Long-fic Das sentido a mi vida [Sesshomaru&Rin]

Re: Das sentido a mi vida [Sesshomaru&Rin]

Estos días lo que estoy escribiendo me parece malo T.T

¿Es capaz de conceder deseos?

A pesar de que no fuese el día de mí cúmplenos, estaba tan nerviosa que a penas había dormido dos horas. Había permanecido dando vueltas en la cama continuamente. ¿Le gustaría el regalo? ¿Qué pensaría a ver semejante baratija?

Por un momento se me había olvidado todo, Yamato, Sesshomaru, Kikyo… Pero eso duró poco, siempre acababan volviendo a mi cabeza dos de aquellas tres personas. Naturalmente, con Kikyo no tenía problema ninguno. Las dos personas siempre eran Yamato y Sesshomaru.

-¿Por qué no puedo volver a la vida tranquila de siempre? – Murmuré mientras me pasaba las manos por el rostro. – Si pudiese… si pudiese olvidarme de todo…

Dejé la mirada fija el techo, los pensamientos comenzaron a pasar como imágenes por mi cabeza. De repente sentí un frío insoportable y me tapé con las mantas, ya que estaba en la cama todavía.

-“Si pudiese…” – Pensé, apreté las manos formando dos puños y cerré los ojos.

Una luz dejadora llegó hasta mis ojos, aun que los tenía cerrados, podía ver el destello rosa. Abrí uno de ellos poco a poco para ver que estaba sucediendo. Me sentí cegada por momentos, no sabía de donde provenía la luz y tampoco sabía por que había comenzado a aparecer.

-¿Olvidar? – Un susurro suave llegó hasta mis oídos, era cautivador y contundente. - ¿Eso es lo que quieres?
-“Si…” – Respondí en mis pensamientos.
-Entonces… - Me susurró la voz otra vez. - ¡¡Olvida!!

La rosada luz se hizo mas intensa. Me era imposible tener abiertos los ojos, si los habría probablemente quedaría ciega.

-¡¡No!! – Alguien gritaba. ¿Quién estaba gritando? Los gritos cada vez me hacían desesperar más.

Una extraña sensación me oprimía el pecho, no llegaba a notar lo que era realmente. ¿Qué estaba pasando? ¡Tenía miedo! Tenía mucho miedo… ¡Ya no quería olvidar!

-¡Para! – Grité contundentemente. - ¡No quiero olvidar nada! – La opresión que sentía en mi pecho se pronuncio. Por fin pude averiguar lo que me sucedía, alguien me estaba ahogando. Respiré dificultosamente y luché por encontrar a ese alguien. Agité mis manos en el aire pero no había nadie.

-¡¡No le hagas nada!! – La misma persona de antes gritaba de nuevo. Estaba desesperado.

El destello disminuyó su intensidad lentamente hasta que desapareció. Aproveché entonces, para abrir los ojos y observar lo que sucedía a mí alrededor. El cuarto seguía como siempre, no había nada fuera de lugar. ¿Entonces que había pasado?

Me senté en la cama, agotada y prácticamente sin aire. De pronto pude escuchar como algo se rompía, como se resquebrajaba en mil pedazos. A mis manos cayeron pedazos de un material dorado. De mis ojos comenzaron a brotar unas lágrimas involuntarias al reconocer que era lo que se había roto. Aquellos pedazos eran del colgante de… de la persona a la que probablemente mas quería en todo el mundo. Más incluso que a mi misma.

La esfera cayó también dejando la cuerda del colgante sobre mi cuello. Me sobresalté al ver que se había oscurecido, hasta alcanzar el color de petróleo. Extendí mi mano izquierda hacía ella para cogerla, para que volviese a su color habitual. Al fin y al cabo, siempre que la tocaba volvía a ser rosa. De ella salieron algunos rayos rojos que me impidieron tocarla.

-¡¿Pero qué?! – Agité la mano y golpeé la perla, me arrepentí por haberlo hecho. Mi mano también comenzó a tomar el color negro que el fragmento tenía. -¡¡Maldita sea!! – Me llevé la mano al pecho y la sujete con la otra. ¿Qué estaba ocurriendo con la tan preciada esfera?

De pronto en el fragmento apareció un ojo de color rojo.

-¡¡Aah!! – Grité mientras sujetaba mi mano con fuerza.

Desperté en mi cuarto, en mi tranquilo cuarto.

-“¿Una pesadilla?” – Me pregunté a mi misma. ¡Pero era imposible! Hacía años que no soñaba nada.

Instintivamente quise saber si mi mano había vuelo a la normalidad, llevé mi mano hasta mis ojos y la observé durante minutos mientras pensaba.

-Esta como siempre… ¡Ah! ¡El colgante! – Llevé las manos hacia el cuello, allí estaba la pelota. Entera. – Todo ha sido un sueño… - Murmuré.
-¡¿Rin?! – El abuelo golpeaba la puerta con insistencia.
-¿Qué ocurre? – Preguntó mamá.
-Nada, solo ha sido una pesadilla. – Los tranquilicé.
-Esta bien… - Dijeron al unísono.

Pero aún así… parecía tan real. Había sentido el miedo realmente y mi corazón seguía tan nervioso como en el sueño. ¿Por qué tenía aquella sensación?

Ya estaba camino a clase, como siempre. Me encontré a Kikyo en compañía de Kagome y Sango. Aquellas dos me miraron atentamente y Kikyo se aproximó hacia mí.

-¿No crees… que va siendo hora de que arregléis todo? – Me agarró de la mano y empujó de mi para dejarme frente a ellas.
-Ah… - Salió de mi boca.
-¡Lo sentimos! – Las dos miraron al suelo y juntaron las manos. - ¡Los sentimos de corazón! – Dijeron al unísono.
-Ah… - Volvió a salir de mis labios, esta vez tenía en entrecejo fruncido.
-Realmente… yo ya lo tenía olvidado. – Sonreí falsamente, como siempre…
-¡Rin! – Me gritó Kagome para llamar mi atención. – No entendíamos tu dolor hasta hace poco. Estuvimos hablando con Kikyo… y no hizo ver las cosas de otra forma. Creo, que si debes proteger lo que quieres puede ausentarte o dejarnos plantadas cuantas veces quiera.
-¡Di que nos perdonas, por favor! – Me rogó Sango.
-No tengo nada que perdonaros, es normal que estuvieseis molestas.
-¡¡Bueno chicas!! – Kikyo nos cogió por la espalda y nos empujo hacia delante. – Vayamos a clase.

En aquellos momentos me sentía realmente feliz por haber recuperado a aquellas dos cotillas. Aunque a simple vista no pareciese que me agradaban, en mi interior las necesitaba para vivir feliz. Por el camino íbamos charlando escandalosamente, bueno, más bien, iban charlando escandalosamente. Yo pensaba en lo mismo de siempre, mi cabeza no tenía espacio para pensar en nada más.

Cuando me di cuenta ya habíamos llegado al instituto y estábamos entrando por la puerta. La clase estaba, más bien, vacía y silenciosa. Entramos lentamente, poco seguras de si habría clase o no la habría. Kagome y yo nos sentamos en nuestro sitio, Kikyo se giró en su mesa para mirarnos y Sango se trasladó al lado de ella.

-Me pregunto donde estará Sesshomaru. Siempre llega de los primeros. – Comentó Kagome mientras me miraba de reojo esperando alguna reacción.
-No se… - Murmuré. ¿Qué reacción esperaba de mí? ¿Una escena dramática?

Fui a por el libro de la primera hora, teníamos ingles. Lo cogí y volví a mi sitio.

-Ayer… - Comenzó a contar Sango. Estaba dada la vuelta, al igual que Kikyo, con las manos apoyadas en nuestras mesas y con una mano en la que apoyaba la cabeza. – se me acercó Miroku.
-¡Que me dices! – Murmuró Kagome en un tono de asombro fingido.
-Me ofreció salir con el.
-¿Qué dijiste?
-Pues, me fui del lugar… - El color blanco de la cara de Sango comenzó a tomar un color rosada.
-Vaya, - le dije – no sabía que te gustaba.
-¡No me gusta! ¡Miroku es: inmaduro y mujeriego! – Gritó a los cuatro vientos olvidando que, aunque poca, había gente en clase.
-Esto… - Kikyo hizo un gesto con la cabeza haciendo entender a Sango que mirase hacia atrás.

Sango se giró lentamente y frente a sus ojos apareció Miroku. Tenía un brillo malvado en la mirada. Sonrió y se acercó lentamente hasta la cara de Sango.

-Así que… - Susurró. - ¿Te gusto? – El brillo de sus ojos se hizo mas intenso y la sonrisa se pronuncio más aún.
-¡No! ¡No! ¡No! – Como resultado a esto, Sango se puso nerviosa y le asestó un tortazo en uno de los lados del rostro. - ¡No! – Gritó finalmente levantada en su sitio y respirando con dificultad.

Kagome se acercó a mi oreja y abrió los labios para decirme algo.

-Menudo golpe…

De pronto la clase comenzó a llenarse rápidamente, todos venían muy animados, charlando entre si y jugando, a lo que yo pude definir, a quien era mas idiota. El ultimo en entrar por la puerta fue Sesshomaru, llegaba serio, como siempre, pero aquella vez estaba mas serio aún. Cerró la puerta de golpe y fue a su sitio sin mirar a nadie. Me pareció ver que murmuraba algo, pero no le di la más minima importancia.

Segundos después llegó el profesor de ingles, Naraku. En la clase el ambiente se notaba tenso cuando el llegaba, pero aquella vez… aquella vez había una tensión especial. Sesshomaru lo miraba con desdén y Naraku lo miraba con malicia, demasiada para que solo fuese manía a un alumno.

Algo me llamó la atención en Naraku, en su ojo tenía una mancha negra, que lo cubría por completo. Era similar al moratón que quedaba después de un golpe. Me quedé observándolo y preguntándome que sería.