¡No más Ryoma Echizen!

Re: ¡No más, Ryoma Echizen!

Capítulo 7: Una oportunidad

Una fría mañana acontecía Japón.

La lluvia del día anterior había dejado gran humedad en la atmósfera, charcos de agua en la calle y canaletas rebalsadas.

Por doquier, estudiantes de preparatoria, recorrían su trayecto diario acompañados de una sombrilla.
Al hablar vapor salía desde sus bocas por la diferencia de temperatura entre el cuerpo y el ambiente.

Un sol muy tímido venía desde el otro lado del mundo a dar su luz y calor a los habitantes de ese hemisferio.

Aún así ese tipo de día no impedía a la multitud seguir con sus tareas laborales.


La vida tenía que continuar.


En la rectoría, y desde muy temprano, nueve prodigios comprometedores hablaban de su estadía en Seigaku.

Casi todo el día se estuvo tratando de llegar a un acuerdo, del que finalmente, cerca de la hora de los entrenamientos, el director dictó su decisión.

-Desde mañana pueden participar todos de sus respectivas clases-

-Se lo agradecemos director-

-No es por nada Tezka, lamento las molestias-

-No es una molestia, era evidente que iba a ser complicado retomar las clases de esta manera-

-Le agradezco su comprensión capitán-

-¿Y los entrenamientos desde cuándo podrán ser?-

-La cancha está desocupada, puede ser desde ahora mismo-

El capitán del prestigioso equipo de tenis hizo una pequeña reverencia y se retiró de la oficina para informar a los demás.

-Que largo día- se quejó el sub-capitán

-Si que lo fue- respondió Syuusuke

-Tengo hambre-

-Ya habrá tiempo para comer Momo-

-Entonces, ¿Qué haremos ahora Suichirou?-

-Partidos de dobles-

-Buena idea-fuego se prendió en los ojos almíbar al tomar la raqueta- ¡COME ON!

-¿Kawuamura, deseas que estemos en contra?-

-¡Haz mover esa pelota! ¡BABY!-

El prodigio de ojos azules sonrió desafiante ante la respuesta de su amigo y lanzó la primera pelota de la mañana.


El hombre que estaba sentado frente a él cerró sus ojos en señal de molestia.

-¡¿Cómo es posible que no me lo hayan dicho antes?!-

-Entiende de una vez Atobe, esta decisión se tomó de un día para otro, no fue premeditada por nadie-

-¡Y como se supone que se lo diré entrenador!-

-Ayer en la noche hablé con su abuela-

-¿Y que caso tiene? ¡Seré yo el que va a tener que hablar!-

-Creemos que eres el más indicado-

-Esto no puede estar pasando-

El capitán de Hyotei se movía de un lado a otro impaciente. Tomó su cabello y lo retiró hacia atrás para mostrar su enojo.

Miró por la ventana un momento para encontrarse con el árbol en el que siempre descansaban de los entrenamientos juntos, él y su novia.
Dio la vuelta un tanto confundido y enfrentó una vez más la cara del hombre que le hacía enfurecer.

-¡No la puede dejar de lado! ¡Ella se ha ganado el ser titular!-

-Lo sé y tengo claro su talento-

-¿Y entonces, porqué la quiere dejar aquí?-

-No soy yo Keigo, en Australia al parecer son más retrogradas, no aceptan mujeres en el campus-

-¡Maldición!-

Keigo azotó su puño fuertemente contra el escritorio de la oficina

-No estoy de acuerdo, no puedo dejarla sola-

-Será sólo por un mes-

-¿Y dejará de jugar un mes?-

-No perderá el tiempo en un mes-

-¿Y con quién se supone que entrenará?-

-Ese es otro detalle importante, tiene un nuevo equipo en el cual ya está inscrita y desde mañana mismo participará-

-¿Dónde se irá?-



Una bandada de pájaros cerca de ese lugar emprendió vuelo hacia al sur, Syuusuke vio como los gorriones escapaban.

-Algo sucedió- pronunció

-¿Qué sucedió Syuusuke?-

-Oh, Tezka. No es nada, sólo alucinaciones mías-

-Pues entonces yo también estoy alucinando, tengo una extraña sensación de que algo se acontecerá-

Ambas miradas se dirigieron al más joven titular del equipo. Se le veía algo perturbado, enojado o triste; como Ryoma jamás demostraba bien lo que sentía nunca acertaban con precisión.

-(¿Qué pensarás hacer Echizen? ¿Cómo la recuperarás?)-pensaba Fuji



Pasos apresurados acompañados por un aliento jadeante hacían que el cansancio en la mujer fuera más notorio.
Entró a la cancha agotada, pero había llegado a tiempo.

En los entrenamientos de chicas le esperaban todas ansiosas, pero antes de que pudiera saludarlas, el inspector de deportes de Seigaku se interpuso en su camino

-Ryusaki-

-Shigeru-sensei- pronunció la asombrada pelirroja

-Hoy no podrás ayudar con estos entrenamientos-

-¿Sucedió algo?-

-Hubo un cambio-

-¿Cambio?-

-Me acompañarías por favor-

-Si, claro-

Aquél hombre dirigió sus pasos a los entrenamientos masculinos. Sakuno un poco asustada lo seguía, el inspector sólo se daba la molestia de resolver los problemas él mismo cuando eran graves.

-Verás Ryusaki…-

-Le escucho-

-Por ahora no puedo adelantarte toda la decisión porque tu ex-equipo tomará cartas en el asunto-

-¿Ex-equipo?-

-Sí-

-Creo que se equivoca inspector, el único equipo al que he pertenecido es a Hyotei-

-A Hyotei me refiero-

La pelirroja por un momento creyó que era una especia de broma o algo así, pero Shigeru-sensei no bromeaba muy seguido.
Detuvo su paso para escuchar una “buena explicación” de todo esto.

-¿Qué?-

-El consejo lo decidió-

-Usted no está hablando enserio-

-Si lo estoy-

Aquellas gafas del hombre a pesar de ser un obstáculo para ver sus ojos, no dejaban de reflejar la franqueza con la que hablaba

-¿Por qué?-

-Esa razón te la darán después Ryusaki, no es mi labor decírtelo-

-¿Hyotei se supone que me lo dirá?-

-Así es-

-Si necesitas algo no dudes en recurrir a mí, siempre estoy en la oficina y soy un hombre de confianza para Sumire…-

Pero se percató de que estaba hablando sólo, la muchacha se había ido.

-Se me olvidó decirle que pertenecerá a Seigaku-



La puerta de aquella tan conocida oficina se abrió de par en par azotándose contra la pared.

-¡¿QUIÉN ME VA EXPLICAR ESTO?!-

Ninguno de los titulares se atrevía a decir algo. Ellos también estaban consternados por la noticia, sobre todo ahora que ellos mismos tendrían que transmitirla a la mujer.

-Atobe-

Su novio se puso de pie en frente de ella con una mirada de tristeza notable. Sakuno ya sabía de qué se trataba, esto empeoraría.

-¡¿Por qué?!- gritó la pelirroja

El capitán no pudo decir nada, estaba decepcionado de sí mismo, se sentía impotente.

-Nos vamos a Australia Sakuno-


Ella se paralizó


-¿Es cierto lo que dice Otori?- preguntó a Keigo

Él sólo pudo responder desviando la mirada.

Los demás titulares respondieron por él.

-Le insistimos al entrenador mil veces para postergar el viaje pero no quiso acceder-afirmó Jiroh

-En ese maldito campus no se aceptan mujeres- dijo Otori concretando la idea

-Esto no será para siempre, sólo será por un mes- habló Gakuto mientras le abrazaba

-Y sabemos que es mucho tiempo para dejarte sola pero creemos que puedes crecer como tenista con los titulares que ahora serán tus compañeros-

-Lo que no quiere decir que no nos duela dejarte-

-Esto no nos agrada para nada-


Silencio absoluto.


Sakuno se puso de pie bruscamente evitando los abrazos de todos


-Lo entiendo-respondió ella- creo que me conviene un poco situarme en ese equipo y también siento que es bueno para ustedes irse-


Apretaba sus puños fuertemente, sin antes esconder su semblante.


-No me agrada la idea de tenerlos tan lejos pero ya no hay nada que hacer-

-Lo sentimos. De verdad lo sentimos- respondió Kabaji

Si, Kabaji.

-¿Cuándo partirán?-preguntó la pelirroja

-En dos días más-

-Entonces ahí estaré para despedirlos-

Dio media vuelta aún conteniendo las lágrimas y se fue lo más rápido que pudo de ese lugar.

Sus amigos trataron de alcanzarla pero la mejor cualidad de Sakuno, tanto en la cancha como en su vida diaria, era su rapidez.

Corrió hasta no dar más y paró por la falta de aire que necesitaba su cuerpo para seguir viviendo.


-Ahora si estaré completamente sola-

Amargamente y sentada en un columpio de la plaza la muchacha derramó sus lágrimas

-¿Cómo es posible?

¡Dios!

¿Por qué me haces esto? Cada vez me ahogo más en mentiras y soledad.
¿Por qué tomaste una decisión así?

¡EXPLÍCAME!


El viento corría fuerte, tenía frío, pero nada podía ni quería hacer.
Estaba lejos de su casa, no era una hora muy concurrente de gente y no había nadie a su alrededor.

Subió la mirada llorosa para ver en unos minutos más al sol esconderse; pero cuál fue su sorpresa al percatarse que frente a sus ojos había un pañuelo.

-Te ves mejor cuando sonríes-

El viento, accidentalmente, se llevó de un sauce una hoja de color verde cata; cayó en el regazo de la joven que desahogaba sus penas cerca de él.

Como respuesta Sakuno acarició la hoja lentamente y entendió que su señal era el chico que estaba en frente suyo.


-Ryoma-


El de ojos ámbar la miraba con preocupación y desgana, no le gustaba para nada verla llorar y sobre todo si otros la hicieron llorar.

-¿Qué hace aquí tan sola?- le preguntó él

-Sólo estaba paseando-

-Cuando uno pasea no llora Sakuno-

-No estuve llorando-

-No me mientas, se nota que así fue, todavía caen lágrimas de tus ojos y si no lo percatas, es porque has llorado mucho-

Ryoma una vez más hizo contacto con su piel, secó las lágrimas que habían caído hace algunos segundos y acarició dulcemente su rostro.

-¿Qué sucedió?-


Sakuno no respondió


-Esta bien si no me quieres decir-

-No es eso Ryoma, es sólo que no quiero seguir hablando del tema-

Un contacto con aquellos ojos dorados produjo una profunda calma en la dueña de los ojos carmesí.

-Pronto va a oscurecer, es peligroso quedarse aquí-

-No quiero ir a mi casa-

Los ojos de la muchacha se volvieron a entristecer

-Tengo una solución-

Sakuno lo volvió a mirar

-Puedo ofrecerte, sin ninguna mala intención, que te quedes esta noche en mi casa-

Ella se sorprendió un poco por la oferta

-Se que no hemos pasado mucho tiempo juntos como para tener la confianza suficiente, pero hoy mis padres tienen un matrimonio y llegarán de madrugada. Nunca sabrán-

-Ryoma yo…-

-También esta bien si no aceptas, nadie te obliga a hacerlo pero no te permitiré quedarte aquí a esta hora-


Al sol le faltaban dos minutos para volver a esconderse, se notaba aún más el frío en el ambiente.

Ryoma sacó una chaqueta que guardaba en su bolso deportivo y cubrió la espalda de su amada.


-Vas a tomar un resfriado-

A Ryusaki se le llenaron los ojos de lágrimas y se lanzó a los brazos de Ryoma. Abrazó su cuerpo esculpido para tomar su calor, él entendió el gesto de la pelirroja y acarició su cabeza como si fuese una niña pequeña.
Nuevamente las lágrimas salieron de sus ojos, pero esta vez, de emoción.

-Gracias Ryoma-kun-