Error Error —Sherine, hay un problema en Nueva York, creo que debemos ir —dijo Daniel Ranson, desesperado, a su amiga hada de ojos verdes, que venía a acompañarlo—. Zac acaba de llamarme, su hermano menor cometió un terrible error… Ronald Elrich estaba sentado en el rincón más alejado de todo, en un lugar más que sombrío, ensimismado, con pensamientos oscuros a flor de piel, mirando un libro de apuntes en el que no podía concentrarse para disminuir lo que sentía. Estaba tan desesperado, que sólo conocía dos salidas… Hacía poco tiempo había dejado a sus padres y sus cuatro hermanos y había llegado a la inmensa ciudad para estudiar en aquel Instituto. Sobre sus hombros llevaba la pesada carga de su timidez, su dificultad para las variadas asignaturas y la enorme reputación que su hermano, Zac, ahora Universitario, había tenido como “mejor estudiante”. Las comparaciones eran odiosas, pero esa no era la peor situación que causaba que lo gastaran. Había tenido la suerte y la desgracia de cruzarse con la reina de la alta sociedad, Sharon Saddah, hija de un empresario multimillonario. Tenía fama de haberse codeado con el hijo de Ranson —la familia más adinerada—, era muy popular, misteriosa y la más hermosa. Se quedó prendado de ella y la seguía siempre, desde lejos. Había memorizado también sus horarios y desesperaba por ella. Algunos de sus compañeros llegaron a preguntarle, burlones “¿Te gusta Sharon Saddah?”. ¿Cómo responderles? Bastante confundido, escribió una esquela y una tarde entró a hurtadillas en el salón “C” de Sharon durante un recreo, dejando el papel bajo el pupitre de la chica tres años mayor. Cuando dieron el toque de entrada, él se paró junto al salón. Todo mundo lo ignoró y lo empujaron para pasar. Se congeló al verla —Señorita Saddah… —ella ni siquiera lo miró y lo pisó para abrirse paso. En el recreo siguiente, todo mundo se había enterado de que a la señorita le había llegado una larga carta expresando profundos sentimientos, que terminaba con un “me enamoré de usted”… y firmado por Ron. El chico fue motivo de burla general, y más aún cuando ella fue hasta él, rompió la carta en dieciséis trozos y se los tiró en la cara. —No me interesan los muertos de hambre —dijo la eventual asesina de cabello rubio. Durante la semana siguiente, Ron escuchó de todo. Lo molestaban en los recreos y en la calle, lo llamaban “interesado”, “el perro faldero de Sharon”, “la antítesis de Ranson” y cosas peores. Además, algunos profesores bromeaban de forma implícita. Estaba harto de ser su bufón. Vio entrar a todos sus compañeros y escuchó las burlas en silencio, sin reaccionar. —¿Qué te pasa, Elrich? —le preguntó alguien. No hubo respuesta. Cuando el profesor entró y cerró la puerta, él se paró velozmente y, con el arma que había hurtado a un familiar, desde atrás, les disparó a todos…
Re: Error a ver... está bien el cuento, en general. no se si entendi muy bien cual es la importancia de la primera frase. o si, en realidad, es para hacer el comentario del problema y dejar el suspenso hasta el final. Ahora, lo que no entiendo es porque metiste a todos esos personajes al pedo y mucho menos lo del hada (que p* m* hacia un hada ahi?). aunque esto de dispararle a los compañeros es algo bastante normal hoy día, creo que deberias haber ahondado en los sentimientos de Elrich, no digo que las burlas que le llegaban no sean suficientes para justificar (en un sentido literario, de ningun modo moral) porque le dispara a sus compañeros, pero lo vemos a él y a sus actitudes tan superficialmente que el desenlace se siente inverosimil (aunque es muuuy predecible). pero lo demás, la forma en que está escrito, incluso la idea, esta bastante bien.
