Estación de tren

Tema en 'Accel World' iniciado por Hygge, 9 Noviembre 2017.

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    Hygge

    Hygge Game Master

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    Prólogo: El inicio del mundo acelerado

    Las manecillas del reloj de la estación marcaban las cuatro menos cuarto de la tarde. Para los pasajeros asiduos de aquella estación, sin embargo, no era necesario conocer el dato para saber perfectamente que estaba por llegar una de las horas puntas del día. Lo veían en el continuo ir y venir de los pasajeros entre plataformas, en el repiqueteo de la puerta automática de la entrada al abrirse casi de forma permanente, permitiendo a una gran cantidad de personas acceder a la estación. Lo veían, incluso, en los gestos impacientes y las miradas perdidas de aquellos que parecían esperar la llegada de personas importantes en sus vidas.

    Alrededor de esta hora, cuando apenas quedaba un cuarto de hora para la llegada del tren, varios adolescentes con cierta prisa se dejaron ver en las instalaciones. Y a medida que iban llegando y haciéndose una idea de lo atestada que se encontraba la zona, y mientras iban dirigiéndose a la plataforma indicada donde aguardaba su destino, fueron comprobando la inmensa cantidad de personas que ya se encontraban allí antes que ellos. Algunos, incluso, se preguntaron cuánto tiempo tuvieron que esperar para poder estar en primera fila. Pero a medida que se iban alejando de las primeras cinco o seis plataformas, la cantidad de pasajeros fue en descenso. Los tropezones y empujones menguaron, y el agobio desapareció lo suficiente como para dejar respirar algo más tranquilo.

    Curiosamente, habían llegado ante una plataforma algo alejada, la cual pasaba más desapercibida que el resto. Esta parecía estar abandonada o fuera de servicio, porque a pesar de ser menos diez, ni había llegado el revisor, ni había rastro del tren que debía de llegar. El contador sin embargo indicaba que no se había dado el caso de ningún retraso por parte del conductor, lo que quería decir que aquel era un tren privado, reservado solo para aquel viaje tan extraño. Era curioso pensar que un internado tan poco renombrado como era ese se tomase las molestias de enviar un tren privado para un puñado de adolescentes con vicio a los videojuegos, pero siendo así, no podían quejarse. La estación contaba con múltiples asientos para hacer más cómoda la espera, y fue entonces cuando, los primeros en llegar a la zona, tras pasar la puerta de acceso, pudieron comprobar cómo sí que había alguien allí, esperando.

    Una joven más o menos de su misma edad, de cabello pelirrojo recogido por un lazo blanco, se encontraba sentada en uno de los bancos, revisando de vez en cuando el reloj y asegurándose de tener todo su equipaje a su alcance. Cuando notó la llegada de más personas su rostro se iluminó, y saludó a los recién llegados con una cálida sonrisa. Parecía estar aliviada de ver que ya no estaba sola allí.

    Y cuando parecía hacer un ademán de levantarse y acercarse a saludar, un miembro del personal de la estación se abrió paso entre los recién llegados, portando una lista de lo que parecían ser sus nombres y datos para la revisión. Parecía estar algo apurado, como el resto de la estación de la ciudad por lo que se veía, pero procuró no pasar ningún nombre por alto. Miró a cada uno de los presentes que iban llegando, pidiéndoles el billete en el proceso.

    —Muy bien, por lo que tengo entendido sois en total veintitrés alumnos los que esperáis el tren privado. Os voy a pedir que, lo más ordenados posibles, depositéis vuestras pertenencias en el almacén de allí al fondo —el revisor señaló justo al fondo una puerta que acababan de abrir, para la entera disposición de los pasajeros, y se volvió hacia ellos encogiéndose de hombros—. Nos han pedido que no tengáis acceso a ello hasta que abandonéis el tren, debemos revisar que todo esté en orden.

    Y con un leve asentimiento de cabeza, partió hacia el almacén, para ayudar a ordenar las maletas y equipajes. El por qué tenían órdenes tan estrictas de revisar sus pertenencias y por qué tanta seguridad eran un misterio, pero no parecía ser algo normal.

    —Cada vez entiendo menos la política de estos sitios —murmuró la joven pelirroja, replicando por lo bajo una vez el hombre se había marchado, y con un pequeño suspiro se encaminó a dejar sus pertenencias en un rincón de aquel pequeño espacio.

    El reloj de la estación marcaba las cuatro en punto, y el tren, por lo que parecía, debía estar a punto de llegar. Solo era cuestión de esperar.

    ¡Bien, podéis comenzar a postear por primera vez con vuestros personajes! Por ahora no habrá mucha acción, será un tema introductorio para que los personajes se pongan en situación y puedan conocerse entre ellos. Cualquier duda ya saben, estoy por aquí para ayudar <3 rapuma Nyxbel Noir Amane medusgamerXD Xeon Lariebel Nekita Allister Lunalight Cat Reual Nathan Onyrian Yáahl Narue Feiler Rider Bruno EVF Raiven Lucas Diamond Gamenor Neru SweetSorrow Rein Morde
     
    Última edición: 9 Noviembre 2017
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    Nekita

    Nekita Amo de FFL

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    Aaron Yume

    No solo había tenido que abrirme paso entre toda la gente que se encontraba igual de apurada que yo en llegar, si no que, para colmo esas personas parecían no ir al lugar a donde yo me dirigía y solo habían actuado como obstáculos en mi camino, atrasandome, volviendome lento y con la paranoia de que no llegaría a tiempo para subir al dichoso tren que en teoría, vendría por nosotros.

    En lo personal, estaba mucho más cómodo yendo por mi cuenta al internado, no solo me hubiera ahorrado el apuro de llegar a tiempo, si no que también me hubiera ahorrado las posibles presentaciones personales que haríamos y probablemente, en el peor de los casos, que se supieran las razones "extra" por las cuales estabamos aquí. Además, el internado no parecía ser demasiado reconocido por ninguna escuela cercana, ¿de dónde demonios sacarían el dinero para un transporte "privado"? ¿Tantas molestias se tomarían por sus queridos estudiantes jugadores de videojuegos?

    Fue entonces como después de pasar el control haciendome miles de preguntas con pocas respuestas pude ver el rostro de alguien que al parecer, nos recibiría o en su defecto, había llegado sin apuro al lugar, recibiendome a mí y a las demás personas que entraron con una sonrisa amable, a la cual desgraciadamente no tuve demasiados animos de responder, no había sido un buen inicio de la tarde así que... no habría saludos innecesarios.

    Es extraño que pidas el boleto, no es como si alguien que no perteneciece aquí quisiera entrar... —murmuré entregando mi billete, ¿por qué tenía tanto apuro? Si esto era privado debería estar algo más tranquilo —. Claro, deben revisar que ninguno lleve consigo alguna clase de bomba o virus que podría asesinar a todos aquí presente, lo entiendo. ¿Quieres que te ahorre trabajo? Solo traigo conmigo ropa, ahora solo les quedan veintidos maletas por revisar, de nada.

    Me dirigí al punto que había señalado nuestro querido amigo apresurado y una vez dejada mi maleta fui a sentarme en el primer espacio que vi, no entendía mucho la razón por la cual tenían que seguirse esos protocolos pero... supondría que lo descubriría luego.

    No pueden esperar a que no esté irritado después de pensar que no llegaría a tiempo (?
     
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    Nyxbel

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    Raven Dragard

    Faltaba poco para las cuatro en punto, y había demasiada gente en medio del camino. Sin embargo, gracias a los guardaespaldas que contrató mi viejete, y sus influencias; bajamos por las escaleras privadas del personal de la estación de servicio. Aún no comprendía el porqué esta institución deseaba mi presencia, pero algo era seguro, necesitaban de mi habilidad en los MMORPG, pues tal cual me lo habían dejado claro en la invitación, y aqui estamos.

    Al llegar pude ver varias personas reuniéndose y un agitado trabajador comenzó a pedir los boletos y revisar nuestras pertenencias. —Es extraño que pidas el boleto, no es como si alguien que no perteneciece aquí quisiera entrar... —al menos tenía razón, desde mi punto de vista. Entregó su billete y detrás fui yo, para hacer la misma maniobra, entregué mi billete y me dispusé a estar sentado mientras esperaba. Ya eran las cuatro en punto y el tren debería de estar por llegar.
    Me dirigí a mis guardaespaldas y les dije —Cuando llegue el tren nos separaremos, envíen mis bendiciones a padre.
     
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    Allister

    Allister Caballero del árbol sonriente

    Virgo
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    Andy Wheller
    Todo se miraba convulsionado, — mucha gente para mi gusto — pensó Andy mientras se abría paso entre los demás seleccionados, él ya había entregado su equipaje y su boleto para el tren, ahora solo quedaba esperar.

    Andy miraba de soslayo y con cierto recelo a sus futuros compañeros, algunos conversaban entre sí, podía ver sus bocas articulando palabras inaudibles, por suerte había llevado consigo su reproductor de música, ya que el ruido y la gente lo volverían loco.

    Los auriculares retumbaban al máximo, Billy Joel lo deleitaba al compás de “Piano Man”

    — Eso es música — Musitó en un suspiro mientras tomaba asiento en una de las pocas bancas que pudo encontrar disponibles. Se sentó a la par de un chico, al cual no le tomó mucha importancia.


    — Mierda Clarice, sabes cómo detesto estar rodeado de gente, si tan solo tú… ¡qué más da! — pensó con rabia y empezó a buscar en los bolsillos de su sudadera la consola portátil que traía consigo.


    — Monster Hunter y Billy Joel, ¡Libertad pura!, ahora puedes tardar lo que quieras maldito tren — Pensaba Andy mientras dibujaba una leve sonrisa, casi imperceptible. Estar así de abstraído era lo único que lo ponía de buen humor.

    El tren estaba a punto de llegar.
     
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    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

    Capricornio
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    Jack Atkinson

    Abrirse paso entre el gentío incesante de la estación era una tarea compleja de por sí para una persona con dos piernas funcionales. Para un joven que andaba a duras penas en muletas, era toda una odisea. Los médicos le habían recomendado utilizar una silla de ruedas para moverse, pero yo era más testarudo que una cabra. "No me han cortado las piernas aún, entonces no hay motivos para no usarlas", había replicado cuando mi madre insistió en que usara la silla.

    Después de unos atroces 30 minutos, en los cuales tuve que pelear de forma fiera para abrirme paso, solté un suspiro de alivio, al ver como los siguientes andenes se encontraban menos congestionados, y transitar por ellos era mucho más simple. "Si todavía estos trastos funcionaran como debieran, tal vez incluso podría haber entrado por el techo del lugar", fantaseé, mirando la cúpula que se extendía ante mi cabeza.

    Esa hubiera sido una entrada espectacular.- dije en voz alta, y riéndome por lo bajo de mi mismo, seguí camino.

    Llegué a la estación asignada, y me sorprendí sobremanera al ver que tan solo habían llegado dos personas ya. Extraño, habría jurado que había tardado más que el resto. Estudié brevemente a los dos jóvenes que ya estaban guardando su equipaje dentro del lugar asignado por el empleado. Un chico y una chica. Una pelirroja y un morocho. El joven iba bastante bien vestido, con su ropa bien arreglada y cuidada. A la muchacha se la veía con ropa bastante holgada y cómoda; sin embargo, con apariencia cuidada. Intenté darme una imagen mental de como me veía yo. ¿Cabello despeinado? En su lugar, odiaba peinarme por las mañanas. ¿Ropa que no combinaba? Sería difícil decirlo, siempre llevaba blanco y negro, pues combinaba con todo. Aunque tal vez la remera azul bajo la chaqueta gris junto con jeans negros no fuera una buena combinación. Me encogí de hombros, o al menos, el máximo gesto que podía hacer sin caerme de cara al suelo por las muletas. Me entró una correntada de aire por las rodillas. Sonreí al recordar como me había hecho esos agujeros en el pantalón, y la laceración de mis rodillas posterior. Reí un poco por lo bajo. Mis golpes siempre me solían causar gracia.

    Inspirando suavemente, me dediqué a avanzar hacia ellos, cuando fui interceptado eficaz y rápidamente por el empleado. Sacar mi boleto no fue sencillo. Prácticamente, maniobrar con muletas no era sencillo.

    - Te pediría un poco de ayuda, eso sí.- le dije, mientras escarbaba en mis bolsillos buscando el boleto. Le dediqué una sonrisa. - Como podrás ver, estoy medio inválido, y las cosas se me complican, ¿savi? Así que si pudieras ser tan amable de llevar mi equipaje hasta el lugar, te lo agradecería de todo corazón.

    Luego de desembarazarme de mi equipaje, me enfoqué en los que seguramente serían mis compañeros de viaje. El joven parecía estar bastante molesto, y se lo veía bufar. En contraste, la muchacha sonreía y parecía haber hecho un ademán de saludar, antes de haber sido interrumpida por el empleado de la estación. La decisión era obvia. Mientras me acercaba lentamente a la pelirroja con intención de hablar, paseé mi mirada por la estación. Solté un silbido de exclamación. Un tren para nosotros solos. Sonreí para mis adentros. Había muchas historias geniales que habían empezado con un tren y unos adolescentes. Y yo estaba enfocado en que la mía lo fuera.

    Cuando comencé a escribir esto, solo Nekita y Liza habían posteado, por eso no incluí a los dos que llegaron recién jeje (?
     
    Última edición: 13 Noviembre 2017
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Leo
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    Nisha Desrosiers.


    ¿Realmente era necesario esperar el tren privado de ese internadillo sin prestigio? ¿Por qué no podíamos tener la opción de llegar por cuenta propia? Es más, eso hubiese dejado más tranquilos a mis padres que insistían en irme a dejar a donde lo necesitara o al menos a un lugar cercano si es que por motivos de trabajo no podían atrasarse demasiado.

    Aunque bueno, el tener que esperar ese tren me evitaría la posible angustia de perderme y llegar tarde, pero es que esa cantidad de gente era agobiante y ahora mismo prefería cualquier otra cosa que ese gentío asqueroso. Además de que tendría contacto con los que, desde ahora, me acompañarían en esa extraña institución, cosa que realmente no me hacía sentir más tranquila, solo adelantaba una reacción ansiosa inevitable. Vi a quienes estaban presentando su billete, uno ciertamente con algo de malhumor que me pareció sobrado, aunque lo dejé pasar. Hice lo mismo y también dejé mis pertenencias donde lo hicieron los demás, sin preguntar nada a nadie. Cuando me libré de esos protocolos casi igual de sobrados de lo que me parecía el malhumor de aquel muchacho y el hecho de tener que estar allí por el dichoso tren, decidí sentarme en uno de los bancos un poco más apartados, a esperar por el poco tiempo que faltaba para que llegara y descansar la vista unos minutos. Más me valía no quedarme dormida.
     
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    Raiven

    Raiven Usuario popular

    Escorpión
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    Davon

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    En los juegos online demostré que era bastante bueno, no al nivel de un profesional pero me defendía bastante bien a la hora de jugar.
    una mañana cálida, yo relajado en el sillón de la sala suena el molesto timbre con muy pocas ganas me asome a ver quien era, me parecio raro el cartero estaba allí extrañado atiendo al dichoso acto seguido me entrega un sobre sin mas me despedí de aquel sujeto cerrando la puerta mientras miraba el sobre raro tenia en los bordes dorada pareciera una invitación a una fiesta, sin importarme al abrirlo me encuentro con una dirección, Lugar, hora, fecha. como llegar todo claro sin faltar el texto de invitación. Pasado los días me encuentro rumbo a la estación de tren con mi bolso pesado, me costaba llevarlo pero estuve muy indeciso de lo que debía llevar, ropa por si hacia calor, frió, si llovía.
    Todo raro había mucha gente como siempre todos empujando otros peleando para subir al vagón y agarrar asiento sin importar niños o mayores de edad caso lamentable que se ve a menudo por estos lugares, tras el ruido molesto el parlante de la estación que nunca eh logrado entender los avisos que dan es intendible, a paso lento y tratando de esquivar a las personas logro llegar al anden, había otros jóvenes pero no di importancia alguna. En ello se oye el tren llegar, lo raro es que no había informe de tal tren en los avisos ni en los carteles luminosos subí ni bien paro y se abrieron las puertas, me senté del lado del pasillo ya que en la ventana me causaba mareos, en eso llega un hombre dando unas ordenes como dejar las pertenencias en el fondo, el hombre no daba impresión de fiar, me sentía como si me harían algo me sentí desconfiado .

    —Cada vez entiendo menos la política de estos sitios — Aquella chica pelirroja dijo algo pero no logre entender ya que lo dijo muy bajo, sin mas me acerque a ella
    —¿Todo muy raro no?, Pero este tren es bastante cómodo ¿no lo crees?—Dije mientras bajaba mi bolso y lo guardaba en el fondo donde habían indicado.@Liza White
     
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    Lariebel

    Lariebel Usuario popular Comentarista destacado

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    Karou Bright.

    Por fin aquí estaba, luego de obligar a mis propios pies a que se muevan hacia esta dirección. Me costaba, ya que era la primera vez que me alejaba de mi hogar profundamente tóxico desde hace mucho tiempo. Cuando abrí la puerta arrastrando mi equipaje y mi única voluntad de vivir, me impresioné ante tanta luz solar que me quemaba la piel. Mientras me dirigía hacia la estación de tren, mi cabeza no dejaba de pensar en el nerviosismo que me producía la cantidad de gente que estaba reunida en ese lugar. El murmullo, el ruido, los gritos, la cercanía. No tardé en tratar de respirar con normalidad dentro de aquél entorno casi irreconocible para mí.

    Una y otra vez, inhalaba y exhalada el aire de mis pulmones, repitiéndome mi típica mantra de que todo estaba bien y que podía manejar la situación. Una vez recuperada mi serenidad, me fijé bien a dónde tenía que ir y recorrí rápidamente todo el trayecto que me faltaba para llegar al lugar indicado. Mi corazón se relajó debido al espacio libre que había, después de pasar por todo el infierno de gente que quería irse rápidamente hacia los trenes. Al acercarme al lugar, vislumbré ciertos rostros desconocidos con mucha timidez. Al parecer, iba a compartir mi estancia en el internado con todos ellos. Esperaba lograr relacionarme con la gente poco a poco, a pesar de mis actuales dificultades.

    Le entregué mi billete al hombre y mi respectivo equipaje, a la vez que revisaba que había llegado a tiempo. Ya eran las cuatro, por lo que no tenía que esperar mucho a que llegara el tren. Con mucha lentitud, le dediqué una mirada a los asientos y me dirigí hacia uno que estaba un poco lejos, para evitar causarle molestias a nadie. Me agradó mucho ver que, al menos, una de las personas que estaban ahí nos recibió amablemente a los que llegábamos, pero realmente no sabía cómo mostrarle mi gratitud, por lo que solo atiné a mirarla y a mover extrañamente mi boca en un intento de sonrisa.

    De esta manera, me dispuse a esperar ansiosamente a que empezara mi gran aventura.
     
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    Rider

    Rider One of a Kind

    Cáncer
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    Connor Miller

    El día había llegado,el momento para embarcarse en una nueva experiencia de posibilidades,el joven Connor mostraba un sonrisa de lo más amplia en su rostro,probar un nuevo videojuego junto con algunos otros jugadores,no podría haber nada mejor.Lleno de entusiasmo atravesaba las multitudes,aunque esto le costaba algo de trabajo con la gran mochila que carga a sus espaldas.

    Al cabo de unos pocos minutos el joven había llegado a la plataforma que indicaba la invitación que había recibido hacía tiempo,parecía ser que ya habían llegado algunos jugadores. —Rostros jóvenes y amigables...Un momento...¿Solo jóvenes?— Pensó aquel joven,mientras que de la nada un extraño señor se le acercaba,pidiendo su boleto.Connor saco su pequeño boleto de su manga sin mayor problema,pero el joven se mostró un poco descontento al escuchar que tenía que colocar su mochila en un almacén antes de abordar el tren. —¡Oh,vamos viejo! ¿De verdad eso es necesario? Agh,solo tengan cuidado con ella ¿sí?— Exclamó el joven mientras se dirigía al almacén algo disgustado,una vez colocada su mochila en el mismo Connor camino a uno de los asientos a esperar tranquilamente.

    Después de escuchar un poco de música en su teléfono,Connor logró relegarse un poco,esta vez se dio el tiempo de observar a sus nuevos compañeros,algunos se veían nerviosos,otros tantos ansiosos,era un grupo muy colorido...
    El joven se impaciento un poco al ver que el dichoso tren no llegaba,se puso de pie y dio un par de vueltas por el lugar,sin perder esa gran sonrisa,solo miraba a su nuevos compañeros con gran alegría,lo que les deparaba el futuro era un misterio...y era fascinante.
     
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  10.  
    Ikoma-kun

    Ikoma-kun Rolero, dibujante

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    Cliford

    Quién diría que un dia algo como los juegos me llevarian tan lejos?

    Si ahora estoy en el extranjero en medio de una multitud de los que serían los mejores en cuanto al mundo gamer. No paso mucho para analizar como un internado se esmera en cuanto al recibimiento de los demás, muy pintoresco a mi parecer.

    Pese a mi pequeña dificultad de tener solo un ojo (lo cual al principio fue algo muy dificil de llevar) algo que me gane por jugar sucio , fue muy facil seguir al resto de los chicos por el resto de la estación.

    —Debe ser donde la pelirroja, con el bullicio de los trenes sera mejor acercarme.

    Aprete el paso cuanto pude y tras un tropezón con varios inproperios de parte de la gente por magullar sus pies llegue a cierta distancia, la indicada para no perder el rumbo.

    Claro...eso si no termino divagando solo estoy a segundos de que el dichoso tren nos recoja. Cruzado de brazos y con un ojo vigilante acomode mi equipaje repleto de ropa a la espera de algo interesante....

    --Lo cual siempre pasa-- murmure con una pequeña sonrisa.
     
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  11.  
    Gamenor

    Gamenor Usuario común

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    A.B.Simms

    Bueno, Supongo que tarde o temprano debía alejarme de la tienda del señor Brandon. Supongo que será interesante conocer más gente, nuevas formas de jugar, hacer nuevos amigos, ver algo más del mundo... Sí, será algo memorable.

    Por ahora, me subo al tren. No llevo maleta, pero guardo mis pocad pertenencias en mi casco y se lo hago saber a ésta gente. Me quito el casco por primera vez en mucho tiempo, el aire en mi cabello se siente bien.

    Subo al tren y tomo asiento. Veo a otros chicos más o menos de mi edad y me lleno de emoción al pensar que compartiré con todos ellos lo que sea que vaya a pasar. Para mí, ésto es el inicio de una nueva etapa, una nueva aventura.
     
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  12.  
    Morde

    Morde Dragón con caverna

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    Mis ojos aún no se habían acostumbrado a la luz solar cuando entré en la estación. El bullicio del lugar me parecía algo extraño; ya había olvidado qué eran las multitudes en la vida real y resultaba molesto. Pero la situación cambió conforme me iba a acercando a la plataforma de la que saldría mi tren. Estaba mucho más desangelada y apenas había un grupo de jóvenes de mi edad aproximadamente.

    Y detrás de mí se me adelantó un revisor que comenzó a pedirnos los billetes. Le di el mío y comencé a inspeccionar todo lo que tenía alrededor. ¿Por qué habría una plataforma con un tren solo para nosotros? Le estaba dando vueltas a aquello cuando nos dijeron que teníamos que dejar nuestras pertenencias en un almacén y que no tendríamos acceso a ellas hasta que llegáramos

    No entendía a qué se debía esto, pero casi de forma automática hice lo que decía el revisor: solté mi maleta en el lugar y tomé asiento mientras iba llegando el tren, que no debía tardar mucho

    — ¿A qué vendrá todo esto? —pregunté cuando el revisor ya se había marchado, en voz baja pero suficiente para que alguno de aquellos otros jóvenes pudiera oírme. Tenía la sensación de que era cuestión de tiempo que obtuviera la respuesta
     
    Última edición: 10 Noviembre 2017
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  13.  
    rapuma

    rapuma Maestre

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    Esera Santos

    La primera gran impresión cuando llegó a la ciudad fue la sensación de claustrofobia. Se ahogaba con la humedad del metro; arrugaba la nariz despectivamente ante el variado olor corporal de la masa de gente que viajaba en esos trenes, para su gusto, pequeños. Y es que se sentía fuera de lugar, tal vez pensando que no fue una buena idea aceptar la beca. Él no era un nerd, mucho menos un genio con las computadores. Lo único que manejaba con destreza y habilidad era Facebook y algún que otro MMORPG... y él no era alguien que prejuzgara pero lo había visto en su instituto: los nerd y genios de los videojuegos distaban mucho de sus relaciones cotidianas. No quería ser un freak, un rarito... pero ahí estaba, con un mapa plegable entre sus manos porque se perdía continuamente con las indicaciones en español.
    Caminó tres veces por el mismo corredor, preguntó cuatro veces al mismo policía dónde quedaba dicha estación; incluso pidió indicaciones a un hombre que trabajaba en un puesto de pastelería.

    Cuando llegó a la estación indicada se relajó al ver que el tren no había partido sin él. Dio una rápida mirada a los presentes y le pareció curioso que ninguno sea el prototipo de Cartman. Así se imaginaba a sus futuros compañeros, la verdad. También le sorprendió el ver rostros femeninos relativamente atractivos... sumamente atractivos.

    El revisor le picó el pecho con un dedo y repitió la pregunta: "¿Boleto"?

    Oi. —sacó el ticket del tercer bolsillo de la única mochila que cargaba consigo y se lo entregó. Luego caminó hasta el almacén sin haber comprendido muy bien las palabras de su interlocutor, hablaba muy rápido. Pero gracias a su ingenio, y obviamente por seguir las mismas acciones del resto, dejó la mochila en manos de un empleado allí en el almacén. —Obrigado.

    Luego volvió a mirar a los presentes. ¿Él sería el único extranjero? ¿Alguien más vendría de tan lejos? ¿Cómo se llamarían las chicas? Bueno, no quería parecer subnormal empezando una charla con un español sumamente carente... por lo que simplemente sonrió a la nada y se quedó allí plantado, con el oído listo para escuchar el acento de esa región.
     
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    Hygge

    Hygge Game Master

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    Akane detuvo sus pasos al escuchar la conversación de uno de los chicos con el revisor, que más que un intercambio de palabras, fue más bien un simple monólogo. El hombre parecía haber sido elegido para ayudar a los adolescentes a cargar con su equipaje interrumpiendo así sus otros deberes, por lo que se podía entrever la prisa que tenía por acabar y marcharse. La pelirroja frunció el ceño al ver cómo aquel hombre, tan inmerso en sus quehaceres, no pareció escuchar al chico con muletas, y sin pensárselo dos veces se acercó a este, colocando una mano en su hombro con suavidad antes de agacharse para tomar sus pertenencias.

    —Tranquilo, ya lo hago yo —le aseguró con amabilidad, cargando con cuidado su equipaje y procurando no remover demasiado su contenido. Cuando se irguió con todo entre sus manos, se volvió hacia él—. Sé de primera mano lo que es cargar con muletas, así que no me supondrá ningún problema ayudar —y así, resuelta, se encaminó hacia el almacén y depositó las maletas en uno de los rincones despejados, sin necesidad de pedirle ayuda a aquel revisor. Al poco tiempo, regresó junto al chico con una pequeña sonrisa realizada en sus labios—. ¡Listo! Incluso fui más rápida que ese hombre. Con lo fácil que sería dejárnoslo a nosotros, ¿verdad?

    Ladeó la cabeza, observándole con detenimiento, como si tratase de averiguar por sí sola qué nombre podría asemejarse a su apariencia.

    >>Soy Akane, encantada. ¿Y tú? ¿Cómo te llamas?

    Entrelazando sus manos tras la espalda dio un paso atrás, desviando su atención por un instante hacia cada jugador que se iba adentrando en la estación. Curiosa, observó que se encontraba rodeada definitivamente por un grupo de personas de lo más disparejas. Los había quienes no parecían muy conformes con la política sobreprotectora de la estación, llegando a rozar la molestia, como aquel chico que le hizo saber al revisor lo que pensaba de una forma... no muy amigable que digamos. Sin embargo y contra todo pronóstico, Akane se permitió soltar una tenue risa. "Hurraca". Aquel particular animal se le vino a la cabeza mientras observaba al malhumorado estudiante abrirse paso entre los demás, y le pareció una buena idea ponerle motes a aquellas personas que aún no tenía el placer de conocer, pero que despertaban tanto su curiosidad.

    Otros, al contrario, reflejaban emoción en su semblante. Le llamó la atención un chico que no podía dejar de caminar de un lado al otro con una gran sonrisa en su expresión, y otro que acababa de llegar, pero que permanecía expectante y aparentemente ilusionado a lo que estaba por ocurrir. Tampoco le pasó desapercibida una joven con cierto ademán introvertido, quien hizo un adorable intento por devolverle la sonrisa, y Akane no pudo si no apreciar dicho gesto. También los había distantes, quienes se envolvían en un halo de misterio aún más atrayente.

    Uno de los chicos, quien parecía haber escuchado su comentario, se detuvo a su lado y con un gesto amigable, le habló.

    "¿Todo muy raro no?, Pero este tren es bastante cómodo ¿no lo crees?".

    —He escuchado que los medios de transporte privados son mucho más cómodos que el resto, así que imagino que estarás en lo correcto —asintió la joven hacia su interlocutor, animada—. Yo nunca tuve la oportunidad de ir en uno, me hace ilusión.

    Y poco a poco, alguno que otro iban dejando entrever sus dudas, y Akane se alivió al ver que, al menos, podría intentar contribuir en romper un poco el hielo. Se volvió hacia otro de los chicos que acababa de llegar, atenta a su pregunta.

    "¿A qué vendrá todo esto?".

    —Uhm, definitivamente es algo extraño. Estaba tan ilusionada por la beca que traté de investigar un poco sobre el internado por mi cuenta, pero aparte de información muy básica, no te dejaba acceder a su localización, imágenes ni ningún dato específico sin una clave de acceso —se llevó una mano a su mentón, dubitativa, y volvió a mirar a los presentes—. ¿Quizás prefieren mantenerse en el anonimato? ¿Alguien conoce algún dato más sobre ello?

    De un momento al otro, el revisor les estaba escuchando con recelo. Dejó la puerta del almacén abierta y sin mediar palabra alguna, dirigió una mirada difícil de discernir al grupo y con su walkie a mano, abandonó la estancia.
     
    Última edición: 10 Noviembre 2017
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    Xeon

    Xeon Entusiasta

    Escorpión
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    Solomon Soudam

    -Odio a la maldita gente.

    Murmuro muy por lo bajo y para mi, mientras camino apartando a la multitud y abriéndome paso para llegar a mi destino, la sensación de ira va siendo sustituida con cada paso por una de hastió que llena cada facción de mi rostro mientras poco a poco se va diluyendo la cantidad de gente a medida que me aproximo a mi estación. La música en mis auriculares esta alta, no al máximo para que los vecinos puedan escucharla, pero si lo suficiente para atenuar gran parte del bullicio exterior.

    Miro con indiferencia la plataforma casi desierta y suspiro aliviado, la cantidad de gente se había reducido considerablemente y ahora tenia ante mi a un grupo de chicos al igual que yo, paseo mi mirada por cada uno de ellos sin realmente notarlos o prestarles mas atención de la que recibe la música en mis oídos.

    Uno de los ajetes del lugar apareció y parecía estar comprobando a las personas del lugar, sin mucho interés mostré mi billete y mi identificación pero sin quitarme los audífonos y alejarme de mi música, lo vi señalando una especie de almacén en el fondo así que de forma indiferente me moví hacia el lugar en el que parecía que debíamos dejar nuestras cosas, entregue todo menos mi equipo de música y me dispuse a esperar como todos los demás esta vez subiendo el volumen al máximo para evitar a los demás.
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

    Piscis
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    Chigusa Aki

    Había creído firmemente que aquella sería una experiencia enriquecedora. Desde que había tomado el tren desde su pequeño pueblecito en las montañas para poner rumbo a Tokio. Tokio era casi un sueño hecho realidad, la ciudad más tecnológica del mundo, la cuna del manga-anime. Bien fuera que Aki no fuera a reconocer aquello ante el pequeño grupo de gente que se habían congregado en la plataforma de la estación, lo cierto es que aquello llamaba poderosamente su atención. No tenía problemas en socializar, pero en principio tampoco en que contase con muchas aptitudes sociales. Sus amigos, si realmente tenía, podían ser contados con los dedos de una sola mano. Así que sí... lo cierto era que, en general, su corazón latía emocionado en su pecho. Y así se mantenía, hasta que el revisor tuvo que aparecer para tomar los billetes.

    Os voy a pedir que, lo más ordenados posibles, depositéis vuestras pertenencias en el almacén de allí al fondo— dijo—. Nos han pedido que no tengáis acceso a ello hasta que abandonéis el tren, debemos revisar que todo esté en orden.

    La cara de Aki fue todo un poema cuando escuchó que debía abandonar sus pertenencias. ¡Sus pertenencias! ¡Cómo si pudiera hacerlo! Aferró su cartela escolar con fuerza, con tanta que sus dedos se volvieron blancos. El color de su rostro, ya pálido de por sí, rivalizó con su cabello.

    —¡J-ja! ¡Ni hablar!— respondió rápidamente, retrocediendo un paso prudencial ante las palabras del revisor—. No voy a despegarme de mi cartera y dejar que cualquiera mire adentro. Son útiles escolares, ¡solo útiles escolares! ¿entiende? ¿qué necesidad hay de preocuparse por eso?

    Temblaba ligeramente... algo bastante común cuando mentía como una vil bellaca. Pero claro, nadie nunca, jamás, debía saber lo que contenía esa cartera. La tacharían de bicho raro, volverían a excluirla y marginarla, a burlarse de ella. De modo que insistió, puntualizando con firmeza la palabra ''útiles escolares'' y apretando la cartera contra sí, como protegiéndola de alguna manera.

    —¡Mire las pertenencias de ese chico!— exclamó entonces, señalando con el dedo al joven de piel oscura que aguardaba en la plataforma—. ¿Acaso no tiene cara de extranjero y terrorista? ¡Seguro que lleva una bomba consigo o algo así!

    Y dicho aquello, aprovechando la distracción del revisor echó a correr hasta perderse de vista dentro del tren. Por suerte este parecía estar a punto de ponerse en marcha... además le había dado el billete, ¿eso debía bastar no? ¡No había necesidad de nada más! Se sentó en un asiento lejos de las ventanillas para pasar desapercibida todo lo que pudiese, jadeando ligeramente por la carerra y los nervios que la habían asaltado hacía unos minutos.

    ''¿Para qué me he traído mis mangas ero hasta aquí?'' ¿qué pasa si alguien lo descubre?''— se reprochó en voz baja, mordiéndose ligeramente el labio inferior—. ''De verdad que debo de ser estúpida''.
     
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    Bruno TDF

    Bruno TDF Usuario VIP

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    Beatriz

    Mi pecho protestaba mediante punzadas de dolor, cosa que no detuvo mi torpe trotar hacia el andén de mi tren. En mi anterior colegio destacaba muy poco en las clases de educación física, siempre perdía el aliento con increíble rapidez. La mayor parte de las veces yo… me detenía. Pero no quise hacerlo aquí y ahora. No después de ver la ilusión que brillaba en la sonrisa de mis padres, no después de las palabras que Walter y Daniel me gritaron desde la ventanilla trasera del coche, antes de que yo traspasara las puertas del edificio que albergaba los trenes.

    Todavía… no sé si quiero esto. Pero sentía que si no seguía corriendo, sería como decepcionarlos.

    Había demasiadas personas en el lugar. Demasiadas. Era difícil pasar entre ellas cargando una mochila sobre mis hombros y arrastrando una pequeña valija sobre dos rueditas, que pesaba bastante para colmo: mamá dijo que mejor sobrase a que faltase. Sufrí choques, mi equipaje se llevó patadas accidentales y tuve que agachar la cabeza cuando una voz, perdida en medio del bullicio, me recriminó por estar corriendo entre tanta gente.

    La situación se tornó casi desesperante para mí. Sin embargo, de pronto, el tumulto dejó de ser tal y me encontré corriendo con más libertad, mientras a lo lejos divisaba una veintena de chicos y chicas que esperaban el tren privado de nuestro instituto.

    Pensar que tendría que pasar delante de tanta gente me hizo sentir vergüenza. Así que hice un rodeo tal vez demasiado grande para evitar que me notaran y fui hasta donde se encontraba el almacén de los equipajes, donde dejé mi valija tras dar mi boleto al empleado de la estación. A nadie miré a la cara.

    Con la visión de mis pies, caminé con torpeza (mis piernas estaban temblorosas debido al gasto de energía) y me dejé caer en uno de los asientos que servían para sentarse a esperar. Sólo levanté la vista para ver cuál era que estaba más apartado, y ahí me quedé, con la respiración agitada y las manos sobre mi falda, la porción que dejaba ver mi abrigo rojo. Manos de las que no aparté los ojos.

    ¿Y…? ¿Y si alguien me estaba mirando...? ¿Ahora...? Apreté los puños sin poder evitar los nervios.
     
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    rapuma

    rapuma Maestre

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    Esera Santos

    Sus ojos curiosos iban de allá para acá, observando rostros, ropa, ojos y labios. Esera es una persona que siempre que habla con alguien alterna su vista entre los ojos y los labios, una costumbre que nunca pudo cambiar; era casi como un tic. Escuchó voces raras, algunos hablaban muy rápido, otros eran de habla más cerrada. No entendía nada y rodó los hombros pensando que la comunicación sería muy difícil. Se golpeaba levemente el abdomen como si fuera un pequeño tambor, para pasar el tiempo mientras escuchaba las conversaciones que tenían con la chica de cabello rojo. A decir verdad alguien pelirojo le llamaba mucho la atención al brasilero, más acostumbrado a rodearse con gente de tez más oscura o en su mayoría bronceados. El pelirojo no era algo que sobresalía mucho en su comunidad y los ojos de Esera se detuvieron en la coleta de caballo de la chica. Pensó en una amiga de su ciudad, creyendo que ese estilo de recogida le quedaría muy bien a ella. También se concentró en sus ojos verdes, que si bien no era algo extraño de donde venía, sí lo era la claridad; como si fuera unas manzanas verdes bien jugosas.

    Sin pensarlo se encontró muy de cerca con ella y sus acompañantes. Miró el chico a su izquierda y se entretuvo un rato con su cabello; al parecer casi todos los hombres de esa región lo utilizaban de la misma manera. También ese chico parecía el más mayor de los presentes, seguramente el más experimentado en los juegos. Tocó distraídamente una de sus trenzas y siguió con el de la derecha; su altura le llamó la atención ya que había pensado que se trataba de una mujer desde lejos. Abrió la boca en una perfecta o, pensando que con esa altura podría ser un gran surfista en su tierra natal; con el centro de gravedad tan bajo ninguna ola podría tumbarlo.

    Cuando la chica realizó una pregunta Esera levantó las cejas, porque lamentablemente no había entendido nada. Miró las facciones de los hombres que le acompañaban y tampoco logró encontrar una respuesta... y para no generar un vacío quiso decir algo, aunque se lamentó de inmediato.

    —¿Você poderia falar mais devagar? —apretó los labios y arrugó la mente concentrándose, corrigiéndose. —¿Más despacio? —preguntó con un marcado acento.

    Y sonrió, contento de poder haber dicho más de una palabra seguida. Entonces algo que ocurría atrás le llamó la atención. Vio una chiquilla que le señalaba y gritaba. Esera alzó el brazo y movió la mano para saludarla. ¿Quién era? Pues él no lo sabía, pero había que ser educado... ¿llevaba una peluca blanca? No. No lo hacía. Era su cabello. Wow. Esera abrió la boca nuevamente, observando ese hermoso color de pelo. Seguro estaría teñida... pero era muy bello. Antes de girar el rostro vio como un niña entraba a la estación y se sentaba apartada, muy lejos. Esera se encogió de hombros. Nunca entendería las costumbres de ese lugar.
     
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    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

    Capricornio
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    — Jack, Jack Atkinson— respondí a la pregunta formulada por la pelirroja.

    Estire la mano para saludarla, pero la joven ya se había ido, saludando y charlando con el resto de la gente. Sonreí de manera tierna, y me encogí de hombros. Ya había llegado mucha más gente. Me decidió a pasear una última vez por el lugar, intentando establecer relaciones con el resto. Ya seguramente tendría tiempo para hablar con la chica de ojos color verde manzana, y preguntarle como ella sabía lo que era tener muletas.

    Mirando alrededor con mis ojos heterocromos, se dio una idea de como sería cada uno, y con quien podría hablar. Había varios que parecían tener cara de apáticos y antisociales, así que los ignoró. Centré mi atención en un joven de tez morena, que miraba con curiosidad todo a su alrededor. Sonreí para mis adentros. Me recordaba mucho a mí.

    Cuando me estaba acercando, pude escuchar como una muchacha gritaba algo sobre un terrorista, señalaba al moreno, y se precipitaba hacia el tren. La miré de forma completamente extrañada. ¿Acaso la chica había consumido alguna sustancia extraña? Agité mi cabeza, y me dirigí hacia el muchacho que parecía extranjero, lentamente con mis muletas.

    — Oí! — lo saludé. — Estee... Você é do Brasil?— dije, con un mal acento y dubitativo. Mi portugués era bastante básico.

    En ese momento, el tren realizó un bocinazo, indicando que dentro de poco se irían. Le hice una seña al joven para que me acompañe, y subí al tren, buscando a la joven pelirroja, y tal vez a algún otro joven. Mientras más amigos, mejor.
     
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  20.  
    Morde

    Morde Dragón con caverna

    Sagitario
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    —Uhm, definitivamente es algo extraño. Estaba tan ilusionada por la beca que traté de investigar un poco sobre el internado por mi cuenta, pero aparte de información muy básica, no te dejaba acceder a su localización, imágenes ni ningún dato específico sin una clave de acceso. ¿Quizás prefieren mantenerse en el anonimato? ¿Alguien conoce algún dato más sobre ello?

    Me resultaba extraño que mi pregunta hallara una respuesta. Aquella chica, de la que escuché que su nombre era Akane, no parecía mal encaminada en sus palabras. Pero algo no cuadraba en todo ello. Había algo en mi interior que me decía que era mejor echarme atrás y volver a mi habitación. Pero otra parte más fuerte me arrastraba a descubrir el gato encerrado que había en todo ello

    — ¿Por qué querría una escuela mantenerse en el anonimato? —pregunté con el ceño fruncido. A no ser...—. ¿Tal vez quieran experimentar con nosotros?

    En realidad quería pensar que mi suposición era ridícula. Y me reí. Pero, en realidad, viendo lo extraño que estaba siendo todo, me esperaba casi cualquier cosa

    En mitad de mis cavilaciones el conductor del tren decidió que era buena idea pegar un bocinazo que fuera audible al otro lado de la ciudad. Era momento de entrar en el tren y tomar asiento dentro...
     
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