Estación de tren

Tema en 'Accel World' iniciado por Hygge, 9 Noviembre 2017.

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  1.  
    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

    Piscis
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    Chigusa Aki

    Le dirigió una mirada de reojo cuando escuchó a ese chico volver a hablar. Una mirada cauta, ceñuda. Lo cierto es que no tenía ganas de mantener una conversación, menos una tan absurda y menos una que versaba sobre el contenido "secreto" de su cartera escolar.

    De modo que insistió, por supuesto.

    —¡Que no son útiles escolares, diablos!— exclamó, pero enrojeció y luchó por corregirse de forma apresurada—. ¡Q-quiero decir... son útiles escolares, pero no útiles escolares explosivos! De verdad que eres una auténtica molestia.

    Y eso dijo, con toda la convicción de mundo, sujetando con fuerza la cartera, como si temiese que alguien se la fuese a arrebatar en cualquier momento. Un escalofrío recorrió su espalda ante la sola idea. De verdad eso sería... horrible. ¡Completamente horrible! Nadie debía verlo. Solo ella y nadie más. Había sido estúpida por llevarlos, pero eran su tesoro más preciado... ¿Cómo iba a dejarlos en su pueblucho apartado ente montañas?

    El chico, sin embargo, no pareció captar aquello último porque literalmente se lanzó al asiento contrario al suyo como un saco de patatas. Con indolencia. Con pereza, como si le diese igual ir sentado correctamente que ir sentado medio tirado en el asiento.

    Bien.

    ¿Se iba a quedar ahí? ¿En serio? La verdad es que preferiría viajar sola. Tranquila, viendo el paisaje y tratando de calmar sus nervios, no con alguien así. Estaba por abrir la boca y comunicar esto en voz alta cuando los eventos se precipitaron de tal forma que fue incapaz de responder.

    El revisor. Sí, ese viejo idiota la estaba buscando, tal y como había temido en un principio.

    "Oh, mierda."

    Aki se encogió en el asiento, rogando en silencio no ser descubierta. ¡Maldita sea, maldita sea, maldita sea! Se repetía una y otra vez mentalmente. "¡Ojalá tuviera de verdad una bomba para escapar de esta situación tan vergonzosa!"

    Si viejo, creo que perderás tú empleo, pero te diré dónde está, la vi entrar a uno de los primeros vagones, hasta adelante en el tren, no pierdas tu tiempo en buscarla el tren está por salir.

    La joven abrió los ojos de golpe y alzó la cabeza cuando escuchó aquellas palabras. Era el chico emo raro. Ese chico extraño y de aspecto desidioso que la molestaba. Acababa de despirtar al enemigo. Menuda estrategia. Digna de un MMORPG. Bueno, no en vano estaba en un tren lleno de los mejores gamers del mundo, ¿no?

    Sus mejillas enrojecieron ligeramente, por supuesto. Nunca se hubiera esperado algo así. Menos de alguien a quien había empezado a considerar una molestia. Menos de alguien así, que parecía pasar por la vida como una sombra, sin dar importacia a absolutamente nada. Miró al chico extrañada, preguntándose internamente por qué habría hecho algo así. De hecho planeaba preguntarlo en voz alta, pero el joven ya se había enchufado sus auriculares y no parecía estar prestándole atención.

    De verdad que era molesto.

    Irritada, Aki le dio una patada a la suela de su zapato.

    —Eh, rarito— llamó. Trató de sonar neutral pero falló miserablemente. Incapaz de sostener su mirada, se rascó la mejilla en un ademán tímido— E-esto... no tenías por qué, pero gracias por salvarme.
     
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    Lariebel

    Lariebel Usuario popular Comentarista destacado

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    Karou Bright.

    Cerré los ojos en un intento de desaparecer, pero contrario a lo que yo esperaba, no escuché ninguna risa de burla ni comentarios desagradables acerca de mi caída. Al mirar otra vez, me encontré con los rostros preocupados de los dos chicos a los que quería acercarme.

    —Deberías sentarte, no vaya a ser que el tren se sacuda más de lo necesario.

    —Ella tiene razón, parece que va a ser un viaje bastante largo, lo mejor será que te sientes.

    Escuché algo asombrada por la amabilidad que demostraban. ¡Lo sabía! Lo había percibido bien. Ellos eran chicos de buen corazón. No quería ni imaginarme tener que luchar contra ellos en el susodicho juego por azares del destino.

    Alejé de mi cabeza esos pensamientos pesimistas y volví a prestar atención al presente. Me dispuse a levantarme cuando, de repente, el chico trató de ayudarme, en cuyo momento me quedé congelada. No había sentido el contacto físico de otra persona aparte de mi padre y mi tía desde hace tiempo. Como no sabía qué hacer, me terminé sentando con mis propios esfuerzos junto a ellos. No quería que se me notara lo nerviosa que me había puesto.

    «¡Para esto vine!», me repetí. «Bueno, además de para jugar».

    Me froté un poco el brazo, pero luego dejó de dolerme. Las heridas de mi cuerpo que me caracterizaban no era algo común de ver. Lo sabía. No era común que alguien mantuviera esas lastimaduras en tu cuerpo constantemente, sin dejar que se curasen. Y así era mi realidad. Pero ahora, podía sentir la esperanza crecer en mí. Me había ido de la casa en la que mi ser se dañaba, una y otra vez. Me he vuelto fuerte y eso me hizo sonreír.

    Respiré hondo y abrí mi boca.

    —M-m-muchas g-gracias. —Sonreí triunfante. Así se hacía—. M-me llamo Karou, m-mucho gusto.

    ¡Cierto! Lo olvidaba. Mi tono italiano podría sorprenderles, aunque esperaba que no.
     
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    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    Jack Atkinson

    Esperé que el bulto mayor de gente subiera al tren. Las muletas y el gentío no son buena combinación. Luego de un rato, me encaramé en uno de los vagones, y miré alrededor. Se escuchó un golpe seco, y rápidamente mi atención se centró un la muchacha castaña que se había dado de narices contra el suelo. Antes de poder ayudarla, fue socorrida por un muchacho de cabello blanco ("Curioso color", pensé, asintiendo con asombro) y la susodicha pelirroja. Parecía que esta se había vuelto popular, pues estaba ya rodeada de gente. Solté una pequeña risita. "Ya tienes un club de fans", pensé para mis adentros. Ya después habría tiempo para preguntar sobre su historia.

    Escaneando los lugares, se percató de un rostro que no había visto antes en la estación. Una chica de cabellos oscuros, desordenados y cortos, vestida con un gran saco rojo que le tapaba casi todo el cuerpo. Sus ojos eran ¿celestes? ¿grises? Era difícil de decir, pues se la pasaba mirando el suelo. Al cabo de unos segundos, intentó levantar la mirada y se quedó observando a otra joven, para después de unos momentos fugaces, volver a esconderla entre sus hombros.

    Me rasqué la barbilla. Esa chica era muy curiosa. Había logrado escabullirse sin llamar la atención de nadie, o por lo menos, de mí. Bien, mejor, más gente curiosa que tenía seguramente historias geniales o interesantes dentro suyo. Pensé en un modo de acercarme para romper el hielo, y me dediqué una sonrisa traviesa. El hecho de que mis piernas fueran apenas funcionales no me había impedido seguir ejercitando otras partes de mi cuerpo. Así que me froté las manos con expectación ante mi plan. Me troné el cuello, estiré un poco los brazos, e, impulsándome hacia delante con mis muletas, salté y me así de las barandas del tren, para acto seguido, lanzarme hacia el asiento.

    Mi plan consistía en caer directamente sentado. Iba a ser bastante espectacular, y además, estaba confiado en que lo lograría. Había hecho ese truco miles de veces cuando estaba en su época de parkour. La cuestión fue que la falta de entrenamiento suele actuar bastante en tu contra en estos casos. Y lo que impactó contra el asiento no fue mi trasero, sino mi rostro.

    Después de unos segundos de permanecer con el rostro hundido en el respaldar del asiento, recompuse, agité mi cabeza, y miré a la chica, dedicándole mi mas sincera y amigable sonrisa, mientras alzaba un pulgar al aire para indicar que estaba bien. Obviamente no lo estaba. Me dolía toda la cara, y sentía como la sangre caía lentamente de mi nariz. Bueno, al menos la entrada había sido espectacular, después de todo.

    — ¡Hola! Soy Jack. Nombre fácil de recordar, ¿eh?— sentía como el ojo izquierdo, el verde, comenzaba a ponerse en compota.— No te he visto en la estación, y de repente apareces en el tren. Si esto fuera un RPG, serías una rogue- o pícara, dependiendo si te gustan las traducciones- nata. ¿Cuál es tu nombre?

    Me acomodé en el asiento, mientras esperaba una respuesta.

    — Oh, y espero no asustarte tanto, pero me voy a tener que quedar sentado aquí. Mis muletas...bueno.— dije, al ver como habían quedado lejos, en medio del pasillo. Luego me estiré.— Bueno, tenemos, según nos indica el megáfono, tres horas de viaje. Suficiente tiempo para que pienses una respuesta. Incluso puedes inventarme una. Sería interesante.

    Le dediqué una sonrisa tranquilizadora, y me acomodé en mi asiento, mientras mi ojo se ponía violeta y la sangre corría por mi nariz.

    Bien, el concierto de Green Day me consumió toda la noche, así que hubo que ponerse en orden con las actualizaciones jeje
     
    Última edición: 11 Noviembre 2017
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    Allister

    Allister Caballero del árbol sonriente

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    Andy Wheller.
    El tren comenzó a moverse y un anuncio se escuchó por los parlantes, no presté mucha atención ya que seguía inmiscuido en mi música, creo que se disculpaban por despojarnos de nuestro equipaje y que serían tres largas horas de viaje.

    Estaba bastante concentrado en la música cuando un leve golpe en mi zapato llamó mi atención, me quité los auriculares y cuál fue mi sorpresa al ver a la chica que minutos antes se había molestado conmigo hablándome.

    — Eh, rarito. E-sto…no tenías por qué, pero gracias por salvarme — dijo la chica.

    — ¿Lo ves?, no es tan difícil ser amable — me dije a mi mismo.

    Desplegué una leve sonrisa y respondí.

    — Tu y tu bolso misterioso están a salvo, el tren comenzó su marcha. No tienes nada que agradecer, bueno, sería una pena que alguien con tus habilidades sea echada del internado por algo tan nimio como rehusarte a dejar tu equipaje. Es decir, pudiste infiltrarte en el tren con sabrá dios qué material ilegal sin que te atraparan, sería interesante ver esas habilidades en el juego que nos prepara el internado, por cierto, lo del material ilegal es broma — aclaré antes que se cabreara de nuevo y yo lo echara a perder todo.

    — En fin, mi nombre es Andy, ¿y el tuyo es?
     
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    rapuma

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    Esera Santos

    Volcó su atención en el muchacho de muletas, recordando cuando él tuvo que usarlas por fractura de peroné luego del campeonato de surf. Pero lo que más le llamó la atención fueron sus ojos; uno verde como un campo en verano y el otro amarillo, como la miel que se encontraba en un bosque. Esbozó una sonrisa enorme cuando escuchó que se comunicaba en portugués.

    ¡Legal! —dijo en un agudo grito de sorpresa. —Que belos olhos você tem. ¡Son geniales! —lo primero que había aprendido a decir en español era genial, porque le encantaba como sonaba, aún siendo consiente de que la pronunciaba con su cantado acento. —Sim, sou do Brasil. ¡Você fala muito bem!

    La bocina del tren rompió el agradable momento que Esera finalmente había comenzado a vivir; se había relajado, había alguien que hablaba, o al menos entendía sus palabras. La chica de cabello fuego balbuceó unas palabras y el brasileño sonrió mirando sus ojos y labios, alternando la vista cada tres segundos. Podía ser realmente molesto para el interlocutor pero él lo hacia sin darse cuenta. Le entendió perfectamente esta vez y le hizo una seña con el pulgar hacia arriba. Pero antes de que pudiera ingresar al tren un muchacho se le acercó y se comunicó con él en portugués. Esera volvió a sonreír, listo para responder cuando el recién dijo algo que él no entendió pero luego de unos segundos una voz robotica lo traducía torpemente. El brasileño quedó más que nunca impactado, incrédulo y sin saber dónde vendían esa buena tecnología que el alto muchacho le había ofrecido utilizar. Además él tenía reales en su mochila, no sabía si su moneda valía de algo allí donde estaban. Se encogió de hombros y entró al tren, siguiendo al chico. A juzgar por su espalda, larga como un camino y ancha como un toro, supuso que también era deportista. ¡Justo como él!

    Se quedó estático cuando una voz por los parlantes comenzó a decir algo. Le hubiera gustado tener ese robot para que le tradujera las exactas palabras. Pero no parecía decir algo importante, ya que todos seguían inmersos en su mundo. Esera Santos comenzó a caminar por el pasillo del vagón, viendo todo y a todos. Vio a la peliroja y la saludó con una sonrisa y una mano; también vio al chico de muletas; el que hablaba en portugués y a la pequeña y frágil niña que había visto unos pocos segundos. Ambos estaban sentados uno frente el otro. Esera pasó entre ellos y señaló los ojos Jack.

    —¡Legal! —repitió, saludando con una mano y siguiendo su avance por el pasillo.
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Aki Chigusa


    Tu y tu bolso misterioso están a salvo, el tren comenzó su marcha— respondió al poco el extraño muchacho. Ella volvió a mirarlo—. No tienes nada que agradecer, bueno, sería una pena que alguien con tus habilidades sea echada del internado por algo tan nimio como rehusarte a dejar tu equipaje. Es decir, pudiste infiltrarte en el tren con sabrá dios qué material ilegal sin que te atraparan, sería interesante ver esas habilidades en el juego que nos prepara el internado, por cierto, lo del material ilegal es broma.

    Já. Claro que era broma. ¿Como podía pensar que lo había tomado en serio? Había algo en el tono del chico que no terminó de gustarle. Quizás fuera ese tono de suficiencia que parecía emplear.

    Chigusa se aclaró la garganta antes de responderle.

    —En primer lugar no me he rehusado a dejar mi equipaje— dijo—. Dejé mi maleta en el almacén. Simplemente... bueno... ¡no quiero que nadie revise mi cartera! Es importante.

    Y tras aquello hubo un pequeño y pausado silencio. Había vuelto a desviar la mirada a través del cristal de la ventanilla, perdiéndose en sus pensamientos por un momento. Sus mejillas ardían por la vergüenza y el pudor. De verdad que era estúpida.

    En fin, mi nombre es Andy, ¿y el tuyo es?

    Los ojos magenta de la muchacha volvieron a clavarse en los suyos. Lo miró durante unos segundos... y entonces sonrió levemente. Cruzó sus brazos— cuidando de mantener bien cerca su preciada maleta— y dejó caer una pierna sobre la otra.

    —Te lo diré solo como una muestra de agradecimiento— respondió pues—. Me llamo Aki. Chigusa Aki. Dylan no es un nombre que se escuche mucho por aquí... ¿acaso eres extranjero?
     
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    rapuma

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    Esera Santos

    Detuvo su andar cuando creyó que no había nada más por ver, al menos nada interesante. El vagón era aburrido. Se sentó cuidadosamente cerca de una chica que miraba por la ventanilla. No la quiso espantar pero se le ocurrió algo gracioso. Comenzó a tararear una zamba, usando sus piernas como si fueran tambores. Comenzó a reír y señaló su vista y luego la ventana del vagón.

    Como se estivesse em um videoclipe. —sonrió e intentó pensar la mejor traducción. —Como vídeo. —señaló la ventana. —Enamorada.

    Yáahl no puedo etiquetarte como hacen todos! T-T
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Nisha Desrosiers.

    Inevitablemente había terminado por distraerme cuando el murmullo de la gente se había tornado incompresible, por lo que cuando alguien decidió sentarse a mi lado me llevé un pequeño susto. Volteé la mirada cuando escuché que comenzó a tararear, al ritmo de los golpes que daba en sus piernas. Era el muchacho moreno al que la chica que metió el contrabando, digo, el equipaje sin revisar, había acusado de terrorista. Me puse nerviosa al pensar en si tendría que hablar por fin y cómo resultaría eso realmente, ya el corazón se me había acelerado y mi mente maquinaba diferentes reacciones posibles.

    Habló primero en portugués y luego, imagino, repitió sus palabras en mi idioma.

    —Como vídeo —dijo para luego señalar la ventana—. Enamorada.

    Volví la vista a la ventana y luego nuevamente a él, le dediqué una sonrisa genuina que luego me di cuenta no había estado entre mis posibles reacciones, pero me había parecido curioso lo que dijo. Era de esas personas que, al menos, me provocaban simpatía de primera entrada. Mi nerviosismo se redujo un poco, lo suficiente para permitirme hablar.

    —Siempre me gustó mirar por la ventana para sentir que estaba en vídeo musical —respondí. No tuve la necesidad de hablar más despacio, en sí nunca hablaba con prisa, así que solo intenté articular mejor las palabras y mejorar el tono de mi voz, porque a veces tendía a hablar bajo naturalmente—, pero me faltaba algo de música —señalé entonces sus manos que golpeaban sus piernas.
     
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  9.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

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    Momoko Chiaki

    No fue mucho tiempo el que pasé mirando por las ventanas, de repente, empezó a haber mucho movimiento en el vagón. No pude evitarlo, mi vista se centró en todo lo que estaba sucediendo, era algo que iba más allá.

    Pronto descubrí que se habían formado ciertos... grupos. Una chica se había caído y otros dos se acercaron a ayudarla, creándose así un trío cuando la joven se sentó con el par. Eso era un grupo.

    Posteriormente había una peliblanca que se aferraba a su cartera con demasiada fuerza y se encontraba hablando con un chico de aspecto algo... apagado, sí. Y ahí existía otro grupo.

    Después me di cuenta del joven con muletas que se sentó junto a una de las personas más tímidas del lugar (y era decir mucho). Ese sería el dúo extravagante, porque el chico parecía ser muy activo y hablador.

    Finalmente, el chico que parecía extranjero se había puesto cerca de otra joven que miraba por la ventana.

    Solo quedábamos los solitarios...

    Me encogí de hombros una vez analicé todo el panorama. El viaje duraría por lo menos tres horas, no quedaba mucho para ponerme a jugar en mi consola. O quizás podría dormir algo... la noche anterior apenas pegué ojo para poder completar al cien por cien un juego, quizás no era buena idea aparecer en el internado tan cansada.

    Mientras lo decidía, apoyé mi cabeza sobre mi mano que a su vez coloqué sobre el bordillo de la ventana, suspirando levemente. A veces era difícil elegir...

    yo ya le dije a Andy en privado que sigo a las masas(?

    Post de relleno, no que va
     
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  10.  
    Hygge

    Hygge Game Master

    Acuario
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    Akane Yuzuki

    Akane y Connor intercambiaron miradas tranquilizadoras en cuanto aquella tímida chica tomó asiento a su lado, algo más aliviada por el dolor del golpe. Parecía que no había sido nada grave. La joven no tardó en imitar su acción, y regresó a su asiento antes de que pudiese llegar a ocurrir otro accidente.

    Su nueva compañera de vagón le transmitía un aura de ternura. Podía advertir en su expresión que estaba esforzándose al máximo por hacerse oír, intercambiar alguna que otra palabra con ellos, pero parecía costarle un poco al principio. Akane desvió la mirada con disimulo hacia su alrededor, intentando no ponerla aún más nerviosa con su atención, y fue en ese entonces cuando aquel chico extranjero de antes pasó por su lado, saludándola con una sonrisa de lo más agradable.

    Sintiendo un gran alivio en su pecho al ver que no se había molestado con ella por su anterior timidez, le devolvió el gesto, agitando su mano animadamente mientras le veía partir hacia otros vagones. Se grabó a fuego para sí misma que debería intentar hablar con él más tarde, al menos, echando mano de algún traductor de internet. Le daba mucha curiosidad conocer sobre él y su origen, sin duda.

    Regresó la mirada hacia sus compañeros de vagón, justo al momento de escuchar por primera vez la voz de aquella jovencita misteriosa. Notó cierto acento que no supo distinguir, pero que le pareció bastante exótico, y le dirigió una sonrisa como respuesta.

    —Encantada de conocerte, Karou. Es la primera vez que escucho ese nombre, es muy bonito —se sinceró, ajena en ese instante a la vergüenza que podría provocarle tal cumplido. Se señaló mientras se presentaba, y acto seguido, repitió la acción con su acompañante—. Yo soy Akane, y este chico de aquí es Connor. Espero que nos llevemos bien~.

    Guardó silencio unos segundos, repiqueteando sus dedos contra sus piernas, desviando la mirada hacia la ventana. Akane era un alma inquieta en el fondo, por lo que procuró mantener una conversación amena con aquellas dos nuevas personas.

    —¿Y bien? ¿Nerviosos por llegar?
     
    Última edición: 11 Noviembre 2017
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  11.  
    Morde

    Morde Dragón con caverna

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    — ¿Y bien? ¿Nerviosos por llegar?

    Solté una mueca. Sí, definitivamente estaba nervioso. Y la pregunta de Akane, obviamente no dirigida a mí, que estaba en el asiento de atrás, me recordó que lo estaba. Y lo estaba desde que salí de mi habitación por primera vez en años. Hasta ese momento había encontrado la forma de guardar los nervios, ya que todo era nuevo para mí. Pero conforme iban pasando los minutos y me quedaba sin nada que estudiar con la mirada, salvo a los otros chicos, iban aflorando cada vez más. Decidí introducirme en la conversación:

    — Van a ser tres horas larguísimas

    Quería reírme mientras lo decía, pero los nervios simplemente me lo impidieron. Eso, y el no querer parecer impertinente al meterme en una conversación ajena
     
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  12.  
    Allister

    Allister Caballero del árbol sonriente

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    Andy Wheller

    Me acomodé en mi asiento un poco más apropiadamente para continuar la conversación con aquella chica, su nombre era Chigusa Aki, seguramente japonesa deduje, fue entonces que ella dijo — Dylan no es un nombre que escuche mucho por aquí… ¿acaso eres extranjero?


    Yo la miré algo extrañado y respondí tartamudeando un poco por la confusión,

    — Bu..Bueno, sí, Dy..Dylan no es un nombre habitual por estos rumbos, pero mi nombre es Andy, que tampoco es habitual, en fin me estoy enredando mucho, el hecho es que sí, soy extranjero, vengo de Estados Unidos, pero adoro la cultura de este país.

    — ¿Por cierto, de que parte de Japón eres? — dije mientras sacaba de mi bolsillo una bolsa de m&ms( chocolates ) y se la extendía a mi interlocutora.


    Dudé un poco si hacerlo ya que yo parecía no haberle causado una buena impresión, pero no importaba yo estaba en el internado para cumplir la promesa que le hice a Clarice, y para tratar de dejar de lado la oscuridad que me envolvía, y el primer paso era interactuar con los demás, quizá después de eso la invitaría a que buscáramos en los demás vagones a alguien que estuviera solo o con problemas para socializar, después de todo esa era la idea del internado, establecer lazos.

    Había mucha gente de distintas nacionalidades y con distintos puntos de vista, en lo que a mí respecta este tren era un semillero de culturas y nuevas experiencias.

    Soy muy torpe para socializar y quizá mi aspecto no ayude mucho, y mi actitud, ni hablar, soy un desastre, pero vamos, por algo se empieza.
     
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  13.  
    rapuma

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    Esera Santos

    Asintió a sus palabras y metió la mano en uno de los bolsillos de su pantalón. Rebuscó un buen rato hasta sacar un pequeño teléfono móvil muy anticuado, pero que al menos tenía youtube incorporado. La pantalla tenía un gran golpe en el centro, produciendo una telaraña que no dejaba ver muy bien. También había rastros de granitos de arena en las incrustaciones y sobre todo en la funda. Esera sopló el teléfono y lo limpió con el pantalón antes de entrar a youtube. Una guitarra comenzó a sonar levemente: el volumen estaba muy bajo debido a los diversos golpes que había tenido.

    —Música. Son geniales. —dijo en un español cantado. Le tendió el teléfono a la muchacha para que pudiera escuchar. —Da minha terra natal. —entonces sus miradas se cruzaron y Esera se encontró con unos ojos muy bonitos y especialmente llamativos. La chica tenía una gracia felina, no sabía que era. Algo que le gustaba. —Que belos olhos, menina. Parecem um nascer do sol. —buscó alguna palabra en español para poder expresarse mejor, pero no encontró las que buscaba. Tuvo que conformarse con lo que podía y recordaba vagamente. —Amanecer do sol... —se señaló los ojos y luego los de ella.

    Dejo la canción para los curiosos xD
     
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    Zireael

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    Nisha Desrosiers.

    Vi la pantalla resquebrajada y me pregunté, como en tantas oportunidades, cómo podía parecer que un teléfono celular había recibido un impacto de bala. El pensamiento casi me hizo soltar una risa pero la contuve cuando el sonido de la guitarra se hizo presente, era verdaderamente muy bonito. Logré retener y comprender un poco las palabras, al ser lenguas similares algo podía entender, ciertamente. Música de su país, eso era. Mantuve la sonrisa en mi rostro, la melodía era agradable.

    Lo que dijo después me costó más segmentarlo para comprenderlo, ¿sol? ¿El sol? Empecé a sentirme ansiosa por no poder atajar a lo que se refería, pero pronto se esforzó por darse a entender mejor con las palabras que pudo recordar, al parecer, y señas. Pensé que sería algo descortés, al menos desde mi punto de vista, utilizar otro medio para entendernos a pesar de que estuviera a nuestro alcance; después de todo aprender idiomas era más efectivo en el contexto social normal y sentí que quizás esa era una oportunidad curiosa para tomar léxico de otra lengua.
    Ojos, se refería a mis ojos. El color subió de golpe a mis mejillas cuando logré comprender y mi sonrisa pasó a ser nerviosa. Siempre era así cuando alguien reparaba en algún detalle de ese tipo y me lo mencionaba.


    —Gracias. —Atiné a responder luego de quedarme pensando un rato. Ya empezaban a relucir mis pocas habilidades sociales y quise destrozarme la cara contra la ventana que tenía al lado por ser tan torpe, fue entonces que recordé que ni siquiera había tenido la decencia de presentarme, teniendo en cuenta que, inevitablemente, ahora éramos compañeros en ese extraño internado—. Soy Nisha —añadí casi de inmediato, no supe si tenderle mi mano a modo de presentación o no. Así que simplemente me limité a colocarme la mano sobre el pecho un instante de forma casi involuntaria para darle énfasis a lo que acababa de decir.
     
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    rapuma

    rapuma Maestre

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    Esera Santos

    Sonrió mostrando todos sus dientes cuando el rostro de la muchacha ojos de miel se transformó en una gran manzana roja. No es que se hubiera emocionado por el hecho de haberla hecho sonrojar, sino que esa expresión siempre le causaba gracia. Él no podía imaginarse ponerse rojo debido a su color de piel; sería demasiado extraño... pero sí se ponía pálido cuando oía historias de fantasmas, eso sí.

    —Nisha. —repitió sin entonar bien las palabras, alargando pocos segundos la "i". Observó las manos de la mujer y le copió el gesto; se señaló el pecho y se picó un pectoral con el dedo índice. —Esera. —y lanzó una pequeña risa que sacudió su cuerpo; hizo señas con las manos e imitó a los tres monos sabios al taparse los oídos primero, luego los ojos y finalmente los labios. —Como macacos. Monos. ¿Monos? —no estaba seguro si la palabra en español mono interpretaba al animalito peludo come bananas. Guardó el teléfono móvil en su pantalón antes de dirigirse nuevamente. —¿Tudo bem, Nisha? Um gosto.
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

    Piscis
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    Aki Chigusa


    Su expresión palideció ligeramente cuando fue consciente de su error. Es decir... ¿acaso podía ser más estúpida? Vaya confusión más tonta. Y ella que había tratado de tener una actitud más amable y abierta... Se mordió la lengua para evitar maldecir.

    —E-eso, Andy— se corrigió a sí misma, tosiendo ligeramente—. Dylan también es un nombre extranjero, es común que los confunda...

    Así que sí era extranjero después de todo. De Estados Unidos concretamente. Lo único que Aki sabía sobre USA era su extraña manía de censurar animes gore, pero legalizar el uso de armas y hacer tan relativamente fácil al ciudadano de a pie hacerse con una. ¿Doble moral dónde?

    Así que si era verdad eso de que estaban congredados allí jugadores de todas las partes del mundo. Debía haberlo supuesto cuando vio a aquel chico de piel oscura en la estación, eso sí que no era nada común en su país. En cualquier caso, a pesar de sus diferentes nacionalidades, no tenían problemas al entenderse gracias al neuro linker. Lo bueno de la tecnología, por supuesto.

    Dylan, Andy... o como fuese, añadió amar la cultura japonesa y aquello despertó la curiosidad de Aki como si hubiera accionado un interruptor. ¿Cuando decía eso podría estar refiriéndose a... el manga y el anime? ¿Había alguna posibilidad de que pudiera tener algo más en común con ese chico que el gusto por los videojuegos? En ese momento recordó el contenido de su cartera... y su emoción decayó. No... eso no era posible.

    Suspiró.

    —Soy de un pueblucho apartado entre montañas, ni siquiera merece la pena decir su nombre— "Es como el pueblo donde se ambienta Shiki" añadió en su cabeza. Habló con pesadez, con desgana, y dejó caer el mentón sobre la palma de sus manos, los codos apoyados en sus rodillas—. Siempre he deseado vivir en Tokio... por eso pensé que esta experiencia sería una buena oportunidad para mí.

    Alargó la mano y tomó la bolsita de chocolates que el joven le ofrecía sin mediar más palabra. Ni un mínimo "gracias", aunque parecía implícito en su actitud de alguna manera. Distraídamente, se llevó uno de esos m&m's a la boca.

    Tres horas de viaje... Bueno, debía reconocer que ese chico parecía interesante, más allá de su desarreglada y oscura apariencia. El viaje se haría más ameno. Y además tenía chocolate. Sobretodo chocolate. Eso era importante.
     
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    Bruno TDF

    Bruno TDF Usuario VIP

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    Beatriz

    Durante minutos que se volvían largos por obra de la ansiedad, no hubo persona que se sentara a mí lado. Me daba miedo alzar la cabeza para comprobar si alguien se acercaba; pues el encuentro con los ojos de aquella chica me había dejado un poco intimidada. Y terriblemente frustrada, porque este temor de volver a ver a alguien a los ojos sólo podía ser señal de que me iría muy mal en el internado. De que no hablaría con nadie y seguiría arrastrando mi pesada y triste soledad a lo largo de los días venideros…

    O eso creía.

    Sin previo aviso, algo cayó en el asiento frente a mí con un estrépito ensordecedor. Ahogué un grito de susto y quise retroceder, pero el respaldo de mi asiento me retuvo firmemente en mi lugar y, al final, terminé subiendo los pies y las rodillas, como lista para saltar hacia lugares lejanos.

    Miré con los ojos muy abiertos al recién llegado. Era un chico vestido con prendas que lucían descuidadas, de cabellos negros, muy grande de estatura y complexión. Pero más que su llegada ruidosa, me impresionó el hecho de que se hubiera dejado caer en el asiento de enfrente… con el rostro. Permanecí encogida en mi lugar, sin saber qué hacer…

    Fue entonces cuando el chico reaccionó y se volteó hacia mí, mostrando un rostro tan masculino que tragué saliva, sobrecogida. Él, por su parte, esbozó una sonrisa amigable mientras levantaba un pulgar. Nuestro ojos se cruzaron durante un instante, corto como el pasar de una estrella fugaz, permitiéndome notar con fascinación que uno de ellos era de un intenso color verde y el otro, ámbar.

    ¡Hola! Soy Jack. Nombre fácil de recordar, ¿eh? —dijo de pronto, con tal energía en su voz que volví a respingar del susto— No te he visto en la estación, y de repente apareces en el tren. Si esto fuera un RPG, serías una rogue- o pícara, dependiendo si te gustan las traducciones- nata. ¿Cuál es tu nombre?

    ¿Eh? —fue lo único que emití, confundida, mientras el desconocido se acomodaba en el asiento.

    Oh, y espero no asustarte tanto, pero me voy a tener que quedar sentado aquí. Mis muletas...bueno. —continuó, mirando hacia el pasillo, y luego a mí— Bueno, tenemos, según nos indica el megáfono, tres horas de viaje. Suficiente tiempo para que pienses una respuesta. Incluso puedes inventarme una. Sería interesante.

    —¿E-Eh?

    Repentinamente bajé las piernas del asiento y agaché la cabeza. El mundo se redujo al suelo bajo mis pies… Porque acababa de ser consciente de que estaban empezando una conversación conmigo. Y para ser las cosas más difíciles, la persona frente a mí era un chico muy lindo. Me sonrojé: los chicos lindos me dejaban completamente muda.

    Yo… —empecé con un hilo de voz, para darme tiempo de tomar las riendas de la situación.

    ¿Había dicho que se llamaba Jack? ¡Sí, estaba segura! Sería mi compañero de ahora en adelante. Nuestras vidas estaban atadas al mismo futuro, así que era un hecho que nos veríamos bastantes veces (o no). Si aquí y ahora quedaba con la mancha de una mala primera impresión… los días venideros serían angustiantes.

    No. Esta era mi oportunidad para alejar el sufrimiento. Estaba feliz de que alguien quisiera saber mi nombre. No iba a dejar escapar algo tan maravilloso como este sentimiento de importarle a alguien. Así que levante la cabeza, decidida a decirle que mi nombre era Beatriz, que estaba encantada de conocerlo y que esperaba que nos llevásemos bien. Pero en lugar de eso, me llevé las manos a la boca, horrorizada.

    E-estás sangrando…

    Y no sólo eso: su ojo verde estaba empezando a inflamarse. Rápidamente, metí la mano en un bolsillo de mi saco.

    Ten… —le dije en voz muy baja, extendiéndole un pañuelo de tela limpio mientras evitaba mirarlo a la cara— Aprieta tu nariz y echa la cabeza hacia atrás, eso ayudará a detener la hemorragia… —y luego añadí, ruborizada:— P-p-puedes quedártelo

    Reual Nathan Onyrian Hola :'D

    Un detalle: Jack ha logrado ver los ojos de Beatriz (¡Logro desbloqueado! (?)). Como no lo dije expresamente en el post, te lo digo por acá: Beatriz también padece heterocromía. Su ojo izquierdo es gris y el derecho celeste, de ahí surge la confusión por el color de estos entre quienes la conocen.
     
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    Allister

    Allister Caballero del árbol sonriente

    Virgo
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    Andy Wheller.

    — Soy de un pueblucho apartado entre montañas, ni siquiera merece la pena decir su nombre, Siempre he deseado vivir en Tokio... por eso pensé que esta experiencia sería una buena oportunidad para mí — Respondió Aki, quien para mi sorpresa alargó la mano y recibió los m&m´s que le ofrecía.

    — Interesante, estás cumpliendo uno de tus sueños al venir aquí — dije regalándole una débil pero sincera sonrisa.

    Miré hacia la ventana perdiéndome por un segundo en el paisaje Japonés que me brindaba la reducida vista desde el tren.

    — ¿Sabes Aki?, cuando era niño una amiga y yo solíamos divertirnos leyendo comics, jugando videojuegos y viendo caricaturas, muchas de esas caricaturas tenían un estilo de dibujo bastante más estético que el tradicional estilo americano, con el tiempo nos dimos cuenta que ese peculiar estilo de arte era llamado anime, nos enganchamos también a esa corriente de arte.

    Comencé a sonreír recordando aquellos momentos.

    — ¡A claro! Los videojuegos también nacieron de este lado del planeta, le debo mucho a esta cultura, ella y yo crecimos añorando conocer este país, y ahora yo estoy aquí cumpliendo el sueño por los dos, pero bueno, basta de remembranzas — dije despertando de mi cavilación y dirigiendo la mirada nuevamente a Aki.

    Me levanté del asiento y me estiré como un gato cansado, acto que hizo que todos los huesos de mi espalda emitieran un fuerte ¡Crack!

    Caminé taciturno hacIa la salida del vagón y miré el extenso pasillo.

    — ¿Te apetecería ir a buscar a alguien que esté solo en alguno de esos vagones?, son tres horas de viaje, más de alguno podría desesperarse ahí afuera ¿no crees?

    Le pregunté.

     
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  19.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Leo
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    Nisha Desrosiers.

    Al verlo sonreír ante mi reacción sentí como el sonrojo se acentuó y me maldije a mí misma. Estaba haciendo el ridículo, bueno, eso siempre lo hacía en realidad pero aún así era frustrante. Sin embargo, al escucharlo repetir mi nombre y verlo hacer una acción parecida al presentarse se me escapó una risa. Fue cuando escuché su referencia a los monos que solté una verdadera carcajada.

    —Esera entonces. —dije aún riendo un poco por lo de los monos. Intenté atajar sus palabras nuevamente y pasados unos segundos creí poder contestar—. El gusto es mío.

    Bueno, yo podría considerar eso un avance. Al menos estaba hablando con alguien antes de lo que creí y a pesar de mantener mi atención centrada en este joven, pude notar con una nueva revisión rápida que incluso las muchachas más tímidas habían entablado, ya fuese por accidente o no, alguna interacción. Las cosas empezaban a tomar mejor pinta.
     
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  20.  
    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

    Capricornio
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    Jack Atkinson

    El muchacho de Brasil pasó a mi lado, señaló mis ojos y luego saludó, con la palabra "Legal" en el aire. No sabía si se refería a que le gustaban mi color de ojos, o a la aureola violeta que estaba surgiendo en uno de ellos. Me encogí de hombros. Legal, me gusta esa palabra. "Creo la voy a empezar a usar, en vez de genial", dije para mis adentros. Volví la vista hacia la tímida chica que tenía enfrente. Todo lo que había logrado soltar había sido un simple ¿Eh?, y luego había bajado la mirada al instante.

    Me quedé pacientemente esperando, mientras sentía como la sangre me llegaba a la boca. Lamí un poco con mi lengua. Tenía un sabor metálico. Me rasqué la barbilla, pensativo. "Me pregunto si el sabor de la sangre dependerá de la persona", me dije. De repente, un sonido suave me hizo salir de mis cavilaciones.

    Yo...— había comenzado a decir la joven, levantando la mirada.

    Esperé con ojos pacientes y una sonrisa, pero lo que vino después no fue un nombre, sino una cara de horror. Por un segundo, me preocupé. Por Dios, ¿la había asustado? Me golpeé la frente con la mano. Claro, que idiota. No era la mejor manera de saludar a alguien teniendo sangre en el rostro. Y mucho menos si antes ese mismo rostro había impactado contra el asiento.

    E...estás sangrando...— logró articular en un tono de voz bajo.

    Tranquila, no pasa nada, ¿ves?— dije para tranquilizarla, pasando mi mano por mi nariz, para limpiarme un poco. Vi el manchón que había quedado en mi mano, y decidí limpiármelo en el jean. Obviamente, no surtió ningún efecto.

    Ten...— dijo, extendiéndome un pañuelo de tela bien limpio, mientras evitaba mirarme a la cara.— Aprieta tu nariz y echa la cabeza hacia atrás, eso ayudará a detener la hemorragia…— y luego añadió, completamente ruborizada: P-p-puedes quedártelo…

    Vaya, no te preocupes, enserio. De verdad eres muy ama...— dije, con una sonrisa, mientras me estiraba para recoger el pañuelo.

    Y al hacerlo, pude vislumbrar los ojos de la joven, a pesar de que había mantenido la cabeza baja durante casi toda la conversación. Me llevé las manos al rostro, en un gesto de sorpresa teatral y exagerado, como si estuviera parodiando El Grito, de Munch.

    ¡O...M...G! ¿También eres heterocroma? ¡Eso es genial! ¡Es...es...legal!— dije, y resoplé como un chancho. Me había dado gracia haber utilizado esa palabra. La tenía que incorporar mejor a mi léxico.— ¡Encima la combinación que tienes es genial! Celeste y gris. Eres como un cielo nublado. Y esos días son los mejores. Porque esos días son perfectos tanto para quedarse en casa como para salir a pasear, y uno puede andar tan solo de remera, y corre un vientito fresco que hace que a uno se le erice la piel, y son los mejores días para andar abrazado de alguien, y...y...

    Me quedé callado por unos segundos, con la vista perdida en la nada. La última frase me había hecho recordar cosas que no quería. Cosas que prefería dejar atrás, en el pasado, por siempre enterradas. Tragué saliva, pero me recompuse rápidamente, agitando la cabeza para sacarme de encima esos pensamientos. Eso trajo un cierto dolor en la frente, pues todavía no me había recuperado del golpe.

    Auch...—me lamenté, y luego reparé en la chica del frente. Seguía extendiéndome el pañuelo, aunque no lo sabía si había hecho eso por cortesía, o porque estaba paralizada. Lo tomé rápidamente, mientras decía.— En fin, perdón por eso.—le dediqué una sonrisa tranquilizadora, y luego agregué: Tienes ojos preciosos. Ojos de día nublado. Oh, y de verdad te agradezco por el pañuelo.

    Me lo llevé a la nariz, y eché la cabeza hacia atrás, intentado contener una hemorragia que parecía decidida a continuar. Diablos, iba a hacer un desastre con ese pañuelo. Tenía un olor rico, la verdad. Olor a perfumado y a limpio. Tenía que ver de lavarlo, después.

    Oh, pero no pienses que te has salvado de la pregunta inicial.—añadí, con una sonrisa pícara.—A menos que quieras que te llame Ojos Nublados, vas a tener que decirme tu nombre. Tú tranquila, tienes tiempo.

    Y con la cabeza hacia atrás, comencé a tararear Whatsername, de Green Day, mientras tamborileaba mis dedos al ritmo de la canción, y esperaba la respuesta de la joven.

    Bruno EVF
    Para aclarar algo, que no mencioné en mi trasfondo pues quería que se desarrollara a medida que fuera mostrando de a poco al personaje. Jack se encuentra fascinado con los ojos de la gente. Con todo tipo, forma, color. Le fascinan. Pues piensa que los ojos son la ventana del alma, y los ojos de una persona siempre dirán la verdad. Y como el muchacho está tan entusiasmado con las historias ajenas, eso le encanta. Así que por eso se mostró tan elocuente en ese aspecto. No es principalmente flirteo (aunque tal vez haya un poco, quien sabe (? ) sino que es ese aspecto de la personalidad del joven.

    Mierda, cuando mencioné Green Day, me agarró nostalgia del concierto, y eso que solo pasó una noche...
     
    Última edición: 13 Noviembre 2017
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