Eyes nose lips [shikatema]

¿Te has sentido alguna vez culpable? Pero no hablo de un simple remordimiento que dura unas horas, unos días o unos meses, hablo de cuando sientes como algo te come por dentro, lentamente, pedacito a pedacito, disfrutando plenamente de tu fragilidad en ese momento para recordarte, una y otra vez, que eres el ser más miserable del mundo. Se siente algo así como si te hubieras bebido de una botella de lejía y ahora ese producto químico, puramente ácido, quemara lo más profundo de tu ser. Pero claro, tú estás maldita, no te mueres a pesar de sentir como te quemas desde lo más hondo de tu cuerpo. Y a pesar de arder, quemarse y convertirse en las cenizas más negras que tus ojos nunca podrían llegar a contemplar, hay dos cosas que no consiguen quemarse: Tu agonía y tu amor. Porque, claro, tú estás maldita.

Es sorprendente hasta que punto llega a ser cierto eso de "El dolor y el placer van de la mano". La verdad es que nunca me había parado en pensar aquello. No era la primera relación que terminaba, ni la primera persona a la que hacía daño sin quererlo. Toda nuestra existencia está llena de esos amargos momentos en los que te sientes mal, no por ti, sino por esa persona que sin querer (porque lo ético es que sea sin querer) has lastimado. A veces es por algo egoísta, otras veces es simplemente porque no funciona nada. A veces es porque no te dabas ni cuenta. Pero, ahora, pensándolo mientras siento como me voy extinguiendo por dentro, esa frase no está errada para nada. El dolor, el abandono, siempre aparece después del placer.

E incluso podemos hablar de un placer como el sexo sin compromiso. Cuando terminas, cuando esa noche llega a su fin, sin el compromiso de que él o tú tengas que quedarte en una posición realmente incómoda para abrazarlo o que te abracen, amaneces (como todas tus mañanas) en una cama vacía. Y no hace falta hablar exactamente de una cama vacía físicamente, quiero decir, si buscas el consuelo en un desconocido es porque algo en tu vida no va bien. A lo mejor tienes un novio lejos o simplemente no tienes ¿No? Siempre se ven casos de engaños en los que nos sentimos solos. O nos sentimos solos también por estarlo (la realidad suele ser cruda). De todas formas, el placer siempre termina en lo mismo: en el dolor, en el abandono.

Pero creo que me estoy desviando del tema demasiado. Volvamos a la culpa, a ese sentimiento que te escala desde las entrañas hasta la garganta, arañando tus paredes interiores para salir por tu boca y abandonar tu cuerpo y así, tomando una forma en el plano material, perseguirte el resto de tu vida mientras te murmura las cosas que has hecho y ahora, evidentemente, no se pueden cambiar (para bien o para mal). En casos como estos, como ahora mismo me siento yo, creo que lo mejor es que no intentes arreglarlo. Tan sólo bebe y bebe hasta olvidarlo todo con algún licor amargo (que casualmente también quemará cuando lo pruebes), métete en la cama de un desconocido que te parezca amable y amanece sola, abandonada después de haber sentido el mayor placer de tu vida y haberlo tirado por la borda: Haber amado, haber sido amada y mandarlo todo a la mierda.

Después de todo, mi madre solía decir que es mejor haber amado y haber perdido, que nunca haber conocido. Mi nombre es Temari, y esta es mi romántica y trágica historia.

 

Todas las historias tienen un principio similar. Si te paras a pensarlo, todas tienen un hecho, un secreto, para que sigas leyendo hasta el final. A mi entender, sólo los mejores escritores pueden desvelarte el final en un principio y atraparte para que leas el resto de la historia a pesar de saber como va a terminar. Se podría decir que es el don de ser, simplemente, interesante a los ojos de los lectores. A decir verdad, no pretendo ser como ellos, tendría mucho camino por delante y no es algo que realmente me apasione, yo os he contado ya el final porque no quiero ilusionaros con las cosas que no son. Tendemos a creer que todas las historias de los libros se merecen un final feliz, un "Vivieron felices para siempre" pero desgraciadamente esas son las peores historias, las que no son verdad y te lo intentan pintar como que lo son. No pido que estén de acuerdo conmigo, yo sólo estoy expresando mi opinión sin ánimo de ofender a nadie. Pero ¿Es posible a caso tener un final feliz y ya está? La vida está llena de sacrificios, y desgraciadamente estos sacrificios son dolorosos, porque sacrificar unas horas para estar con una amiga es algo trivial, yo hablo de sacrificar toda una vida por una persona, renunciar a todo y darte cuenta de que ese sacrificio era lanzarte al vacío de cabeza con los ojos tapados, a espera de que abajo esté un lago para acogerte.

Así qué ¿Cuál es el inicio de mi historia? Bien, se podría decir que el sacrificio es el inicio. Yo solía ser una chica cuadrada, como se podría decir: de trabajo a casa y de casa al trabajo. No era que no tuviera amigos, sorprendentemente me llevaba bien con todo el mundo, era más bien que vivía una vida sencilla, sin pasiones, sin pareja, sin fiestas. Estaba casada con el trabajo. Eso y que en un pueblo como en el que vivía no había mucho que hacer a parte de correr a casa porque hacía frío. Cosas de vivir en el norte. De todas formas, hay gente que cae en depresión por la rutina que llevan, pero a mi me encantaba mi rutina. Adoraba mi trabajo. Era cierto que a veces me frustraba mucho, era lo normal por trabajar en un centro de desintoxicación para menores, pero me encantaba ayudar a esos pobres chicos a re hacer su vida lejos de las drogas y el alcohol. Hacía que me sintiera bien, a parte de que nunca caía en rutina ya que cada día era algo nuevo con ellos, cada día mejoraban o me llegaban nuevos casos. No tenía una vida completa, pero desde luego no me quejaría. Hay gente que tiene menos y también es feliz ¿Por qué no iba a serlo yo?

Pero como siempre pasa, tenemos una o un amigo que le gusta meter las narices en cualquier lado. En este caso, fueron casi todos mis amigos, evento extraño. De momento, antes de empezar a explicar la historia os explicaré un poco sobre mis amigos, que hacen y de qué los conozco, amigos y familia, más bien. Empezaré por mis dos hermanos, en realidad medio hermanos ya que todos compartimos madres diferentes. Se podría decir que mi padre no era un santo y mi madre era demasiado inocente. Ella se suicidó al cabo de un tiempo por la depresión cuando mi padre se fue con su segunda mujer, madre de uno de mis hermanos, por lo que tuve que irme a vivir con mi nueva familia. Conocí así a mi hermano pequeño de nombre Kankuro. Es exageradamente extrovertido, inquieto, pesado, molesto, estúpido y lo adoro. Se convirtió en mi mejor amigo al momento. Después de unos años jugando a ser una familia feliz, mi padre dejó a su novia por una nueva: su secretaria. Kankuro nunca se lo llegó a perdonar, ya que tenía miedo de que su madre reaccionara igual que la mía. Por suerte su madre era más fuerte que la mía y lo superó.

Durante las vacaciones Kankuro y yo íbamos a ver a nuestro hermano pequeño, Gaara. Él era un poco más raro, callado e introvertido, algo frío y a veces llegaba a darnos miedo. Siempre nos cuidábamos las espaldas entre nosotros dos, pero por alguna razón no solíamos cuidar a Gaara. Él parecía poder cuidarse solo. No estoy orgullosa de ello, de hecho actualmente yo aún no me he perdonado por haberlo ignorado tanto tiempo de esa forma tan cruel, pero Gaara dice que él si nos ha perdonado. Bueno, yo vivía desde hacía años con Kankuro y su madre, pues cuando mi padre tuvo una nueva pareja volvió a abandonarme, ya hasta me daba igual. Lo que nunca podríamos haber llegado a imaginar es que mi padre castigaba físicamente tanto a Gaara como a su madre. Eso te hacía entender muchas cosas. Pronto mi padre terminó en la cárcel y tanto yo como mi otro hermano comenzamos a tomar conciencia de portarnos bien con Gaara, no por pena ni por deber, sino porque no queríamos ser como nuestro padre.

Vale lo reconozco, mi infancia no fue la más feliz y llena de cariño. Posiblemente algo traumática, pero por esa misma razón soy como soy, estoy siempre dispuesta a ayudar a los chicos con sus problemas, intento cuidar a todo el mundo, pero por suerte sé cuando decir basta y cuando algo ya no me conviene. Mi relación con Gaara mejoró y pronto su madre también lo hizo. Después de que mi padre desapareciera todo fue a mejor y eso no se puede negar. Incluso me atrevo a decir que tuve una adolescencia completamente normal y aburrida, como cualquier otra chica de mi edad. Un dato curioso, es que he mentido, no me llevo bien con todo el mundo. Con mi generación del instituto no me llevaba bien, así que me terminé juntando con amigos de Gaara y Kankuro ya que parecían incluso más maduros que los de mi edad. Así fue como conocí al mejor amigo de Gaara, Naruto. Un loco, sinceramente, y a veces me entraban ganas de matarlo, pero muy buen chico y siempre cuidaba de Gaara. A Naruto siguieron los demás, Ino, TenTen, Neji, Sakura, Sasuke, Kiba... Todos ellos me caían bien, pero con quién más me llevaba era con otra rubia; Ino.

Ella terminó estudiando psicología conmigo, iba un curso por detrás ya que yo me había saltado un año de universidad para viajar por el mundo con mi hermano Kankuro. Terminé por pasarle todos los apuntes cuando volvimos, empezamos a ser grandes amigas por una cosa u otra, y a pesar de nuestras grandes diferencias ella se convirtió en mi mejor amiga. De vez en cuando me convencía para salir con sus amigos, los cuales a mi me agradaban. Terminamos poniendo una consulta entre las dos y apenas ella se graduó vino a trabajar conmigo. Y hasta ahí mis tres grandes amores, los otros son más bien secundarios. Son buenos amigos, pero realmente no son tan importantes para esta historia como ellos. Supongo que tendrá que ver con mi cercanía a estas tres personas. Después de dar estos pequeños datos, creo que me atreveré a decir lo siguiente:

Mi historia comienza ayudando a una amiga, mi historia empieza a partir de un sacrificio trivial.