Estrujo Caía, caía, caía. El tiempo escurría, escurría, escurría. Las sirenas se filtraban por entre los recovecos, a lo lejos; entrando a través de cualquier estrecho. Estrujó y estrujó, hasta no dejar nada. Limpió y limpió, hasta no dejar rastro. Cerró con llave, luego aquel objeto nunca más volvería a encontrarse... Y nadie sabría quién fue el culpable de tal masacre.