Drama Espejo

Tema en 'Relatos' iniciado por Alma Perdida, 5 Noviembre 2017.

  1.  
    Alma Perdida

    Alma Perdida Entusiasta

    Sagitario
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    24 Septiembre 2013
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    87
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    Título:
    Espejo
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    715
    Y no soy auténtico. Yo no soy yo. O eso fue lo que pensé al verme hoy en la mañana en el espejo. Al principio me pareció que era la suciedad acumulada por no lavarlo en tanto tiempo, luego creí que posiblemente era cosa de la luz, pero no. El problema no era el espejo, así que creí que era cosa mía. Lo primero que me vino a la mente fue la ausencia de mis lentes, así que con rapidez fui por ellos, sin embargo, al volver, seguía sin verme con claridad. Me maldije por no limpiarlos con frecuencia. Con algo de agua y un pañuelo los froté un poco. Al ponerlos contra luz pude comprobar lo bien que habían quedado. Me los coloqué con calma, con la certeza de que todo ese alboroto había, por fin, terminado.
    Entonces una vez más, y ya con todo en orden, me vi al espejo. Pude notar como una mueca se formaba en mi rostro. El problema seguía ahí. Solté un suspiro. ¿Qué estaba mal?
    Puede que no me esté dando a entender muy bien, aunque, más que eso, creo que es el hecho de que aún no me he explicado. Hoy, al despertar, me di cuenta que no era yo el que me devolvía la mirada en el espejo. No del todo.
    Pude distinguir mis grandes ojos, escondidos entre un brillo e ilusión casi inexistentes, tan cansados y tristes, que me dieron ganas de llorar. También alcancé a ver una sonrisa, tan tiesa y forzada, que parecía una tétrica mueca. Me noté, por cierto, mucho más delgado de lo normal. Al acercarme más al espejo, pude notar la excesiva cantidad de acné que cubría mi rostro. Estaba por todas partes, con granos tan rojos y grandes que no pude evitar sentir náuseas.
    Me toqué la mejilla y vi como mi reflejo hacía lo mismo. Podía ver como la mano de mi yo del espejo tocaba sus granos, pero al sentir la mía propia, apenas y sentía una que otra imperfección. Ese no era yo.
    Me quedé todo el día viéndome en el espejo. No pasó nada fuera de lo normal, realmente no sabía que estaba esperando, sólo sabía que algo andaba mal ahí. No supe cuánto tiempo pasó, pudieron ser unos pocos segundos, algunas horas o días. Pero, pasado ese tiempo que desconozco, fue cuando noté otra cosa.
    No sé si fue que al principio no me había fijado en eso o si simplemente había cambiado de un momento a otro. Pero mi reflejo se veía bastante más bajo que yo.
    Arto de todo lo que estaba viendo, sentí un ataque de ira y empecé a golpear con furia el espejo. En ese momento yo me sentía tan frustrado y enojado que podía notar como mis manos se lastimaban al impactar, pero al ver mi reflejo, este pegaba con miedo y delicadeza.
    Grité con rabia y empecé a llorar. Ese no era yo. Ese no quería ser yo. Sentía las lágrimas recorrer mis mejillas, acompañadas de ese sabor salado que te dejan en los labios. Alcé la vista y, esta vez sin asombro, vi mi reflejo. No tenía ojos, ni boca, ni nada. Era como un maniquí. Un maniquí con muchas etiquetas alrededor de todo el cuerpo.
    Me acerqué al espejo e intenté leer lo que decían. Eran muchas, una sobre otra. Leí muchas palabras, tantas que apenas las recuerdo. Pero había unas que simplemente no podré olvidar. Entre todas las etiquetas, había unas grandes, apenas legibles. Tres, para ser exactos. “Completos, miedos, y apariencias” era lo que decían.
    Entonces entendí, yo no soy yo. Yo no existo. Soy el reflejo de todo aquello que quieren que sea, soy el reflejo de un entorno que poco a poco devora nuestra humildad.
    Mañana me volveré a ver en el espejo, con la ilusión de que, algún día, pueda verme como realmente soy. Con la ilusión de poder aceptarme como soy, de quererme como soy. Porque debajo de ese mar de complejos, miedos y apariencias, hay mucho más. No sé cuándo fue que dejé a todo lo negativo sobreponerse, cuándo fue que me olvidé de todo lo bello y bueno que poseo. Tengo la fe de que sigue ahí, tan escondido y reprimido que será un ardua labor hallarlo.
     
    Última edición: 5 Noviembre 2017

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