Amor de hielo [SesshxKag]

Re: *~*Amor de hielo*~* (SesshxKag)

CAPITULO 3​

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Sesshoumaru estaba dando vueltas por toda su habitación, maldiciéndose así mismo por haber mostrado sus sentimientos, por las noches sin que nadie se diera cuenta entraba a la habitación de Kagome para verla, su exquisita e hipnotizante fragancia de violetas se había expandido por todo el castillo a los pocos días de su llegada.

Había cambiado mucho desde la primera vez que la conoció; fue en aquella batalla que tuvo contra su hermano por la espada de su padre, que ironía, después de tantas peleas por la espada ahora era suya. Su cuerpo había dejado de ser el de una adolescente para convertirse en el de una mujer, su belleza era comparable con la de un ángel , cuantas ganas tenia de ir a su habitación despertarla y hacerle el amor de todas las maneras posibles, se imaginaba esa cabellera negra esparcida en la almohada y su cuerpo enredado entre las sabanas.

¿Eran celos los que sentía cada vez que ella llamaba entre sueños al bastardo de su hermano? No, no podían ser celos, pero tampoco se podía permitir hacerle el amor mientras ella pensaba en su hermano, eso le causaba nauseas, él quería tenerla, quería que al que llamara entre sueños fuera a él, Kagome se había convertido en una droga muy peligrosa para sus sentidos.

¿Pero que demonios estaba pensando? De seguro esa miko estaba usando sus poderes para debilitarlo, en ese caso le iba a enseñar que nadie se burlaba de lord Sesshoumaru.

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Kagome despertó al sentir la luz del sol en la cara, se estiro con una gracia felina entre las sabanas, aun no podía creer lo que le había dicho Sesshoumaru el día anterior, tenia miedo de lo que pudiera pasarle, fue interrumpida de sus pensamientos al ver como Kimiko entraba a su habitación.

- Buenos días señorita.

-Buenos días Kimiko –le respondió con la mejor de las sonrisas que podía poner en esos instantes.

- Señorita vengo por sus cosas.

- ¿Por mis cosas?- pregunto con incredulidad.

- Si por tus cosas desde hoy dormirás en mi habitación- respondió Sesshoumaru quien acababa de entrar a la habitación.

- Mi señor- dijo Kimiko mientras hacia una reverencia.

- Esta bien Kimiko déjanos a solas por favor- dijo Sesshoumaru.

- ¿Qué quieres arruinarme el día desde la mañana?- le pregunto Kagome.

- No simplemente hacerte entender el papel que vas a tener mientras estés en mi castillo. Voy a hacer que me supliques y me ruegues por una caricia eso te lo juro.

- Has lo que quieras, puede que mi cuerpo llegue a corresponderle a tus caricias, pero mi mente y mi corazón jamás te pertenecerán – le respondió en tono desafiante

- Cuida tus palabras- la agarro del cuello haciendo que sus pies se levantaran del suelo.

- Anda hazlo, me harías un favor ¡Matame!- le dijo entre lagrimas.

- No lo voy a hacer- soltándola del cuello.

- ¡Cobarde! ¡Si me vas a matar dentro de un tiempo prefiero que lo hagas ahora!

- No pienso discutir contigo- respondió en un tono muy frió- Me voy tengo asuntos muy importantes que resolver.

Dicho esto Sesshoumaru salio de la habitación e inmediatamente Kagome empezó a pensar en que iba a hacer ahora para escapar ya que le iba a costar más trabajo ahora que tenia que estar en la misma habitación de Sesshoumaru.

Kagome llego a la habitación de Sesshoumaru escoltada por Kimiko quien la llevo hasta la puerta de la habitación y después se retiro, Kagome entro temerosa de encontrarse a Sesshoumaru pero no había nadie estaba totalmente vacía la habitación. Era realmente grande, los pisos eran de mármol, en el centro había una cama con dosel tan grande como para que fácilmente durmieran cinco personas, tenia sabanas de seda color blanco, y las cortinas eran de un azul claro precioso, se acerco a la chimenea que había en frente de la cama y observo los hermosos grabados que tenia, también vio un cuadro colgado arriba de esta y supuso que era el padre de Sesshoumaru y de Inuyasha; se detuvo al reconocer una espada de las que había colgadas en la pared, era la de Inuyasha, al fin Sesshoumaru había conseguido lo que tanto quería ¿Seria que era tan enferma su obsesión por ser superior a Inuyasha que por eso no la dejaba marchar?¡Dios mío! No se lo podía ni imaginar.

Se asomo por la terraza de la habitación y pudo observar la magnifica vista a los jardines, los árboles de sakura se veían aun más hermosos desde allí, vio también a Rin que estaba jugando con Kirara, era una lastima que los jardines pronto fueran a estar cubiertos de nieve ya que el invierno se acercaba, una brisa fría le recorrió el cuerpo causándole un escalofrió entro a la habitación y se pregunto que podría hacer para entretenerse, quizás podría entrenar un poco pero necesitaba la autorización de Sesshoumaru.

Soltó un suspiro de cansancio su cuerpo había estado expuesto durante un plazo corto de tiempo a emociones muy fuertes, primero la tristeza ocasionada por la muerte de su amado y luego el miedo que sentía cada vez que Sesshoumaru se acercaba a ella, era demasiado el estrés en el que estaba que poco a poco se reflejaba en su mirada el cansancio. Se vio al espejo, sus heridas casi habían sanado totalmente nada más le quedaban algunos raspones en la cara y moretones en las piernas.

- Veo que ya examinaste la habitación – dijo Sesshoumaru con voz neutral.

- Ya- respondió Kagome mordiéndose el labio inferior- Yo quería preguntarte algo.

- Habla rápido humana.

- ¿Podría entrenar un poco?-pregunto con voz temerosa- quiero mejorar mi tiro de arco y flecha -agrego.

- Pide le todo lo que necesites a Kimiko.

- Si.

- Disculpe la intromisión amo bonito- hablo Jaken desde la puerta de la habitación.

- ¿Qué pasa?- pregunto Sesshoumaru.

- Hay intrusos señor, en el lado norte de nuestras tierras, me temo que son humanos- respondió Jaken.

- Humanos no entienden que no son bien recibidos- dijo Sesshoumaru mientras le daba la espalda a Kagome.

- Amo bonito ¿Quiere que mande a alguno de los sirvientes?

- No yo me encargo.

Sesshoumaru salio de la habitación y dejo a Kagome y a Jaken solos.

-¿Que les va a hacer Sesshoumaru a los intrusos?- pregunto Kagome.

- Los matara, pero eso a ti no te importa- dicho esto salio también de la habitación.

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La noche había llegado Kagome estaba demasiado cansada por lo que se puso el camisón de seda y al meterse entre las sabanas de la cama se quedo profundamente dormida.

Sesshoumaru llego en la madrugada, acabar con esos humanos había requerido más tiempo del que el pensaba. Vio que Kagome dormía profundamente y se quedo observándola embelesado unos instantes, realmente era bella, pero entre sus planes no estaba enamorarse de una humana y mucho menos tener hijos impuros, como lo había hecho su padre. Se quito la armadura y la parte de arriba de su traje y se metió a la cama, al estar tan cerca de ella su olor tan peculiar a violetas inundo sus sentidos.

Kagome estaba soñando tranquilamente cuando escucho que alguien la llamaba en sus sueños pero esta vez la voz era conocida, de repente todo se volvió oscuro, no podía ver nada en las sombras pero reconoció una presencia muy familiar.

- Inuyasha

- Kagome- dijo mientras la abrazaba.

-No sabes cuanto te extraño -con lágrimas en los ojos.

-Todo va a estar bien -le dijo Inuyasha mientras que con el pulgar le limpiaba las lagrimas.

-Inuyasha tu hermano…

- Lo se- dijo interrumpiéndola.

- Yo…tengo miedo –dijo aferrándose más al abrazo.

- Kagome he venido a despedirme.

-¿Despedirte? -lo miro dudosa.

- Así es.

- No por favor no me dejes sola.

- Vas a estar bien lo se y desde donde este te estaré protegiendo.

- Yo no quiero seguir con vida si tu no estas a mi lado.

- No digas tonterías debes ser fuerte, prométeme que pase lo que pase vas a seguir con vida –con un dedo le levanto la barbilla para verla a los ojos.

-¿Por qué el destino tuvo que ser así?

- No lo se Kagome –le dijo mientras le acariciaba el cabello- Una parte de mi va a seguir viva –señalando el corazón de Kagome- Aquí adentro siempre voy a estar cuando me necesites, háblame yo siempre estaré dispuesto a escucharte aunque no te pueda responder.

Sus labios se acercaron lentamente hasta que unieron en un beso tierno y lleno de amor.

-Adiós Kagome –dijo Inuyasha mientras se desvanecía en el aire.

- Inuyasha no me dejes, no por favor –lagrimas brotaban sin parar de sus ojos.

Sesshoumaru observaba como el cuerpo de Kagome se tensaba y su rostro se cubría de sudor; de repente se despertó sobresaltada y gritando el nombre de su hermano, cosa que no le hizo mucha gracia y la tomo del cabello arrastrándola hasta los pies de la cama. Kagome soltó un gemido de dolor.

-¡Como te atreves te dije que no volvieras a decir el nombre de ese estupido hanyou! – dijo Sesshoumaru con una mezcla de rabia y celos en su voz.

Kagome empezó a temblar de miedo al ver la furia que reflejaban la los ojos de Sesshoumaru.

- Yo… -trato de hablar pero de su boca no salían las palabras.

Sesshoumaru la dejo en el suelo y le dijo.

-Dormirás en el suelo no quiero compartir mi cama contigo ¡Asquerosa humana!

Kagome se quedo en el suelo sollozando hasta que el cansancio la venció y se quedo dormida. Sesshoumaru quien había estado despierto al no escuchar más sollozos se levantó de la cama, la vio en el suelo dormida su cuerpo temblaba por el frío del suelo y de la noche, pero aun así se veía tan tranquila. Definitivamente los humanos eran las criaturas más extrañas que el había conocido, la levanto del suelo y la deposito en la cama, Kagome se acomodo instintivamente en la cama y su cuerpo recupero el calor en unos instantes.

Al día siguiente despertó un tanto sorprendida al ver que estaba en la cama, se encontraba sola en la habitación, se levanto y se acerco a la terraza, estaba haciendo mucho frió, Kimiko entro en la habitación con unos kimonos nuevos de seda más gruesa por el invierno que se acercaba.

- Le he traído unos kimonos nuevos los otros son de seda delgada por lo tanto no le servirán para el invierno.

- Gracias.

- No me de las gracias solo hago lo que me ordenan, también me ordenaron que le dijera que puede empezar cuando quiera con su entrenamiento.

- Esta bien puedes retirarte Kimiko.

Kimiko hizo una reverencia y salio de la habitación, Kagome estuvo un rato más observando los jardines cuando entro la pequeña Rin corriendo a la habitación.

- Buenos días Rin -dijo Kagome mientras la tomaba en brazos.

- ¿Qué estas viendo?- le pregunto Rin.

-Estoy viendo como cambia el paisaje.

- Si ya se acerca el invierno al menos es lo que me ha dicho Kimiko.

- Si así es.

- También me ha dicho que usted practica tiro de arco y flecha.

- Si pero no soy muy buena que digamos.

- ¿Podría enseñarme?

- ¿El señor Sesshoumaru no se enojara si te enseño?

- No lo creo.

- Esta bien te enseñare.

Kagome y Rin salieron a los jardines, caminaron hasta llegar a un lugar donde habían colocado algunos blancos distantes, para que empezara a practicar.

- Lo primero que tienes que hacer es colocar la flecha, después tensas lo más que puedas la cuerda del arco y disparas- la flecha fue a dar justo en el centro del blanco.

- Le dio al centro.

- Pura suerte, ahora inténtalo tú.

Rin lo intento pero la flecha se cayó al suelo a los pocos metros de distancia recorrida.

-Falle -dijo Rin con un reproche.

- No te va a salir a la primera vuelve a intentarlo.

Así pasaron toda la mañana y la tarde hasta que Rin por fin logro darle al blanco.

- Lo hice – dijo Rin con una gran sonrisa.

-Muy bien que te parece si dejamos las practicas para mañana.

- Esta bien.

- Ven Kirara.

Kirara se subió al hombro de Kagome y las tres caminaron hasta llegar al castillo, una de las ciervas les sirvió de cenar y después se fueron a sus respectivas habitaciones a descansar, Rin se llevo consigo a Kirara quien se había encariñado mucho con la niña.

Kagome estaba espillándose el cabello frente al espejo, por fin había ideado un plan para escapar.

 

Re: *~*Amor de hielo*~* (SesshxKag)

Hola, tarde mucho con la conti y aun así no la he terminado pero como no quiero que me cierren el fic aqui les dejo la primera parte del capitulo 4, ojo! vuelvo a repetir solo es la primera parte, la segunda se las pondre tan pronto la termine. Muchas gracias por sus posts!!! y por seguir interesados en este fic les prometo que ya no tardare tanto, se cuidan.

Bye
Darka_loka​

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CAPITULO 4​

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Abrió lentamente los ojos, le dolía la cabeza, se trato de ponerse en pie pero sentía que el suelo se le movía. ¿Habría tomado demasiado sake? Lo único que recordaba era que se había servido un vaso pero… coloco su mano sobre su frente y empezó a masajear sus sienes, no se acordaba de nada.

Se sentó en la silla más cercana con mucho cuidado e intentando mantener el poco equilibrio que su cuerpo le permitía en esos instantes.

- ¡Kimiko! –su voz resonó por todo el castillo.

Kimiko entro corriendo al comedor.

- Me hablaba amo.

- Dile a esa huma…- no pudo completar la frase ya que no percibía el olor de Kagome por ningún lado – ¡Maldita humana!

Sesshoumaru se levanto de golpe de la silla y se dirigió a toda velocidad a la habitación que compartía con Kagome, abrió la puerta, la habitación estaba vacía. Esa miko había escapado. Se sentó en una de las sillas de la habitación al sentir una punzada en la cabeza. Nadie se burlaba de el, se puso de pie y vio que Kimiko había entrado a la habitación.

-¿Dónde esta Rin?

- En su habitación -respondió Kimiko mirando al suelo.

- ¿Hace cuánto tiempo que se fue la humana?

- No se amo.

- ¡No mientas! Ella sola no pudo haber escapado, alguien le ayudo ¿Kimiko hace cuánto que trabajas en le castillo?

- Desde que su padre me rescato de los monstruos que atacaron y mataron a mis padres.

- ¿Y quién es la única persona que conoce perfectamente el castillo además de mi?

- Yo amo.

- Entonces ¿Así es como pagas la protección que te ha brindado mi familia? ¿Traicionándome? Y todo por ayudar a una asquerosa humana.

- Yo…-no pudo seguir hablando ya que Sesshoumaru la había levantado del suelo tomándola por el cuello.

- Muy mal Kimiko… ¿Qué es lo que voy a hacer contigo? –dijo haciendo más fuerte el agarre.

Kimiko lo volteo a ver con ojos suplicantes y llenos de lágrimas.

- Es una lastima pero tengo que matarte –dicho esto dio un ultimo apretón al agarre destrozándole el cuello y haciendo que muriera al instante.

Tiro el cuerpo inerte de Kimiko al piso y le ordeno a otra de las siervas del castillo que “limpiara” la habitación, se transformo en una esfera de luz y salió del castillo.

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Llevaba días sin poder tener una noche tranquila en que las pesadillas no la atormentaran, días desde aquel en el que había logrado escapar del castillo.

Se sentía mal al pensar en Kimiko ¿Qué habrá pasado? ¿Sesshoumaru la habrá matado? Ella se había arriesgado demasiado al ayudarle a escapar, habían envenenado el sake que bebía todos los días Sesshoumaru a la hora de la comida y Kimiko le había enseñado un pasadizo por el cuál escapo sin ser vista, no se había llevado a Kirara consigo, se había encariñado tanto con la pequeña Rin que pensó que sería muy cruel de su parte separarlas además Kirara no podía cruzar el pozo.

Había decidido que se iría a su época y se olvidaría para siempre de los monstruos, de las batallas y de la maldita perla. Extrañaba a su familia, lo primero que haría llegando a su casa sería darse un baño con agua caliente y después dormiría tranquilamente sin la amenaza de que alguien pudiera matarla.

Sabía que en su época estaba segura ya que Sesshoumaru no podía cruzar el pozo y a estas alturas lo más seguro era que estuviera muerto.


Tenia que encontrar una aldea ya que las provisiones que había llevado consigo se le estaban acabando. El sol se estaba ocultando lo mejor era encontrar un lugar seguro para pasar la noche, localizo una pequeña cueva a las orillas de un río. Se acerco al río a beber un poco de agua, arranco ramas secas de los árboles cercanos a la cueva y con mucho cuidado encendió una fogata. Estaba haciendo frío, la primera nevada del invierno llegaría en unas cuantas semanas, pero el frío que se sentía calaba hasta los huesos. Se sentó en el suelo muy cerca del fuego.

Se fue quedando dormida pero antes de cerrar totalmente sus ojos para perderse en el mundo de los sueños, escucho como las ramas de los árboles se movían. Se paro inmediatamente del suelo, tomo el arco y las flechas que había llevado consigo y se preparo para atacar.

- ¡Quien anda allí! –grito Kagome tensando la cuerda del arco.

No obtuvo respuesta. Los nervios iban creciendo cuando volvió a gritar.

- ¡Sal de tu escondite si te crees lo suficientemente valiente para asustarme, se lo suficientemente valiente para afrontarme!

Pero otra vez hubo silencio, el miedo invadió todos sus sentidos y empezó a correr sin rumbo alguno; las ramas de los árboles le rasgaban el kimono ocasionándole pequeñas cortaduras y rasguños. Se tropezó con las raíces de un árbol golpeándose, se llevo una mano a la cabeza y sintió como la sangre empezó a brotar de su frente, sus pies estaban entumecidos de tanto correr aun así se puso en pie. De repente sintió como la tomaban por la espalda del brazo derecho haciendo que se girara. Los ojos se le abrieron como platos y se quedo petrificada.

-Ki…kyo -dijo Kagome asombrada.

-Tanto te sorprende verme -dijo de forma burlona, mientras la soltaba.

Kagome trato de mantener el equilibrio ya que la vista se le estaba nublando debido al cansancio y a la perdida de sangre, cuando vio que los ojos de Kikyo se llenaban de lágrimas y la miraba con odio.

- Tú…maldita seas -dijo Kikyo.

-… -Kagome guardo silencio.

- ¡Por tu culpa Inuyasha esta muerto! –las lagrimas empezaron a escapar de sus ojos.

- ¡Cállate! ¡Eso no es cierto, Naraku lo mató!

- ¡Él murió protegiéndote, por lo tanto eres igual de responsable por su muerte!

- Yo no quería dejarlo solo…él…- sus ojos se llenaron de lagrimas y el llanto la invadió con tal intensidad que por primera vez desde la muerte de su amado fue capaz de desahogarse.

- ¡Asesina, el solo se ato la soga al cuello desde el día en que te eligió a ti!

- ¡Nos amábamos! ¿Es quizá eso lo que te duele? ¿Qué nosotros fuéramos felices mientras tu te quedabas sola?

- ¡Maldita mocosa arrogante y engreída!

- No soy ninguna mocosa tengo dieciocho años ¿No eras casi de la misma edad cuando conociste a Inuyasha?

- Tu no te lo merecías él…no era para ti.

- ¡Y tu quien te crees para decir que no lo merecía!

Kikyo estaba totalmente fuera de sí, fue un golpe muy duro para ella el aceptar que Inuyasha hubiera preferido estar con esa maldita niña, pero lo peor fue el enterarse que había muerto por protegerla.
Tomo su arco y sin darse cuenta de lo que estaba haciendo, le disparo una flecha que fue directa a Kagome.

Kagome solo pudo sentir el dolor que le producía la flecha al irse clavando en su cuerpo y cayo al suelo temblando por el dolor hasta que quedo inconsciente. Kikyo tiro el arco al suelo.

- ¡Dios mío que he hecho!

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Re: *~*Amor de hielo*~* (SesshxKag)

Kagome solo pudo sentir el dolor que le producía la flecha al irse clavando en su cuerpo y cayo al suelo temblando por el dolor hasta que quedo inconsciente. Kikyo tiro el arco al suelo.

- ¡Dios mío que he hecho!

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Trato de sentarse al sentir algo acolchonado en su espalda, pero alguien se lo impidió, abrió los ojos completamente para ver que unos ojos verdes la observaban cuidadosamente.

- Mi nombre es Momoko -sonrió una niña con el cabello castaño claro de aproximadamente unos doce años -Te encontré en los alrededores de la aldea al parecer algo o alguien te ataco ¡No te muevas!- le ordeno al ver que esta se movía- Lo único que vas a ocasionar es que se te abra la herida, tienes mucha suerte de seguir viva, tenias una flecha clavada muy cerca del corazón.

- Yo…

- No hables- la interrumpió Momoko –Ya tendremos tiempo para comunicarnos, mi abuela fue a traer un poco de leña, la primera nevada del año nos ha tomado por sorpresa.

Soltó un gemido entrecortado por el dolor que sentía y volvió a cerrar sus ojos, pero en su mente seguía la imagen de Kikyo con los ojos llenos de lágrimas.

La nieve reflejaba los primeros rayos del sol, las ventiscas eran cada vez más heladas. Observo su reflejo en un pequeño espejo que le había dado Momoko y empezó a examinar su aspecto. Tenía vendada la frente; rasguños, cortadas y moretones por todas partes de su cuerpo y por si fuera poco tenía el torso vendado.

La abuela de Momoko le había prestado un kimono sencillo de color azul marino. Tres días habían transcurrido desde que Kikyo la había dejado medio muerta, pero comprendía su sufrimiento, no era tan fácil asimilar la muerte del ser amado, pero cada vez que sentía que el alma se le iba a desgarrar recordaba los buenos momentos que había pasado al lado de Inuyasha, pero Kikyo ni siquiera podía tener ese consuelo.

Suspiro con pesadez al sentir como las lágrimas se agolpaban en sus ojos, se puso en pie con mucho cuidado para no abrir sus heridas, estaba muy agradecida con la hospitalidad que le habían brindado la sacerdotisa y los aldeanos del lugar.

Salio de la cabaña en la que estaba para dirigirse a la de la sacerdotisa, que desde muy temprano le había llamado. La puerta corrediza estaba entreabierta y no pudo evitar escuchar la conversación que tenía la sacerdotisa con uno de los líderes de la aldea, al parecer los humanos y los youkais se estaban aliando para tratar de vencer a un demonio que tenía en su poder una perla muy poderosa y que cada vez se iba haciendo de territorios atacando aldeas sin dejar supervivientes.

Estaba tan concentrada escuchando que no se fijo cuando la puerta se abrió y el líder de la aldea salía por esta no sin antes dirigirle una mirada reprobatoria por haber escuchado una conversación privada. Hizo una pequeña reverencia y entro a la cabaña.

- ¿Como te sientes pequeña?- pregunto dulcemente la anciana sacerdotisa.

- Me siento mucho mejor- respondió Kagome.

- Me alegro, recuerdo que cuando Momoko te encontró tenias tan mal aspecto que todos jurábamos que estabas muerta.

- No sabe cuanto le agradezco por haberme salvado la vida.

- No me lo agradezcas.

- Disculpe mi intromisión pero escuche su conversación con el líder de la aldea.

- ¡Que! ¿Y que alcanzaste a escuchar?- preguntó nerviosa la sacerdotisa.

- Lo suficiente.

- Me lo imaginaba- la sacerdotisa se levanto del suelo y cerro la puerta corrediza. Se acerco a una mesita donde estaba una tetera y algunas tazas.

- Dígame ese demonio del que hablan tiene en su poder la perla de Shikon ¿No es así?

La sacerdotisa asombrada tiro la taza de té que se disponía a beber al suelo.

- ¿Quién te dijo eso?

- Me temo que se eso y más.

- Tenia entendido que la perla había sido cremada con los restos de su ultima guardiana.

- Así fue pero me temo que yo tengo la culpa de que la perla volviera a este mundo.

- ¿A que te refieres?

Kagome le empezó a relatar todo lo que había sucedido desde que el ciempiés la había atacado hasta el último enfrentamiento en el que perdió a sus amigos.

- ¿Entonces tu eres la que protegía la perla?

- De cierta manera así era… pero no fui, ni soy lo suficientemente fuerte para semejante tarea, la mejor prueba de mi ineptitud es el haber destrozado la perla.

- Niña, todos podemos cometer errores.

- Si pero mis errores han causado la muerte de muchas personas inocentes, entre ellos mis amigos.

- No fue tu culpa.

- ¡Si lo fue!- respondió Kagome con un nudo en la garganta que se le iba haciendo cada vez más insoportable.

- No te podías, ni te podían exigir de un día a otro que fueras una gran sacerdotisa y usaras a la perfección tus poderes espirituales, lleva tiempo saber usarlos y toda la vida perfeccionarlos.

- Yo… me sentía siempre opacada porque todos me veían como la reencarnación de una gran sacerdotisa y esperaban tanto de mí que cada vez que fallaba en algo me sentía tan frustrada- las lagrimas empezaron a rodar por sus mejillas.

- No debieron de haberte comparado, todas la personas somos diferentes y no debieron hacerlo con alguien a quien le enseñaron desde pequeña a usar sus poderes.

- Gracias por comprenderme.

- Ahora yo te pregunto algo ¿Vas a dejar que la gente te siga comparando?

- No.

- Yo podría ayudarte a desarrollar tus poderes.

- ¿En verdad lo haría?- preguntó Kagome dudosa mientras se limpiaba las lagrimas con la manga de su kimono.

- Por supuesto ¿Qué te parece si empezamos cuando estés totalmente recuperada?

- Esta bien.

Kagome se retiro de la cabaña de la sacerdotisa decidida que no se iría a su época hasta vengar la muerte de sus amigos y de su amado, mataría a Naraku con sus propias manos.

Continuara...