego recuperó un poco la compostura, y desde su posición en el suelo, le dio órdenes a uno de sus camaradas para que fuera a recoger unas hierbas que le curarían las heridas lo suficientemente rápido como para poder caminar sin mucho problema en unas pocas horas. Y dicho esto se quedó admirando el paisaje, agradeciendo la brisa que chocaba contra su morena piel, aspirando el aroma de las flores.
    ‘Maldito chucho, esto jamás te lo perdonaré’ se dijo.
    XXXXXXXXXXXXXXXXXX​
    Uf! Menos mal que todo por fin ha terminado” suspiró Kagome apoyando la espalda contra la puerta cerrada de su cuarto, mientras miraba de reojo la figura seria y callada de Inuyasha.
    La cena había sido bastante calmada. No hubo ninguna palabra mal dicha, o subida de tono… nada. Sin embargo, la tensión se podía palpar en el ambiente. Las miradas que el joven de largos cabellos negros le otorgaba al compañero de escuela de Kagome podrían asustar hasta al más valiente. Y la chica pudo jurar que oyó algún que otro gruñido cuando Hojo centró su mirada en ella, ofreciéndole una cándida sonrisa.
    La despedida no había sido mejor ya que, mientras Inuyasha esperaba tras la esquina de la entrada, la chica estaba en la puerta agradeciéndole su ayuda en los exámenes.
    Bueno, mañana nos vemos Hojo-kun. Gracias por venir”
    No fue nada, te deseo toda la suerte del mundo” y se acercó a la chica, tan cerca que cada uno podía notar como su respiración chocaba con la piel del otro, y los labios del muchacho se posaron en su mejilla, arrancándole un sonrojo inevitable a través de su rostro.
    Ahora no podía casi ni mirar a Inuyasha. Él apenas había hablado en la cena, mucho menos después de esta. Sabía perfectamente que había visto lo ocurrido en la entrada, y habían hablado más bien poco de lo ocurrido con Hojo o con Koga.
    Otro suspiro escapó de sus labios. Viendo que el medio demonio no reaccionaba, decidió adentrarse hacia el interior de su cuarto, se dirigió a su mesa y se sentó en el escritorio, dándole la espalda.
    Tic! Tac! Tic! Tac! El reloj de la mesita de noche de Kagome era lo único que resquebrajaba ese molesto silencio que había invadido la habitación por más de media hora.
    Kagome dejó escapar un largo suspiro. Dejó el boli con el que había estado jugando en la mesa, sabiendo que no podría estudiar más esta noche. Se armó de todo el valor posible, o al menos de todo el valor que encontró en su cuerpo, que no era mucho, se levantó, provocando que las patas de la silla chirriaran contra el suelo.
    Inuyasha… sea lo que sea, tan solo dilo”
    Keh! No tengo nada que decir”
    Ella no se dio por vencida, se dio la vuelta para encararlo, encontrándole subido a la cama, en su típica posición de brazos y piernas cruzadas, con su largo cabello negro cayendo libremente por los hombros y con una expresión tan desconcertante, que por un momento se sintió completamente intimidada.
    Tragó duro, sabía que esto no iba a ser fácil, y se acercó tranquilamente hasta la cama, arrastrando sus pasos, dejando que su corazón, que en un momento había empezado a latir desbocado, se calmara.
    Llegó a su lado, aún bastante nerviosa, se sentó al borde de la cama, dejando que el suave tacto de las sábanas abrazaran sus piernas desnudas.
    Inuyasha” comentó sin mirarle “Dije que me quedaría contigo, recuerdas? No con Hojo, no con Koga… Solo contigo”
    Eso ya lo se” le sorprendió ese tono tan repentinamente serio. Se arrastró hasta que pudo apoyar su cabeza contra la pared, quedando a su altura.
    Entonces qué te pasa?”
    Nada”
    Inuyasha…”
    Keh! Cuando digo nada es nada” y torció el gesto, mirando al lado contrario al que estaba ella.
    Esto provocó que la ira invadiera su joven y femenino cuerpo. Se puso de rodillas, llevó una mano hasta la barbilla del muchacho, y ejerciendo una ligera presión, hizo que la mirara, encontrándose con esos enormes ojos, tan cambiados de ese dorado claro que los caracterizaban, pero que eran igualmente hermosos y expresivos…
    Qué pasa?” preguntó ella, volviendo a hacer presión con su mano, evitando que apartara su cara cuando intentó hacerlo.
    Nada” dijo. De pronto, todo su rostro cambió. Esos ojos de mirada fiera adquirieron una tristeza sin igual. Su gesto, hasta ahora duro, se fue debilitando, dejando esa severidad atrás.
    Qué pasa?” volvió a preguntar, pero mucho más preocupada. Tanto le había molestado el asunto? Y por qué esa tristeza repentina?
    No tuvo que esperar mucho, porque la voz de Inuyasha se dejó oír, en apenas un susurro, pero eran tantas las emociones que embargaban su voz… Lo que dijo fue algo completamente sorprendente, algo que Kagome jamás se hubiera esperado de él.
    Có…” tragó “Cómo?” tuvo que preguntar. Sentía que sus oídos le habían engañado, que sus propios anhelos, sus deseos, sus esperanzas… le habían hecho oír algo que en realidad no había dicho. Que todo había sido un pellizco, producido por su mente, riendose de ella…
    XXXXXXXXXXXXXXX​
    Miroku seguía abrazando a la mujer entre sus brazos. Dio gracias a los cielos porque la hubieran permitido descansar, aunque apenas fueran unas horas, dejando que, finalmente, cayera dormida.
    Demasiadas habían sido las emociones sufridas en un solo día. Ella no solo había perdido a su hermano, su última y única familia. Kohaku. Era apenas un muchacho, jovial, alegre… tan lleno de vida y con tantas experiencias que vivir…
    Era tan triste ver que no se le había dado una segunda oportunidad. Él habría podido enmendar los errores del pasado. Con tan solo tiempo. Tan solo un poco de tiempo más para vivir.
    Y, además, le habían arrebatado una persona muy querida. Por ambos.
    Kagome.
    Su amiga… no! Su mejor amiga.
    Miroku alzó la mirada posándola sobre las nubes, que viajaban libres y solitarias en el cielo, meciéndose con el aire, recorriendo el paisaje… Esas nubes que parecían de algodón. De pronto una forma pudo distinguir entre ellas. Un par se habían juntado, revoltosas, para dar la forma de una flecha y un arco.
    No pudo evitar que una triste sonrisa se dibujara entre sus labios. Miró detrás de los arbustos, que lo ocultaban de sus dos mejores amigos. En la posición en la que estaba, sentado, con las piernas cruzadas y apoyando su espalda sobre el árbol, con los brazos alrededor del cuerpo femenino, no podía distinguir la figura de Inuyasha. Pero sabía que estaba ahí, porque los susurros que se desprendían de su boca invadían el silencio del bosque.
    Volvió a mirar al cielo cuando un rayo de sol atravesó las nubes para caer, precisamente, sobre sus ojos.
    ‘Pronto será mediodía’ se dijo. Sabía que sería muy difícil para el chico con orejas de perro aceptar la muerte de la joven del futuro. Pero su cuerpo debería descansar en paz. Y tendrían que enterrarla, rezar por su alma…
    No quiso pensar en eso ahora, ya habría tiempo cuando Sango despertase. La miró con ojos llenos de ternura, apretando más su abrazo sobre la joven y le dio un pequeño beso en la frente, limpiando con su dedo índice una solitaria lágrima que había escapado de sus cerrados ojos, para caer por su mejilla, acariciándola la pálida piel de su rostro.
    “Descansa…mi amor”
    XXXXXXXXXXXXXXX​
    Koga se encontraba descansando bajo un árbol. Las hierbas que le habían traído sus camaradas le habían ayudado a calmar el dolor producido por los miles de rasguños y la herida que poblaban sus piernas. Y eso le había ayudado a caminar por varios kilómetros, aunque con algo de dificultad. Bastante cansado por el esfuerzo, tuvo que hacer una parada para respirar tranquilamente, recuperar el aire y poder ponerse de nuevo en marcha. Hakkaku y Ginta, sus fieles compañeros, no habían dejado su lado ni un solo momento, preocupándose por su bienestar a cada instante, ayudándole en los peores momentos a dar sus primeros pasos, trayéndole, cuando lo necesitaba, agua del río, saciando la sed del lobo líder.
    Koga volvió a tomar un nuevo sorbo del refrescante líquido con el cual sus compañeros le estaban limpiando, nuevamente, sus heridas. Las hierbas que le ayudaban en su pronta recuperación, para su suerte, eran bastante comunes por todo el bosque, por lo que aquí y allá iban recogiendo matojos con los que preparaban el vendaje.
    Él miró las nubes que atravesaban ese cielo azul, haciendo ese contraste con su blanco cálido y apacible. Aunque sus piernas aún le dolían, no detendría su caminar hasta alcanzar el paradero de la muchacha a la que ya había apodado, hacía tiempo, como su mujer.
    Cuando la recordaba, su corazón se quebraba en su pecho. Cerró los ojos aguantando una lágrima y apoyando la cabeza en el tronco del árbol se dejó llevar por sus recuerdos, rememorando todas las experiencias vividas con la joven.
    XXXXXXXXXXXXXXX​
    Có…Cómo?” preguntó Kagome sorprendida. Aún no podía creer lo que había escuchado, eso, simplemente, tenía que ser un juego sucio de su propio corazón.
    Keh! Lo que has oído” contestó Inuyasha aseverando su rostro y mirando para otro lado. Ciertamente no quería encontrarse con los ojos de la chica después de su abierta declaración.
    Puedes repetirlo? Por favor… Inuyasha” rogó ella, viendo el sonrojo en sus varoniles mejillas. Le vio suspirar, derrotado, y entonces supo que sus oídos no le habían engañado la primera vez.
    No quiero compartirte con nadie. Tú eres solo mía” apartó más la mirada, si acaso eso era posible, intentando ocultar ese tono rojizo que crecía a lo largo de su cara, avergonzado por una afirmación tan sincera… atemorizado por una posible mala reacción de ella…
    Nunca esperó que lo que iba a pasar, pasara.
    Tan solo la oyó exclamar “Oh! Inuyasha!” y no se dio cuenta de nada más hasta que los brazos desnudos de la joven se enredaron en su cuello, mientras que esa boquita que tantos sentimientos había despertado en él, se apoderó de la suya.
    Inuyasha no tardó mucho en responder a ese beso cálido y pasional… que tanto anhelaba.
    Sus labios se liaban con los labios de la joven, en un nudo que solo ellos hacían y deshacían, las manos de ella jugando con su largo cabello negro, las de él pronto encontraron su camino rodeando el cuerpo de la muchacha, cogiéndose ambas manos en la espalda, sumergiéndola en un abrazo tan masculino que arrancó pequeños gemidos de los labios de ella, que escaparon por entre los besos, llegando hasta los oídos del joven que, aunque no tenía tan potente sentido auditivo en su forma humana, seguía escuchando mucho mejor que la mayoría de las personas normales.
    Esto solo provocó que su cuerpo se encendiera, queriendo profundizar el beso, buscando, con su lengua, alguna cavidad entre los labios de Kagome, queriéndose meter en su boca, respirar su aliento, mezclarse con ella a través de ese pequeño gesto.
    Kagome, notando esta petición silenciosa, también quiso probar cómo sería mezclarse con Inuyasha, bebiendo el jugo de sus labios, aspirando su aroma, perdiéndose en su boca…
    Pronto las caricias se hicieron necesarias para poder exteriorizar ese cúmulo de sentimientos que se agolpaban en los seres de ambos. Las finas manos de ella subieron hasta su rostro, acariciando suavemente sus mejillas, notando el calor que desprendía su cuerpo masculino.
    Inuyasha, por su parte, seguía comiéndosela a besos, a la vez que una de sus manos empezaba a acariciar con lentitud su espalda, buscando mas… queriendo más.
    Inuyasha…” musitó ella, entre suspiros, besos y quejidos. Los instintos masculinos del joven ardieron en deseo y, poco a poco, sin saber muy bien lo que estaban haciendo, la fue tumbando, muy despacio. No tenían prisa alguna.
    Su postura fue variando, muy lentamente, hasta que los cuerpos de ambos descansaban, tranquilamente, sobre la colcha rosada que cubría la cama de la joven.
    Ella notó como una de las manos de Inuyasha empezaba a acariciar su vientre desnudo, pues la camiseta de tirantes que llevaba se había levantado apenas unos palmos, provocando que su pálida piel se erizara con el contacto.
    Simplemente la encantaba este contacto.
    La otra mano del chico permanecía quieta bajo su nuca, a modo de almohada, aportándola mayor comodidad en su postura.
    Kagome sintió que también necesitaba otorgarle algo de movimiento a sus manos, y se descubrió a sí misma retirando, lentamente, el haori, blanco y rojo, del muchacho, con cuidado de no dañar la herida que aún no terminaba de sanar, para poner su pecho en contacto con su propio cuerpo.
    Necesitaba tanto de él… Quería sentirle, mezclarse con él, probarle, fundirse con Inuyasha, sentir todo su ser.
    Otro suspiro escapó de sus labios de mujer cuando, con sus manos, recorrió ese pecho tan atractivo, marcado por los abdominales, tan limpio de cicatrices, gracias a su poder de curación demoníaco… y un gemido se hizo paso al exterior por su garganta, cuando los labios del muchacho de pelo negro se posaron en su tripa, jugando con su ombligo, y subiendo lentamente la camiseta de ella, poblando de besos cada parte de piel que iba descubriendo, a medida que la ropa desaparecía.
    Al estar todo el día encerrada estudiando, no se había visto en la necesidad de ponerse un sujetador, así que cuando la prenda cayó, perdiéndose en algún lugar en el suelo, su desnudez se hizo plena.
    Inuyasha alzó un poco la vista, despegándose apenas unos centímetros del cuerpo de ella, para poder admirarla, regocijándose en la vista de sus sonrosadas mejillas, el pelo revuelto, y una fina capa de sudor perlando el cuerpo de la muchacha, al igual que el suyo. Pronto sucumbió ante el encanto de su pecho, acudiendo a la llamada de los mismos, acariciándolos lentamente con su lengua, jugando con su pezón, regalando al cuerpo virginal de la joven, caricias que nunca antes habían conocido.
    Suspiros y gemidos escapaban de los labios de Kagome, que se había tapado la boca con una de sus manos intentando acallar los sonidos que se producían en su garganta, mientras que la otra jugaba enredándose en el azabache cabello del muchacho.
    Cuando Inuyasha se dio por satisfecho con el sabor del pecho de la chica, subió a través de su cuello lamiendo su barbilla, su oreja, el contorno de sus labios, besando su nariz… y finalmente fundiéndose en un nuevo beso, apoderándose con deseo de su boca.
    Kagome notó la intimidad de Inuyasha rozándose con su pierna, y quiso, sin comprender su anhelo repentino, llenarlo de caricias. No se detuvo a pensar cuando su mano se apoyó en el bajo vientre de Inuyasha, sus dedos se hicieron paso a través de su pantalón, y cuando estaba a punto de rozar su miembro viril…
    Toc! Toc! Toc!
    Unos sonidos en la puerta los despertaron de su ensimismamiento. El medio demonio se alejó completamente de ella, cubriéndose, nuevamente, con su haori blanco, el único que encontró en ese momento de sobresalto.
    La muchacha se cubrió con una bata, pues no pudo localizar su camiseta a tiempo, cuando la puerta se abrió, dejando entrever a un muchachito, vestido ya con su pijama de algún fantástico héroe, haciéndose paso en la habitación de su hermana.
    Kagome, sigue Inu-no-niichan aquí?” preguntó restregándose los ojos.
    Sí Sota, pasa” contestó ella respirando forzadamente, obligándose a sí misma a aspirar y expirar con normalidad, peinándose ligeramente el cabello revuelto…
    Pasa algo?” preguntó cuando vio que su hermano se la quedaba mirando fijamente. Ella apretó aún más contra sí la abertura de la bata, queriendo tapar cualquier rastro de desnudez, intentando ser totalmente natural, fallando en el intento.
    Por qué estás tan sonrojada?” preguntó inocentemente Sota.
    “Si te hubieras visto Kagome… Estabas preciosa con ese color en las mejillas, y yo era feliz por saber que era yo, y no otro, el que te había arrancado esos suspiros. Pero cuando Sota te preguntó eso… Creo que nunca antes hemos pasado más vergüenza, verdad?” Inuyasha seguía hablando al cuerpo inerte de Kagome, como si ella pudiera oírle. Las lágrimas ya no salían de sus ojos. Estaba exhausto de tanto llorar. Pero el dolor de su corazón permanecería allí por siempre.
    La cara de Kagome varió a uno rojo brillante, lo que arrancó sonoras carcajadas a Inuyasha, quien veía la escena bastante cómica, aunque también estaba algo avergonzado por la situación. Su risa, sin embargo, no fue bienvenida por la muchacha, quien no pudo contenerse en gritar:
    Al suelo!” el conjuro hizo su trabajo, llevando el cuerpo aún acalorado de Inuyasha, a estamparse de cabeza contra el piso.
    Sota vio toda la escena sin comprender, y cuando supo que no sacaría nada en claro de su hermana, se acercó a su héroe, y le deseo buenas noches con una gran sonrisa en sus labios.
    Nuevamente solos, Inuyasha se levantó del suelo bastante enfadado y miró a la chica, quien no se había movido de su posición de pie al lado de la puerta.
    Se puede saber a qué ha venido eso?”
    El qué?”
    Cómo que el qué? Vamos a ver, por qué diablos me has mandado al suelo, eh?”
    Porque te estabas riendo de mí”
    Keh! Porque estabas muy graciosa, roja como un tomate”
    Ah si? Pues tú no has sido de mucha ayuda!”
    Y qué querías que hiciera?”
    No te hubieras reído de mí”
    No me hubiera reído de ti sino te hubieras puesto completamente roja!”
    No me hubiera puesto completamente roja sino…” fue en ese preciso momento, cuando ambos se dieron cuenta de lo que había pasado entre ellos. Sus miradas, que hacía unos instantes estaban posadas en el otro, cayeron a las tablas que formaban el suelo descubriendo, repentinamente, que el mirarlo resultaba muy interesante. Y un silencio bastante incómodo cayó sobre la pareja.
    Así estuvieron por largos minutos hasta que la chica, verdaderamente cansada, habló.
    Deberíamos irnos a dormir, además mañana tengo un examen” comentó, con la voz extremadamente suave.
    Muy cierto” aseguró Inuyasha, todavía avergonzado por sus anteriores acciones.
    Y sin volver a cruzar una palabra Kagome salió al baño a cambiarse de ropa, mientras que el chico perro adquirió su postura en una de las esquinas de la habitación, sentado en el suelo, con Colmillo Peroforaacero bien asida cerca de su cuerpo. Estuvo masajeándose la zona dolorida unos minutos.
    Así fue como le encontró ella, ataviada con un pijama de pantalón corto y tirantes, que dejaba ver perfectamente sus contorneadas piernas, y vislumbrar su esplendorosa figura.
    Inuyasha, al verla, no pudo evitar que las imágenes de instantes antes, volvieran a recorrer su mente, encendiendo su cuerpo ligeramente.
    Está bien la herida?”
    Sí, ya no me duele” contestó cortante, y se alejó de ella cuando quiso, con sus propios ojos, revisar que el vendaje estuviera bien.
    Este gesto no fue del agrado de la muchacha, pero pensó que seguía molesto por haberle sentado, así que sin decir más se echó sobre la cama, dispuesta a dormir.
    “Me gustaría que supieras, aunque un poco tarde, que si me quité no fue porque estuviera enfadado contigo, sino porque no hubiera soportado tu tacto. Si me hubieras tocado, simplemente no hubiera podido evitar hacerte mía, Kagome”
    XXXXXXXXXXXXXX​
    Shippo apareció instantes después, bastante acalorado, como si hubiera estado corriendo durante bastante tiempo. Miroku le miró sorprendido, pues el kitsune tenía una expresión que no lograba descifrar.
    Antes de preguntar, le dio tiempo para que recuperara aliento, pues pudo observar que el pobre debía haber echado una larga carrera. Sin quererlo, hizo un ligero movimiento, que despertó a la joven entre sus brazos.
    “Pasa algo?” comentó Sango con un tono muy dulce, y restregándose los ojos, eliminando cualquier vestigio de su siesta repentina.
    En ese momento vio como Shippo abrió los labios dispuesto a explicarles alguna cosa que, por su gesto, parecía de gran importancia, cuando unas pisadas los alertaron a todos ellos.
    Alzaron la vista por entre los matorrales que lo separaban del medio demonio, y abrieron sus ojos con gran sorpresa, pues jamás hubieran esperado ver lo que se encontraba frente a sus ojos.
    XXXXXXXXXXXXXX​
    A la mañana siguiente, Kagome se despertó y realizó todos sus quehaceres antes de marcharse a la escuela. Ni ella ni Inuyasha cruzaron palabra alguna sobre lo que había ocurrido la noche anterior. Simplemente quedaron en que el medio demonio, que había vuelto a su forma original, la vendría a buscar bien entrada la tarde, para seguir su camino en busca de Naraku.
    Por eso se sorprendió cuando vio que ya casi oscurecía y el muchacho de pelo plateado no aparecía por ningún lado. Así que decidió tomar su mochila y hacerse camino hasta el Sengoku, pensando que quizá habría algún tipo de percance que no le permitía al muchacho volver.
    Ya al otro lado del pozo Devora-huesos, pudo ver como las primeras estrellas se abrían camino por sobre la claridad que aún reinaba en el cielo, mostrándose brillantes y esbeltas, ajenas a cualquier problema en este insignificante planeta.
    Caminó sin prisa alguna por entre los árboles. Era una ruta bien conocida por la muchacha, pero siempre que la recorría la sorprendía la magnificencia del lugar, asombrándose del hermoso paisaje que encontraba aquí y allá, deleitándose con los sonidos que solo en el bosque podías encontrar.
    Cuando estaba acercándose a la cabaña de Kaede, la sorprendió encontrar todas las luces encendidas, pero un silencio sepulcral rodeaba el lugar. Temerosa de que algo malo hubiera sucedido, sentimiento agravado por el hecho de que el medio demonio no había aparecido en su busca, ingresó, corriendo, en el habitáculo.
    Sus ojos se entornaron de la sorpresa al descubrir todos en la estancia, con caras serias, miradas preocupadas… dirigió su vista al punto al que todos observaban, y fue en ese momento cuando sintió un vuelco en el corazón, y solo una palabra escapó de sus labios:
    Kykio…”

    Continuará…
     
  14.  
    LucyDei

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    Re: El adios

    Aqui les dejo el capitulo nueve de el fic de elena chan EL ADIOS n.n me estoy desvelando porque tengo demaciada tarea y es para el lunes T-T no creo terminarla T-T empeze desde las 2 pm y aun no he terminado T-T



    El adiós
    Los personajes no me pertenecen y hago esto sin ánimo de lucro. Espero que les guste.

    Capítulo 9

    ggg” mientras hablan
    ‘ggg’ lo que piensan

    Kkk flashback
    XXX cambio de escena
    Kykio vio pasar las nubes tranquilamente. Hacía bastante tiempo que se había alejado del grupo y se había sentado con los pies en el río, dejando que las aguas cristalinas acariciaran su piel, agradeciendo el frescor que le aportaban a su cuerpo vacío.
    ‘Qué debo hacer?’ se dijo. No era propio de ella estar en dicha confusión. Siempre había sido una persona con las cosas muy claras, y de acciones decididas.
    Se cubrió el rostro con la mano izquierda, cuando sintió el deslumbrar en sus ojos, y aceptó este momento de tranquilidad para pensar sobre su situación.
    Lo que peor llevaba, era esa mezcla de sentimientos que se habían formado en su ser cuando vio ese abrazo sobre protector de Inuyasha con su reencarnación. Pero ella no debería estar molesta por eso. Al fin y al cabo, no era más que un conjunto de barro y huesos, que andaba como alma en pena por el mundo, vagando libremente, sin un fin en su camino…

    De pronto, abrió los ojos con sorpresa, y alzó su esplendorosa figura, quedando sentada sobre la hierba. Una gota de sudor recorrió su frente, a la vez que sacaba los pies del agua, abrazándose a sí misma, formando un ovillo blanco, rojo y negro, del que solo se distinguían con claridad sus grandes ojos oscuros.
    ‘Eso ha sido… un latido?’ fue entonces cuando supo que algo importante estaba ocurriendo cerca del medio demonio.
    Se calzó nuevamente y se puso de pie, emprendiendo la marcha, deshaciendo el camino andado, volviendo su gesto serio, borrando de su cara cualquier expresión de duda o desconsuelo. Volviendo a ser ella, a ser Kykio.
    XXXXXXXXXXX​
    Inuyasha volvió al Sengoku, a través del pozo devora-huesos, dispuesto a esperar a la joven de cabello azabache, avisando a Sango y a Miroku que estuviesen preparados, porque saldrían de viaje esa misma tarde, cuando él fuera a recoger a Kagome a su época.
    Ninguno de los presentes hizo comentario alguno sobre esa tonta sonrisa que permanecía en los labios del muchacho de pelo plateado. Tampoco quisieron ser indiscretos en el tema concerniente a la pelea con la joven. Pero fuera lo que fuese lo que había ocurrido entre ellos, todos notaron que, de alguna forma, la situación entre ambos había cambiado profundamente.
    Voy a por Kagome, no tardo”
    Inuyasha, sigo pensando que deberíamos salir mañana al amanecer. Por qué no nos quedamos a descansar esta noche en casa de la venerable Kaede?”
    He dicho que no y es que no!” contestó severamente. “Tiempo habrán tenido para descansar, cuerpo de humano bueno para nada, keh! Si no salimos ahora Naraku…” y así siguió farfullando por lo bajo mucho después de haber abandonado la cabaña, emprendiendo el camino hacia el interior del bosque.
    Ay!” suspiró el monje “Este Inuyasha nunca cambiará” y dicho esto giró sobre sus talones y se fue a ayudar a la mujer que portaba un enorme boomerang en su espalda.
    Apenas unos metros más allá encontraría la puerta, o conexión, de este mundo con el futuro. Y la verdad es que ya tenía bastantes ganas de llegar. Aunque no habían hablado de lo ocurrido en el día de ayer, las imágenes de Kagome desnuda, entregada a sus caricias y suspirando su nombre, se le hacía tremendamente atractiva e, interiormente, rogaba por una segunda oportunidad en esa ronda de besos y de caricias.
    Y en estas estaba cuando una luz blanca brilló a través de las ramas, llegando hasta él. Una serpiente caza almas pasó rondando su cabeza.
    Kykio…” salió corriendo en esa dirección, el corazón latiéndole aceleradamente, esperando encontrar a la mujer por la que murió una vez.
    Y la encontró.
    Kykio estaba apoyada en las raíces de un gran árbol, respirando pausadamente. Se la veía bastante cansada y más pálida de lo normal.
    Nuestro medio demonio avanzó en grandes zancadas, volando casi sobre el pasto, llegando hasta el cuerpo de la muchacha y cogiéndola en sus brazos, asustado por la joven.
    Kykio… qué te ha pasado?”
    Naraku…”
    Ese maldito… dónde está?” preguntó, mirando en todas direcciones. Esperando encontrar algún vestigio de dicha persona cerca del lugar.
    Inu…yasha…” pudo musitar, incluso respirar le costaba trabajo.
    Qué te pasa? Cómo puedo ayudarte?” preguntó tremendamente asustado.
    Llévame con mi hermana” rogó forzadamente. El medio demonio no dudó en cumplir la petición ni un solo segundo y se alzó sobre sus pies, camino a la aldea a una velocidad sobre-humana.
    Olvidando por completo que tenía que ir en busca de Kagome.
    XXXXXXXXXXX​
    Kykio…”musitó la muchacha proveniente del futuro.
    Cuando entró a la cabaña, se encontró con Miroku y Sango sentados a la derecha, sus espaldas estaban apoyadas en la pared. Miroku cruzado de pies y brazos, Sango sentada sobre sus rodillas con una mirada desconcertante que viajaba desde el medio demonio hasta la muchacha tumbada a su lado.
    Shippo, por el contrario, estaba sentado a la izquierda con cara de pocos amigos, mirando hacia Inuyasha.
    El medio demonio y la miko se encontraban al final de la sala, al lado de una durmiente Kykio. Kaede le sujetaba la mano para darle apoyo, mientras que el muchacho la miraba, totalmente preocupado, sensación que se desprendía completamente de su rostro.
    Kykio…” todos alzaron sus miradas para encontrarse con la de ella, algunos preocupados, otros expectantes, otros… sin saber siquiera que esperar.
    Kagome, que bueno que has llegado, mi hermana quiere hablar contigo” repuso Kaede en el tono más solemne que encontró. La muchacha no se alteró ante esto, simplemente dejó la mochila que llevaba en una esquina, se descalzó dejando sus zapatos a la entrada, y se dirigió al lugar pedido. Su corazón latiendo a toda velocidad. Se arrodilló ante la joven con algo de temor… la miró detenidamente, por qué todo el mundo pensaría que se parecían?
    Kykio ha sido atacada por Naraku, y él ha sido capaz de ponerle esta cosa que impide que su cuerpo absorba almas” explicó Inuyasha señalando un collar de color marrón que colgaba del cuello de la miko.
    Exacto, tiene unos poderes extraordinarios, y nosotros no podemos quitárselo. Solo puedes hacerlo tú, Kagome” terminó de explicar la sacerdotisa Kaede esperando algún tipo de reacción por parte de ella.
    Entiendo” fue lo único que comentó. Volvió su vista al rostro pálido de Kykio. Esta permanecía con los ojos cerrados, su pecho no se movía, lo que demostraba que no necesitaba respirar para seguir “viviendo”. Las manos estiradas a los costados, y una manta llegando un poco más arriba de su cintura.
    Os dejaremos solas” y así todos y cada uno de los presentes se fueron levantando, excepto el medio demonio, que seguía en la misma posición que al principio.
    Vamos Inuyasha” le espetó Shippo, agarrándole por la manga del haori.
    Keh! Y por qué tengo que irme” dijo algo furioso, pero su tono demostraba la preocupación que sentía.
    Esto le dolió seriamente a Kagome, pero no hizo nada al respecto. Todo lo contrario. Intentó poner su cara más serena y otorgándole una gran sonrisa repuso
    Inuyasha, confía en mí, si?”
    Inuyasha, que no la había mirado hasta ahora, alzó la vista, posándola en su brillante rostro, y fue suficiente para que cediera a su petición, no sin antes soltar unos cuantos “Keh!” mostrando su disconformidad con el asunto.
    Cuando todos se hubieron marchado, Kagome volvió a mirar el cuerpo de la no muerta, y alzó una mano para quitar el collar que estaba alrededor de su cuello, cuando una voz la detuvo.
    Podría morir, eso sería bueno para ti” comentó Kykio sin abrir los ojos.
    La mano de la chica del futuro se detuvo a medio camino, y sin mirarla repuso.
    Pero eso pondría triste a Inuyasha”
    Él ha prometido quedarse conmigo”
    Eh?” preguntó sorprendida. A qué venía todo esto ahora?
    Naraku ya no posee el corazón de Onigumo en su cuerpo, por lo que puede matarme cuando el quiera. Inuyasha me ha prometido que se quedará conmigo, o más bien, yo me quedaré con vosotros”
    Ah, si?” no pudo evitar que una lágrima solitaria recorriera su juvenil rostro. Lágrima que nadie vio.
    Si no me quitas el collar, moriré”
    Kagome acercó la mano hasta las perlas que formaban el objeto, y cuando sus dedos apenas lo rozaron en su superficie, una brillante luz cegadora le obligó a cerrar los ojos, mientras notaba un dolor inmenso esparcirse por su cuerpo. Sin abrir sus pupilas, asió más fuertemente el collar, aguantando ese dolor que había comenzado en su brazo, pero que poco a poco viajaba a lo largo de su brazo y tronco en general, hasta que sintió que la joya se partía en mil pedazos. No pudo evitar que un grito escapara de su garganta.
    Kagome!” oyó gritar, y se sintió caer pesadamente. Pero unos fuertes brazos detuvieron su caída, y solo pudo vislumbrar unos bellos ojos dorados antes de perder el conocimiento.
    XXXXXXXXXXX​
    “Sesshomaru…” fue lo único que pudo salir de la boca del joven monje. La impresión de ver la imponente figura del demonio, acompañado como siempre por su fiel servidor Jaken y por la linda niña de nombre Rin, resultaba, simplemente, la cosa más extraordinaria que podía pasar en este momento de incertidumbre.
    ‘Qué estará haciendo aquí?’ se preguntó la cazadora de demonios. No notó cuando apretó fuertemente el agarre que tenía alrededor del cuello del monje.
    “Sa…Sango. Me couf! Couf! Me ahogas!” pidió.
    “Oh Miroku, lo siento” y aflojó su agarre, arrastrándose por el suelo unos centímetros, para tener una mejor visión de la situación que se desarrollaba ante sus ojos. El pequeño kitsune se subió sin dificultad a su hombro.
    “Crees que vaya a hacer algo malo?” preguntó la exterminadora, preocupada.
    Miroku se quedó mirando a los dos hermanos con expresión seria, y se permitió unos minutos de reflexión antes de contestar. “La verdad Sango, no lo se. Creo que lo que mejor podemos hacer es observar, por si acaso Inuyasha nos necesitara”
    Shippo asintió desde su posición, y tres pares de ojos volvieron a posar su mirada en ambos jóvenes de pelo plateado, expectantes del desenlace que se produciría con semejante encuentro.
    XXXXXXXXXXX​
    Cuando Kagome despertó ya era de día nuevamente. Estaba metida dentro de un futón bastante reconfortable, por lo que tardó unos minutos en reaccionar, hasta que notó que el techo de la habitación en la que se encontraba no era su cuarto, y una dulce voz bien conocida se hizo presente.
    Que bueno que despiertas”
    Kagome torció su mirar en la dirección de la que provenía ese melodioso sonido, y una sincera sonrisa se dibujó en sus labios cuando vio a su mejor amiga a su lado.
    Qué paso?” preguntó aún medio adormilada.
    La verdad es que no lo se muy bien, vimos un gran resplandor y cuando entramos te desmayaste” entonces notó como el gesto de la chica se ensombrecía y no pudo evitar morderse el labio inferior. Kagome supo que algo más pasaba.
    Dónde está él?” preguntó inquieta.
    Kagome, debes descansar” trató de cambiar de tema, cubriendola un poco más con las mantas, que habían quedado un poco arrugadas.
    Sango, por favor” sacó una mano y la posó sobre la de su mejor amiga. “Necesito saber”
    La exterminadora mordió su labio inferior nuevamente, la duda bañando sus hermosos ojos. Pero ante las súplicas de la joven de pelo azabache, tuvo que contarle.
    Están fuera ahora. Inuyasha estaba muy preocupado por ti y quería permanecer a tu lado. Pero Kykio le pidió que hablaran. Ella se va a quedar con nosotros Kagome. Naraku no tiene piedad ahora, y podría atacarla en cualquier momento. Inuyasha le ha pedido que se quedase. Eso es todo lo que se”
    Entiendo” contestó la chica, soltando su agarre y metiéndose más entre las mantas. “Me gustaría dormir un rato más, podrías dejarme sola por favor?” pidió, dándole la espalda.
    Kagome”
    Por favor” rogó con la voz entrecortada. Sango ya sabía lo que vendría. Pero pensó que ahora mismo necesitaba un momento de intimidad. Salió de la estancia, encontrándose con Miroku, Shippo e Inuyasha, que habían acallado su conversación cuando notaron que alguien salía.
    Cómo está?” preguntó Shippo, preocupado, diciendo en voz alta la duda que asaltaba en todas las mentes.
    Ella está bien. Solo necesita descansar” le dijo mirándole con ternura. Entonces endureció su rostro y alzó su vista hasta posarse en los dorados ojos de Inuyasha “Ha pedido que nadie la moleste”
    Ya veo” fue lo único que musitó el joven de cabello plateado. Su cara mostraba una tristeza que no estaba dispuesto a compartir. Se cruzó de brazos, ocultando sus manos dentro de su haori, y giró sobre sus talones. Necesitaba pensar.
    En su camino se encontró con Kykio, que estaba sentada bajo un árbol, mirándole con expresión neutral.
    Sigues queriendo que me quede con vosotros?” preguntó la sacerdotisa, su tono no mostró la más mínima emoción.
    Sí” fue lo único que contestó el medio demonio. Después siguió andando hasta que una voz le hizo detenerse.
    Tú eres mío Inuyasha. Tu vida me pertenece.” El joven no se dignó a mirarla, sino que se quedó tal cual, sin darse la vuelta para encararla.
    Lo se, y cumpliré mi promesa. Nos iremos al infierno, en cuanto terminemos con Naraku” no hubo más cruce de palabras. Inuyasha siguió su camino hasta el árbol sagrado. Necesitaba de tranquilidad por unos minutos. Subió a lo alto de la rama y se quedó con la mirada perdida, mientras sus pensamientos vagaban, recordando lo vivido hace dos noches, grabando en su memoria cada suspiro, cada beso, cada caricia…
    Lágrimas empezaron a resbalar de sus ojos. Se las limpió enfurecido consigo mismo. Y una frase escapó de sus labios. “Kagome… lo siento”
    En la cabaña una joven dormía, su cara enrojecida, y rastros de lágrimas aún se apreciaban en sus ojos. Entre sueños un murmullo repetía una y otra vez, con voz dolida “Inuyasha…”
    XXXXXXXXXXX​
    Qué crees que pasará ahora Miroku?” preguntó Sango preocupada.
    Un suspiro se escuchó en el ambiente “Sinceramente… no lo se. Creo que solo podemos esperar” y rodeó con un brazo la cintura de la chica mientras ella apoyaba su cabeza en su hombro.
    Kagome va a sufrir”
    Lo se Shippo, lo se” dijo la exterminadora. Y toda su conversación terminó cuando la sacerdotisa causante de dicha situación llegó hasta ellos.
    Dónde está mi hermana?” preguntó, como la cosa más natural. Sango no pudo responder, tan solo tenía ganas de golpearla. Shippo tampoco la miraba con cara de buenos amigos.
    Está recorriendo la aldea, dijo que tenía cosas que hacer” respondió el monje.
    Bien, voy a buscarla” y dicho esto se fue caminando lentamente, sabiendo que tenía varios pares de ojos posados en ella.
    XXXXXXXXXXX​
    Kykio venía caminando tranquilamente, aunque sabía que algo imrpotante se encontraría en el lugar en el que había dejado a Inuyasha y al resto.
    Pero grande fue su sorpresa cuando vio al youkai a tan solo unos pasos del medio demonio de haori rojo. Sin embargo, no dejó que esto la alarmara. Se quedó a una distancia prudencial para no ser vista.
    Al ver el rostro bañado en lágrimas del hanyou, algo en su interior se resquebrajó. Ella ahogó un grito al notar dicho sentimiento recorrer su cuerpo y tuvo que apoyarse contra un árbol para no caer.
    ‘Esta no soy yo’ se repetía una y otra vez. Tardó apenas unos instantes en recuperar la compostura, pero su mente no paraba quieta, sus pensamientos de acá para allá, un hervidero de ideas…
    Tragó pesadamente ‘Será mejor ver como se desarrolla la situación’ se dijo, pero no pudo evitar pensar ‘Inuyasha es mío’.
    XXXXXXXXXXX​
    Unas horas después, todos volvían a estar presentes dentro de la cabaña. Kykio e Inuyasha a un lado de la habitación. Kagome, Miroku y Sango enfrente de ambos, Shippo subido al hombro de Kagome. Desde que la muchacha despertara no se había alejado de su lado. Kaede presidiendo al grupo.
    Estaban hablando sobre las últimas noticias que habían descubierto de Naraku. Suponían que el fragmento por el que tanto habían luchado, pero que finalmente dicho ser les había arrebatado, era el último para completar la joya. Por lo tanto, los únicos remanentes eran los que poseía Koga en sus piernas y el que mantenía con vida a Kohaku, el hermano de Sango.
    Debemos ir tras él sin perder tiempo” espetó Inuyasha.
    Cálmate, tenemos que planearlo bien” fueron las palabras de Miroku.
    Él se encuentra ahora en las montañas que hay más allá del monte Hakurei” explicó Kykio.
    Y tú como lo sabes?” preguntó Sango, su mirada enfurecida y con recelo.
    Kykio la miró, estaba muy seria “Lo se” fue lo único que dio como respuesta válida.
    Deberíais salir mañana temprano. Kykio y Kagome deben estar muy cansadas, necesitan descansar” razonó Kaede. Todos aceptaron dicha petición y se dio por concluida la conversación.
    Kagome se levantó. Había permanecido muy seria y callada desde que se despertó. Salió, con Shippo aún en el hombro. Inuyasha la vio marchar y también se levantó, pidiéndole a la sacerdotisa muerta en vida que se quedara en la seguridad de la cabaña. Luego emprendió camino hacia la salida, siguiendo los pasos de Kagome.
    Sango quiso decir algo, pero una mano en el hombro, por parte de Miroku la detuvo. Le miró sin comprender su postura y exigiendo una explicación. Él simplemente negó con la cabeza. Ella se enfurruñó, pero le hizo caso y se quedó callada mirando muy enfadada a la causante de tanto daño a su mejor amiga.
    XXXXXXXXXXX​
    Kagome espera!” fue la petición de Inuyasha, cuando alcanzó a la joven.
    Ella detuvo su caminar, pero no se dio la vuelta para mirarle. “Qué quieres Inuyasha?” preguntó friamente.
    Su tono intimidó un poco al joven, pero no habían hablado desde que se despidieran aquella mañana, necesitaba conversar con ella y así se lo hizo saber.
    Por favor” rogó él desprendiendo la súplica en su tono de voz.
    Shippo, que le miraba desde que llegó hasta ellos, dijo “Kagome no quiere hablar contigo”
    Está bien Shippo, no pasa nada” contestó ella, tomándole entre sus brazos y depositándole en el suelo, frente a ella.
    Pero Kagome…” dijo.
    No te preocupes, déjanos solos, por favor”
    Shippo no pudo más que aceptar su petición. “Está bien” y dicho esto marchó de regreso a la cabaña, no sin antes propinar una dura mirada al medio demonio.
    Cuando el kitsune se hubo marchado, Inuyasha fue quien empezó la conversación.
    Kagome, lo siento”
    No tienes por qué disculparte.” Contestó ella cortante. Aún le daba la espalda.
    Gracias por lo de Kykio”
    De nada”
    Durante unos instantes se quedaron sin saber qué decir.
    Yo no quería que pasaran así las cosas Kagome. Eres muy especial para mí. Pero no puedo abandonar a Kykio” repuso, en un tono apenado.
    Lo se” fue lo único que dijo ella, dejando que un suspiro atravesara sus labios, llegando a los finos oídos de Inuyasha.
    Solo quiero que sepas que lo de la otra noche…”
    Lo de la otra noche fue un error” le cortó en seco. “Y me arrepiento de ello”
    Esto dolió a Inuyasha en lo más profundo de su corazón. Se quedó sorprendido por las palabras de ella, notando como sus luceros dorados se humedecían. Pero no iba a permitirse llorar. Miró la hermosa espalda de Kagome, quien aún no se había atrevido a encararle. “Solo quería que supieras que… yo no me arrepiento” y se alejó de allí lo más deprisa que pudo, aguantando una lágrima traicionera que se hizo camino a través de su mejilla.
    Cuando se supo sola, Kagome se dio la vuelta mirando hacia el lugar en el que instantes antes estuviera el muchacho postrado. Mostrando las cascadas que llevaban tiempo recorriendo su rostro. Se abrazó a sí misma cayendo arrodillada sobre la hierba mientras sonoros sollozos atravesaban su garganta. Su corazón roto. Sus esperanzas destruidas. Sus ilusiones devorados por un sueño que pudo ser. Su alma desgarrada… Lloró descargando toda la congoja que guardaba en su interior.
    Esta es la última vez que lloro por ti, Inuyasha” dijo, despreciándose a sí misma por ser tan débil, odiándose por haber caído en el embrujo de sus besos y sus caricias. Dolor. Dolor. Más dolor. Cayó tumbada sobre la hierba y allí quedó, abrazada a sí misma, llorando desconsoladamente.
    Continuará…
     
  15.  
    LucyDei

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    Re: El adios

    mucho tiempo desde mi ultimo post eh... n.n bueno, aqui les dejo el otro capitulo, lo seguire subiendo ya que no quiero que me lo cierren, vale la pena leer este fic. ahi lo dejo:


    El adiós
    Los personajes no me pertenecen y hago esto sin ánimo de lucro. Espero que les guste.
    Capítulo 10
    “ggg” mientras hablan
    ‘ggg’ lo que piensan



    Kkk flashback
    XXX cambio de escena
    Inuyasha calló durante largos instantes. Se abrazó al cuerpo inerte que aún mantenía bien sujeto en su abrazo, dejando que la tristeza de la situación lo golpeara, cual ola contra un acantilado. Enredó sus dedos entre el cabello azabache de la chica. Ahora había perdido esa luminosidad que siempre mostraba la mujer con orgullo. Ahora estaba entremezclado con barro, suciedad, sangre… Los rizos que siempre lo caracterizaran en un pasado no muy lejano, ya no estaban allí. Solo nudos y enredos que entorpecían el caminar de esos dedos temblorosos.
    Sin embargo, para Inuyasha seguía siendo el cabello más bonito y sedoso que jamás había visto.
    Siguió con su dorada mirada el camino de sus uñas afiladas, que sobresalían por entre las hebras de pelo negro, mientras su mejilla descansaba contra la mejilla fría de ella.
    Volvió a sujetar su cabeza fuertemente, pues quería tener una visión de ella en su plenitud, mientras separaba su rostro tan solo unos centímetros, pudiendo apreciar como la palidez se apoderaba de la piel de la chica, y los labios empezaban a mostrar un ligero color amoratado.

    “Kagome…” dijo, no pudiendo ni sabiendo expresar la congoja que sentía en el corazón. “Quiero que sepas…” y las lágrimas volvieron a ocupar, nuevamente la comisura de sus ojos, cayendo libremente como cascadas por su rostro “… que yo… yo…” las palabras resultaban difíciles. Una gota cayó desde su barbilla justo sobre la nariz de la joven. No pudo evitar la tentación de posar un delicado beso en esa protuberancia tan graciosa y respingona, bebiendo nuevamente su tristeza.

    Fue, realizando tal acto, cuando vinieron a su mente todas las imágenes de ella, no importaba cuales. Ella subida a su espalda viajando, ella preparando ramen para él, ella en su habitación concentrada en los estudios, ella… ella… ella…
    “Nunca supe que solo había una mujer en mi vida. Solo una, y yo me encargué de hacerla sufrir…” posó otro beso en cada uno de sus ojos “Te hice sufrir tanto Kagome” otro llegó hasta su frente “Cuando lo único que quería” después en su barbilla “es hacerte feliz” otro fue a parar en su mejilla.
    Alzó nuevamente el rostro de la cara de ella, apenas unas pulgadas, sus narices casi rozándose “Te amo, Kagome” y llegó hasta sus labios, dejando en ellos un símbolo de su amor, besándola con ternura y pasión, las lágrimas recorriendo sus mejillas, bañando las de ella… “Por favor, no me dejes, te necesito” expresó con voz entrecortada, sus bocas aún rozándose, lamentándose por su pérdida… pero antes de que pudiera volver a poseer los labios fríos y resecos de Kagome, un ruido no muy lejano llegó hasta sus hermosas orejas.

    Cuando quiso saber el lugar del cual provenían las pisadas, su dorada contemplación se cruzó con otra de igual color, pero más sería y gélida. La figura, borrosa por las gotas de agua que caían sin descanso, estaba parada en frente suya. Sus eternos acompañantes ligeramente más alejados de este ser de largos cabellos plateados, que tanto se parecía a Inuyasha.
    “Sesshomaru…” dijo, la sorpresa escapando junto con sus palabras. Y, en un gesto impulsivo, acercó el cuerpo de la muchacha al suyo, protegiéndola del invitado que había llegado hasta ellos, expectante de lo que sucedería…

    XXXXXXXXXXXXX
    Unas horas después Kagome regresó. Su cara completamente limpia, una mínima sombra de sonrisa dibujándose en ella. Entró a la cabaña, encontrándose al resto de los ocupantes con la comida recién servida en sus platos. Todos menos uno. Todos menos Inuyasha.
    “Kagome, que bueno que regresas. Íbamos a ponernos a cenar ahora mismo” afirmó Kaede con su típico tono mezcla de seriedad y alegría.
    “Bien” fueron las únicas palabras que salieron de ella. Nadie le preguntó sobre el medio demonio, y ella lo agradeció.
    Todos cenaron en silencio, las miradas viajando de un lugar a otro, la tensión palpable en el ambiente.
    La noche había caído hacía tiempo, y los habitantes de la zona ya llevaban tiempo durmiendo sobre sus camas. Una sombra abrió la esterilla que cubría la entrada a la casa de Kaede y, silenciosamente, se hizo camino, sin despertar a nadie, hasta donde una jovencita de cabello azabache dormía tranquilamente abrazada a Shippo.
    Inuyasha observó su blanca piel, bañada por la luz de la luna que entraba por la ventana, y movió un mechón rebelde que caía por la frente de la chica, perdiéndose en el color de sus mejillas, queriendo saborear sus labios…
    “Inu…” único susurro que rompió el silencio de la noche perdiéndose en la oscuridad de la misma. Por suerte para nuestro demonio, la mujer seguía dormida.
    Caminó, entonces, hasta donde dormía la poderosa sacerdotisa y, como anteriormente había hecho, se quedó mirando su pálido rostro. Sin embargo, no encontró en él un mínimo de parecido con la fragancia o la vitalidad del de Kagome. Suspiró.
    Se levantó nuevamente, y fue hasta la esquina más apartada de la estancia, sentándose con su adorada espalda bien abrigada entre sus brazos, dejando que el sueño invadiera sus sentidos.

    XXXXXXXXXXXXX
    Sesshomaru había seguido el rastro de Inuyasha y de sangre humana desde que abandonaron el claro para adentrarse en el bosque. Y lo que encontró cuando localizó su persona, realmente le sorprendió. Sin embargo, su rostro no mostró ni un ápice de este conjunto de sentimientos que habían sido capaces de adentrarse en su corazón frío e inexpresivo.
    “Sesshomaru…”
    “Inuyasha…” Ambos hermanos mantuvieron su mirada. La claridad de los ojos de ambos enfrentándose una a la otra. Pero esta vez las cosas eran distintas. Aquí no había rabia, no había ganas de matarse el uno al otro, no se buscaba venganza por una herencia mal repartida…
    Entonces vio como acercaba el cuerpo que aún mantenía entre sus brazos contra su pecho, como queriendo protegerlo de él, quizá.
    Sus suposiciones habían sido ciertas. La joven muchacha que siempre le había acompañado en su largo viajar había muerto a causa del enemigo de los dos. Y pudo comprobar como el aroma de la conversión en demonio completo de Inuyasha rodeaba las figuras de la pareja, evadiéndose lentamente, pero aún permaneciendo esos resquicios en el aire. Sin embargo, el youkai no tenía la noción a ciencia cierta de cómo su hermano había escapado de esa perdición en la que caía su cuerpo cuando se encontraba indefenso, pues ciertamente la espada causante de dicha ayuda estaba fuera de lugar. Pudo ubicarla rápidamente gracias a sus sentidos, colocándola en los brazos del joven monje quien, junto con la cazadora y el pequeño kitsune, los observaban desde la distancia, dispuestos a actuar en caso necesario.
    A su nariz también llegó un olor fatigante a cadáver. Por el rabillo del ojo observó la figura de la sacerdotisa Kykio quien, escondida tras unos árboles a unos cuantos metros de allí, observaba detenidamente la escena. Volvió su vista a su joven hermano, preguntándose si él era capaz de notar todos esos pequeños pero a la vez importantes detalles, que él, con sus demoníacos poderes, había sentido.
    Se fijó en el haori rojo enrollado al femenino cuerpo de Kagome. Estaba sucio y cubierto en sangre, pero el agarre que su medio hermano tenía sobre la prenda era completamente seguro, aunque con una pizca de ternura. El rostro bañado en lágrimas, el pelo revuelto, las orejas gachas en señal de rendición o tristeza… y a la vez altiva, poniendo todos sus sentidos alerta. Pero no como normalmente estaría. Alerta para evitar cualquier mal añadido a la joven de su abrazo.
    “Qué quieres?” preguntó el hanyou con congoja, pero seguro de sus palabras, aunque Sesshomaru pudo notar en su voz el cansancio que lo envolvía, el sentimiento de rendición que lo embargaba.
    “Naraku ha muerto” fue lo único que respondió.
    “Sí, siento que no hayas conseguido tu venganza. Contento? Ahora vete!” exigió. No tenía ganas de tener que lidiar con su medio hermano ahora.
    Entonces Inuyasha notó como la joven niña que siempre le acompañaba a todas partes bajaba de ese ser endemoniado, la tristeza se plasmaba en todo su ser, y en un acto tremendamente osado tiró del pantalón blanco que cubría las piernas del youkai.
    “Sesshomaru-sama! Sesshomaru-sama!” llamó ella, empleando respeto en su llamado.
    El youkai no la contestó, tan solo bajó la mirada encontrándose con sus inocentes ojos, sorprendiéndose de encontrar lágrimas en ellos.
    “Tú puedes ayudarla!” pidió Rin. Sus palabras llegaron a las lindas orejas de Inuyasha, llamando su atención. “Revívela como hiciste conmigo”
    Los ojos del medio demonio se ensancharon ante esto. Es cierto, cómo no había pensado en ello antes? Con la espada vital, herencia de su padre, Sesshomaru podía devolver la vida a las personas…
    … podría devolverle la vida a Kagome.
    … su vida…
    Inuyasha depositó con cuidado el cuerpo inerte de la chica en el suelo, arropándolo con aún más cariño si cabe, entregándole a esos ojos que permanecían cerrados escondiendo hermosas pupilas tras ellos, una mirada cargada de ternura y amor. Los ojos dorados de Sesshomaru volvieron a posarse en él nuevamente, mientras seguía sus pasos.

    XXXXXXXXXXXXX
    ‘Vaya, así que es lo que me imaginé’ pensó el demonio verde. Jaken había seguido a su amo sin rechistar por entre árboles y arbustos, siguiendo el rastro del medio hermano de su señor, llegando, finalmente, al río.
    Se sorprendió el encontrar a Inuyasha tan abatido. Cierto es que sabía que no podía compararse con el gran demonio Sesshomaru, pero el descorazonado ser con el que se encontró fue algo que lo dejó fuera de lugar.
    Vio como la “familia” intercambiaba una serie de frases más o menos escuetas, nada fuera de lo normal. Y por ello no vio como la joven, de la que tenía que encargarse y cuidar, a veces forzadamente, adelantaba sus pasos hasta el demonio, agarrándole del pantalón, y tirando de él para llamar su atención.
    ‘Pero esta niña… qué está haciendo?’ chilló en su mente. E iba a excusarse por el movimiento tan osado cuando vio como él la miraba. Sesshomaru tenía sus ojos puestos sobre la pequeña, con un deje de tranquilidad y, a la vez, desasosiego, sentimiento que no acabó del todo de comprender. Es entonces que detuvo sus pasos y se mantuvo expectante de la situación.
    “Tú puedes ayudarla! Revívela como hiciste conmigo” Esto era simplemente pedir demasiado. Él, el gran demonio Sesshomaru, su amo y señor, un ser inalcanzable, se iba a rebajar a revivir a una simple humana? ‘Puede’ se respondió a sí mismo. Al fin y al cabo, no sería la primera vez.
    En estos pensamientos estaba cuando notó movimiento en la figura que estaba postrada en el suelo. Vio como depositó a la chica sobre la hierba, con un cuidado exquisito, tal que si fuera de porcelana, y entonces Inuyasha hizo algo que jamás pensó que vería.

    XXXXXXXXXXXXX
    Sango, Shippo y Miroku seguían muy de cerca la conversación entre los dos hermanos, hasta que una frase llegó a los oídos de todos ellos.
    “Tú puedes ayudarla! Revívela como hiciste conmigo” entonces todos cayeron en la cuenta de algo.
    “Es cierto, él puede salvarla!” gritó, aunque manteniendo el tono de voz, Sango, abrazando fuertemente al hombre a su lado. Shippo intentaba mantener el equilibrio. “Kagome está a salvo! Kagome está a salvo!” repetía una y otra vez la muchacha. Su corazón liberado de una parte de la pena que lo embargaba, mientras asfixiaba al joven monje en su entusiasmo.
    Cuando Miroku consiguió desembarazarse un poco de la mujer que significaba todo para él, no pudo evitar besar ligeramente sus labios. “Tranquila amor, recuerda que es Sesshomaru” le contestó, pero una pequeña sonrisa se había dibujado en su rostro.
    “Pero él no puede tener un corazón de hielo. Él tiene que salvarla. Él simplemente tiene que hacerlo” repuso ella con total seguridad.
    Miroku no pudo soltar una pequeña carcajada. Él, simplemente, amaba estas cosas de ella. Su temple para ciertas situaciones, su confianza, su seriedad, su forma de encarar cualquier realidad… Si no fuera por la escena tan dramática que estaban compartiendo, no dudaría en besarla y amarla hasta el límite.
    “Lo se, tenemos que confiar en Inuyasha” trató de tranquilizar. Sin embargo, sentía cierta preocupación. Sesshomaru no es un ser que haya demostrado tener algún tipo de compasión por la raza humana, salvo por la joven niña a la que le había devuelto el palpitar a su corazón.
    “Inuyasha…” dijo Shippo completamente asombrado, él había bajado del hombro de Sango para seguir atento a la escena.
    La joven pareja dejó ese momento de intimidad y letargo, posando sus miradas en los dos hermanos…
    … no pudiendo evitar sorprenderse por lo que se encontraron.

    XXXXXXXXXXXXX
    Kykio seguía toda la escena atentamente. No sabía como sentirse al respecto, era todo tan confuso… La muerte de Kagome, la muerte de Naraku, el…
    Su pensamiento fue detenido en ese mismo instante. Sus ojos abiertos enormemente de la sorpresa.
    “Inuyasha…”
    XXXXXXXXXXXXX
    “Revívela” Inuyasha se había postrado a los pies de su hermano, arrodillado en pose de sumisión, los brazos cruzados en su frente con las manos apoyadas en la hierba, mirando seriamente al hombre en su frente. Una vez pronunciadas esas palabras, que salieron sin un ápice de duda en su voz, bajó la cabeza hasta el suelo, apoyando su frente sobre sus manos, rozando la vegetación del lugar con su nariz. “Te lo ruego”
    Sesshomaru se quedó observando el gesto de su pariente. Era tan extraño… Inuyasha era, por decir poco, un ser tremendamente orgulloso. Él nunca se humillaría ante nadie de esta forma, menos ante él.
    Entonces… por qué lo hacía?
    “Por qué?” preguntó, no dándose cuenta de que había exteriorizado sus dudas.
    “Por favor. Se que no nos llevamos bien. Tú me detestas y a mi no me caes mejor. Pero esto no es sobre mí, o sobre ti Sesshomaru” explicó entrecortadamente el medio demonio, aún seguía arrodillado y rogando, suplicando, por una salvación para la muchacha. “Es sobre ella, sobre su vida. Te lo ruego Sesshomaru”
    “Pero…”
    “Por favor” le interrumpió. Cerró nuevamente los ojos, suplicando mentalmente porque, por una vez, se olvidaran de sus diferencias.
    “Sesshomaru-sama!” volvió a llamar Rin, que aún seguía colgada de la pierna de su salvador.
    Sesshomaru volvió a mirarla con una expresión indescifrable. Los ojos de ella estaban acuosos, tristes, pidiendo, en su expresión, por una respuesta afirmativa. Rogando ella misma porque su deseo fuera cumplido.

    XXXXXXXXXXXXX
    ‘No me lo puedo creer’ pensó Jaken abiertamente sorprendido. Jamás abría esperado que Inuyasha se humillase ante su hermano pidiendo… no! Rogando por la vida de la muchacha.
    Se pellizcó la mano fuertemente. Acaso estaría soñando? “Auch!” gritó. Realmente había dolido. Entonces no estaba soñando…

    XXXXXXXXXXXXX
    “Inuyasha…” volvió a repetir Shippo. Inuyasha estaba arrodillado, rogando, suplicando…
    “Inuyasha…” dijo Sango a su vez, dejando que una solitaria lágrima cruzara su mejilla. Si alguna vez había dudado del amor que el medio demonio pudiera sentir por su mejor amiga, aquí veía la prueba de que ese sentimiento era verdadero. Ese lazo fuerte e irrompible… Acaso tenía ella que morir para que se diera cuenta?
    Miroku tan solo miraba expectante, desde luego el acto de su amigo lo tenía completamente sorprendido, pero no sabía si daría resultado. Sesshomaru e Inuyasha eran acérrimos rivales, acaso uno podría hacerse camino hasta el corazón del otro de esta forma?

    XXXXXXXXXXXXX
    “Inuyasha…” dijo Kykio. A tanto iba a llegar por su reencarnación? Doblegarse ante alguien, perdiendo todo respeto que él le pudiera tener, por la simple e insignificante vida de otra persona?
    Su expresión se volvió sombría, sabiendo perfectamente lo que iba a pasar. Se giró en el lugar en el que estaba, apoyando su espalda contra el tronco del árbol que la resguardaba de ser vista. Tomó con una de sus manos un mechón del cabello, que lucía suelto y meciéndose dentro de la armonía del viento.
    XXXXXXXXXXXXX
    Inuyasha estaba impaciente. Su corazón latía muy deprisa esperando la respuesta. Sabía que se lo jugaba todo por el todo, y que doblegándose lo único que conseguiría en su relación con su medio hermano es perder el poco respeto que aún pudiera quedar, ganarse más humillaciones…
    … pero haría lo que fuera por Kagome.
    Lo que fuera.
    XXXXXXXXXXXXX
    Emprendieron el camino nuevamente, después de tantos días de descanso. El sol lucía esplendoroso en el horizonte. Sin embargo, los corazones del grupo que iban en busca de Naraku no mostraban esa misma alegría o vitalidad. Había confusión, duda, dolor…
    Kagome iba montada sobre Kirara, detrás de Sango. Miroku al lado de ambas, caminando tranquilamente, con Shippo sobre su hombro. Inuyasha iba al lado de Miroku, pero a unos pasos más alejado, junto con Kykio. Él observaba de reojo a la chica del futuro, pero ella no le había dirigido la mirada ni una sola vez desde que emprendieron el viaje.
    El camino fue prácticamente en silencio, las miradas viajaban de unos a otros, excepto la de Kagome que permanecía fija en el paisaje que iba apareciendo frente a ella.
    Varias horas después se detuvieron bajo unos frondosos árboles para comer. El hanyou trajo unos cuantos peces que había pescado en un río cercano a donde ellos se encontraban, y encendieron una fogata para cocinar la comida. Mientras Sango y Miroku los preparaban, Kagome había ido junto con Shippo a recoger algunas frutas para así darle más sabor y tener más alimento.
    “Está muy bueno el pescado, te ha quedado de maravilla Sango” felicitó Miroku. No estaba cómodo con esa tensión. Pensó que, quizá, aportando un poco de conversación trivial, los ánimos se calmaran ligeramente.
    “Gracias” le sonrió ella de vuelta, comprendiendo sus intenciones. Mas no dio mucho resultado. Poco más se dijo entonces.
    Un rato después volvieron a emprender el camino.
    “Inuyasha”
    “Qué quieres Kykio?”
    “Lo he perdido”
    “El qué?”
    “Su rastro, no lo siento” contestó ella muy seriamente.
    La cazadora, que no había perdido detalle de su conversación, bajó del lomo de Kirara, se puso a la altura de la pareja y preguntó con muy mal humor.
    “Cómo puedes haberlo perdido?”
    “Simplemente ya no está” contestó la sacerdotisa.
    “Bueno, pero habrá ido a alguna parte digo yo, no?” contestó Sango enfadándose aún más. En realidad no era el hecho de que localizaran o no a Naraku. Lo que no soportaba es ver como su amiga estaba sufriendo.
    “Ya está bien Sango” intentó interponerse Inuyasha. Pelear entre ellos no iba a llevarles a buen puerto.
    “Pero…”
    “Sango, puedo hablar contigo un momento?” pidió Kagome desde la distancia. Su rostro pálido, había perdido ese rosado que lo caracterizaba de las mejillas. Sus ojos sin expresión alguna, vacíos, esa alegría que siempre rodeaba a la muchacha, esa despreocupación… simplemente ya no estaba allí.
    “Claro” contestó ella, brindándole una sonrisa llena de cariño. Luego endureció su mirar llenando la expresión con desaprobación. Pasó de Kykio a Inuyasha que la miraba con… vergüenza?
    Ambas mujeres se alejaron ligeramente del grupo. Miroku se acercó a ellos.
    “Creo que deberíamos continuar hacia el mismo lugar. Quizá, en el transcurso, nos encontremos su rastro.”
    “Sí, creo que es lo mejor” respondió el hanyou.
    Pasaron varios minutos en silencio hasta que Sango volvió.
    “Dónde está Kagome?” preguntó Shippo desde el hombro de Miroku.
    “Se ha ido” respondió ella seria.
    “Cómo que se ha ido?” preguntó Inuyasha enervándose.
    La cazadora lo miró duramente “No se encontraba muy bien, además tenía que hacer cosas en su mundo. Se la ha llevado Kirara.”
    “Pero la necesitamos para la joya y…” intentó excusarse el chico de pelo plateado. En el fondo lo que le dolía es que se hubiese marchado.
    “No. Las mismas funciones que ejercía Kagome puede realizarlas Kykio. Ella volverá de visita, tiene que recuperar su vida al otro lado del pozo. Después de todo esto tendría que pasar tarde o temprano”
    Inuyasha no respondió, que podía decir? Se dio la vuelta y salió corriendo a velocidad sobrehumana en dirección al pozo devorahuesos.
    “Me parece que haremos otra parada” suspiró Miroku, disponiéndose a poner cómodo.
    Kykio se quedó mirando hacia el lugar por el cual el hanyou se había perdido.
    Inuyasha corrió tan deprisa como sus pies le posibilitaban. Cuando el olor de la muchacha fue desvaneciéndose, intentó poner más velocidad sobre su cuerpo, llegando al pozo tan cansado que no pudo evitar desplomarse contra la madera, intentando aspirar el aire que había perdido en el trayecto, recuperando la compostura… justo a tiempo.
    Kirara ya no estaba, pero Kagome estaba sentada con las piernas suspendidas en el aire, mirando a un punto en el infinito.
    “Ka…Kago…me” consiguió pronunciar. Ella no le miró.
    “Qué quieres?” preguntó la muchacha.
    “Por qué te vas?”
    “No tengo nada que hacer aquí”
    “Sí que tienes!” espetó él “Tienes a Sango, a Miroku, a Shippo…”
    “Vendré a verlos de vez en cuando. Mi presencia tan seguida en el Sengoku ya no es necesaria”
    “Pero…”
    “Me tengo que ir” dijo ella, tomando impulso para marcharse.
    “Y yo?” ella se detuvo. “Qué pasa conmigo? Qué pasa con nosotros?”
    “Nosotros?”
    “Dijiste que te quedarías conmigo. Lo prometiste” intentó él. Era la última oportunidad. Sabía que, si la perdía ahora, la perdería para siempre.
    Ella se quedó pensando por unos momentos, como sopesando las posibles respuestas, las posibles opciones que tenía.
    “Jamás hubo un nosotros Inuyasha. Tú decidiste hace mucho tiempo por los dos” silenciosas lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas “Yo he cumplido mi promesa. Pero ya no más. Se acabó. Ahora te toca cumplir a ti la tuya”
    “Pero…”
    “Inuyasha” ella le miró por primera vez en toda la conversación. “Tienes un deber con Kykio. Yo volveré para ayudaros a acabar con Naraku de una buena vez y para siempre. Pero eso es todo. Se acabó” y dicho esto se dejó caer por el pozo, llevándose consigo el amor por ese hanyou, llevándose consigo sus recuerdos, sus esperanzas, sus anhelos…
    Inuyasha calló arrodillado, golpeando con su puño una de las tablas de madera. “Keh! Maldita Kagome! Quién te necesita?” rugió. Su corazón… se había marchado con ella.
    Al otro lado del pozo, Kagome estaba encogida sobre sí misma, agarrándose sus propias rodillas, dibujando con su cuerpo un ovillo, mientras escondía la cabeza entre sus manos. Sus sollozos apenas eran audibles en el silencio de la estructura, y una tímida frase expresó todas las sensaciones que la embargaban.
    “Adiós Inuyasha”
    XXXXXXXXXXXXX
    Recordar todo esto le dolía. Cuánto daño la había hecho. Cuánto dolor…
    “Está bien” llegó hasta sus orejas, que se movieron por la percepción del sonido. Él levantó la vista ligeramente, y vio como su medio hermano dirigía una de sus garras a la empuñadura de su espada, se acercaba a la chica, mirándola seriamente.
    Inuyasha se levantó de su pose tan molesta, todas sus esperanzas puestas en ese mandoble, su corazón en un puño,… todo él temblando de la emoción.
    Y, entonces, Sesshomaru utilizó su espada.

    Continuará…
     
  16.  
    laurags

    laurags Guest

    Re: El adios

    Hola Clara Luz:
    me ha encantado tu conti, m gustaria q lo siguieras pronto ya q m dejaste con mucha intriga, hasta la proxima!
     
  17.  
    kaome2010

    kaome2010 Guest

    Re: El adios

    hay que genial me encanta su historia esta muy chida y me gusta mucho como esta escrita me la ley toda desde el principio ese naraku mira que matar a kagome que bueno que inulindo lo matara luego pero lo mejor esque sesshoumaru piensa revivir a kagome pudieron mas los ruegos de inuyasha y los de lin.
    sabes es sorprendente como inuyasha se arrodillo ante sesshoumaru si no lo ubiera oido no lo ubiera creido jaja bueno espero que le sigas y no te tardes chau cuidate besos
     
  18.  
    LucyDei

    LucyDei Usuario popular

    Leo
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    26
    Re: El adios

    n.n si vdd jeje, otra cosa... soy la unica que al entrar a cemzoo las imagenes y demas no se ven?
     
  19.  
    *ROGOVAS*

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    Re: El adios

    ¡¡¡hola!!!
    e ledo tu fic y me a gustado mucho por favor no lo dejes asi espero que
    [SIZE=-1]sesshomaru reviva a kagome[/SIZE] no tardes mucho en poner conty que esta muy interesante
    xau!!!!
    :)
     
  20.  
    LucyDei

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    Re: El adios

    Aqui les dejo la continuacion del fic de elena chan n.n espero que lo disfruten tanto como yo... sayonara....



    El adiós
    Los personajes no me pertenecen y hago esto sin ánimo de lucro. Espero que les guste.​


    Capítulo 11

    ggg” mientras hablan

    ‘ggg’ lo que piensan

    Kkk flashback
    XXX cambio de escena

    Miroku, Shippo y Sango tenían sus ojos clavados en la figura demoníaca que blandía tan elegantemente esa espada incapaz de cortar siquiera una rama, pero con el increíble poder de revivir a las personas. El pequeño kitsune era consciente de la velocidad a la que latían los corazones de las tres personas allí presentes. Y es que todos tenían puestas sus esperanzas en el hombre de largos cabellos plateados, deseando volver a ver la agradable sonrisa de su amiga.
    XXXXXXX​
    Kykio seguía sentada en el árbol, dándole la espalda a la escena que se estaba desarrollando a una cierta distancia. No se había dado la vuelta para mirar. No era necesario. Sabía lo que pasaría.
    Suspiró.
    Alzó sus grandes ojos marrones al cielo apoyando la cabeza contra su tronco. Observó como este se teñía ligeramente con toques grisáceos aquí y allá, como si el propio clima quisiera hacer constancia de lo que la mujer albergaba en su interior. No sabía si sentirse bien… o sentirse mal por lo que sucedería. Estaba muy confusa con sus sentimientos, y todo era debido a ella…
    “Lo siento Inuyasha”
    XXXXXXX​
    Inuyasha dejó escapar la respiración que no sabía que estaba contendiendo. Sus ojos clavados en la espalda de su hermano, fijos en los movimientos de este. Vio como levantaba su brazo, sujetando su espada firmemente.
    Primer mandoble, directo sobre el cuerpo de Kagome. Instintivamente tuvo deseos de cubrirla con su propio cuerpo. Protegerla de este inhumano personaje que lo único que quería era dañarla. Ser, que se había enfrentado a ellos una y otra vez importándole muy poco sus vidas, dispuesto, incluso, a arrebatárselas a todo aquel que se entrometiese en su camino. Pero se contuvo, sabiendo que esto era necesario.

    Segundo mandoble, cortó el aire de izquierda a derecha… Se asfixiaba en este instante de incertidumbre… De no saber que iba a suceder. Los minutos parecían haberse detenido. Hasta el canto de las aves dejó de escucharse. Todo el bosque se había sumido en un inquietante silencio, a la espera del desencadenamiento de los acontecimientos que estaban por ocurrir…
    Tercer mandoble, de arriba a abajo… Acaso tenía que pasar tanto tiempo para que terminara? Se estaba impacientando. Tan solo quería volver a ver esos castaños ojos que siempre le miraron con ternura. Esos ojos que nunca le temieron. Esas pupilas en las que se sentía que podía perderse, sin importarle… Quería ver sonreír a esa dulce mujer que, si bien no podría considerarse la primera en abrirle su corazón, si fue la primera con la que dejó de sentirse solo. Por alguna extraña razón que él aún ahora no comprendía del todo, ella le aceptaba y le quería tal como era, sin pedir nada a cambio. Un amor sincero y bondadoso… Su ceño se frunció levemente. Él no había sido capaz de corresponder a estos sentimientos como la muchacha se merecía. Había sido, de alguna manera, despiadado con ella y con sus emociones. Dañándola, incluso sabiéndolo, aunque nunca había deseado hacer tanto mal en ese inmenso corazón…

    Cuarto mandoble. Todos los ojos expectantes. Todos los sentidos puestos en esos largos cabellos plateados que se mecían con los movimientos de su portador… mostrando la gallarda figura de ese ser poderoso. Ese ser que intentaba devolver un alma a un cuerpo, ese ser que ayudaba al regreso de una vida…

    …Y de pronto Sesshomaru cesó sus movimientos.
    Simplemente se quedó allí, parado delante del cuerpo caído de ella, respirando pesadamente por el esfuerzo mental que había tenido que realizar, maldiciendo interiormente, aún sabiendo desde el principio que esto sucedería…
    Sintió a Inuyasha acercarse. Guardó de nuevo la espada en su vaina.
    Inuyasha fue aproximándose lentamente mientras veía como el demonio guardaba su arma. Entonces miró la cara de Kagome, su corazón latiendo a un ritmo infernal. Ella estaba viva entonces, no? Sesshomaru la había salvado, verdad?

    Y sin embargo… nada. La misma palidez en el rostro de la muchacha. El mismo tono amoratado bañó esos labios que, carnosos, se alzaban expectantes…Agudizó sus sentidos nuevamente, queriendo percibir algún atisbo de vida en ella… el latir de su corazón…lo que fuera…
    Nada. No respiraba. Su sangre no circulaba. Su corazón no latía.
    “Qué pasa?” preguntó el medio demonio, sin saber a ciencia cierta como había conseguido que su voz se hiciera camino a través de su seca garganta. “Por qué no reacciona?” y, por primera vez, pudo ver algo en los ojos de Sesshomaru. Frustración? Preocupación, quizá? Fue entonces cuando supo que algo andaba mal.

    “Es demasiado tarde” palabras duras, frías… palabras que no quería escuchar.
    “Qué?” preguntó, el temor recorriendo todas las partes de su cuerpo, atravesando sus entrañas, erizando su piel…
    “No tiene remedio, está muerta”
    “No!” las palabras poco a poco caían y se hacían presentes en ese atisbo de cerebro que trabajaba para darles sentido.
    “Lo es Inuyasha.”
    “No lo has intentado lo suficiente!” gritó el medio demonio, mientras sus ojos empezaron a arder de rabia.
    “No hay nada que hacer, incluso desde el principio. Solo lo he intentado porque Rin me lo pidió.” Su voz helada como el hielo, ningún signo de sentimiento en ella.
    “Eso es mentira!” rugió el hanyou, notando como su cuerpo palpitaba de poder, sus puños encogiéndose tornando de un color blanco los nudillos en sus manos.
    “No lo es” dijo con firmeza, dirigiendo, por primera vez, la mirada a su medio hermano. “Ella no tiene alma ya. Ella está muerta”
    “Nooo” volvió a gritar. Y Sesshomaru pudo decir que estaba gruñendo. Sabía que no tardaría mucho en atacarle. No importaba, estaba preparado.
    “GGrrrrr” rumiaba la figura encorvada del hanyou, listo para el ataque. No tenía su espada, no la necesitaba. Le convencería con los puños, haría que le devolviera la vida.

    Y así, completamente cegado por el dolor, se echó sobre su hermano, sus garras retorcidas en puños mortales golpeando el aire aquí y allá. Sesshomaru tan solo se limitó a esquivar las primeras veces, mirando fijamente a su medio hermano que se dejaba llevar por su rabia.

    Puñetazo derecho, pasando rozando ligeramente su mejilla. Ahora el izquierdo, llegando donde instantes antes estaba su estómago. Patada, de un salto se apartó del camino, quedando ligeramente apartado de Inuyasha.
    “Inuyasha, para por favor!” Sango había salido del lugar desde donde observaban la escena. Sus mejillas encendidas bañadas por ríos de lágrimas que caían sin descanso. Miroku y Shippo detrás de ella, medianamente sorprendidos por el rumbo que estaban tomando las cosas. El monje asía fuertemente la espada de su amigo, esperando en el momento de que verdaderamente la necesitara para hacerle entrega de ella. Limitándose a mirar por el momento.

    Pero Inuyasha no la escuchaba. No oía a nada, ni a nadie. Solo quería descargar toda su rabia, su ira, su dolor… Y tan ciegamente iba que no pudo evitar la descarga de la poderosa espada de Sesshomaru, mandándole a una cierta distancia, bañando su haori blanco con su propia sangre.
    Y allí se quedó, tirando en el suelo cubierto de tierra y polvo. La vista perdida en las nubes grisáceas que pasaban por encima de sus cabezas. Hasta el cielo le hacía compañía en su destrozado corazón. El peso de la noticia sobre sus hombros, comprendiendo finalmente que ella… que ella…
    Se sentó en el suelo, limpiándose un rastro de sangre que caía por la comisura de sus labios. Sus ojos desenfocados brillaban ligeramente con la aparición de nuevas lágrimas.

    Volvió a secárselas con su haori, pero caían incesantes y sin detenerse. Se odió a sí mismo por ser débil, por mostrarse débil ante su hermano, por no poder hacer nada, por lo inútil que se sentía…
    Él solo quería…solo quería…
    Sus pensamientos se nublaron nuevamente, y cerró sus doradas orbes, escondiendo su cara entre sus garras, evitando que los sollozos escaparan audibles por su garganta, mordiéndose fuertemente los labios.
    Dio un puñetazo al suelo mientras veía que su salvaje hermano marchaba nuevamente acompañado de la joven niña y el demonio verde. Vio como esa muchachita se giraba y sus miradas se encontraron. También vio dolor en su corazón. Por un momento esos ojos llenos de tanto sentimiento le recordaron a los hermosos ojos de Kagome.
    XXXXXX​
    Tadaima!” anunció la muchacha entrando en su casa. Sin embargo el silencio fue lo único que la respondió a su llamado. Extrañada, se colocó las zapatillas y dirigió sus pasos lentamente hasta la cocina, encontrando sobre la mesa de madera una nota de su madre.
    Hija, nos hemos ido a pasar unos días a los balnearios de Yokohama. No sabíamos cuando volverías y por eso no te hemos esperado, pues los billetes tenían fecha límite. Hay muchísima comida en el congelador, prepárate lo que necesites. Un beso, te quiero.
    Mamá

    Kagome arrugó el papel que aún tenía entre sus manos y lo echó sobre el contenedor de la cocina. Un suspiro escapó de sus labios. En parte se alegraba de que su familia no estuviera allí en esos momentos.
    Anduvo hasta la sala de estar y se dejó recostar en el sofá, apoyando sus pies desnudos contra la tela.

    Inuyasha…” aunque había estado llorando por horas al lado del pozo devorahuesos, pensando que más lágrimas no aparecerían por sus ojos, pudo adivinar que se equivocaba, cuando un olor salino golpeó sus fosas nasales, encontrando que gruesas gotas de agua volvían a recorrer su rostro.
    Y así, sola, deshecha, rota… lloró hasta que cayó profundamente dormida.
    Ding! Dong! Los sonidos en la puerta de su casa la despertaron. Cuánto llevaba durmiendo?

    Se levantó pesadamente, limpiándose la cara de esos rastros resecos en sus mejillas y, dando un gran bostezo, abrió la puerta encontrándose, sorprendida, a Hojo delante de ella, con una enorme bolsa llena de lo que parecían un sin fin de hierbas en su interior.
    Hola Higurashi!” saludó el felizmente, pero su tono rápidamente fue modificado por uno de confusión cuando vio la pena que bañaba su rostro. “Pasa algo?”

    Plof! Cualquier objeto que el muchacho llevara en la mano rebotó estrepitosamente contra la madera del suelo cuando la joven corrió a abrazarse a él. La sorpresa que sentía su ser fue remplazada prontamente por preocupación al escuchar claros sollozos rasgar el aire. Y así, en un abrazo protector, la acunó una y otra vez, siendo ese apoyo que necesitaba, ese amigo que buscaba en esos momentos, aunque él quisiera algo más.

    Tranquila” le fue susurrando al oído con voz dulce, acariciando su cabello, una mano rodeando su cintura, reconfortándola… “Tranquila”
    Unos ojos dorados, atormentados, observaban la escena desde la penumbra. Escondido como estaba en el habitáculo en el que se conservaba el pozo que comunicaba un mundo con otro, vio, con pesar, como era aquel humano el que la abrazaba… el que la consolaba… deseando ser el quien la cobijara entre sus brazos…
    Horas de pensar y pensar le habían llevado, como siempre, tras los pasos de la joven. Sin embargo, y aunque le dolía la escena que se desarrollaba ante sus narices, dejó que la pena le invadiera mientras que una triste sonrisa se dibujaba en su rostro y unas palabras, apenas en un murmullo, escaparon de sus labios “Espero que seas feliz” antes de desaparecer nuevamente por el pozo.
    XXXXXX​
    Inuyasha se levantó del lugar en el que estaba, arrastrándose como podía hasta el cuerpo de la chica, rememorando una y otra vez todas las vivencias compartidas, abrazándola con dulzura, con amor…
    … no quería dejarla ir.
    No iba a dejarla ir.
    XXXXXX​
    Shippo veía la escena entre las lágrimas que empañaban sus hermosos ojos verdes. Jamás vio a un Inuyasha tan derrotado, ni siquiera instantes antes. Este era el momento en el que el peso de la verdad había caído sobre sus hombros. Tenía que aceptarlo, Kagome se había ido y ya nada podrían hacer.
    Todas las esperanzas puestas en la espada de Sesshomaru ya olvidadas, dejando que la tristeza embargara los corazones de todos los presentes.

    XXXXXX​
    Sango se abrazó a Miroku. Ella no podía mirar. Simplemente no podía.
    El ver como su amigo y compañero se abrazaba al cuerpo inerte de su amiga mientras la arrullaba, dejando escapar sonoros lamentos cual perro lastimado perdiendo a su dueño…
    Era demasiado para ella.
    Primero su hermano, que deseaba que descansara en paz. Luego su mejor amiga y ahora… lo estaban perdiendo. Lo sabía. Inuyasha no sería capaz de vivir con la muerte de Kagome. Algo en su corazón se lo decía.

    XXXXXX​
    Kykio se acercó a pasos lentos hasta el grupo. Una parte de ella estaba conmocionada por todos los sentimientos que estaba presenciando. Pero ella estaba muerta y no podía sentir nada… no?
    No. Ella no sentía. Pero…
    Llegó hasta el frente de Inuyasha, sin apartar la mirada de él. Era extraño verle así. A ese ser orgulloso, solitario, que había conocido en su día. Y sin embargo ahora… tenía ese extraño presentimiento, una parte de su ser sabía lo que iba a pasar. Pero ya no estaba segura de querer cumplirlo. Tanto tiempo buscándolo, anhelándolo, instándolo para que se fuera con ella al infierno…
    Él se lo debía! Ella murió por él, siguiendo sus pasos. Además, no solo es que se lo debiera, sino que además se había comprometido con su palabra, y sabía que eso era sagrado por sobre todas las cosas. Dejó todo por él, dejo de existir para que la joya estuviera a salvo, siguiendo los pasos de ese hanyou.
    Pero…
    XXXXXX​
    Inuyasha escuchó unos pasos titubeantes acercándose a su persona. No eran de ninguno de sus compañeros, pues podía situarlos perfectamente no muy lejos suyo, observándole, mirándole, compartiendo parte de su dolor. Entonces no podía ser otra que Kykio. Dónde había estado?
    Tampoco importaba. No había pensado en ella hasta ahora. Kagome era más importante.
    No!
    Kagome ES más importante.
    Apartó sus dorados ojos de la mirada fría de ella para volver a posarla en esos párpados que nunca más se abrirían. Él se juró protegerla. Al fin y al cabo por eso funcionó Tessaiga la primera vez, no? Porque juró proteger a una humana…

    … hacía tanto tiempo de eso. En ese entonces ella para él no era nadie. Tan solo aquella que había traído nuevamente la joya hasta su mundo. Aquella quien le había liberado de su sello. Aquella que había roto la Shikon en mil pedazos. La que, una vez, confundió con Kykio…
    Una sonrisa se dibujó en su cara. Ambas eran tan diferentes… Una estaba llena de bondad, de cariño, de amor verdadero… llena de vitalidad, de alegría… valiente, amiga de sus amigos…
    La amaba. Tardó mucho tiempo, para su pesar, en descubrirlo. Pero la amaba. Y la había hecho tanto daño… Ella se merecía ser feliz. Y no morir aquí, no así.

    Alzó su cuerpo cuidadosamente, acariciando con sus manos su figura por las partes de las que la tenía asida, pasando un brazo por debajo de sus rodillas, otro por su espalda sujetándole las extremidades para que estas no colgaran. Y dio un paso tras otro, acercándose a sus amigos, cuidando de no dañar a la persona que llevaba con tanto mimo en su regazo.
    “Miroku” dijo finalmente. El susodicho monje alzó la mirada del cabello de Sango, viendo sorprendido como el hanyou estaba a su lado, portando ese preciado ‘objeto’ para él. Vio como la separaba ligeramente de su cuerpo, en un gesto que definía, fácilmente, que quería que él la cogiera.
    Y así lo hizo. Con confusión, sin entender, pero así lo hizo.
    Inuyasha se agachó hasta estar aproximadamente a la misma altura que el kitsune, que ahora lloraba desconsoladamente, escondiendo sus lágrimas entre sus manos.

    “Shippo” le llamó. No hubo más palabras. Ambos seres sobrenaturales se abrazaron, comprendiendo. El gesto tan solo duró unos instantes, pero el amor escapaba por todos sus poros. Los llantos de Shippo cesaron levemente, siendo reconfortado por los brazos fuertes del hanyou.
    Cuando se separaron, Inuyasha tenía los ojos vidriosos. “Pórtate bien, si?” dijo con la voz entrecortada.
    “Hai!” respondió el demonio.

    El hanyou se levantó de su posición y miró a Sango, que había cogido entre sus manos a la pequeña Kirara en algún momento de su conversación con Shippo.
    “Me alegro mucho de haberte conocido Sango. Eres una mujer estupenda, y harás muy feliz a este monje pervertido” Los mencionados enrojecieron levemente, felices de haber descargado un poco la tensión del ambiente. Muy poco.

    “Inuyasha!” recriminó ella, pero una sonrisa había en sus labios, contrastando con las lágrimas que caían por su rostro.
    “Keh! Solo digo la verdad” y dicho esto se agachó ligeramente y le ofreció un simple y pequeño beso en la mejilla. Acarició la cabeza de la gata, guiñándole un ojo a su vez, y enfrentó la mirada nuevamente seria de Miroku.
    No hicieron falta palabras. Ambos se comprendieron a la perfección.
    “Miroku, entierra mi espada con ella. Eso la protegerá.”
    “Así lo haré Inuyasha” dijo el monje muy serio.

    Ahora el hanyou miraba a la muchacha. Su rostro cambió a una tristeza infinita y, agachándose ligeramente, plantó un beso en los labios fríos de ella. “Te quiero” susurró, pero lo suficientemente audible para todos los presentes.
    Se separó del grupo, acercándose a la sacerdotisa, pero a unos pasos de ella y frente a todos los demás, de forma que ahora todos los personajes formaban una especie de triángulo, en el que las miradas de unos podían enfrentar la de los otros. El silencio sepulcral bañó el lugar, tan solo roto por el suave correr de las aguas del río.
    “Ha llegado la hora de que cumpla mi promesa contigo Kykio. Ha llegado el momento de que vayamos al infierno” Nadie respondió. Todos lo sabían. Sabían que esto era una despedida pero…

    “Bien” dijo la muchacha de largos cabellos negros y pálido mirar. Cogió una flecha que fue alzando lentamente hasta la altura del corazón del hanyou, alzando el arco acompañándola, tensando la cuerda de modo que su disparo fuera único y certero. La mirada fija en su objetivo.
    “Entiérrame junto a ella” fue la súplica del ser de largos cabellos plateados echa a su compañero que sujetaba a la muchacha entre sus brazos. Miroku solo afirmó con la cabeza.

    Shippo se agarró a una de las piernas de Sango, no quería mirar. Demasiado dolor para su joven cuerpo… demasiado.
    “Estás listo Inuyasha?” preguntó la miko, la flecha preparada.
    “Sí” aseguró él. Las respiraciones de todos se detuvieron. Y en ese momento Kykio se dispuso a disparar la flecha.

    Continuará…
     
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