Drama Encendedor

Tema en 'Relatos' iniciado por The Condesce, 30 Junio 2017.

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    The Condesce

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    Encendedor
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    1
     
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    1120
    Ni yo estoy muy segura de qué es esto... está basado en un sueño que tuve anoche y... decidí escribirlo.En fin, ahí va shavos:


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    Ni siquiera sabía por qué había salido de la casa. La noche estaba ya muy avanzada y la luz de los faroles iluminaba las aceras. Daba pasos sobre el empedrado de las calles desiertas. No tenía en realidad ningún lugar a donde ir, así que me dirigía al centro del pueblo. Sabía el camino de memoria, de tantas veces que lo había seguido caminando al lado de mi padre. No podía dormir. Quería comer, pero sentía como si fuera a vomitar cualquier cosa que tocara mi boca y mis entrañas estaban hechas un nudo molesto. Me estaba pudriendo por dentro. No dejaba de mover los dedos de mi mano de manera nerviosa y compulsiva. Simplemente estaba mal, muy mal. Paranoica, esquizofrénica, irritada de una forma terrible, neurótica. Del bolsillo de la chaqueta saqué una cajetilla de cigarrillos a la mitad. Tomé uno, con intención de llevármelo a los labios, mientras hurgaba en busca del encendedor; más no lo encontré. No tenía encendedor. Apreté con fuerza los dientes y la frustración me invadió.

    Conforme iba avanzando, las luces comenzaban a intensificarse. Aparecían los carros estacionados y algunas parejas aisladas andando. A cada cuadra eran más las personas, hasta que empezó el bullicio. Entré por una calle estrecha a la zona de la plaza principal, que estaba mucho más iluminada de lo usual. Cierto, hoy es Día de Muertos. La plaza estaba llena de turistas pululando por aquí y por allá. No muy lejos habría gente embriagándose. Los cafés y los restaurantes estaban llenos de gente. Gente, gente por todos lados, comenzaba a estresarme la cantidad de personas rodeándome. Quería gritar, quería empujarlos a todos y quitarlos de mi vista. Empezaban a darme náuseas. Era como si no pudiera respirar. Genial momento para tener un ataque de ansiedad. Caminando por el portal principal, aceleré mis pasos gradualmente. Un poco, un poco, un poco más rápido. Más, más y más mi respiración se volvía grave y pesada, ruidosa, acelerada. La hiperventilación hacía parecer que estaba sufriendo un ataque de asma. Y estaba corriendo, corriendo sin detenerme.

    Quiero verte… no, no quería verlo No quería verlo ahora, y no quería verlo nunca. Quería los malditos cigarros en mi bolsillo. Quería gritar y que la hiel que escapara de mis labios fuera veneno negro y se evaporara en el aire para matarlos a todos cuando la inhalaran, malditos asquerosos, podredumbre de la sociedad. Pero quería verlo.

    Pasé veloz y pude ver con el rabillo del ojo su rostro. Su piel blanca, su pelo negro y la forma de sus facciones. Estaba sentado en una mesa con un mantel anaranjado de algún restaurante. Estaba riendo, no pude ver bien quiénes eran las personas a su alrededor. Y por alguna razón, respiré más fuerte, como si mi aliento fuera un grito. Sin estar segura si lo hacía porque la ansiedad cada vez me consumía más, o si era porque quería que viera. Quería que me escuchara. Quería que me siguiera. Pero al mismo tiempo tenía tanto miedo y no quería que me viera así. Así que corrí y corrí y seguí corriendo.

    Escuché una voz llamarme y vacilé un momento para voltear. Perdida en mi crisis, lo hice de todos modos. Atrás estaban algunos de sus amigos.

    “Hey, ¿qué pasa?” pero yo no quería hablar con ellos, tenía ganas de echarme a llorar y el pánico se estaba apoderando de mí.

    “¡Sólo quiero disfrutar un puto cigarrillo en paz y no puedo porque no tengo un jodido encendedor!” vociferé con tal ira que parecía intentar matarlos con mi voz. Me miraron algo sorprendidos.

    Josué tiene”.

    Me detuve en seco. Josué tiene. Temblando por todos lados y con movimientos inseguros me di la vuelta y caminé hacia ellos. Seguía sin poder respirar. Era como si estuviera sumida en un mal viaje. Sólo… quería… el puto encendedor. Trataba de ignorar sus caras de preocupación. Realmente me veía así de mal. Lo llamaron y él se acercó. En una de las columnas de los arcos de los portales nos detuvimos todos. Él y yo apoyamos la espalda contra la cantera. Lejos, muy lejos el uno del otro. Por supuesto, como era normal. Nunca habíamos estado cerca. Tocarnos, parecía absurdo e imposible. Estiró el brazo y acercó el encendedor prendido. Con las manos tiritando saqué la caja del bolsillo y tomé un cigarro. Lo dirigí al fuego convulsa y se me cayó entre los dedos. Podía percibir su mirada desde arriba penetrándome, pero no quería voltear. Tomé otro y volvió a caerse. El tercero, lo encendí al revés y lo tiré al suelo. Era como si no supiera la forma en la que unos dedos toman un cigarrillo. El cuarto tuve éxito al encenderlo. Me lo llevé a la boca y di una larga, larga jalada. Después de dos de esas, dejé de temblar y me derrumbé contra la pared a mi espalda. Mi respiración se volvió regular. Taciturna, mi mirada se perdió en la plaza frente nuestro sin mirar nada.

    “¿Estás mejor?” me preguntó. Sus amigos comenzaban a irse uno a uno a hacer otras cosas, a divertirse, o lo que fuera.

    Podía decir que él estaba genuinamente preocupado, y que no sabía que hacer aparte de quedarse ahí sin decir nada. Pero, no era suficiente. No le importaba lo suficiente. No en realidad. Sólo era amable, a pesar de ser algo imbécil, era en realidad tan amable…

    “Sí, sí, estoy mejor.” Era mentira. Tal vez la ansiedad se había desvanecido, pero ahora comenzaba a embargarme una inescapable melancolía. Estoy deprimiéndome… Me sentía enojada… más que enojada, impotente. Para mí él siempre sería algo, aunque fuera sólo la amargura de que nunca fue nada. Aunque fuera sólo la frustración carcomiéndome por dentro; aunque ya no sintiera nada; aunque ya no pareciera maravilloso cuando lo veía, y se hubiera ensuciado con la inmundicia del asfalto al caer de mi admiración. No es que quisiera que pasara algo ahora. No quería que pasara, e incluso si lo quisiera nada pasaría jamás.

    No estaba segura si quería estar viéndolo. Más bien, no quería. Y sin embargo, había una pequeña parte irracional en algún escondrijo de mi mente que anhelaba su presencia. Qué idiotez. No me causaba más que malestar siquiera pensarlo. Sólo quería largarme ya. Quería largarme y llorar. Pero no quería regresar a casa y no tenía ningún otro lugar a dónde ir. Tan sólo… me quedé ahí el tiempo que me estuviera permitido hacer algo así.



     
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    Kohome

    Kohome Fanático Comentarista destacado

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    Bueno, al parecer tienes sueños muy densos.

    Me gustó bastante, tu narración es lo suficientemente descriptiva como para poder imaginar lo que sucede, pero no demasiada como para hastiarse y aburrirse.

    Eso sí, noté demasiados puntos y seguido en el texto. En algunos casos aplicaban a la perfección, pero se torna algo tedioso leer tantas pausas prolongadas.

    Por ejemplo (y tomaré el párrafo introductorio para esto):
    Los puntos pueden en ocasiones ser reemplazados por un punto y coma (;), que representa una pausa un poco más prolongada que las comas, pero no divide la frase de la forma en que lo hace un punto y seguido. O en otras oportunidades, el párrafo o renglón siguiente cambiaba de idea principal, y por ende era mejor que ese seguido fuese en realidad un aparte.

    Son detalles que en apariencia puedan verse mínimos, pero que en conjunto pueden mejorar la experiencia del lector y convierten el relato en algo más llevadero y disfrutable.

    Por lo demás lo vi bastante bien. Sabes llevar una linealidad y manejar tiempos, así como espacios.

    Me gustó bastante :)

    ¡Sigue así!
     
    Última edición: 4 Julio 2017
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    The Makoto

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    Aries
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    Contrario a lo que dice el comentario anterior, sin ánimos de ofender a nadie, claro, yo estoy a favor de la manera en la que has "abusado" de las pausas. Siento que trasnmite bastante el conflicto interno, la desesperación, ese momento en que el cerebro se ve atacado por ideas inconexas y rápidas por el que pasa tu personaje. Siento que le es mucho mas facil al lector ponerse dentro de los zapatos de la protagonista.

    Por otro lado soy muy fan de como el más mínimo detalle puede hacer explotar a una persona que lleva acumulando malestares de manera tan fuerte. Como al final todo lo carga sobre un inocente objeto en ausencia de una solución real a sus problemas. Algo demostrado al final cuando, finalmente, obtiene lo que tanto ha buscado a lo largo de la historia, pero sus malestares continuan.

    Es simple y desesperante como debe ser. Lo que me hace pensar que deberías dormir más.
    Por el bien de tus lectores.
     
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