Destino predestinado

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Ladykagura, 27 Julio 2010.

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    Ladykagura

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    Destino predestinado

    [FONT=&quot]Hola, bueno. Esta historia la tenia media escrita hace mucho tiempo, y no se me ocurria que titulo ponerle, y hasta ahora sigo asi pero bueno, quiero su opinion sobre este nuevo proyecto que tengo. este es tan solo el prefacio, y prontamente subire parte de lo que es el primer capitulo. Agradezco el tiempo que se toman para leer mi historia.
    [/FONT]
    [FONT=&quot]
    [/FONT]

    [FONT=&quot]PREFACIO[/FONT]
    [FONT=&quot] [/FONT]
    [FONT=&quot]Era consciente de que lo que tenía en frente no era humano, yo no era humana.[/FONT]
    [FONT=&quot] [/FONT]
    [FONT=&quot]“¿qué es lo que soy, porque estoy aquí?”[/FONT]
    [FONT=&quot] [/FONT]
    [FONT=&quot]Entonces todo paso muy rápido, mi cuerpo actuó de forma inconsciente. Porque tenía que obedecerle. Porque era mi deber, no podía oponerme, además…Yo lo amaba.[/FONT]
    [FONT=&quot] [/FONT]
    [FONT=&quot]Y luego…[/FONT]
    [FONT=&quot] [/FONT]
    [FONT=&quot]Nada, solo silencio; abstraída en la oscuridad de mí ser.[/FONT]
    [FONT=&quot] [/FONT]
    [FONT=&quot]No puedo creer que hayamos llegado a este punto, es tan difícil de creer que llego el momento de enfrentarnos y, aunque a lo que llegue fue mi elección, me es difícil aceptar el resultado; y peor aun, el saber que quizás no vuelva a verlo, pues ese será mi castigo.[/FONT]
    [FONT=&quot]Pero, de algo estoy segura. Lo que hice, valdrá la pena…[/FONT]
    ***********************************************************

    gracias por leer.:)
    [FONT=&quot][/FONT]
     
  2.  
    Ladykagura

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    Re: Destino predestinado

    Cap. 1 [FONT=&quot]PRIMERA IMPRESIÓN[/FONT]
    [FONT=&quot]
    Estos eran los momentos en los que deseaba que las horas corrieran más rápido, eran las primeras semanas de clases, cursábamos segundo año; genial. Lo aborrecía, más materias, nuevos horarios, repasos, diagnósticos. ¿¡Cuánto más querían torturarnos!? ¿No se daban cuenta que al volver de vacaciones, nos cuesta adaptarnos de nuevo a su riguroso horario? Al parecer no, para desgracia siempre había uno que otro que se cambiaban de escuela, y uno que otro llegaba, ahora hasta tenía que soportar nuevas caras, de las que ni tenía idea si me agradarían.[/FONT]

    Por fortuna mi mejor amiga decidió acompañarnos estos últimos años más, su compañía me seria de ayuda para superar estos momentos, en especial con la llegada de dos nuevos compañeros, que no pudieron, o no tuvieron la decencia de pasar desapercibidos, eran más llamativos que una barata en el centro comercial.

    A primera vista, parecían hermanos. La misma tez, casi el mismo color de cabello, y lo que más me llamo la atención fue el color de sus ojos, jamás había visto a una persona con ese tipo de característica genética, pero quizás sea porque no llego a socializar mucho con la gente, en especial la de mi alrededor. Decidí ignorarlos, no caería presa de su estructura fisonómica como mis compañeros, no señor.

    Fije mi vista hacia la ventana, era un día despejado, pero con nubes en el horizonte, al parecer llovería más tarde, por lo menos eso me alegraría el día. Me encantaban los días lluviosos, era como si el cielo supiera cuando estoy tan deprimida, que llora por mí. Suspire pesadamente, primero debía de sobrepasar estos momentos, volví la vista a la clase que recién comenzaría, el maestro había acabado de llegar, para desgracia mía resulto ser un maestro nuevo, recién integrado al plantel docente, al parecer seria nuestro maestro de historia, la mayoría de las chicas se volvieron locas por la llegada de este nuevo individuo. Yo, por mi parte, no le encontraba lo interesante, solo era un maestro nuevo que se dedicaría a darnos una simple clase de historia, no era la gran cosa.

    De todos modos tenía que afrontar la vida como venia, pero algo no andaba bien, sentía como que este año no sería tan normal como los anteriores, quizás lo que vendría sería para bien, aunque también, para mal.

    Llego la hora del receso, estaba tan contenta de que haya terminado. Realmente esa clase fue agotadora. A decir verdad no era muy buena en historia que digamos, no me atraía mucho los hechos del pasado, mas me gustaba pensar en el futuro o hasta en el presente, pero el pasado siempre me había parecido irrelevante, no tan necesario para la actualidad, se que en algunos aspectos la historia es fundamental pero, yo no pensaba estudiar o trabajar en el futuro de hechos pasados, se me daba más el arte y los números.

    Pero dejando de lado estos hechos, prefería disfrutar de mi receso. Esos escasos minutos que los docentes nos daban de descanso hacían que me revitalice, que me llenase de energía para el resto de la jornada, pero en este receso algo era diferente; tenía la sensación de ser observada, aunque no estaba segura de por quién. Ese presentimiento cada vez se hacía más fuerte, comencé a buscar por todos lados, observando a cada persona que se cruzara por mi vista, pero todos estaban sumidos en sus cosas, no notaba a nadie sospechoso. Cada vez esa sensación se hacía más y más acechadora y a la vez sofocante e insoportable.

    Comencé a desesperarme, miraba a cada lado buscando al causante de tan desesperante sensación; todo giraba a mí alrededor, perdía la noción de mi cordura, me estaba volviendo loca. Comenzaba a escuchar claramente cada una de las conversaciones de mí alrededor.

    Todas mezcladas, incoherentes y fastidiosas a la vez. No lo soportaba y no lo soportaría más, tenía que pararlas de alguna manera. Entonces lo vi; justo frente mío, me miraba con una sonrisa petulante en su rostro, parecía que disfrutaba de lo que me sucedía pero, ¿Cómo era posible que él supiera lo que estaba sufriendo? ¡Nadie más lo había notado! Realmente esto me desesperaba, todavía escuchaba las conversaciones de los demás, necesitaba pararlas; aun no quitaba mi vista de él, tape mis oídos con mis manos en un intento vano para detener las voces a coros de mis compañeros. No funcionaba, nada de lo que hiciera funcionaba, aun así no quitaba mi vista de aquel individuo, que había llegado recientemente al salón. Tenía la sensación de acercarme a él, no estaba segura del porque pero, una fuerza inexplicable me atraía. Cuando estaba a punto de dar el primer paso sentí una presión en mi hombro que me hizo regresar a la realidad.

    — ¿Qué te pasa? ¿Te sientes mal? Te vez pálida–mi amiga había regresado de la tienda de la escuela, ahora todo a mi alrededor había vuelto a la normalidad, en ese momento recordé al chico, me había olvidado por completo de él, por una fracción de segundos. Entonces volví mi vista al lugar donde se había encontrado hace escasos momentos, pero para sorpresa mía no se encontraba ya en ese lugar. Me quede mirando el lugar por unos segundos más– ¿Ariel?–había olvidado totalmente la presencia de mi amiga, y que le debía una respuesta. Realmente la estaba preocupando.

    —Ha…si, si no te preocupes Laida, me encuentro bien–le dedique una sonrisa, no quería preocuparla más de lo que ya estaba, pareció tranquilizarla–vaya, tengo hambre ¿Qué te parece si vamos a comer, y disfrutamos de lo que nos resta del receso?–tenía que encontrar una manera para dispersar aunque sea por un momento, lo sucedido hace un instante.

    —Claro, vamos–nos encaminamos a una de las mesas del jardín de la escuela, tenía que pensar las cosas que acababan de suceder con la cabeza fría y despejada, pero lo haría cuando me encontrara sola, ya que no tenía intenciones de perturbar por más tiempo el sosiego de mi querida amiga.

    Diez minutos después, se dio termino al receso, de vuelta al salón de clases me encontré de frente con la persona que menos quería ver en ese momento, me miro de soslayo y luego continuo con su camino, adentrándose en el aula.

    ¿Qué rayos le pasaba a ese tipo? Su cambio de actitud ya me tenia fastidiada al tope, no me había dado cuenta de que había detenido mi paso, obstruyéndole el paso a mi amiga.

    —Ariel, ¿estás segura que te sientes bien? Te siento un tanto perdida, ¿sabes? Me está preocupando un poco tu salud– rayos, lo había hecho de nuevo, preocupaba innecesariamente a mi amiga, ¿porque tenía que ser tan despistada?

    ―Si, a de ser solo cansancio –bostece para que me crea, ella pareció creérselo, entonces nos adentramos en el aula. Esperaba que este extraño día terminara de una vez por todas.

    Las clases habían concluido por fin, completamente alegre que la tortura del día haya llegado a culminar camine con laida hasta la parada del autobús ella vivía unas calles más abajo que yo, así que tomábamos el mismo bus, en el cual mayormente entablábamos conversaciones triviales, pero ahora, algo andaba diferente; me di cuenta que al subir, el chico nuevo también había tomado el mismo bus, eso sí que era una tortura; no solo tendría que soportarlo entre las clases, sino que también en mi regreso a casa, solo esperaba que se bajase antes que yo.

    Llegamos hasta la parada de la casa de Laida, me despedí de ella con una sonrisa y con un “nos vemos mañana” y hasta ahora el chico no se había bajado, podía sentir como su mirada recaía sobre mí, desde que había subido y sentado en la parte trasera del autobús. No podría ser verdad, tendría que ser solo alucinación mía, éramos casi los últimos pasajeros, yo estaba sentada cuatro asientos más delante de él, no soportaba su mirada tras de mí, era tan abrumadora como la que había sentido durante el receso. Me hundí más en el asiento, como para que no tuviera que observar de mí. Me acomode para poder verlo, asome mi vista sobre el asiento y…efectivamente me estaba observando, comencé a sentirme nerviosa e impotente, tenía unas ganas indiscutibles de decirle que parara, que no lo soportaba, que si tenía tele la mirara.

    Justo cuando creía que no aguantaría más, había llegado a mi parada. El autobús se detuvo al anuncio de la campanilla-anunciada por mi parte-y baje velozmente encaminándome directamente hacia mi casa, creí que por fin esa tortura había terminado, y que ese chico extraño hubiera desaparecido de mi vista.

    Pero para mi desgracia mi felicidad duro muy poco, él se encontraba detrás de mí, siguiéndome, como si no fuera la gran cosa o fuera lo más común del mundo, como si eso lo llevara haciendo desde hace mucho. Su pose arrogante me fastidiaba cada vez más-con sus manos en los bolsillos de su pantalón, su sonrisa altanera y esa mirada de superioridad-cada vez se acercaba más y más, dándome alcance. Yo trataba de rebasarlo, no quería tenerlo cerca, me sentía acechada.
     

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