One-shot de Naruto - Cosa de todos los años

Tema en 'Fanfics Terminados de Naruto' iniciado por Fernandha, 31 Diciembre 2016.

  1.  
    Fernandha

    Fernandha Maestre Usuario VIP Comentarista destacado

    Acuario
    Miembro desde:
    17 Agosto 2010
    Mensajes:
    3,169
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Título:
    Cosa de todos los años
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    4418
    Aclaraciones: La siguiente historia se basa en el manga de Naruto (capítulo 700), omitiendo cualquier otro extra respecto a Boruto. (No película, no manga, no nada más allá). Dicho esto, sí: es medio AU, perdonen el posible Ooc. Al único que metí fue a Mitsuki, porque me quedaba sin ideas.

    Palabras: 4,099 palabras sin sentido alguno.

    Fandom: Naruto, específicamente el manga.

    Para: La actividad de Kinght (Un diciembre de locos en Konoha)

    Escrito: 20 de diciembre - 2016

    Corregido y terminado: 31 de diciembre - 2016

    Por último: ¡Felices fiestas!

    ANTES DE COMENZAR...

    Me tocó el número 2 de la actividad, así que intenté llevarlo lo mejor que pude. No soy de escribir comedia porque… no sé, con base en lo anterior me gustaría aclarar que combiné otro géneros (las reglas lo permiten) y que espero que mínimamente les agrade. Porque tenía otra idea respecto a esto (no me malentiendan, me gusta el fandom mas no así sus hijos, jajaja) y terminé realizando algo totalmente diferente a mi borrador inicial.

    NO DA RISA, LO SIENTO.

    En realidad ni supe terminarlo, me bloqueé pero hoy era el día límite y... ya pueh'~


    Cosa de todos los años

    Shikadai bufó molesto ante el ruido, mas no hizo nada más que reacomodarse en la rama del árbol y observar a sus amigos, quienes hablaban donde Boruto corría de un lado para el otro junto a Himawari. Cruzó sus brazos detrás de la cabeza y dejó caer su peso en la corteza casi congelada.

    La aldea brillaba a unos cuantos metros, las risas extendiéndose desde donde se encontraban hasta el núcleo de la sociedad; el olor a estofado y las carreras de los niños con bolas de nieve en mano sólo indicaban una simple cosa: navidad. Y Shikadai, por muy hijo de Shikamaru que era, de verdad amaba esa festividad como cualquier otra… pero el tener que desbordar ese gusto en cualquier otra actividad que no fuese el ingerir alimentos o desenvolver sus regalos se le hacía molesto. Fastidioso.

    —¡Anda a jugar! —le gritó Boruto detrás de un montículo de nieve.

    El chico rió con desgano.

    —Prefiero observar cómo se cansan sin razón alguna, no me nace bajar a congelarme más de lo que ya lo hago —Himawari rió a un costado de su hermano ante lo dicho por Nara.

    Inojin soltó una risilla más discreta a comparación de la carcajada de Chôchô, razón por la cual codeó a su amiga un poco para frenarla, ganándose así un pequeño golpe en su espalda baja acompañado de otra delicada risa. El Uzumaki mayor, ignorando dicha acción, golpeó el suelo para tomar impulso a una rama cercana de su amigo, dejando a su hermana junto a los demás.

    —Aburrido —bufó el niño.

    —Bien puedo estar en mi casa comiendo, pero estoy aquí debido a que mencionaron hacer algo bueno antes de la noche de navidad.

    —¡Y lo haremos! Sólo necesitamos tiempo…

    —Llevan jugando media hora —Nara soltó un bostezo antes de estirar su cuerpo y volver a acomodarse—. Nada productivo a mi parecer.

    —En todo esto nunca ves nada productivo.

    Antes de poder replicar algo, Chôchô lanzó una bola de nieve en dirección a los chicos. Shikadai evitó el impacto mas no así el rubio, quien cayó al suelo junto al exceso de nieve que había en el árbol.

    —Anda a jugar pues, niño bonito —rió la morena tomando su bolso para, posteriormente, sacar una bolsa de frituras y comenzar a correr.

    Boruto limpió su rostro y tiritó lo debido antes de mascullar una palabrota e ir en dirección a la niña, Inojin suspiró con cansancio antes de seguirlos para evitar más destrozos que, sabía, el hijo del Hokage podía hacer. Himawari miró curiosa la espalda de sus amigos y sonrió antes de tomar la manga de la chaqueta de Nara y correr también; por otra parte el chico bufó levemente dejándose llevar por la menor.



    ..

    .

    Naruto miró, por tercera vez en esos quince minutos, la lista que tenía en frente. Por muy idiota que fuese, el Hokage sabía de la importancia que tenía el preservar un poco más la inocencia de sus hijos respecto al inexistente Santa… tal vez un poco más la ilusión de Himawari que su hijo, pero Hinata había dejado en claro que debía intentar.

    Eso y que si llegasen a enterarse de la verdad Sakura también era capaz de golpearlo en sus partes bajas en el supuesto de que Sarada fuese informada por Boruto también.

    —¡Ahhh! —soltó al aire mientras rascaba su cabeza con frustración.

    El problema no era conseguir los regalos, el problema era entregarlos.

    Desde que su hijo había entendido que Santa significaba regalos, ideaba cada año un plan para "atrapar al gordo de barba blanca" y su hija, tan apegada a su hermano, solía seguirlo. Lo cual terminaba por complicarle las cosas cuando él sólo quería dormir y soñar con ramen.

    —¿Atareado, eh? —Shikamaru entregó unos informes. Uzumaki despertó de su ensoñación y asintió conforme, soltó un suspiró y miró a su amigo.

    —¿Qué hago?

    Nara lo miró, analítico como siempre. Terminó por sonreír con su desgano característico.

    —Sólo tus hijos son tan complicados.

    —¡Eso lo hace peor! Hinata comprenderá, es su madre y los conoce… ¡Pero Sakura me matará! —lloriqueó infantilmente antes de recostar su cabeza en la mesa—. Mi Himawari tendrá sus lindas ilusiones rotas si se entera que papá la ha engañado —siguió.

    —Demasiado problemático, Hokage. Concéntrese en los informes y luego vea cómo seguir.

    —¡No me hables como si fueses un subordinado!

    Shikamaru le miró burlón.

    —¡Lo eres! P-Pero eso no significa que debas tratarme como tu jefe, ¡eres mi amigo!

    —Lo que digas, Naruto.

    El hombre caminó hacia la salida y el rubio, frustrado, sólo atinó a usar su último recurso.

    —¡Si fallo en eso las mujeres me matarán! —el de cabello negro hizo el ademán de haberlo escuchado mas no así de detenerse—. ¡Y Temari terminará enojada contigo también! —soltó algo histérico.

    —La problemática será contigo, jefe.

    Naruto sonrió al verlo girar.

    —Oh-oh, pero ella no vive conmigo. No seré yo quien la soporte cuando nadie vea —sonrió triunfante.

    Shikamaru farfulló una palabrota antes de bufar algo irritado, regresó los pasos dados y encaró a su tonto rubio amigo.

    —¿Qué planeas?

    Uzumaki sonrió cual bobo gato, levantó los brazos antes de dejarlos caer en un golpe sobre la mesa e incorporarse.

    —¡Llama a los chicos, la misión Santa empieza hoy!

    Nara suspiró, perdida la cuenta de ellos desde que ingresó a la oficina, mas asintió y masajeó su cuello con levedad.

    Será una larga noche, pensó.



    ..

    .

    Sarada, quien charlaba amenamente con Mitsuki, se percató del lío que se avecinaba. El chico a su lado miró curioso cómo Chôchô derrapaba y, jalando a Inojin y Shikadai del cuello, se adentraba en una calle. Boruto corría detrás, saltando entre los tejados de vez en cuando para mayor visibilidad mientras Himawari venía con un paso más ligero sin perder detalle de su hermano.

    Mitsuki regresó su vista a la Uchiha quien, no decepcionándolo, comenzó a juguetear con sus manos mientras la ansiedad de seguir al rubio hijo del Hokage se hacía presente; se preguntó por un momento si Sarada había pedido para esa navidad algo relacionado a los gustos de Boruto mas desecho la idea tan rápido como había llegado.

    Santa no existía, Orochimaru no era buen padre a fin de cuentas, pero entendía de alguna forma más superficial el significado que se le otorgaba por lo cual guardó silencio respecto al tema en sí, decidiendo cambiar su cuestión y llamar la atención de su amiga de nueva cuenta, carraspeó.

    —¿Crees que Boruto haga algo otra vez?

    Sarada volteó a verle.

    —El año pasado colocó trampas en toda la aldea, más de uno estuvo enojado con él —bufó—. No sé por qué no entiende que Santa no es tan fácil de atrapar.

    El chico rió y la Uchiha le observó curiosa.

    —Nada, nada —dijo—. Teniendo en cuenta que los lleva a todos ellos supongo que el plan cambió y en vez de atacar en solitario optó por algo más elaborado.

    —¿Boruto ideando algo complejo?

    —Tienes razón. Si convence a Shikadai todo tendrá un final distinto.

    Se escuchó un grito y miraron a la derecha, donde una carreta había sido volcada.

    —¡Déjame, gorda! —Inojin trató inútilmente de soltarse. Chôchô en respuesta golpeó su cabeza, dejando caer a Shikadai en el proceso.

    —¡Maldición, Chôchô! —se quejó el Nara escupiendo nieve.

    —¡Tú cállate, niño bonito!

    —¡Chôcho y Shikadai son novios! —Boruto se paró en seco antes de gritar y sonreír cual bobo, Himawari se colgó en la espalda de su hermano al tiempo en que lo jalaba para huir.

    La morena se detuvo, dejando a Inojin en un pequeño conjunto de nieve.

    —Repítelo —siseó la niña.

    Uzumaki le miró retadoramente, Sarada bufó algo parecido a "idiota" y Mitsuki sólo rió atento a todo lo que ocurría. Nara se incorporó con enfado.

    La niña apenas tuvo tiempo de separarse de su hermano cuando vio como una montaña de nieve iba en su dirección.



    ..

    .

    Konoha era hermosa.

    Había vuelto a nacer de los escombros que malas decisiones habían dejado, se había defendido de los ataques de organizaciones con ideologías arcaicas y aún así había logrado progresar como nunca se imaginó. Entre sus calles se encontraban los frutos del esfuerzo, los recuerdos de una guerra… pérdidas, victorias, amistades, familia, romances, peleas… vida.

    Konoha era hermosa.

    Todos los días, todos los años. Pero navidad la hacía resplandecer aún más.

    El aroma de la comida recién preparada, las risas de los niños mirando las tiendas y la calidez de los padres por tan inocentes acciones; las bromas de los estudiantes sobre quién recibiría más regalos o los discursos tradicionales sobre el buen comportamiento. Las bromas de los adolescentes que se empeñaban, a su manera, de no matar las ilusiones de los infantes. De mantener viva esa llama, ya que en un mundo ninja como aquél no sabías cuándo todo podía terminar.

    Konoha era hermosa y Naruto la amaba tanto o más de lo que antiguos Hokages pudieron haberla amado. Y es que, de sus manos y de sus habitantes, la aldea oculta entre las hojas había cambiado.

    Los habitantes amaban a su Hokage, los más ancianos los recordaban de niño, los adultos se sentían orgullos de haber crecido con él y los niños se lo idealizaban como un héroe pese al tonto que a veces veían.

    Por eso, de alguna forma —muy en el interior además—, ninguno de sus amigos podía decirle que no. No a Naruto.

    No al héroe que había sacrificado más que cualquiera y aún así sólo había sonreído antes de tomar tu mano para seguir avanzando. Todos lo querían, lo respetaban y no por su puesto en la aldea, no exactamente por su poder… lo respetaban debido a que, de una fantasiosa forma, él era la representación en carne y hueso de la perseverancia, del trabajo duro… de los sueños.

    Así que el primero en presentarse fue Kiba, porque a pesar de no ser padre él sabía que si Naruto necesitaba algo —por muy idiota que pareciera— él estaría ahí. Se lo dijo en la guerra y se lo seguiría repitiendo: tú caes, todos caemos. Porque era verdad. Podían vivir sin él, claro, era parte la vida mas eso no indicaba que todos estuvieran bien. A veces darle la fuerza a alguien más de destruirte con sólo irse era lo más peligro y también lo más estupendo de todo.

    —Bien, ¿qué pasa?

    —¿Dónde están los demás? —Uzumaki dejó el papeleo en la mesa antes de quitarse la capa y mirar a su amigo.

    —Ya vienen y Chôji dijo que pasaría por unos bocadillos, al parecer Karui descubrió su escondite de comida —rió.

    El rubio secundó la risa, se acomodó en su silla y bostezó. La puerta se abrió dando paso a los demás.

    Shikamaru bostezó para colocarse después a un costado de Uzumaki. Kiba, Chôji y Sai se posicionaron frente la mesa, Lee entró riendo seguido de un silencioso Shino para después de recargarse en la pared a los costados de la entrada.

    Antes de poder Naruto decir algo, Shino habló.

    —No tengo hijos y no veo razón por la cual deba realmente estar aquí, ni Lee ni Kiba. Menos él, sólo tiene perros —señaló el hombre.

    —Al menos tengo una mujer —le retó.

    —¿Tamaki es tu mujer? —preguntó Lee confundido.

    Chôji rió, apretándose los costados con fuerza mientras Sai veía todo sin inmutarse si quiera, optando por mirar donde el Hokage se encontraba observando un pedazo de papel que —suponía— era una lista. Nara se acomodó en el suelo para dormitar.

    —¿Qué hacemos aquí? —cuestionó finalmente.

    Shino dejó de usar sus insectos en alejar a Kiba y se irguió.

    —¡Misión Santa, por supuesto! —gritoneó Naruto.

    Lee cruzó los brazos con una gran sonrisa.



    ..

    .

    —¿Qué te pasó?

    Himawari abrazó a su madre quien, algo divertida y preocupada, frotaba los brazos de su hermano mayor con una manta.

    —Estás totalmente frío, hijo —Hinata acarició su cabellera—. Anda a bañar o enfermarás, debemos alistarnos para la cena de hoy.

    —¡Y mañana estarán los regalos de Santa! —la mujer le sonrió con cariño a su hija.

    —Así es.

    —¡Y este año lo capturaré! —Boruto atrajo su atención de nueva cuenta, haciéndole reír un poco.

    —No podrás ser un gran guerrero si enfermas —le dijo cobijándolo más pese a la insistencia de su hijo para evitar la vergüenza.



    ..

    .

    La noche del 24, la familia Uzumaki organizó una pequeña cena con todos sus amigos e hijos donde —después de varias promesas de algunos padres sobre que Santa los encontraría pese a no ser su casa— se les permitió quedarse a dormir. Más por la necesidad de descanso de la joven generación que por ellos.

    Casi todo se encontraban ahí a excepción de Mitsuki, como siempre, andaba en alguna parte de la aldea ocupándose de asuntos privados y no podía acudir.

    Ino fingió no darse cuenta de las verdaderas intenciones, menos aún que Sai solía observar cómo su hijo miraba con algo de anhelo el árbol situado en el centro de la gran casa que, como Hokage, Naruto disponía para grandes eventos a pesar de vivir en otra más pequeña. La rubia sonrió con disimulo para después observar a Sakura y asentir.

    Karui codeó levemente a Chôji para evitar que comiera más de lo debido y suspiró mirando a su hija que, como su padre, la ignoraba a favor de rellenar su plato por cuarta vez en la noche. Temari, por su parte, picoteaba las mejillas de su marido sólo con el afán de fastidiarlo y entretenerse un buen rato ella; Gaara no llegaría hasta el día siguiente y las correctas —además de formales— presentaciones ya las había hecho por lo cual se encontraba aburrida.

    Shikamaru miró a su rubia esposa con irritación mas no hizo ademán alguno de querer retirar las manos; prefería tenerla contenta con infantilismos que enojada sin razón. Más aún sabiendo que quizá esta noche todo terminaría en un desastre, como solía pasar cada vez que armaban una misión sin 'aparente importancia'.

    Por otro lado era Boruto el más emocionado, lo cual hacía a Naruto dudar si era por el evento actual o por el nuevo plan ideado para dar con el gordo de los regalos, evitando sentirse más nervioso de lo que era sano prefirió relajarse. Igualmente si él en específico no lograba una victoria con la entrega sabía que alguno más lo haría.

    El acuerdo al que habían llegado era tan simple que evitaría quizá cualquier contratiempo… mas Uzumaki sabía, porque no por nada se consideraba a su hijo un reflejo de él, que no la tenían fácil. Aún podía recordar, no sin cierto dolor, cómo había logrado escapar por los pelos de la sala pese a las trampas de Boruto y, aún así, haber quedado con una marca vergonzosa de una bota en su retaguarda que Hinata, por supuesto, debió atender con algunas risillas de fondo.

    Desviando su mirada azul se centró en el bandejita delante. Carne y otros platillos tan magníficamente preparados que sólo le hacían agua la boca; esperando también el que Sasuke hiciera caso a su misiva de regresar por lo menos para la mañana de navidad (entendiendo, sin embargo, que sería ignorado) , procedió a comer. Ese ingrato debía de dejar que Sakura se encargara de la educación de Sarada, sólo Kamisama entendía las consecuencias. La niña aún estaba en el buen camino del temperamento —miró la mueca de desagrado que hizo la mencionada ante un eructo de Chôchô—… o tan buen camino como se podía con las influencias que tenía.

    Rió causando una curiosa miradilla de Hinata, negó divertido antes de volver a su comida no sin notar, por supuesto, el intercambio de gestos entre los jóvenes. Shikamaru le miró enfadado, unas sillas más adelante Kiba resopló burlón.

    Sí, su hijo tenía un plan.

    Y sí. Contaba con aliados.

    Tragó su bocado divertido antes de llevar de beber de su respectiva taza.

    ¡Pues él también, cómo no!



    ..

    .

    Caminando con el mayor silencio, Boruto hizo la seña a Inojin de avanzar. El hijo de Ino miró con irritación a Shikadai junto a Himawari situados al otro lado del pasillo, se posicionaron a ambos lados de la puerta y observaron el gran árbol.

    Ningún movimiento inusual aún, la parte inferior seguía vacía y todos parecían dormidos a excepción de ellos. Uzumaki sonrió triunfante, quizá todo saldría bien por una vez y descubriría el mayor secreto de todos: ¿cómo se veía en realidad ese tipo?

    Un ruido de la otra puerta lo distrajo. Su amigo igual de rubio le miró interrogante al no notar nada y él tampoco supo qué decir al respecto, de pronto una figura salió de la nada en dirección al árbol e hizo el movimiento de mano tan rápido que escuchó cómo Shikadai mascullaba algo antes de hacer el movimiento del Kagemane no jutsu para hacerse de la sombra que se proyectaba por las luces navideñas —esas que sabía le encantaban a la madre de su amigo y las cuales solía exagerar la madre de Sarada—.

    Shikamaru, escondido entre las sombras, atinó a sonreír con algo parecido al orgullo ante lo hecho —un movimiento burdo y que fácilmente podía ser roto pero con una buena base— y pronunció un poco más la pequeña sonrisa al ver cómo Kiba abría los ojos entendiendo qué era lo que pasaba —sorprendido un poco, quizá, de cómo su amigo podía salir de ello mas sabía que no debía—. El hombre trató de dejar sus partes laxas antes de adoptar una pose durmiente.

    —¡Es el tío Kiba!

    —Está dormido —murmuró Himawari.

    —¿Será sonámbulo? —la voz somnolienta de Chôchô se hizo presente.

    Nara padre vio a Boruto sonreír.

    —Neee —resopló—, pásame un plumón.

    Sintió cómo Naruto se atragantaba con su saliva para evitar reírse.

    Minutos después y con un Inuzuka rayado situado en el sillón cercano a la ventana, los niños volvieron a tomar posiciones.

    Lee se ofreció como voluntario a la carnada y se retiró del escondite, movió la mesita de la entrada opuesta a la de los niños y se escapó cuando sintió cómo, alegres y quizá demasiado comprometidos, le siguieron por el ruido.

    Si alguien algún día le preguntara al hombre él diría que corrió y se escondió sabiamente, pero la verdad era que resbaló antes de ingresar a la ventana y terminó dentro de un montículo de nieve del patio trasero. Donde, temblando y todo, tuvo que permanecer hasta la retirada de los niños.

    Por su parte, los demás adultos aprovecharon el colocar cada regalo debajo. Casi terminando y sólo faltando los de Himawari y Sarada escucharon a los niños regresar; Kiba, idiotamente, no tuvo más opción que fingir nuevamente su estado para ir a chocar contra la pared una y otra vez.

    Fue Inojin quien, con aparente lástima, condujo al hombre dormido de nueva cuenta al sofá.

    —Esto no nos llevará a ningún lado —susurró regresando mientras miraba los regalos debajo del árbol—. Ya es muy noche y mañana será un largo día si no dormimos algo por lo menos.

    —No seas aguafiestas —Chôchô bostezó—. Si atrapamos al hombre los regalos no serán de un solo día.

    —¡Cállate, gorda! Que aún recuerdo la nieve en mi cuerpo —farfulló.

    Shikamaru apenas atinó a sujetar a Chôji mirando molesto la fastidiosa sonrisilla de Sai —que, si no se miraba de cerca, parecía más una mueca—. El "no es momento" de sus ojos hizo controlarse a los hombres.

    Un estornudo los puso en guardia mas sólo miraron a Lee temblar en su regreso a la casa antes de meterse por la ventana de su habitación.

    —¡Lo perdimos! —la palabrería los trajo de vuelta.

    Himawari se acercó, mordiendo su labio inferior antes de ver a su hermano.

    —No tengo regalos.

    Naruto quiso ir abrazar a su hija mas tres pares de manos lo detuvieron.

    —¡De eso nada! —frunció el ceño—. Encontraremos a ese anciano y le enseñaré que con mi hermana no se mete.

    La niña infló los cachetes tratando de retener las lágrimas. Boruto sólo agradecía el que su hermana no se hubiera enfadado como aquél día en la ceremonia de su padre.

    Shikadai se acercó fastidiado.

    —Faltan regalos —volteó parar mirar a los demás.

    —¡Yo no tengo nada que ver! —Chôchô levantó las manos.

    —Yo estaba allá afuera con ustedes —el tono enfadado de Inojin sólo les hacía comprobar que estaba cansado. Y nadie quería realmente comprobar qué tan cierto era lo del temperamento heredado de su madre Ino.

    —¡Eso es culpa de Santa! —Boruto gritó—. ¡Ese gordo ya está aquí y sólo está jugando con nosotros y deberíamos de-

    Silencio —la voz casi ronca de Sarada les erizó la piel hasta a los adultos cuando interrumpió al rubio.

    —¿Q-qué haces aquí? —tartamudeó Boruto.

    Estaba dormida cuando el alboroto en frente de mi recámara se hizo más fuerte.

    Aprovechando el momento de distracción para los menores, los adultos procedieron a dispersarse. Cada uno tomando el papel correspondiente de forma rápida pues faltaban pocas horas para el amanecer.

    —¡L-Lo siento! —farfulló el hijo de Uzumaki.

    —¡Pues-

    —¿Qué hacen aquí? —La voz tranquila de Sai se hizo escuchar, fingió un bostezo y rascó su estómago como le había indicado Shikamaru para aparentar modorra mañanera.

    Algunos tuvieron la decencia de lucir avergonzados pero otros (como Boruto por enfado, Himawari por no entender y Shikadai por aburrimiento) no. Nadie respondió.

    —Anden a sus habitaciones entonces —habló yendo en dirección a la cocina y fingiendo sorpresa ante Kiba mas no así la suave risa que se escapó de sus labios al ver más de cerca a su amigo.

    —Yo… ¡V-Vine por un bocadillo! —Chôchô escapó tontamente en dirección a la cocina, arrastrando a Sarada. Sai las miró divertido, Inojin se acercó a su padre y ambos siguieron el rumbo de las niñas. En su camino notó que, junto a los regalos, había un pequeño bulto sospechoso; frunció el ceño pero siguió entendiendo que alguno de los niños lo había puesto.

    Probablemente en su distracción con Lee.

    ¿Qué era eso?, pensó.

    Dio una mirada al aire, sabiendo que entenderían su indirecta los demás. Contando los segundos escuchó a Chôji.

    —Una buena leche caliente hará que duerman —su gruesa voz hizo bufar a Shikamaru, quien seguía escondido cerca del mueble del pasillo opuesto junto a Naruto.

    Como era de esperarse Boruto no se movió.

    Era sorprendente, hasta cierto punto, el que todo fuese una noche tranquila a comparación de años pasados. Estuvo tentado a girar su rostro para mencionarle a Naruto lo ocurrido pero se contuvo cuando Uzumaki hijo sonrió y siguió a sus amigos. Por su cuenta.

    —Nadie se mete con mi hermana excepto yo, anciano —dijo ante desaparecer su vista y presencia.

    Nara miró al Hokage salir rápidamente al árbol y depositar los regalos del saco que traía cuando se dio cuenta; intentó detenerlo con su Kagemane no jutsu pero Naruto, tan idiota como era, cayó encima del bulto.

    El grito no se hizo esperar. Las trampas de ratón tenían apresada su mano izquierda de una forma cómicamente dolorosa y muy cliché pero, aún así, lo sacó de ahí con un rápido movimiento justo en el momento el cual la sala se llenaba de niños.

    Miró cómo las luces se encendían de poco en poco dentro de la casa y suspiró, no sabiendo si sentirse cansado, divertido o una mezcla de ambos.

    —¡Santa llegó otra vez! —la entusiasmada voz de Himawari hizo sonreír a ambos, pese a que uno estaba frotando su mano con unas lagrimillas traicioneras.

    Se dieron su tiempo antes de ingresar a la casa por una ventana para ir por el pasillo en dirección al árbol; se encontraron con un Lee cubierto de sábanas y una nueva pijama en el camino. El hombre estornudó mas ni así dejó de sonreír.

    Shino apareció después sin arrepentimiento alguno al decir simplemente un "Me quedé dormido" que sonaba más a un "no quise despertar" para los tres.

    Al irse aproximando las risas se podían escuchar y al entrar todo se dividía… los niños felices por los regalos, los adultos cansados, las mujeres risueñas y todos compartiendo un inocente secreto.

    Naruto cubrió las marcas con la manga de su pijama.

    —Feliz navidad —pronunció.

    Todos correspondieron alegremente.

    —¡Pero el próximo año lo atraparé, lo juro! —farfulló Boruto ganándose unas sonrisillas de las madres.

    Uzumaki padre, cansado y adolorido —mientras escuchaba como Tamaki se burlaba de Kiba—, se recargó en el mueble de su derecha. Se escuchó el click y sintió, porque su vista estaba obstruida, la harina y el agua de los globos. El ardor en el rostro le duró más que la incomodidad del cuerpo entero.

    Sabiamente su hijo se retiró con regalos en mano a su habitación.

    —Feliz navidad —rió Hinata, hija en brazos y pelo ligeramente desordenado.

    Él resopló mas le sonrió cansadamente.

    Los niños lo ignoraron.

    Las chicas rieron.

    Los hombres bostezaron.

    Y afuera comenzó a nevar.
     
    Última edición: 31 Diciembre 2016
    • Gracioso Gracioso x 1
  2.  
    Mana

    Mana Equipo administrativo Líder de Orientadores Orientador

    Virgo
    Miembro desde:
    21 Diciembre 2015
    Mensajes:
    1,645
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Hola, bien pues te diré que fue una historia muy bonita, me gustó la forma en que Boruto intentó atrapar a Santa y me gusta la relación de padres a hijos, especialmente con Naruto.

    Me gustaron varios aspectos de tu historia y me pareció interesante. Cumpliste con el escenario que era y tu ortografía está muy bien, a pesar de que hubieron ciertos dedazos por allí:

    Claro, son errores mínimos pero también son importantes.

    Tu lexo está muy bien, y me parece bien que uses palabras diferentes cuando escribes.

    Aparte de eso, la historia está bien y tiene buena trama, pero quizás lo hiciste en el último momento y pienso que no sabías como empezar la historia ni como terminarla, también pareciera que no sabías como seguirla y escribiste sólo para hacerla más larga. Divagas mucho y a veces escribes cosas innecesarias en el párrafo, especialmente al principio. A pesar que cumpliste con el escenario y situación que se te dio, no estoy muy conforme con la historia.

    No utilices demasiado la "coma" y la coloques en lugares innecesarios, usa "puntos" también. Ciertamente, en varias partes me perdía o no entendía y debía releer.

    La trama es buena y cuando logré entenderla me gusto mucho.

    5/10

    Escribes bien
    ¡Hasta luego!




     

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso