Hola ¿Cómo están? (: Me había ausentado bastante en esta página pero regresé con mucho ánimo, y ando haciendo cambios en el Fic de Pokémon que estoy haciendo pero he querido subir esta pequeña historia -mejor dicho cuento-, que hice hace dos años. Comenzó siendo una tarea para lectura y redacción pero me terminó gustando y creo que es el cuento más "decente" que he escrito...En fin espero les guste x3 Te encuentras observando la lápida, tu mirada está vacía, ida, sin expresiones, al ver la lápida lees letra por letra el nombre de tu padre, inexplicable su muerte, trágica y misteriosa muerte. “De eso se encargarán los especialistas”, recordaste las palabras de un policía. Pensaste en tu padre, un hombre digno de admirar que te brindó su sabiduría hasta en el último momento que estuviste con él, inmediatamente sentiste un fuerte dolor en el pecho, tus ojos empezaron a entrecerrarse y tú vista comenzó a nublar, caíste en la fría tierra, arrodillado, colocaste tus dos manos sobre tu rostro y pudiste sentir la humedad que se escurría por tus mejillas. Los amigos de él se encontraban ahí, unos cabizbajos y a causa de eso no se apreciaban sus semblantes, otros contemplando el sitio oscuro donde yace y unos pocos alzaban su vista al cielo rojizo. Ahí estaba Antonio, a tu lado, ese gran amigo que estimas mucho, apoyaba su mano derecha en tu hombro izquierdo, transmitiendo su apoyo, pero tú, en ese instante esperabas a alguien más, otro camarada tuyo muy querido para ti, querías que estuviera junto a ti, los tres, resignados ante el final del sabio hombre repleto de logros, pero ese amigo, el pobre individuo cayó enfermo y definitivamente le era imposible salir exponiéndose al aire de este rojo atardecer. Regresaba en ti la imagen de aquél policía el cual te contaba y describía el momento en el que un grupo de policías vieron a tu padre tendido en las aguas del río lejano al pueblo, ensangrentado de pies a cabeza, tu cabeza estaba habitada de tantas interrogantes que llegaste a un punto en que querías olvidarte de todo eso, pero era inevitable; estás consciente que sufrirás cambios en tu vida. Hubo un prolongado silencio, después escuchabas pasos; el sonido se alejaba, esperaste un pequeño lapso de tiempo, volteaste y quedaba absolutamente nadie, entonces, decides proseguir. Te colocas en pie con lentitud, Antonio intenta ayudarte pero tú logras enderezarte, aun así se lo agradeces, luego te sacudes el polvo que hay en tu roñoso pantalón, completamente –rodillas y piernas, incluso después sacudiste zapatos- unas cuantas palpadas y listo. De inmediato le dices a Antonio que te lleve a tu casa, él accede, caminan una considerable distancia y llegan al coche, él te abre la puerta delantera, le agradeces nuevamente. Ambos suben al carro y él arranca. Se dirigen al pueblo, no se encontraba lejos por cierto, así que no demoró mucho, lo único que faltaba era atravesar una calle. Siguiendo la trayectoria luego de unos minutos dieron su llegada al pueblo, el coche avanza un poco más para llegar a tu casa pero al observar por la ventanilla del vehículo, ves a una mujer, le dices a Antonio que frene, desciendes el vidrio de una manera veloz — ¡Ángela! —Exclamaste. Ella se da la vuelta y al verte corre hacia ti. — Sebastián, mi más sentido pésame — dijo, desviando la mirada. Tú solo muestras un semblante triste, esforzándote en sonreír en muestra de agradecimiento por su preocupación, ella dirige de nuevo su rostro contra tus ojos, y ahora es cuando puedes apreciar sus facciones; sus majestuosos ojos cafés, su cabello de abundantes rizos que te vuelven loco y esa mirada de su bella carita rectangular que te sigue cortejando, llenándote de alegría aunque a la vez te sientas despedazado. El amor de tu vida está frente a ti, sabes demasiado sobre ella, al mirarla crees que tu vida vale la pena y cómo te vas a olvidar de aquellos momentos tan inocentes, cuando ella te agarraba de la mano para llevarte a sus sitios preferidos del pueblo, lástima que no te haya dirigido la palabra hasta hoy, y todo por tu confesión, lo que hacen unas bellas palabras ¿no?... Ahora solo quedan hermosos recuerdos de dos infantes, de dos jóvenes, de dos adultos, ésta es tu leyenda de amor, solo tuya pues ella nunca pensará en ello, solo fue una cobarde al no enfrentarse a la confesión de una tarde. Le dices “adiós”, tienes cosas que hacer, pronuncias aquello pero sabes que no harás nada, pero, nuevamente llega a tu mente Sergio, tu amigo enfermo, deseas verlo, quieres saber cómo se encuentra, Antonio decide llevarte. Y aquí me ves, en reposo y tú, arrodillado en el suelo y con los brazos sobre la cama pronunciando tus últimas palabras de todo lo sucedido, con voz entrecortada. Estoy contigo aun si mi presencia no es perceptible a tus ojos.
Pienso que pudo haber sido una buena historia, pero con la narración adecuada. Todo empieza triste y trágico, narrando la muerte del padre de quien sea que esté narrando. Pero después todo da un giro bastante cursi y monótono, comenzaste a narrar de una forma bastante simple lo que había empezado como una descripción profunda, sin mencionar que prácticamente quedó olvidado todo ese sentimiento del principio. Lo cual no me gustó para nada. Si harás un escrito trágico entonces siguelo trágico, no des giros de emociones ni nada. Y es que a lo mejor quisiste sonar triste también con eso de que la chica le rechazó cuando él estaba tan enamorado de ella. Pero no, se leyó como un intento de romanticismo sumergido en una situación mala. Además el final fue demasiado confuso. En sí, ¿quién es el que está muerto? ¿Quién es el que narra? Lo leí varias veces y aún no logro entenderle, y no es que yo sea tan torpe...
