Microrrelato En el cumplimiento del deber

Es hora de revelar que este como relatos pasados son spin-offs para un futuro fic que publicaré.

Gritos, lamentos, un caos total el mundo se venía abajo, era la ciudad de Mexico, la mayoría de los elementos estaban aquí por el dinero no precisamente el de la institución, no sé si me dé a entender y en el momento de ver una emergencia real habían abandonado sus puestos, de los 300 elementos de ese sector solo estábamos cinco y vivos en este momento solo tres. Habíamos tapeado las ventanas de la estación y aunque teníamos todo un arsenal dentro, cuando las puertas cayeran y esas malditas criaturas muertas entraran no sería suficiente.

— ¿Cómo crees que este ella?— me pregunto mi compañero tenía unos veinticinco a pesar de su tiempo aquí era considerado novato— de haber sabido que esto ocurriría yo no me hubiera separado de ella— decía amargamente.

— Vamos Samuel quien en este maldito mundo sabría que una horda de esos come-carne aparecería de la nada y devorarían a diestra y siniestra todo como unos ¡monstruos!— me quedé pensativo.

— Yo también lamento demasiado lo de Myriam, amigo, quisiera que hubiéramos llegado a tiempo— puso su mano en mi hombro.

Yo sonreí levemente y me compadecí de él.

— Rebecca es fuerte, ella estará bien— dije sin sonar muy convencido.

El afirmó con la cabeza de manera condescendiente.

Los archiveros con los que habíamos atrancado la puerta comenzaron a caer, esos monstruos de habían paso hasta nosotros, el crujir de los vidrios rompiéndose, su manos torcidas y podridas entraban por las ventanas.

Mi compañero comenzó a reírse en ese momento de manera frenética, yo lo observé extrañado y de alguna manera comenzaba a contagiarme.

— ¿Qué rayos te pasa? ¿Te volviste loco?

— Es solo que piénsalo, es la forma más jodidamente épica para morir, algo así como un héroe de acción, ¡caí peleando contra hordas de muertos vivientes!, ¿no se escucha genial?— dijo sonriendo.

— Ahora que lo dices, si, es así— le sonreí.


El último obstáculo cayó y los zombis se abalanzaron sobre nosotros, una a una con una hilera de cientos de armas de asalto íbamos derrumbando uno a uno a esas criaturas, emitiendo unas carcajadas tal vez de locura, sin menguar del todo su paso ni caminar.