Verso Libre Desahogo de un amante desilusionado

Nunca con tanto vigor había desenfundado mi lamento,
Jamás con tanta desdicha había saboteado la felicidad mía,
Pero ya no veo en tus ojos los deseos que escampaban la melancolía,
Un deseo que tonta mi persona se atribuía,
Tonta mi persona admitía ser la cura de tus males,
Tonta mi persona se descubrió siendo tonta,
Y no halló nunca más un clamor suyo.

Ebria de amor mi alma admiraba tu impasible dicha,
Pero así también, necio mi amor se encantaba ante tu indiferencia,
Cuando blasfemaste el sí, te juro que hasta mis ojos suspiraron de complacencia.

Vi mi anhelo realizado en mi persona idealizada,
En la mirada tuya,
Que creí tan sincera como el amor mío,
Pero tonta mi persona cuando la verdad se impuso como un feudo,
Y yo atónito me vi privado de complacer los planes que había tallado en el futuro nuestro.

Tonta mi persona cuando creí concebida tu compañía,
Tonta mi persona cuando te vi en la ribera del adiós,
Mojando tu rostro, librando impurezas de lo nuestro,
Antes de partir a un misericordioso destino.

Tu compañía efímera fue un puñal al edén de mi orgullo,
Paraíso majadero ilusorio que mantenía mi endeble espíritu erguido,
Tu presencia mentirosa, ruin,
Nunca logró reflejar el amor que simulabas en cada te quiero,
Nunca logró endulzar en realidad aquellas amargas mañanas,
Compuestas de displacer tuyo y pena mía.

De que sirven mil vorágines de un solo hombre,
Si la amante mil veces las ultraja como cual animal callejero,
Como la funesta hormiga destinada a ser pisada por tu majestuosidad,
Así fue mi amor para ti,
Solo un momento en el enorme letargo de tu desdicha eterna.

Condenada estás a la melancolía,
Y yo, condenado a la cólera estoy.

Mil poemas te escribiría,
Con mil lápices distintos,
Mil veces mi corazón desgarraría,
Pero ya no sé como decirle que nos has abandonado,
No hallo como confesar que no pernoctará jamás
tu falso amor junto a mi alma.

Perdidas se hallan las palabras,
Mil veces tu recuerdo perturbará mi sosiego,
as mil veces que tu amor vuelva a mi temple,
Y yo mil veces lloraré si es necesario.

Aquí, desalojado han quedado los ojos míos,
Del reflejo tuyo,
Donde garrapateaba tozudo buscando tu alma,
Y ahora sé porque no la encontraba,
Porque nunca estuvo conmigo.

Lamentoso me hallo en la ribera del adiós
olfateando tus huellas perdidas
pues aquí me espero anhelando tu presencia
jubilando mi desdicha
esperando que vuelva la culpable
al lugar del crimen,
donde apuñaló mi alma
donde apuñaló mis ilusiones.