Exspecto Yo seguí esperando lo que ya había sucedido. Lo espero bajo este árbol moribundo y agostado, bajo la Luna menguante. Abandonándome a los pies de la pútrida señal dejada. Miro al cielo una vez más, este presto manto que no se decide si aclararse u obscurecerse con la apariencia del ingrávido sueño envuelto en la esencia del sombrío azul grisáceo. Junto al viento se desplaza lento el nimbo que lleva el efluvio del llanto y el sonido del clamor de la iglesia lejana perteneciente al cementerio de los sueños y esperanzas. El gélido sonido del vendaval traspasa mi metafísico cuerpo a la vez que la ceniza de mi ánima es llevada a las fauces del revuelto mar, descendiendo por el empedrado y musgoso acantilado cual ballet de plumas. Ya se escucha el trueno allí a lo alto, mas la calma permanece en el suelo agrietado, como la paciencia de los cuervos dormidos, posados en la desquebrajada rama, igual que yo esperando. ¿Qué esperando? Esperando nada, quizás algo que ya pasó. Simplemente estoy yo, con mi pensamiento y con mi soledad. Pensando que sólo estaba ahí para ver tu sombra en el suelo. Pensar que sólo esperaba para poder abrazarte... Aunque sea un amor camuflado. Pensar que todo lo que me atrevía a decir estaba pensado. Pensar que lo único que hice fue esperar... Y que continúo haciéndolo. Pensar junto a ello que sólo recordaba... Permanezco envuelta en el pasado. Pensar que todo es igual. Pensar... Sólo pienso.