Colectivo [Colectivo] Escocia

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Tarsis, 8 Mayo 2014.

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    rhapsodic

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    Ashel es un pequeño malcriado.
    Me estaba muriendo de risa un momento porque, Alana siempre se queja de su forma de ser pero si a ver vamos, Ashel es como una versión masculina de ella. Siempre obtiene lo que quiere.

    No sé si sentir celos o lástima por Amelia.
    Porque Ashel puede ser MUY insistente bordando en lo obsesivo y molesto, pero ella va a tocarle el lado sensible que nadie creía que él tenía.
    Y lo va a hacer mientras viste todos esos disfraces sexys.
    HAHAHA.

    Lo amé, Gene.
    La reacción de Amelia al beso debió ser épica. xD se la va a pasar toda la jodida clase sonrojada.
    ¡Muero por ver la interacción de esos dos en el almuerzo! Bueno, si es que Amelia DECIDE ir, hahaha. Démosle crédito a la niña, ella puede tener agallas a veces. u-u.
     
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    Tarsis

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    L o dudo ¿y después que él se enoje? No creo que lo haga jajaja
     
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    Tarsis

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    Amelia Korzha.




    El tic tac del reloj la volvía loca, quería detener esas condenadas manillas y que el tiempo dejara de pasar, pero no, continuaba avanzando, torturándola a cada segundo. No quería que fuesen las doce, no quería enfrentarse a él. ¿Huir, esconderse? Ya lo había pensado, Sullen era bastante grande, pero, ¿por cuánto tiempo podría esconderse antes de que él la encontrara? ¿Y, cuán enojado estaría? Nada más de pensarlo se le ponía la piel de gallina. Era una familia aterradora, incluso el padrastro con esa cordial sonrisa era dueño de la mitad de Escocia.
    El corazón se le aceleró, diez para las doce.

    ¿Qué vas a hacer, Amelia? ¡¿Qué vas a hacer?! —Se cuestionaba en voz baja mordiéndose el labio inferior.

    —¡A-ME-LI-A! —Dos varoniles manos cubrieron sus ojos, pero reconoció la voz al instante. Un sonrojo natural vino a sus mejillas. Y por un momento desde que llegó allí se sintió alegre, el joven depositó un beso en su mejilla sonriéndole amistosamente.

    —¡Hola, Alexander! —Su suave voz sonó alegre, mientras echaba detrás de su oreja uno de sus largos mechones castaños—. ¿Cómo estás?
    Sabía que él también estaría ahí, sólo que no esperaba encontrárselo tan pronto. Alexander era su mejor amigo, su hermano aunque no sanguíneo. Lo conocía desde que tenía memoria gracias a los lazos entre sus familias.

    —Yo bien. ¿Y tú? Estabas muy pensativa.

    Se volvió a morder los labios. No podía decirle la verdad, Alexander era impulsivo, muy impulsivo. Y en un enfrentamiento directo con ese tipo no saldría bien. No sería capaz de meterlo en líos por su culpa.

    —Nada, pensaba en lo complicado de las clases —mintió.

    No podría decirle la verdad, pero su mera presencia le infundía valor y tranquilidad.

    Al menos tendría alguien en quién apoyarse.
     
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    rhapsodic

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    El amigo de Ame es una dulzura. xD en serio, ella está muriéndose de preocupación porque, ¿qué carajos va a hacer cuándo llegue la hora del almuerzo? y llega el castaño con toda su vibra hermosa a alegrarle el día.

    La manera en la que se le acercó fue adorable. ♥

    Pero, me muero por ver qué rayos pasará cuando sea la hora del almuerzo, te lo juuuuro. Me estoy comiendo las uñas.
    ¡Actualiza prontoooo!
     
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    Ashel Deevont.


    Tamborileaba los dedos con impaciencia en la pared. Escuchó el timbre y observó como todos empezaban a abandonar el aula. Esperó hasta el final, desesperándose, hasta que por fin la vio; salió acompañada de el que debería ser un compañero de clase, -más confianzudo de lo que a él le gustaría-, pero no le prestó atención, se acercó a ella y vio los nervios en sus orbes castaños.

    —Vamos. —La tomó de la mano y la arrastró con él. Amelia se despidió torpemente de Alexander con la mano, con una mirada que decía: te lo explicaré todo luego mientras se dejaba arrastrar por Ashel a través de los pasillos de Sullen. Amelia caminaba detrás de él como alma que lleva el diablo arrastrada hacia el infierno. Sólo que por ésta vez, el infierno era un hermoso comedor de porcelanato blanco y mesones de granito pulido.

    —A-Ashel, me estás latimando —lloriqueó, refiriéndose al a fuerza con la que el chico la sujetaba de la muñeca y la jalaba con él. El escocés la ignoró olímpicamente, sin aflojar su agarre hasta alcanzar su mesa. Una mesa con su nombre al final del comedor, puesta en una pequeña tarima, más arriba que el resto -cosa prevista con Hasson al momento de la construcción de la universidad, para sus hijos-.

    Abrió la silla y la sentó ahí toscamente, Amelia se quejó por lo bajo, ¿acaso él no sabía que no todos eran una pared enorme como él? Apenas él tomó asiento los cocineros comenzaron a dejar los platos del almuerzo en la mesa.

    —¿P-por qué te traen el almuerzo como si fuesen sirvientes? —cuestionó la chica sonrojada, al ver que todos los demás hacían la cola para la comida.

    —Porque son sirvientes —respondió como si fuese la cosa más obvia del mundo.

    —¡Pero estamos en la universidad! —bufó.

    —Una universidad que es de mi papá. —Se encogió de hombros, tomando los cubiertos para comenzar a comer. Amelia hizo el además de levantarse, pero la mirada de Ashel la petrificó y volvió a sentarse de inmediato—. Come. —Le ordenó con malhumor.

    —No quiero. —Se cruzó de brazos.

    —Si no comes, te desmayarás cuando estemos teniendo sexo.

    La cara de Amelia enrojeció completamente.

    —¡C-Cállate! —chilló. Ashel se detuvo, dejando descansar su rostro en la palma de su mano observándola, mientras en sus labios se formó una sonrisa.

    —Eres mía, Amelia. Eso que pasó en mi casa, se repetirá muchas veces más... Quieras o no quieras, así que por tu propio bien, es mejor que comas —dijo sin dejar huecos a réplicas mientras volvía la atención nuevamente a su comida.

    No tenía más que decir, después de todo, él era Ashel Deevont. Amelia se mordió el labio inferior que le temblaba, quería gritarle, quería llorar... pero se limitó a tomar los cubiertos y comenzar a comer en silencio.
     
    Última edición: 16 Noviembre 2015
  6. Threadmarks: [AU] Estúpido y sensual [Ashel&Amelia]
     
    Tarsis

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    [AU] Estúpido y sensual [Ashel&Amelia]

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    Ashelia
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    ¡Amelia Korzha, en cinco minutos a la oficina del director! —La voz en el auricular resonó por todos los pasillos del colegio. Todas las miradas se voltearon hacia ella, Amelia se encogió en su silla queriendo morir al momento que se sonrojaba violentamente. ¿Por qué demonios le hacía esto? Casi podía verlo en su silla lujosamente estúpida, con su sonrisa aún más estúpida en el rostro, burlándose de su sufrimiento, quizás hasta estuviese viéndola por las cámaras.

    —E-Estúpido, Ashel —murmuró bajito.

    —¿Qué? —inquirió su amiga sentada a su lado. Ella negó con la cabeza, terminando de comer su comida lo más rápido que pudo, abandonando el lugar bajo la mirada curiosa de todos. Deberían estarse preguntando, ¿qué habrá hecho ésta vez? Era la cuarta vez que la llamaba por el megáfono de la escuela, sin contar las veces por teléfono de las que nadie sabe. Ashel Deevont era un novio absorbente. Aparte de controlador, gruñón, malcriado, celoso, consentido, idiota, caprichoso y pare usted de contar. Amelia Korzha podría hacer una lista interminable de descripciones sobre su estúpido novio, que se había tomado unas vacaciones en el trabajo, sólo para venir a atormentarla en el colegio. ¿Había mencionado que el director y dueño de colegio era su padre? Por lo tanto su malcriado hijo iba y venía como quisiese. No, no era ningún niño, Ashel tenía unos veinte y tantos, pero era un consentido que siempre hacía lo que le venía en gana. Incluso dejar su trabajo para venir a molestarla. O como él sostenía, a “atenderla” debidamente.

    Amelia puso los ojos en blanco recordando aquello. Apretando más fuerte el bolso en sus hombros, sabía que iba caminando como oveja al matadero. No era tonta, sabía para que la estaba llamando. Tenía un novio con una increíble necesidad de constante “atención”. Se sonrojó sólo de pensarlo, los pasillos estaban vacíos, aún todos estaban en el comedor. Incluso los directivos, sabía que el director Fiztpatrick iba a comer en su casa los mediodías con su esposa, pero Ashel jamás lo hacía. Sabía que su relación con su mamá era algo, explosiva. Él no decía nada, ella no preguntaba nada.

    Cruzó los pasillos que ya se conocía de memoria, para tocar la puerta del despacho del director y girar el pomo. Ashel Deevont en todo su esplendor, tal como ella se lo había imaginado, recostado del respaldar de la silla aún con el micrófono en las manos y esa sonrisa traviesa en su rostro que prometía tormentas.

    —Tardaste mucho —resopló, con impaciencia, mientras sus ojos verdes se clavaban en ella. Ella puso los ojos en blanco, cruzándose de brazos.

    —¿P-Por qué me llamaste así nuevamente? —Le reclamó, tratando de mantenerse firme bajo su mirada divertida. Ashel amaba fastidiarla—. ¡P-Para eso tienes mi celular!

    —Llegó algo que encargué para ti. —Con el mentón señaló una bolsa en la manilla de la puerta. Y su sonrisa se amplió mucho más. Oh no, gimió Amelia para sus adentros. Nada que significara una sonrisa así para Ashel sería algo bueno para ella. Tomó la bolsa con manos temblorosas, abriéndola con cuidado, era una bolsa de marca y alzó la prenda que tenía adentro.

    —¡A-A-SHEL! —gritó horrorizada, dejando la prenda adentro nuevamente como si le quemara. El se levantó de su escritorio, arrebatándole la bolsa y poniéndole al frente un muy atrevido traje de conejo playboy, rojo con fucsia, meneándoselo en la cara.

    —Hieres mis sentimientos, Amelia. Yo te hago un regalo, que me costó mucho dinero, y tú lo tiras como si costara 5 dólares. Ni un gracias, ni nada —empezó a decir, haciéndose la víctima, aunque sus ojos revelaban por completo sus intenciones, acorralándola contra la puerta, mientras la voluntad de Amelia empezaba a flaquear bajo sus palabras acusadoras y su cercanía, él le agarró un mechó de su largo cabello, acariciándolo—. ¿No crees que te pareces a ese traje?

    —¿E-En qué puedo parecerme yo a eso? —Estaba de un casi enfermo color escarlata.

    Ashel le inclinó hacia su oído, hablando tan bajo que sólo ella escuchó unas palabras que lo hizo empujarlo con fuerza y sonrojarse aún más si es que era humanamente posible.

    —Póntelo —ordenó, de esa forma tan suya, de no hay discusión para lo que pido.

    —¡N-No! —Se negó rotundamente. Temblando, sintiendo el calor emanando del cuerpo del chico, mientras se inclinaba hacia ella, besando su terso y delicado cuello, haciéndola estremecerse bajo el toque de su lengua, la agarró de la cintura, no iría a ningún sitio. La recostó de la pared, acariciando las piernas menudas pero firmes bajo la falda, sin dejar de saborear su cuello, para verla a los ojos antes de atrapar sus labios y hacer suya su boca. Mordisqueando y chupando hasta dejar sus labios rojos y jadeantes, al igual que la nívea piel de su cuello sonrojada en los lugares que mordía levemente.

    La puerta se abrió y Amelia dio un salto que le pegó la cabeza a la pared y sus ojos avellana se aguaron al punto de contener las lágrimas. Ashel se irguió con tranquilidad, al ver a su padre entrar, como si fuera lo más normal del mundo que él estuviese solo encerrado en su oficina con una estudiante. Le sonrió a su padre que veía a Amelia con preocupación.

    —¿Está bien señorita Korzha? —inquirió, y ella parpadeó sorprendida de que la llamara por su nombre al tiempo que asentía.

    —Deberías tocar antes de entrar —bufó Ashel, metiéndose las manos en los bolsillos medio irritado.

    —Es mi oficina —dijo ofendido por el comentario.

    —Pero la estoy usando yo. —Puso los ojos en blanco como si fuese lo más obvio del mundo.

    Hasson suspiró, su hijastro siempre era así. Eso de la amabilidad no lo llevaba en la sangre.

    —¿Necesitaba algo señorita Korzha? —preguntó con amabilidad hacia Amelia, que intentaba por todos los medios cubrir su cuello rojizo. Ella negó con la cabeza.

    —N-No…

    —Está conmigo. —La cortó Ashel, haciendo que la atención de su padrastro cayera nuevamente en él.

    —Tu madre dice que vayas a almorzar con ella, o no comerá.

    —Cómprale la urna —resopló, sin reparo, ni siquiera considerándolo un instante—. Tengo cosas que hacer.

    —¿Sí? ¿Qué? Pensé que aún andabas en tu onda de “mi idea de vacaciones, quiero mandar a estudiantes de secundaria” —repuso con diversión. En lo que a él respectaba, su hijo, podía hacer lo que le gustase. Así fuese dormir todo el día, él lo respetaría. Parte del carácter malcriado y consentido de Ashel se debía a él.

    —Me voy a comer a un conejo, ¿verdad Amelia?

    Y ahí estaba nuevamente esa estúpida sonrisa, con esos estúpidos ojos. Amelia se echó hacia atrás la cabellera, transpirando. Se sentía ahogada en esa habitación.

    —¿Ah? —cuestionó con marcado acento escocés confundido.

    —Tendré un conejo de mascota papa, con una colita fucsia —siguió, como un niño molestando a otro con un palito, mortificando aún más a Amelia. Hasson Fiztpatrick se encogió de hombros, no pretendía conocer el origen del mundo, mucho menos la mente de su hijo. Si quería un conejo, que tuviese un conejo.

    —Sí, sí, pero déjame trabajar.

    Ashel sonrió, tomando a Amelia de la mano de allí, completamente roja como una bambalina, aferrada a bolsa de regalo en su pecho.

    Ashel Deevont era el cabrón más grande en la tierra, grosero, sarcástico, mandón, insoportable, abusón. Y podría seguir enumerando mil cosas.

    Suspiró. Estúpido y sensual novio.
     
    Última edición por un moderador: 19 Octubre 2017
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    Ashel es un loquillo. xD es como un niñito malcriado... o sea, definitivamente lo es.

    No sé cómo Amelia lidia con él, yo lo habría mandado a freír espárragos hace tiempo. Sobre todo porque Amelia es de la clase de persona que no le gusta llamar la atención y si Ashel sigue llamándola así, por micrófono, haciéndole creer a media escuela que está en problemas... esas son cosas que ponen a la pobrecita al por millón.

    Pero bueno, sabes que me encantan las interacciones entre estos dos. Y es típico de Ashel querer hacer el sucio en la oficina de su papá JAJAJAJA parece un adolescente. (?) Y lo del conejito, LOOOOL, Ashel, poldioj.

    Me encantó, Gene °-°
     
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  8. Threadmarks: You win. [Ashelia]
     
    rhapsodic

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    You win [Ashelia]
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    La primera reacción de Amelia al verlo es vomitar.
    Pero de nuevo, no es para nada extraño tomando en cuenta que es Amelia y vomitar cuando está borracha es como su segunda naturaleza. No es que ella beba mucho, en realidad, esta es la primera vez que lo hace. Pero Amelia siente que es algo que hará siempre que se pase de copas.
    (No deja de ser vergonzoso por eso.)
    La chica se maldice a sí misma porque escucha el gruñido del sujeto y ve sus zapatos y Dios mío, no se había sentido tan apenada en un largo tiempo.

    Realmente montó un espectáculo.

    El vaso rojo de plástico está vacío para cuando cae al suelo y escucha las risitas y bufidos y apesta donde está parada. Su almuerzo yace en los zapatos del extraño que murmura un par de obscenidades, largándose al otro extremo del pasillo sin darle una segunda mirada.

    Amelia sabe que debe estar molesto porque el vómito arruinó sus zapatos y los pantalones y, bueno… su noche, pero un ‘¿estás bien?’ no habría estado de más.
    Imbécil, es lo único que piensa, limpiándose los labios con el dorso de la mano.

    ***

    Ella se da cuenta de que es él el tipo a quien ha bautizado cuando el idiota se la queda mirado al otro lado del aula.
    Después de todo no es difícil notar a un tipo de casi un metro noventa, que encima, se parece mucho al hijo del director.
    Amelia piensa, no puede ser posible.
    Pero nuevamente, ella no puede saber porque jamás ha visto al hijo del director en persona, y tampoco le interesa saber nada que tenga que ver con el idiota que la llamó ‘perra’ la noche del incidente.
    (Amelia tiene muy buen oído.)
    Si las miradas pudieran matar, hace mucho que sus padres la habrían sepultado.

    Amelia no presta la suficiente atención a la clase para saber cómo se llama el bastardo.
    Pueden secársele los ojos mirándola, mientras no se atreva a acercarse a ella.

    ***

    —Ey, tú.

    Va a irse si lo ignoras, Amelia.
    No puede ser difícil ignorar a un tipo como él. Se ve arrogante y sobrado y simplemente desagradable con su aura de ‘yo-soy-el-rey’.

    —Te estoy hablando, niña.

    ¿Niña?
    Amelia chilla en su cabeza. (Ignorando olímpicamente el hecho de que su voz suena a seda y promesas de noches placenteramente crudas, porque ¿qué va a saber ella de eso?)
    ¿Cómo puede llamarla niña cuando ambos asisten a la misma universidad? A la universidad sólo van adultos.

    —Eres la pequeña bastarda que vomitó sobre mis botas.
    —Y tú el tonto que no puede dejarlo ir.
    —Tuve que desinfectarlas, como tres veces. ¿Qué coño comiste, niña?
    —Comida. Y no soy una niña...

    Ella se toma la molestia de girarse y verlo, golpeando su delgado dedo índice contra la masa de músculo y piel y oh, Dios. ¡Él podría moler carne sobre esos pectorales! Enfócate, Amelia , enfócate.
    ¿En qué estaba pensando?

    —Ashel.
    —Claro, Ashel. No soy una niña. Si no te has dado cuenta, compartimos una clase.
    —Tienes razón.

    Amelia frunció el ceño y él amplió la (ya gran prominente) sonrisa.
    Casi se quedó anonadada con lo prominentes y filosos que sus colmillos parecían. Por un momento pensó en Twilight y las novelas de vampiros que Josefa leía en vez de estudiar.

    —¿L-La tengo?
    —Claro que sí. Qué niña va a cargar tantos jodidos libros. Vas a caer sobre tus dientes si no te concentras al caminar.

    Sí, Ashel era un tonto.

    ***

    —Salgamos.

    Amelia piensa que no escuchó bien.

    —¿Salir?
    —Sí, ridícula. Salir. Después de esta clase de mierda, a divertirnos.

    Ignora las maldiciones y groserías porque después de un mes te acostumbras al lenguaje de Ashel, y se enfoca en lo primordial.
    Salir.
    Con Ashel.
    ¿A solas?
    Salir con Ashel a solas.

    Oh, no.

    —Gracias, pero no gracias. Tengo que estudiar.

    No pensaba en darle una razón de porqué no quería ir, pero ver sus ojos verdes césped y limón y todos los verdes vuelto uno, puestos fijamente en ella, le dieron escalofríos y un vacío en el estómago.

    Pero Amelia no pudo haber herido los sentimientos de alguien que no los tiene.

    ***

    Dos meses.
    Ashel no se detenía.
    Todos los días, sin descanso, se acercaba al asiento de Ameliacon la intención de invitarla a salir.
    Y ella siempre decía que no.

    A Amelia le parecía gracioso, en cierto sentido.
    Y molesto.

    Gracioso porque Ashel en realidad estaba esforzándose por llevarla en una cita (fuese cual fuera la razón por la que quisiera salir con ella.)
    Molesto porque Amelia se estaba cansando de su perseverancia.
    En el aula, en el patio, en la cafetería.
    Ashel siempre estaba observándola.

    Josefa pensaba que era genial tener alguien guapo “muriéndose” por ti (o eso había dicho ella.)
    Alexander parecía un poco tenso al respecto.

    —¡No me deja en paz! No pensé que fuera tan persistente.
    —No puede ser tan malo salir con Ashel. A lo mejor, de verdad le gustas.

    Amelia no podía creer que Alex hablara en serio.

    ***

    —Salgamos.
    —Por amor a Dios, amigo.

    Esta vez, Alex estaba con Amelia en el almuerzo.
    Ella se masticó el labio ansiosa, porque por fin, Alex estaba diciendo algo.

    —Desaparece, idiota. Este no es tu asunto.

    Amelia ignoró el tono delicioso de su voz.
    (Así como había ignorado lo bien que se veía.)

    —Amelia no quiere tener nada que ver contigo. Sé que apesta ser rechazado pero ya, por favor, tira la toalla.

    Alex sonó exasperado, masticando su hamburguesa.
    Ashel frunció las cejas.

    —No me doy por vencido tan fácil, siempre obtengo lo que quiero, y no empezaré a rendirme con ella.

    ***

    No le sorprendió escuchar pasos detrás de ella.

    —Ese amiguito tuyo es un dolor en el culo.
    —Déjame sola, Ashel.
    —No hasta que aceptes.
    —Supongo entonces que tendré que irme acostumbrando a tu compañía.

    ***

    —De acuerdo, admito que comienza a ser aterrador.

    Amelia rodó los ojos.
    No me digas, Josefa.

    Era viernes y las clases habían terminado.

    —Es decir, al principio era caliente que estuviera siguiéndote a todos lados como un perrito faldero porque, carajo, véanlo, es Ashel Deevont —Cirucci continuó, mirándose las uñas mientras la castaña hacía todo el trabajo—, pero hay un límite para todo.

    —Yo pienso que quiere conocerla, es todo.

    Alexander intervino, cargando más papeles de los que Amelia era capaz de soportar.

    —A lo mejor es una apuesta —Josefa, de nuevo—. Tal vez sólo quiere meterse en tus pantalones para ganarse veinte dólares cuando tenga éxito, Amelia. ¡Ja! Sé que es primo del fenómeno de Evan, tal vez apostó con él.

    —Eso suena como una absurda película de romance. —Alex bufó—. Y Evan jamás ha mostrado interés en Amelia. Suena totalmente improbable.

    Amelia negó suavemente con la cabeza, caminando a sala de profesores, yendo delante de sus ‘amigos’.

    No creía a Ashel la clase de persona capaz de jugar con ella de ese modo.
    ¿Cierto?
    ¿Cierto?

    Comenzaba a sentir una jaqueca.

    —En fin, yo digo que le des una oportunidad. A lo mejor de verdad le gustas. —Dijo el chico.

    —Y si es una apuesta y patea tu culo al final, al menos jugaste a las flores y las abejas con él —Josefa intervino esta vez—, ¿Lo ves? Todo tiene un lado positivo.

    ***

    —Dime algo, Ashel.

    El susodicho sólo la mira, con su típico ceño fruncido y aura de malcriadez.

    —Esta insistencia tuya porque salgamos, ¿es alguna clase de juego enfermizo? ¿Una apuesta? Porque te juro que no te hablaré más nunca en la vida si descubro que pretendías jugar conmigo.

    —Pfft. No tiene que ver con ninguna apuesta estúpida. Te dije, siempre obtengo lo que quiero, y te quiero.

    —Bien, porque estoy harta de que me sigas a todos lados, es… e-es extraño, así que saldré contigo.

    .
    .
    .

    FELIZ CUMPLEAÑOS, GENE<33 te quiero muuuuuuuusho.
    Quise escribir algo donde Amelia tuviera el control y salió esto<3 espero que te guste JAJAJA<333
     
    Última edición por un moderador: 19 Octubre 2017
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    ¿Sabes lo mucho que me hiciste reír con esto? Primero que nada, gracias Karo. Sabes lo mucho que amo el ashelia, es un regalo perfecto. *-* Fue muy refrescante leer que Amelia es quien lleva el control, pese a que el sea tan insistente y raye en lo acosador -completamente IC- porque como hablábamos, Ashel no es para nada humano, a él sus principios son élélélél y más él. Pero lo que más me dio risa fue Alex apoyándolo, por un momento pensé, ¿será que Ashel lo sobornó? Es muy capaz. Ademaaaas, Ame se derretía por él en silencio jajajaja que lo admita, Ashel es seisy e insistente y detrás de ti, aún más.

    <3 Gracias sol de mis soles, morí de amor. *------------------------*
     
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    [Colectivo] Escocia
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    9
     
    Palabras:
    1351
    Mine [Ashel&Amelia]


    Perdón


    Ashel&Amelia






    —¡Eres ácido! ¡Eres un veneno para ella! —gritó exasperada.

    —No quiero hablar contigo. —Colgó sin más, dejando caer el teléfono en su cama y tras del aparato él. Lo último que deseaba en estos momentos era hablar con su madre. Amelia había admitido, que se quería retirar de la universidad para alejarse de él. Sabía que no había sido a sus padres, seguro fue al imbécil del amigo suyo. Pero de una u otra forma, Alana se había enterado.

    No es que le importara mucho. Le tenía sin cuidado el escándalo que había armado su madre al enterarse de que estaba saliendo con Amelia desde hace meses y ella no se había enterado. Por supuesto que no se enteraría, nadie lo sabía. Al menos no oficialmente. Aunque todos sospechaban, no perdía la oportunidad de dejar claro lo que era suyo, y que lo suyo no se toca. No se ve. Ni se respira cerca de algo suyo.


    Pero de igual forma a su madre sería la última persona del mundo a la que él iría directamente a contarle sus cosas personales y mucho menos cuando ni el mismo lo entendían. Porque, ¿qué eran? Para él era muy claro que Amelia era de él, pero la sola idea de decirle que era suyo le hacía fruncir el ceño. Nunca le había dicho que eran novios o pareja porque era más que claro que lo eran, para él sólo era un nombre más para decir que ella era suya. Punto. Por eso no terminaba de entender que había pasado, cuando algo tan simple se volvió algo tan complicado.


    No tenía idea del porqué se sentía de esa forma, de alguna manera traicionado por ella. ¿Por qué lo hizo? ¿No le bastaba con él? Sí, era cierto, era ácido, era veneno, pero nunca se había alejado de él. Por meses había permanecido a su lado, había amanecido muchos días en su cama, o él en la de ella. Claro, no podía negar que de igual forma lo veía con esos ojos, rogándole que cambiara. Que no fuera tan brusco o tan idiota, pero, ¿qué esperaba ella? ¿Un maldito príncipe sobre un caballo blanco y todas esas pajas? Jamás había sido así y jamás lo sería. Ni por todas las Amelias del mundo.

    —Mi tía quiere matarte. —Evan entró en la habitación, se sentó en la orilla de la cama—. “Como se le ocurre hacer llorar a ese ángel…” —Remendó la voz de Alana a gritos, esto logro arrancar una sonrisa de los labios de Ashel. Nada lo ponía de mejor humor que hacer rabiar a su madre. Quizás en estos momentos tuviese una laguna mental en lo que se refiere a sus sentimientos, pero eso nunca cambiaría, hacer rabiar a Alana era uno de sus deportes favoritos.

    —La hago llorar todo el tiempo —dijo sin darle importancia—, ella llora por cosas estúpidas. —Se defendió, restándole importancia al asunto. No admitiría delante de Evan que le estaba dando más importancia de la que debería a ese simple asunto.

    —Fue Alexander quien le dijo a sus padres, no Amelia. Sólo vine a decirte eso, no te molestes con quien no debes marica enamorado. —Se burló dándole un empujón antes de salir del cuarto. Sería la burla de su primo por eso durante siglos. Puso los ojos en blanco.

    —Pfff —bufó irritado soplando los mechones de cabello que le caían en el rostro ensombreciendo sus lentes. Agarró el teléfono.


    “¿Por qué lo hiciste?”


    Había cerrado las cortinas y la luz del teléfono era lo que se reflejaba en el cuarto. Esperaba con impaciencia la respuesta, aunque sabía que no era algo que le gustaría leer.


    “Porque ya no puedo estar más a tu lado…”



    Lanzó el teléfono contra la pared con toda la fuerza de su brazo largo, haciéndolo trizas. La pantalla amplia y delgada quedó completamente oscura y quebrada. Se paró de la cama y pateó el artefacto furioso. Dejó escapar todo el aire de golpe, tenía que hacer algo al respecto. Simplemente no dejaría que ella se fuese de su vida así.

    *---*---*

    Tocó con obstinación la puerta una y otra vez sin dar siquiera un segundo de espera para que los habitantes de la casa fuesen a abrir la puerta. Quizás fuese manías de él, pero odiaba esperar afuera de las casas. Nunca le había gustado, ni de pequeño y dudaba que alguna vez le gustara. Era el motivo por el cual prácticamente nunca visitaba a nadie. La puerta se abrió, delatando a la chica de largo cabello castaño y ojos color miel, con un puchero en los labios y cruzando los brazos en su pecho adorablemente.

    —¿Q-Qué haces aquí, Ashel? —inquirió con toda la dureza que pudo, aunque en su voz dulce y melodiosa incluso enojada, era difícil sonar enojada.

    —Me dejaste —repuso ácido y con un poco más de resentimiento en la voz de la que había planeado.

    —S-Sí. Bueno n-no… ¡No éramos nada! —resopló ella, enrojeciéndose sus mejillas por la emoción que la embargaba al verlo ahí en su puerta, jamás esperó ni por un segundo que fuese por ella. Imaginaba que pedir perdón era demasiado para el orgullo de Ashel Deevont.

    El chico puso los ojos en blanco, recostándose levemente del marco de la puerta.

    —Eres mía Amelia. —Como si aquello fuera lo más obvio del mundo y fuera la respuesta al origen de todo el maldito universo.

    —¡No soy un objeto, Ashe! —gritó, sintiendo como las lágrimas trataban de venirse a sus ojos. ¿Por qué demonios él no lo entendía? ¿Que era una persona con corazón y sentimientos?

    —Pero eres mía igual —terció, cruzándose de brazos como un niño malcriado—. Y no te he dado permiso de dejarme, Amelia. No puedes simplemente, irte y así, las cosas no son así.

    —Voy a llamar a mis padres —amenazó—, así que por favor vete…

    —Tus padres no están. Le dije a mamá que quería hablar a solas contigo, que por primera vez en su vida hiciera algo productivo por su vida y los sacara de aquí y creo que quedó con la misma cara estúpida que tienes tú ahora y lo hizo —explicó, virando los ojos al ver la cara de sorpresa que tenía Amelia.

    —¿L-Le pediste un favor a la sra. Alana? —preguntó, perpleja. Incapaz de creérselo.

    —¿Acaso vez a tus padres aquí? —inquirió irónico—. Obviamente lo hice.

    —¿Por mí? —preguntó por segunda vez aún más anonadada.

    —Por supuesto que por ti idiota, por quien más —resopló ya exasperado por las constantes preguntas, se agachó a su derecha agarrando lo que estaba bloqueado tras la pared. El oso era tan enorme, que era la mitad del cuerpo de Ashel –ya de por sí enorme-. Completamente tapado por aquel peluche blanco níveo con un perfecto lazo rojo en el cuello, ladeó la cabeza para verla con eso en los brazos.

    —Toma. —Se lo dio con brusquedad, haciéndola tambalearse por el pequeño empujón y el peso de aquel monstruo, Amelia aún no salía de su asombro—. Y viene un camión de chocolates para acá, deberían llegar pronto esos inútiles. No pienso pedir perdón —advirtió orgulloso—, confórmate.

    Le dio un beso en los labios, haciéndola caer con todo y oso. Sus ojos se llenaron de lágrimas cuando subió la mirada.

    —¡No llores, niña tonta! ¡Ni siquiera te golpeaste duro! —replicó, al ver como sus dulces ojos color miel brillaban por las lágrimas contenidas. Pero no eran de dolor, eran de sorpresa y felicidad. Estaba allí sobre su orgullo, quizás no había dicho lo siento, pero allí estaban como palabras no escritas.

    Era la primera vez que Ashel Deevont se tomaba tantas molestias en hacer cosas lindas por ella. Y tenía el presentimiento que tal vez, sólo tal vez, no fuese la última vez.
     
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    Ashel es... bueno. Ashel, no sé cómo más puedo decirlo.

    Me encanta que Amelia haya tenido un poco de dignidad y lo haya dejado porque o sea hellooou, lidiar con Ashel no es algo que cualquiera podría hacer, ni siquiera por todo el dinero del mundo. Y que Amelia haya estado chupándose ese mamon "gratis" que no fue tan gratis porque conociéndolo, seguramente la enterró en regalos caros demostró que de verdad lo quiso, hahaha. Pero todos tenemos un límite, incluso Amelia... que sé que la mayoría del tiempo parece que no tiene ninguno.

    Y bueno, ver que su abandono lo afectó me dio un poquito de gusto porque Ashel es peor que muchos de los semes que conozco, siempre duro como roca de 'no-me-importa-una-mierda'. Ya nada más pedirle un favor a Alana, e ir a casa de Amelia con un camión de chocolates siguiéndole el rastro es disculpa suficiente. No tiene que decirlo, hahaha, un hombre que no quiere disculparse no hace eso.

    En fin °-° lo amé mucho.
     
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    Until I say so [Ashelia]
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    Al principio, Amelia pensó que la razón por la que estaban llamándola ante la presencia del príncipe tenía que ver con algo relacionado a deudas (su familia estaba teniendo problemas con las siembras).

    Pero pronto se dio cuenta de que no.
    Era algo mucho peor.

    Ashel era el único heredero a la corona. Cualquiera habría pensando que siendo él hijo único, hijo de un Rey tan noble como el que tenían, sería igual de consciente y benevolente.

    Por supuesto que no.

    Ashel era malcriado y cruel. Conquistaba bellezas y después las desechaba como si fuesen cualquier basura. No se acordaba de sus nombres al día siguiente de haberlas botado.
    Y esta vez, Ashel le había puesto el ojo a Amelia.

    El vil príncipe no podía entender cómo es que una campesina había llamado tanto su atención.
    La había visto una o tres veces con anterioridad, cuando la muchacha llegaba al castillo junto a sus padres, trayendo sus pagos y ofrendas.
    Una buena mirada a su expresión suave, su cabello largo y su cintura estrecha y no era de extrañarse que Ashel se sintiera hechizado.

    La deseaba para él.
    Y lo que Ashel quería, Ashel tenía.

    Por eso Amelia estaba aquí, frente a él, con el rostro pintado color ceniza después de que él le dijera muy serenamente de que, por bruja, iba a quemarla si ella no elegía quedarse con él.

    ‘¿Durante cuánto tiempo, mi príncipe?’
    ‘Hasta cuando yo quiera.’
    ‘¿Y por qué me enviaría a la hoguera? No lo he hechizado, le juro que no soy una bruja.’
    ‘Eso está por verse.’

    .
    .
    .

    @Tarsis, mija, es que cuando me dices drama, hago algo así. No sé, es que si me ponía a escribirlo como algo normal seguro le metía comedia y no le quería meter comedia... :<
     
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    Tarsis

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    Igual quedó súper gracioso. Porque sonó más, ahhhhh, no quieres estar conmigo, te mando a la hoguera. ¿Sabes? Suena más a manipulación de los hechos a su conveniencia, algo que Ashel haría completamente. Es que siempre los hemos visto de ésta forma, el más sorprendido por su obsesión con Amelia, es él mismo. Porque de tener unos gustos extravagantes, llega Amelia y listo. NECESITO a esa chica. Bajo cualquier época y bajo cualquier contexto, Ashel se prendaría de ella. Y lo peor no es que la trata bien o que le cambia el corazón, no. Pero simplemente la quiere a su lado hasta que someday, según ÉL se le pase el estúpido enamoramiento jajaja.

    Los amo. Gracias Karo <3
     
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