Enone

Enone





Enone , la hermosa ninfa tenía los ojos azules llenos de lágrimas. Paris, su amor, se había ido a secuestrar a Helena de Esparta, la mujer más bella de todas.

Se habían conocido en el monte Ida, cuando él aún era pastor y se llamaba Alejandro, el nombre que le habían puesto sus padres adoptivos cuando lo encontraron . Recordaba tantas frases de amor. Ahora ¿Qué le quedaba? Nada, sólo la había utilizado. Recordó cuando él fue a avisarle de que iba a llevarse a esa mujer.

Flashback

- Entonces…te irás –pregunto la ninfa conteniendo las lágrimas. El cabello largo y negro, hasta la cintura, se le iba a la cara por el viento. El peplo que vestía se le pegaba y despegaba del cuerpo bien formado que tenía.

- Si. Afrodita me ha prometido que ella se enamorará de mi…y es tan bonita que yo ya la amo con todas las fuerzas de mi alma.- dijo el joven que tenía enfrente. Los castaños ojos se negaban a verla a la cara.

- ¿Acaso olvidas a nuestro hijo Corito?¿ Va a crecer sin un padre? Alejandro, por favor no te vayas. Si no lo haces por mi o por tu hijo, hazlo por ti. Te va a ir muy mal, vas a provocar que mueran muchas personas y tu propio descenso al Hades. Y Helena también sufrirá.

- Enone, esto es un intento tuyo para que me quede contigo. Vine solamente por amabilidad a verte, estoy decidido. Adiós.- él empezaba a alejarse, pero ella lo abrazó por la espalda.

- Te he dado todo, Alejandro, y verás que nadie jamás te va a querer como yo lo he hecho.- exclamó Enone, pero inmediatamente se separó.- Y algún día volverás. Pero yo no te socorreré.

- Adiós - repitió Paris y se alejó.

Enone sufrió mucho los primeros meses. Se sentía sola, tonta, como si no valiera nada. Sólo su pequeño hijo le levantaba un poco la moral y le daba ganas de seguir viviendo. Pero aún amaba a Paris.

Fin del flashback

- Y aún te amo, Alejandro.- confesó .De repente un tipo salió de entre los matorrales que rodeaban a la preciosa mujer. Estaba guapo, a pesar de ya tener aproximadamente unos cuarenta .La nariz era un tanto aguileña, los labios finos y el cabello café claro en donde se habían enredado algunas ramitas y la barba estaba un poco desarreglada. Estaba todo manchado de sangre, en especial en una herida cerca del pecho. Sus vestiduras estaban llenas de polvo, lodo y agua sucia.

A pesar de todo esto, la ninfa lo reconoció inmediatamente, aunque se sintió desfallecer.

- Alejandro…

- Por favor, Enone, cúrame. Filotectes me ha herido con el arco que le dio Heracles, no quiero morir aún.- pidió el recién llegado. Pero el corazón de la mujer de ojos azules se endureció.

- ¿Y tu pensaste antes en mi o en Corito? No te importo si estábamos bien o si ya estábamos muertos, pero ahora regresas a pedirme que te cure ¿ Acaso Helena no te puede curar? Me cambiaste a mi por ella. Corito se convirtió en hombre de bien por mi, no por ti. El guio a tus enemigos a Troya. Ahora yo soy la que te pide que te vayas

- Enone, se que me equivoque, pero al final me di cuenta que también te amo a ti…- dijo el tocándose la herida y cerrando los ojos para ver si así desaparecía un poco el dolor. Ella rió cruelmente

- Ah, si. Necesitas algo de mi, me juras amor eterno, pero luego me vas a dejar por cualquier cara bonita que se te atraviese. Ya he aprendido suficiente de ti. Ya no eres el muchacho dulce, bondadoso y juicioso del que me enamore, llamado Alejandro. Tu eres el príncipe Paris de Troya, un caprichoso que jugó conmigo, un soberbio, cruel y frío. Ahora yo te digo adiós.- dijo Enone, dándole la espalda y haciendo oídos sordos a los gritos del moribundo.

Sin embargo, algunos cuentan que el día que incineraron el cadáver del príncipe de Troya, una mujer se acercó a la pira. Sus ojos parecían pedazos de cielo, pero enrojecidos por el llanto y el cabello hilos de noche, aunque despeinados . Su estado la hacía verse más vieja y mataba toda su belleza y sus vestidos estaban rotos . Algunos la identificaron como la ninfa Enone. Parecía arrepentida y llena de dolor. Nadie la detuvo, petrificados por el asombro que ocasionaba la terrible escena. Antes de lanzarse a la pira, grito lastimeramente:

- ¡Alejandro!

Notas:

En otra versión del mito, Enone se ahorcaba arrepentida de la muerte de Paris. También se ve que ella veía fragmentos del futuro y trató de avisarle a su amado, pero el no le hizo caso.

Al final, Enone muere arrepentida de no haberlo socorrido, porque a pesar de todo su abandono, ella todavía lo amaba.