Escuela de la magia

Tema en 'Archivo Abandonado' iniciado por saya-chan, 3 Marzo 2013.

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    saya-chan

    saya-chan Iniciado

    Leo
    Miembro desde:
    3 Marzo 2013
    Mensajes:
    1
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Escuela de la magia
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1089
    CAPITULO 1
    Anzu Mazaki, era lo que la mayoría consideraba una persona normal. Pero dentro de la normalidad, había tenido una vida dura, trágica, y llena de pruebas que se vio obligada a superar.
    A los 17 años de vida, se había pasado casi la mitad de su existencia, luchando por sobrevivir. Y ahora, solamente ahora, se atrevía a tomar un descanso.
    Vestida con sus jeans negros un poco desgastados, y con una camiseta manga larga verde, caminaba por la calles de su pueblo.
    Miró a un lado, y su mirada se encontró con la plácida imagen de su hermana menor. A sus 13 años serenity Mazaki, era de cabellos castaños al igual que sus ojos, e irradiando inocencia y caridad con su mera presencia, esta joven podría haber logrado ser la diosa de la armonía de haber tenido la oportunidad.
    Caminaban tomadas de la mano, Cuando Anzu cumplió los diez años, sus padres se divorciaron, causando la separación de las hermanas.
    Llevaban siete años sin verse, y a Anzu le toco hacer medidas drásticas para poder estar cerca de su hermana. En términos que emplearía su madre, la había secuestrado. Lo cual es diferente a la realidad, si se tiene en cuenta que la propia niña había salido con el plan.
    Claro que ir desde Domino no era un viaje divertido, sobretodo en autobús. Pero por ver a su hermana, la joven había superado las prohibiciones y hecho hasta lo imposible por sacarla de la casa.
    Cuando su madre fuese a buscarlas sería un escándalo, y Anzu creía fielmente que la mandaría a la cárcel haciéndola pasar por mentalmente desequilibrada o algo así....
    Pero en esos momentos no le importaba, solo quería que su querida hermana pasase el mejor momento con ella.
    —Oie Serenity, vayamos por el parque ¿Si?.—preguntó Anzu sonriendo cómo no hacía en años.
    —¡Claro onee-chan ¡Quiero ver cómo está el parque desde la última vez que estuve aquí!—exclamó la joven tomando a su hermana del brazo, y técnicamente llevándosela arrastrando.
    Anzu se limitó a reír de alegría.
    Muchos de los que pasaban por allí, los miraban con clara atención. Había algo en ellas dos que llamaba la atención y el encanto de la gente. Pero así cómo eran atraídas, eran repelidas por una sensación de incomodidad, como si algo estuviese fuera de lugar.
    Llegaron a parque, y fueron directamente a los juegos. Allí, Serenity, se subió al tobogán, y se lanzó cómo niña pequeña mientras que miraba como su hermana le sacaba fotografías con una cámara instantánea.
    —¡Mira en esta dirección!—indicó Anzu. Y cuando su hermana bajó del tobogán, notó como miraba a unos arbustos de la derecha.
    —¿Escuchaste eso?—preguntó Serenity una expresión de intriga.
    —¿Qué...?—preguntó Anzu, pero se quedó muda.
    Escuchó algo cómo un gritito de niño, pero era muy distinto. Era como si fuese un bebe de algún reptil... Pero aún así....
    —¿Qué es eso?—preguntó Anzu encaramándose sobre el arbusto mientras que se abría paso.
    Lo que vio la dejó muda.
    —¿Pasa algo?—preguntó la hermana, asomándose por encima de su hombro. Y en cuanto lo vio, se quedó estupefacta.
    —Es lo que creo que es... ¿No?—preguntó Anzu señalando con una mano temblorosa.
    —¿Un bebé de dragón...? ¿Eso ves o soy solamente yo...?
    —Entonces no estoy loca....—dijo Anzu acercándose con cautela, solo para sentir la mano de serenity en su hombro.
    —¿Es conveniente que nos acerquemos?—preguntó con aire inseguro. El dragón, que era de color negro, emitió un siseo, algo parecido a un gemido.
    —No sé si es conveniente, pero no lo voy a dejar allí llorando....—“Espero que sea un llanto...”, agregó mentalmente.
    Se soltó con cuidado, y miró sonriente a la joven con una sonrisa aseguradora.
    Con cuidado, tomó a la pequeña criatura en brazos.
    En un principio, el dragoncito, no parecía muy cooperativo. Siseaba, y mordió a Anzu varias veces en la ropa y manos. Pero luego de unos momentos, se calmó, y se acurrucó en los brazos de la joven buscando calor.
    Sus alas, plegadas contra su cuerpo, temblaban, y parecía tener miedo.
    —¿Cómo habrá llegado aquí?—preguntó la menor, mientras que se acercaba y se sentaba con su hermana.
    —No lo sé... Pero no podemos dejarlo aquí solo.
    Serenity acarició con cuidado a la criatura. Esta, quedó tiesa unos instantes, pero después se relajó.
    El dragón, abrió los ojos revelando unos ojos de color carmín.
    —Un dragón negro de ojos rojos...—exclamó Anzu mirándolo.
    Pasaron unos instantes allí sentados, contemplando a la criatura.
    —¿Qué hacemos? ¿Deberíamos llevarlo?—preguntó serenity
    —Supongo que será lo mejor...
    Se pusieron de pie, y comenzaron a caminar en dirección al lago. Anzu, sentía como el dragón le clavaba las garras a través de la ropa. Pero no se quejó, sabía que estaba muerto de miedo ante la situación en la que se encontraba.
    —No te preocupes muchacho. Vamos a cuidar bien de ti.—fue lo único que atinó a decir.
    Y para su sorpresa, recibió como respuesta. Algo cómo un siseo y gemido salió de la criatura, que lo miraba con los ojos abiertos. Anzu sin palabras, entendió que el dragón en una extraña manera le agradecía.
    —Onee-chan... Sería mejor que lo escondieras, si lo ven la gente va a empezar a preguntar.
    —Esta bien serenity, dudo que le presten atención. Es probable que lo confundan por un peluche a algo parecido.
    Llegaron al lago, y lo que vieron los dejó con la boca abierta.
    El agua del lago, se elevaba como brazos hacia el cielo, nadie de los que estaba allí prestaba atención. El dragón se retorció en los brazos de la joven.
    —El día más raro de mi vida....—dijo Anzu sonriendo como tonta.
    Algo, o alguien, les llamaba desde el lago. Sentían una voz que les atraía, Serenity, caminaba a su lado con paso tambaleante. Las dos temblaban visiblemente.
    “No tengan miedo. Es mi mamá, ella nos cuidará”, fue lo que escucharon en sus cabezas.
    Miraron al dragoncito, y vieron que este parecía sonreír. Bueno, si es que eso era posible.
    Y como por arte de magia, el agua se dirigió a ellas y los aferró con fuerza. Fueron tragadas por el lago.
    En ningún momento gritaron, estaban extrañamente tranquilas.
    El agua se calmó, y no quedó rastro de ellas.
    De los presentes, nadie vio nada. O no querían ver nada de eso. Algunos temblaban, los niños, hablaban de la escena como si fuese un juego o una historia para contar.
    Y la aventura de las jóvenes, apenas comenzaba....
     
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