Explícito En vida

Tema en 'Relatos' iniciado por Maze, 4 Abril 2018.

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    Maze

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    Aries
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    Escritor
    Título:
    En vida
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Horror
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1313
    Este es un relato que escribí hace algunos años... bueno, con las etiquetas ahí, no creo que haga falta aclarar que no es precisamente para todo público. Pero es ficción. Simple y llanamente ficción, y no apruebo ni promuevo conductas como las siguientes.



    En vida

    Escuchas un débil ruido, casi imperceptible, pero constante, que basta para arrancarte de tus sueños.

    ¿Cuánto tiempo llevas durmiendo?

    Estás ahí, en el suelo de una pequeña y oscura habitación vacía con la espalda contra la pared. Oscura, porque no puedes pagar la electricidad; vacía, porque hace mucho tiempo que vendiste tus muebles.

    Ese ruido molesto de nuevo, pero ahora sabes qué es: una chica de 17 años, Ariadna algo, quien lleva encerrada en tu baño casi dos semanas. Asombrosamente, aún tiene fuerzas para llorar. Su voluntad se quebró hace mucho, pero su auto-percepción no ha muerto todavía.

    Si hace seis años, cuando ingresaste a la universidad, alguien te hubiera dicho en lo que ibas a convertirte, seguramente te habrías reído en su cara o lo hubieras molido a golpes, dependiendo de tu estado de animo. También es probable que, si tu yo de aquel entonces pudiera saber qué clase de futuro le esperaba, que en algún momento iba a volverse tu yo actual, seguramente se habría roto en pedazos, gimoteando desconsoladamente como lo hace Ariadna, pero no habrías puesto fin a tu vida, te sabes demasiado cobarde para ello.

    Soñabas con un futuro brillante, te habían aceptado en la universidad más prestigiosa del estado. Tus notas eran regulares, casi deficientes, pero estabas seguro de poder salvar la diferencia con trabajo duro, y aún ahora piensas que era así.

    Pero las personas como tú no conocen el trabajo duro.

    Ariadna sigue llorando, apenas gimiendo porque ya no da para más. Y tú te esfuerzas por ignorarla.

    No hubo una ruptura, ni tampoco un evento traumático, No fue un capricho del destino el que acabó con tu espíritu y echó por tierra tus esperanzas.

    Simplemente, tu personalidad se impuso sobre ti: la pereza, tu gusto por los atajos, los repentinos brotes de violencia, la falta de tacto, tu incapacidad para relacionarte adecuadamente con otros... pequeños defectos que te decían lo que eras y aunque intentaste revelarte contra tu naturaleza, la abrumadora suma de detalles de tu verdadero yo acabó con tu débil resistencia.

    Para entonces ya eras lo que eres ahora: un fracasado que vive en un departamento vacío de una sola estancia y el cuarto de baño. Tu pequeño reino, tu refugio al resto del mundo, donde el único que puede atormentarte eres tú.

    Pudiste ser un gran hombre...

    O quizás no, quizás nunca estuvo en tu destino.

    Ariadna es la décima chica, y sonríes porque diez era tu número favorito de pequeño, pero entonces recuerdas que es la novena, porque la tercera persona que encerraste en tu baño fue un chico. Uno de esos jóvenes flacuchos y solitarios que te recordaba a ti, que era tan diferente de las otras nueve chicas. No importa, cuando sintió el cuchillo sobre su piel, él también gritó como una.

    Hace unos días, en un periódico, leíste un artículo sobre ti. Dice que debes ser alguna clase de pervertido que libera sus frustraciones sexuales sobre jovencitas o que siente un profundo odio hacia las mujeres por algún rechazo traumático de la adolescencia, quizás un homosexual. Esa es su forma de pensar, por muy lejos que esté de la verdad.

    La razón de que tus víctimas sean chicas entre los 14 y 17 es otra, por decepcionante que sea. Eso no quiere decir que no disfrutes de sus cuerpos pero la violación sigue siendo un extra, no un fin.

    En primer lugar, las chicas de preparatoria son ingenuas, e incluso las que no lo son, son descuidadas. Brindan muchas oportunidades, casi como si llevaran una señal en la cabeza.

    En segundo lugar, está que el "daño" causado es mucho mayor.

    ¿Por qué precisamente chicas de esa edad? porque ya comprenden, ya intuyen lo que les harás. Porque saben lo que es un hombre, una mujer, y lo que es una violación. porque su imaginación es tan poderosa y su conocimiento tan ambiguo que inevitablemente se torturan a sí mismas incluso si no las tocas, aún antes de abrirlas por dentro.

    Y lo más importante, lo que da sentido a todo, es que siguen siendo hijas de familia, y las verdaderas víctimas de tu crimen son sus padres, ellos son a quienes les destrozas por dentro.

    Cuando encontraron el cuerpo de Laura, la cuarta chica, su madre sufrió una embolia cerebral en la morgue y ahora está postrada en una silla de ruedas. El padre de Angélica, la séptima, se arrojó a las vías del metro y ahora su esposa vive en la miseria, si aún puede llamarse vida a su tormento. El hermano menor de Marcos, un niño de 6 años, tortura a sus padres con sus constantes preguntas inocentes "¿A dónde ha ido mi hermano? ¿qué le pasó a mi hermanito?" Todas las historias son diferentes, todas son la misma y una sola.

    Ariadna ha dejado de llorar, quizá se ha quedado dormida.

    Lo sabes, lo supiste desde hace tiempo, que ya no hay salvación para ti. Nunca hubo una versión de la historia en que tú recorrías el camino brillante. Eres un fracasado, siempre lo fuiste, pero aún te resistes a ser un donadie.

    ¿Y si, pudieras convertirte en algo más?

    ¿Y si, existiera una alternativa?

    ¿Y si, hubiera una oportunidad de escapar a tu vergüenza?

    Ser nada o ser algo, así sea algo malo, algo que tú mismo despreciaste siempre, porque podías serlo.

    ¡Qué duda cabe del camino que escogiste!

    Para esas chicas inocentes, eres lo último que ven en vida, y conviertes cada segundo de ellas en la miseria más despreciable. Ninguna vive más de dos semanas, pero en ese tiempo sufren más de mil muertes.

    Y a sus familias, a sus padres, los condenas a una vida sin vida, a la más amarga de las pesadillas, una de la que nunca podrán despertar.

    Tanto para unas como para otros, te conviertes en la única realidad, te pertenecen, son la prueba de tu paso por el mundo y vivos o muertos, sus almas te pertenecen.

    Hace tiempo que vendiste el espejo, y ahora te alegras de que así haya sido. No podrías soportar verte a la cara, no estás orgulloso de ti mismo. En el fondo, tú también te desprecias, tú también te temes, eres el único que puede juzgarte y te juzgas con severidad. Y sabes, porque lo sabes, que en el fondo le has agarrado el gusto.

    Sí, lo estás disfrutando. No eres un loco que ha perdido la razón, tú estás completamente cuerdo, sabes lo que haces, sabes que lo disfrutas, y aunque las cenizas muertas de tu conciencia se levanten y te torturen cuando estás solo, aunque te recriminen todos tus pecados, sabes que no vas a detenerte, ni tampoco quieres hacerlo.

    Hubo un tiempo en que creíste en Dios, y hubo un tiempo en que fuiste ateo; ahora ninguna de las dos importa. Ya no esperas la salvación, ni en esta vida ni en la otra. Ahora sólo vives para que, cuando te atrapen, hayas podido arrastrar tantas almas como sea posible, para hacerlas arder contigo.

    Hieres y el dolor ajeno es tu castigo, sufres y la culpa es también tu premio. Destruyes vidas sin vacilar para construir un mosaico con sus tragedias, un enorme vitral para señalar tu paso por el mundo, y para ocultar lo que realmente eres.

    Intentas levantarte, pero tus piernas no responden como quieres y estás demasiado agotado como para pelear por el control. Te deslizas hasta el suelo y cierras lentamente los ojos. Ariadna no irá a ningún lado, pero quizás aparezca por tus sueños.

    Y sin duda, tú estarás en los suyos.
     
  2.  
    El guardian del aura

    El guardian del aura Yo lucho para que el poder del aura prevalezca

    Capricornio
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    Vaya historia. Parece que has querido representar a un psicópata que ha cruzado ya la línea de la locura teniendo a una joven encerrada en el baño y recordando las últimas nueve jóvenes, bueno ocho porque uno era hombre, también recuerda las reacciones de las familias con los asesinatos que parece que era lo que más disfrutaba acompañado de una escritura tan fluida, hace que consigas imaginarte bien la situación que vive esa persona.
    Muy buen escrito, me encantó
     

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