Microrrelato Enfermedad

Enfermedad Atl​

El silencio de los hospitales me desepera, es un silencio que se funde con las voces y las convierte en su eco. Nadie parece notarlo, están preocupados, como debería estarlo yo. Sentado en el suelo recargado en la pared nada me importa, puedo imaginar su cuerpo deteniendose, la máquina a la que está conectada emitiendo ese molesto sonido, y la gente a mi alrededor llorando. Pero es sólo mi imaginación, no habrá nadie a mi lado, su muerte será silenciosa como el hospital. Así es mejor. Tengo sueño, el dolor de espalda me matiene despierto me hace pensar en ella, en su cara adornando un cuerpo desecho. Las enfermeras la vigilan como cuervos esperando, los doctores hace mucho que no manosean su cuerpo para decirme lo mismo. Cada vez respira más lento, se va consumiendo, su pelo se marchita con mis caricias. La noche llega, la luz es igual de intensa. Un doctor la examina, mis ojos se cierran constantemente, camina hacia mi, no deja de mirarla, no siento mi cuerpo, anota algunas cosas, cierro mis ojos un momento, desaparece, al rato llega una enfermera, desconecta uno de esos aparatos que ya parecen parte de ella, se los lleva de la habitación. El silencio se hace tan fuerte que convierte mis pensamientos en murmullos, otro doctor llega la ve, toma su mano, observa su reloj, se para enfrente de mí, ya no oigo nada que no sea el silencio, sus labios se mueven. Estoy esperando poder irme a casa.