Three-shot Estúpido, cobarde y extraño demonio [Nagi, Mao y Margarita]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Kaisa Morinachi, 26 Julio 2020.

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  1. Threadmarks: Niña cobarde
     
    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

    Tauro
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    Escritora
    Título:
    Estúpido, cobarde y extraño demonio [Nagi, Mao y Margarita]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    543
    Conejo bebé
    Nagi Akiyama Watanabe



    "La verdad es transparente e incolora, y un poco fría"

    Despertarse cada mañana, recibiendo el calido beso de una madre, para caminar tomadas de la mano a su escuela, donde aprenden del mundo y sus irregularidades. Encerradas en un baño, o escondidas en la azotea, la soledad y el frío es hasta agradable.

    Aunque... la cálida compañía era adictiva. Ella se coló en su cerrado dúo, volviéndolo un circulo vicioso, o un escudo protector. La sonrisa del verano, la fuerza de la primavera y la calma del otoño; viviendo sus días escolares como un crudo invierno.

    La más fuerte era la más mayor, la enana del grupo de ondulados cabellos. Sus ojos azul oscuro y sonrisa recordaba a las cálidas noches de verano que podías tener con tu familia, por vacaciones. Natsumi les enseñó a sonreír, bromear y les subió la confianza como nunca nadie había hecho antes, y lo único que exigía a cambio en silencio era una amistad sincera. Pero no todo es risas y alegrías, lo sabían bien, pero que se lo recordaran de la peor manera fue un golpe bajo.

    La más resistente era la más alta, aquella que te miraba como si tuviera dagas en sus ojos, la conocida chica con apariencia de un macabro Yokai nocturno. Su cuerpo, a pesar de ser bastante saludable, no era la envidia de nadie; recibió burlas desde niña y le siguieron prejuicios de grande, aunque para su suerte le dejó de importar a los 8 años. Podrías insultarla, amenazarla o gritarle; no perdería los estribos, porque Haruka había conocido lo que era el verdadero orgullo, la auto-confianza; confiaba en sus habilidades y atributos, sabía que tarde o temprano sería todo lo que se propusiera ser... Y si entre esos deseos estaba ser capaz de derrumbar hasta al hombre más fornido, lo haría, porque no permitiría que nadie más se atreviera a sobrepasarse con ninguna de sus únicas amigas. Verbal o físicamente, no hacia diferencia entre ambos.

    Y la más perceptiva era la menos sobresaliente, aquella a la que las cosas parecían virar siempre a su favor, sin ser siquiera consciente de ello. Nagi Akiyama era amiga de confianza de dos chicas que, a pesar de ser lo más insignificante del salón, eran capaces de hacer mucha más cosas de lo que era normal a su edad. La pequeña, a la que llamaban Aki, era lo más mundano entre el peculiar grupo de tres... Menos por su cabello castaño, claro, el cual siempre resaltaba entre las cabelleras normalmente negras de los japoneses.

    Vivían tranquilas, reían mucho y se frustraban aún más, pero eran felices. Viajes a centro comerciales, tardes en la plaza, pijamadas en alguna de sus casas, etc...


    Eran bueno días, y Nagi los extrañaba un montón, pero bueno; su actual escuela tampoco estaba mal. Variedad de personas, las cuales hace un par de años le hubieran ocasionado un terror incontrolable, ahora solo la hacia compadecerse de ellos...

    Aunque, claro; estaba lejos de dejar de ser el conejito nervioso de otoño.

    "Estoy harta de este mundo, donde todos actúan tan egoísta"
     
    Última edición: 26 Julio 2020
  2. Threadmarks: Chica estúpida
     
    Kaisa Morinachi

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    Título:
    Estúpido, cobarde y extraño demonio [Nagi, Mao y Margarita]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    778
    Chica pájaro
    Margarita Nieves



    "Un dulce aroma me tentó, y me enamoré de tus amables ojos. Quiero saber más de ti... mañana"
    Sus días eran monótonos, pero tranquilos. Inmersa en información tras información; sobre animales, sobre la tierra, sobre el espacio... pero pocas veces sobre humanos. Era una niña ejemplar, en el sentido de que no molestaba a nadie, en realidad era más como un robot programado. Despertarse para desayunar, bajar para almorzar, cenar para ir a dormir; el ciclo se repetía, con sus correspondientes alteraciones, que iban escalando y escalando, llegando a formar aquella personalidad aislada.

    Era algo autosuficiente, aunque en realidad, lo único que no hacía era ser quejarse. Se vestía y bañaba sola, a diferencia de otros del orfanato, también estudiaba por su cuenta; pero cosas como hacer su cama, limpiar el cuarto o ayudar a poner la mesa, o cocinar en otros casos... No aportaba para nada en eso. Aunque no influía bastante, habían suficiente y variopintos niños en el orfanato, otros les encantaba encargarse o hacer cosas a las que Mar le importaban poco o nada.

    Un día el ciclo se terminó, pera sumergirse en uno mucho mayor. Dos adultos mayores la adoptaron, a ella; una chiquilla de nueve años, algo amargada, pero cortés. Sus días en el pueblo en el que vivían los ancianos siguió siendo monótono y cíclico, pero los sentimientos del día a día eran distintos, muy distintos. De vez en cuando ayudaba a cocinar, le tocaba limpiar su cuarto y leía cuentos con Lily o enciclopedias con Jacob. Pasó de ser simplemente "Mar", a ser "Margarita". Nunca supo cual fue su nombre original; ¿Marge, Marilyn, Martha? Habían muchas opciones, pero solo "Mar" o "Margarita" no sonaban muy... a ingles.

    En el orfanato conoció la paciencia, a pesar de que no era consciente de ella. Con sus padres supo que era el amor y la protección, aunque a veces pecaban de condescendientes, ambos eran bastante tozudos a su manera. En el internado a la que le ingresaron al cumplir diez años...

    Aprendió sobre los celos, soberbia, orgullo, altanería, odio y...
    Ira, mucha ira contenida.

    Cinco días a la semana, durante todos los meses de clases, Margarita se quedaba en aquel internado lejos de su pueblo, lejos de sus padres. Al inicio no fue demasiado grave, le eran irrelevantes los otros y para los otros ella también lo era, pero... Mientras más crecía, y menos cosas sinceraba, la gravedad de los problemas iba aumentando paulatinamente. Un globo que inflabas e inflabas, hasta dejar que te explotara en la cara, ensordeciéndote con un sobresalto; así actuaba la hija de los Nieves, y no parecía importarle mucho.

    "Permanecer junto a una esquina de la redonda tierra me da felicidad"​

    Se volvió una adolescente rara de pies a cabeza, con un mal genio incontenible, o eso se rumoreaba en todo el internado. ¿Le importaban los rumores? Mientras no los relacionaran con sus padres, le daba lo mismo que dijeran de ella, porque era igual de mal hablada que quienes la insultaban. Almorzaba sola, trasnochaba en el patio encamarándose a los árboles del recinto y en la mañana se centraba en los estudios, para poder ignorar a todos los de su alrededor.

    ¿Le gustaba estar sola?... No, pero no lo estaba; cada fin de semana volvía dónde sus padres, quienes la consentían con cariño, y ella se sentía agradecida de tener un hogar para ella sola. Su vecino también era tan amable como agradable, pero le era difícil seguir su ritmo, y al ser dos años mayor... Nunca lo consideró un amigo, a pesar de que era lo más cercano que tenía a una amistad.

    Los meses pasaron, los problemas explotaron y luego vino una tortuosa calma. Ya no discutía con quienes siempre se agarró a puñetazos, ni era ácida con quienes intentaban ser amable con ella, pero... Se había encerrado totalmente en si misma, en una burbuja que parecía sellada con de manera que fuera imposible abrirla, o reventarla; tanto desde dentro como desde afuera.

    Aunque Lily podía atravesar sus barreras siempre que se le diera la gana, casi como si fuera incorpórea. Tenía un genio y actitud terribles, estaba tan concentrada en aislarse que ni se percataba de todas las cosas malas que hacía, pero con su madre era distinto; con la señora que la acogió en su hogar, Margarita siempre fue la mejor versión que era capaz de ser.

    "La vida cotidiana es lo suficientemente dramática para ser agitado por las lágrimas"



     
  3. Threadmarks: Mujer extraña
     
    Kaisa Morinachi

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    Título:
    Estúpido, cobarde y extraño demonio [Nagi, Mao y Margarita]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    690
    Mujer dragón
    Masuyo Kobayashi


    Las mañanas, los días, las tardes y las noches eran hermosas ante los ojos de Masuyo. Las sonrisas y risas siempre le eran contagiosas, aunque admiraba más la rigurosidad y estoicismo. Una hija ideal, solo por que su madre así lo quería desde antes que supiera si sería niño o niña, antes de que siquiera supiera si sería capaz de darla a luz sin problemas. Nació sana, creció bien, pero Shizuka era consciente de que heredó la parte más inconveniente; el alma de los Kobayashi. Podía sentirlo, no por nada estuvo meses en su vientre; Masuyo tenía la mirada fiera de su padre, pero era capaz de apaciguarla cuando sonreía, siendo genuinamente alegre, alejando así lo atemorizante. Aunque a pesar de eso, los Kobayashi tenían muchos aspectos útiles, por sobre los positivos, así que a Kawayama le preocupaba que su hija sucumbiera a su sangre...

    Sangre manchada de odio y desprecio, esperanzas destruidas con cada generación que pasaba.

    Así que hizo lo mejor posible para criarla; para que fuera la niña más amable, la chica más condescendiente y la mujer más firme; pero el Clan enemigo de Japón le arruinó sus planes, una tarde como cualquier otra, arrebatándole todas sus oportunidades en una sola y eficaz emboscada.

    Agradeció en el momento de su muerte, que su hija hubiera tenido cierta pizca de desobediencia, seguramente heredada de ella misma. Pues le dejó con la leve esperanza de que estando en el bosque, sus oportunidades para escapar hubieran aumentado; Shizuka Kawayama no tenía escapatoria, a pesar de ser la mujer más fuerte y habilidosa del los alrededores, porque le habían arrebatado dos hijos e irían por la última. Su esposo no estaba a su lado y ya habían manchado casi medio hogar con la sangre de sus aliados, sus sirvientes, de sus amigos y, sobre todo; de su gente.

    No supo al final si Hidaki seguía vivo, o si Masuyo sobrevivió, pero como no pudo verlo para comprobarlo, creería que si habían logrado sobrepasar las desgracias. De esa manera, cometió harakiri con una sonrisa en los labios, una gigante y rebosante de orgullo. No derramó ninguna lágrima, ni vaciló en ningún momento; definitivamente, era alguien de temer.


    Mao sobrevivió por esas casualidades de la vida conociendo a quien, ni en sus más alocadas fantasía, pensó que conocería algún día. Un viejo lobo, solitario y mugriento, que cazaba solo para él mismo. Básicamente, la salvó de que le cortaran la cabeza, le rompieran las piernas, muriera de inanición o hipotermia. Mao se sentía en deuda con él, le debía la vida, por lo que se juró en silencio dar su vida por él, aunque este estaba lejos de permitirlo y ella decirlo en voz alta. Kenzaburo le enseñó todo lo malo del mundo en el cuál vivían, pero también como sobrellevarlo con habilidad, reconociendo los pequeños gustos que te daba la oscuridad.

    Y de tal forma, Ryouma nunca tuvo una figura paterna. O más bien; su figura paterna no era quién ayudó a concebirla. Quería tal padre a quien era más cercano a un amigo, y detestaba a su progenitor casi como si fuera uno más de los Taira, juzgándolo sin conocerlo: Porque la niña extraviada no conocía a su padre, solo su renombre y algo de su legado. A pesar de eso, la sangre de él corría por sus venas, la maestría de años también, junto al cuerpo y mente enclenques. Se notaba en su mirada cambiante, en sus risas variables, en la frialdad ante las amenazas. En el miedo a sí mismos.

    Masuyo no sabía si su padre seguía vivo, si lo habrían matado o lo tenían secuestrado, torturándolo; pero de algo estaba segura. Los únicos culpables de su desgracia, eran ellos y Hideki; que Mao era la discípula de Kenzaburo y Ryouma uno más de los niños de Takeda, e iba a sostener cada uno de sus nombres con orgullo, aunque por sobre todo; delicadeza.
     
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