But you still have all of me

But you still have all of me

Capitulo 1​

Abrió sus ojos cafés lentamente como el mismo amanecer, se quedó un rato mas observando las volutas de luz que entraban desde la pequeña rendija de sus cortinas color blanco con un bordado oro de flores entretejidas, entonces se levantó y apagó el estridente sonido de su alarma.
Llenó la bañera hasta el tope llenándola de todas las flores aromáticas y cuando se hubo secado y puesto el uniforme descubrió que ese día era especial y tenía que descubrir por que, la expectativa de descubrir cual era el acontecimiento la llevo a recogerse el cabello de aquel hermoso color tabaco en una elegante coleta mientras sus rizos caían naturalmente hasta acariciar su nuca, tomó un listón tan blanco como su piel y lo amarró.
Salió de su habitación recorriendo los pasillos del Instituto Reginald, calidad, disciplina y muchos jóvenes ricos hasta lo inimaginable. Muchos otros estudiantes salían de sus habitaciones y algunos de ellos clavaban la mirada en Anna Marie, aquella chica alta y de porte refinado, olía a lavanda y su precioso cabello se balanceaba tornándose oscuro en las puntas. Digna de admirar
- ¡Anna! – la saludó Regina mientras salía de su habitación, llevaba su cabello rubio suelto y las puntas se le erizaban hacia arriba
- Buenos días Regina – ésta le guiñó un ojo jovialmente,
- Hoy te ves especialmente regia – elogió Regina mirando a su compañera de reojo
- ¿Enserio? Tal vez es el clima
Entraron juntas al aula, despabilándose completamente del sueño con una animada charla sobre trivialidades.
- Buenos días – el maestro de español entró haciéndose dueño del aula y de todas las miradas de los estudiantes – hoy tenemos un nuevo alumno en nuestro instituto
El chico al otro lado de la puerta tomó aire y escuchó crujir levemente a sus omóplatos como rugiendo <<debiste quedarte en cama>>
- Henry Rodwell – escuchó su nombre y entró al salón con todas las miradas clavadas, intentó fulminar a la mayor cantidad de personas con la mirada – Alguien puede ofrecerse para ayudarte a tu adaptación aquí. Puedes escoger
Pero Henry, huraño como siempre levantó los hombros sin decir nada, el maestro recogió su mirada y la devolvió a la clase
- ¿voluntarios?
Antes que todo mundo Anna Marie ya tenía su mano bien en alto con una sonrisa de oreja a oreja, ladeo su cabeza dulcemente de lado a lado
- Yo lo haré
- Ah – suspiró el maestro de alivio – siempre cuento contigo. Puedes ir a sentarte junto a su compañera – le indicó al muchacho de ojos avellana y cabellos negros.
Henry se sentó junto a Anna Marie ésta le sonrió a modo bienvenida, la miró como al bicho extraño, llamaba la atención pero no dejaba de ser repugnante. En este caso por ser linda, amable y oler demasiado a lavanda.
- Chicos, afuera conózcanse mejor – advirtió el maestro – quiero silencio absoluto – remarcó las palabras claramente como si los oyentes fueran tontuelos, a Henry se le llenó la boca de un montón de insultos que decir y mil reglas que contradecir, pero a pesar de su impulso por romper toda clase de normas se negó a hablarle a su compañera, la miró de reojo y como un puñetazo en el estómago reparó en que era hermosa como una muñeca de porcelana.


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: DD Ahi va mi primer Long-fic. Depende de sus H E R M O S O S comentarios si continuo TT___TT
Por cierto. ¿Alguien podría ayudarme a publicar el segundo capitulo? no tengo ni la menor idea de como (yn) nervios.com. El título como notaran es de lo mas vulgar, corriente y sacado de una canción con la que he estado traumada últimamente "My Immortal de Evanescence" Sus comentarios me impulsaran a continuar : DD & estoy esperando sus criticas para poder mejorar cuanto pueda : DDDD

 

Re: But you still have all of me

Capitulo 2
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Anna Marie prestó atención a medias al maestro que revoloteaba alrededor de su escritorio hablando de la segunda guerra mundial, la otra mitad de su atención estaba en Henry, que tal vez fuera el buen acontecimiento, entonces el timbre sonó indicando el cambio de clase. Henry se levantó y se colgó su portafolio al hombro.
-Soy Anna Marie – se presentó la chica con una sonrisa tan radiante como un sol de verano, Henry la miró levemente ignorándola, como si no existiera. Anna Marie acostumbrada al amor instantáneo que sentían por ella, especialmente los chicos se aturdió al punto que su corazón se le volvió un puño.
- Hay muchas cosas interesantes en el instituto – reprimió el deseo de acariciar el rizado cabello de Henry – yo te puedo enseñar
Éste se volteó completamente hacía ella, la expresión de hastío en las masculinas facciones de Henry hizo que Anna Marie se estremeciera.
- No – respondió secamente, Anna Marie parpadeó confundida y se cruzó de brazos
-Henry ¿No? Así te llamas – el chico no respondió. Anna Marie aunque le pareció la mayor desfachatez de su vida puso los ojos en blanco.
Las clases pasaron y el nuevo acontecimiento no habló, no respondió ni con monosílabos y tampoco fue amable con Anna Marie.
- ¿Quieres que te acompañe en el almuerzo? – preguntó insistente de agradarle al tipo de hombros anchos y cintura pequeña
- No – esta vez a la chica le ardieron los ojos en lágrimas que tragó valientemente
- Podrías dejar de siempre contestar que no – sugirió con voz tan queda que dudó que la escuchara
- Podrías dejar de ser tan estúpidamente amable
Se quedó boquiabierta en su lugar sentada como si acabaran de darle una bofetada, Henry se fue.
Caminó desolada hasta la cafetería, las ventanas del instituto parecían reírse de ella a sus anchas. De pronto todas sus inseguridades se vieron presentes, tal vez el gris con rojo del uniforme la hacía ver muy pálida o las calcetas altas no estilizaban lo suficiente sus piernas
- No voy a llorar – se consoló a ella misma instalándose en una silla, no tardó en llenarse de sus amigos. Regina estaba junto a ella y ya conversaban todos animados
- Mira al chico nuevo – se burló Isabet dándole una mordida a su manzana, la mesa entera clavó la mirada en el chico, Henry se estremeció ligeramente – pobre perdedor
Todos explotaron en carcajadas, el chico ensombreció su mirada mirando su plato de cereal
- Oye Anna Marie ¿A dónde vas? – preguntaba Regina cuando su amiga ya se había levantado con su bandeja de comida, caminó con sus energías renovadas y dejó su postre en la mesa de Henry, el levantó su mirada de un verde tan oscuro que Anna quedó petrificada
- ¿Necesitas ayuda con álgebra? – dijo echándole un vistazo a su cuaderno lleno de dibujos, Henry lo cerró azotándolo
- ¿Qué quieres? – su voz era como el aire seco del desierto
- Ayudarte, eso es todo
- No lo necesito
- Todos lo necesitan – insistió la chica sonriendo de la manera mas desarmadora
- Oye, como te llames. Deja de molestarme

 

But you still have all of me

<<Como te llames>> así le había llamado Henry, Anna Marie veía su reflejo en el tocador de carey pulido buscando algo desagradable en ella, se encontró como siempre bonita.
—Él es el único desagradable. — concluyó Sus pies tocaron el frío del mármol en el baño y el agua tibia recorrió su cuerpo relajando sus músculos. Pensó en Henry, se interesó en Henry. La intrigaba, mañana se propuso a ser aun más amable, agradable y amigable si es que eso era posible.
Henry estaba parado en el alféizar de la ventana, el aire nocturno golpeaba suavemente su pecho descubierto y mecía sus cabellos, era su primera noche en el instituto y ya se quería escapar de ahí. La luna parecía tan grande, sus ojos se hincharon de lágrimas que él ignoró. Se recostó en la cama con un ejemplar de Shakespeare en las manos, miró la esponjosa crema de nata en la mesilla espolvoreada de canela.
— ¿Qué le pasa a esa? — se preguntó… la pregunta real ¿Qué le pasaba a él? La chica había dejado su postre intacto en su mesa, y él como siempre la había ahuyentado del lugar, pero por un momento no deseó haberlo hecho, deseó haberle sonreído amablemente y ofrecerse a comprarle otro. Pero no podía, por que eso esperaba su padre <<nuevos amigos>> había remarcado <<tu estúpida acritud>> pues no, el mismo Henry iba a demostrarle que no era el instituto no era la solución a todos sus trastornos de personalidad si no todo lo contrario.

Hundió el dedo en el postre y se lo llevó a los labios, hizo un mohín. Pero el dulce sabía bien, y él más que nadie sabía que era su favorito. Lo devoró todo tratando de convencerse de que era el peor dulce que sus ojos habían visto y su boca probado.
Después de buscarle la mayoría del receso lo encontró sentado bajo la sombra de un árbol, Henry vio su par de zapatos increíblemente limpios

—Hola. — dijo Anna con su vestido de domingo. Henry la miró atónito la llamo <<estúpidamente amable>> y ahí estaba con aquel vestido rojo y floreado, el cabello suelto como un aura enmarcando su hermoso rostro – al fin te encontré
Para Henry era casi imposible resistirse a su encanto, no un encanto fingido como esas chicas que de las que alguna vez supo su nombre, un encanto tan natural como el color de sus labios, el lunar en el nacimiento del cuello de la chica o el olor de las rosas junto a él. Estuvo a punto de sonreír pero una rabia contra su padre lo azotó y se limitó a hacer un mohín.
— ¿Qué tal va tu sábado?
Henry agitó su libro con el titulo “Macbeth” estampado como una bofetada a los intentos de Anna Marie
— << Sombra ambulante es esta vida, mísero actor que en el escenario se afana y pavonea un momento y al cabo, para siempre, calla su voz. Relato de un idiota, lleno de ruido y furia, que nada significa. >> — recitó la chica, él chico abrió sus ojos verdes como la naturaleza misma, no podía creer lo hermosa que era y que se supiera su frase favorita de Macbeth
— ¿Así que te gustan los clásicos, Annie? — esta vez Henry enarcó una ceja
Anna sonrió complacida, como el niño que acaba de alcanzar el traste de galletas tras hacer tantos estiramientos
— Me llamo Anna
—Ah. – era la frase mas amable que había suspirado en toda la semana aquel chico — oye… deja de sonreír niña, no he hecho nada para hacerte reír
—… a que sí. — Anna arrugó la nariz tiernamente, una sonrisa invisible cosquilleó en las comisuras de la boca del chico, regresó su atención al libro — Oye, Henry ¿Qué le dijo el timbre al dedo?
El chico enarcó una ceja tan alto que casi rozó el nacimiento de su cabello
— ¿Qu…?
— Me tocas y grito — respondió Anna Marie, esta vez el cosquilleo en la boca del chico se volvió tan fuerte, lo reprimió.
—… Oye ¿irás a la fiesta de piscina?
— No — dijo él
— Ve — pidió ella con la voz más dulce y natural, presumió sus dos hoyuelos con una espléndida sonrisa, se dio la vuelta y echó a correr dejando su aroma en el ambiente solo por unos segundos. Henry se maldijo internamente… ella era otra chica, que llegaría por que su papá le pagó para ser su falsa chica perfecta, y es que ella era demasiado perfecta. Tan perfecta que daban ganas de alejarse de ella por puro miedo.

El sol le abrasó la suave piel cremosa como el postre, decorada con pecas en la espalda como la canela. Cruzó sus piernas una con la otra, se encontraba recostada sobre su toalla leyendo Macbeth.
— ¡ANNA! — la llamaron Isabet y Regina. Barrió con la multitud de personas buscándolo pero no lo encontró, decepcionada dejó sus lentes de sol en la toalla extendida en el piso.
Se lanzó hacia la piscina, el agua le abrazó agradablemente, nadó hasta la superficie agitando su cabellera como las sirenas. Pero Henry no había ido… sus encantos no parecían suficientes.
La fiesta se prolongó hasta la noche, a lo alto las estrellas brillaban con mucha intensidad como si dijeran algo.

Como un fantasma el chico recorría los pasillos con su pijama verde, Henry entrelazó sus dedos en su cabello enmarañado, no podía dormir, no en ese instituto. Una figura afilada caminaba hacía él, no temió que fueran las patrullas, cuanto antes lo suspendieran mejor… descubrió a Anna Marie con una pijama tan delgada como la brizna arriba de las rodillas y un suéter de cashmere sin abrochar. Su delgada silueta de delineaba con la luz media de la luna, caminó hacía la chica
— ¿Estás siguiéndome? — preguntó, Anna sin esperárselo respingó
— ¿Henry? No, no estoy siguiéndote. Camino en los pasillos cuando no puedo dormir. — se molestó en explicar. Una trenza se balanceaba jocosamente en su nuca, dejaba varios mechones de cabello terso sobre su cara.
—Pues cambia de actividad, por que yo hago lo mismo
—Puedes cambiar tu —refunfuñó ella —todo este tiempo me he matado por ser agradable contigo ¿Cuál es tu problema?
—No vine al instituto a hacer amigos
— ¿Y a qué has venido? Tu rendimiento en el salón es deplorable también
— Déjame en paz
— No estoy molestándote. — Anna se cruzó de brazos — dame una buena razón y te juro por dios que no vuelvo a hablarte mas
— ¡eres falsa! — Gritó él — solo quieres agradarme. No intentes que le caigas bien a todos Anna Marie, es imposible. En especial si eres tan tonta y empalagosa

Ésta parpadeó perpleja, en lugar de retroceder como Henry esperó, ella avanzó sin vacilar hacia él, con las mejillas encendidas de rabia y los ojos brillando en lágrimas.
— Tú escondes todas tus inseguridades en esa actitud de niño malo — le acusó ella luchando con el nudo en su garganta, sabiendo que también indicaba sus errores - ¡No te queda! No ganas nada.
Echó a correr de vuelta en su habitación escondiendo el rostro en su antebrazo para llorar
—Anna… — susurró Henry

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Gracias a todos por los comentarios ^^ Han sido de lo mas geniales : DD Creo que voy de mal en peor en los guiones .-. en especial por que les di copy&paste ya que en mi H E R M O S O teclado no hacen acto de aparición. Ah y esos interlineados : DD oooh como los amo, DEEESGRAACIAAADOOOS :@ En si la historia no tiene una trama muy elaborada ^_^ pero <<bien hecha>> en mi humilde opinión. En fin, cuando se vaya desarrollando espero las suyas.

 

Re: But you still have all of me

Capitulo 4​

Anna se arrojó a su cama echa un mar de lágrimas, hasta que se volvieron un susurro enfurruñado, abrazó sus sábanas de seda entre sus delicadas manos. Miró desconsolada hacía afuera.
Tenia otras cosas en que pensar, aparte de los apantallantes ojos de Henry y su actitud hiriente, por ejemplo la tarea de álgebra incompleta sobre su escritorio o el peinado y la ropa que debía usar para la Celebración del Padre que se acercaba, era lo mas cercano a un baile de primavera, ya que en tan prestigiado colegio no se perdía tiempo (ni mucho menos dinero) en banalidades como esa.

Terminó su tarea de álgebra más rápido de lo deseado, entonces como un espectro flotó hasta el salón de artes, el único abierto todo el día y toda la noche.

En el austero escenario se encontraba un único piano blanco, Anna Marie subió los escalones con sus pies descalzos. Se sentó en el taburete frente a las teclas que de pronto parecían sonreírle como arcángeles, enderezó su espalda y acarició las teclas como quien ha olvidado un gato en su regazo, comenzó a presionarlas y éstas emitieron débiles notas discordantes unas con otras, utilizó la otra mano agregándole armonías. Tocó hasta que casi se sintió vacía y siguió tocando hasta que el vacio comenzó a llenarse de música y se perdió en ella.
— ¡Anna! — Esta vez la chica apartó violentamente los dedos del piano como si la hubieran capturado robando — es la tercera vez que te llamo.
En los rizos oscuros de Henry se enredaban finas perlas de rocío, llevaba los pantalones de pijama pringados de lodo ahí donde terminaban más abajo de sus tobillos, Anna lo miró de hito a hito con incredulidad

— No pude dormir — explicó. — a pesar de todo lo que dije, no creo que seas falsa
— Humm — emitió dubitativa Anna — ¿Y?
— Solo quiero saber por que sigues siendo tan amable conmigo
Henry clavó la mirada en los finos dedos de la chica que aun descansaban laxos en el lujoso teclado.
— Fue el modo en que me criaron. — Anna notó la mirada del chico y sus manos cosquillearon, las escondió en las bolsas del suéter.
— A mi me enseñaron que las personas siempre tienen dobles motivos — confesó
Anna miró afligida hacía el techo, sin saber como hacer confiar a aquel chico en ella. Se levantó y acortó la distancia entre ellos, entonces la chica buscó la mano del muchacho y la tomó, lo atravesó con la mirada y la sostuvo hasta que un punto sensible en ella vibró
— Yo no tengo otros motivos — juró. — es mas, ni siquiera tengo motivos.
El chico volvió a mirarla detenidamente, con aquella pijama de seda rosa, sus increíblemente grandes ojos chocolate parecía un hada.
Su corazón quiso creerle, pero su mente le advirtió que no, aquella adolescente parecía tan angelical que era fácil confiar en ella, admirarla pero sobre todo amarla, he ahí la simple razón de su desconfianza. Recorrió sus dedos, tan delgados y finos.
— El primer día que viniste, sabía que era un día especial — recordó Anna. — ahora sé por que.
Entonces lo vio sonreír, levemente, pero supo que algo dentro de ella nunca volvería a ser el mismo.

Anna se levantó con el optimismo renovado y los dedos de los pies retorciéndosele de felicidad. Se duchó velozmente, incluso temió que algún rincón o espacio de su cuerpo no hubiese sido suficientemente tallado y jabonado, olvidó sus complejos higiénicos y desenredó su larga melena, había unas grandes manchas violáceas debajo de sus ojos, amenazaban con gritar a todo mundo que no había dormido. Que había tocado el piano pensando en Henry cuando él se hubo ido a su cuarto.
Se alegró de encontrarlo con las mismas leves ojeras sentado en su pupitre con un lápiz entre los dedos, antes de que pudiera entrar al salón Regina ya estaba tapándole el paso.
— Parece como si no dormiste. — entrecerró los ojos como queriendo mirar dentro de la cabeza de su amiga.
— Que extraño. Dormí intranquila, pero nada importante — mintió tan inocentemente que pareció mentira de ángel.
— Hablamos en la cafetería ¿Sí?
Notó que Regina parecía muy afligida, encontró que Henry la miraba fijamente y dejó de preocuparse por su amiga.

Se sentó junto a él y cruzó las piernas, echó un vistazo de reojo a sus dibujos… parecían haber salido de sus mas tenebrosas pesadillas, con contornos borrosos pero formas precisas, un cuerno salía por allá mientras un millar de demonios ululaban con sus fauces bien abiertas, Henry absorto en su pluma pareció desaparecer de ahí, en medio de toda aquella masa demoniaca, trazó cuidadosamente a una mujer de gran belleza. Trazó con empeño cada curva y un vestido, luego de su espalda salieron dos alas abundantes y siguió incluso cuando la clase había comenzado.

Anna miraba con atención como siguiendo la trama de una película… entonces Henry terminó, era un gran artista incluso con una pluma de tinta negra había personificado la divinidad de un ángel, entonces garabateó inconsciente unas iniciales A.M.
Anna Marie se ruborizó violentamente, entonces la libreta fue arrancada de las manos del chico, el maestro la hojeó con cruel desfachatez
— Esto es muy bueno señor Rodwell — elogió con falso entusiasmo. — lástima que nunca volverá a verlo.
Henry bajó la mirada, Anna en cambio estaba horrorizada.
La clase terminó y solo había un pequeño intervalo de tiempo antes de que empezara la otra.
— ¡Siento muchísimo lo de tu libreta! — irrumpió en un sollozo Anna, el muchacho la miró con sus verdes ojos tranquilos e indiferentes
— Sí… era un buen boceto — le restó importancia Henry. — estuviste viéndolo ¿no?
—¡¿BOCETO?! – Se escandalizó — Yo lo hubiese enmarcado eso. Apuesto que tu madre tiene enmarcados todos tus “bocetos” — incluso dibujo unas amplias comillas en el aire con los dedos.
— No — dijo secamente. — supongo que nunca le importaron.
Entonces la siguiente clase comenzó, y Anna comenzó a sentir la desazón provocada por la mala noche, y se vio perdida en sus ensoñaciones. La maestra empezó a hablar sobre la Celebración del Padre, fue cuando Anna Marie se despertó y Henry a su lado se inquietó
— Espero que todos ya estén planeando su regalo. — terminó la maestra metiendo el lápiz entre sus canosos cabellos, recogió sus cosas y se fue agradecida de que por fin acabara. Según ella era una pérdida de tiempo intentar enseñar Física a unos retrasados como ellos, pero el sueldo era muy jugoso. Suficiente para incluso enseñar lenguas extranjeras a una iguana
En la clase se escuchó un murmullo general, hablando sobre la Celebración del Padre, incluso Anna Marie se volteó hacía Regina quien se sentaba atrás pero la vio muy ocupada coqueteando con el chico de intercambio.
— ¿Tienes planeado algo? — preguntó interesada Anna dejando sus manos de pianista sobre su regazo
— Mi padre no vendrá
— ¡¿QUÉ!? Ay, por favor ¡tiene que venir!
— Pues no lo hará
— Oye… si recupero esa libreta ¿Puedo quedarme con el dibujo?
La miró con la latente incredulidad en los ojos, sonrió con sorna.
— Claro
Y por supuesto que Anna Marie haría lo que fuera por tener entre sus dedos el primer dibujo que un chico le había echo
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Muchas gracias a todos ^^ enserio que sin sus comentarios yo no hubiese seguido. En especial por que me ayudaron a mejorar : DD g r a c i a s