diario de los sueños

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Sakurash, 18 Julio 2010.

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    Sakurash

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    diario de los sueños

    Prólogo.
    Los sueños no dejan de aparecer, vienen y se van… a veces son mágicos y otras no los soportamos, por eso los denominamos pesadillas.
    Pero la única pesadilla que podemos tener es la realidad, que es la causa de que ese sueño no es real. Pero aun así soñamos…





    Sorpresa, gran sorpresa.
    Capitulo 1

    Las siete de la mañana, ¿Por qué en verano el maldito sol amanece a las siete de la mañana? Odiaba levantarme de golpe porque un rayo de luz me haya rozado la cara… no, lo que odiaba es que ese maldito rayo de luz me despertara de mis maravillosos sueños ¿no podía un día de estos amanecer nublado? Así por lo menos me quedaría un poquito más en mi maravilloso mundo de ensueño.

    Me levanté lentamente frotándome los ojos, me senté un ratito en el borde de mi cama con las manos en la frente. Al levantarme a esa hora mi cabeza daba vueltas. Me tambalee unos segundos y después me recogí el pelo con una cola de caballo que me llegaba hasta la cintura y que por las mañanas brillaba dorado frente a la luz del sol por mucho que fuese color café clarito, la rubia era mi hermana, no yo.
    Me vestí con mis pantalones deportivos viejos, que solo usaba para andar por casa, y una camiseta cualquiera. Baje sin ganas las escaleras hasta dirigirme a la cocina. Como no, el desayuno en la mesa. Mi madre siempre preparaba el desayuno para mis hermanas y yo, ellos desaparecían de casa a las siete y media, y volvían a las seis de la tarde. Cogí una manzana y subí las escaleras de nuevo esta vez en la dirección de la habitación de mi hermana, la rubia.
    Ella estaba al portátil como todos los días, lo que no comprendía aun era porque tan pronto, ¿Quiénes eran los locos que se conectaban a las siete de la mañana? Claro, mi hermana, ¿alguien más?
    Me oyó entrar, pero no giró su rostro para observar quien era, pues era obvio que yo, mi hermana pequeña aun dormía a esas horas.
    –Tienes una pinta horrible– comentó sin siquiera observarme. –llevamos diez días de vacaciones y ya tienes el aspecto de tres meses.
    – ¿disculpa? –repasé con cuidado sus palabras, y no tarde ni un segundo en saber que me estaba insultando – ¿pero qué dices? ¿Te has mirado al espejo, mona? – no esperé una respuesta, ella empezó a reír yo me uní.
    Después de cepillarme los dientes me dirigí a mi cuarto y me senté en el borde de la cama para observar el paisaje, desde el piso en el que vivíamos se veía toda la ciudad, por suerte era como una casa en las alturas, bastante grande como a mí me gusta.
    Me tumbe en la cama y cerré los ojos, cuando quise darme cuenta estaba soñando.
    Me encontraba sentada en un parque con una fuente por detrás de mí, había edificios altos con muchos carteles de símbolos que no conocía, entonces me di cuenta, me encontraba en Seúl, Corea del sur. Empecé a caminar por las calles abarrotadas de gente, observé un montón de carteles de mis grupos favoritos, Tohoshinki, CNblue, Mblaq, Girls Generation, 2EN1…y Teen Top. Eran mis grupos favoritos de Corea, y uno de mis mayores sueños era ir a Corea del sur a verles, a demás de vivir allí porque me encantaba su cultura. En un instante pude ver a Ricky, de Teen top, y Niel, y al resto del grupo. Empecé a correr hacia ellos emocionada, estaba llegando…
    Abrí los ojos bruscamente y observe el techo, oí un ruido a lo lejos aún estaba metida en el sueño, gire lentamente la cabeza sobre la cama, mi móvil emitía una canción, me estaban llamando, entonces reaccione deprisa antes de que colgaran.
    –Hey ¿Qué tal? ¿No me digas que estabas durmiendo? ¿Te he despertado?
    –No– mentí– no pasa nada Nariko.
    –Uff, menos mal– contestó con un suspiro con su perfecto acento. Nariko era mi mejor amiga desde hacía dos años, nos conocimos en bachillerato, ella nació en Osaka, Japón, y llevaba viviendo en España desde hacía seis años. Domina seis idiomas perfectamente, el inglés, el español, el japonés, el coreano, el ruso y el francés. Yo apenas hablaba cinco idiomas más o menos bien, el inglés se me daba muy bien, el español como no, ella me enseño el japonés y el coreano, aun tengo un pequeño acento y una dificultad al escribirlos, y el Francés que nos enseñaron en el colegio.
    Nariko es de una familia bastante rica, su padre es dueño de los ocho mejores restaurantes japoneses en seis países distintos, y su madre tenía un negocio familiar de moda, trabajaba en creación de vestuario y poseía una academia de modelos, era la dueña. Nariko no se quedaba muy atrás, ella y yo coincidimos en el bachillerato artístico de arte dramático.
    Nariko siempre soñó con ser actriz, y la verdad su perfil y su belleza pegaban en cualquier estilo de películas, sin contar con su talento al actuar. Podría representar un papel de princesa como de asesina, era muy buena representando papeles protagonistas, y los jueces al ver su tez blanca, su pelo oscuro que le caía como una cascada por la espalda y esas pequitas que le decoraban los pómulos de la cara y la nariz, la gente siempre le habían dicho que tenía un aire a la actriz china Lucy Liu, solo que con los ojos un poco más grandes.
    Aunque a ella no le gustaba ir de diva, le encantaba la moda japonesa estilo otaku, como scene, cosplay… su armario estaba lleno de colores, y cuando salíamos por la calle era como encontrarse en Japón estando a su lado. Hacía unos días se tiñó el pelo rubio y se hizo flequillo recto, se lo peinaba con unos perfectos rulos en las puntas. Era raro ver una japonesa rubia en España, pero…le quedaba extremadamente bien.
    Yo en cambio tenía un estilo único, un día de una forma, otro día de otra, pero siempre combinando colores con blanco o con negro, y me encantaba llevar gafas grandes, mi estilo era más el de una estrella del rock que otra cosa, además, ese era mi sueño, ser una estrella. Mi pelo era bastante largo, casi como el de Nariko, solo que yo lo llevaba muy liso todos los días, y lo tenía cortado por capas y llevaba un flequillo recto al igual que ella, solo que mis ojos verdes resaltaban debajo del flequillo.
    –Bueno, y ¿a qué se debe esta llamada?
    –Pues…– silencio un momento como si pensara en algo o en como contestar– pues tenemos que vernos esta tarde…urgente.
    –Oh, ¿y eso? –esta vez me había pillado la intriga.
    –Tengo una gran sorpresa para ti –su voz sonaba muy alegre, hasta me la pude imaginar con esa maravillosa sonrisa suya de dientes perfectos. –Bueno princesa, te veo en el sitio de siempre a la hora de siempre esta tarde, te quiero.
    –He, espera, ¿Cómo que…? –tarde, ya había colgado.
    Deje el móvil encima de mi mesilla de noche, miré el reloj de mi pared que daban las dos de la tarde, tenía tres horas para prepararme. Me dirigí al baño después de comer y me di una ducha. Tome mi tiempo para secarme el pelo, pintarme la raya de los ojos y vestirme con unos pantalones cortos rasgados de un azul muy claro y con una camisa blanca que se caía por mi hombro derecho y en la que llevaba dibujado el texto “I Love Tokyo”. Me puse unas botas tejanas marrones, unas gafas “a lo estilo policía”, como dicen los adolescentes, marrones.
    Esta vez me deje el pelo ondulado y me ate un pañuelo en la cabeza a modo de cinta. Miré la hora del reloj y marcaba las cuatro y veinte, perfecto, pensé, cogí el bolso marrón con el móvil, las llaves y el monedero dentro, me despedí de mis hermanas antes de salir por la puerta y me dirigí hacia la parada del autobús.
    Llegue a nuestro parque a las cinco menos cinco, llegaba muy pronto esta vez, me senté en un banco que había debajo de un sauce llorón y esperé con poca paciencia y algo nerviosa, aun no sabía que sorpresa me tenía preparada Nariko, y ella siempre sorprendía. En mis cumpleaños lo hizo.
    En el primero me sorprendió con una enorme fiesta sorpresa en la azotea con piscina de la oficina de su madre. En el segundo cumpleaños, al cumplir los dieciocho, aparte de otra fiesta sorpresa en su mansión, me sorprendió con el descapotable de mis sueños, al principio no lo quise aceptar, era demasiado, pero me obligo de tal manera que incluso me dio miedo. Así que esta vez estaba preparada y muy consciente para no desmayarme. Y entonces la vi acercándose sonriente y dando saltos de alegría.
    Esta vez vestía con un vestido cortito de seda verde y con dibujos de flores de cerezo, un sombrero grande verde esmeralda y unas gafas negras cuadradas grandes, unas sandalias de tacón de aguja y un bolsito a juego. Cualquiera que la hubiese visto en aquel momento no dudaría ni un segundo en adivinar que era una heredera.
    No me levante, esperé a que llegase a sentarse a mi lado. Yo la salude con la mano y me pregunte todo el rato como podía dar saltos con esos zapatos de una aguja tan fina. Al llegar al fin y al sentarse a mi lado se quitó las gafas y sus ojos mostraban únicamente alegría.
    –Hola cariño– me saludó con una sonrisa radiante en su cara. Yo dudé un segundo, ¿tanta felicidad?
    – ¿Qué ocurre? Me estas asustando– la observe un momento largo mientras se encogía de hombros– nunca estas tan…– busqué la palabra adecuada– radiante.
    –Ya, lo sé…–se puso un mechón de pelo detrás de la oreja– pero es que hay un motivo– me guiño un ojo– en realidad dos.
    –Bien, pues…suéltalo de una vez– la mire con desesperación– me has dejado hambrienta la intriga. – ella rio con una risa melodiosa.
    –Bueno, lo primero– se torció para observarme y apoyó su codo derecho en el banco. –Me han dado el papel protagonista en una película de Japón y actuare junto a nada más ni nada menos ¡que el guapísimo Kenichi Matsuyama! –Sus ojos le brillaban de emoción– es una historia romántica.
    – ¿En serio? – no me salió nada mas por la boca. Era algo increíble, su primera película y eso que habíamos terminado el bachiller hacia unas dos semanas y ni siquiera ha empezado la universidad, ahora ya no le haría falta. Y además con Kenichi Matsuyama el guaperas que actuó como L en la famosa película de Death Note
    –Sí, estoy muy contenta– me soltó y me miro sonriente a los ojos– de hecho empiezo en cuatro meses, en octubre– esto me pillo por sorpresa.
    – ¿cómo? –esta vez me miro ella extrañada– ¿tan pronto? –Me quité las gafas para observarla mejor– ¿Cuánto tiempo estarás allí?
    –Pues no sé, unos diez meses – ¡Diez meses! Mis ojos mostraron el horror que me había causado esa respuesta – ¿Qué pasa?
    –Diez meses…–susurre para mí, pero ella me oyó– me vas a dejar sola diez meses– no era una pregunta, más bien una afirmación– y solo tenemos cuatro meses para estar juntas– mi voz sonaba con horror mientras susurraba mirando a lo lejos detrás de su hombro izquierdo. Las lágrimas empezaron a brotar solas de mis ojos.
    –Oh, cielo no llores– me consolaba con una sonrisa mientras sacaba rápidamente su pañuelito de seda del bolso y me limpiaba las lágrimas– porque tú te vienes conmigo.
    – ¿Cómo? –esta vez sí que me pilló por sorpresa. Las lágrimas cesaron, ahora me encontraba confusa. – ¿cómo que voy contigo? –Lo repase una vez más– no entiendo.
    –Sí, porque a ti te esperan para hacerte un casting en Seúl, y no podemos tardar mucho hay que empezar a hacer las maletas, subimos a un avión la semana que viene el martes.

     
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    Re: diario de los sueños

    De niñera todo el verano. Capitulo 2 (parte 1ª)



    Metí el pasaporte en el bolsillo interno de mi bolso, en menos de cuatro horas cogería un avión en Madrid. Las maletas estaban apoyadas junto a la pared de mi habitación, en unos minutos vendría mi padre para recogerlas y meterlas en el maletero del coche. El nos iba a llevar hasta el aeropuerto.

    Aun me encontraba en un pequeño estado de shock desde que Nariko me dio la maravillosa e inesperada sorpresa. Pero aun así el método que uso no me alegro demasiado, sobre todo sin saber yo nada del asunto. Aun recuerdo la cara que puse aquel día delante de aquella noticia increíble.
    – ¿Cómo que yo voy contigo? –me quedé petrificada en el banco del parque sin comprender nada de lo que estaba pasando a mi alrededor– ¿Qué casting? –Suspire hondo– ¿Por qué? ¿De qué hablas? –ella estallo de una alegre risa.
    –Bueno, no esperaba que esto pasase tan pronto…–me miró a los ojos avergonzada– siento haberlo hecho a tus espaldas Vicky.
    – ¿Qué…cómo? –agite la cabeza con brusquedad, seguía sin comprender nada aun– ¿hacer que, Nariko?
    –Bueno, resulta que… ¿te acuerdas del video que te grabe a escondidas mientras tocabas el piano y cantabas en mi casa?
    –Si…–la mire a los ojos– ¿Por qué?
    –Resulta que…ya sabes cómo soy y sabes que adoro oírte cantar porque tienes una voz espectacular –tomó aire para poder seguir hablando– pues subí ese video a una página de youtube de un amigo mío.
    – ¡¿Cómo?! –me levanté de un salto, note como me ruborizaba de repente. –es canción era mía, ¿y tú la subes a una página web para que se ría todo el planeta?
    –En eso estas, equivocada– se levanto sonriendo y me acaricio los brazos para que me relajara– de hecho tu video ha recibito un total de diez millones de visitas en tan solo tres semanas, y con un total de setecientos mil votos positivos a tu video. –me quede petrificada un momento, ¿yo había triunfado tanto con una simple cancioncita que me invente en ese instante? Las palabras de mi mejor amiga no daban crédito a mis oídos.
    – ¿En serio?
    –Totalmente, y además de eso un productor coreano te vio, y le encantaste. Dejo el número de la compañía para que le llamases, pero como esto era una sorpresa y tú no tenías ni idea le llame yo. –me sentó lentamente para que no me desmayara. –y me contó que eras el perfil que él buscaba, una chica hermosa occidental y que tuviese talento para la música y me pidió que te trajera a su estudio para hacerte un casting en persona. Veras quiere formar un grupo de seis personas, tres asiáticos y tres occidentales, por eso le hable de tu hermana.
    – ¿cómo?

    Y ahí la razón de que Andrea estuviese subiendo al coche en ese instante, lo sorprendente era que mis padres le hubiesen firmado el permiso para que yo la cuidase esos meses en los que estuviéramos fuera. Así que ahora mismo yo era como su tutora al ser ella menor de edad y yo mayor, pero más bien me sentí como una niñera.

    Pero ella estaba más entusiasmada que yo, al oír la notica de parte de Nariko n se lo pensó dos veces antes de decir un sí rotundo. Pero bueno, yo no iba a ser quien le iba a robar su sueño de visitar Seúl, y posiblemente de convertirla en una cantante.
    –Venga Vicky, tenemos tres horas de viaje y hay que recoger a Nariko. –grito entusiasmada desde el vehículo.
    –Ya voy, ya.
    Recogimos a Nariko en su mansión, llevaba una pequeña maleta en la que seguramente guardaba solo el maquillaje, conociéndola se iba a crear un armario allí mismo, no le hacía falta una maleta para guardar ropa que no usaría teniendo tantas tiendas asiáticas a su alcance, yo sonreí ante la imagen radiante de mi amiga y futura estrella del cine. Se sentó a mi lado en el gran coche de mi padre y me mando una mirada de felicidad, no tenia palabras para expresar la emoción que sentía, aunque no hacía falta de que dijera nada, su mirada y su sonrisa lo decían todo.
    –Rumbo al aeropuerto señoritas– dijo mi padre imitando a un chofer y nos sonrió, nosotras dimos un grito de alegría y nos dirigimos rumbo al aeropuerto.

    Al llegar al aeropuerto nos pusimos en la fila para dejar nuestras maletas, mi padre se despidió de nosotras con un beso en la frente de cada una. Nariko en poco tiempo ya se había convertido parte de la familia, al igual que yo de la suya.

    Subimos al avión, y nada más que en la zona lujosa, fijo que era cosa de mi alegre amiga. Nos sentamos en nuestros asientos y allí cada una nos distrajimos con distintas cosas. Nariko se puso a navegar por el internet de su iphone. Andrea se metió los cascos en la oreja y escucho sus canciones preferidas. Yo en cambio me apoyé en el hombro de Nariko y cerré los ojos, al fin y al cabo si íbamos a estar siete horas de vuelo, lo mejor sería descansar los ojos.

    Todo estaba oscuro, empecé a caminar lentamente con las manos extendidas, no veía nada, caminaba con torpeza, hasta por fin distinguir una pequeña luz brillante. Me estaba llamando. Al principio era una voz, pero cada vez que me acercaba mas se iban uniendo más voces. Acelere el paso hasta llegar a aquella luz tan fuerte que iluminaba todo el escenario. Un micrófono en el centro brillaba como el diamante, me acerque vacilante pero al tocarlo empezó a sonar una música. Mi canción, pude reconocer mi canción. Quise cantar, abrí mi pequeña boca pero no salió nada, ni siquiera el aliento. Lo intente una vez más, y otra, y otra hasta que mis ojos empezaron a ver todo borroso, las lagrimas rozaban lentamente mi cara como un rio. Caí de rodillas al no aguantar más. ¡¡
    Vicky!!
     

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