One-shot de Inuyasha - Estúpida [Sessho&Kago]

Advertencias: Puede que haya algo de OoC en los personajes, sobre todo en los principales. Además, Universo Alterno (UA), y un final algo decepcionante.

Dedicado: Artremisa, no sé porque pensé en ti y me puse a escribir.

Notas de la Autora: Espero que lo disfruten y, por favor, no hagan comentarios spam.

Estúpida​

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Orbes ámbar, perfecta y torneada figura, cabello albino largo y sedoso, mirada fría y seductora, expresión magnifica y superior. Suspiraba, lo veía y se ocultaba bajo la roca junto al río, alzaba nuevamente la cabeza dejando ver su melena azabache y sus ojos chocolate, mas ahora ya no estaba donde antes, sino tras ella sujetándola desde los hombros.​

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Se volteó para topar su mirada con la de él, tragó saliva e intentó como pudo de titubear una buena excusa; sin lograrlo, se resignó y bajó la cabeza.​

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Él la miró enojado e intentando contener sus deseos por gritarle y zarandearla; sin siquiera hacer fuerza la puso de pie y le levantó la cabeza. ​

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Kagome lo miró asustada y tímida, sin darse cuenta el sonrojó invadió sus mejillas y la hizo ver, si cabía, más indefensa, patética y vulnerable que antes. No sabría si por compasión, o por la poca importancia que tenía todo esto la soltó y se fue sin decir nada más, no tenía porque hablarle después de todo.​

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No era la primera vez que la encontraba observándolo, como guardando cada detalle de su figura en su mente. Tampoco sería la última vez, ella no podía resistir aquel placer tan fugaz y exquisito, tan tentador y excitante, lo quería; a pesar de no haber hablado nunca con él, y no haber tenido jamás un contacto diferente a ser atrapada en su pasatiempo acosador, lo quería, lo quería y no temía decirlo. ​

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—Te quiero Sesshomaru —repetía incluso dormida, aquel deseo la corroía, se metía en su cuerpo y la picaba por dentro, la tentaba, la poseía y le obligaba a quedarse mirando tras una roca todos los días, junto al río a la hora en la que los de secundaria acaban la jornada; allí se escondía y dedicaba de lleno a mirarlo, a desearlo, a quererlo. ​

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—Mío —decía queriendo que fuese cierto— mío —repetía una vez más, en voz alta—¡Mío! ​

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—Higurashi, haga el favor de salir en este momento del salón —habló en tono imperativo el docente. La chica tomó su bolso, lapiceros y cuadernillos y se retiró del salón; caminó los corredores y pasó junto al edificio de secundaria, aquel pensamiento tan tentador atravesó su mente, sonrió traviesa y entró al instituto de los mayores, recorrió los corredores hasta llegar a su objetivo. ​

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Allí estaba, el salón de Sesshomaru Taisho, miró la puerta sintiéndose estúpida por siquiera pensarlo, se arrepintió un momento y se corrigió, era ahora o nunca; asomó su cabeza por la ventanilla de la puerta, ¡él estaba ahí!, justo en la tercera fila, atento al texto, se veía hermoso. ​

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Como tras la roca se quedó admirándolo unos minutos, hasta que el profesor de turno en el aula abrió la puerta, la chica se sobresaltó enseguida.​

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—¿Qué deseas, niña? —ella tragó saliva y vaciló un momento, ¿ahora qué?​

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—Necesito hablar con Sesshomaru Taisho, es urgente —mintió de una forma impresionante, pero, ¿qué mas podía hacer?, ya se había arriesgado mucho para llegar a donde estaba y no echaría todo por la borda en este momento. ​

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El profesor habló, dio una orden y el albino obedeció, salió y cerró tras de sí la puerta del salón.​

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—¿Qué es lo que quieres? —habló molesto.​

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—Yo, necesito halar contigo —su mirada buscaba aprobación, o al menos comprensión. Se sentía estúpida por estar ahí, frente a Sesshomaru, repitiendo tener urgencia por hablar con él, sin saber al menos de qué le hablaría.​

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—Lo sé, ¿de qué? —su mirada fría de un modo espeluznante la quemaba por dentro. ​

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—Te quiero —no titubeó como había pensado que haría, lo dijo sin rodeos y sin ataduras, sólo habló y él la escuchó, al fin se dirigía a él y tenía su completa atención.​

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Su mirada dorada fija en ella se abrumó unos segundos al escuchar su declaración. ​

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—Estúpida —pensó lo que iba a decir y lo dijo, la insultó y estaba plenamente consciente de ello, ¿qué mas da?, pensó para sí.​

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Fue aquella la primera y última vez que hablaron, él la insultó y ella sufrió por quererle, por ser tan estúpida, por no saber que eso era lo que iba a ocurrir, Sesshomaru no era un hombre de sentimientos, algún día una mujer llenaría su corazón, lo haría subir a las nubes y bajar a la tierra, lo emocionaría, irritaría y alegraría todo en un segundo; pero ese día no era hoy, y esa mujer no era Kagome.​

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