Microrrelato A de Amanecer [Días de Abecedario 3.0]

Aquel día nublado paseaba por las orillas del mar en una lejana isla, las olas del mar llegaban hasta la orilla refrescando la arena y mis pies descalzos podían sentir la arena húmeda en cada pisada. Me pregunto si tiempo atrás alguien llego a este lugar tratando de encontrar lo mismo que yo.

Era un bella isla llena de vegetación y tranquilidad, con el paso del tiempo la naturaleza se apodero completamente de lo que ahora ven mis ojos, largos caminos llenos de vida, un lago en el medio de la isla con una hermosa quebrada; era toda la paz que necesitaba.

No recuerdo que me atrajo ese día a caminar por las orillas del mar, lo único que recuerdo es la fresca brisa de aroma salado que emergía tras cada oleaje, mire hacia el horizonte tratando de entender porque había escogido esta isla como lugar de descanso y fue entonces cuando una figura femenina apareció a lo lejos de la orilla.

La imagen borrosa se aclaraba tras cada paso que daba; era una mujer que llevaba puesto un vestido blanco muy ligero, tenía un sombrero de color perla que hacia juego con aquella piel blanca que tenia. Me sorprendió mucho el encontrar a alguien en esta isla, ya que por la ubicación era tan alejada de todo.

Me acerque para platicar con aquella dama tan encantadora, tenia pecas en los pómulos y unas bellas facciones, para sorpresa mía estaba buscando lo mismo que yo. Hablamos sin darnos cuenta del tiempo y de lo cerca que estaba por caer la noche, las conversaciones que teníamos eran muy extensas y profundas. Ella era una soñadora, una persona que creía que el amor más puro se encuentra dentro de cada ser; por mi parte, le dije que el amor más puro se encuentra en las acciones que nos representan , en los detalles y sentimientos que hoy tienen carencia.

Continuamos hablando de viajes que realizamos, personas que conocimos, sueños por lograr; sin darnos cuenta poco a poco transcurría la mañana, el tiempo pasaba lento y los rayos del sol anunciaban un nuevo día, fue entonces cuando ambos divisamos aquel horizonte, el imponente astro se mostraba en toda su magnitud y los rayos del sol se reflejaban en la cristalina playa, el comienzo de un nuevo amanecer había llegado y entonces fue cuando dimos media vuelta admirando aquel follaje tan resplandeciente, ambos no podíamos dejar de admirar el territorio de la isla, era toda una obra de arte, el sol y el paisaje se hicieron uno.

El alcance de mi vista no podía dejar de admirar tan bella naturaleza, gire mi cabeza para ver a mi acompañante y fue lo más relajante que había visto nunca, ella y los matices de varios colores combinaban a la perfección, volteo a verme y su sonrisa lo dijo todo.

Encontré lo que tanto buscaba.