Long-fic Fanfic de castlevania (Castlevania)

Tema en 'Fanfics abandonados de Videojuegos' iniciado por Kimera, 8 Julio 2014.

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    Kimera

    Kimera Iniciado

    Leo
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    5 Agosto 2013
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    Escritor
    Título:
    Fanfic de castlevania (Castlevania)
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    12
     
    Palabras:
    583
    Prólogo
    Soy un esqueleto, al servicio del señor de la oscuridad, el conde Drácula. Apenas recuerdo mi vida anterior, pero eso no es importante ahora; lo importante es relatar un poco el entorno que ha rodeado mi vida en los últimos veinte años.
    Yo vivo en el esplendoroso y gigantesco castillo del Conde Drácula, es la construcción más grande y poderosa que jamás podrías tener a oportunidad de ver, cientos de habitaciones y salas, interminables pasillos, frondosos jardines y altísimas torres, las profundas catacumbas son otro de los atractivos del castillo; en fin el castillo es gigantesco, pero no todo se puede ver a simple vista, muchas partes se encuentran bajo tierra y otras están en lugares que ningún humano sería capaz de percibir o visitar ya que se requieren habilidades muy especiales que casi nadie posee, tengo algunos conocidos en el castillo, pero generalmente vagabundeo a lo largo y ancho de todo el castillo solo, eso es fácil para mí después de todo soy sólo un esqueleto y nada ni nadie nos toma en cuenta, aparte tengo una habilidad especial, soy capaz de convertirme en humo y viajar a increíbles velocidades a largas distancias, a lo largo de los años lo he perfeccionado, soy todo un haz en eso.
    No tengo nada mejor que hacer excepto vagabundear y verlo toooodo en el castillo, pocos lugares me están prohibidos, como la alcoba del amo, aunque la mayor parte de mi tiempo lo paso a lo largo y ancho en el castillo, también paso mucho tiempo en el observatorio, es el único lugar en el que puedo estar completamente sólo, no hay nadie más aquí nunca y desde aquí puedo observar la luna, la mejor vista en el castillo. El observatorio está situado al este, desde ahí se puede observar casi toda la zona este y sur; el lugar es muy amplio, un salón redondo de casi un kilómetro cuadrado de área, ya no tiene techo y sólo tiene tres paredes aparte de varias columnas que en algún punto a lo largo del tiempo debieron sostener un techo, por lo que tiene una amplia vista de toda la bóveda celeste, en especial de la Luna; el frescor de la noche y el viento le recorren completamente, por lo que generalmente está fría. Me encanta observar la Luna (y es fácil ya que aquí nunca amanece);
    Tengo en mi posesión una espada llamada "Hilo de Plata", la encontré en una sala sellada (existen muchas en el castillo, pero usualmente están vacías); ésta espada está hecha de plata, tiene una forma curiosa similar a un destapador (como una "j" pero al revés), su metal está encantado para brillar semejante a una antorcha, su forma es excelente para bloquear ataques y entre más tiempo la utilizo, entre más experiencia gano en su uso, se vuelve gradualmente más poderosa (no me pregunten el porqué, sólo sucede).
    Usualmente es muy apacible mi vida aquí, claro cuando no tengo que evitar a las arpías y los licántropos; parecen tener una afinidad por las cacerías y a menudo me toman como presa (francamente es muy molesto). Así hubiera seguido por muchos años, pero ésta noche algo diferente sucedió; un grupo de humanos irrumpió la apacibilidad de la noche. Ahora mismo los observo desde mi puesto en el observatorio; caminando a través del largo puente que conecta la puerta este y el castillo, recorren el camino del abismo, un abismo con una caída que no le desearía a nadie.
     

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    Fanfic de castlevania (Castlevania)
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    12
     
    Palabras:
    1325
    Los visitantes

    Como les iba diciendo, yo me encontraba en el observatorio, observando la noche, cuando un rechinido lejano captó mi atención, las puertas del este se habían abierto; dejé la losa de piedra sobre la que me encontraba recostado y me acerque a las columnas de la orilla, sí no podía equivocarme, sin duda un grupo de hombres se habían introducido al castillo. Eran realmente ruidosos, las voces no se entendían pero eran perfectamente distinguibles en la quietud de la noche, además iluminaban su posición con sus antorchas levantadas en alto.
    Decidí acercarme un poco, por lo que me desplacé raudo hasta unas construcciones cercanas a ellos, una vieja cripta en la cual estaban enterradas unas damas muy parlanchinas que conocí hacia algún tiempo, pude notar de que se trataban de quince tal vez veinte hombres, todos armados con espadas y otras armas, dos de ellos parecían los líderes, hombres grandes y fuertes incluso uno de ellos llevaba una maza; habían otros hombres de complexión más bien delgada un poco escuálida, otro hombre que llevaba puesta una túnica, era de complexión mucho más voluminosa que las de los demás hombres en el grupo, algo en su forma de caminar era inusualmente precavida y era el único que no armaba jaleo mientras se movía; detrás de él venía un crío con una mirada de espanto que seguro, al menor ruido, saldría despavorido; a juzgar por el comportamiento de los hombres, todavía no se habían encontrado a ninguno de los habitantes del castillo.
    Después de haber observado a los intrusos, regresé al observatorio, ántes de que se diesen cuenta de mi presencia; me acerqué a la columna central del observatorio y vi las constelaciones que ahí se reflejaban, el suelo era completamente hecho de mosaico, completo y estaba tan pulido que podría semejar un espejo.
    Después de casi treinta minutos sin ninguna novedad, escuché a lo lejos los gritos de pánico de múltiples voces, me acerqué a la orilla y pude constatar la efectividad de las fuerzas defensivas; cinco hombres se dirigían a toda velocidad al puente para escapar, pero ántes de que lograran llegar, los sorprendieron un grupo de tres brujas, montadas en sus viejas y harapientas escobas; se encontraban escondidas bajo el puente y al acercarse los hombres, les salieron al paso sorprendiéndolos en el acto, se les echaron encima y ése fué el fin de éstos desafortunados que tuvieron la osadía de entrar en los terrenos del castillo. Tranquilamente regresaba a mis ocupaciones, cuando el viento cambió, traía un olor y una sensación de cambio casi imperceptible, pero, aún así presente.
    Intranquilo decidí seguir los pasos de los humanos que acababan de entrar, usando mi habilidad para desplazarme por el castillo, recorrí todos aquellos pasillos y habitaciones que los intrusos habían recorrido, por todas partes hallé las marcas de su paso, muchas cosas estaban destrozadas y otras sencillamente habían desaparecido, como las monedas y otros objetos de valor. mientras recorría los pasillos, me pareció escuchar alaridos y otros ruidos cercanos, me acerqué a una habitación escondida tras varias zarzas, ahí se encontraba una súcubo; demonios con cuerpos de hermosas doncellas que atraían a los incautos con sus cuerpos y sus engañosos encantos para drenar su fuerza vital y finalmente devorarlos (los esqueletos somos inmunes por obvias razones); la súcubo se encontraba recostada en una de las fuentes del castillo, (a ellas les encanta presumir sus cuerpos cuando se bañan, llegando a tomarse varias horas) tenía a uno de los hombres entre sus manos, ambos se besaban y tocaban con tanta pasión que incluso era incómodo pasar por ahí; me retiraba cuando la súcubo se soltó de pronto del hombre que seguía intentando alcanzarla; ésta me guiñó un ojo, y siguió besando al hombre, probablemente jugaría con él hasta que se cansara (quien sabe cuánto resistiría el pobre); yo procedí a retirarme, para no volver a pasar por ahí.
    Seguí observando el paso de la comitiva humana, habían restos calcinados de algunos monstruos; por todas partes podía ver los destrozos; al doblar una esquina me encontré con otra escena bastante rara, dos de los hombres se encontraban encerrados en una jaula de hierro suspendida sobre el pequeño patio, parecían haber sido golpeados recientemente; probablemente en su prisa por escapar o al lanzarse al combate, habían caído en una de esas trampas. Uno estaba inconsciente, el otro a su espalda estaba muy ocupado robando a su compañero como para percibir mi presencia; metiendo ambas manos con desesperación bajo la ropa de su compañero, rebuscando en sus bolsillos interiores, sacándole las monedas y anillos para luego guardárselos en sus propios bolsillos; seguí mi camino, no quería estar ahí cuando los jorobados regresaran por los nuevos ingredientes para su sopa (nunca parecía estar terminada y seguían metiendo nuevas cosas, principalmente carne humana).
    Llegué hasta un puente en el exterior que me conectaría con otra torre cercana, estaba pasando cuando escuché ruidos en las cercanías, salté y llegué hasta el techo de la torre de la que acababa de salir, pasaron unos minutos pero nada sucedió, volví a bajar avancé unos cuantos pasos y volví a escuchar ruidos pero esta vez acompañado de murmullos nerviosos; me quedé quieto y frente a mí saltó desde un parapeto de piedra cercano uno de los hombres desde un muro que le ocultaba, empezó a gritar y a agitar sus espada, al principio parecía que le estaba dando un ataque, después me dí cuenta que estaba intentando asustarme para que lo dejara solo; él también pareció darse cuenta que no me estaba impresionando, dejó de agitar su espada, y casi comenzó a llorar, me acerqué un poco, y éste aterrorizado saltó del puente, no sobrevivió, pronto los carroñeros le harían una visita, era mejor que hubiera fallecido así, de otra manera, sólo se habría roto las extremidades y los carroñeros se lo comerían vivo (una muerte muy lenta y en extremo dolorosa).
    Por fin llegué al final del pasillo, ahí encontré al resto del grupo, todos estaban apretujados al fondo del pequeño nicho, habían intentado defenderse de las criaturas que los perseguían, pero no se habían dado cuenta que sobre sus cabezas, habían crecido varios hongos de pantano, hongos evolucionados y corruptos por la magia del castillo, éstos habían emitido nubes de gas venenoso que les había asesinado fácilmente con sus esporas.
    Comenzaba mi camino de regreso al observatorio, cuando escuché pasos que se acercaban desde arriba; me quedé quieto refugiado en las sombras del pequeño nicho a la expectativa, de unas escaleras que bajaban desde el techo de la pequeña habitación en la que me encontraba bajó un sujeto, lo reconocí de inmediato era el mismo tipo que llegó vistiendo una túnica.
    Avanzaba con paso seguro por el pasillo alejándose rápidamente de mí; por el pasillo que había recorrido hacía un momento, éste tipo en definitiva no era un aldeano ni mucho menos, había algo peculiar en él. Vestía ropa muy diferente a la de la gente del pueblo; un traje de batalla de tela gruesa y resistente, color azul, gris y negro, bajo ésta alcanzaba a vislumbrar una camisa de algodón semi-rota que dejaba al descubierto una fuerte musculatura (probablemente años de entrenamiento como soldado o algo similar); llevaba unas grebas y unos guanteletes de acero, (me parecía raro que no poseyera otra armadura visible para protegerse); en la cabeza llevaba una banda de tela de color bermellón (imagino que se la puso para bloquear el sudor, sino ¿para que otra cosa se la pondría?), su piel era oscura como si su color se hubiera oscurecido gradualmente en la atmósfera del castillo, sus ojos eran azules, y lucía una barba leve pero uniforme, lo que más me llamó la atención fué su arma, un látigo colgado de su cinturón, de color negro con empuñadura de metal y llevaba un enorme cuchillo escondido en su espalda. Lo vi alejarse y desaparecer, decidí seguirlo pero a una distancia prudente.
     
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    Fanfic de castlevania (Castlevania)
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    12
     
    Palabras:
    548
    El cazavampiros

    Por un rato seguí al desconocido, durante mucho tiempo estuvo caminando, atravesó fácilmente pasillos y habitaciones, patios y torres, también pasó sin problemas uno de los jardines interiores, hasta que llegó a una habitación en la que se encontraba un grupo de esqueletos soldado, yo los conocía de vista, me sorprendió que los encarara de frente sin ningún temor aparente, éstos comenzaron a acercarse y rodearon al sujeto, yo me había situado en las vigas del techo y desde ahí los podía observar sin ser descubierto, todos los esqueletos se arrojaron contra el intruso dispuestos a descuartizarlo, éste hizo un leve gesto con la mano y en el acto varias bolas de fuego se materializaron a su alrededor, los esqueletos se impactaron contra éstas y fueron destrozados por la fuerza del hechizo.
    Después siguió su camino, yo bajé de las vigas y me acerqué a los esqueletos destrozados, todos estaban muertos, incluso sus armas estaban rotas o fundidas por el calor del fuego, tomé una de las espadas retorcidas y seguí mi camino. El sujeto siguió avanzando y llegó hasta una amplia habitación de la cual partían cuatro caminos hacia los cuatro puntos cardinales. Se detuvo durante un rato ahí, parecía esperar a alguien, después refunfuñando siguió el camino del norte, yo decidí hacer un acercamiento directo, tomé las cortinas de una habitación a casi quince kilómetros de distancia, y regresé envuelto en ellas, el efecto fué genial, éste se giró dispuesto a destruirme, pero se contuvo; se acercó y me hizo una ligera reverencia, yo lo copié.
    -¿Eres tú la persona que debía ver aquí?-
    -No-
    -¿Quién eres?-
    -No recuerdo-
    -¿Porqué estás aquí?-
    -No sé-
    -¿Intentaras detenerme?-
    -No-
    -¿Sabes quién soy?-
    -No-
    -Soy William Belmont, descendiente de los guerreros que van tras Drácula-
    -Yo sé-
    -Bien y que no se te olvide-
    El cazavampiros se dio la vuelta lentamente, incluso desde esa distancia se notaban sus dobles intenciones, ántes de terminar de girar, me atacó con su látigo, yo que estaba preparado, me evapore dejando atrás las cortinas; las cortó por la mitad y se acercó al supuesto cadáver sólo para descubrir que no había nada.
    Yo había regresado al observatorio ántes de que incluso el látigo alcanzara las cortinas.
    "Así que ya están aquí los Belmont, justo ahora que mi señor está debilitado por el hechizo; menudo problema", la última reencarnación del conde Drácula había tomado en cuenta las historias, que rondaban su pueblo natal y había decidido adelantarse, con tal de volverse más poderoso, había creado un hechizo que lo dejó débil por muchas décadas, con tal de que el día del eclipse se levantara con su poder triplicado. Pero ahora su existencia peligraba con éste Belmont rondando el castillo, esperaba que explorara mucho, así perdería tiempo valioso ya que éste castillo según me habían contado, era la construcción más grande que había aparecido con esta particular reencarnación del conde Drácula.
    No parecía ser tan poderoso como algunos monstruos describían al clan Belmont, pero no podía subestimarlo, después de todo ya se estaba paseando por el castillo en busca del señor de la oscuridad. Necesitaba seguirlo, y medir la cantidad de daño que podría causarle a mi señor.
     
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    Fanfic de castlevania (Castlevania)
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    12
     
    Palabras:
    846
    Siguiendo al cazavampiros
    El tipo tomó varios caminos equivocados que terminaban en callejones sin salida y cada vez que ésto sucedía se frustraba más y más; comenzó a darse prisa, corriendo y sin detenerse al enfrentarse a las fuerzas de la oscuridad.
    Atravesó con facilidad los primeros pisos de las catacumbas hasta que se topó con un gigantesco golem de roca que bloqueaba el paso, después de intentar moverlo (estaba dormido), tirarle latigazos y arrojarle bolas de fuego, tomó la decisión de dejarlo para después. En otro momento llegó a la torre Este, subió y bajó repetidas ocasiones pero no vio la tirolesa que le llevaría hasta la sala principal del castillo, dejando la torre tomó un nuevo camino; yo no le culpaba, ya que el castillo era realmente enorme, y le tomaría más que una noche recorrer el ala Este (sin contar la parte subterránea y los reflejos en el agua).
    Siguió su arduo camino rumbo a otros lugares pero seguía sin encontrar nada realmente importante, incluso se pasó varias salas de oro, (en ellas se encontraban varios monstruos simulados en cofres y bolsas falsas), muy listo de su parte desgraciadamente en una de ellas se encontraba una reliquia mágica (semejante a una máscara que cubría solo la mandíbula del usuario) que le permitiría atravesar los cuartos de niebla negra, para alcanzar las habitaciones secretas en el norte; éstas nieblas eran tóxicas y podían causar ceguera y desorientación. Lo seguí durante largo rato observando como derrotaba a cuanto monstruo se le ponía enfrente, a veces se dejaba guiar por la ira, entonces se convertía en un auténtico berzerker a la hora de luchar, realmente era un guerrero fiero, pocos monstruos lograban hacerle frente.
    Llegó la hora de visitar los túneles del alcantarillado donde vivían las súcubo y las sirenas, (una combinación muy peligrosa) pero casi de inmediato se tuvo que enfrentar a un inconveniente, el agua estaba electrificada debido a una explosión causada por pólvora en el techo (fallas eléctricas). El cazavampiros entonces reveló otro de sus hechizos, de su espalda se levantaron dos alas semitransparentes, bajó el escalón y posó su pie sobre la superficie del agua; alcanzó con gran velocidad el suelo del otro lado y siguió por el único camino abierto.
    Lo vi intentando tumbar una puerta encantada de hierro forjado, a base de latigazos y golpes, pero no logró hacerle nada; se notaba exhausto y sudado, sabía que su olor atraería a los carroñeros y él también parecía haberse dado cuenta ya que a lo lejos se escuchaban los rasguños y golpes que hacían al acercarse, con una velocidad inusitada se subió al techo que estaba lleno de tuberías, desde mi posición pude observar como se preparaba, sus manos comenzaban a brillar al mismo tiempo que pronunciaba antiguas palabras muy extrañas, cuando los carroñeros (mitad lobos mitad bolas de pelo gigantes) se acercaron y olfatearon el aire, el cazavampiros levantó ambas manos y soltó su hechizo, las criaturas salieron despedidas varios metros envueltas en llamas; entonces detrás de él surgió una figura, salió de un pequeño charco detrás de él, William se dio cuenta de inmediato y saltó fuera de su alcance ántes de ver realmente lo que era, una hermosa figura femenina con todos sus atributos al aire había surgido del charco de agua pestilente sin apenas alterar la superficie acuosa y lentamente descendió.
    -¿Eres tú William Belmont?- -Sí, ¿quién eres tú?- contestó el cazavampiros sin bajar la guardia
    -Una doncella atrapada en el castillo desde hace mucho- contestó la aludida mientras se acercaba sin ningún temor al hombre -Si claro como no- contestó éste aún en guardia -¿Me temes?- preguntó la súcubo
    -¿Temerte? no seas ridícula, eres tú quien debe temerme- contestó éste, al tiempo que la sujetaba del brazo con fuerza -¿Sí?, muéstrame-
    Éste la atrajo hacia sí y ella aprovechó para esconder su mano libre bajo la ropa acariciando su fuerte torso; yo había visto un millar de veces la misma escena, éstas envolvían a los hombres fuertes bajo la sensación de ser quienes tenían las riendas, y aprovechaban para succionar sus almas; me imagine que era el fin del cazador y procedí a retirarme ya que estaban empezando a besuquearse, cuando escuché un crujido que me pareció un poco conocido, era madera podrida al romperse, regresé y noté dos cosas, la primera y más obvia, seguían besándose como si se les fuera la vida en ello; y segundo?, el cazador se había parado sobre un tablón podrido que servía de puente sobre un espacio profundo lleno de agua que corría por la alcantarilla; justo cuando la demoníaca mujer procedía a atacar, la madera terminó de ceder y el cazador se zambulló en la corriente pestilente, dejando a la súcubo con un palmo de narices. A lo lejos escuché cómo caía un pesado cuerpo en el agua de las alcantarillas, me acerqué un poco y lo alcancé a vislumbrar en el fondo de la galería, casi inconsciente, lo perdí de vista cuando lo succionó un remolino.
     
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    Kimera

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    5 Agosto 2013
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    Título:
    Fanfic de castlevania (Castlevania)
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    12
     
    Palabras:
    1738
    El joven
    ¿Habría muerto?, o ¿seguiría vivo?, imposible saberlo hasta tener noticias de otros monstruos, decidí tomar el camino largo al observatorio y ver las salas del castillo, después de todo, hacía algún tiempo que no vagabundeaba por ahí.
    Pasé por un patio bastante bonito a la luz de la luna, estaba completamente vacío, sólo habían algunas rocas tiradas por los rincones y una "misteriosa espada" clavada en el centro; todas las criaturas de la zona sabíamos que se trataba de una "espada sangrienta", una criatura que se alimentaba de sangre caliente, y para hacerlo emboscaba personas y criaturas que intentaran tomarla. Proseguí por otras tantas habitaciones, pasillos y escaleras. En todas partes había criaturas deambulando, incluso me encontré otros esqueletos jugando un juego con dados. Llegué a la cocina, un lugar que los jorobados habían tomado como su hogar y atacaban a todos los intrusos; la verdad era que ni ellos ni yo congeniábamos en ningún nivel y por lo tanto nos evitábamos. Criaturas deformes y asquerosas; sólo murmuran e intentan hablar entre balbuceos; arrastrándose por los pisos buscando qué agregar a su repugnante sopa de desechos.
    Entré sólo por arruinarles el día; pero no había nadie en el interior. En éste lugar uno fácil podría dejarse engañar confundiéndole con la caldera. Siempre hace calor, a toda hora, el olor del aire también es una horrible mezcla de grasa y restos pútridos de comida; en el centro de la enorme estancia yacía un caldero gigante tapado con una gigantesca tapa a presión; los jorobados no se encontraban, probablemente habían encontrado a los desgraciados del patio; le empecé a mover a todas las manijas del caldero, y el calor se redujo, incluso se le cayó una parte del techo a la habitación (¿Cual era la relación? yo no lo sabía así que no me pregunten); cuando ya me retiraba un tumulto ocupó la entrada más cercana y yo me transporte hasta el techo, sin hacer ruido me acomodé y esperé. El tumulto se hizo gradualmente más cercano hasta que pude observar quienes eran los protagonistas; nada más y nada menos que los jorobados cargando entre cinco un bulto que no dejaba de moverse y agitarse, uno de los jorobados cansado de la resistencia de la comida sacó un cuchillo y lo hundió en el costado de la bolsa; ésta aulló y se agitó más violentamente.
    Ésa criatura no era para nada un humano, y a juzgar por la violencia de su resistencia era una de las criaturas del castillo, caminaron hasta acercarse al gigantesco caldero y volvieron a hundir su cuchillo en el costado de la criatura, me pareció volver a escuchar el aullido de la criatura pero ya no se movió tanto, los jorobados reanudaron su marcha y subieron por un escalera que rodeaba el caldero hasta llegar a la parte más alta de la misma. Entre todos acomodaron el paquete, abrieron con cuidado la pesada tapa de acero y de un tirón vaciaron el contenido del paquete, cayó nada más y nada menos que un licántropo justo en el centro del caldero, en el agua hirviendo, y ántes de que pudieran reaccionar, el lobo golpeó a uno de los jorobados tirándolo de la estructura y rompiéndose la crisma al llegar al suelo de roca, los demás jorobados empujaron al lobo con un palo largo y cerraron la tapa, luego hicieron girar una manivela, para sellarla totalmente; los jorobados bajaron por las escaleras riéndose entre ellos ignorando los rugidos agonizantes de la criatura.
    Suficiente para mí; los jorobados se habían ganado a un nuevo enemigo y éste probablemente los eliminaría ántes de dos horas; el resto del clan de licántropos los rastrearían y los asesinarían. ¿Cómo se les había ocurrido hacer semejante cosa, con un ser vivo?
    Ya me levantaba cuando uno de los jorobados se dio cuenta de mi presencia y a balbuceos le avisó al resto. Todos empezaron a gritar y a blandir sus instrumentos de cocina. Empezaron a mover sus deformes patas por las escalerillas metálicas, a toda prisa y así llegar hasta mí, todos se movían apelotonándose en su prisa por asesinar al intruso. Noté que el licántropo ya no hacía ruido probablemente estaba muerto; la baranda de metal empezó a vibrar debido a numerosos pies al subir a la carrera; saqué mi espada, un arma sumamente especial y no lo digo sólo por que sea mía. Me puse en guardia justo a tiempo ya que los deformes habían alcanzado el mismo piso que yo; se acercaban a la carrera y ya podía notar sus pútridos alientos; por lo visto los demás habitantes del castillo ya estaban incluidos en sus dietas; uno de ellos, el más cercano ya estaba tan cerca de mí que levantó su enorme tenedor e intentó brincar para caerme encima; no llegó a hacerlo por que yo, ya me había movido hasta el fondo de la cocina dejándolos a todos hasta la cima del techo.
    Empecé a carcajearme a todo pulmón sólo por fastidiarlos, todos gritaban entre balbuceos y gemidos, a una orden del jefe todos se volvieron y desandaron a toda prisa el camino ya hecho, aprovechando su desconcierto regresé a donde estaban todos ellos, pero materializándome justo en el centro de la comitiva, descerrajé cuchilladas a diestro y siniestro contándoles miembros y desgarrando la piel dejando traslucir el músculo oscuro bajo ésta; sus aullidos inundaron la cámara y ántes de que pudieran contestar a mis ataques regresé al suelo. El resultado no pudo ser más favorable, envueltos en una especie de frenesí se atacaron unos a otros ensartándose sus armas, atacándose con una rabia que yo nunca había visto en los jorobados en todos mis años en el castillo. Cuando finalmente el jefe se impuso, no había ni uno solo ileso, todos sangraban y algunos incluso estaban muertos.
    Esperé tranquilamente que volvieran a bajar para enfrentarlos a todos pero justo cuando el grupo volvía hasta el suelo, entraron una segunda comitiva a la cocina, éste grupo de jorobados traían a tres humanos amarrados pero al verme la mitad sacó sus espadas, tenedores y otras armas y se abalanzaron contra mí; me encontraba atrapado entre dos frentes y la cosa pintaba mal, los primeros dos minutos de combate fueron arduos, los jorobados eran más peligrosos entre más de ellos hubiese; pero cuando empecé a usar más mi velocidad y capacidades mágicas, fué mucho más fácil, cuando ya había acabado con casi un tercio de ellos me percaté que los tres hombres trataban de desatarse para escapar, eran los dos hombres que había visto antes en la jaula del patio, el otro era el muchacho con cara de espanto, su cara no había cambiado, estaba tal vez más espantado.
    Cuando se hubieron terminado de desatar los dos hombres mayores empezaron a discutir, seguramente el primero había descubierto que el otro le había estado robando, fué de tal magnitud su discusión que terminaron atrayendo la atención de los jorobados que se suponía les custodiaban; los hombres fueron rápidos pero lo fueron más los pequeños monstruos, en el primer instante uno de los jorobados le clavó su enorme tenedor en la pierna a uno de los hombres, el otro salió corriendo pero no fué suficientemente rápido, una espada arrojada desde algún punto desde atrás le atravesó, cayó muerto como una bolsa de patatas tirada en un rincón, el primer hombre aún respiraba tirado en el suelo pero uno de los jorobados se le acercó y éste al sentir la presencia oscura cerró los ojos; el diabólico engendro le clavó su cuchillo en la espalda y el desgraciado exhaló su último respiro.
    El único que aún seguía vivo era el joven, el mismo monstruo se giró hacia el y levantando su cuchillo manchado de sangre se acercó amenazadoramente; por alguna razón sentí que no podía permitirle tocarlo tal vez fuese por el hecho de que era sólo un niño o que fuera sencillamente una idiotez de mi parte, pero empujé a los tres engendros que intentaban bloquearme y me evaporé en sus narices; el jorobado levantó su cuchillo y el joven al retroceder cayó al tropezarse con una caja abandonada; a su espalda estuvo a punto de dejarle caer el cuchillo, pero se detuvo en el aire; un destello se materializo a través de él semejante a un rayo de luna. La cabeza del jorobado cayó sobre el joven mientras que su cuerpo se derrumbaba bajo su propio peso.
    Los demás jorobados emitieron largos quejidos y balbuceos y se amontonaron contra mí; empezaron a avanzar a toda velocidad cargando una alabarda oxidada intentando empalarme con ella; fué sencillo esquivarlos y dejé que chocaran contra el muro, el estruendo resultante fué muy divertido, con la fuerza de rebote todos los jorobados salieron disparados unos sobre otros quedando amontonados en el rincón; el joven apenas pudo levantarse e intentó balbucear un tímido gracias -Rargghhh- le grité al joven.
    El muchacho casi se vuelve a resbalar pero logró mantener lo que le quedaba de compostura, haciendo quedas reverencias se alejó con paso torpe y desapareció en el recodo del pasillo fuera de las cocinas; un pequeño quejido a mi espalda me llamó la atención, varios de los jorobados estaban saliendo del montón que ya se estaban enderezando; volví a ponerme en guardia esperando su ataque, pero no fué necesario; a lo lejos se escucharon aullidos, múltiples gruñidos y rugidos empezaban a llenar la estancia; los jorobados se enderezaron con muestras de temor pintando sus rostros.
    -Parece que ya los descubrieron, no debieron preparar lobo para la cena, zoquetes-
    Todos los jorobados se volvieron hacia mí, sus rostros inyectados en sangre mostraban su desprecio, pero un nuevo coro de aullidos los hizo desistir de su arranque de ira. Todos en desbandada salieron huyendo y me volví a quedar solo en la enorme cocina. A lo lejos escuché chillidos de horror y gritos de agonía, me figuré que los jorobados se habían encontrado a los lobos fuera de la cocina ántes de lograr huir por los túneles que hubiesen significado su salvación.
    Al no tener nada mejor que hacer decidí irme de las cocinas ántes de que alguien más llegara; regresé por el mismo camino que ántes había tomado y me deslicé por los jardines a la luz de la luna; al tiempo que me movía me pareció que algo me seguía, pero al girarme no pude ver nada que no hubiese visto ántes.
     
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    Kimera

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    Fanfic de castlevania (Castlevania)
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Aventura
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    1169
    El observatorio
    Seguí caminando por diferentes pasillos, doblando por pasillos secundarios y atravesando habitaciones, realmente nadie podría conocer la extensión del castillo, era gigantesco, si no fuera por mis constantes vagabundeos, probablemente estaría perdido; pasé los jardines y me escabullí por habitaciones solitarias, necesitaba tiempo para pensar y los otros habitantes del castillo no me dejarían con mi soledad, que tanto necesitaba en ese momento.
    Pasé sin detenerme en las habitaciones de oro y gemas, yo sabía que éstas habitaciones eran engañosas, la mayoría contenían tesoros malditos o monstruos camuflados que atacaban a cualquiera que osara tocar el tesoro, éstas centelleaban con fuerza a la luz de las antorchas refulgentes, invitaban a llenarse los bolsillos con ellas, de verdad era deslumbrante el brillo y la pulcritud de tales tesoros.
    Estaba a punto de irme cuando de pronto escuché claramente como alguien o algo tropezaba con las monedas y demás tesoros causando un estrépito tal que causó eco en las habitaciones y pasillos alrededor, rápidamente me dí prisa, avanzando más rápidamente, al doblar un recodo me evaporé materializándome en las vigas de soporte del techo, esperé expectante, a los tres o cuatro segundos vi aparecer al muchacho justo por el pequeño pasillo abierto entre los tesoros por donde yo acababa de pasar; me dio la impresión de estar agitado y nervioso, llegó a la intersección donde me desaparecí y lo vi dudar, parecía inseguro de cual camino tomar, después de un momento de indecisión eligió el camino de la derecha, que llevaba a un nuevo complejo de pasillos, probablemente llenos de otras criaturas, cuando se acercaba a la puerta, regresé a la intersección y tomé una de las monedas tiradas a mis pies y se la arrojé con fuerza, con tal tino que lo alcancé en la mollera; soltó un leve quejido y con rapidez se llevó las manos a la cabeza, sobándose se dio la vuelta; pero al verme parado detrás de él, se quedó sin habla y se puso tan pálido como la cera.
    -Noté que me estás siguiendo- dije con un tono amenazador, escondiendo mi auténtico humor sobre el asunto, ya que sólo quería saber qué respondería.
    -y-y-yo n-no no lo estaba siguiendo s-señor-
    -ajá, como no-
    -... bueno si lo estaba siguiendo, quería saber si podría decirme cómo salir del castillo sano y salvo-
    -¿Sano y salvo? no me hagas reír, nadie sale vivo de aquí, y encima se lo estás preguntando a un "siervo de la oscuridad"-
    -Yo creí...-
    -¿Qué creíste? que me arriesgaría a la ira del señor oscuro-
    -Bueno yo pensé, que como ántes había sido humano-
    -Las puertas están custodiadas, no podrías acercarte sin que lo adviertan- observé cómo la decepción pasaba su rostro, un ligero temblor aumentó gradualmente de intensidad por todo su delgado cuerpo
    -Pero señor, ¿no podría ayudarme? deben existir otras puertas y salidas secretas de éste lugar-
    -Las hay, pero la mayoría están fuera de tu alcance, otras están demasiado lejos y unas más son custodiadas-
    -Entonces, ¿entonces no puedo irme de aquí?-
    -No sé, ¿que me ofreces?- era interesante ver cómo combatía la decepción y el miedo, aunque se notaba que estaba a punto de desfallecer y rendirse a la resignación.
    Rebuscando en sus bolsillos comenzó a sacar todo lo que llevaba incluyendo unas monedas, un tirachinas (¿quien usa eso todavía?) y un pequeño camafeo -Tengo estas monedas, también un tirachinas, unos anillos y otras cosas, tome todo si quiere, es todo lo que tengo, por favor, ayúdeme- notaba la súplica en sus ojos, desgraciadamente también me percaté que algo muy grande se acercaba a gran velocidad.
    -¿Y el camafeo?-
    -Eso es personal, no se lo puedo dar-
    -¿En serio?- dije con un tono que lo puso nervioso, regresando todas sus cosas a los bolsillos, me ofreció el guardapelo -éste camafeo perteneció a mi madre, estoy seguro de que aceptaría éste trueque si con ello salvara mi vida-
    Evidentemente sorprendido acepté la reliquia, algo en ella removió recuerdos, pero sin lograr precisar de qué se trataba me lo guarde en mi chaleco.
    -Sígueme muchacho, no hay en este momento ninguna puerta o entrada abierta, de manera que esperaremos a que estén despejadas; sólo conozco un lugar, sígueme y no hagas ruido-
    Reanude mi camino por los pasillos solitarios deteniéndome ocasionalmente para que recuperara el aliento o para cubrirlo de otros esqueletos que se cruzaban en nuestro camino, tres ocasiones más tuve que regresar para regresarlo al camino correcto y una vez más tuve que obligarlo a caminar frente a mí porque intentaba saltar de un puente y alcanzar el cadáver de uno de sus compañeros creyendo que seguía vivo. La última parte lo guié a través de un piso flotante fantasma hasta el observatorio (mi morada temporal), una vez ahí el chico se acomodó al cobijo de una de las columnas y se quedó dormido casi de inmediato; me tomé mi tiempo para revisar los alrededores y asegurarme de que nadie se hubiese percatado de nuestra presencia.
    Una vez me aseguré, me tome mi tiempo para observarlo, era de piel clara, cabello pajizo, tenía la nariz recta, pecoso, delgado, y llevaba ropa sencilla, una playera remendada sin mangas, café y hecha de algún material vagamente conocido, unos pantalones igualmente sencillos, pero un poco más oscuros que la playera, unos mocasines viejos; todo el conjunto hablaba de un origen humilde y tal vez pobre.
    Me pareció raro que no llevara ninguna arma, eso me decía que tal vez era bueno para escabullirse y estaba armado con un buen sentido de orientación e intuición o simplemente suerte. Durante las siguientes dos horas permaneció profundamente dormido, dejé mi nuevo guardapelo en una pequeña mesa con una pequeña llave ornamentada y me desplacé hasta un agujero en la pared sobre el mismo observatorio, éste lugar generalmente lo usaba para esconder cosas que me encontraba durante mis paseos; ahí tomé una pluma y un trozo de pergamino, garabateé unas cosas y lo regresé al cajón de madera, una vez los dejé regresé junto al chico, en ese momento se le ocurrió despertar, bostezó y se levantó, justo en ese momento me percaté de una nueva característica que no podría haber adivinado; le encantaba hablar, pero tal vez era solo el nerviosismo.
    -Disculpe señor, ¿usted tiene nombre?-
    -Lo tuve, pero ya no lo uso-
    -¿Le molesta si lo llamo Sr?-
    -Me da igual, tu ¿cómo te llamas?-
    -Nathaniel pero todos me llaman Nate-
    -¿Te molesta?-
    -Me da igual-
    El muchacho se tomó un momento para observarme mejor, notó que llevaba ropa sin duda diferente a la de los demás esqueletos con los que se había encontrado: un chaleco, un taparrabos y unas botas, todo de piel; pero sin duda lo que más le llamó la atención fué la marca de runa en mi frente la cual brillaba levemente en azul y las marcas producto de un cuchillo en cada uno de mis huesos visibles.
     
  7.  
    Kimera

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    Vidas pasadas
    -¿Cual es tu historia niño? ¿Porqué estás aquí?-
    -Estoy aquí porque, sirvo a un noble señor, que busca la luz sobre las tinieblas-
    -...-
    -¿Qué?-
    -A otro perro con ese hueso, te trataron de adoctrinar en ello, pero ¿qué piensas tú realmente?-
    -... No tengo idea de porqué estoy aquí, me reclutaron en Sirán, un pueblo cerca de aquí-
    -Lo conozco, prosigue-
    -Me reclutaron junto con muchos otros para escoltar y defender a un noble señor-
    -Y se los escabecharon en cuanto llegaron aquí-
    -Más respeto esqueleto, eran gente de mi pueblo-
    -Disculpa, es la fuerza de la costumbre, a muy pocos por aquí les importa la muerte de sus semejantes-
    -..., bien, como decía nos reclutaron, se supone que el castillo estaría vacío durante el día y por eso llegamos aquí al amanecer-
    -Nunca es de día, la noche es perenne aquí-
    -Debe ser por eso que en cuanto llegamos, empezó a atardecer demasiado rápido, fuimos atacados por todo tipo de criaturas oscuras-
    -Me imagino que los utilizó como cebo para llamar la atención de los monstruos y así escabullirse al castillo-
    -¿Cómo supiste que hizo eso?, desapareció en cuanto entramos al castillo-
    -Simple, los estaba espiando-
    -Bueno, me escabullí de un lado para otro y terminé preso en las cocinas, para la cena-
    -Lo sé, te saqué de allí-
    -Oye esqueleto, porqué no me cuentas algo acerca de ti, ya sabes, ántes de convertirte en siervo de la oscuridad-
    -¿Siervo de la oscuridad?, mmm, supongo que puedo contarte algo... niño. Mi historia va mas o menos así-

    Mi nombre era Cole, vivía en un pequeño poblado llamado Emeri dentro de un solitario valle, el cual está situado entre escarpadas y rocosas montañas nevadas, todo el año hace frío, especialmente crudo durante el invierno, poca comida la mayor parte del año y a pesar de ésto era feliz, porque vivía junto con mi amada esposa y el resto de mi familia, mis padres, mi hermana y mi cuñado; vivíamos todos juntos en una vieja cabaña al norte del pueblo (ahora que lo pienso era la más grande del lugar, y eso que era pequeña), durante la primavera las mujeres del pueblo solían hacer fiestas y nosotros los hombres nos lo pasábamos en la Taberna, en lo personal la cerveza no sabía a nada, desgraciadamente era la única bebida a disposición en ese apartado lugar, nunca nadie se pasa por ahí y cuando éso sucede sólo están de paso (no es que sea un pueblo olvidado en medio de la nada turística; pero, en realidad resulta muy aburrido para quien no está acostumbrado) tal vez sea la mala fama que ronda ésta región y es que un poco más al oeste se encuentra un castillo, o lo que parece ser uno, todos saben la leyenda que ronda ésta construcción maléfica y es que pertenece a un conocido y bastante peculiar personaje, el conde Drácula.
    Creo has escuchado hablar de él, ya sabes, toda la leyenda que ronda a éste sujeto tan excéntrico; supongo que no puedo culparte si has creído todo el mito, yo no creí mucho en él, ya sabes, es demasiado fantasioso para ser completamente verdadero y si realmente fuera como lo describen las personas más fantasiosas, entonces sería verdaderamente ridículo que éste sujeto cayera frente a simples humanos armados con espadas y látigos, que se enfrentan a toooodas las hordas de criaturas a su servicio armados hasta los dientes y después de todo eso, aún tengan suficiente fuerza como para enfrentarle y salir indemnes... no, probablemente es pura chuchería y superstición.
    Sí es bonito pensar así, todo simple y bonito, desgraciadamente estaba completamente errado, él conde existe y está regresando. Nosotros lo supimos de la peor manera, lo vivimos en carne propia, fué a mediados de otoño (en realidad nunca pasa nada en otoño a excepción de las hojas doradas y cafés).
    Llegó al pueblo un sujeto bastante raro, era un hombre enjunto de tez pálida, ojos grandes y jorobado (no al extremo pero de inmediato se notaba), portaba un viejo libro del que nunca se despegaba, lo abrazaba como un niño abraza a su madre en una noche de tormenta; la primera vez que lo vimos no le hicimos demasiado caso aunque a mi me dio mala espina (sabía que traería problemas, pero no imaginé hasta que punto), empezó a hacer preguntas bastante incómodas principalmente a las mujeres cuando se reunían para lavar la ropa en el río; a muchos de nosotros empezó a molestarnos su conducta y se lo dejamos en claro, o se comportaba como gente civilizada o lo echábamos del pueblo (muchos pensarán que pudimos haber sido más rudos, pero no era nuestra costumbre echar a los forasteros aunque actuaran raro) y durante un tiempo se tranquilizó hasta que empezó a fastidiar a los niños, intentaba constantemente alejarlos para hacerles preguntas, casi de inmediato los hacía llorar, las madres lo agarraron más de una vez a garrotazos y los padres lo golpearon hasta el cansancio, y un buen día se fué, muchas personas decidieron celebrar, las mujeres organizaron una de las fiestas más memorables que recuerdo; todos estábamos en la fiesta, a mí me tocaba el reto del alcohol (el que beba más gana), todos aplaudíamos cuando se escuchó en las cercanías un aullido, semejante al de un animal al que están matando o persiguiendo, una bestia enloquecida; la música calló de inmediato y los aullidos se acentuaron, todos nos percatamos de que no se trataba de ninguna bestia pues los aullidos eran de origen humano, algunos de los hombres más valientes se acercaron al linde del bosque con antorchas para buscar el origen de los aullidos y mientras estaban en eso de entre lo profundo del bosque salió corriendo el hombrecillo que ya ántes les describí; estaba completamente ennegrecido, en su ropa ya no quedaba rastro de los colores que otrora teñían de blanco, la sangre brillaba bajo la luz de las antorchas y la de la luna, la ropa estaba desgarrada y le faltaba la mano izquierda, aparentemente se la había anudado hacía rato pues los vendajes estaban completamente negros de tanta sangre que corría a través de ellos, también tenía una mirada completamente enloquecida parecía tener poco o ningún contacto con la realidad, se convulsionaba y temblaba como si tuviera un ataque.
    Lo único que se me ocurrió fué ordenarle a mi padre que se llevara a las mujeres a la casa y se encerraran ahí todos, (no tengo muy claro porqué le dije esto último, pero después me dí cuenta que fué lo mejor). El jefe del pueblo ordenó que lo llevaran a su casa para atenderlo y mientras todos se movían hacia allá el viento cambió de dirección (para muchos ésto les parecerá tonto o poco interesante, pero oigan hay pocas cosas que hacer así que uno se fija más en el entorno), me trajo un olor desagradable, algo pútrido, provenía del este justo de la dirección en la que vino el hombre. Ya en la casa del patriarca el hombre deliraba, tenía fiebre y seguía convulsionándose, muchos imaginamos que no sobreviviría y muchos otros conjeturaban acerca del origen de sus lesiones, cuando lograron estabilizarlo el patriarca ordenó que todos regresaran a sus respectivas casas, poco a poco la gente salió del lugar yo fui de los últimos en salir, cuando me encontraba en el quicio de la puerta escuché extraños ruidos en el techo pero no les dí mucha importancia (grave error).
    Afuera toda la gente se encontraba reunida en el centro del pueblo, era extraño ya que se suponía que deberían haber ido a sus casas, me adelanté para preguntarles y me quedé parado en seco, todos tenían una mirada aterrorizada desdibujando sus rostros; no hizo falta ninguna indicación, me acababa de percatar de los enormes cuerpos peludos encima de los techos, eran casi treinta de los que podía ver, seguramente habrían más en las sombras, estábamos completamente rodeados, yo sentía que estaba a punto de desmayarme pero al mismo tiempo necesitaba estar atento a lo que sucedía, ninguno de los hombres lobo se movía, sólo se nos quedaron viendo, estaba a punto de regresar cuando un fuerte ruido se escuchó adentro de la casa del patriarca, ántes de que pudiera regresar y revisar, el patriarca salió corriendo de su casa y chocó conmigo, rápidamente le ayudé a levantarse y en ese momento los lobos saltaron desde los techos y cayeron alrededor de la gente congregada, muchas mujeres gritaron y empezaron a sollozar, otras se pusieron en guardia.
    Noté que el patriarca intentaba ocultarse detrás de mí, hasta que apareció un lobo más grande que los demás, tenía el pecho plateado y una gran melena del mismo color (¿sería más viejo que los demás?) algo en su actitud le delató como el líder; se dirigió resuelto hacia nosotros y el patriarca se escondió aún más detrás de mí; con un gesto el lobo (después me enteré de que su nombre era Draugluin) impidió que otros dos lobos nos atacaran; cuando estuvo a unos palmos de distancia nos habló con voz grave y profunda.
    -Patriarca, mi amo nos envió tras el hombrecillo que se esconde en su casa, entréganoslo y este pueblo no será lastimado-
    Yo notaba el frío de su piel y su mirada a punto de desmayarse y lo único que se me ocurrió fué darle un empujón para que regresara al mundo de los vivos.
    -¿Nnn - ningún daño?-
    -Ninguno-
    -Este... yo... bueno...-
    No tuvo tiempo de contestar, detrás de nosotros rugió algo y la puerta estalló en llamas y pedazos de madera; los lobos de inmediato se pusieron en guardia y nosotros terminamos a los pies del lobo; el hombrecillo salió levantando su libro y gritando a todo pulmón.
    -Seres malignos, éste pueblo está lleno de firmes creyentes, de corderos del señor, largo de aquí bestias inmundas, seres malignos yo se los ordeno- al tiempo que terminaba de hablar el libro que sostenía en sus manos empezó a brillar con un fulgor rojo y amarillo, todos los lobos rugieron y aparecieron yagas en toda su piel, el olor de carne quemada inundó el ambiente y algunos lobos se empezaron a quemar justo donde se encontraban parados.
    Yo sabía que acababa de condenarnos, las negociaciones habían terminado mal, ahora era cosa de correr sin detenerse; mientras el patriarca se levantaba el enorme lobo lo tomó del cuello y después de romperlo, lo arrojó con todas sus fuerzas contra el hombrecillo, ambos se incendiaron espontáneamente, escuché a las mujeres gritar y muchos aullidos, la carnicería había empezado, los lobos empezaron a atacar a todos los aldeanos, podía ver manchas oscuras moviéndose de un lado a otro y los aldeanos caían uno sobre otro, muchas de las personas que había conocido en mi vida fueron asesinados esa noche.
    Como pude me levanté y salí despedido hacia un lado de la casa del patriarca, tomaría la senda secundaria para rodear al pueblo y alcanzaría el otro lado sin pasar por el centro; me movía rápidamente, escuché algunos alaridos de dolor, probablemente otro aldeano, también escuché los gritos de los hombres que intentaban defenderse; alcancé mi hogar al mismo tiempo que vi a mi cuñado salir con la horquilla de la paja dispuesto a pelear y morir; no le dí tiempo de nada, le quité la horquilla y lo metí a patadas de regreso a la casa ántes de que los lobos nos vieran.
    Recuerdo que me llamó cobarde y otro sinfín de comentarios, pero yo no lo escuché, lo único que atiné a decir fué "el pueblo está perdido, es hora de evacuar", fué en ese momento que escuché múltiples golpes en la puerta, era Thomas, fué leñador y cazador en su juventud, cuando entró nos trató de convencer de unir fuerzas para atacar al lobo líder, a pesar de sus ruegos y gritos, yo no pude aceptar, tenía una responsabilidad mayor con mi familia y así se lo hice saber, le ofrecí llevarse nuestros cuchillos pero yo debía poner a salvo a mi familia, recuerdo que se puso rojo como un tomate y empezó a vociferar no se qué de cobarde, poco hombre y no sé que otras cosas, yo le di la espalda y empujé a mis padres al cuarto trasero junto a mi esposa y a mi cuñado, al mismo tiempo que Thomas salía, nosotros abrimos una puerta oculta bajo la alfombra y descendimos varios metros en un túnel empinado que nos llevó directamente al río. Una vez ahí fué fácil llegar al centro del río en la balsa que usábamos para pescar sin vecinos parlanchines.
    Duramos en el trayecto casi veinte minutos cuando alcanzamos una vieja mina abandonada, ésta mina fué en otro tiempo un intento para comunicarse a la aldea vecina a casi treinta horas a pie, mi padre trabajó mucho tiempo de su vida en ella y la conocía bien. Llegamos, mi padre se coloco al principio ya que tenía en su poder un vieja y pesada llave que abriría una vieja y muy pesada puerta en el túnel principal de la vieja mina la cual les llevaría hasta la salida al otro lado, alcanzamos rápidamente la puerta pero nos dimos cuenta que los lobos nos habían seguido y estaban en la entrada de la mina, pienso que no les gustan los lugares cerrados bajo tierra porque vacilaron para entrar pero al final se decidieron a seguirnos, podíamos escucharlos acercarse rápidamente, cuando mi padre alcanzó la puerta le costó abrirla, mucho tiempo sin lubricante la puerta rechinaba; cuando todos ellos hubieron pasado cerré la puerta y les pasé la llave, intentaron abrirla, pero mi padre sabía que no abrirían la puerta desde ese lado, intentaron convencerme de abrir la puerta pero necesitaba ganarles tiempo, me fui sin voltear atrás de lo contrario me verían llorar, tiré el poco aceite de las lámparas, que encontré en las escaleras y aguardé, los lobos eran rápidos, venían sólo tres, cuando el primero pasó a mi lado lancé mi antorcha frente al segundo, rápidamente se incendió el aceite, el primero se giró y aproveché para arrojarle pescado podrido a la cara que esa misma mañana había comprado para hacer una broma; el lobo se enfureció y se arrojó contra mí, alcancé a esquivarlo y se estrelló contra la pared, le encajé mi espada en el costado pero me golpeó en el rostro al mismo tiempo, lo último que recuerdo fué ver dos borrones oscuros que saltaban el muro de fuego y se abalanzaban sobre mí.
    -¿Y luego?- preguntó interesado el joven
    -Luego ¿qué?-
    -¿Que pasó?-
    -Me asesinaron y fui revivido por el conde-
    -¿Y porqué eres el único que puede hablar?-
    -¿Estás escribiendo un libro?-
    -No, pero es que...-
    -Es porque aún tengo mi libre albedrío y mi personalidad-
    -¿Porqué?-
    -Adivina-
    Me callé enseguida ántes de revelar más información de la necesaria, no es que esperara que el chico regresara a su hogar y les dijera a otras personas, pero era la fuerza de la costumbre. El chico era bastante tonto a mi parecer, parecía no tener idea sobre el verdadero alcance del conde, el castillo cambiaba constantemente, los pasillos se volvían más largos con el tiempo, las habitaciones cambiaban de lugar y los monstruos se multiplicaban; en verdad el chico no tenía idea de que no saldría nunca del castillo.
     
    Última edición por un moderador: 10 Octubre 2014
  8.  
    Kimera

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    La salida
    -Cuéntame un poco más de tí- dije tratando de hacer un poco de conversación y así hacer que el tiempo pasara más rápidamente.
    -¿Algo de mí?- puso un gesto de no saber que decir
    -Si dijiste que eras de Sirán, ¿qué hacen ahí hoy en día?, cuéntame al respecto-
    -Pues, no mucho, muchos de los hombres del pueblo se han ido en el paso de los años, casi no quedan granjas activas, es muy común encontrarse a ladrones y salteadores en los caminos, de hecho mi madre y yo planeábamos irnos pronto- dijo el chico con cara de no querer seguir hablando; yo por mi parte, seguí preguntando, por fin soltó la lengua y mencionó la ubicación del pueblo, así como las actividades generales de los pueblerinos (eran más difíciles las cosas que cuando yo vivía); -¿Qué más puedo contar?... Mis abuelos fallecieron hace algunos años y vivo sólo con mi madre desde entonces, ella se llama Maura-
    Ese nombre removió algo en mis recuerdos, pero no era capaz de decir que era, algo profundo, sin nombre todavía; tomé el camafeo y lo abrí lentamente, sabía que me era conocido su diseño, pero no habría podido precisar el motivo de aquello sino fuera por el mismo camafeo, en su interior se hallaban guardadas dos pequeñas fotografías, desgastadas y oscurecidas por el paso del tiempo, por un lado la imagen de un hombre moreno, de cabello lacio y un poco largo, se le veía fornido, pero no me pareció conocido, por otro lado una mujer de cabello largo y lacio, tez pálida, se le veía un poco delgada, pero era hermosa, ésta mujer yo la conocía, se le parecía mucho a un recuerdo hace ya tiempo enterrado; sin duda era mi amada esposa Maura, idénticas.
    -¿Sabe tu madre que estás aquí?-
    -No, no lo sabe, yo me uní a la compañía sin decirle, porque seguramente no me dejaría- dijo el muchacho mirando a su alrededor buscando algún movimiento, algo en mi interior se rompió al escucharlo. Avancé un paso y el instintivamente se giró para encararme pero no pudo evitar mi puño, terminó de bruces en el suelo mientras yo deliberaba si ayudarle a levantarse o patearlo.
    -¿Oye que te pasa, por qué me golpeaste?-
    -Porque eres un malnacido y un idiota, debería dejarte aquí a que te asesinen- dije sin lograr contenerme, el muchacho tenía toda la pinta de estar totalmente confundido, sin darle explicación me evaporé en sus narices.
    Dos horas después regresé ya más tranquilo después de visitar mi escondrijo, seguía exactamente donde lo dejé pero ahora estaba armado con una espada doblada, la misma que yo había recogido de los esqueletos carbonizados un par de horas ántes; cuando lo alcancé, el muchacho estaba nuevamente de pie pero ántes de que dijera una palabra éste me atacó con la espada en alto; lo vi como en cámara lenta, ántes de siquiera pensar reaccioné instintivamente y bloqueé su ataque con mi propia espada, al rebotarlo moví mi espada alrededor de su mano y lo desarmé con facilidad, acto seguido amagué con una mano y se quedó sin espada, al avanzar yo bloqueé su retroceso y le hice perder el equilibrio, con la mano libre lo tomé de la playera a la altura del pecho y lo estampé contra la columna que estaba detrás, ántes de darle tiempo de siquiera respirar clavé mi espada junto a su cuello atrapando su playera en la roca.
    -AHHH- gimió cuando lo dejé, se revolvió un poco más pero estaba totalmente atrapado sin poder escapar, se debatió durante cinco minutos más e incluso intentó sacar la espada, pero no fué capaz de hacerlo, finalmente se rindió.
    -Te ayudaré, niño, digo, Nathaniel- corregí -la entrada Este por donde entraste ya está despejada, nos vamos ahora-; saqué la espada mientras la volvía a enfundar, tomé una bolsita de la mesita y no preparamos para irnos. Mientras lo hacíamos no pude evitar preguntarle. -¿Y tu padre dónde está?- dije con un nudo en la garganta.
    -No lo sé, a mi madre no le gusta hablar del tema, siempre llora cuando le pregunto, pero mis abuelos me mencionaron que había fallecido en su pueblo natal, un lugar llamado-dijo intentando recordar pero ántes de que siquiera terminara yo sabía lo que diría- creo que era... Emeri- dijo finalmente con un hilo de voz, me miró con los ojos completamente abiertos, mientras sus labios intentaban articular palabras. Decidí que no era el momento de hablar, lo tomé del brazo fuertemente y nos evaporamos juntos hasta la puerta exterior, cayó de bruces, ya que no estaba acostumbrado a moverse así.
    Abrí la verja de hierro y prácticamente lo empujé por la abertura, al tiempo que se levantaba tomé el camafeo que me diera ántes y se lo arrojé de regreso, lo atrapó en el aire y ántes de que pudiera hablar, comencé a cerrar las puertas de hierro, ántes de que terminara de cerrar lo escuché murmurar algo, lo único que se me ocurrió decir fué "no regreses hijo"; en ese momento lo escuche respirar agitado y cerré las puertas totalmente, con un escalofriante chirrido metálico.
    Al darme vuelta me percaté de la cercanía de los guardias, me moví raudo hasta las ruinas de un lado y destrocé las columnas del pequeño edificio gracias al uso de "Hilo de plata", la cripta cayó derrumbándose en la puerta y bloqueó completamente el acceso. Acto seguido me teleporté hasta el observatorio y ahí terminé durante las siguientes horas sin poder controlarme, presa de incontrolables temblores, como si una mano invisible estrujara mi garganta.
     
    Última edición por un moderador: 10 Octubre 2014
  9.  
    Kimera

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    678
    La confrontación
    Cuando finalmente me repuse diciéndome a mí mismo que jamás volvería a verlo y por tanto estaría seguro con su madre, logré salir de mi escondite en el muro, habían pasado varias horas desde la fuga de Nathaniel; me moví por el castillo durante varias horas escuchando las conversaciones de otros habitantes del castillo, me di cuenta que ninguno de ellos conocía el hecho de la fuga en los terrenos del castillo por parte de mi descendiente, pero sí conocían el hecho de que había un hombre, un humano merodeaba por los pasillos del castillo atacando a cualquiera que se le cruzara enfrente, pero ahora nadie sabía donde se escondía.
    Probablemente se trataba de William Belmont me dije a mí mismo mientras caminaba por uno de los caminos que conectaban dos almenas exteriores, después de escuchar las conversaciones de varios compañeros; el cazavampiros había sobrevivido a los drenajes y ahora vagabundeaba nuevamente en algún lugar del castillo; en el camino me encontré a mi amigo Gramur, una joven gárgola que merodeaba en las almenas; después de saludarlo, entré de lleno en la conversación que me interesaba, si conocía al intruso y si sabía de algún humano que pudiese haber escapado; pero me confirmó que ningún humano había escapado hasta donde sabía, por otro lado decidí compartirle mi información de la identidad del intruso; como me imaginaba se puso nervioso y procedió veloz a comunicárselo a su líder.
    Nuevamente me quedé solo en la almena, la noche era fresca y las estrellas brillaban en la bóveda celeste, me quedé un rato, pero como Gramur no regresó me decidí a regresar a mi escondite, me evaporé directamente hasta ahí, cual fué mi sorpresa al encontrarme cara a cara al cazavampiros que me estaba esperando apoyado en una de las columnas.
    -Así que tú eres el tesoro que se esconde en el observatorio ¿No es así?-
    Yo decidí no responderle mientras trataba de calcular cuanto tiempo me llevaría moverme a cualquier otro lugar del castillo. Se notaba su preparación para un evidente ataque, pero yo ya no era el casi inútil peleador que fui mientras era humano; al tiempo que alzaba su látigo para asestarme un golpe y que probablemente me mataría, yo también saque mi espada, a esa distancia sólo su látigo alcanzaba a golpearme, atacó pero de un veloz tajo bloqueé su ataque, una y otra vez lo intentó, pero cada vez que lo intentaba yo bloqueaba el ataque con ayuda de mi espada al golpear su látigo y así evitaba que me alcanzara, cuando comprendió que un simple ataque no me destruiría, se acercó a gran velocidad para golpearme de cerca, pero yo contrarresté su ataque al evaporarme, cada vez que se acercaba yo repetía el mismo movimiento; frustrado empezó a usar "bola de fuego" para golpearme al acercarse o la disparaba mientras atacaba con su látigo cada vez que estaba a distancia. Después de casi quince minutos de éste ir y venir de ataques ambos ya estábamos algo cansados, yo quería atacar pero sabía que podría aprovechar mi ataque descuidando mi defensa para destruirme así que estaba resuelto a mantenerme tan lejos como podía.
    El Belmont pareció darse cuenta de ésto, y de su bolsillo trasero sacó algo semejante a una pequeña bolsa cubierta de algo parecido a brea; y la arrojó con fuerza al suelo, inmediatamente toda la luz procedente de las lejanas antorchas y las estrellas se extinguió, todo envuelto en una densa niebla negra; cegado intenté desaparecer, pero no logré hacerlo a tiempo ya que un enorme y pesado cuerpo me golpeó y ambos caímos en el duro mosaico, usando mi espada me logré liberar lo suficiente para colocarla entre ambos y la encendí; la hoja destelló con una fuerza que yo jamás había visto, en la hoja estaban escritas runas, que yo nunca había visto; la hoja brilló con tal intensidad que cegó al Belmont y lo hizo recular para volver a ser tragado por la oscura niebla; aproveché y desaparecí en mitad de la noche.
     
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    La persecución
    Me encontraba en una de las torres más altas del castillo, veía con más atención las runas escritas en un lenguaje que estaba seguro jamás había visto y sin embargo podía leerlas "La luz brilla más intensamente, en la oscuridad"; junto a mi se encontraba uno de los esqueletos soldado, junto con algunos otros esqueletos y en el fondo estaba colgada una pintura que tenía la fama de devorar a los humanos que pasaban cerca (pero se notaba que hacía años no había probado bocado, ya que ningún humano había llegado hasta ahí). Ninguno de ellos me preguntó el motivo de haberme aparecido ahí, pero estaba seguro que se morían de las ganas de hacerlo.
    Después de un par de horas regresé cautelosamente de regreso al observatorio apareciendo encima de una de las columnas más altas, desde ahí dominaba de vista el lugar pero no encontré a nadie, probablemente el Belmont se había dado por vencido y se había ido, ahora sólo quedaba la pregunta de cómo sabía acerca de la facultad mágica con la que estaba dotado, pocos sabían que mi cráneo tallado con la runa podía ser usado como una reliquia, pero era obvio que el cazador se había enterado.
    Decidí que no podía permitirme perderle de nuevo y recomencé mi búsqueda por el castillo; aparentemente aún no había pasado por algunos lugares, pero otros si tenían la marca de su paso; lo localicé finalmente en los jardines del castillo, éste lugar era definitivamente más parecido a una monstruosa, exuberante y masiva selva que a un simple jardín, a pesar de que al principio lo pareciera; en ella vivían múltiples monstruos como slimes verdes y negros, arachnes, variedad de monstruos vegetales, algunos golems de roca entre muchas otras cosas.
    Rondaba por ahí hasta que finalmente se encontró a una enorme y monstruosa planta viviente, (era la mandamás en los jardines, sus ramas y demás extensiones dominaban prácticamente todos los jardines y partes del mismo castillo), lucharon durante horas, Madreselva (así se llamaba la planta gigante) se defendía bien usando variedad de esporas, toxinas, espinas y venenos para atacar al cazador cuando se movía en las alturas y usando sus raíces y ramas para aplastarlo a la menor oportunidad; desgraciadamente el Belmont era mucho más rápido que Madreselva y esquivaba todo lo que ésta le arrojó, se movía a tal velocidad, precisión e incluso grácilmente que incluso parecía ser un vampiro, Madreselva no alcanzaba a golpearlo más de una vez seguida, cada vez que lo intentaba el cazador la esquivaba con facilidad, en una oportunidad pude divisar que se había colocado la "máscara de muerte negra"; una reliquia que poco ántes el mismo había ignorado, en los cuartos de tesoros, la máscara evitaba los efectos de la niebla oscura de los cuartos secretos del norte, tenía un diseño de lo más exótico adaptada especialmente para el combate, hecha de un misterioso pero resistente metal, era totalmente negra y de diseño poco opulento para ser fácil de usar durante los combates evitando que resbalara o se desajustara, la máscara sólo cubría la zona de la boca y la nariz pero eso era más que suficiente para protegerle de los efectos; el cazador la usaba de manera que las nubes de toxinas, esporas y demás no lo alcanzaran a afectar, y sólo tendría que ocuparse de las raíces y ramas, así como de los fuegos blancos que despedía; Madreselva incluso intento drenar su fuerza vital al usar parte de su follaje en un ataque masivo semejante a una corriente de viento que inundó los alrededores y cubrió completamente al cazador en una vaporosa y enorme masa de pétalos y hojas.
    Cuando la victoria de Madreselva pareció definitiva; un pequeño montículo de pétalos y hojas cerca de ella explotó y el Belmont salió disparado contra Madreselva atacando con una furia implacable, cubierto por su hechizo de fuego había bloqueado el impacto directo de las hojas y había sobrevivido. Su látigo golpeaba terriblemente y el fuego abrasaba las raíces más importantes de la planta; desde mi lugar podía escuchar los aullidos de dolor y furia de Madreselva, poco a poco sus movimientos se volvieron menos certeros y más lentos, poco a poco fué derrotada y quemada. Cuando el cazador se levantó triunfalmente sobre los restos de su oponente tomó una pequeña estatuilla que se encontraba escondida dentro de Madreselva.
    Ésta reliquia le permitiría en resumen abrir las puertas a una de las alas más importantes del castillo, las profundidades de las catacumbas. Mientras el cazador sacaba la reliquia de su pedestal; vislumbré un pequeño retoño de flores blancas detrás de él, sin duda alguna era una descendiente de Madreselva; un nuevo retoño, pero ya que era increíblemente vulnerable, decidí evitar como pudiese la total aniquilación de Madreselva (ya que no teníamos problemas el uno con el otro). "Accidentalmente" golpeé una de las rejas de metal tras la que me escondía y el Belmont inmediatamente reparó en mí; de un salto me arrojó las bolas de fuego pero chocaron con la verja de hierro; yo por mi parte comencé a correr entre las lápidas del cementerio esquivando las bolas de fuego que impactaban a mi alrededor y esquivando llegué hasta un agujero en el muro. Cuando el cazador estaba a punto de alcanzarme me metí en el agujero y me evaporé justo frente a él.
     
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    La muerte
    Ya a salvo en uno de los patios interiores del castillo, seguí husmeando los alrededores y así recabar más información, le pregunté a varios esqueletos que me encontré en mi camino, pero ninguno de ellos parecía haberse dado cuenta de los avances del Belmont, evidentemente seguían pensando que solos podrían detener a cualquier intruso. Me entrevisté nuevamente con Gramur, pero este acababa de enterarse de la muerte de Madreselva y su líder alfa aún convocaba al resto de la manada que se encontraba dispersa, incluso me encontré a una de las "jefas del castillo" una dama conocida como Opereta, ésta fémina era conocida por cultivar una exquisita educación, todos aquellos que la habíamos conocido sabíamos que le encantaba la música y era maestra en el uso de la mayoría de los instrumentos musicales, tenía un tatuaje con forma de la letra Sol en el rostro. Opereta no sabía al respecto, pero escuchó mis advertencias y se preparó para enfrentar al cazador en defensa del señor oscuro.
    Una vez en mi escondrijo, recordé un pequeño detalle de información que se había escapado de mi atención, la primera vez que nos encontramos el parecía estar buscando a alguien y me confundió con ésa persona, ¿Quién podría estar dentro del castillo y ayudando al cazador a acercarse al príncipe de las tinieblas?, quizá fuera la misma fuente de información de la disposición arquitectónica del castillo y quizá así descubrió sobre mis habilidades. Una vez que descubrí esto, me transporté a las salas subterráneas de uno de los castillos al norte, sólo eran en apariencia castillos o construcciones vecinas, pero realmente eran parte del castillo ya que eran como los iceberg del norte, ámbas formaban parte del mismo castillo, pero sólo las puntas sobresalían al exterior por lo que parecían construcciones vecinas, incluso estaban a varios kilómetros de separación.
    En las salas subterráneas me encontré al Oráculo, según rumores que había recogido durante años, se trataba de un adivino, que al empezar a perder sus dones proféticos, había rogado por ellos a la oscuridad, y al vender su alma se los habían regresado, ahora vivía y trabajaba en el castillo. Una vez ahí, le pedí que me dijera sobre el espía en el castillo que le había facilitado información al Belmont. Como siempre hacen los adivinos, me respondió con enigmas y preguntas; frustrado me retiraba, cuando soltó un último retazo de información pero esta vez sí le entendí, "llega a las profundidades de las catacumbas, toma el escudo y mira el cráneo, cuando le veas en la jaula, la información te será revelada".
    Me metí en las catacumbas, la mayor parte de ellas estaban metidas hasta el cuello en oscuridad y si no fuera por El Farolero, probablemente nadie vería nada en el castillo, ya que éste se encargaba de mantener encendidos los fuegos y antorchas de todo el castillo, una figura fantasmal, dotada de un farol lleno de fuego demoníaco el cual nunca se extinguía.
    Sólo conocía un cráneo dotado de suficiente importancia como para ser mencionado por el Oráculo, se trataba de un misterioso escudo en lo alto de una pequeña capilla, donde había un escudo familiar, de un cráneo con ornamentos y hecho de piedras preciosas. Cuando encontré la capilla (hacia años que no bajaba hasta ahí) lo descolgué y apareció una llave negra adornada con dos pequeñas alas de murciélago, un picaporte en una pequeña compuerta que había al norte era exactamente idéntica por lo que llegué hasta la compuerta y al introducir la llave la puerta se deshizo en un chasquido y pude entrar, se trataba de una pequeña habitación del tamaño de un armario de escobas, pero en la parte alta había un tragaluz del cual salían múltiples luces de antorchas encendidas. Me subí a un pequeño taburete que estaba abandonado ahí y me asomé; se trataba del gigantesco mausoleo de La Muerte, una antigua y poderosa deidad habitante del castillo tan antigua como el mismo Drácula; su tumba se encontraba en el centro, una tumba de gran tamaño cubierta de un muy delgado velo y rodeada de múltiples velas. Para mi sorpresa el cazador se encontraba ahí, parado frente a la tumba y esperando a la expectativa; pasaron casi cinco minutos sin que sucediera nada, pero atento como estaba a las acciones del Belmont no me importó esperar ese tiempo; la tapa de la tumba tembló y lentamente se hizo a un lado, una alta y delgada figura salió lentamente de ella y apoyándose en la orilla sacó su cabeza, torso y finalmente se levantó, aún parada en el fondo de su ataúd.
    -Veo que has llegado William-
    -Tú eres La Muerte, eres tú quien me estuvo hablando en mis sueños, y me trajo hasta aquí-
    -Me gusta que seas inquisitivo, sí fui yo quien te trajo, descendiente del clan Belmont-
    -¿Por qué?-
    -Estoy harta de estar en éste agujero esperando que Drácula despierte, así que te traje para que me sacaras-
    -¿Drácula duerme?, es mi oportunidad de acabar con él- dijo el cazador ántes de intentar irse, pero la muerte se lo impidió al atravesar uno de los velos de su sudario en el camino del descendiente de los Belmont.
    -Naturalmente no permitiré que te vayas, y menos acabar al señor oscuro, al menos no en éste momento-
    -Pensé que lo odiabas por haberte metido en éste hoyo-
    -Y lo odio, pero mi supervivencia depende de un ritual complicado y lo necesito vivo, a diferencia de ti- dijo al tiempo que reía
    -Atraviésate en mi camino, y te destruiré- dijo desafiante el hombre mientras se ponía en guardia.
    -Soy la muerte y tú, un simple humano-
    Mientras decían todo ésto la tensión en la atmósfera aumentó considerablemente, ambos se preparaban a batallar, La Muerte materializó una guadaña enorme de las mismas sombras de su alrededor, mientras el cazador se lanzaba corriendo contra ella, cargó un extraño tarro de barro que llevaba escondido entre sus ropas y se lo arrojó a La Muerte, ésta lo destrozó con un hábil movimiento de su cuchilla y se lanzó flotando hacia el hombre, las armas de ambos chocaban con fiereza, pero la muerte se impuso al atacar con más velocidad y precisión arrojando al aire a su oponente, usando sus poderes mágicos conjuró sombras que atacaron al cazador pero éste las reventó usando su hechizo de fuego. La muerte mantenía la distancia y William no dejaba de atacar, una y otra vez impactó en en la muerte pero ninguno cedió; múltiples veces vi como el cazador fué impactado por los ataques de La Muerte, mientras que ésta misma también era impactada por el cazador; a pesar de todo ambos seguían atacando, La muerte conjurando sombras, el cazador usando las armas arrojadizas que había recolectado en su camino y ambos con gran precisión impactaban a su oponente; también cuando creían que su oponente estaba derribado atacaban de cerca con látigo y guadaña, pero aún en ése difícil cruce, lograban pasar el ataque y esquivarlo o bloquearlo.
    Ambos estaban tan parejos que me era imposible decir quién caería primero; tal vez uno pensaría que la diferencia de poderes debería ser obvia, pero la muerte estaba aparentemente debilitada por alguna razón y el Belmont lo sabía ya que reanudaba sus ataques con una ferocidad casi bestial; finalmente, a base de astucia y ferocidad derribó a la muerte.
    -No creas que se me ha pasado por alto tu condición como La Muerte- dijo mientras colocaba una misteriosa vela entre él y La Muerte; -también sé que eres inmortal y eres poderosa- dijo al tiempo que encendía la pequeña vela.
    La muerte lo miraba expectante desde lo profundo de sus vacíos ojos, mientras intentaba en vano re-materializar su arma, pero una fuerza externa le impedía hacerlo.
    -Tomaré tu fuerza para una causa noble- dijo el cazador al tiempo que la luz de las velas de alrededor empezaban a sucumbir a la magia del ritual; levantó ámbas manos y frente a su pecho las unió una en un puño y la otra mano extendida las hizo chocar; apareció un misterioso círculo de luz en el suelo dentro del cual se encontraban ambos contrincantes, un círculo luminoso tallado en el suelo; La Muerte empezaba a desaparecer a momentos, un momento estaba ahí, en otro había desaparecido.
    Intenté intervenir, evitar que La Muerte fuese absorbida por éste sujeto pero al intentar moverme un fuerza me lo impidió, una extraña fuerza me aplastaba contra el suelo y evitaba que siquiera pudiese moverme, mientras frente a mí el profano ritual se completaba; sus ropas se movían como si fuesen azotadas por el viento, pero era debido a la fuerza del ritual; el círculo del suelo brillaba cada vez con mayor intensidad y el ritual se completó al fin, al hacerlo algo rugió atronador desde el fondo del mausoleo, algo enorme y rápido se acercaba, ántes de que nos enteráramos nos golpeó una gigantesca onda de choque y me derribó, el cráneo aún me daba vueltas cuando conseguí re-incorporarme y volver a subirme al taburete; no quedaban rastros de La Muerte y el cazador estaba postrado en el suelo, a juzgar por los ruidos que hacía y sus casi imperceptibles movimientos era presa de un gran dolor; saqué en ese momento mi espada, pero el hombre se reincorporó al fin, tenía la ropa desgarrada y su torso estaba al descubierto, en su pecho había aparecido una marca, parecido a un machón oscuro, pero enseguida desapareció. Al inclinarse a tomar su látigo yo salté de la sorpresa, y seguí sin perder detalle, justo frente a William se había aparecido un hombre, delgado y bien parecido salido de la nada, se mantuvo firme mientras el cazador (que aún no se había percatado de su llegada), recogía su látigo, cuando se reincorporó dio un salto involuntario y se puso en guardia.
    -Tranquilízate Will- dijo el desconocido, su voz era profunda y amable; vestía ropa de alta calidad, sencilla y al mismo tiempo opulenta, mayormente de negro.
    -¿Quien eres?- dijo el Belmont mientras daba un par de pasos para mantener la distancia de su nuevo interlocutor.
    -El rey de éste castillo- dijo sencillamente el aludido- Veo que has sellado a La Muerte en tu cuerpo, ¿Lo hiciste para vencerla, o para aprovechar los poderes de ésta?-
    -Ambas cosas- dijo el hombre mientras cargaba contra el señor oscuro. Éste tomó uno de los velos que otrora cubrían el sepulcro de La Muerte y se lo arrojó al descendiente de los Belmont, cegado cayó de bruces, aparentemente estaba muy debilitado por la lucha y el ritual.
    -Tranquilízate, no vine hasta aquí para pelear contigo- dijo el señor oscuro con una sonrisa.
    -Guárdate tus explicaciones vine sólo a matarte- dijo levantándose el cazador, pero el velo de la muerte se deslizó inesperadamente por entre su cuerpo y lo apresó enrollándose en sus extremidades y su torso de manera que restringió todos sus movimientos y cayó frente al dueño del castillo.
    -Vamos levántate, no quiero tener que levantarte, vamos- dijo con un dejo de fastidio el Conde. El cazador sólo gruñó por lo bajo y se incorporó como pudo.
    -Sé que viniste a eso, pero ambos sabemos que eso no es lo que realmente quieres- hizo una pausa mientras caminaba alrededor del cazador -sé que quieres poder, éso es lo que realmente ansías, es por eso que entrenas hasta desmayarte, por eso viniste, esperabas encontrarlo y por eso te arriesgaste a morir con ése ritual- el Conde colocó ambas manos en los hombros del Belmont desde atrás y prosiguió -Sé que odias a tu padre por meterte en ésto, desde el principio tú no deseabas seguir el camino del clan Belmont, pero te obligó, destruyó todo aquello que amabas para que siguieras con la tradición familiar; claro que una vez lo aceptaste te rendiste a ello- dijo al tiempo que soltaba al hombre y proseguía con su lento andar -Sé también que detestas a tus hermanas, ámbas libres del peso de la carga del cazavampiros, pueden perseguir sus propios sueños y aspiraciones, claro que una de ellas quiere ser como su padre y ser cazadora, pero claro, él no es tán estricto, severo ni inhumano como contigo, ¿No es así?-
    -...- William, se había quedado de rodillas atrapado en el sudario; no trató de hacer ningún comentario ni siquiera parecía haberse enterado de las palabras del conde, pero un sutil, casi imperceptible movimiento de cabeza le dio la razón al Conde.
    -No vine a ofrecerte venganza William, vine a decirte que la maldición del clan Belmont, la rompiste hace mucho- dijo situándose de pie frente a él
    En ese momento algo en el aire cambió, el aire se volvió más frío, más denso, algo ominoso se había levantado y cubría la totalidad del lugar, el cazador se levantó y su mirada reflejaba su odio, su ira contenida durante tanto tiempo. El señor oscuro sonrió, levantó una de sus manos y la colocó sobre el pecho de William, al hacerlo su anillo enjoyado comenzó a brillar en un leve tono púrpura y al retirarla, habían rastros de sangre en la piel humana. William lanzó un leve quejido y se tambaleó, volvió a terminar hincado, el vampiro se hizo un leve corte en la mano con una de sus garras y le ofreció la mano herida al cazador; éste se acercó y bebió las gotas de sangre.
    Todo el tiempo yo había estado viéndolos; sabía que acababan de firmar un pacto de sangre tan fuerte que nada sería capaz de romperlo; el conde me dirigió una mirada y salí despedido de las catacumbas regresando inmediatamente al observatorio.
     
  12.  
    Kimera

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    Epílogo
    Han pasado quince años desde los eventos ocurridos en el mausoleo, ya todos estamos enterados acerca del nuevo integrante de nuestras filas, un sujeto conocido como "El Caballero de la Muerte", ningún otro humano a intentado entrar en los recintos de la oscuridad desde entonces y yo regresé a mi rutina, ha sido difícil particularmente porque no he podido dejar de pensar en mi esposa y mi hijo, deseo saber ¿dónde están?, ¿cómo? y me pregunto si los volveré a ver, sé que no podría ir aunque supiera dónde están, ya que estoy sujeto a la magia del castillo y poner un pie fuera sería convertirme en polvo. Ésas preguntas me rondan día y noche, pero al mismo tiempo no quiero saberlo, ya que implicaría que no están seguros; es una sensación francamente frustrante.
    Por otro lado he actualizado mi conocimiento del castillo, últimamente empezó a dejar de cambiar tan drásticamente y algunos lugares incluso ya están asentados totalmente. A crecido mucho desde la última vez que vagabundee, nuevas habitaciones y salones, incluso nuevas secciones; he escuchado a algunos monstruos decir incluso que hay lugares enteros nuevos, provenientes de antiguas encarnaciones del castillo, (como si el castillo del presente no fuera suficiente), parece ser que el Conde ha planeado mucho para su regreso triunfal y ha encargado a su "favorito" de toda la seguridad.
    También nos han hecho doblar la seguridad ya que el mismo espera enfrentarse de nuevo al clan Belmont y a sus aliados. Nunca había visto una movilización así, es impresionante; el observatorio sigue siendo poco frecuentado, por no decir casi olvidado, excepto por una ocasión, de hecho ésta mismo noche, una bruja ha entrado aquí al observatorio y me ha pedido que vaya a ver al oráculo ya que me ha mandado llamar.
    Voy rápidamente ya que nunca me había sucedido ántes, ¿Para que querrá verme?
    Una vez llegué, el Oráculo me recibe sentado en su losa de piedra -Te he hecho venir porque he tenido una visión del futuro de ti, una que me ha dejado... confundido-
    -¿Confundido?- pregunté sin entenderle gran cosa,
    -Sí, me ha dejado perplejo, ven acércate y lo verás- me dice al momento que señala un plato de plata que descansa junto a él, y que esta rebosante de agua. Me acerco al plato y miro el interior, lentamente se forman delicadas figuras en la superficie, como si se trataran de reflejos, al acercarme más de pronto las imágenes me envuelven y me encuentro sumergido en la visión; me encuentro en la prisión, un pequeño lugar lleno de jaulas y donde se encuentran un hombre y una mujer, ambos en excelente condición física, se les nota heridos de gravedad, el hombre sangraba de un costado y la mujer tenía golpes y cortadas en el rostro y espalda; ambos inconscientes; descansando en una mesa lejana se encontraban sus pertenencias, varias armas como cuchillos, agua y dos libros de encantamientos, una par de espadas de aspecto usado y poco cuidado, pero lo que me llamó la atención de inmediato fué la última espada que se encontraba junto a las otras dos, se trataba indudablemente de Hilo de Plata, mi espada de plata encantada; acto seguido las paredes alrededor de mi se desmoronaron y la visión fué sustituida por una nueva; me encontraba en mi escondrijo, iluminado por un cabo de vela; ahí se encontraban varios de mis tesoros que había recolectado en mi vida ahí (la mayoría era pura basura), recostado en el centro de la estancia se hallaba el hombre de la prisión, era un hombre joven, apostaría que rondaba los treinta años de edad, con la complexión de un guerrero,y llevaba ropa en su mayoría de tela gruesa, metal y cuero, botas, un par de cinturones y una chaqueta larga (la mayor parte de su ropa era café); llevaba cabello corto y estaba inconsciente; a su lado estaba yo mismo, sentado, con un tarro medicinal entre mis manos.
    Una vez que terminó la visión el Oráculo había desaparecido, sin nada mejor que hacer regresé al Observatorio, yo sabía que el Oráculo me había dado ésa visión para averiguar un poco más de mí, ya que deseaba saber mi relación con el cazador; desde el primer momento yo me había percatado de su identidad como cazavampiros y me dí cuenta de sus verdaderas identidades; se trataba de nada más y nada menos que la hermana del anterior Belmont que había llegado ahí, una de las hermanas de William, y el otro era sin duda alguna Nathaniel, mi hijo, el cual a pesar de mi advertencia, había regresado.
    Mientras reflexionaba La puerta Oeste comenzó a chirriar al ser abierta.
     
  13.  
    Misuzu

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    Capricornio
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    Edité muchos capítulos que estaban totalmente en negrita, llevas tiempo en el foro, sabes bien que eso está prohibido.

    Algo verdaderamente notable es que todo está muy pegado, no separaste párrafos ni nada. Tampoco usas guión largo, y los diálogos también necesitan su separación. Debe editar.

    Otra cosa es que publicaste todo de una, eso no es recomendable, lo adecuado es ser paciente y publicar máximo tres capítulos por semana para que el lector lleve la secuencia y tenga tiempo de comentar. ¿Y el título de la historia como tal? Esto si no puede faltar, no puedes colocar fanfic de equi cosa, eso en realidad iría entre corchetes al lado del título.

    Una última cosa, y con esto compruebas y que no sé nada de la trama y por ello ni por encimita puedo comentar, ¿esto no es un juego? Vi que era una película también, pero de videojuego también al parecer; dime porque sino debo moverlo a su foro correspondiente.
     
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