Explícito Entre los escombros

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Passenger, 1 Septiembre 2020.

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    Passenger

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    ENTRE LOS ESCOMBROS.

    Desganado salía el sol para presentarse de nuevo en la mañana, amainaba levemente y las olas de la costa golpeaban con gracia la arena que se esparcía de lado a lado. Apenas sus párpados daban alusión que no había muerto debía erguir el brazo y colocarse un grillete de acero oxidado, las mismas prendas que consistían en una vestidura de varias capas de tela envueltas en un pequeño clip de hierro. Si alguien de otro mundo lo viese lo sentiría como una ofensa a los dioses, o algo así. Solía perderse en la marea de ideas mañaneras para ignorar lo pesada y reacia que era la realidad de un esclavo, puestos a menearse contra las heladas capas de piedras que denominaban «El Gran Hoyo» una mina saturada de piedras preciosas, así contaba la leyenda de la península de Romero. Aún siendo un recién nacido los primeros recuerdos que tiene fue el de los rayos del sol rostizar su piel, el de la brisa veraniega descansando por el largo de sus pestañas y el de los gritos rotundos del capataz contra los de su clase; proveniente de un linaje desconocido, no poseía nombre u honor yacía bajo las reglas de Windsor, el dueño de la construcción y por tanto de su vida.

    Alto, de piel pálida y ojos perforantes color marrón claro, andaba con un abanico turquesa osado que usaba para esconder su temple cuando pasaba por los túneles de la mina, por vergüenza o por odio, quien lo sabría. La modorra lo había atacado con sutil presencia, no quería ir, era de madrugada, estaban en temporada de frío y la helada niebla que sopesaba sobre los techos de material blando que lo cubrían no lo dejaron dormir por mucho, el hombre que era dueño de la camada de esclavos no era un hombre injusto por así decirlo, bajo el contexto de las horas de sueño y la comida provista por el factor de trabajo se le veía mas eficiente la no paga, la esclavitud y la explotación pero también entendía de la efectividad haciendo un balance casi empresarial de la situación, frío en sus cálculos no entendía sobre moral alguna de la vida humana o de los cuestionamientos existenciales de sus pares si algo rondaba por su cabeza era la alusión de un futuro acaudalado por las mas fieras de las posesiones, por los mas bonitos atardeceres y la estética propia que traía consigo el capital: Sexo, drogas y… Joyas. Windsor se negaba siempre a fantasear sobre esto, debía manejar con escrúpulos su situación como amo, una vez que encontrase los metales preciosos encontrados bajo esa cadena de pedruscos que no pudieron ser tallados o picados en ya mas de dos décadas tendría tiempo para destilar sus perversiones. Figuró por lo tanto entre bostezos la imagen de alguien asomarse hasta la espuma marítima, lo observaba desde la ventana de la cabaña de dos pisos, aquel esclavo se había despertado realmente temprano para las horas en las que había trabajado en el día anterior, le llamó la atención la forma tan infantil en la cual jugaba con la arena, su fisionomía imponente y también el largor de su cabello para lo que desempeñaba aquel hombre se podría decir que era digno de una belleza diferente, ¿cómo podría ser que alguien que estuviese expuesto a tales peligros sonriese con tanta dulzura? De nuevo ahondando en pensamientos que lo llevarían a escribir a alguna parábola. «No soy Jesús» se dijo a si mismo para olvidar los acontecimientos previos.

    El pitido voraz del capataz puso en pie a todos los grupos de excavación, estaban separados en tres grupos que consistían en los que taladraban, los que paleaban y los que picaban. El primer grupo se adelantaba a primera hora en la madrugada para hacer espacio en las capas mas duras de unidades rocosas de la primera mina mientras que el segundo se encargaba ya sea de palear o de picar en la segunda, unidos por cables de dinamita en un intervalo de quinientos metros estaban siempre al peligro de la caída de una serie de objetos pesados. No tenían tiempo para comer o para descansar, se les proveía de una ración de arroz y atún, una botella de tres litros de agua y nada más. La organización era bastante pulcra, casi no se sentía como un esquema de esclavitud por lo bien que se manejaban los tiempos. Un descanso de ocho horas por semana y divididos en siete días, un trabajo regular de dieciséis a dieciocho horas por día. Aún así él no perdía su gallardía, el brillo intenso de sus ojos y la flama potente que surgía de su alma, sí, encuadrado en grilletes y con el cuerpo lleno de marcas, de piel bronceada por el fresco sol de Romero, de largas hebras que le rodeaban hasta los hombros y de una musculatura digna de un joven surfista Gibral respiraba hondo para colocarse la linterna entre los dientes y rozar su casco contra la tela metálica. En una de esas noches en las cuales las estrellas se mostraban seductoras encontró una tira de papel que tenía una serie de escritos que no entendía.

    En la comunidad se encontraba un viejo sabio que por su condición de anciano había sido dispuesto a morir de hambre en las cavernas de la mina, bajo varias interpretaciones y ruegos lograron que se quede bajo el custodio de los demás esclavos con la única medida de que sería suministrado con nada, el padre de Windsor no tambaleó demasiado con el asunto y dejó que el viejo fuese libre, a partir de aquel día el anciano que padecía ya de silicosis por sus largos años trabajando en esas dos minas no le encontraba un propósito a su existencia mas del de tumbarse en los puertos de madera y decidirse a pescar. Se encargaba de los planos de tanto en tanto, no había ley alguna que prohibiese a los esclavos tener descendencia pero si el de crear un linaje, al nacer la cría eran despojados de toda interacción con la criatura hasta que fuesen ya de suficiente edad para trabajar en las minas, eran /aún así/ raros los casos en los que sucediera que un hombre de mina embarazase a alguna lugareña ya sea por el estilo de vida o por la prohibición de mujeres en las inmediaciones de la propiedad que daban con el proyecto de minería. Gibral fue la excepción, hijo de un hombre enorme; de probable descendencia tribal e indígena su padre era usado como carne de cañón en las exploraciones para soportar los golpes imprevistos de murallas que se creaban con los varios golpes que daba la madera con los taladros improvisados. El viejo lo tomó bajo sus alas a la corta edad de seis años, le enseñó lo básico de la vida isleña, desconociendo sus orígenes decidió omitir esta charla para dar paso a su interés, los peces. Desde las damiselas hasta las barracudas se posaban en los botes para esperar a que llegase una presa mayor, en ese tiempo atestiguo entre mitad toz y mitad voz varias historias heroicas de la camada de esclavos a la que perteneció El Viejo, así se le decía. Aprendió rápidamente a interpretar el idioma local y con la ayuda del hombre que le llevaba a pescar logró comunicarse con relativa facilidad, ciertamente decidió ignorar sus miedos y enfrentar la dura realidad que le esperaba tras colmar la edad y enfrentarse a su destino, uno esperado y cruel al que juró rebelarse aún si eso le costase la vida.
     
    Última edición: 1 Septiembre 2020
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    The Condesce

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    Debo decirte, que la verdad fue un dolor de cabeza leer tu relato.

    No me malinterpretes, me gusta tu estilo, es bastante expresivo, el problema es que prácticamente no hay puntuación. Ni comas, ni puntos y seguido, ni punto y coma, y apenas si hay punto y aparte. Por ejemplo, en el segundo párrafo con una puntuación un poco más adecuada (que tampoco yo soy experta) se vería más o menos así:
    Hay errores de puntuación y gramaticales como esos en todo el texto, si quieres puedo señalártelos todos, pero ahorita sólo son ejemplos :3

    Y por ejemplo, acá:

    Usas dos veces la palabra "grupo" seguidas. No es común que lo hagas, por lo que pude notar, tienes muy buen sentudo de la sonoridad de lo que escribes. Pero sería bueno reemplazar "grupo" por algún sinónimo, como "sección", "escuadra", lo que te guste. Y darle una checada a todo el texto buscando repeticiones.

    Y por acá hay dos faltas de ortografía: "tos" y "atestiguó".

    En realidad lo único que te falla son los aspectos gramaticales. La historia es vívida y expresiva, además de intrigante, y dura. Yo creo que no aplica el calificativo "Explícito" como tal, pero sí es una realidad cruda que plasmaste muy bien.

    Te recomiendo para la puntuación, leer en voz alta todo lo que escribas y ver dónde haces pausas, y ahí colocar algún punto o coma.

    Gracias por escribir!
     
    Última edición: 2 Septiembre 2020
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    Passenger

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    ASA.



    Escuchaba a lo lejos titilar el sonido de las picas golpear a la piedra mezclándose con el viento del mediodía, las gaviotas graznaban como si no fuesen testigos de tal masacre. La sangre mezclándose con el galope de los caballos y el metal de la suela hundiéndose en el espeso tejido que rodeaba la puerta principal de la mansión, ubicada en la punta de la costa. De la carroza bajaron una cantidad ínfima de mujeres y una rotunda de niñas; nunca supo cómo hizo la física para que cupieran tantas en tan poco espacio. Seis niñas en total de las diferentes razas que recorrían al globo, pero se lucía una de aspecto frágil, casi especulando un «mírame no me toques» estaría rondando los años de la pubertad por lo que su contextura física no ahondaba demasiado en lo que sería la atracción física, pero el destinado a trabajar bajo el sol no la observaba con lascivia, sino que con compasión. Sus grandes ojos de color pardo que tocaban el suelo, inhóspitos e indiferentes a cualquier movimiento parecían poseer vida alguna; como el de un viejo fantasma, como el de algún sarcófago. Exhalarían las náyades los mas grandes gritos si es que fuesen testigo de la crueldad en las que amasaban a esas inocentes criaturas en fila, para ser testadas desde lo lejos, los ojos crueles del amo se apoderaban de cualquier ápice de piel que soltase esos poco pudorosos vestidos. No separaba la mirada de estos, no indignado, al no conocer la moralidad era como un acto de curiosidad por tan perplejos ejemplares, sin embargo su instinto le decía algo en la forma con la que Windsor había cambiado su actitud reacia y de porte muerto. Lucía exaltado, casi alegre de estar en el proceso de ver a las damiselas.

    Las dos mujeres empujaban de sutil manera a sus vedettes para dar inicio a la misiva de características, como productos en un remate se les hacía danzar por en frente al comprador y dar giros y vueltas.

    —Lote número uno, Isobelle.— Hacía presencia con un vestido de encaje blanco muy pegado a la cintura. De piel pálida, aún más de la que el amo, cabellos largos y rubios que se posaban hasta su cintura. Ojos cristalinos, de un testarudo celeste que no daba otra impresión más de ser únicos en este mundo, una especie de Elizabeth Taylor moderna. Windsor asintió con la cabeza para así llevarla hasta la parte principal, en la puerta del porche.

    —Lote número dos, Asa.— Pronunció la mujer que estaba atrás de la que obviamente era la proxeneta, a su orden se veía cómo la pequeña tambaleaba de un lado al otro intentando mantener el centro. Acostumbrada a los azotes por su falta de eficacia mecánica, por sus movimientos toscos y por su rostro angelical; se convirtió en un monstruo de un segundo para el otro, Windsor no contuvo su disgusto por tales practicas, lo notó en las rodillas de la pequeña, en sus codos y en su cuello. Llevaba cicatrices de maltrato y abuso físico, escupió al piso negando con la cabeza para acercarse hasta la menor, se agachó hasta quedar a la altura suficiente para poder mirarla a los ojos.

    Con el abanico fue levantándole el rostro desde el mentón, como un cazador inspeccionando cada parte de su presa fue rodeándola con el objeto. Asintió sin apartar sus redondas orbes de las de ella, con la cabeza ordenó que se la llevasen. Gibral observaba perplejo como se desenvolvía esa especie de acto, quería correr hasta ellos y arrancar a esa niña de los brazos del amo, quería presionarla contra él y escapar hasta que sus piernas no diesen más. Catorce años de edad que fueron arrebatados por los trabajos pesados, por los trabajos en la oscuridad, suspiró para sus adentros haciendo una mueca con la boca. Era la primera vez que experimentaba semejante rabia, un enojo precipitado que le hacía hervir la sangre, sentía como en él descendían los largos años de dolor que su padre había sufrido, tenía las manos grandes y el cuerpo robusto al igual que su antecesor. Todavía no se le permitía entrar en las profundidades de la excavación, por más de que por fuera así no lo pareciera, la minería era un trabajo de detalle y también de mucha profesionalidad, la de «cantera» aún mas, al involucrar tanto dinero.

    Por un pasadizo al costado de la segunda mina se escabulló desprendiéndose de su grillete y también de sus prendas superiores, dejaba que el viento de la media tarde le invadiera, convencido de sus actos, su corazón bombeaba como nunca antes, quería verla, quería sentirla, negó con la cabeza, no lo quería, lo necesitaba. Su garganta estaba a punto de obligarle a soltar un grito voraz y cargar como un kamikaze hasta el hogar que encerraba a su objetivo pero actuar por instintos solo resultaría en dolor o muerte, era lo que le mantenía encerrado en esta vida digna de Sísifo, podría correr por la litoral que estaba a un kilometro de la primera mina, sin embargo estaba premeditado que los guardias patrullasen esa zona, era un campo cerrado. Todavía no era tiempo de encontrarla, no sin una forma de escapar con una idea clara. Se entregó a la idea de mantenerse vivo tirándose de espalda en la arena. A lo lejos se presentaban las primeras estrellas, dando gala de su hermoso paisaje, Romero tenía una singularidad en su panorama de las Tres Marías, se las veía mas lúcidas, más fuertes. La estela le obsequiaba una calma de asesino, podía surcar por la presencia de la luna que yacía escondida en los más alto del cielo, sus brazos permanecieron pegados al suelo, como impresos por la presión con los que sostenía su prenda superior. Experimentaba las lágrimas recorrer sus mejillas, quemándole casi, suspiraba ahogándose del dolor, ¿qué era esta emoción tan extraña? No sabía describirla, mucho menos canalizarla. Parecía embelesado con aquellos ojos que no decidieron mirar para al frente. Como un coyote anhelando su encuentro con la luna, gimió y sollozó la noche entera. Tendría que levantarse e ir a encontrarla, era lo único que tenía en mente en esos momentos. Con su rostro hinchado agitó la cabeza para ser testigo del amanecer… Sonrió aliviado, era otro día, hoy la encontraría.
     
    Última edición: 2 Septiembre 2020
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    The Condesce

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    Lo prometido es deuda! ahora sí voy a hacerte una revisión minuciosa.

    Y del capítulo dos:

    A ver, aquí en este párrafo hay varios problemas graves. Aparte de la usual falta de puntuación, hay una dificultad notoria en el manejo de los verbos, y algunos errores de sintaxis. Es como si tu mente fluyera más rápido de lo que escribes y no te dieras cuenta de que la oración no es redonda y no llega a ningún lado, que de hecho es confusa y se pierde lo que querías decir. Por ejemplo, en los dos últimos renglones subrrayé una oración que queda poco clara y de alguna manera está incorrecta. Por ejemplo, en vez de lo que dice, podría escribirse así: Sin embargo su instinto le decía algo con la forma en la que Windsor había cambiado su actitud reacia y de porte muerto. Desconozco del todo cuál sea tu intención en varios ejemplos como ese, pero tienes que tener cuidado de no perderte demasiado en la descripción y adjetivos, como para que olvides el verbo, su conjugación apropiada y la congruencia de la oración, junto con la cohesión del párrafo entero.

    También subrrayé algunas palabras que se repiten como "física" y "pero", debes buscar sinónimos en esos lugares. Continuando~


    En parte por el orden de ideas, no me queda claro, ¿el protagonista tiene 14?


    Ok, ahora sí, sobre la historia... qué te digo. El capítulo es corto pero realmente expresivo. La verdad sentí un montón de horror con lo de las niñas. Aunque no sea en un lugar de esclavitud, a las mujeres y a las niñas nos venden como carne y eso es una realidad muy cruenta. Y lo asqueroso que es cómo los jodidos pederastas ven con esos ojos a las pubertas... en fin. Me hizo un poco de ruido que el personaje principal sintiera una obsesión con esta chica, porque de alguna manera sigue siendo un poco machista y objetivizante que tenga a una prostituta como anhelo sexual.. en fin, quiero ver de aquí a dónde se dirige.

    Cuidado con los pronombres, el género de las palabras, la puntuación, la sintaxis y el orden de las palabras. Siempre lee de punto y seguido a punto y seguido para ver si hay congruencia en tu idea.

    En fin, gracias por escribir! nos leemos~ <3
     

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