One-shot Encuentro predestinado [AU] [Kat x Rachel]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Yugen, 12 Marzo 2020.

  1.  
    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

    Piscis
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    Título:
    Encuentro predestinado [AU] [Kat x Rachel]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1333
    Título: Encuentro predestinado [AU]
    Fandom: BTOOOM!
    Personajes: Kat & Rachel
    Sipnosis: "Rachel no podía apartar la vista de ella. De esa figura oscura que cantaba en el escenario. De como desgarraba las cuerdas de su guitarra. La llamaba como una luz intensa a una mariposa de alas trémulas perdida en la noche. Era todo lo que ella no era"
    N/A: Llevo siglos con una idea así en la cabeza. Pls, puede ser más canon esto ya (??

    ***


    Era hermosa. La luz escasa, mas los focos tenue del pequeño escenario resaltaban sus finas facciones, sus curiosos ojos dispares; el derecho azul, el izquierdo gris; su larga melena negra, enmarcando su rostro dos mechones rojos en los que se reflejaban las luces del pub, y parecían flamígeras llamas incandescentes.

    La muchachita de cabello dorado como una cascada de sol estaba ensimismada. Aquel no era lugar para ella, en cierta forma lo sabía. Una jovencita de rostro fino, de mirada clara como un arroyo, en mitad de la muchedumbre congregada en un pub que olía a tabaco y sudor. Y olía a aventura, a desafío. A problemas. Un brusco cambio a su vida de damisela perfecta.

    Rachel no podía apartar la vista de ella. De esa figura oscura que cantaba en el escenario. De como desgarraba las cuerdas de su guitarra. La llamaba como una luz intensa a una mariposa de alas trémulas perdida en la noche. Era todo lo que ella no era. Cuyas letras hablaban de rosas negras, de jaulas de oro, de muerte y dolor. Hablaban de encontrar a tu verdadero yo. De ser tu mismo. De la vida, de las calles, de la adolescencia.

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    Era una voz hermosa plagada de una experiencia que no debería poseer una chica tan joven. Rachel no dudaba que debía rondar su edad. Tal vez diecinueve. Veinte años.

    Solo podía escucharla con fascinación. Dejarse envolver por la melodía, por su voz madura y rasgada llena de ese intenso y profundo dolor interno que afloraba como un arroyo imparable con cada una de sus palabras. Era mágico. Fascinante. La abstraída, la absorbía, captaba y robaba toda su atención.

    El corazón le dio un vuelco.

    El espectáculo finalizó. Nadie aplaudió en el público, demasiado ocupado en sus charlas de borrachos, en sus drogas, en las cosas que la gente de la mala vida suele hacer. Pero Rachel acudió al encuentro de aquella joven mientras recogía sus cosas tras el escenario.

    Algo le decía que muy en el fondo, aquella joven y ella eran dos caras de una misma moneda. Necesitaba conocerla. Era imperante hacerlo. No podía entender por qué. Aquella cuestión se le escapaba como arena fina entre los dedos... pero sabía que lo necesitaba.

    Que la necesitaba.

    En un primer momento las palabras se hicieron un nudo en su garganta. Vaciló. Dio un paso y retrocedió dos. Y entonces sus labios se movieron solos.


    —H-Hola—interrumpió con una vocecita menuda, trémula, llevándose un mechón dorado tras la oreja en un ademán tímido—. Mi nombre es Rachel. Te vi cantar en el escenario y—

    —No deberías estar aquí princesa—cortó la otra joven con sequedad. No había molestia en su voz pero sí hartazgo. Un hartazgo llano, acompañado de un suspiro pesado. Se echó al hombro el estuche de su guitarra—. Este lugar está muy lejos de tu palacio de cristal.

    El humo de un cigarillo abandonó sus fosas nasales, vaporoso, cuando exhaló.

    Rachel la contempló con cierta fascinación. Era hermosa. Y sus orbes... tan extraños, tan mágicos. Apartó la mirada al darse cuenta de que la estaba observando abstraída, anodadada, y rodeó su propio cuerpo con sus brazos repentinamente insegura.

    Tensa.

    —Yo... solo quería decirte que me encantó tu música—murmuró en respuesta—. Creo que ha sido hermosa.

    La otra joven tiró el cigarillo al suelo y lo pisó. En su gesto no se dibujó el más mínimo ademán de sonrisa. Era como si simplemente las palabras no le llegasen. Como si los halagos le resbalasen por la piel.

    —No deberías estar aquí—repitió pasando de largo. El olor del humo inundó sus fosas nasales—. Vete a casa.


    A casa. ¿Dónde estaba su casa realmente? Se había escapado. Había huido, buscando un refugio en medio de las luces de la ciudad. Buscando rebelarse como un chiquilla tonta de dieciséis años.

    —No tengo dónde ir—dijo. Y sus palabras tuvieron cierto tono hosco, tenso. Pero también dolor y lástima—. Me escapé.

    Escuchó una risa seca, sardónica y nasal de parte de la otra joven. Pero sus pasos no se detuvieron.

    —¡Espera por favor!—la llamó, casi exclamando, con el corazón en un prieto puño—. ¡Dime al menos tu nombre!

    La otra joven la miró. La escasa luz iluminaban sus extraños ojos heterocromos con un brillo casi místico. No eran de este mundo. A Rachel le parecían simplemente mágicos.


    —¿Si te digo mi nombre volverás a la casita de muñecas de la que saliste?—inquirió y se encendió otro cigarillo. La llama roja del mechero le otorgó a sus ojos cierto tono ocre, dorado. Se apoyó contra la pared y ladeó ligeramente la cabeza recorriéndola con la mirada. Una florecita delicada a merced de la brisa. De verdad, ¿qué hacía ahí?—. Y no aceptaré un no por respuesta. No me des la mierda esa de que te escapaste.

    Rachel infló ligeramente las mejillas, regañada.

    —¿Y tu nombre?

    —Katrina—respondió simplemente y alzó la mirada al techo. El humo danzante se alzaba hasta las luces que pendían del mismo extendiéndose por la habitación—. Kat para aquellos que me conocen. Pero nadie lo hace.

    —¿Nadie te conoce?

    Katrina se preguntó que había hecho ella para encontrarse con una cría tan preguntona y molesta. Exhaló. ¿Qué estaba haciendo? Aquella chiquilla ni siquiera debía estar ahí. Debía estar en su casa, en su palacio, con unos padres que debían estar recorriendo cielo y tierra para encontrarla. ¿En qué pensaban dejándola entrar?

    Eran como la Dama y El Vagabundo en cierta forma. Una jovencita de suave y frágil porcelana incursionando en la guarida de la bestia. En la casta más baja. En los suburbios de la sociedad.

    Le dio otra calada al cigarillo.

    —Ya sabes mi nombre—dijo con pesadez. Inspiró—. Lárgate.

    —¿Puedo llamarte Kat?

    —Ni de coña muñeca—replicó.


    Rachel se mordió el labio inferior. Ojalá pudiera entender por qué. Por qué necesitaba saber más de ella. Por qué quería entrar en ese espacio que parecía vetado al mundo.

    Su mirada vaciló y el mechón que había llevado tras su oreja se deslizó como agua y colgó sobre su mejilla cuando agachó el rostro. Apresurada, Rachel volvió a colocarlo tras su oreja.


    —¿Puedo... volver a verte?

    Aquello pareció llamar su atención de forma poderosa. Katrina la miró con cierta sorpresa. A esos grandes ojos azules, casi suplicantes, húmedos incluso... y se preguntó que había visto aquella jovencita en ella. Ella, que solo era una muñeca rota y hecha pedazos. Ojalá pudiera entenderlo. Su primer impulso fue querer mandarla a la mierda como hacía con todo el mundo. Tenía un carácter hosco, ácido, y era ciertamente reticente a aguantar tonterías y cursilerías de nadie.

    Por eso cantaba en un pub de mala muerte. Por eso su música era todo lo que tenía. Por eso se preguntó si era quizás una coincidencia o esa mierda que llamaban destino el hecho de que su guitarra también se llamase Rachel.

    No podía. No podía decirle que no.

    Exhaló humo. Y este, danzando en el viciado cuarto del backstage, pareció ocultar sus facciones y el leve, casi imperceptible rubor que apareció en su rostro.

    Ah, joder.

    ¿Se estaba sonrojando? Mierda. Mil veces mierda.

    —Haz lo que quieras—fue todo lo que respondió.

    Y aquellas palabras fueron el principio de un cambio brusco, un cambio para mejor, en la vida de ambas jóvenes.
     
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  2.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    ESTOY CHILLANDO, AYUDA, YO SOLO VENÍA A VER SI COMENTABA LAS CARTITAS DE GIGI Y ENCONTRÉ ESTO *se muere*
    Joder, encima tenía esto de fondo:

    Me encanta este escenario xD lo juro. Rachel metida donde no debe, como siempre, y Kat terriblemente amargada, negándose a permitirle siquiera una diminuta abertura a la bebé, pero al final lo hace... porque hay algo en los ojillos azules de Rach que Kat no puede rechazar. Son como dos fantasmillas azules, que se niegan a dejarla.

    Voy a señalar dos momentos que me encantaron, pues porque sí:

    Soy fan de esta respuesta genérica de esta salty bitch.

    Y aquí deseé chillar (?)

    De verdad disfruté mucho este fic ♥ agradezco cada cosita que escribes de nuestras bebés.
    Uf, quedé como en blanco xD no sé qué más decirte que no sea que me encantó.

    Bye~
     
    • Adorable Adorable x 2
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