Explícito de Inuyasha - Entre Pistolas Y Rosas [AyamexKoga]

Tema en 'Inuyasha, Ranma y Rinne' iniciado por NattiJimenez, 11 Mayo 2021.

  1.  
    NattiJimenez

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    Miembro desde:
    26 Abril 2021
    Mensajes:
    15
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    Escritora
    Título:
    Entre Pistolas Y Rosas [AyamexKoga]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    3262
    ADVERTENCIA

    Este fanfiction presenta un universo alternativo con escenas +18.

    CAPITULO 1

    LAS TEMERARIAS



    Era fines de febrero en Tokyo, casi comenzaba la primavera y la noche había sido muy buena. Dos chicas venían de vuelta de una fiesta en camioneta y se detenían al ver la luz roja del semáforo. Se divisaban muy pocos autos producto de la hora, pues eran las 5 de la madrugada.



    —Avanza, casi no hay autos— se rió una de las dos chicas, pero ninguna de ellas notó el auto que se había parado atrás.



    De él, se bajaron dos mujeres vestidas de negro con capuchas cubriendo el rostro, una color violeta y la otra burdeo, las que sólo llevaban agujeros para los ojos, nariz y boca. Por ello, era imposible determinar los rostros de cada una, quienes además mostraron dos pistolas calibre 9mm.



    —¿Qué tal la fiesta?— preguntó la chica de capucha violeta que apuntó en la cabeza a la conductora del auto. Ella y su amiga se percataron horrorizadas de que estaban siendo asaltadas por mujeres.



    —No, por favor— rogó la chica, sin poder mirarla pues la pistola estaba en su sien.



    —¡Bájense del auto, ahora!— gritó la otra delincuente, de capucha burdeo, a lo que ambas acataron la orden velozmente —Gracias, amiguitas— les dijo, cuando ella y la otra ladrona tomaron sus puestos.



    —Abróchate el cinturón— dijo su compañera, acelerando y siendo seguidas por el otro vehículo del cual se habían bajado.



    —¡Hazlo!— exclamó con energía y la chica de capucha violeta aceleró el auto al máximo, en dirección a una distinguida y exclusiva joyería.



    La adrenalina recorrió su sangre al tiempo que gritaban y recibían el impacto frente a las vitrinas de vidrio. Se bajaron del auto pistolas en mano y se les unieron dos chicas más, con las mismas capuchas, una azul marino y la otra verde oscura, vestidas de negro también. Entraron y comenzaron a realizar su trabajo.



    -A lo nuestro, malditas- dijo la delincuente de capucha verde oscuro.



    -¡Wooo!- exclamó entusiasmada la chica con capucha azul marino.



    ~~~



    —Papá...— lo zarandeó su hija. Él aún se sentía cansado, le costaba despertar —¡Papá, papá!— insistió la pequeña.



    —¿Qué pasa, hermosa?— preguntó su padre, abriendo los ojos y sonriendo al verla.



    —Que ya van a empezar las caricaturas. ¿Puedes encender la televisión por favor?— le sonrió su hija, alegremente.



    —Esta bien— respondió él, incorporándose y tomando el control del televisor —¿Quieres que te traiga tu leche con cereales?



    —Sí, por favor— dijo la niña, mirando sus caricaturas.



    —A la orden— dijo su padre, levantándose para dirigirse a la cocina.



    ~~~



    —¡Mamá!— exclamó la niña, al ver a su madre abrirle la puerta de la casa. Ella se agachó para que se dieran un gran abrazo y un beso.



    —Hola, mi vida— dijo la bella mujer, con un tono de voz suave y dulce.



    Continuaba pareciéndole adorable el gran parecido de su hija de 4 años con su madre, era tan hermosa y encantadora como ella. La pequeña tenía el cabello liso y violeta hasta los codos, con un flequillo recto sobre la frente, era de piel blanca y tenía ojos rosa claro.



    Su madre usaba su cabello liso cayendo hasta el trasero, usaba un flequillo recto sobre la frente y su piel era blanca.



    Llevaba puestos unos jeans claros tipo boyfriend a la cintura, un top escotado en v color gris, el que iba dentro del jeans y encima, un sweater abotonado fino de género, blanco con un diseño de flores en gris. De aproximadamente 1,65 de altura, era delgada, de figura estilizada y usaba unos aros plateados de argolla medianos en forma de óvalos. En sus ojos rosa claro, llevaba algo de rímel, sus labios tenían un poco de bálsamo labial rosa traslúcido y en sus mejillas había aplicado rubor ligero.



    —Hola, Reiko— la saludó el hombre de piel blanca y ojos celestes, con una sonrisa en el rostro. Su cabello era liso, negro y largo, el que llevaba amarrado en una coleta alta. Medía 1,85 de altura y su complexión era delgada y más bien atlética.



    —Hola, Koga. Adelante— le dijo ella, gentilmente.



    —Permiso— dijo él y entró tras de Reiko y su hija.



    —¿Me extrañaste?— le preguntó ella a la niña.



    —Mucho, mama— respondió su hija y volvieron a abrazarse.



    —Y yo a tí.



    —¿Puedo ir a mi habitación a ver a Eiri?- preguntó la niña, refiriéndose a su conejo blanco de mascota.



    —Sí, puedes.



    —Adiós, papá— la pequeña se despidió de su padre. Se abrazaron y ella lo besó en la mejilla —Te amo.



    —Yo te amo más— le dijo él y le acarició el rostro —Pórtate bien con mamá— la niña asintió y los dejó a solas.



    —¿Te ofrezco un vaso de jugo?— le preguntó Reiko a Koga.



    —Claro. Gracias— respondió él agradado y caminaron hacia la cocina. La mujer tenía un jugo natural de fresas recién licuado.



    —¿Cómo se portó Ukyo?— preguntó, mientras servía el jugo en dos vasos.



    —Nada mal. La pasamos super— respondió él y ella le alcanzó el jugo —Pensé que iba a encontrar a Ikki aquí.



    —No nos veremos hoy— dijo Reiko, bebiendo jugo igual que el y mirando hacia otro lado con tristeza. Ikki era el actual novio de Reiko y últimamente no lograban llevarse bien.



    —¿Están peleados?— se preocupó Koga.



    —Sí, pero no te preocupes— respondió la chica, algo apagada y volvió su mirada hacia él —¿Y tú? Se te ve de mejor ánimo- le sonrió y él supo a lo que se refería. A la reciente muerte de su hermano gemelo, Ryu. Koga suspiró y su semblante se volvió triste.



    —En algún momento tenía que continuar con mi vida— replicó.



    —¿Has pensado en volver a la Oficina de Asuntos Criminales?



    —Sí, pero…



    —Koga, es lo que te apasiona.



    —Tengo miedo de que todo me recuerde... que Ryu ya no está— dijo el hombre, con un aire de profunda melancolía. Su hermano gemelo habia muerto hace un par de meses y todavía se sentía triste en cierta medida.



    —No se trata de recordarlo, porque eso siempre lo harás. Tienes que aprender a lidiar con ello, y yo creo que estás haciéndolo bastante bien— lo animó Reiko, con afecto en los ojos. Koga acentuó su sonrisa y el sonido de su celular los interrumpió.



    —Discúlpame— dijo y ella asintió —Hiromi, hola— contestó, sonriendo.



    —Koga, ¿qué tal?— dijo la voz de un hombre mayor.



    —Mejor. ¿Tú cómo estás?



    —Bien, gracias.


    —Me imagino la razón de tu llamada— supuso Koga, refiriéndose a que tal vez era tiempo de volver a la Oficina de Asuntos Criminales.


    —¿Viste las noticias?— preguntó Hiromi, y el hombre frunció el ceño.


    —No, ¿por qué?



    —Hubo un asalto con alunizaje en una joyería, a 15 minutos del centro de la ciudad.



    —¿En serio?— Koga abrió los ojos, algo sorprendido.



    –Te necesitamos aquí, Koga. Las organizaciones criminales son lo tuyo- lo alentó Hiromi.



    —Estare allí mañana. A primera hora— sonrió, motivado.



    —Trato hecho— respondió el hombre y Koga colgó ante la mirada expectante de Reiko.



    —¿Y? Vas a volver?— preguntó ella. Koga asintió sonriendo —Estoy feliz por tí— y se sumó a su alegría.



    ~~~



    Tal como había dicho el día anterior, se encontraba llegando temprano al edificio de la Oficina de Asuntos Criminales, la cuál era una división de la Agencia Nacional de Policía.



    Su lugar de trabajo por 7 años, seguía causándole la misma sensación de comodidad y bienestar. Pese al asesinato de su hermano en una balacera contra una peligrosa red de narcotráfico, tenía muy claro que le era imposible dejar la OAC. Tenía una gran deuda con Ryu, quién era agente especial igual que él y desde que Hiromi lo había llamado para retomar sus labores, se encontraba determinado a dar lo mejor de sí.



    La noche anterior a volver a su puesto de agente especial a cargo, se dedicó a ver los detalles que podían adelantarle los medios de comunicación con respecto al caso. Robo de dos vehículos, uno de los cuales fue utilizado para llevar a cabo el alunizaje y el otro, para escapar. Botín de joyas con oro, plata, diamantes y piedras preciosas de alta calidad, avaluado en varios millones de dólares. Un grupo de 4 mujeres encapuchadas con considerable poder de fuego, las cuales habían planeado cada detalle con sumo cuidado. Los periodistas ya las habían apodado como Las Temerarias.



    —Buenos días— dijo Koga, sonriendo animado y entrando a la oficina del Sub-Director y su jefe, Hiromi.



    —Buenos días, Koga. Adelante— le dijo, agradado y se saludaron con un apretón de manos.



    —¿Cómo va todo?— respondió él.



    —Bien, llegaste temprano— comentó Hiromi, entusiasmado.



    —Sabes que soy puntual— le sonrió Koga.



    —Creo que supones quiénes estarán en tu equipo.



    —Miroku, Chiyo y Azami.



    —¿Qué estas haciendo aquí?— preguntó una chica de piel blanca y ojos violeta, con el cabello liso hasta los codos y de color verde oscuro. Detras de ella, entró una chica de piel morena, melena negra, corta y lisa con flequillo recto y ojos rojos. Al final, apareció un muchacho de piel blanca y ojos azules. Llevaba el cabello negro amarrado en una pequeña coleta.



    —¡Amigos!— dijo Koga, saludándolos a todos con cariñosos abrazos y una amplia sonrisa en la cara.



    —Me alegro mucho de que hayas vuelto— le dijo alegremente la chica de los ojos rojos, Chiyo.



    —Hacías mucha falta en el equipo, amigo— dijo Miroku, sonriéndole amistoso.



    —¿Todo bien?— preguntó animadamente la otra chica, cuyo nombre era Azami.



    —Más tranquilo, gracias. ¿Y ustedes?— respondió Koga.



    —¡Súper!— dijo la chica.



    —Está bien, soy todo oídos.



    ~~~



    Bankotsu la había invitado esa noche a salir a un bar por unos tragos y unos bocadillos. Al principio, Ayame aceptó sin pensarlo y muy agradada, pero después tuvo la sospecha de que se trataba de una cita. No obstante, no quería tocar el tema y arruinar esa noche, y tampoco quería arruinar lo que tenían ahora.



    Era cierto, su romance de 10 años y un hijo se había terminado hace un par de años atrás, pero los últimos meses su relación se había vuelto un poco más... cercana. Tenían sexo a menudo, eran amantes y vaya que la pasaban bien, simplemente se dejaban llevar de manera libre y sin compromisos.



    Posterior a los tragos y un par de bocadillos en el bar, Bankotsu la llevó a un hotel que sabía era del gusto de Ayame. La chica había manifestado en varias ocasiones que quería pasar una noche allí, por lo distinguido y hermoso que se veía, dándole la impresión de que tenía que ser muy bueno.



    Y es que Bankotsu se encontraba muy feliz, finalmente se había determinado a abrir su propia mueblería, el papeleo estaba listo y una buena cantidad de dinero ahorrada estaba destinada a ello. ¿Qué mejor momento para celebrar con la que era su ex novia y la madre de su hijo?



    Entraron al lobby del hotel y Ayame se vió deslumbrada por su belleza y elegancia. Bankotsu la miraba sonriendo de lado, con aires confiados.



    Era un hombre moreno, alto y con un gran cuerpo. Muy atractivo, tenía ojos azules y su cabello negro lo llevaba peinado en una larga trenza. Ayame era una mujer más bien menuda, de piel blanca y profundos ojos verde esmeralda. Su cabellera roja y suavemente ondulada caia un poco más abajo de su trasero, con un flequillo que enmarcaba su rostro.



    No solo era bellísima, también era bastante sexy. Llevaba puesto un conjunto al cuerpo de plush color rosa oscuro, el cual consistía de una falda tipo tubo a la cintura y hasta la mitad del muslo y un crop top manga larga con escote bote rebajado y hombros al descubierto, el que también mostraba un poco de su vientre. En los piés lucía stilettos tipo reina con taco alto color café camel.



    Su largo cabello iba suelto y traía unos aros plateados en forma de óvalos alargados. En sus labios llevaba gloss rosa, sus ojos iban con delineador negro y máscara y sus mejillas tenían un sutil rubor.



    —Wow, es precioso— comentó la chica, al tiempo que Bankotsu la arrastraba a la recepción.



    —Espera a ver la habitación— advirtió él, con actitud sensual. Ayame lo miró coqueta y él le devolvió la mirada.



    Hicieron el registro y el botones los llevó a la habitación que había reservado Bankotsu.



    Ayame adoró cada detalle, pese a que lo que la deslumbró totalmente fue la vista a Tokyo de noche, desde el gran ventanal cubierto por las sutiles y translúcidas cortinas.



    El moreno la miró por un par de segundos, sentado a la orilla de la gran cama. Ella volteó y se dedicaron una mirada sexy.



    —Todo está muy hermoso. Gracias, Bankotsu— dijo ella y caminó hacia él de manera muy coqueta.



    Una vez frente a él, Ayame comenzó a quitarse la ropa y mostró una lencería muy sexy en rosa pálido.



    Bankotsu la observó muy excitado, con esa sonrisa carnal que encendió a Ayame y la hizo abalanzarse sobre el moreno. Se besaron apasionadamente y Bankotsu la apretó para voltear sobre la chica y quedar encima de ella, quien abrió sus piernas para que él se ubicara en medio.



    —Tal parece que tienes prisa— le dijo él en voz baja, mordiéndole el cuello y presionando su pelvis contra la de Ayame, haciéndola sentir lo abultado y duro de su entrepierna. Ella gimió suave y sonrió con los ojos cerrados, disfrutando de los besos del moreno, bajando de su cuello hasta su escote.



    —Tengo prisa de que me hagas acabar— dijo ella sutilmente en su oído y él desabrochó su sostén para ver sus senos. Los lamió y jugó con sus pezones utilizando sus dedos, lo que hizo gemir a Ayame aún más -Quítate la ropa- suplicó ella, coquetamente.



    Bankotsu siguió la orden de Ayame y terminó de desnudarla. Su hermoso cuerpo esbelto, tonificado y curvilíneo continuaba haciéndolo perder la cordura. Fue entonces el turno de Ayame de ver a Bankotsu sacándose toda la ropa, enseñándole su potente y erguida masculinidad.



    La chica no aguantó las ganas de llevar su boca hacia allí, con el fin de lamerlo y besarlo con desenfreno. Tuvo a Bankotsu gimiendo de placer unos minutos, hasta que ella quitó su cara de la entrepierna del moreno, mordiéndose deseosa el labio inferior.



    —Te lo voy a hacer como yo sé que a tí te encanta- dijo él y simplemente se puso sobre la chica, penetrándola suavemente.



    Ayame lo rodeó con sus piernas al tiempo que Bankotsu iba incrementando la velocidad de sus embestidas, para dar lugar a otra noche de locura y lujuria en la que ambos no paraban de gemir de tanto placer.



    El la hizo acabar varias veces y en distintas posiciones, también la besó en la entrepierna, luego se dejó complacer y ella le dió un gran y placentero orgasmo.



    Ayame se rió un poco, de espaldas a Bankotsu, quien la tenía afirmada de la cadera y sonrió al escuchar la risa de la chica. Ambos estaban sudando y jadeaban de cansancio.



    —¿De qué te ríes?— preguntó Bankotsu, a la vez que Ayame se volteó para mirarlo de frente.



    —No sé lo que nos pasa. Han pasado años y todavía el sexo es fantástico— respondió la chica de mirada verde esmeralda, entre divertida y coqueta. Bankotsu asintió y rió un poco, sonrojado.



    "Quizás en serio somos tal para cual" pensó el moreno y se miraron fijo con la pelirroja. Él acarició su cabello y ella le dió un pequeño beso en la boca.



    —¿Y qué hay de tí?- indagó Bankotsu.



    —¿A qué te refieres?— respondió Ayame.



    —¿Aún estás buscando trabajo?



    —Sí, en eso estoy. Espero conseguir uno pronto— replicó ella, acentuando su sonrisa.



    —Y si vienes a trabajar conmigo en la mueblería, ¿qué dices?— dijo el hombre, entusiasmado. Ayame rió un poco.



    —¿Cuál sería mi cargo?



    —Podrías vender, podrías estar a cargo de la contabilidad, o podrías ser mi secretaria— Bankotsu dijo esto último en tono sexy, con una mirada lujuriosa.



    —Entonces, yo te diría...- dijo Ayame y se acercó al oído del moreno para susurrarle sensual -Jefe, ¿quiere que lo hagamos sobre el escritorio o en el suelo?- preguntó y lo besó con locura, poniendo la pierna sobre la cadera de él y pegándose a su cuerpo.



    Bankotsu la presionó contra sí, poniendo su mano en su trasero y luego llevándola a la entrepierna de Ayame, que gimió sobre la boca del moreno cuando sintió sus dedos. La humedad de la chica lo hizo morderse los labios de delirio y pensó en todo lo que iba a venir a continuación.



    ~~~



    Estaba sacando los platos para la cena en la cocina, cuando escuchó el timbre. De inmediato, la anciana salió de allí para abrir la puerta.



    —¡Mi príncipe!— dijo la abuela, muy alegre. Tenía la piel blanca y los ojos verde esmeralda. Llevaba el cabello canoso y ondulado, largo hasta un poco más abajo de los codos. Lo tenía peinado en un semi recogido.



    —¡Abuela!— dijo amorosamente el niño de 5 años que se lanzó a sus brazos. Tenía unos grandes ojos azules, la piel morena y el cabello negro peinado en una trenza.



    —¿Cómo está la abuela más grandiosa?- la saludó Ayame, quién venía detrás de su hijo.



    Vestía unos jeans verde musgo al cuerpo y a la cadera, junto a unas Adidas superstar blancas con franjas negras y unos aros de argolla grandes en dorado. Crop top manga larga en negro, el que dejaba ver su cintura y su abdomen. Llevaba los ojos delineados de negro con rímel, los labios en café matte y algo de rubor sobre las mejillas. Su roja cabellera la llevaba peinada en dos coletas altas.



    —Yo estoy bien, mi pequeña Ayame. ¿Ustedes cómo han estado?— le respondió la abuela, sonriendo.



    Detrás de Ayame había entrado su hermana menor, Miki. También de piel blanca, tenía el mismo color de ojos de Ayame y el mismo cabello ondulado pero de color chocolate, el cual usaba hasta los codos.



    —Todo bien, abuela— dijo ella.



    —Abuela Nyoko, ¿crees que podría jugar en tu habitación?- preguntó el niño, mientras su madre y su tía dejaban las bolsas sobre la mesa de la cocina.



    —Claro que sí, ¿por qué no?- respondió Miki.



    —Pero ya vamos a cenar, Kenji- le dijo su madre.



    —Déjalo un momento— ordenó Nyoko.



    —Ve. Pero vendrás en cuanto te llame— advirtió Ayame, con una sonrisa.



    —Gracias, mamá— contestó el niño y se marchó feliz a la habitación de Nyoko.



    —Trajimos la cena y un postre— comentó Miki, mientras preparaban todo para comer.



    —Me encanta— dijo la abuela, revisando lo que venía en las bolsas que habían traído sus nietas.



    —Y hemos traído un regalo para tí— le dijo Ayame, entregándole una delicada y elegante cajita rectangular de terciopelo azul marino.



    —Lo abriré de inmediato— dijo Nyoko y la abrió, encontrándose con un deslumbrante collar de diamantes —¡Ay, Dios!— exclamó, con sus ojos llenos de emoción.



    —Recuerdas que hace tiempo nos dijiste que querías un collar de diamantes.



    —Pero por supuesto— dijo la anciana, tocándolo suavemente y sin poder creer que lo tenía en su poder —Está maravilloso.



    —Ahora es tuyo.



    —Ah, y ésto también— agregó Miki, entregándole dos fajos de billetes doblados, de los grandes.



    —No tienen que hacer esto por mí.



    —Tú te mereces lo mejor.



    —Y ya no tendrás que preocuparte por tus deudas, ni tus cuentas, ni nada. Nosotras vamos a mantenerte— dijo Ayame, tomándola de la mano.



    —No sé cómo agradecerles— dijo Nyoko, tomando con su otra mano, la mano de Miki también.



    —No lo hagas. Sólo sonríe— le dijo ella y besó el dorso de la mano de su abuela.
     
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