El sol reposa ya lánguido, agotado y derruido sobre el ecuador Se refugian en el olvido los peces antes vigorosos, ahora ahogados en el estupor. Es distinto este otoño, desde que confundí tus delgados cabellos, ebrios de ámbar Con el simple y llano rocío del sol al despedirse hoy del ecuador, sin decir adiós, olvidándose para siempre de los pesares que encerraban las tórtolas en mi alma. No conocerá esta carta receptor alguno Pero me concierto con la ilusión empalagosa de que sentirás el vigor y a la vez, el desánimo de mis palabras y las sentirás tuyas Pues tuyas son Tuyo es el sol que se despide hoy del ecuador Tuya es mi mirada que se despide hoy del océano en la inmensidad de tu semblante Donde hoy se esconden para no volver a salir jamás Los peces ahogados en el estupor de mi alma. Y en el zafiro de tus ojos.