Spin-off Exteriores [Pokémon Rol]

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A medida que la distancia entre la cabaña y el interior del bosque nevado aumenta, una extraña bruma perpetua parece difuminar el horizonte en la distancia. Sobre la nieve aún pueden distinguirse de forma escasa los caminos de piedra que conectan el Lago Helado con las diversas cabañas del bosque, pero su opacidad parece ser inversamente proporcional con la profundidad de la bruma.

En el punto donde los caminos de piedra colindan, aún en la zona exterior del bosque, se alza una encrucijada, con flechas de madera señalando todas las direcciones. Sin embargo, una de las flechas está lo suficientemente emborronada como para ser imposible distinguir su señalización, mostrando únicamente el único lugar donde no hay camino visible. A pesar de las condiciones climáticas, no parece haber sido deteriorado por la nieve...

Los pasos de Nikolah terminaron por llevarle a la encrucijada. En ella podía ver los metros que le separaban de la cabaña, así como de la salida del bosque y el Lago Helado, no muy lejos de allí. La única señalización extraña era la que no tenía letras claras. Siguió el camino con la mirada, allá donde la bruma se hacía más y más espesa.

Fue tan solo un instante. Como un destello fugaz, el chico pudo distinguir una figura etérea, camuflándose con el manto níveo de su entorno. Un escalofrío recorrió su espalda, y juraría haber escuchado una voz en su cabeza. Una voz melódica y suave, tan frágil como la propia escarcha. Se sintió casi... como un lamento. Un lamento desolado que le dejó una sensación pesada en el pecho.

En cualquier caso pronto quedó a solas con sus pensamientos. Quizás solo había sido una ilusión sin importancia. ¿Hacia dónde debía dirigirse exactamente ahora?

Norte: Lago Helado
Sur: Cabaña
Este: Llanura nevada

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Estas opciones y el propio tema en sí están disponibles ya para todos, pero debéis esperar que Nikolah escoja hacia dónde se dirige para poder postear Reual Nathan Onyrian

 

Nikolah Cruz

La nieve de verdad que tenía un efecto tranquilizador en uno. Hasta me sentía a gusto. Era muy extraño que mi tipo favorito no era el hielo. Solté una pequeña carcajada y continué camino. No sabía cuan lejos quería irme, la verdad. Tampoco podía comenzar a deambular por todo el lugar, si tardaba mucho en volver, estaba seguro que se preocuparían allí en la cabaña. Al menos, un par. Sin embargo, el paisaje cada vez me intrigaba más y más. Había una bruma que comenzaba a crecer y a originarse en el bosque, que difuminaba las líneas del horizonte y le daba un aspecto onírico a todo el lugar.

Sin darme cuenta, me topé con lo que parecía un letrero en medio de la encrucijada. Había flechas que señalaban en las cuatro puntos cardinales, hacia la cabaña, el lago y las afueras del bosque. Y el último no estaba señalizado, lo cual era bastante extraño. O sea, tenía una flecha y todo, pero parecía que lo que sea que hubiera tenido escrito había sido atacado por el tiempo y el inclemente clima, y ahora era ilegible. Y además, señalaba en una dirección en la cual no había ningún camino visible. Me rasqué la cabeza, algo confundido, y miré en esa dirección. Al parecer, se internaba más en el bosque. No creía que fuera una buena idea...

¿Qué había sido eso? ¿Acaso el frío al fin me había afectado? ¿Por qué sentía esa sensación de desosiego, de pesar? Inconscientemente, me cubrí más con la manta, gesto que terminó por extrañarme. Nunca lo había hecho. Me froté los ojos. Juraba que había visto algo. Un brillo, una figura efímera, que se materializó frente a mí y luego se desvaneció, como si se tratara de la llama de una vela sujeta a un fuerte viento. Y esa voz. No estaba loco. Al menos, no tanto. Había escuchado algo. Una canción. Un... lamento.

Bueno, al carajo. Las buenas ideas nunca habían sido lo mío. Suspiré, para armarme de valor, y, curioso, me dirigí hacia la dirección sin letrero, internándome en lo profundo del bosque. Iba a averiguar que era eso. Y si era un lamento lo que había escuchado, iba a encontrar la forma de ayudar a lo que fuera que lo hubiera soltado.

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O sea, hear me bish. Me ponés música de Skyrim, y encima me podés todo el bosque nevado, y un brillo y una figura extraña, y ¿acaso dudás de podría decidir cualquier otro camino que ese? Yo ya me estoy poniendo armadura y una espada al costado, listo para meterme en una ruina nórdica.

Deberías haber continuado con el post siguiente de una (?

 

Movido por su poderosa curiosidad y aquel destello efímero, que lo atraía como una polilla hacia la luz, Nikolah emprendió su camino hacia las profundidades del bosque. Allí donde la bruma le invitaba a su encuentro, similar al sedoso canto de una sirena. Abstraído, fue incapaz de reparar en cómo las ramas desnudas de los árboles se entrelazaban entre sí a sus espaldas, eliminando cualquier rastro del camino que había escogido seguir.

Sus pisadas desaparecieron frente a la encrucijada, sin dejar rastro de que alguna vez estuvo allí.

Zonas de la encrucijada disponibles editadas. Podéis postear con normalidad a partir de ahora.
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El crujido de las pisadas sobre la nieve y el silbido del viento eran los únicos capaces de sobreponerse a la perpetua paz del bosque. A pesar de su aspecto desolado y la bruma que empezaba a acariciarle la piel con timidez, podía sentir varias miradas puestas sobre él. Una de las ramas se agitó ante cierto movimiento y dejó caer parte de la nieve acumulada, fundiéndose con el resto del lienzo en blanco.

Parecían... pokémon. Pokémon que habitaban el bosque y veían en él un hogar. Sin embargo, Nikolah fue incapaz de encontrar a ninguno de ellos. No parecían querer dejarse mostrar. Se comportaban de una forma distinta a las del resto de especies del bosque, recelosos. Como si aquella zona tuviese una influencia distinta sobre ellos.

Casi como si... tuviesen algo que el resto no. Algo que proteger.

Le estaban analizando. Aguardando, quizás, por hacerse una idea del extraño que se atrevía a poner un pie en sus tierras. En cualquier caso el entrenador no tuvo obstáculos durante su trayecto, y a pesar de que la neblina empezaba a difuminar el lugar de donde venía, aquel destello extraño volvió a captar su atención, empujándolo a seguir avanzando.

Lo vio. Como una suerte de fuego fatuo, indicándole el camino a seguir en la distancia.

Y escuchó de nuevo aquella voz. Ese tono dulce, cargado de una profunda tristeza. De una terrible melancolía.


"... está ... demasiado..."

"¿... sucedido algo...?
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"Tengo... frío..."
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Las voces huyeron de su cabeza al ser consciente de que alguien le seguía. Las pisadas fueron suficientes para sacarle de su trance y volverse sobre sus pasos. La bruma le impedía ver bien de quién o qué se trataba... debía actuar rápido.

>>Seguir avanzando, ignorando la presencia.
>>Encararla y preguntar quién es.
>>Echar a correr.

 

Mimi Honda

Eché a correr sin saber por dónde iba, a dónde pretendían llevarme mis pasos. La nieve crujía bajo mis botas de montaña y mis pasos no tardaron en internarse en la llanura. Llevaba los guantes pero mis orejas pronto se sintieron heladas bajo el contacto gélido de la brisa.

¿Quién le mandaba abrir la boca? ¿Alguien había pedido siquiera mi opinión? No los quería aquí. No quería saber nada de un puñado de novatos. Menudas vacaciones.

Pronto, casi sin notarlo, la bruma que rodeaba el bosque del lago terminó difuminando la cabaña en la distancia. Era una niebla ominosa, densa, tanto, que era prácticamente imposible ver unos metros por delante de mi nariz. Rodeaba el bosque, los troncos nevados, desdibujando siluetas difusas e indistinguibles.

Me detuve y eché un vistazo pausado a mi alrededor. El corazón me latía con fuerza en el pecho.

—¿Nikolah...?—pregunté por debajo de mi aliento buscándolo con evidente crispación. La densa niebla y la incapacidad de ver con claridad me ponía nerviosa. Nunca en mi vida había pisado antes el Lago Helado. Me había mantenido lejos del frío lo máximo posible porque era sumamente débil a las bajas temperaturas. Arceus... ¿por qué era tan estúpida?—¡Nikolah! ¿Dónde estás? ¡Ni! ¡Ko! ¡Lah!

No hubo respuesta.

Solo la brisa siseó como un eco venido de otro mundo, fantasmal incluso, y un escalofrío me recorrió la espalda. Oh, vamos...

Este: Llanura nevada

 

Dante Miles

El grupo terminaron siendo solo ellos y quizás, como dijo Cayden, eso sería lo mejor para traer a ambos de regreso a la cabaña sin ninguna clase de tragedia de por medio. Camino a la puerta solo se dirigió a su equipaje para colocarse de nuevo la bufanda que había dejado encima de este al llegar y una vez colocada, abrió la puerta para que el pelirrojo pudiera salir primero y él cerrar la puerta para que el frio no invadiera el interior de la cabaña.

—Gracias por acceder a venir... —fue lo primero que se le ocurrió decir cuando sus pies tocaron el manto de nieve, su mirada estaba finja en el suelo y el camino al realmente no encontrar mucho sentido de ver hacia el frente por la bruma y que en sí, lo importante estaba debajo de ellos: las pisadas recientes de Mimi que todavía no eran cubiertas por la nieve que caía o eran barridas por el viento. —De igual forma, si llegara a haber golpes —que podía pasar —, realmente no me gustaría que fueras un saco de boxeo, no seria un muy buen inicio de las vacaciones, a decir verdad.

Cada tanto mientras avanzaban abandonaba su mirada de las huellas recientes para mirar hacia el horizonte solo para comprobar que no estaba caminando hacia un árbol o algo similar y tratar de divisar si mágicamente podía aparecer una de las siluetas de alguno de los entrenadores, pero no, tan solo la mera distorsión de los árboles que se perdían en esa neblina.

No fue hasta que parecieron llegar a la división del camino que dejó salir un suspiro por sus labios, haciendo aparecer aquel característico humo blanco.

—Esta claro que alguien se fue por este camino, ¿no? —Frotó ligeramente sus manos —, ¿pero crees que ambos esten por allí?

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Hitori te dejo decidir pa' donde van los niños uvu
PD: por alguna razon hacer este post fue bien extraño (?

 

La bruma que en algún momento amenazaba con nublar sus sentidos retrocedió a medida que sus pasos la dirigían hacia el este del bosque. Los árboles decidieron retirarse a su vez, dejando paso sin ser consciente de ello a una extensa llanura cubierta de nieve. El cielo, a pesar de encontrarse despejado, perdía a cada minuto que pasaba su color y el horizonte comenzaba a teñirse de tonalidades cálidas.

Estaba empezando a atardecer. Debía encontrar a Nikolah, y rápido.

Algunos pokémon se cruzaron en su camino con curiosidad. Un Minccino como Mochi se asomó entre los árboles, limpiando un fruto entre sus manos a conciencia. Un Drilbur se encontraba escarbando en la nieve con sus patas, volviendo la cabeza hacia la chica para poco después perder el interés y seguir con su labor. Zangooses y Sevipers huían entre sí en la distancia, dándole una gran vida aquel páramo aparentemente desolado. Sin embargo, lo que se robó su atención fueron las siluetas en forma de cono que empezaron a dibujarse en la distancia, iluminadas a contraluz. Parecían ser unas especies de... casas, casas extrañas, asentadas superficialmente sobre la nieve.

Y no estaban deshabitadas.

Al detenerse, Mimi supo que se trataban de una serie de yurtas térmicas, aparentemente no más de cinco. Algunas personas salían y entraban de ellas, charlando amenamente, todas protegidas debidamente del frío con una serie de trajes con piel de pokémon tremendamente similares entre sí. De tonalidades azules, varios motivos sobresalían de la tela, formando una figura que ella ya había visto con anterioridad.

Flores de cristal.

Estaba claro que se trataba de un asentamiento nómada. Algunos niños, que jugaban con una especie de pelota, la golpearon lo suficiente como para que esta rodara cerca de los pies de la chica. Uno de ellos se detuvo, expectante a que se le pasase, contemplando con curiosidad a la recién llegada.

¿Qué... se suponía que debía hacer?

>>Hablar con el niño
>>Acercarse a una de las yurtas
>>Marcharse de allí

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Si llegáis donde está Mimi, podéis pillar el resto de opciones too

 

Mimi Honda

El cielo se había teñido de un suave naranja cuando finalmente detuve mis pasos. Sentía haber caminado por horas. Me dolían las piernas y notaba las manos entumecidas, heladas, incluso por debajo de los guantes. Abrumada por el frío me había echado la capucha del anorak sobre la cabeza y la suave pelusa blanca mantía tibias mis mejillas y mis orejas.

Había visto a algunos Pokémon entre las espesura, corriendo a esconderse entre los árboles o asomándose con curiosidad. Por esta zona la fauna parecía no estar demasiado acostumbrada a la mano humana. En la llanura aparentemente desolada se emplazaban una serie de pequeñas casas cónicas, tiendas o... yurtas.

¿Yurtas? Ni siquiera las había visto en Udan. Aunque los Udienses estaban asentados desde hacía siglos en su isla.

Era un asentamiento nómada.

Iban y venían, charlando entre ellos y el ambiente olía a leña quemada y comida caliente. Vestían pieles azuladas con patrones fácilmente reconocibles. Pero el hecho de reconocerlos no hacía la situación menos extraña. Eran flores de cristal... exactamente iguales que aquella que mostraba el tatuaje de nuestro guía.

¿Qué hacía una tribu nómada en Galeia? Los únicos indígenas que reconocía eran las tribus de Udan. Y ni siquiera eran una tribu per sé.

Casi me sentía como si hubiese viajado al pasado.

Una pelota de tela rodó hasta mis pies, deteniéndose. Su causante; un grupo de niños jugando. El mayor de ellos me dirigió una mirada expectante y curiosa.

Le devolví una sonrisa cerrada, temblorosa por el frío. Tensa.

—Hey—saludé bastante escueta, congelada, con las manos bajo las axilas en un intento por mantenerlas calientes. Fue un saludo algo torpe regado de contrariedad. Pateé la pelota y se la regresé.

¿Hablaban siquiera mi idioma?

 

Nikolah Cruz

Caminé en una especie de ensueño, apenas consciente de mis pasos. El bosque parecía envolverme, y todo se veía tan... inmaculado, primigenio, como si allí ninguna influencia externa hubiera actuado en mucho tiempo. Todo estaba tan... silencioso. Por un segundo, sentí que hasta podía escuchar el latido de mi propio corazón. Las brumas seguían rodeándome, envolviéndome todavía más en aquella extraña sensación. Alguien me vigilaba. Varios alguien. Podía notar sus ojos curiosos a través de la nieve, detrás de las ramas, ocultos a mi propia mirada. Eran los habitantes de este bosque, que seguramente miraban con desconfianza al que había irrumpido en sus silenciosos y tranquilos dominios.

A pesar de eso, nada me impidió seguir avanzando, internándome más y más en ese lugar. Hasta parecía tener una presencia... mágica. Algo parecía ocultarse allí. Algo que el mismo bosque parecía dispuesto a proteger.

Y tal vez la respuesta a ese algo se materializaba en el destello que volvió a invadir mi atención. Me conminaba a seguir. No tenía otra cosa en la cabeza que alcanzar ese brillo. Porque sentía que estaba sufriendo. Esa voz, tan dulce y a la vez tan agria, matizada con una profunda tristeza y melancolía. Hacía que uno se sintiera... nostálgico, en cierta manera. Podía comenzar a escucharlo, algunas palabras sueltas, frases traídas por el viento. Débiles, como el susurro de las hojas en una tarde otoñal.

— ¿Quién eres?— pregunté en voz alta, aunque dudaba que la voz pudiera responderme. Me quité la manta de encima, y la extendí al frente mío.— Si tienes frío, puedes usar esta manta. Yo no la necesito.

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No voy a estar activo por todo el fin de semana, muy probablemente, e incluso el lunes. Aviso nomás por las dudas (?

 

Dante Miles

—Yo no te culparía por que ella saliera así, Mimi...reacciona de forma muy intensa muchas veces —Mientras ella no te considerara agradable, estaba seguro que cualquier comentario podría ser tomado a mal, pero en ese caso, sentía que el hecho de no considerar válida la experiencia de los nuevos entrenadores con Nikolah era lo que la había alterado pero, al final del día, el se preocupaba y era lo importante, ¿no? —, y claro, es algo que se haría... pero creo que con todo lo que pasó, se quería dar la oportunidad a que respirara ya un poco más tranquilo.

Incluso aunque había notado que el rubio no tenía la ropa indicada para lo mismo, pero en lo personal, no iba a poder ir tras él si sentía algo de enojo por la situación, ir con la cabeza tranquila también era algo importante cuando pasaban esa clase de cosas, y por eso tampoco consideraba adecuado que Mimi hubiera salido disparada por la puerta.

"Nadie merece un golpe"

Quiso decir pero, para ese momento no le veía mucho sentido, sabía que si llegaba a pasar trataría de impedirlo como hace un tiempo lo había hecho hace tiempo.

—Bueno, Nikolah lleva más tiempo fuera así que realmente no podemos tomarlo tan extraño.—Pero si podían intentar confiar en que Mimi quizás pudo ver algo y eso era lo que estaba siguiendo hacia la llanura. Dejaron atrás los árboles y parte de la bruma a un paisaje completamente distinto a lo que había pensado y que comenzaba a sorprenderlo conforme iban avanzando.

Yurtas, desconocidos con piel de pokémon, aquella flor extraña que tenía el guía y Mimi...sin aparente rastro de Nikolah.

—¡Mimi! —La llamó apresurando un poco su paso, saludando con una sonrisa amistosa a los niños que había a lo lejos, no quería asustarlos o algo similar por llegar tan de repente a donde estaba la rubia —...¿nuevos amigos? —Llevó sus manos a los bolsillos, contemplando con asombro todo el lugar en el que estaban—. Los vinimos a buscar...—agregó en voz baja.

 

Mimi Honda

El niño no tuvo tiempo de responder porque una voz conocida no tardó en asaltarme por la espalda. ¿Había salido detrás de mí? ¿Cómo?

Mis huellas en la nieve.

Dante y... Cayden. ¿Qué eran, dos Mightyena para seguir mi rastro de esa forma? Yo ni siquiera había alcanzado a ver las de Nikolah. Era como si la brisa gélida las hubiese borrado, como si el bosque las hubiera hecho desaparecer.

Les dirigí una mirada de soslayo.

—Es extraño ¿verdad?—respondí en voz baja—. Que haya un asentamiento nómada en mitad de una región como Galeia. Por lo general es tan urbana que jamás hubiera pensado algo así. Y ese emblema de la flor de cristal...—me llevé la mano al mentón, pensativa. Reconcentrada en mis propios pensamientos de forma similar a cuando había puesto todo mi instinto y perspicacia a favor de la CSG—. El guía lo dijo en la mañana. Que pertenecía a una tribu nómada que fundó Ciudad Barniz. Estoy segura de que se refería a esta.

Hice una breve pausa y me detuve a observar el entorno. Acercarse a una de las yurtas y sentir su calor sonaba tan perfecto. Realmente me estaba congelando, muriendo de frío allì. Me costaba mover los dedos de las manos y sentía el rostro helado incluso con la cabeza cubierta por la capucha del anorak.

>>No he podido encontrar a Nikolah—giré sobre mis talones para encarar a Dante finalmente. Mi voz fue una especie de suspiro pesado y tenso—. Es como si hubiera desaparecido sin dejar rastro o se lo hubiera tragado la montaña.

La leyenda de la bestia del bosque... no era más que una leyenda ¿cierto?

Mi ceño se frunció nuevamente, molesta. Ahora que no sabía nada de su paradero, tenía razones de sobra para ser un Liepard guardián.

>>¿Ves ahora por qué no había que dejarlo solo? ¡Te lo dije! ¡Lo dije, maldita sea! ¿Qué haremos ahora?

 

Dante Miles

—Muy extraño, bastante yo... yo he pasado demasiado tiempo en estas rutas y jamás me los había topado o la bruma que estaba del otro lado, me parece impresionante... —Pensar que quizás era un golpe de suerte encontrarlos durante sus viajes o algo similar y lo peor de todo, es que ni siquiera tenía su cámara encima para poder capturar ese momento, lo cual lo hacía sentir que realmente todo tenía un aspecto casi fantástico que le causaba cierta ilusión.

Hasta que fue rota de forma abrupta por el siguiente comentario.

"No he podido encontrar a Nikolah. Es como si hubiera desaparecido sin dejar rastro o se lo hubiera tragado la montaña."

La esperanza de que estuviera metido en alguna de esas yurtas o buscando algo para los niños que jugaban se habían esfumado del todo, pero aun así no quería iniciar a preocuparse, tenían que mantenerse tranquilos y esperar a que todo estuviera bien para que pudieran buscar de forma más efectiva y no se dejaran llevar, los bosques eran grandes y la nieve podía ser bastante desorientadora, más cuando había broma.

Pero no debía implicar algo devastador, no ahora.

—Cayden no, no es tu culpa y Mimi por favor, no sirve en lo absoluto responsabilizarlo de la situación —revolvió su cabello con cierta frustración cuando lo vio alejarse hacia las yurtas —, vamos a seguirlo buscando, Nikolah podrá ser descuidado y torpe, pero tiene a su favor que parecer bastante resistente, tengamosle fe.

Era mejor tratar de imaginarlo a salvo y no enterrado en la nieve, por ejemplo.

—Por favor, se preocupa por él, quizás no lo conozca igual que tu —y seguía sin saber cuanto se conocian —, pero lo aprecia, ellos fueron los que lo buscaron la primera vez, no tu, no yo, ellos. Y él esta aquí ahora, hizo lo correcto en ese momento, no todos quien estar acompañados cuando se sienten agobiados, no es su culpa que...decidiera irse por el bosque, y discutir tampoco lo ayuda, lo vamos a encontrar.

 

Mimi Honda

Escuché su respuesta sin moverme, sin siquiera reaccionar. Era evidente que lo sabía de sobra, que la había cagado como los grandes. Pero aunque así era y aunque me fastidiase reconocerlo, reprochárselo y echárselo en la cara no iba a servir de nada. Salvo quizás para desquitarme; usarlo como bala de cañón para subsanar mi rabia con toda aquella situación. Estaba siendo injusta, pero no me importaba serlo.

Porque a veces podía ser esa zorra.

Y ahí estaba Dante Miles nuevamente, la voz de la razón. Usando su Camadería para calmar las aguas. En mi caso, solo las agitó aún más. Las revolvió y las mezcló, generando que la transparencia se tornase turbia y no dejase ver el fondo.

—Dante, haz el favor de no actuar como el hermano mayor de todos nosotros ¿quieres?—le dije. Y no soné irritada, de hecho lo hice cansada, hastiada—. Estuviste meses sin que supiésemos nada de ti, perdido en Arceus sabrá qué cosa. Hemos enfrentado nuevamente a la muerte sin tu ayuda, así que no te hagas el papi del año. Te queda peor el papel que a mi propio padre.

No añadí nada más. Teníamos que encontrar a Nikolah ahora que la noche estaba cayendo de forma inexorable. El idiota podía perderse, extraviarse, partirse una pierna o algo peor. Que fuera resistente no mejoraba la situación un mínimo. Nadie podría sobrevivir más de media hora bajo el agua gélida de un lago congelado.

Y seguía sin poder usar mis Pokémon.

Tsk.

—Estamos buscando a alguien, quizás lo hayáis visto—decidí optar por la idea de preguntar a los lugareños, en especial al niño de antes. ¿Quién conocería mejor estas tierras vastas y frías que un grupo de indígenas? Tomé un palito cualquiera, y mientras hablaba, iba dibujando una especie de silueta bastante mal hecha en la nieve. Pero en caso de que el idioma fuese una traba, podíamos comunicarnos así—. Es alto, con el cabello del mismo color que el mío, con unos ojos similares también. Podría pasar por mi hermano, pero tiene cara de bobo. ¿Lo habéis visto?

 

Mimi pateó la pelota de tela de regreso y el niño le sonrió de vuelta, mientras el resto de sus amigos le apremiaban a regresar con ellos. Volvió sobre sobre sus pasos, pero se giró una última vez hacia la chica, agitando una mano en el aire.

—¡Gracias! —exclamó, pero en ese mismo instante las voces de Dante y Cayden se mezclaron, superponiéndose a la suya. Echó a correr junto al resto de niños cuando los chicos alcanzaron finalmente a Mimi.

Algunos miembros de aquella extraña agrupación repararon en la llegada de los desconocidos a través del estruendo de sus voces. Un hombre junto a su hija, sentados en torno a una fogata, dejaron de avivar las llamas para murmurarse algo que no alcanzaron a escuchar. Varias mujeres, que charlaban entre ellas mientras doblaban la ropa y la recogían en una serie de bolsas de tela, volvieron el rostro hacia ellos, con una mezcla de recelo y contrariedad. No fue si no hasta que Cayden comenzó a acercarse a las yurtas que un hombre, que les había estado siguiendo con la mirada de brazos cruzados, decidió hacer de portavoz.

Portaba las mismas ropas de piel azul, bastante escasas para abrigarles ahora que se fijaban de cerca, pero a diferencia del resto su símbolo se encontraba sobre su brazo, impreso en una banda oscura que parecía distinguirle de entre el resto de sus acompañantes. Su cabello era completamente albino, de gran estatura y brazos fornidos.

Sus ojos grisáceos analizaron a cada uno de los presentes con severidad.

—Por aquí no ha pasado nadie, a excepción de vosotros tres ahora —su voz grave reflejó algo de luz al misterio del idioma. Su acento sonaba muy similar al del resto de galeianos, para sorpresa de los chicos. Le dirigió una mirada de soslayo a Cayden, quien se encontraba asomándose a la ventana de plástico de una de las yurtas en ese instante—. Os recomiendo marcharos de aquí cuanto antes. Hoy no es el mejor día para que un puñado de críos jueguen a los exploradores por la zona.

Por su parte, el pelirrojo pudo ser capaz de distinguir a una mujer recostada en el interior de la yurta. Tenía un paño en la cabeza, y varias personas se encontraban atendiéndola. Una de ellas le hizo un gesto con la mano para que dejase de invadir su privacidad.

¿Quiénes... eran todas esas personas? Era imposible que un grupo de nómadas existiese en un lugar como Galeia, pero sus acentos lo decían todo. ¿Y por qué era la primera vez que Dante reparaba en ellos?

Quizás... podrían intentar preguntar.

>>¿Quiénes sois?
>>¿Sucede algo hoy?
>>¿Tienen un miembro enfermo?

 

Nikolah alzó la voz, extendiendo la manta en el aire, pero el silencio del bosque fue su única respuesta. Los habitantes de los nevados dominios se removieron con incomodidad, el entrenador pudo sentirlo. Se habían mantenido en relativa expectación hasta entonces, cuando una segunda presencia se internó en las profundidades del bosque. No contempló el mismo destello que lo había traído hasta allí al girarse. En su lugar, al entornar los ojos, pudo notar cómo una silueta iba adquiriendo forma y consistencia a medida que se acercaba, hasta asemejarse a una figura humana.

La figura de un hombre. Alto, pero mucho más delgado y enclenque que Nikolah. Su cabello era del color de la plata, largo y lacio, recogido en una coleta. Su único abrigo eran unas pieles de pokémon azules, que dejaban al descubierto sus brazos. Varios motivos que le recordaron al tatuaje del guía se encontraban dispersos sobre la suave tela.

El extraño detuvo sus pasos cuando la bruma se deslizó sobre sus costados, cara a cara con el holder de Galeia. Reparó en la tela que extendía frente a sí, dejando escapar una mueca jocosa.

—Un gesto muy amable para tratarse de un desconocido como yo, ¿no crees? —alzó la voz, sin quitarle la mirada de encima. Entonces... ¿No había sido él quien había hablado antes? Retiró el flequillo de su rostro con cierta pesadez—. Puedes quedártela, niño. Yo no la necesito, nunca he sentido frío. Y parece que tú tampoco.

Nikolah pudo sentir cómo la mirada gris de aquel hombre trataba de traspasar su alma. Lo observaba con tal fijación que podía llegar a incomodar a cualquiera. Parecía una persona desconfiada, pero, con todo, el interés era más fuerte. Lo suficiente como para intentar descifrar qué hacía un chiquillo perdido en mitad del bosque, en pleno atardecer.

>>Sincero: Estoy siguiendo una voz que parece llamarme.
>>Cauteloso: ¿Qué estás haciendo tú aquí?
>>Sutil: ¿También lo has oído?

 

Dante Miles

"Dante, haz el favor de no actuar como el hermano mayor de todos nosotros ¿quieres?"

Arceus, ¿realmente pedir un día donde todo fuera tranquilo y bien era mucho pedir? Con no tener esa clase de reproches era más que suficiente.

—¿El hermano mayor? La única que está actuando así eres tu con todo lo que te montaste en la cabaña y salir corriendo por el bosque cuando estoy seguro que no sabes moverte por estos terrenos —bufó ligeramente, llevando sua manos a los bolsillos —, yo solo no quiero que estés atacando a Cayden sin razón aparente porque no sirve en lo absoluto cuando tenemos que mantenernos tranquilos.

Tampoco es que le fuera a pedir que dejara de actuar como si fuese la chica más empatica del grupo y la salvadora de ese momento cuando la mayoría del tiempo ella era la que hacía que todos salieran corriendo de los lugares en un mal estado y que en si, si no eras parte de su grupo, la empatia nunca llegaría.

—No es como si me interesara en lo más mínimo decirte donde estoy o qué estoy haciendo, así que no actúes como si no saber mi paradero o no tener mi ayuda te afecta de algo —Tenía gente más importante en su vida y ni siquiera a ellos les dejaba un mensaje, no lo sentía como algo personal, prefería verlos en persona —. Mejor tú deja el papel de la chica ataco a todos los que me rodean, tan siquiera en esta búsqueda, porque adivina que, es el único papel que no tiene lugar aquí y entorpece todo.

Se le revolvía el estómago de solo estarle contestando de esa forma, en esa situación, con el historial que ambos se cargaban. Pero parecía ser que eso era algo de lo que nunca se iban a librar.

La siguió cuando se acercó a los nómadas, percatandose enseguida que aquel hombre que les estaba respondiendo no estaba en el mejor humor para lidiar con el pequeño grupo de búsqueda.

—Realmente lamentamos si nuestra presencia no es la mejor en este momento, no era nuestra intención salir a explorar por los alrededores y prometemos que haremos lo posible por regresar cuanto antes, con nuestro amigo perdido, pero, ¿sucede algo hoy que haga que sea una mala idea estar fuera?

 

Mimi Honda

Solté una risa sin gracia.

—No, a mí no me afecta—le respondí a Dante y mi voz fue un plano vacío de emociones—. Me es indiferente si caes y mueres en una zanja, pero a Emily y a los demás les daría pena. Así que igual podrías no ser como Effy y tomarte la decencia de comunicarte... no sé, ¿alguna vez? ¿De no ser un cobarde sin agallas y tener el coraje para afrontar las cosas? Huir de los problemas no va a solucionarlos.

Mientras el que parecía el jefe de la tribu respondía mi pregunta, negando que hubieran visto pasar a Nikolah, yo eché un vistazo más atento a mi alrededor. Cayden se había acercado a algunas de las yurtas y al aproximarme, eché un vistazo rápido a su interior.

La mujer... parecía estar sufriendo acompañaba por una comitiva de gente todos con expresiones de preocupacion. El semblante de la mujer convaleciente estaba contraía en un gesto de dolor. El hospital más cercano se encontraba en Ciudad Barniz, no demasiado cerca. También pude comprobar que no había Pokémon por los alrededores y que probablemente ni siquiera habían pensado en poder sanarla con la ayuda de uno.

Y yo tampoco podría hacerlo. Mierda Yukio, ¿en qué piensas?

>>¿Tienen un miembro enfermo?—cuestioné.

 

El aparente líder de la comitiva centró su atención en la pregunta de Dante, inflexible. Su expresión no se suavizó en lo más mínimo ante su aparente sinceridad. Probablemente anteponía la seguridad de sus miembros por encima de la empatía que pudiese llegar a sentir por alguien ajeno a su familia.

—Asumo que no conoces el fenómeno de la Luna azul, ¿me equivoco? —anticipó, siguiendo los movimientos de Mimi hasta alcanzar la posición de Cayden. Si hablaban de Liepards guardianes, aquel en concreto infundía bastante respeto—. Cada dos años y cinco meses la luna adopta una tonalidad particular, únicamente perceptible por ciertos pokémon. Rara vez los humanos son conscientes de este hecho; nuestra visión es incapaz de distinguir el cambio, pero está ahí.

Retrocedió un paso, soltando un pesado suspiro, y señaló el cielo con un vago ademán de su cabeza. Efectivamente, Dante podía notar la silueta de la luna sobre el firmamento, pero no parecía tener nada de extraño.

Solo era el inicio de una luna llena... y ya.

—Recientemente se ha estudiado que el fenómeno afecta de formas desconocidas en los pokémon de tipo hielo, reforzándolos y amplificando sus poderes de formas imposibles. Creo que puedes hacerte una buena idea de por qué, precisamente hoy, es peligroso permanecer aquí.

Contenido oculto

Voy a ir soltando las cosas a trozos que me agobio con mis mucho texto (???)