Estaba seguro, lo sabía...

Tema en 'Fanfics Abandonados de Inuyasha Ranma y Rinne' iniciado por Asurama, 2 Diciembre 2008.

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    Asurama

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    Estaba seguro, lo sabía...
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    Estaba seguro, lo sabía...

    OTRA vez, ¡Otra vez lo habían sacado de sus dominios! ¡Maldita sea!, otra vez una trampa, eso no terminaría nunca, otra vez sabían que el castillo estaría solo y que podrían atacar, otra vez dejó desprotegida a Rin-san. A pesar de haber tantos guardias y soldados estaba completamente seguro de que no podrían defenderla bien, nada nunca era suficiente para él, nada nunca sería perfecto para cuidar de Rin. Ni una anciana sabia, ni el inepto de Inuyasha, ni siquiera él mismo con todo su poder. Cada vez estaba más seguro de que entre los suyos había un traidor. Cada vez estaba más seguro de que cometió el error de su vida al haberle permitido regresar a Rin. Ella al menos estaría a salvo si la hubiera mantenido exiliada de las Tierras, como hasta ahora. Pero no. Ese estúpido y odioso sentimiento al que los odiosos humanos llamaban “amor”, lo había atado de manos y pies… y ahí estaba ahora, sufriendo porque no podía ayudar a Rin, aterrado de perderla, desesperado de no poder llegar a tiempo, corriendo en forma frenética con su verdadera forma de Inuyoukai para llegar a rescatarla.
    Sus desafortunados enemigos oyeron el rugido de su ira y sufrieron el despiadado corte de su colmillo, sin sobrevivir ninguno. Los guardias estaban aterrados, mas no del enemigo, sino de su propio amo, de lo que él les haría si algo le hubiera ocurrido a la joven dama humana. Pero ya era tarde para arrepentirse de cualquier cosa, no importaba cuan compasivo fuera su amo, estaban seguros de que su sentencia de muerte estaba marcada, escrita en sus frentes. Pobres de ellos.

    “Rin ¿En dónde está Rin?”, ellos estaban en lo cierto, estaba más que enojado, estaba FURIOSO. Un guardia se había ocultado con ella en el afán de protegerla, pero ni siquiera eso fue suficiente, Sesshoumaru lo sabía, quería matarlos, quería matarse. Ella estaba inconsciente, el guardia aún la cargaba, rogó por su vida, pero sabía que no conseguiría piedad, no al permitir que eso le ocurriera a la hime-sama. Estaba inconsciente, una de las fuertes vigas de madera había caído sobre ella tras el incendio, no se quemó todo el palacio, sólo el santuario, pero el santuario era lo que menos importaba, SU santuario estaba destruido, ellos, sus enemigos (junto con la torpeza de sus súbditos) habían destruido a Rin, jamás se los perdonaría…

    Corrieron con ella a socorrerla, llamando sabios, médicos youkai y todos los hechiceros que conocían. Los soldados, los guardias, los mensajeros, los criados corrían de un lado a otro, iban y venían ayudando a la hime-sama, escapando de la terrible furia de su amo que, tan sólo al verlos, era capaz de matarlos. Rin no despertó ese día, ni el siguiente, ni el siguiente…
    Se apostó en la puerta de la habitación de Rin, de donde no saldría hasta que ella despertara, lo mirara, sonriera... No hasta que ella estuviera bien y volviera a la vida. Mantenía su calmo semblante pero su mente y su corazón eran terribles huracanes de emociones y remordimientos. Su interior lloraba incesantemente, maldiciendo su imprudencia, su impotencia, su miedo, rogando que ella fuera resistente y sobreviviera. Si ella moría él no sería capaz de hacer nada, lo sabía.
    …Y ella no despertó. Mando llamar a Inuyasha y los demás, si se resistían a regresar a las Tierras, él los obligaría por la fuerza, era su último recurso, su esperanza casi perdida. Kagome. Esa mujer humana era una entrometida, pero no podía negar que más de una vez ayudó a salvar la valiosísima vida de Rin y además era quien la había tutelado por varios años junto con todos los otros. Tenía unos poderes espirituales extraños que sanaban enfermedades y vencían el yjaki maligno. Recordó las ocasiones de las batallas, cómo ella había contribuido. Era el momento de pedir auxilio humano aunque renegara hacerlo, no tenía otra opción. Su pobre Rin.
    Cuando a la aldea llegaron las noticias del recado, Inuyasha, Kagome, Sango y Miroku acudieron de forma inmediata, junto con sus familias sin pensarlo dos veces. Lo sabían. Cuando Sesshoumaru pedía ayuda… era porque algo grave había ocurrido con Rin.
    Luego de viajar con Hachi durante un día entero, finalmente consiguieron llegar a las Tierras de Oeste y arribar al palacio, donde fueron cálidamente recibidos, mas todo el mundo estaba desesperado. Lo sabían. Si la hime-sama moría, sería el fin.
    El fin del mundo, estaban completamente seguros de eso.
    Todos corrieron precipitadamente y haciendo a un lado a la servidumbre hasta la ya conocida habitación de la hime-sama, donde, ya lo sabían, Sesshoumaru los estaría esperando completamente desesperado, por más que fingiera una calma total. Cuando Rin estaba mal, él no estaba tranquilo. Él diría que llamó a muchos sabios, médicos y hechiceros youkai y, finalmente, al quedarse sin opciones, los decidió buscarlos a ellos.

    Antes de que Sesshoumaru estuviera listo para verlos entrar, la puerta se abrió precipitadamente y cuatro niños se arrojaron sobre el cuerpo de Rin, obligándolo a hacerse a un lado, llamando a la chica, intentando hacer que despertara. Todos llorando desesperadamente. Lo sabían, sus padres les habían contado que algo malo le había ocurrido.
    “Rin-sama”
    “Rin-sama, qué le sucede”
    “Rin-sama despierte”, lloraban más fuerte, abrazados al cuerpo de su amiga, la princesa.

    “Rin-sama ¿Sesshoumaru sama, Qué le ocurre?”, lloró una suave voz
    “Cállate, Inuyasha”, le reprendió duramente el Daiyoukai
    “Pero, Sesshoumaru-sama”. El niño cada vez lloraba más.
    “Si crees que llorando ayudarás a Rin estás muy equivocado, mocoso, quítate”, le dijo insensiblemente a su… al odioso hanyou que tenía por sobrino, del cual nunca recordaba el nombre, y por eso lo llamaba Inuyasha.
    El pequeño Kanta no dijo nada más a pesar de que seguía llorando, sabía que su tío (al que no debía llamar así ni por casualidad) estaba terriblemente FURIOSO. Sesshoumaru-sama (así estaba obligado a decirle) era muy malo, no acostumbraba golpear niños, pero sí los hacía víctimas de terribles burlas youkai, él era el blanco principal, no sabía por qué, y cuando le preguntaba a su… a Sesshoumaru-sama, el youkai sólo le respondía “Algún día te contaré una historia… si sobrevives a esto”

    “¡Mamá! ¿Qué le ocurrió a Rin-sama?”, preguntó el niño a la miko que acababa de entrar
    “¿Qué le ocurrió?”, preguntó el houshi, Miroku.
    “Atacaron el palacio hace días, recibió un terrible golpe y desde entonces ella está así”. Todos fijaron la vista en la chica inconsciente.
    “Si serás torpe, ¿Por qué no la protegiste?”, le preguntó Inuyasha.
    “Inuyasha”, le reprendió Kagome, recordándole que tuviera un poco más de delicadeza en esa situación tan… estresante.
    Sesshoumaru le dedicó una horrible mirada “Atacaron en el momento en el que yo me encontraba fuera del perímetro. Estaba haciendo vigilancia, me habían llamado por un problema, en ese momento, atacaron. Estos odiosos guardias, no sirven para nada. Estoy seguro de que hay un traidor entre los nuestros, un informante que sabe cuándo mi palacio es débil. Tan pronto como Rin mejore, me haré cargo de eso, pero ahora…”, dejó de mirar al cuerpo inerte de Rin para fijarse silenciosamente en ellos, ese silencio que tanto los desesperaba, pero insultarlo ahora sería terrible ¿Qué harían con Rin? ¿Cómo podían ayudarla? ¿Qué pasaría si ellos no podían hacer nada? Lo sabían, sería el fin.
    Contuvieron la respiración, él no diría nada, los miraba expectante, esperando a que ellos hicieran el milagro que él, el Daiyoukai más poderoso, no pudo hacer.
    La taijiya recordó el error que cometió con Rin-chan, aquél que Sesshoumaru perdonó. Todavía sentía que le debía algo, que tenía que salvar a la jovencita. “¿Cómo está ahora sus heridas?”, aventuró Sango con una voz suave, como si le hablara a un animal herido y asustado. Todos se imaginaban a Sesshoumaru como un terrible monstruo, pero al mismo tiempo lo veían de ese modo: herido y asustado. Si Rin estuviera despierta, lo confirmaría, ellos lo conocían desde hace años y estaban seguros.

    Sesshoumaru herido/triste/furioso/confundido = Rin aterrorizada y preocupada
    Rin herida/en peligro/asustada = Sesshoumaru monstruosamente transformado y asustado

    Extraña ecuación, y una muy mala combinación para quien estuviera en medio del conflicto.
    Él los miraba impasible. Estaba seguro, esos idiotas le estaban teniendo lástima, siempre le tenían maldita y odiosa lástima, vergüenza ante el humano y el hanyou, vergüenza delante de Rin, por más que ella estuviera dormida.
    “No presenta heridas físicas. Todos los médicos y entendidos que conozco en toda la región han venido a verla para ayudarla, la han sanado pero nadie consiguió que despertara, dicen que no va a hacerlo”. Todos los presentes sintieron que sus corazones dejaban de latir por el susto ¿perderla? No, se negaban.
    “Está bien”, dijo Kagome, inclinándose cerca del cuerpo de la chica.
    En ese instante, entró un guardia informando de un intruso al que habían atrapado. Oh, no. Problemas era lo que menos necesitaban ahora. Sí, tenía que cambiar todo el personal por gente más eficiente, cada vez estaba más seguro. En eso, entró bruscamente un joven que no pertenecía al palacio, pisando la cabeza del aturdido guardia, usándolo de tapete.
    “Me enteré que el poderoso Inu no Taishou estaba pidiendo auxilio y me temí que algo malo le hubiera ocurrido a Rin-chan.” Demonios, maldijo Sesshoumaru ¿Cómo rayos corrían tan rápido las noticias para llegar a oídos de tontos como este?
    “Rin ha estado inconsciente durante días a pesar de haber sido tratada adecuadamente. Parece que, por mucho que le pese, nos hemos convertido en la única esperanza de Sesshoumaru”, dijo Inuyasha.
    El Daiyoukai tenía deseos de sacarlo volando de una patada. A él y al maldito kitsune youkai que acababa de entrar como si de su propia casa se tratara.
    En ese momento, otro par de patas de youkai pasaron sobre el adolorido guardia para entrar en la habitación de Rin ¡Esto era una multitud! ¿Cuándo había mandado llamar un ejército?
    Pasaba por este territorio, oí que el gran Inu no Taishou estaba pidiendo ayuda y me temí que algo malo le pasara a Rin-san, por eso vine a verla. Excúseme Sesshoumaru-o-yakata-sama” ¿Otra vez? Ya se temía que eso ocurriría, ¡esos mocosos se creían los dueños de su palacio! ¡Los sacaría a golpes! No, era el peor momento para que le diera un ataque de celos, tenía que calmarse…
    Sin prestarle atención al muchacho, los niños se separaron de Rin-san y fueron a abrazar a Kirara, Sango sin embargo, corrió a abrazarlo a él ¡Cómo había crecido! ¿Cuánto tiempo hacía desde que no se veían? ¿Por qué seguía huyendo de ella? Todavía le dolía lo que hizo Naraku ¿Verdad? ¿Todavía no entendía que ella seguía amándolo a pesar de eso? ¿Por qué seguía siendo doloroso vivir como hermanos y estar condenados a separarse?
    Inuyasha volvió a dar la misma explicación que le dio a Shippou, esta vez, recibiendo un fuerte golpe en la cabeza que le dejó un chichón.
    Kagome, con las manos sobre el cuerpo de Rin, estaba totalmente concentrada intentando hacer que despertara, usando sus poderes espirituales que se habían incrementado mucho con los años y la práctica… todo el mundo sabía que era mucho más poderosa que la misma Kikyou. Kagome nació sacerdotisa. Todos suspiraron de alivio e invitaron al príncipe youkai a calmarse, ella lo lograría. Él no lo creería hasta no verlo. Después de horas y horas de expectación de todo el grupo…
    …Rin abrió los ojos.

    “Rin”, la llamó todo mundo, esperaban a que ella les dijera algo
    “¿Q-quienes son ustedes?”, preguntó confundida. La habitación se congeló. Hielo puro.
    “Rin, aquí estoy, soy Sesshoumaru-sama…”
    “…Yo no te conozco”, dijo ella negando con la cabeza. Más frío, al príncipe se le heló el corazón. “¿En dónde está mi familia? ¿Mis padres? Quiero verlos”, se quejó la jovencita. Cada vez la habitación se reducía más y se hacía doloroso escuchar las palabras de Rin, pero el más afectado era él… Todos tenían miradas de confusión y dolor.
    “Tus padres han estado muertos durante años”, dijo Sesshoumaru completamente congelado. El youkai despiadado, frío, asesino, temido, había regresado. Sus palabras herían tanto como su poder.
    “No, eso no es cierto”, dijo ella con voz inocente
    Tus padres fueron asesinados hace años”, declaró él, duramente.
    Rin se levantó y salió corriendo del cuarto, gritando un confundido “¡NO!”. Ese era un youkai, un youkai terrible, no podía ser cierto, sus padres estaban vivos, sus recuerdos eran nítidos, ella no podía estar más sola, tenía que salir de ahí, ¿pero cómo?
    Todos miraron confundidos ¿Rin los había olvidado? Y las palabras de Sesshoumaru no ayudaban mucho. Corrieron tras ella, pero le pidieron que se quedara ahí, que no fuera con ellos, sólo empeoraría las cosas. Él se sentó “pacíficamente” en el tatami. “Pacientemente” ante el regreso de Rin. “Los voy a matar por esto, los voy a hacer polvo”. Como dije, pacíficamente.
    Sujetándola fuertemente de los brazos para que no se fuera nuevamente, Inuyasha, Miroku y Shippou la trajeron bajo a entrada, donde todos la esperaban. Era una bendición que no recordara que tenía poderes espirituales. “Todo estará bien, no te haremos nada”, y miles de otros argumentos para demostrarle que era amada, protegida y estaba segura allí. Que ninguno de ellos era malo. Su mente era como en ese lejano entonces: una “bebé” de siete años, o quizás menos.
    “Ya lo entiendo”, dijo Kagome, ella había regresado en el tiempo. Se había olvidado de todas las experiencias traumáticas de su vida y volvió a un momento seguro, donde era protegida por sus padres. Eso no les agrado ¿Significaba, entonces, que había olvidado cuanto la amaba y protegía Sesshoumaru? ¿Cuánto la amaban ellos? No, no era el momento para entristecerse y autocompadecerse, tenía que ayudarla y devolver a la Rin que siempre habían conocido.
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    “Soy una miko, ven conmigo, te lo explicaré todo”, dijo Kagome con una amable sonrisa y con el temor de que Rin no entendiera. La trató como a los niños de la aldea, en conocimiento de que estaba frente a una joven con la mentalidad de una niña. Agradecía las clases de Psicología de la Preparatoria.
    “Mis, mis padres”. Dijo Rin, nerviosamente “¿En dónde están ellos? ¿En dónde estoy yo?”, su vista comenzaba a nublarse.
    Inuyasha se pasó la mano por la nariz, odiaba ver a las mujeres llorar.
    “Estás en el palacio de un poderoso clan youkai, es una gran fortaleza y estarás a salvo aquí”, le dijo pacientemente sin soltarle el brazo.
    “¿Un clan youkai? ¿Por qué?”
    Así, entre preguntas fastidiosas y melosas respuestas, fueron llevándola pacientemente hacia la entrada de su habitación, donde el Lord Youkai esperaba. De alguna manera, Rin supo que él estaba ahí y se negaba a entrar, pero los muchachos seguían sujetándola para que no escapara, mientras Kagome le ponía una reconfortante mano en el hombro. Se asustó, la chica estaba fría y pálida. Ver a Sesshoumaru no le haría bien.
    “Miroku-sama, hacer esto…”
    El monje negó con la cabeza
    “Esto es lo mejor que podemos hacer, Kagome-sama. Necesita ver y hablar con Sesshoumaru, después de todo es la persona más cercana a ella y quien mejor sabrá tratarlo”. El houshi dudaba de sus propias palabras, pero no podía demostrarlo, trataba de infundir calma en la confundida chica, al igual que todos los otros.
    Los sirvientes pasaban y se inclinaban, los soldados pasaban y hacían reverencias, ella se sentía cada vez peor, no comprendía nada.
    “No sé de qué están hablando”, sudaba frío “¡No quiero entrar ahí!”, sollozaba.
    Y detrás de la puerta, tras oír esas palabras, un Daiyoukai desesperaba. No podía soportar la idea de que Rin le estuviera rehuyendo, JAMÁS lo había hecho antes, no podía perdonárselo. Que hubiera olvidado todo, no podía perdonárselo. Era una necesidad verla y hablarle, era una necesidad que ELLA le dirigiera sus siempre dulces y cordiales palabras, que lo mirara dulcemente. Que fuera de él. Y ahora sentía rechazo hacia él ¿Cómo pudo esa humana ingrata? Lo sabía. Había perdido su temple desde el momento en que su corazón se congeló. Nunca habría imaginado, ni en sus más extrañas pesadillas, que la misma persona que había ablandado su corazón como el agua, ahora lo había endurecido como el hielo. No le perdonaría haber abandonado así su corazón.
    Lo sabía.
    Estaba sufriendo.
    Porque Rin estaba sufriendo.
    Y todos allí fuera sufrían también, por la misma razón que él tenía ahora. Rin no sólo había abandonado su corazón, había abandonado los corazones de todos los que por años la habían amado. Lo sabía. Estaba celoso de que otras personas compartieran el amor de Rin, y el hecho de que ahora mismo ella les negara ese preciado amor curiosamente lo hacía sentirse tranquilo. Si ninguno de los dos podía ser feliz, nadie más lo sería.
    Necesitaba recuperar a Rin.

    A duras penas, metieron a la temblorosa chica en el enorme y bien ordenado cuarto de princesa, sentándola en el tatami justo delante del imponente youkai que ahora le parecía aterrador. ¿Le habían dicho que ese era el Señor de ese palacio? ¿Qué era el líder de un Clan Youkai? ¿Un Daiyoukai? ¿Qué quería decir eso y por qué estaba ella allí?
    Esa mirada de rechazo y temor de Rin lo lastimaron profundamente ¡Ella lo miraba ahora como lo hacían todos los despreciables humanos! ¡La habían convertido en una humana como cualquiera! ¡¡Malditos, cómo sufría!!
    “No me veas así”, rezaba su interior mientras su duro rostro permanecía impasible. Su cuerpo inmóvil, sentado como un aristócrata, un líder; intentando denotar la paz que no tenía. No quería imponerle miedo, quería imponerle el respeto que siempre le había tenido, que saltara y le dijera “Sesshoumaru-sama” de nuevo, con una sonrisa. Pero no sonreía, su rostro era de confusión y miedo.
    Aunque ella no pudiera recordar el fuerte lazo que los conectaba, él seguía unido a ella y sentía la confusión de su pequeño y adorado corazón humano, brotando el deseo de destruir a quienes la habían lastimado.
    Todos permanecían en silencio, intentando no mostrar sus propias inseguridades, su propia confusión. Cada uno sufriendo porque la bondadosa niña de corazón puro se había olvidado de ellos y de cómo la protegían, intentando descubrir la forma de que su adorada amiga dejara de sufrir. El aire se cortaba, la atmósfera era tensa, nubarrones de energía soltaban sus malditas descargas eléctricas sobre esos corazones inestables
    Todos parados de forma estoica en semicírculo junto a las puertas. En el medio de la espaciosa habitación, tres personas sentadas en triángulo: Un Daiyoukai, una miko y una confundida pequeña princesa. Rin se sujetaba fuertemente a la primera persona que había ganado su afecto y confianza, la miko Kagome.
    “E-es un youkai”
    Myouga saltó, de quien sabe dónde.
    “Rin-hime-sama. Él es Sesshoumaru-sama, un Daiyoukai, un dios youkai. Es extremadamente poderoso, y el primer heredero y guardián de estas Tierras del Oeste”. Sesshoumaru no se movió de su “estado de perfección”.
    Rin miró con ojos muy abiertos a la pulga.
    “Escucha atentamente, Rin-chan. Esto debió ocurrir cuando tenías unos siete años de edad. En ese entonces, tú ya no vivías con tus padres. Tú vivías en una aldea del este, la cual fue destruida por lobos salvajes, tú escapaste a esa tragedia, desde entonces, esta persona”, Kagome miró con respeto a Sesshoumaru “se ha dedicado a cuidarte y velar por ti, por tu seguridad y bienestar. Siempre ha estado a tu lado y te ha protegido. No hay razón para que le tengas miedo.”
    “Al menos tú no”, agregó Inuyasha inoportunamente. Sesshoumaru le gruñó, todos miraron mal al hanyou. Rin volvió a retraerse. Miroku lo golpeó con el báculo en la cabeza, una batalla era lo peor que podía sucederle a Rin ahora.
    “Tranquilo, perro”, le dijo en un tono seco, Inuyasha bufó y volvió a su posición.
    “Ya me cansé de ser suave. Escucha bien, Rin”, dijo Inuyasha a su mejor estilo rudo mientras ella lo miraba sorprendida “Cuando nosotros te conocimos tú ya no estabas con tus padres, lo que quiere decir que para ese entonces ya estaban muertos. Cuando llegamos a tu aldea ya no había nadie con vida, para ese entonces, tú ya viajabas con Sesshoumaru sin problemas ¿Lo entiendes?”
    “Inuyasha, osuwari”. El tatami debajo de él se rompió.
    “No entenderá hablándole así”, le dijo Kagome enojada
    “Pero si es la verdad, ni siquiera sabemos si sus padres murieron así. Con la facilidad que tiene este para matar humanos…”, Rin abrió mucho los ojos y se levantó para huir. El estúpido sólo estaba empeorando las cosas.
    “¿Qué dijiste animal?”, Sesshoumaru se puso en cuclillas para saltarle encima
    “Lo que oíste”
    “Una palabra más y te corto la lengua”
    “A ver, inténtalo”
    “OSUWARI!!! Eres un imprudente”, la dijo Kagome mientras volvía a sentar a Rin y luego miró a su cuñado “¿Te importaría hablarle?”.
    El aire se cortaba, el silencio era total.
    “No hablaré con este zopenco aquí”.
    Kagome asintió
    “Inuyasha, por favor, sal”
    “No voy a salir porque él me lo diga”
    “OSUWARI. Miroku-sama, por favor.”, y dicho eso, Miroku lo tomó de la manga del haori y lo sacó a las rastras, cerrando la puerta. Inuyasha comenzó a golpearla enérgicamente.
    “¡Entraré aunque no quieran!”
    “Miroku-sama”, pidió Kagome, y el houshi puso un pergamino en la puerta invocando un campo de energía que dejó a Inuyasha definitivamente fuera de la habitación.
    El hanyou comenzó a vociferar.
    “¡¡¡OSUWARIIII!!!”, le gritó Kagome y se oyó el crujir de finas maderas rotas.
    Todos asintieron mientras esperaban las palabras del príncipe…
    Sesshoumaru tomó aire, era el momento de reivindicarse. Confiaba en que ella le creería. Sesshoumaru volvió hacia atrás, se sentía desprotegido, siempre iba al pasado de la mano de Rin, siendo protegido por ella… y ahora tenía que ir completamente solo para traer de vuelta a Rin. Al doloroso pasado…
    Recordó cada imagen, cada color, cada forma, cada textura, cada olor, cada sonido y palabra, cada emoción con detalle minucioso.
    “Tú vivías en una aldea del este, al pie de una montaña, en medio de un valle, un riachuelo y un bosque. Allí viviste con tus padres y tu hermano hasta los cinco años. En ese momento, tu aldea fue atacada por bandidos humanos y toda tu familia asesinada”. Sus palabras fueron secas, pudo sentir cómo Rin se retraía, su respiración se cortaba, su corazón latía fuerte y dolorosamente y sus ojos se llenaban de lágrimas.
    “No, eso no puede…”
    “…Desde ese entonces, tú perdiste la voz. Ellos, los humanos, te tuvieron lástima, permitieron que sanaras y que vivieras en una choza a orillas del río, luego te abandonaron. Ellos te maltrataban constantemente, tenías que mendigarles comida o buscarla en los alrededores, puesto que no podías obtenerla de los campos, ni pescar”. A ella, todas esas palabras le parecían distantes ¡Eran puras mentiras! “Así viviste durante casi dos años.”
    “Tiempo de eso yo caí en un bosque que estaba cercano a la aldea en la que vivías, luego de una batalla con Inuyasha…”
    “¿Inuyasha?”
    “El zopenco que está ahí afuera”, dijo secamente el youkai. El hanyou del otro lado de la puerta, golpeó violentamente. Rin volteó para ver. Sesshoumaru continuó: “Entonces tú viste la barrera de mi espada Tenseiga, entraste al bosque y me encontraste. Tú no te asustaste de mí, ni huiste, por el contrario, intentaste limpiar mis heridas. Durante lunas me llevaste alimentos, puesto que yo no podía moverme.” Todos estaban asombrados de oír la historia, no sólo Rin… e Inuyasha afuera, intentando romper la barrera de la puerta. “…y yo jamás te acepté. Tú nunca entendiste que yo detestaba a los humanos, y tampoco te importó. Un día llegaste con terribles heridas, provocadas por tus humanos”, Rin, inconscientemente, se llevó una mano a su ojo derecho, lugar donde había recibido el golpe, según él recordaba. ¡Ella comenzaba a recordar! “Evidentemente no conseguiste alimentos, pero te ocupaste tanto al extremo de cazarte las alimañas del bosque para que comiera. No fui amable contigo”, ella se hizo hacia atrás “En ese momento, te pregunté qué le había pasado a tu cara. Tú no respondiste y entonces fui consciente de que eras discapacitada, y no fui capaz de creer que tuvieras esa fortaleza. Tú me sonreíste, y yo no entendí por qué”.
    “Cuando tú llegaste a tu hogar esa tarde, encontraste a un extraño, caíste en la cuenta de que era un youkai y te asustaste. Tras él llegó toda una manada que devoró a toda la aldea. Intentaste huir hacia el claro del bosque, pero yo ya no estaba allí. En ese instante, fuiste asesinada por las bestias salvajes.” Ella, inconscientemente, llevó una mano hacia su hombro, lugar donde había recibido la fatal mordida, pero no quería ni podía creerlo. “Percibí el olor de la sangre y volví hacia tu aldea, en ese momento, te encontré muerta entre la manada de lobos. Te ayudé con el poder de mi espada Tenseiga y permití que me siguieras. Luego de eso, me seguiste por unos seis días hasta que entablamos conversación, luego, tú le dijiste a mi sirviente todas las cosas que estoy contándote.
    “Viajaste junto a mí por una estación completa y luego viviste en una aldea al este de Musashino, bajo la protección del idiota que está ahí afuera…”, Inuyasha golpeó intentando derribar la barrera “…y bajo tutela de una miko anciana llamada Kaede, con un pedido de exilio de las Tierras del Oeste, para así mantenerte a salvo. Tres años después de eso, quien se encargó de tus cuidados es la persona que está ahora a tu derecha”, Rin levantó la vista y miró a Kagome que, de algún modo, fue su madre por varios años. “Finalmente, hace unos cuatro años, tú decidiste volver aquí, a las Tierras del Oeste, viviendo en la fortaleza que constituye este palacio, bajo la protección del Clan Inuyoukai, hasta hace unos días, cuando estos idiotas te descuidaron”. Terminó de decir esto con rencor.
    Todos estaban mudos de sorpresa.
    “¿Ya… terminaste?”, le preguntó Kagome. “Inuyasha está perdiendo la paciencia”. En ese momento, él hanyou comenzó a golpear la barrera de la puerta repetidamente, hasta que Kagome le gritó “Osuwari”, Sesshoumaru hizo una seña de desagrado que les dio a entender que permitía que Inuyasha entrara. Rin asimilaba la historia, pero no podía terminar de creerla. Esa no podía ser SU historia, ¿o sí? Sesshoumaru se sorprendió. En vez de causarle alivio a su protegida, le causó angustia. Ya no sabía qué más hacer o decir.
    Ordenó que todos salieran de la habitación de Rin. Todos salieron, pero Kagome se quedó un tiempo con ella a solas, enseñándole dibujos, fotografías, escritos y cartas que demostraban que la historia era cierta. Rin comenzaba a creer, pero no podía reconocer aún a ninguno de ellos, mucho menos al imponente daiyoukai que decía ser su poderoso protector. Su interior dolía cada vez que pensaba en él ¿Por qué? ¿Acaso había algo que temía o rechazaba recordar?
    Entonces, él comprendió. Estaba seguro.
    Era como Kohaku en su momento: ella no recordaba porque tenía miedo de hacerlo. Su vida había sido un infierno ¡Y hasta había pisado el mismo infierno! Hasta para él era doloroso recordarlo, principalmente por sentirse culpable de su dolor, por eso mismo no le dijo nada a Rin, no quería que ella sintiera ese dolor, ni que recordara el Calvario por el que habían transitado juntos. Aunque algo en su interior susurraba que con el tiempo ocultarle la verdad sólo le haría más daño.
    Sabía que quedaría un vacío en la mente de Rin, pero prefería eso a decirle la verdad. Ella lloraba por él, miles de veces ella había derramado las lágrimas que él no había podido mostrar… y eso era cada vez que recordaban. No le daría un recuerdo que le trajera llantos…

    Esa misma tarde, un grupo de youkai sublevados que había oficiado de informantes a clanes enemigos, fueron cruelmente asesinados a manos del mismísimo General para vengar a Rin, mientras ella se mantenía encerrada con los humanos de Inuyasha… esos humanos. Lo sabía. Ella era como ellos, de la misma naturaleza, y había pasado mucho tiempo con ellos. Ellos la habían criado y protegido cuando él no pudo. Ellos también le habían salvado la vida muchas veces y la habían traído de regreso ahora. Ellos también la amaban. Ellos eran “sus verdaderos dueños”, por mucho que quisiera negarlo. Rin no lo recordaba, obligarla a recordar podía ser muy cruel, obligarla a permanecer a su lado cuando ella no lo conocía sería cruel también. Se separaría de ella, no había otra opción: la dejaría con los humanos que podrían cuidarla… y se olvidaría de todo. Merecía quedarse solo por idiota.

    A las pocas horas comparecieron ante él la Taijiya, el Houshi y la Miko ¿Y ahora qué demonios querían? Respiró profundamente, si había momento para entregar a Rin a sus cuidados, ese era… pero acabó descubriendo, como otras muchas veces, que no quería separarse de Rin. Estaba siendo egoísta, ¡pero no quería! Era su humana… no podía… ahora nada importaba, tenía que decirles que…
    “Sesshoumaru, no le dijiste todo a Rin”, le dijo el houshi
    “Así es, le ocultaste muchas cosas”, le dijo la taijiya
    “Y cosas importantes”, agregó su entrometida cuñada. “Rin resentirá eso”
    ¿Y a ellos qué les importaba? Lo sabían, sabían que él se molestaría sobremanera, pero la única forma de proteger a Rin sería diciéndole la verdad, aunque murieran en el intento. Y el único que conocía la verdad era él…
    “La única manera de proteger a Rin-san es diciéndole toda la verdad”, dijo el houshi pacientemente.
    “Tú no sabes nada”, contestó el Daiyoukai
    “Estás en lo cierto, no sé nada”.
    “Y por eso te lo planteamos a ti”, continuó Kagome “porque el que sabe la verdad sobre ella eres tú. Y sabemos perfectamente que lo que le dijiste no es toda la verdad”
    “No puedes afirmarlo, Kagome”, desafió él.
    “No le dijiste nada sobre Naraku, no hablaste de las batallas, no hablaste de la verdadera razón por la que terminó en la aldea…”
    “¿Y tú LO SABES?”, desafió Sesshoumaru, muy molesto.
    No, pero tú sí. Y estoy segura de que su ‘crianza entre humanos’ no es la verdadera razón. Además entérate de que nadie en esa aldea cree en tus argumentos. Todo mundo está enterado de lo que sientes por Rin”. Estaba decidido, cuando Inuyasha le diera la espalda, mataría a la entrometida Kagome.
    “Tienes que decirle la verdad, aunque sea difícil”, dijo un confundido Kohaku, que entraba con dificultad por la puerta del cuarto del Comandante. “No ha hablado mucho desde nuestra conversación, pero estamos seguros de que resiente tu respuesta, quedarán vacíos dentro de su mente…”
    “¿La voz de la experiencia?”, lo desafió Sesshoumaru de forma hiriente.
    “Precisamente”. Afirmó Kohaku, con dolor “y por eso sé que es doloroso. Usted sabe que ella no se merece eso.”
    “En vano sufrirá si recuerda”
    “Y si no recuerda, sufrirá también”. Retrucaron ellos
    Sesshoumaru comenzaba a perder la paciencia. Los sacaría de su vista a los golpes, se puso de pie. Ellos se prepararon para cualquier reacción.
    “Si tú no le dices, nosotros lo haremos”, dijo Sango
    “Puede que no sepamos todo, pero cada uno tiene una visión diferente y terminaremos por reconstruir su pasado”, dijo el monje.
    “Miroku-sama tiene razón”, dijo el ahora traidor Kohaku, que se había dedicado a proteger a Rin, pero ahora atentaba contra su integridad mental.
    No, no. No podía dejar a Rin en manos de esos imprudentes. Y…
    “…y aunque le dijeran la verdad, ella no lo creerá”
    “Pero sí te creerá a ti, sin embargo…”, dijo Kagome en el tono que usaba para persuadir a Inuyasha, “…si tú te niegas, no nos quedará más remedio que improvisar”.
    Sesshoumaru se colocó frente a ellos a una velocidad increíble.
    “Esta discusión se acabó, Kagome. Rin no tiene por qué saber nada de lo que pasó”, los miró de modo amenazador “y pobre de ustedes si alguno llega a decirle algo”. Y, dicho esto, los sacó de sus dependencias a la fuerza.
    Puso una fuerte guardia delante de la habitación de su Rin para evitar “el paso humano”, en caso de que a alguno de los imbéciles se le ocurriera acercársele con la estúpida e imprudente idea de “decirle la verdad”. Tomaría alguna decisión luego de analizarlo bien, pero de lo que estaba seguro era de que no le diría lo peor del modo más imprudente, sólo para hacerle más daño. Kagome estaba que se moría del odio, este era peor que su marido, un día de tantos, decidiría ponerle un collar de perlas místicas también… aunque dudaba de que pudieran tener efecto en un daiyoukai.
    Cerca del alba, Sesshoumaru salió del Palacio y fue a un bosque a visitar a un antiguo amigo de su padre para pedirle consejo: el Árbol Sabio. Lo sabía. Su mentor se burlaría a carcajadas de él. Estaba haciendo lo que se había prometido evitar: enamorarse de una humana. Y ahora se tragaría el bochorno de soportar la burla antes de recibir la respuesta.
    -*^*-._.-*^*-._.-*^*-._.-*^*-._.-*^*-

    Lo sabía, sabía que Sesshoumaru lo visitaría pronto, su amigo Inu no Taishou se lo había dicho antes de morir, pobre jovencito… era de compadecerlo. Débil a causa de una humana, pero no lo torturaría más de lo que ya debió haber soportado. Lo sabía. Antes de morir, su padre había dispuesto dificilísimas pruebas para que Sesshoumaru se convirtiera en daiyoukai… y se volviera justo igual que él. Pobre jovencito. Pidiendo auxilio por eso. ¡Porque se había convertido e aquello que repudiaba! Estaba seguro. Si se burlaba del nuevo Inu no Taishou, ese mismo día su vida habría llegado a su fin, su amigo se lo había dicho. “Mis hijos serán como yo, muchísimo más fuertes que yo, ambos dignos de mi legado”.
    “Ella no recordará nunca”, dijo para decepción de Sesshoumaru ¿Y ahora qué? ¿Dejarla con los humanos que pretendían decirle la verdad? ¿Habría medicinas youkai que le devolverían la memoria? El Árbol sabía que el joven daiyoukai resentiría la respuesta…
    “Bueno, príncipe, tienes una opción…ku-ku-ku…”

    en unos días…
    eso se los contaré en mi blog…
     
  2.  
    Graciela C.

    Graciela C. Usuario común

    Géminis
    Miembro desde:
    29 Junio 2007
    Mensajes:
    293
    Pluma de
    Escritora
    Re: Estaba seguro, lo sabía...

    Definitivamente, quieres morir ¬¬ Cómo se te ocurre dejar esta historia asi?!?!?!?!? YO! me muero por saber que es esa "verdad" no digamos Rin... no seas malaaaaa ToT termínala prontoooo buaaaaaa ToT
     
  3.  
    NIRVANA-MOZ

    NIRVANA-MOZ Iniciado

    Libra
    Miembro desde:
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    41
    Pluma de
    Escritor
    Re: Estaba seguro, lo sabía...

    Lubecita me encantan tus fic!!! los adoro *.*, otro trabajo tuyo ke me gusta, relamente hermoso no tengo palabras para este fic!!!:llorar1: la verdad lo dejaste muyyy interesante, kiero saber cual es la verdad y caul opcion tiene Sessho!!! :eek: no tardes en poner lo demas lo estare esperando y kreeme revisare a diario tu blog para ver si ya esta!!! ^.^

    Me gusta mucho tus trabajos y la maner ke escribes, me gusta mucho!!! este fic hay tanta confucion demasiado misterio mucho suspenso (lo ke realmente me giustan) . pobre de mi Sessho tener ke soportar ke no lo recuerda...bueno espero ke mas tantos misterios me agrada!!! :llorar1:


     
  4.  
    Asurama

    Asurama Usuario popular

    Cáncer
    Miembro desde:
    21 Octubre 2008
    Mensajes:
    648
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Estaba seguro, lo sabía...
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    237
    Re: Estaba seguro, lo sabía...

    “…Sólo conozco a dos personas a las que les gusta el misterio y hacer sufrir…”
    ¿No te habrás estado refiriendo a mí o sí, Grace?
    En mi blog está la continuación
    Además te invito a leer “Un cuento contigo, bajo la lluvia”, cuando quieras. Ya lleva ocho o nueve capítulos, con mi común agregado “Lo que piensan ellos”. La trama no está muy avanzada, pero sí muy complicada.

    ¿No es verdad, chicas? Jejeje

    Prometo que será más largo que “El destino de Rin”
    Además pongo en mi blog publicaciones de temáticas variadas, incluida mi novela “Syd Negro”, que no ha tenido mucha popularidad, ¡pero sí mucho éxito! Todas van a la par de mis fanfics (es decir, pongo un capítulo del foro y una entrada de blog al mismo tiempo)

    ¡Recuerden que todas están invitadas!
    Las amoooo!!!!!!!!!!!!
     
  5.  
    Scriptina

    Scriptina ナルト♥ さくら

    Leo
    Miembro desde:
    15 Septiembre 2008
    Mensajes:
    1,096
    Pluma de
    Escritor
    Re: Estaba seguro, lo sabía...

    Todo bien, todo. Pero el color nuevamente, Lubecita. Eso de colocar los diálogos de colorido diferente es molesto; de verdad. Lamento tener ojo clínico en lo nombrado. Además ¿Por qué no utilizaste el guión largo?

    Recuerda que en los relatos generalmente se coloca las comillas para dar énfasis a un recuerdo o destacar una palabra, mas en diálogos no.

    Ahora iré a tu blog. xD!

    Cuídate.

    Suerte.
     

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